Una inocente jovencita le pide a su hermano un pequeño favor. Para ella no es un gran compromiso pero tendrá que convencer al muchacho de todo lo contrario.
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Hace ya 17 años desde que mi padre se casó con Katrina. Ella es una persona grandiosa, amable y alegre, que supo llenar el vacío que dejó mi madre cuando partió. Yo siempre la vi como una figura materna, y ella a mí como su hijo, esa es la relación que llevamos desde que tengo memoria. Cuando conoció a mi padre, Katrina tenía una hija de mi edad, motivo por el cual fuimos criados como hermanos, si bien no tenemos la misma sangre vivimos juntos tanto tiempo que así lo vemos nosotros. Permítanme presentarme, mi nombre es Javier y tengo 19 años. Mido 1.72, tengo pelo largo, negro y ojos marrones. Mí hermana se llama Donna, ella mide 1.70, tiene pelo rubio, ojos marrones muy atrapantes y una sonrisa cautivadora. De cuerpo tiene mas de lo que se podría desear, busto grande, cola firme, cintura mediana, labios dulces... en fin, demasiado bonita. Entre ella y yo hay una relación normal, tenemos bastante confianza y eso es bueno, aunque algunas veces Donna tiene reacciones muy repentinas. Cuando crees que finalmente la entendiste te toma de sorpresa, como casi cualquier mujer que conozco.
Todo sucedió en el invierno pasado. Después de tanto tiempo por fin habían llegado las vacaciones de invierno. Donna y yo teníamos muchas ganas de ir a algún lado para despejarnos antes de volver a los estudios. Lamentablemente, los tiempos de nuestros padres les impide tomarse vacaciones de invierno, por lo que parecía imposible hacer algo todos juntos. La única solución que parecía razonable era que fuéramos mi hermana y yo solos. Ellos sabían que podíamos manejarnos solos y que nos cuidaríamos entre sí, así que sin más vueltas nos dieron permiso. Él lugar al que fuimos lo eligió Donna, que tiene mejor gusto que yo, estaba lleno de montañas con nieve, atracciones turísticas y ese tipo de cosas. Los días pasaban volando, no había motivo de pensar en otra cosa que no fuese divertirse y relajarse. Cierta tarde, mientras estábamos viendo televisión en mi habitación Donna golpeó la puerta y me dijo
- ¿Puedo hablar con vos un segundo? es importante.
- Si ¿de qué queres hablar?
- Bueno, en realidad es bastante privado y más que nada necesito un pequeño favor.
- Depende de que favor, contame.
- Esta bien, listo. Hace unas semanas atrás mi novio y yo fuimos a la fiesta de una amiga, cuando volvimos estábamos bastante borrachos y estoy muy segura de que antes de desmayarnos tuvimos... sexo
- Pero es no es malo, ¿o sí?
- ¡¡Y sí!! Porque yo era virgen hasta esa noche y ahora casi ni me acuerdo como fue, me siento muy mal por eso. Se supone que la primera vez tiene que ser mágica o muy sentimental pero la mía fue un desastre.
- ¿Y en qué puedo ayudar yo?
- Mmmm... no te enojes cuando te diga, ¿esté bien?
- Decime y veo.
- Te dije que necesitaba un favor, bueno, el favor que necesito es que hagamos el amor.
- ¡¿Quéeeee?!
- ¡Tranquilizate por favor, ya es bastante vergonzoso que te lo pida! Mi idea es que si vos lo haces conmigo va a ser como mi primera vez y esta vez si la voy a recordar, ¿entendes?
- Pero ¿por qué yo?
- Porque sos la única persona en la que confío. No se lo puedo pedir a mis amigos, pensarían que soy una puta, y además sos mi hermano, se supone que me apoyes en este tipo de cosas, vamos, tampoco va a ser tan malo ¿o no soy linda para vos?
- No es eso, es muy raro lo que me pedís.
- Si haces esto por mi te voy a deber un gran favor, pero no me digas que no porque me rompes el corazón, se bueno y decime que sí.
- Te voy a decir la verdad, yo no soy virgen, pero tampoco quiere decir que tenga la gran experiencia en esto.
- Ya sé que no sos virgen, me lo dijo Madeleine - mi ex novia - también me dijo que eras muy dulce y apasionado en la cama las veces que lo hicieron, ¡no me digas que no!
Estaba acorralado, no podía escapar de sus palabras, me daba pena que se sintiera tan mal por perder su virginidad de tal forma. Así todo yo seguía confundido. Ustedes dirán que tonto, una chica tan linda se le tira a los brazos y el no lo aprovecha... por alguna razón me daban miedo sus palabras, tenía miedo de que me gustase tanto estar con ella como para repetirlo otra vez, no quería terminar así con mi hermana. Pero analicé lo que me dijo nuevamente y supe que si me lo pidió a mí fue porque en verdad no lo se lo podía pedir a nadie más, eso me dió valor. Entonces le dije
- Esta bien, pero conste que solo lo hago porque me lo pedís, sabes que yo nunca trataría de hacer nada con vos.
