Parte 1
Parte 2
En las partes anteriores había comentado acerca del barman del hotel. Un pendejo colombiano de 20 años con el que nos re contra franeleamos pero nunca pudimos concretar nada. A medida que la fecha de partida se acercaba yo me ponía más ansiosa de querer estar con el loquito.
Una de las últimas noches, había salido a tomar algo por ahí con mi hermano y cuando volvimos, veo que estaba el barman en la barra. "Yo me quedo un rato", le dije a mi hermano que despidiéndose se fue a la habitación.
Me puse a hablar con el colombiano y me dijo que estaba esperando que llegara su reemplazo. Yo le conté donde habíamos ido, pero que aún no tenía sueño. Cuando llegó el reemplazo, vi que se pusieron a hablar entre ellos y el pibe que había llegado me miraba y hablaba con mi chongo.
Al rato viene y agarrándome de la mano me lleva para atrás. "Tenemos un par de horas hasta que llegue el encargado", me dijo y me empezó a meter para la parte donde ellos se deben cambiar o descansar. Nos metimos a un lugar que parecía como un comedor.
Me sentó en una silla y sin más me arrancó la ropa y enterró su cabeza entre mis piernas, que las había levantado y apoyado en sus hombros. Su lengua parecía tener 2 metros como me cogía... no paraba. Era un lengüetazo atrás del otro. Con la calentura que tenía acumulada, no tardé en acabar. Yo era puro grito. Me volvía loca. Me pasaba la lengua desde la cola hasta la concha y bajaba de nuevo para meterla toda en su boca.
Se paró de golpe y me clavó la pija de una. Se movía de una forma que me volvía loca. El ritmo era feroz. Las embestidas violentas. La penetración profunda, saliendo casi su pija por completo y clavándose hasta sentir que tocaba el fondo.
No soporté mucho tiempo ese ritmo sin acabar nuevamente. Él tampoco. Sentí como se quedó duro, con su pija enterrada al fondo y cuando la sacó, tiró el forro y agarrándome de los pelos me la puso en su boca. Aún podía sentir como gotitas de leche seguían saliendo de su pija. La tenía casi en la garganta y me atragantaba entre mi saliva que trataba de escupir y su leche que seguía saliendo caliente.
Me volvió a agarrar del pelo y me sentó arriba de la mesa. Se puso otro forro y de nuevo, me pegó una cogida que me hizo acabar 2 veces más. Ahora yo estaba acostada arriba de la mesa y él con sus manos podía tocarme toda. Increíble lo cogedor que era el pendejo.
Sus manos recorrían mi cuerpo desde los hombros hasta mis muslos. Estaba cada vez más excitada y el colombiano me cogía cada vez más fuerte. No pude más, y acabé de nuevo pegando unos gritos que creo se habrán escuchado en todo el hotel.
El pibito no paraba de decirme lo puta que era y yo a los gritos desesperada pidiéndole que me cogiera bien fuerte. Me gritaba que me iba a hacer mierda y mi concha se empapaba de escuchar como me lo decía en esa tonada caribeña.
No paraba un segundo. Solo un par de veces, para cogerme con la lengua y chuparme la concha. Ese cambio me volvía más loca todavía. No podía parar de moverme y gritar como una puta en celo.
Antes que vuelva a acabar alcancé a decirle que me llenara las tetas de leche. El pendejo me obedeció, y cuando estuvo a punto de acabar se paró de un salto arriba de la mesa y apoyando su pija en mis tetas se pajeó hasta que largó 2 chorros de leche que lejos estuvieron de caer en mis pechos... me pegaron en la cara, el pelo, las orejas. Era un animal hasta acabando el nene.
Se bajó de encima mío, y lejos de esperar a recuperarse, me dio vuelta y me puso en 4, con mis piernas colgando y apoyada sobre la mesa. Me agarró fuerte la cola y abriendo mis cachetes volvió a meterme la lengua en mi concha que ya debía estar roja.
Grande fue mi sorpresa cuando con su lengua empezó a subir y de hacer solo pasadas por mi colita se quedó ahí. Estaba muy caliente como para parar lo que venía además de estar disfrutándolo a más no poder.
Su lengua pasaba y jugaba en la entrada de mi cola, que se dilataba dejándola entrar un poquito. Sentía como escupía sobre mi ano y empezaba a meter sus dedos, sin dejar de lamerme por todos lados. Yo no paraba de gemir, y cuando sentí que sacó sus dedos y se levantó, me acomodé y dispuse a esperar su pija.
Lo único que quería es que no me culeara al mismo ritmo que a mi conchita. Poco duraron mis esperanzas. De a poco fue clavando su pija, que se fue haciendo paso de a poco en mi cola. Cuando estuvo por la mitad, la sacó y la metió de golpe. Empezó a cogerme otra vez a un ritmo violento que me hacía gritar de dolor, pero no podía pedir que parara.
De las embestidas la pija se terminó clavando toda. Mi cola ya estaba acostumbrada a toda esa masa de carne entrando y saliendo y yo estaba en las nubes de placer. La mesa se corría de la fuerza que hacía el pibe contra mi cola, yo trataba de sostenerme de los bordes para no salir despedida.
