Dios bendiga a los congresos de salud! Esa fue la excusa perfecta para ausentarme dos días de mi casa. No es que las cosas estuviesen mal en mi matrimonio, pero yo necesitaba más, necesitaba una aventura, la adrenalina de lo prohibido.
Había llegado a Rosario sobre la hora, como de costumbre. Después de unos simposios tediosos, una pausa para almorzar, llamadas a casa y una siesta reparadora en el hotel, llegó la hora del encuentro. Recién bañada, con un vestido corto y el pelo suelto baje al bar, me senté de espaldas a la puerta para no estar pendiente de los que entraran, no quería que se me notara lo ansiosa que estaba.
Me disponía a tomar el trago que había pedido cuando sonó mi celular, aunque en la pantalla decía "Naty R" yo sabia quien era en realidad.
-hola bombón, espero que no te hayas arrepentido.
-hola, para nada! Estoy en el bar como habíamos quedado.
-si, ya se, te queda muy bien ese vestido...
Fin de la llamada. 10 segundos después estaba a mi lado, me sorprendió con un beso en la boca y se sentó.
Charlamos del viaje, el congreso, su trabajo. Su sonrisa me distraía, no sabia si decirle que subiéramos a la habitación o esperar a que él tomara la iniciativa.
Cuando las copas estuvieron vacias el deseo y la ansiedad se apoderaron de mis palabras
-querés que sigamos tomando algo arriba?
-me parece perfecto.
Cuando entramos se quedó inmóvil en el medio de la habitación
-estas bien? Le pregunté
-mas que bien, quería mirarte, admirarte, deleitarme.
Se acercó y me beso muy suavemente en la boca, inició en mis hombros un recorrido con sus manos y fue bajando por la espalda.
Cuanto lo deseaba! Necesitaba que sea mio, necesitaba ser suya.
Me aferré a su espalda, nuestras bocas seguían juntas como si fueran una sola.
Desabroche su camisa y me apoye en su pecho, me fue sacando el vestido tan lentamente que me erizaba la piel.
Me hizo acostar y termino de desvestirse, el espectáculo era maravilloso, estaba hipnotizada. Se arrodilló en la cama, tomó uno de mis pies y comenzó a besarlo, subió por la pantorrilla, dejó un camino de suaves besos a lo largo de toda la pierna. Cada centímetro de mi cuerpo vibraba, me acarició la panza y se puso encima mio.
Esta vez los besos en la boca fueron mas apasionados, volvió a bajar deteniéndose en mis pechos, los acarició y acercó la lengua a uno de ellos, el contacto con mi erguido pezón me hizo suspirar, lo succiono por unos instantes, después arremetió contra el otro.
Siguió bajando hasta mi entrepierna, se deshizo de mi tanga y mirándome con esa sonrisa encantadora me acarició haciendo círculos alrededor del clítoris. Reemplazó la mano por la boca, a esta altura yo me desarmaba en gemidos.
Cuando estaba a punto de estallar en un delicioso orgasmo se apartó
-todavía no...
-pero... Por que?! Protesté
-porque después va a ser mejor todavía.
Lo vi arrodillado en la cama y supe que era mi momento, me acerque agazapada y agarré la base de su pija, lo masturbe despacio y jugué con mi lengua en el glande.
La fui metiendo en mi boca saboreando el liquido que empezaba a emanar, su miembro seguía creciendo.
Me agarró de los hombros y me devolvió a la cama, se acomodó entre mis piernas, me beso mordiéndome el labio inferior y de una sola embestida me penetró, se deslizaba en mi interior llenándome de placer.
Enrede las piernas en sus caderas, nuestras manos exploraban el cuerpo del otro, mi cuello ya no me pertenecía, era propiedad de su boca, los gemidos y la respiración entrecortada eran la banda de sonido de aquel ansiado encuentro.
Los movimientos se aceleraron, la fricción de su pelvis y mi clítoris ya era casi dolorosa, no podía aguantar mas y me deje invadir por un orgasmo tras otro. La presión que ejercían las paredes de mi vagina hizo que él también acabara dejando en mi una cantidad descomunal de caliente semen.