- Si ya sé, por eso sos perfecto para esto hermanito - decía mientras me abrazaba fuertemente.
Decidimos esperar a que llegue la noche, como se supone que debe ser. Para que sea más "romántico" puse incienso para suavizar el ambiente, apagué las luces y prendí varias velas, y allí recostado espere pacientemente. Luego de unos minutos llegó Donna, con una sonrisa en la cara al ver lo que tenía preparado.
- Guau, es justo lo que me imaginaba.
- Espero que te guste, la verdad es que no se me ocurrió otra cosa mejor y más innovador...
- Pero así es perfecto, de verdad, no esperaba que te tomaras tantas molestias.
- Yo solamente quiero que la pases bien, porque esta es tu noche, olvidate de lo demás.
Estaba muy nervioso aunque trataba de mostrarme firme, ya que Donna se veía más hermosa que de costumbre. Tenía puesta una camiseta celeste y un pantalón negro. También se había maquillado muy bien, los labios de color rosa, los párpados con brillo y las cejas delineadas. En verdad parecía iluminada, y yo allí haciéndome cada vez más pequeño ante su presencia. Como pude me levanté de la cama y me acerqué a ella para abrazarla y darle un suave beso, mi hermanita seguía mirándome y noté que también estaba nerviosa, quizás más que yo. Cerré mis ojos y deposite mis labios en los suyos mientras que la tomaba por la cintura (dicen que sí das un beso de esa forma significa que amas demasiado para dejarla ir.). Poco a poco fuimos soltándonos, entregándonos el uno al otro por así decirlo. Sus brazos comenzaron a rodear mi cuello mientras que su cuerpo se pagaba más al mío, también así sus labios. Nos fuimos acercando a la cama sin dejar de besarnos, Donna me tomaba de la cara para que no la suelte. Suavemente la deposité sobre nuestro lecho casi preparado para darle placer. Donna se dio cuenta de lo que iba a hacer y se mordió suavemente el labio para mostrarme que tenía apetito de aquello. Besé su cuello al mismo tiempo que ella suspiraba y gemía por lo bajo
- Espera un segundo - me dijo - me voy a poner más cómoda.
Rápidamente se quitó la camiseta que tenía puesta y dejó libre sus pechos, perfectamente erguidos y con aureolas grandes. Luego se quitó el pantalón y la bombacha que llevaba, mostrándome también su vulva que estaba ya bastante colorada.
- Dale, seguí lindo... - me indicó cariñosamente.
Me recosté sobre ella nuevamente y le besé sus pezones, uno y otro, muchas veces, enseguida los puse dentro de mi boca y le pase lengua por todo alrededor. Percibía claramente como se endurecían entre mis labios, era algo muy placentero para saber que una mujer disfrutaba por lo que yo hacía. Seguí bajando por su estómago hasta que llegué a su vagina, la miré a los ojos y ella me miró mostrando en su cara las ganas que tenía de sentir mi lengua en su parte más privada. Me acerqué casi tamblando a su clítoris y lo toqué apenas, luego me retiré. Donna me miró y me dijo
- No me hagas esperar más, hacémelo de una vez que me muero de ganas...
Pasé mi lengua por su ano y fui subiendo hasta que llegué a sus labios vaginales, entonces lo recorrí por su alrededor una y otra vez, en círculos. Donna gemía cada vez más fuerte y se retorcía como tratando de escaparse
- Ahhh ahhh mmmmm nooooo aaaahhhh si, asi segui chupándomeeeee...
Aumenté la velocidad que llevaba, cada vez más rápido solo que esta vez metí mi lengua más adentro, chupando también su cavidad. Donna ya no podía resistir más tiempo, se notaba que estaba por terminar, las palabras salían de su boca sin control
- ¡¡¡Cogeme toda, meteme la lengua hasta el útero!!! ¡¡¡Más fuerte, más fuerte!!! ¡¡Quéeee buenoooo!!
Cuando advertí que estaba llegando el orgasmo quise retirar mi cara para ver como salía, pero ella no me lo permitió. Tomó mi cabeza con sus manos y la apretó más a su abertura mientras que me decía
- Esperá mi vida... seguí chupándome mientras acabooooo...
Los líquidos que salieron inundaron mi cara y mi boca. El sabor que tenía no era del todo gustoso, pero por la situación me pareció que no podía ser mejor. Fueron sólo unos minutos en que duró la eyaculación de Donna, pero a mí me pareció una eternidad, eternidad que disfruté mucho estando en esa privilegiada posición. Cuando finalmente se vació por completo pude retirar mi cara de allí para ver el pequeño charco que había dejado en las sábanas y alrededor de su vagina. Ella se recostó con los ojos cerrados y se tomó la cabeza respirando hondo. Descansó por un minuto mientras que yo seguía admirando su cuerpo casi perfecto.
