PRIMERA PARTE (una historia dura)
La historia comienza como termina, moribundo en la cama, completamente desnudo bañado en sangre, aun liquida, detrás de ella un hoyo que dio fin a esta vida...
Guarde mi arma envuelto de odio y rencor, la sujete del brazo y juntos bajamos hasta la cochera del edificio, ella semi desnuda, yo, empapado de esa sangre infiel que se estuvo descargando con mi mujer por algún tiempo. ¿ella?, eso lo arreglaría mas tarde, no suelo perder nada siempre, y esta no seria la primera vez.
Escapé con ella a la madrugada y por contactos y un buen pasar económicos conseguí rápidamente un buen lugar para esconderme y luego huir. Recuerdo no bien nos alojamos en un sótano de una singular casa de un allegado a un amigo, y cuyo dueño practicaba irregulares negocios por lo cual, lo mio no era de sorprenderle.
Solíamos ser dos bestias que nos desollábamos nuestras vestimentas sin siquiera pensarlo, mordidas, rasguños y llantos eran habituales. tanto deseo de una ninfomana la hacia buscar mas sexo afuera, aunque eso no justificaba nada para mi, nada.
El polvo de aquel sótano, la oscuridad casi total y una pequeña mesa de madera derruida, poco esperó para soportar el cuerpo de mi infiel mujer cuando la aferré y la tiré quitando toda su ropa, ella se aferraba de ambos costados de esa mesa, e instintivamente abría sus piernas, sujetadas por mi cuando con la otra mano me bajaba el cierre para quitármela ya erecta y preparada para volverla a penetrarla una vez mas.
Fui muy duro, aunque gozo y a los quejidos pidió mas. Era una puta, había matado a su otro macho y a las pocas horas estaba gimiendo por mi verga que se movía con gran intensidad dentro de ella. Eso la enloquecía.
Le hablaba fuerte y la llamaba puta, empujaba mas hacia su vagina y agarrándole de sus hombros empujaba y ante cada gemido de ella mas duro deseaba que fuera, eramos un complemento el cual juntos eramos una maquina de gozar. Al sentir eyacular me frenaba para continuar con el ritmo, la di vuelta y proseguí con su cola el cual inmediatamente tomaba posee y se abría con sus manos su ano para soportar mas el dolor de mi pene metiéndose dentro de ella.
En realidad estaba enojado pero ella era tan puta que no comprendía mi rudeza de mas y al contrario, la alentaba a que se pusiera mas loca aun. Se la retiro del ano y la bajo para meterselo en su boca, meto mis dedos abriendo su boquita así mi semen se esparcía mejor. Atragantada y con el rimel corrido, envuelta de sudor en su piel, se aferró de trasero mientras ahondaba mi pene por sobre todo el interior de ella. La saque y aun manchaba por lo cual le cayo en la cara. Se levantó y una sucias cuerdas despertaron mis fieles deseos, todo coincidía, aun la muerte nos servia de éxtasis, estábamos enfermos. La subí con mi fuerza y la acosté en la mesa, le ate sus extremos a la mesa, rompiéndole lo que le quedaba de vestido con mis manos. Su vulva vaginal, con mis dientes estiraba su piel y luego sujetándola con mis dedos lamia su concha mojada y ya colorada por penetrarla tanto. Meto mis dedos y la manoseo mientras empiezo a morder su cuerpo mientras ella se mordía sus labios de placer. Recojo mi remera y se la coloco en su boca, ella sabia bien que hacer. Comienzo a meter mi mano en su concha, sus pezones se endurecían entre su contracción y placer. Se los pellizco, se los aprieto con las yemas de mis dedos, comienza a gritar y a pedir mas, es ahí cuando quito mi mano y comienzo a cojerla nuevamente. Es ahí cuando comienza a gritar y la puerta del sótano se abre, era mi amigo, el que nos dio lugar, estaba vestido pero con la pija fuera del cierre de su pantalón.