Así empezaba nuestra primer larga noche de sexo clandestino, teníamos muchas horas y muchas mas ganas todavía...
Había llegado a Rosario sobre la hora, como de costumbre. Después de unos simposios tediosos, una pausa para almorzar, llamadas a casa y una siesta reparadora en el hotel, llegó la hora del encuentro. Recién bañada, con un vestido corto y el pelo suelto baje al bar, me senté de espaldas a la puerta para no estar pendiente de los que entraran, no quería que se me notara lo ansiosa que estaba.
Me disponía a tomar el trago que había pedido cuando sonó mi celular, aunque en la pantalla decía "Naty R" yo sabia quien era en realidad.
-hola bombón, espero que no te hayas arrepentido.
-hola, para nada! Estoy en el bar como habíamos quedado.
-si, ya se, te queda muy bien ese vestido...
Fin de la llamada. 10 segundos después estaba a mi lado, me sorprendió con un beso en la boca y se sentó.
Charlamos del viaje, el congreso, su trabajo. Su sonrisa me distraía, no sabia si decirle que subiéramos a la habitación o esperar a que él tomara la iniciativa.
Cuando las copas estuvieron vacias el deseo y la ansiedad se apoderaron de mis palabras
-querés que sigamos tomando algo arriba?
-me parece perfecto.
Cuando entramos se quedó inmóvil en el medio de la habitación
-estas bien? Le pregunté
-mas que bien, quería mirarte, admirarte, deleitarme.
Se acercó y me beso muy suavemente en la boca, inició en mis hombros un recorrido con sus manos y fue bajando por la espalda.
Cuanto lo deseaba! Necesitaba que sea mio, necesitaba ser suya.
Me aferré a su espalda, nuestras bocas seguían juntas como si fueran una sola.
Desabroche su camisa y me apoye en su pecho, me fue sacando el vestido tan lentamente que me erizaba la piel.
Me hizo acostar y termino de desvestirse, el espectáculo era maravilloso, estaba hipnotizada. Se arrodilló en la cama, tomó uno de mis pies y comenzó a besarlo, subió por la pantorrilla, dejó un camino de suaves besos a lo largo de toda la pierna. Cada centímetro de mi cuerpo vibraba, me acarició la panza y se puso encima mio.
Esta vez los besos en la boca fueron mas apasionados, volvió a bajar deteniéndose en mis pechos, los acarició y acercó la lengua a uno de ellos, el contacto con mi erguido pezón me hizo suspirar, lo succiono por unos instantes, después arremetió contra el otro.
Siguió bajando hasta mi entrepierna, se deshizo de mi tanga y mirándome con esa sonrisa encantadora me acarició haciendo círculos alrededor del clítoris. Reemplazó la mano por la boca, a esta altura yo me desarmaba en gemidos.
Cuando estaba a punto de estallar en un delicioso orgasmo se apartó
-todavía no...
-pero... Por que?! Protesté
-porque después va a ser mejor todavía.
Lo vi arrodillado en la cama y supe que era mi momento, me acerque agazapada y agarré la base de su pija, lo masturbe despacio y jugué con mi lengua en el glande.
La fui metiendo en mi boca saboreando el liquido que empezaba a emanar, su miembro seguía creciendo.
Me agarró de los hombros y me devolvió a la cama, se acomodó entre mis piernas, me beso mordiéndome el labio inferior y de una sola embestida me penetró, se deslizaba en mi interior llenándome de placer.
Enrede las piernas en sus caderas, nuestras manos exploraban el cuerpo del otro, mi cuello ya no me pertenecía, era propiedad de su boca, los gemidos y la respiración entrecortada eran la banda de sonido de aquel ansiado encuentro.
Los movimientos se aceleraron, la fricción de su pelvis y mi clítoris ya era casi dolorosa, no podía aguantar mas y me deje invadir por un orgasmo tras otro. La presión que ejercían las paredes de mi vagina hizo que él también acabara dejando en mi una cantidad descomunal de caliente semen.
Así empezaba nuestra primer larga noche de sexo clandestino, teníamos muchas horas y muchas mas ganas todavía...
22 comentarios - sexo clandestino en el hotel
Me encanto, me senti la protagonista del mismo...