- Perdona si fui algo ruda - me dijo algo más relajada - lo que pasó fue que sentí tanto gusto que perdí la razón, perdoname.
- No tenes porque pedir perdón, esa fue una situación de lo más normal
- Sabes que me hiciste gozar como no tenes idea con tu lengua, no se como aprendiste pero lo haces re bien, me encantó.
- Parece que si te encantó, por lo que quedó allí - dije señalando lo que había dejado en la cama.
- Ay si, siempre que tengo un orgasmo me sale mucho fluido, jeje. Bueno, vos hiciste algo por mí y ahora me toca hacer algo por vos.
Entonces se sentó en la cama y se acercó a mí mirando directo a mi paquete. Luego soltó el cinturón y bajó mis pantalones. Mi pene por supuesto ya estaba erguido dentro de mi prenda interior, Donna lo palpó con su mano y yo instintivamente me corrí hacia atrás, ella me agarró por la cola y me atrajo hacia su cara.
- Tranquilo, no te la voy a morder - me dijo sonriente - vaya, parece que es grande, ¿no crees?
- A mí me parece mas bien normal - respondí tratando de estar tranquilo.
- A mí me parece hermosa. Sabes, hace un tiempo vi en una película porno algo que me llamó la atención y me gustaría, si vos queres, probarlo acá, ¿Qué me decís?
- ¿Que fue lo que viste?
- Bueno, una actriz le estaba chupando el pene a un tipo por sobre el calzoncillo, y él al rato tiró toda su leche, eso me pareció raro ya que estaba el pantaloncito por delante.
- Entonces vos de verdad queres chuparme el... pene.
- ¡¡Por supuesto!!, dale, ¿te animas? - me preguntó divertidamente.
- Ssi, si, si vos queres...
- Ay, sí que quiero tonto, es lo menos que puedo hacer. Dale, acostate en la cama así estamos más cómodos.
Tímidamente, tímida y alegremente, me recosté a su lado. Donna me sugirió que abriera mis piernas para que tuviese más espacio, así que hice caso. Allí estaba yo, entregado a mi hermosa hermana, complaciendo cada uno de sus deseos que al parecer también eran mis deseos. Primero acomodó mi pito para que quedase con la punta sobresaliente. Sus manos se sentían muy suaves al tacto, cosa que le hice saber. Pronto pasó su lengua por sobre sus comisuras y se dispuso a darle un beso a mi pene. Luego le dio otro, y otro, bajo a la altura de mis testículos y deslizó su lengua sobre ellos (aunque tenía puesto mi ropa interior podía sentir claramente sus movimientos.). Empezó a subir sin dejar de posar su lengua en mi miembro hasta que finalmente llegó a la cabeza, más dura que nunca. Puso sus labios allí y lo succionó rápidamente. Yo sentí demasiado placer y trate de zafarme como lo había hacho ella, pero Donna me tomo de las piernas y no me dejó mover. Nuevamente succionó mi pene y pasó su lengua por el glande, más de una vez. Como no podía metérselo en la boca, se limitaba a lamer la zona más placentera que tenemos los hombres, como si estuviese tomando un helado. Soporté todo lo que pude para no escurrirme tan pronto, tratando de pensar en otras cosas, pero al final me deje llevar por su suave tacto.
- ¡¡Ya acabo Donna, no tarda en salir...!!
Ella escuchó claramente mis palabras pero siguió como si nada. Se lo dije nuevamente porque no quería ningún percance, pero seguía sin hacerme caso. En aquel tiempo sucedió lo inevitable, no pude aguantar más y me agoté fuertemente. El semen salía a chorros, chocando contra la tela, ensuciándola. Donna relamía el semen que pasaba hacia afuera, no estoy seguro si quería probar el sabor o lo hacía inconscientemente. Cuando termine de eyacular ella se apartó de mí, me observó y me dijo
- Y, ¿estuvo bueno o no?
- Estuve genial - conteste.
- Parecía que no terminabas más, ¡fue lindo! a ver, dejame sacarte eso que está bastante sucio.
Mi hermana me quitó el calzoncillo y lo tiró al piso. Miró mi pene que estaba semiduro y me dijo
- ¿Cuánto tiempo tardas en ponerte duro de nuevo?
Su pregunta me hizo gracia, le conteste
- Depende, después de un orgasmo se pierde bastante energía, pero si hay ganas no tarda mucho en ponerse duro de nuevo.
- Y vos, todavía tenes ganas, ¿no?
- Por supuesto que si, esta noche voy a hacer lo posible para que estés contenta.
- Ay, que tierno que sos, yo sabia que no me había equivocado en pedirte esto, además la estamos pasando bien, ¿no?
- Al principio no quería admitirlo pero estar así con vos es diferente, placentero.
- Pienso lo mismo.
