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Compendio I
Hoy se ganó un descanso. Anoche volvió a eso de la 1 de la mañana y tal vez, no se lo habría dado porque se esforzó mucho en complacerme. 🙂
Pero le dimos en el gusto hoy: ordenamos algunas pizzas, salimos con las pequeñas al mall, cenamos comida china y organizó un maratón de su serie favorita de muertos vivientes, acompañado por mi prima y por Celeste.
Y ya me las puedo imaginar: acurrucadas, cada una bajo sus brazos, esperando que mi marido las proteja, sentaditas en medio de la oscuridad…
Tampoco me hago ilusiones que vuelva luego. 😛
Durmieron hasta alrededor de las 11. Celeste quedó algo triste, pero le dije que se merecía un descanso.
“¿Disfrutaste de hacer el amor con mi marido?” le pregunté a mi prima, mientras se preparaba el desayuno.
“¡Vamos, Mari!... ¡No digáis esas cosas!...” me respondió, roja de vergüenza. “Solo cogí con él… un poquito… y nada más…”
No sé por qué me miente. Sé que mi marido la ama (él mismo me lo ha dicho) y es una de las pocas que él, efectivamente, “le hace el amor”.
Y lo pongo entre comillas, porque mi prima lo ama también. 🙂
Además, no considero que “coger un poquito” sean casi 4 horas.
Pero a ella le da vergüenza. 😞
En cambio yo, no me puedo sentir más contenta. 😮
Mi prima y mi hermana son lejos, mis mejores amigas y las quiero muchísimo. Cuando me volví novia de mi marido, yo quería que encontraran también a alguien como él, que las hiciera sentir especial.
Y es que mi marido siempre me ha tratado como una princesa. No tengo quejas de él…
Salvo, el asunto del teléfono. >:8
Pero es un caballero y me respeta y por eso lo amo, porque sé que es incapaz de lastimarme.
Mi esposo es todo lo que mi padre nunca fue: un papá cariñoso, un novio considerado, un amante muy paciente y un amigo leal y honesto.
No soy la chica más bonita y sensual que conoce (ese título lo lleva mi querida prima), pero en ningún momento sentí que me traicionara con la mirada cuando estaba con ella.
Yo era su sol. Era única para él.
Y era tan mágico, que quería que mi hermana y mi prima lo vivieran. 🙂
Conocí a muchos de los novios de mi prima. Tipos altos, bajos, musculosos, delgados…
De todos los gustos. 😕
Ella me decía que algunos “cogían bien”. Otros, andaba más tiempo con ellos porque “tenían buen tamaño”.
Imagínenme una chica delgadita, media infantil, de 14, 15 años, virgen y completamente ignorante del tema sexual, escuchando eso de una amiga que admirabas y que era la chica más a la moda que conocías.
Yo no le podía entender. XD
Y entonces, conocí a mi marido… 😮
Ella lo vio y lo desechó al instante, porque lo encontró “aburrido” y que sé yo.
Pero encontré un “billete dorado”: alguien a quien le podía pedir ayuda y me iba a socorrer. Alguien que me consolara cuando estuviera triste y que me hablaría de cosas lindas y tiernas, como él lo hace ahora con ella… también.
Yo la he visto “cogiendo”. Pero ha sido con mi novio (y actualmente, mi esposo), con quien la he visto enamorada.
¡Y enamorada de verdad! 😛
Aun me leo los capítulos de la bitácora de mi marido y a veces lloro, porque vivían un amor como mis mangas favoritos: imposible e irremediablemente romántico.
Cuando lo ve, esquiva la mirada y se pone sonrosada. Lo trata de “pervertido” y otras cosas, pero es ella la que le ofrece la cola o se coloca “accidentalmente”, para que roce sus pechos.
Eso me molesta de ella. Que no me sea honesta. >:8
“Hermanita, ¿Te gusto hacer el amor con mi marido?”
“¡Si!” me respondía Cami…
Digo, “Amelia”, para los que no se han dado cuenta. ;P
“¡Lo he disfrutado mucho!” me decía mi hermana del medio.
Al menos, ella me es honesta. 😕
Con mi tía, la situación es algo difícil.
Mi tía no puede evitarlo: Abraza por la espalda a mi marido, apretándolo con sus enormes pechos y le dice:
“Mi querido (nombre de mi tío)…”
😛
Me dan risa la cara de mi esposo y de mi prima. A él, le trae malos recuerdos, pero a mi prima le irrita un poco más, porque mi marido la tomó sin consultarle antes (motivo por el que terminó durmiendo en la camioneta la semana pasada).
Pero tampoco quiero contar esas cosas. Me gusta que mi marido lo haga, porque veo el mundo en sus ojos y se siente muy bonito.
Prefiero contar cómo disfruto yo ser una “sufrida” (que es el sinónimo más bonito que encontré para “cornuda”. Aunque me encantaría tener unos cuernitos de diabla, para jugar con mi marido :))
Entiendo a las mujeres que sufren y no quiero burlarme de ellas. Hay maridos que sí son malos (mi papá es uno de ellos) y que lo hacen por calientes y libidinosos.
Pero para mí, mi marido es perfecto.
Él nunca me ha querido ser infiel y yo he sido la que le he ido poniendo en el camino para que me vuelva una “sufrida” (Aunque de sufrir, no hay mucho ;P) y sé que si se lo pidiera, el rompería con la mayoría (me partiría el alma si rompe con mi hermana, mi prima o mamá :()
Pero hasta mi propio marido se pregunta qué hago cuando sé que está con otra.
Simplemente, divago.
🙂
Sé que no suena muy excitante, pero cuando estás de novia con un ingeniero o un chico como mi marido, que lee y lee por montones, la imaginación toma otro valor.