Cuando se terminó la lubricación y la pija ya no deslizaba como antes, la sacó. Yo quedé con mi cuerpo acostado y la cara apoyada sobre la mesa, agitadísima recuperando el aliento, y mis piernas colgando al piso. Se vino hacia donde estaba mi cabeza, y me puso la pija en la boca. Se la chupé un rato, hasta que volvió atrás mío y me la clavó de una en la concha. Estaba un poco menos lubricada, pero cuando sentí la punta de su pija me empapé.
Me siguió cogiendo hasta que lo frené y lo senté en la silla. Agarré su pija de la base y me senté arriba. Se deslizó fácil hasta el fondo y ahora la que controlaba el ritmo era yo. Pero para nada lo hacía más lento. Seguí subiendo y bajando enterrando toda su pija a la máxima velocidad que podía. Mis piernas no me daban más, pero el calor de esa verga en mi concha me sacaba energías de cualquier lado.
El barman me agarró fuerte de la cola y me levantó. Me agarró de los muslos y así parado me empezó a alejar y acercar de su cuerpo clavándomela. Mi cuerpo empezó a temblar y acabé una o dos veces seguidas. Cuando me bajó y apoyó en el piso, casi me caigo. No sentía mis piernas.
Me arrodilló frente a él y sin darme tiempo a nada, volvió a descargarme toda su leche encima mío. No me importaba nada, y apenas vi los primeros y violentos chorros estrellarse contra mi pecho me metí la pija en la boca. A medida que seguía acabando me tragaba lo que podía. El resto fue saliendo de mi boca dejando su rastro blanco en el tronco.
Todavía tenía la pija dura el pendejo, pero sin darnos cuenta se había pasado más de una hora. No había más tiempo. Me acompañó a la salida. Volví a mi habitación, mi hermano ya dormía tranquilo. Al otro día armamos las valijas y pegamos la vuelta para Rosario. Me dormí todo el viaje, agotada de las que iban a ser mis "vacaciones tranquilas".
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Parte 2
En las partes anteriores había comentado acerca del barman del hotel. Un pendejo colombiano de 20 años con el que nos re contra franeleamos pero nunca pudimos concretar nada. A medida que la fecha de partida se acercaba yo me ponía más ansiosa de querer estar con el loquito.
Una de las últimas noches, había salido a tomar algo por ahí con mi hermano y cuando volvimos, veo que estaba el barman en la barra. "Yo me quedo un rato", le dije a mi hermano que despidiéndose se fue a la habitación.
Me puse a hablar con el colombiano y me dijo que estaba esperando que llegara su reemplazo. Yo le conté donde habíamos ido, pero que aún no tenía sueño. Cuando llegó el reemplazo, vi que se pusieron a hablar entre ellos y el pibe que había llegado me miraba y hablaba con mi chongo.
Al rato viene y agarrándome de la mano me lleva para atrás. "Tenemos un par de horas hasta que llegue el encargado", me dijo y me empezó a meter para la parte donde ellos se deben cambiar o descansar. Nos metimos a un lugar que parecía como un comedor.
Me sentó en una silla y sin más me arrancó la ropa y enterró su cabeza entre mis piernas, que las había levantado y apoyado en sus hombros. Su lengua parecía tener 2 metros como me cogía... no paraba. Era un lengüetazo atrás del otro. Con la calentura que tenía acumulada, no tardé en acabar. Yo era puro grito. Me volvía loca. Me pasaba la lengua desde la cola hasta la concha y bajaba de nuevo para meterla toda en su boca.
Se paró de golpe y me clavó la pija de una. Se movía de una forma que me volvía loca. El ritmo era feroz. Las embestidas violentas. La penetración profunda, saliendo casi su pija por completo y clavándose hasta sentir que tocaba el fondo.
No soporté mucho tiempo ese ritmo sin acabar nuevamente. Él tampoco. Sentí como se quedó duro, con su pija enterrada al fondo y cuando la sacó, tiró el forro y agarrándome de los pelos me la puso en su boca. Aún podía sentir como gotitas de leche seguían saliendo de su pija. La tenía casi en la garganta y me atragantaba entre mi saliva que trataba de escupir y su leche que seguía saliendo caliente.
Me volvió a agarrar del pelo y me sentó arriba de la mesa. Se puso otro forro y de nuevo, me pegó una cogida que me hizo acabar 2 veces más. Ahora yo estaba acostada arriba de la mesa y él con sus manos podía tocarme toda. Increíble lo cogedor que era el pendejo.
Sus manos recorrían mi cuerpo desde los hombros hasta mis muslos. Estaba cada vez más excitada y el colombiano me cogía cada vez más fuerte. No pude más, y acabé de nuevo pegando unos gritos que creo se habrán escuchado en todo el hotel.
El pibito no paraba de decirme lo puta que era y yo a los gritos desesperada pidiéndole que me cogiera bien fuerte. Me gritaba que me iba a hacer mierda y mi concha se empapaba de escuchar como me lo decía en esa tonada caribeña.