Al momento se puso sobre mí y me dio un beso en la boca, diferente al primero. Este beso era más fuerte, más morboso y con muchos ganas, esta vez su lengua se juntó a la mía en ese baile conocido. Donna se separó de mis labios para dedicarse exclusivamente a mi pene. Lo tomó por la punta y comenzó a acariciarlo hasta que logró ponerlo duro de nuevo. Instintivamente lo agarró con las dos manos y empezó a masturbarme rápidamente, con mucha fuerza, luego lento y suave, luego rápido otra vez.
- ¿Te gusta esto hermanito? Decime que te gusta - murmuraba levemente.
- Si, me gusta mucho.
- ¿Te la puedo chupar de nuevo?
- Dale.
Sin más Donna se llevó mi tronco a su boca. Su boca era suave, demasiado suave, tanto que me sentía egoísta por sentir semejante placer yo solo. Repentinamente puso las manos en su cola, para usar solo su boca. Movía su cabeza de arriba hacia abajo, para los costados, al minuto lo dejaba libre para pasar su lengua por toda su longitud y enseguida lo tomaba por la cabeza y comenzaba el juego de nuevo, así estuvo un rato largo. Cuando se cansó de esa travesura puso una de sus manos sobre mis testículos y comenzó a masajearlos dulcemente, sin dejar de chupar la cabeza de mi pene. ¡Ah! era algo fuera de este mundo, no sabía si mi hermana tenía experiencia en eso o era puro talento. Donna chupaba mi pene sin descanso, lo dejaba libre para escupirlo, pasaba su lengua por la punta e inmediatamente lo metía de nuevo en su boca. De improviso se detuvo y me dijo
- Parece que ya está bastante dura, ¿no?
- Me parece que no puede estar más dura, ¿Queres hacerlo ahora?
- Te confieso que estoy muy exaltada, pero si no cogemos ahora, no lo hacemos nunca más.
- Espera que busco un preservativo en el cajón - le dije.
- ¡No! - gritó - quiero que sea natural, quiero sentirlo completamente.
- ¿Pero que pasa si quedas embarazada? con eso no se juega.
- No puedo quedar embarazada porque no estoy en mis días fértiles, así que no te preocupes por eso, además va a ser más placentero.
- Ya se pero, ¿estás segura?
- Si, estoy segura, dale vení... creo que ya es hora de calzármela.
- Espera. Sería mejor si vos te pones sobre mí, así manejas mejor la situación - le sugerí.
- Esta bien. Siempre estás pensando en mí.
Apresuradamente me recosté sobre la cama, mientras que Donna se ponía sobre mí con las piernas abiertas. Yo tomé sus nalgas y la sostuve para que ella colocara mi pene en posición. Cuando lo sostuvo firmemente, me pidió que quite mis manos para poder moverse con más libertad. Primero rozó mi pene contra su monte de venus, y así lo fue llevando a destino. Lentamente se fue sentando sobre mí hasta que lo tuvo todo dentro.
- Uuyyyy... que rico se siente hermanito - me susurró - esto es lo que necesitaba, justo lo que necesitaba.
Sin esperar mucho tiempo comenzó a moverse, mirandome a los ojos y luego a su vagina, para ver como me tenía dentro de ella. Con una mano se tocaba una de sus tetas y se acariciaba el pezón, mientras que con la otra se apoyaba en mi pecho. Su orificio era caliente, húmedo, parecía perfecto porque apretaba lo suficiente y resbalaba constantemente.
- ¡Qué dura que está Javier! no lo puedo creer... - decía cada vez más fuerte - ¡¡si así más... más...mmmm!!
Creo que habremos estado aproximadamente 10 minutos haciendo esa viveza cuando llegó el momento que ambos estábamos esperando. Mi hermana me dice con fuerza
- ¡¡Ay Dios mío, voy a acabar, ayyyy me haces acabaaaaar!!!
Donna empezó a cabalgarme más fuerte, mientras que gritaba como poseída. Yo tampoco pude resistir más tiempo, solo sentí que el orgasmo se aproximaba y nada podía hacer. Entonces a ambos nos salto fuertemente, como nunca hubiese imaginado. Yo la tomé por su cintura y comencé a moverme para sacar el máximo goce posible, ella cerró los ojos y puso las manos sobre el respaldo de la cama. Entonces aproveché a besarla en la boca, así ahogamos ambos nuestros gemidos de placer que parecían infinitos. Donna cayó rendida sobre mi cuerpo, apoyando su cabeza en mi pecho. Luego de unos minutos, cuando estábamos más tranquilos me dijo
- No puedo creer que la haya pasado tan bien, realmente sos el mejor hermano del mundo, gracias por esto.
- Me anima que te haya gustado.
- Si yo no fuese tu hermanita, ¿saldrías conmigo?
- Creo que sí, sos muy linda, cualquiera que fuese tu novio sería muy afortunado.
- Ay, muchas gracias Javier por tus elogios y por todo lo que hiciste hoy por mí. La verdad es que no esperaba tanto, te quiero mucho.
Y así como si nada se fue de mi habitación. Esa es mi hermana, que a veces tenía las reacciones más inesperadas y repentinas, cuando crees que finalmente la entendiste te toma de sorpresa. Después de todo, ¿quién entiende a las mujeres?.