De partida, si tiene que ir a ver a la chica del restaurant, a visitar a Megan o a la azafata pelirroja (o sea, tiene que salir de la casa), me doy una ducha o un baño de espumas.
Me depilo las piernas, me echo algunas cremitas, me arreglo las pestañas y me pongo algún pijama sensual, como si lo estuviera esperando a él mismo.
Entonces, vuelvo a nuestro dormitorio y me acuesto, mirando el reloj.
Sonará gracioso, pero trato de imaginar dónde está mi marido: si ha llegado a casa de la otra o si sigue viajando.
Entonces, cierro los ojos y me empiezo a tocar. Me imagino qué cosas conversaran. Si acaso la besara pronto o tendrá que convencerla y me empiezo a mojar.
Ya leyeron cómo lo hace mi marido conmigo. Es así con todas nosotras.
Si los pechos de la mujer son más grandes, acaricio los míos. Si son más pequeños, me toco en la rajita.
Casi siempre, termino acariciando ambos. Su “huevito” es esencial.
No vibra como el pene de mi marido, pero me estremece entera cuando roza mi botón.
La lubrico un poco, metiéndola en mi boca, pensando que eso me encantaría hacer con mi marido: chupársela, chupársela y seguir chupándola.
Entonces, la meto entre mis piernas. Vibrante y deliciosa. A medida que va a avanzando por mi canal y la afirmo, cerrando mis piernas, aprovecho de tocar mis pechitos y “ordeñarme” un poco.
¡Es que me falta su presión! 😞
He usado el sacaleches y otras bombas manuales, pero no son sus labios.
¡Y me molesta! A veces, me frustra…
😞
Pero sé que si le pidiera que me ordeñara, él lo haría. Me tomaría los pechos y los estrujaría suavemente, apretando el pezón sobre el biberón, con sus manos tibias y temblorosas.
Y me siento contenta 🙂
Como dice mi prima: “¡Ahora tengo tetas!” y me gusta.
Entonces, tomo el control remoto del “huevito” y subo a nivel 2.
Empiezo a morderme los labios. A mi marido le encanta que gima en su boca, mientras lo beso…
Pero si no están sus labios, ¿Qué cosa beso? 😕
Me siento muy bien. No son tan buenas como las embestidas de mi marido, pero las sacudidas son deliciosas. <3<3
Babeo por él. Quiero sentir sus manos sobre mi cola.
Me dobló y mis piernas meten el huevito más adentro. 😮
Desesperada, lamo mis dedos y juego con mi cola. A veces, es suficiente y alcanzo un orgasmo por la cola.
Pero las otras veces, meto 2 o 3 dedos, para dar el volumen de mi marido.
Es una sensación rara. Como si el pene de mi marido se transformara mágicamente en un pulpo.
Pero meto mis dedos frenéticamente por la cola.
Gimo por él, porque me he vuelto adicta a su pene en mi cola.
Y me corro y me corro y me vuelvo a correr. Mancho las sabanas de mi casa, pero no me importa.
Parafraseando un poco a Celeste:
“Es mi marido… y debo mostrarle que yo soy su hembra”. Con todos mis jugos en nuestras, claro está.
En esos momentos, considero 2 puntos: si lo he hecho bien y me siento satisfecha o si aun tengo deseos de sentir su pene en mi rajita.
😞
Me da un poco de vergüenza seguir.
Mi marido también le gustaría saber cómo lo hago.
¡Mamita, si estás leyendo, discúlpame! 😞
Imagino que tú lo sabes. Es ese regalo, que le mandas todos los meses a mi marido, pero que nunca le doy a probar.
¡Qué vergüenza! 😞
Mi marido cree que he botado todos sus preservativos. La verdad es que los he guardado y me siguen desagradando.
Pero eran 7 días que se quedaba en faena.
7 interminables días, sin sentir su amor por mí…
😞
Mi marido siempre me dice que “La necesidad es la madre de las grandes invenciones”.
Y yo estaba caliente. Hambrienta por el pene de mi marido…
Las he guardado entre las verduras. Hasta hoy, no se ha dado cuenta. 😕
Manda unas 6 o 7. Son gruesas y el olor es fuerte, por lo que la primera vez que las olí, me acordaron a él.
¡Me masturbo usando las longanizas que manda mamá!
😞
Puede que no sea malo, pero mi marido me tiene confianza. Al principio, las usaba crudas, pero son demasiado grasosas y tenía que ir a lavarme después.
Pero entonces, pensé en los preservativos y aprovechaba de practicar la forma sensual que mi prima los coloca.
😞
Sigo creyendo que el pene de mi marido sabe mucho mejor.
Entonces, me masturbo la rajita o la cola.
No es el pene de mi marido y no le estoy siendo infiel.
De hecho, aunque me termino corriendo, la mayoría de las veces quedo frustrada, porque no bota sus jugos en mí.
Pero para la situación, me ayuda: su tamaño es parecido e igual siento parte del placer de cuando él me da su amor.
Y bueno, cuando él está en casa con otras, la situación no es muy distinta. Simplemente, me toco y me guio por los sonidos, viéndome siempre bella para mi marido…
Les daría más detalles, pero abajo se está dando mi punto de vista. Escucho claramente los gemidos de Celeste.
Amo tanto a mi marido.<3<3
El sistema de seguridad que instaló el chico de la tienda cuenta con cámaras infrarrojas, así que puedo ver lo que está pasando. 🙂
¡Tengo que dejarles, para aliviarme yo también! ¡Adiós!
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3 comentarios - Siete por siete (57): Mi punto de vista