La historia comienza como termina, moribundo en la cama, completamente desnudo bañado en sangre, aun liquida, detrás de ella un hoyo que dio fin a esta vida...
Guarde mi arma envuelto de odio y rencor, la sujete del brazo y juntos bajamos hasta la cochera del edificio, ella semi desnuda, yo, empapado de esa sangre infiel que se estuvo descargando con mi mujer por algún tiempo. ¿ella?, eso lo arreglaría mas tarde, no suelo perder nada siempre, y esta no seria la primera vez.
Escapé con ella a la madrugada y por contactos y un buen pasar económicos conseguí rápidamente un buen lugar para esconderme y luego huir. Recuerdo no bien nos alojamos en un sótano de una singular casa de un allegado a un amigo, y cuyo dueño practicaba irregulares negocios por lo cual, lo mio no era de sorprenderle.
Solíamos ser dos bestias que nos desollábamos nuestras vestimentas sin siquiera pensarlo, mordidas, rasguños y llantos eran habituales. tanto deseo de una ninfomana la hacia buscar mas sexo afuera, aunque eso no justificaba nada para mi, nada.
El polvo de aquel sótano, la oscuridad casi total y una pequeña mesa de madera derruida, poco esperó para soportar el cuerpo de mi infiel mujer cuando la aferré y la tiré quitando toda su ropa, ella se aferraba de ambos costados de esa mesa, e instintivamente abría sus piernas, sujetadas por mi cuando con la otra mano me bajaba el cierre para quitármela ya erecta y preparada para volverla a penetrarla una vez mas.
Fui muy duro, aunque gozo y a los quejidos pidió mas. Era una puta, había matado a su otro macho y a las pocas horas estaba gimiendo por mi verga que se movía con gran intensidad dentro de ella. Eso la enloquecía.
Le hablaba fuerte y la llamaba puta, empujaba mas hacia su vagina y agarrándole de sus hombros empujaba y ante cada gemido de ella mas duro deseaba que fuera, eramos un complemento el cual juntos eramos una maquina de gozar. Al sentir eyacular me frenaba para continuar con el ritmo, la di vuelta y proseguí con su cola el cual inmediatamente tomaba posee y se abría con sus manos su ano para soportar mas el dolor de mi pene metiéndose dentro de ella.
En realidad estaba enojado pero ella era tan puta que no comprendía mi rudeza de mas y al contrario, la alentaba a que se pusiera mas loca aun. Se la retiro del ano y la bajo para meterselo en su boca, meto mis dedos abriendo su boquita así mi semen se esparcía mejor. Atragantada y con el rimel corrido, envuelta de sudor en su piel, se aferró de trasero mientras ahondaba mi pene por sobre todo el interior de ella. La saque y aun manchaba por lo cual le cayo en la cara. Se levantó y una sucias cuerdas despertaron mis fieles deseos, todo coincidía, aun la muerte nos servia de éxtasis, estábamos enfermos. La subí con mi fuerza y la acosté en la mesa, le ate sus extremos a la mesa, rompiéndole lo que le quedaba de vestido con mis manos. Su vulva vaginal, con mis dientes estiraba su piel y luego sujetándola con mis dedos lamia su concha mojada y ya colorada por penetrarla tanto. Meto mis dedos y la manoseo mientras empiezo a morder su cuerpo mientras ella se mordía sus labios de placer. Recojo mi remera y se la coloco en su boca, ella sabia bien que hacer. Comienzo a meter mi mano en su concha, sus pezones se endurecían entre su contracción y placer. Se los pellizco, se los aprieto con las yemas de mis dedos, comienza a gritar y a pedir mas, es ahí cuando quito mi mano y comienzo a cojerla nuevamente. Es ahí cuando comienza a gritar y la puerta del sótano se abre, era mi amigo, el que nos dio lugar, estaba vestido pero con la pija fuera del cierre de su pantalón.
1 comentarios - desollando lagrimas de placer