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Hace ya 17 años desde que mi padre se casó con Katrina. Ella es una persona grandiosa, amable y alegre, que supo llenar el vacío que dejó mi madre cuando partió. Yo siempre la vi como una figura materna, y ella a mí como su hijo, esa es la relación que llevamos desde que tengo memoria. Cuando conoció a mi padre, Katrina tenía una hija de mi edad, motivo por el cual fuimos criados como hermanos, si bien no tenemos la misma sangre vivimos juntos tanto tiempo que así lo vemos nosotros. Permítanme presentarme, mi nombre es Javier y tengo 19 años. Mido 1.72, tengo pelo largo, negro y ojos marrones. Mí hermana se llama Donna, ella mide 1.70, tiene pelo rubio, ojos marrones muy atrapantes y una sonrisa cautivadora. De cuerpo tiene mas de lo que se podría desear, busto grande, cola firme, cintura mediana, labios dulces... en fin, demasiado bonita. Entre ella y yo hay una relación normal, tenemos bastante confianza y eso es bueno, aunque algunas veces Donna tiene reacciones muy repentinas. Cuando crees que finalmente la entendiste te toma de sorpresa, como casi cualquier mujer que conozco.
Todo sucedió en el invierno pasado. Después de tanto tiempo por fin habían llegado las vacaciones de invierno. Donna y yo teníamos muchas ganas de ir a algún lado para despejarnos antes de volver a los estudios. Lamentablemente, los tiempos de nuestros padres les impide tomarse vacaciones de invierno, por lo que parecía imposible hacer algo todos juntos. La única solución que parecía razonable era que fuéramos mi hermana y yo solos. Ellos sabían que podíamos manejarnos solos y que nos cuidaríamos entre sí, así que sin más vueltas nos dieron permiso. Él lugar al que fuimos lo eligió Donna, que tiene mejor gusto que yo, estaba lleno de montañas con nieve, atracciones turísticas y ese tipo de cosas. Los días pasaban volando, no había motivo de pensar en otra cosa que no fuese divertirse y relajarse. Cierta tarde, mientras estábamos viendo televisión en mi habitación Donna golpeó la puerta y me dijo
- ¿Puedo hablar con vos un segundo? es importante.
- Si ¿de qué queres hablar?
- Bueno, en realidad es bastante privado y más que nada necesito un pequeño favor.
- Depende de que favor, contame.
- Esta bien, listo. Hace unas semanas atrás mi novio y yo fuimos a la fiesta de una amiga, cuando volvimos estábamos bastante borrachos y estoy muy segura de que antes de desmayarnos tuvimos... sexo
- Pero es no es malo, ¿o sí?
- ¡¡Y sí!! Porque yo era virgen hasta esa noche y ahora casi ni me acuerdo como fue, me siento muy mal por eso. Se supone que la primera vez tiene que ser mágica o muy sentimental pero la mía fue un desastre.
- ¿Y en qué puedo ayudar yo?
- Mmmm... no te enojes cuando te diga, ¿esté bien?
- Decime y veo.
- Te dije que necesitaba un favor, bueno, el favor que necesito es que hagamos el amor.
- ¡¿Quéeeee?!
- ¡Tranquilizate por favor, ya es bastante vergonzoso que te lo pida! Mi idea es que si vos lo haces conmigo va a ser como mi primera vez y esta vez si la voy a recordar, ¿entendes?
- Pero ¿por qué yo?
- Porque sos la única persona en la que confío. No se lo puedo pedir a mis amigos, pensarían que soy una puta, y además sos mi hermano, se supone que me apoyes en este tipo de cosas, vamos, tampoco va a ser tan malo ¿o no soy linda para vos?
- No es eso, es muy raro lo que me pedís.
- Si haces esto por mi te voy a deber un gran favor, pero no me digas que no porque me rompes el corazón, se bueno y decime que sí.
- Te voy a decir la verdad, yo no soy virgen, pero tampoco quiere decir que tenga la gran experiencia en esto.
- Ya sé que no sos virgen, me lo dijo Madeleine - mi ex novia - también me dijo que eras muy dulce y apasionado en la cama las veces que lo hicieron, ¡no me digas que no!
Estaba acorralado, no podía escapar de sus palabras, me daba pena que se sintiera tan mal por perder su virginidad de tal forma. Así todo yo seguía confundido. Ustedes dirán que tonto, una chica tan linda se le tira a los brazos y el no lo aprovecha... por alguna razón me daban miedo sus palabras, tenía miedo de que me gustase tanto estar con ella como para repetirlo otra vez, no quería terminar así con mi hermana. Pero analicé lo que me dijo nuevamente y supe que si me lo pidió a mí fue porque en verdad no lo se lo podía pedir a nadie más, eso me dió valor. Entonces le dije
- Esta bien, pero conste que solo lo hago porque me lo pedís, sabes que yo nunca trataría de hacer nada con vos.