No paraba un segundo. Solo un par de veces, para cogerme con la lengua y chuparme la concha. Ese cambio me volvía más loca todavía. No podía parar de moverme y gritar como una puta en celo.
Antes que vuelva a acabar alcancé a decirle que me llenara las tetas de leche. El pendejo me obedeció, y cuando estuvo a punto de acabar se paró de un salto arriba de la mesa y apoyando su pija en mis tetas se pajeó hasta que largó 2 chorros de leche que lejos estuvieron de caer en mis pechos... me pegaron en la cara, el pelo, las orejas. Era un animal hasta acabando el nene.
Se bajó de encima mío, y lejos de esperar a recuperarse, me dio vuelta y me puso en 4, con mis piernas colgando y apoyada sobre la mesa. Me agarró fuerte la cola y abriendo mis cachetes volvió a meterme la lengua en mi concha que ya debía estar roja.
Grande fue mi sorpresa cuando con su lengua empezó a subir y de hacer solo pasadas por mi colita se quedó ahí. Estaba muy caliente como para parar lo que venía además de estar disfrutándolo a más no poder.
Su lengua pasaba y jugaba en la entrada de mi cola, que se dilataba dejándola entrar un poquito. Sentía como escupía sobre mi ano y empezaba a meter sus dedos, sin dejar de lamerme por todos lados. Yo no paraba de gemir, y cuando sentí que sacó sus dedos y se levantó, me acomodé y dispuse a esperar su pija.
Lo único que quería es que no me culeara al mismo ritmo que a mi conchita. Poco duraron mis esperanzas. De a poco fue clavando su pija, que se fue haciendo paso de a poco en mi cola. Cuando estuvo por la mitad, la sacó y la metió de golpe. Empezó a cogerme otra vez a un ritmo violento que me hacía gritar de dolor, pero no podía pedir que parara.
De las embestidas la pija se terminó clavando toda. Mi cola ya estaba acostumbrada a toda esa masa de carne entrando y saliendo y yo estaba en las nubes de placer. La mesa se corría de la fuerza que hacía el pibe contra mi cola, yo trataba de sostenerme de los bordes para no salir despedida.
Cuando se terminó la lubricación y la pija ya no deslizaba como antes, la sacó. Yo quedé con mi cuerpo acostado y la cara apoyada sobre la mesa, agitadísima recuperando el aliento, y mis piernas colgando al piso. Se vino hacia donde estaba mi cabeza, y me puso la pija en la boca. Se la chupé un rato, hasta que volvió atrás mío y me la clavó de una en la concha. Estaba un poco menos lubricada, pero cuando sentí la punta de su pija me empapé.
Me siguió cogiendo hasta que lo frené y lo senté en la silla. Agarré su pija de la base y me senté arriba. Se deslizó fácil hasta el fondo y ahora la que controlaba el ritmo era yo. Pero para nada lo hacía más lento. Seguí subiendo y bajando enterrando toda su pija a la máxima velocidad que podía. Mis piernas no me daban más, pero el calor de esa verga en mi concha me sacaba energías de cualquier lado.
El barman me agarró fuerte de la cola y me levantó. Me agarró de los muslos y así parado me empezó a alejar y acercar de su cuerpo clavándomela. Mi cuerpo empezó a temblar y acabé una o dos veces seguidas. Cuando me bajó y apoyó en el piso, casi me caigo. No sentía mis piernas.
Me arrodilló frente a él y sin darme tiempo a nada, volvió a descargarme toda su leche encima mío. No me importaba nada, y apenas vi los primeros y violentos chorros estrellarse contra mi pecho me metí la pija en la boca. A medida que seguía acabando me tragaba lo que podía. El resto fue saliendo de mi boca dejando su rastro blanco en el tronco.
Todavía tenía la pija dura el pendejo, pero sin darnos cuenta se había pasado más de una hora. No había más tiempo. Me acompañó a la salida. Volví a mi habitación, mi hermano ya dormía tranquilo. Al otro día armamos las valijas y pegamos la vuelta para Rosario. Me dormí todo el viaje, agotada de las que iban a ser mis "vacaciones tranquilas".
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43 comentarios - Brazil Trilogy. Parte 3
gracias por pasar! 😉
gracias por comentar!
gracias por pasar!
No pudiste hacer tu gracia de desparramar la leche! jajaj
gracias por pasar!
gracias por pasar!
Muy buena trilogía, pero ya queremos mas, diosa.
Muy bueno, van puntos.
gracias por pasar!
Te dejo una buena lengüeteada en la cola para ir preparándote el orto.
gracias por pasar!
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
pero para cuando una foto juli?
saludos!
gracias por pasar! 😉
Me dejas sin palabras y muy caliente, je!
Gracias por compartir
MARAVILLOSO RELATO.
GRACIAS
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por pasar! 😉
creo q todo nos merecemos tu visita, la proxima parada q sea Ecuador por favor y avisas!! jaja
gracias por pasar!
gracias por pasar!
"Nacida para fifar..."
mortal el pibe jjejej por lo que decis O.O
"A medida que seguía acabando me tragaba lo que podía. El resto fue saliendo de mi boca dejando su rastro blanco en el tronco. " era un tanque eso que tenia? jaja