- Si ya sé, por eso sos perfecto para esto hermanito - decía mientras me abrazaba fuertemente.
Decidimos esperar a que llegue la noche, como se supone que debe ser. Para que sea más "romántico" puse incienso para suavizar el ambiente, apagué las luces y prendí varias velas, y allí recostado espere pacientemente. Luego de unos minutos llegó Donna, con una sonrisa en la cara al ver lo que tenía preparado.
- Guau, es justo lo que me imaginaba.
- Espero que te guste, la verdad es que no se me ocurrió otra cosa mejor y más innovador...
- Pero así es perfecto, de verdad, no esperaba que te tomaras tantas molestias.
- Yo solamente quiero que la pases bien, porque esta es tu noche, olvidate de lo demás.
Estaba muy nervioso aunque trataba de mostrarme firme, ya que Donna se veía más hermosa que de costumbre. Tenía puesta una camiseta celeste y un pantalón negro. También se había maquillado muy bien, los labios de color rosa, los párpados con brillo y las cejas delineadas. En verdad parecía iluminada, y yo allí haciéndome cada vez más pequeño ante su presencia. Como pude me levanté de la cama y me acerqué a ella para abrazarla y darle un suave beso, mi hermanita seguía mirándome y noté que también estaba nerviosa, quizás más que yo. Cerré mis ojos y deposite mis labios en los suyos mientras que la tomaba por la cintura (dicen que sí das un beso de esa forma significa que amas demasiado para dejarla ir.). Poco a poco fuimos soltándonos, entregándonos el uno al otro por así decirlo. Sus brazos comenzaron a rodear mi cuello mientras que su cuerpo se pagaba más al mío, también así sus labios. Nos fuimos acercando a la cama sin dejar de besarnos, Donna me tomaba de la cara para que no la suelte. Suavemente la deposité sobre nuestro lecho casi preparado para darle placer. Donna se dio cuenta de lo que iba a hacer y se mordió suavemente el labio para mostrarme que tenía apetito de aquello. Besé su cuello al mismo tiempo que ella suspiraba y gemía por lo bajo
- Espera un segundo - me dijo - me voy a poner más cómoda.
Rápidamente se quitó la camiseta que tenía puesta y dejó libre sus pechos, perfectamente erguidos y con aureolas grandes. Luego se quitó el pantalón y la bombacha que llevaba, mostrándome también su vulva que estaba ya bastante colorada.
- Dale, seguí lindo... - me indicó cariñosamente.
Me recosté sobre ella nuevamente y le besé sus pezones, uno y otro, muchas veces, enseguida los puse dentro de mi boca y le pase lengua por todo alrededor. Percibía claramente como se endurecían entre mis labios, era algo muy placentero para saber que una mujer disfrutaba por lo que yo hacía. Seguí bajando por su estómago hasta que llegué a su vagina, la miré a los ojos y ella me miró mostrando en su cara las ganas que tenía de sentir mi lengua en su parte más privada. Me acerqué casi tamblando a su clítoris y lo toqué apenas, luego me retiré. Donna me miró y me dijo
- No me hagas esperar más, hacémelo de una vez que me muero de ganas...
Pasé mi lengua por su ano y fui subiendo hasta que llegué a sus labios vaginales, entonces lo recorrí por su alrededor una y otra vez, en círculos. Donna gemía cada vez más fuerte y se retorcía como tratando de escaparse
- Ahhh ahhh mmmmm nooooo aaaahhhh si, asi segui chupándomeeeee...
Aumenté la velocidad que llevaba, cada vez más rápido solo que esta vez metí mi lengua más adentro, chupando también su cavidad. Donna ya no podía resistir más tiempo, se notaba que estaba por terminar, las palabras salían de su boca sin control
- ¡¡¡Cogeme toda, meteme la lengua hasta el útero!!! ¡¡¡Más fuerte, más fuerte!!! ¡¡Quéeee buenoooo!!
Cuando advertí que estaba llegando el orgasmo quise retirar mi cara para ver como salía, pero ella no me lo permitió. Tomó mi cabeza con sus manos y la apretó más a su abertura mientras que me decía
- Esperá mi vida... seguí chupándome mientras acabooooo...
Los líquidos que salieron inundaron mi cara y mi boca. El sabor que tenía no era del todo gustoso, pero por la situación me pareció que no podía ser mejor. Fueron sólo unos minutos en que duró la eyaculación de Donna, pero a mí me pareció una eternidad, eternidad que disfruté mucho estando en esa privilegiada posición. Cuando finalmente se vació por completo pude retirar mi cara de allí para ver el pequeño charco que había dejado en las sábanas y alrededor de su vagina. Ella se recostó con los ojos cerrados y se tomó la cabeza respirando hondo. Descansó por un minuto mientras que yo seguía admirando su cuerpo casi perfecto.
- Perdona si fui algo ruda - me dijo algo más relajada - lo que pasó fue que sentí tanto gusto que perdí la razón, perdoname.
- No tenes porque pedir perdón, esa fue una situación de lo más normal
- Sabes que me hiciste gozar como no tenes idea con tu lengua, no se como aprendiste pero lo haces re bien, me encantó.
- Parece que si te encantó, por lo que quedó allí - dije señalando lo que había dejado en la cama.
- Ay si, siempre que tengo un orgasmo me sale mucho fluido, jeje. Bueno, vos hiciste algo por mí y ahora me toca hacer algo por vos.
Entonces se sentó en la cama y se acercó a mí mirando directo a mi paquete. Luego soltó el cinturón y bajó mis pantalones. Mi pene por supuesto ya estaba erguido dentro de mi prenda interior, Donna lo palpó con su mano y yo instintivamente me corrí hacia atrás, ella me agarró por la cola y me atrajo hacia su cara.
- Tranquilo, no te la voy a morder - me dijo sonriente - vaya, parece que es grande, ¿no crees?
- A mí me parece mas bien normal - respondí tratando de estar tranquilo.
- A mí me parece hermosa. Sabes, hace un tiempo vi en una película porno algo que me llamó la atención y me gustaría, si vos queres, probarlo acá, ¿Qué me decís?
- ¿Que fue lo que viste?
- Bueno, una actriz le estaba chupando el pene a un tipo por sobre el calzoncillo, y él al rato tiró toda su leche, eso me pareció raro ya que estaba el pantaloncito por delante.
- Entonces vos de verdad queres chuparme el... pene.
- ¡¡Por supuesto!!, dale, ¿te animas? - me preguntó divertidamente.
- Ssi, si, si vos queres...
- Ay, sí que quiero tonto, es lo menos que puedo hacer. Dale, acostate en la cama así estamos más cómodos.
Tímidamente, tímida y alegremente, me recosté a su lado. Donna me sugirió que abriera mis piernas para que tuviese más espacio, así que hice caso. Allí estaba yo, entregado a mi hermosa hermana, complaciendo cada uno de sus deseos que al parecer también eran mis deseos. Primero acomodó mi pito para que quedase con la punta sobresaliente. Sus manos se sentían muy suaves al tacto, cosa que le hice saber. Pronto pasó su lengua por sobre sus comisuras y se dispuso a darle un beso a mi pene. Luego le dio otro, y otro, bajo a la altura de mis testículos y deslizó su lengua sobre ellos (aunque tenía puesto mi ropa interior podía sentir claramente sus movimientos.). Empezó a subir sin dejar de posar su lengua en mi miembro hasta que finalmente llegó a la cabeza, más dura que nunca. Puso sus labios allí y lo succionó rápidamente. Yo sentí demasiado placer y trate de zafarme como lo había hacho ella, pero Donna me tomo de las piernas y no me dejó mover. Nuevamente succionó mi pene y pasó su lengua por el glande, más de una vez. Como no podía metérselo en la boca, se limitaba a lamer la zona más placentera que tenemos los hombres, como si estuviese tomando un helado. Soporté todo lo que pude para no escurrirme tan pronto, tratando de pensar en otras cosas, pero al final me deje llevar por su suave tacto.
- ¡¡Ya acabo Donna, no tarda en salir...!!
Ella escuchó claramente mis palabras pero siguió como si nada. Se lo dije nuevamente porque no quería ningún percance, pero seguía sin hacerme caso. En aquel tiempo sucedió lo inevitable, no pude aguantar más y me agoté fuertemente. El semen salía a chorros, chocando contra la tela, ensuciándola. Donna relamía el semen que pasaba hacia afuera, no estoy seguro si quería probar el sabor o lo hacía inconscientemente. Cuando termine de eyacular ella se apartó de mí, me observó y me dijo
- Y, ¿estuvo bueno o no?
- Estuve genial - conteste.
- Parecía que no terminabas más, ¡fue lindo! a ver, dejame sacarte eso que está bastante sucio.
Mi hermana me quitó el calzoncillo y lo tiró al piso. Miró mi pene que estaba semiduro y me dijo
- ¿Cuánto tiempo tardas en ponerte duro de nuevo?
Su pregunta me hizo gracia, le conteste
- Depende, después de un orgasmo se pierde bastante energía, pero si hay ganas no tarda mucho en ponerse duro de nuevo.
- Y vos, todavía tenes ganas, ¿no?
- Por supuesto que si, esta noche voy a hacer lo posible para que estés contenta.
- Ay, que tierno que sos, yo sabia que no me había equivocado en pedirte esto, además la estamos pasando bien, ¿no?
- Al principio no quería admitirlo pero estar así con vos es diferente, placentero.
- Pienso lo mismo.
Al momento se puso sobre mí y me dio un beso en la boca, diferente al primero. Este beso era más fuerte, más morboso y con muchos ganas, esta vez su lengua se juntó a la mía en ese baile conocido. Donna se separó de mis labios para dedicarse exclusivamente a mi pene. Lo tomó por la punta y comenzó a acariciarlo hasta que logró ponerlo duro de nuevo. Instintivamente lo agarró con las dos manos y empezó a masturbarme rápidamente, con mucha fuerza, luego lento y suave, luego rápido otra vez.
- ¿Te gusta esto hermanito? Decime que te gusta - murmuraba levemente.
- Si, me gusta mucho.
- ¿Te la puedo chupar de nuevo?
- Dale.
Sin más Donna se llevó mi tronco a su boca. Su boca era suave, demasiado suave, tanto que me sentía egoísta por sentir semejante placer yo solo. Repentinamente puso las manos en su cola, para usar solo su boca. Movía su cabeza de arriba hacia abajo, para los costados, al minuto lo dejaba libre para pasar su lengua por toda su longitud y enseguida lo tomaba por la cabeza y comenzaba el juego de nuevo, así estuvo un rato largo. Cuando se cansó de esa travesura puso una de sus manos sobre mis testículos y comenzó a masajearlos dulcemente, sin dejar de chupar la cabeza de mi pene. ¡Ah! era algo fuera de este mundo, no sabía si mi hermana tenía experiencia en eso o era puro talento. Donna chupaba mi pene sin descanso, lo dejaba libre para escupirlo, pasaba su lengua por la punta e inmediatamente lo metía de nuevo en su boca. De improviso se detuvo y me dijo
- Parece que ya está bastante dura, ¿no?
- Me parece que no puede estar más dura, ¿Queres hacerlo ahora?
- Te confieso que estoy muy exaltada, pero si no cogemos ahora, no lo hacemos nunca más.
- Espera que busco un preservativo en el cajón - le dije.
- ¡No! - gritó - quiero que sea natural, quiero sentirlo completamente.
- ¿Pero que pasa si quedas embarazada? con eso no se juega.
- No puedo quedar embarazada porque no estoy en mis días fértiles, así que no te preocupes por eso, además va a ser más placentero.
- Ya se pero, ¿estás segura?
- Si, estoy segura, dale vení... creo que ya es hora de calzármela.
- Espera. Sería mejor si vos te pones sobre mí, así manejas mejor la situación - le sugerí.
- Esta bien. Siempre estás pensando en mí.
Apresuradamente me recosté sobre la cama, mientras que Donna se ponía sobre mí con las piernas abiertas. Yo tomé sus nalgas y la sostuve para que ella colocara mi pene en posición. Cuando lo sostuvo firmemente, me pidió que quite mis manos para poder moverse con más libertad. Primero rozó mi pene contra su monte de venus, y así lo fue llevando a destino. Lentamente se fue sentando sobre mí hasta que lo tuvo todo dentro.
- Uuyyyy... que rico se siente hermanito - me susurró - esto es lo que necesitaba, justo lo que necesitaba.
Sin esperar mucho tiempo comenzó a moverse, mirandome a los ojos y luego a su vagina, para ver como me tenía dentro de ella. Con una mano se tocaba una de sus tetas y se acariciaba el pezón, mientras que con la otra se apoyaba en mi pecho. Su orificio era caliente, húmedo, parecía perfecto porque apretaba lo suficiente y resbalaba constantemente.
- ¡Qué dura que está Javier! no lo puedo creer... - decía cada vez más fuerte - ¡¡si así más... más...mmmm!!
Creo que habremos estado aproximadamente 10 minutos haciendo esa viveza cuando llegó el momento que ambos estábamos esperando. Mi hermana me dice con fuerza
- ¡¡Ay Dios mío, voy a acabar, ayyyy me haces acabaaaaar!!!
Donna empezó a cabalgarme más fuerte, mientras que gritaba como poseída. Yo tampoco pude resistir más tiempo, solo sentí que el orgasmo se aproximaba y nada podía hacer. Entonces a ambos nos salto fuertemente, como nunca hubiese imaginado. Yo la tomé por su cintura y comencé a moverme para sacar el máximo goce posible, ella cerró los ojos y puso las manos sobre el respaldo de la cama. Entonces aproveché a besarla en la boca, así ahogamos ambos nuestros gemidos de placer que parecían infinitos. Donna cayó rendida sobre mi cuerpo, apoyando su cabeza en mi pecho. Luego de unos minutos, cuando estábamos más tranquilos me dijo
- No puedo creer que la haya pasado tan bien, realmente sos el mejor hermano del mundo, gracias por esto.
- Me anima que te haya gustado.
- Si yo no fuese tu hermanita, ¿saldrías conmigo?
- Creo que sí, sos muy linda, cualquiera que fuese tu novio sería muy afortunado.
- Ay, muchas gracias Javier por tus elogios y por todo lo que hiciste hoy por mí. La verdad es que no esperaba tanto, te quiero mucho.
Y así como si nada se fue de mi habitación. Esa es mi hermana, que a veces tenía las reacciones más inesperadas y repentinas, cuando crees que finalmente la entendiste te toma de sorpresa. Después de todo, ¿quién entiende a las mujeres?.
4 comentarios - Mi hermana Donna