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caliente historia de los dos

No habíamos vuelto a hablar de aquello, de cual era mi fantasía, aunque a veces, te veía mirándome como si quisieras escudriñar mis pensamientos, tratando de adivinarla. Yo por mi parte, con frecuencia me sumergía en ella, en esa fantasía. Te imaginaba a ti y a otro hombre, amándome ambos a la vez en la oscuridad de nuestra habitación. Cuando, me encontrabas ensimismada en esos pensamientos me preguntabas:
- ¿Qué piensas, princesita?
Y yo te respondía:
- Nada – pensado en sí debía o no decírtelo y en que pensarías o dirías cuando lo hiciera.
La verdad es que me moría de ganas por probarlo, pero el miedo a que a ti no te pareciera una buena idea, me impedía contártelo. Aunque ahora ya sabía que el incluir a una tercera persona entre nosotros no tenía porque crear problemas, y todo seguía como antes, porque ambos teníamos claro que nuestro amor estaba por encima de esas fantasías. Lo que me daba más miedo era saber si te sería fácil compartirme con otro hombre, dejar que otro me diera esos besos que tú me das, mientras tú te quedabas mirando.
Pero aquella tarde de domingo en que estabamos, relajados en la bañera, tomando un baño juntos te atreviste por fin a preguntarme.
- Anda cuéntame esa fantasía – insisto.
Estoy tumbado en la bañera, el agua calentita, y tu cuerpo encima del mío. Tu espalda sobre mi pecho. Mientras me la cuentas, yo rozo tu cuello con el dorso de mi mano, sintiendo su suavidad, mi mano baja lentamente hasta tu pezón que se erecta al contacto de mis dedos. Me besas el brazo cuando pasa cerca de tu boca y me dices una vez más:
- Te quiero
Empiezo a contarte que mi fantasía es hacerlo con dos hombres a la vez, mientras besas mi cuello suavemente y siento como tu sexo se pone duro, pegando contra mi culo, instalándose entre mis nalgas. Tu mano poco a poco desciende hasta mi sexo y siento como suavemente lo acaricias, buscas mi clítoris y me haces estremecer al tocarlo delicadamente marcando círculos de placer sobre él...
Me sorprendo al oír tus palabras, te pregunto como si realmente no te hubiera entendido y pensando que mis oídos no dan crédito a lo que has mencionado:
- ¿Cómo has dicho? ¿Con dos hombres a la vez?
Entonces tu risita, esa que me vuelve loco, me da pie a pensar que lo que parece una broma no lo es e insisto en la pregunta:
- Cariño, ¿estás hablando en serio o es solo una fantasía?
- Bueno, es una fantasía que me gustaría hacer real; contigo, claro está - te respondo entre traviesa y a la expectativa, mientras mi mano se pierde entre mi cuerpo y el tuyo en busca de ese instrumento que tanto me gusta...
Me río y te quedas un poco silenciosa, pensando a que se debe.
- Bueno, ¿sabes que he soñado yo también con esa fantasía?
Guardas silencio de nuevo, intentando asimilar que algo que los dos no nos atrevíamos a confesar, podría convertirse en realidad, aunque siempre podemos dejar que se quede en fantasía.
Me pongo más sería y te pregunto:
- ¿Y estarías dispuesto a convertirla en realidad, dejarías que lo hiciera con otro hombre que no fueras tú?
Empiezo a ponerme colorada, mientras espero tu respuesta.
Veo que te giras hacia mí apoyando tu pecho y tus brazos sobre mis rodillas. Tu cara se ha sonrojado. ¡Que preciosa estás cuando te ruborizas! Me quedo embobado mirándote como tantas veces y juego con un mechón de tu cabello. Tus ojos brillan intensamente. Creo que te quiero más que nunca, aunque esa sensación me ocurre a menudo.
Sigo acariciando tus orejas, tus labios, me gusta tanto tocarte...
Te veo impaciente, quieres que te responda, y no puedo hacerte esperar por más tiempo.
- Me encantaría princesa. No hay nada que desee tanto como verte gozar más que nunca con dos hombres a la vez. Sabiendo que esa fantasía que alguna vez pasó por mi cabeza, es la tuya, creo que me ha emocionado.
Vuelves a sonreír, tus ojos brillan aun más y me besas como solo tú sabes.
Me siento sobre tus piernas, excitada y deseándote más que nunca, nerviosa por la posibilidad de hacer realidad esa fantasía. Sin poderlo evitar pego mi cuerpo al tuyo, dejo que mi sexo juguetee con el tuyo y que mis senos rocen tu cara para que los lamas y chupetees.
Tu cuerpo cae lentamente sobre el mío, es increíble como nos compenetramos. Creo que somos dos almas gemelas en tantas cosas, resulta curioso, como nos entendemos para que nuestros cuerpos se atraigan. Tu mano juega bajo el agua encontrando una cosa que está muy dura. Solo tu mano sabe acariciar mi polla como si fueran mil ángeles quienes lo hicieran. Es fantástico como tus dedos rodean mi glande y juguetean con todo el tronco produciéndome una mayor erección. Sé que te voy a penetrar, lo noto y por el color de tus ojos, que se vuelve más intenso, creo que tú también. Te voy a follar niña, quiero sentirte bien adentro, ahora más que nunca.
Llevo tu sexo hasta la entrada del mío y muy despacio me lo introduzco hasta el fondo, siento como resbala por las paredes de mi vagina, mientras te abrazo con fuerza y te beso buscando tu lengua. Quiero sentirte dentro, sentirme una contigo. Cuando estamos totalmente unidos empiezo a moverme arriba y abajo, disfrutando del momento, teniéndote dentro de mí, sintiendo el roce de tu piel con la mía y tus brazos rodeándome, tu boca besándome. Soy tuya, y somos dos en uno, ahora mismo.
Noto como tu cuerpo se une al mío y como mi miembro se abre paso en tu sexo, que lo acoge de una manera increíble, acariciándolo, aprisionándolo. Entonces tu cuerpo comienza a botar sobre mí. Te devoro los pechos, succiono tus pezones. Las respiraciones de ambos se hacen cada vez más fuerte. Estamos follando en la bañera, solo el ruido del agua y nuestros jadeos, es lo que se oye.
Gimo cada vez más fuerte, sintiendo como entras y sales de mí, como tu boca atrapa mis pezones y los devora. Cabalgo cada vez más fuerte, quiero correrme y que te corras, quiero darte ese placer que tanto me gusta, ver tu cara enrojecer y tus ojos poniéndose en blanco. Tus manos se deslizan hacía mis nalgas y las abren, las estrujan y yo gimo aún más fuerte. Estoy a mil y sé que de un momento a otro me voy a correr. Acerco mi boca a tu cuello, te beso, te muerdo y acercándola al oído te susurro:
- Te quiero.
- Yo también te quiero, Follas como una diosa, eres increíble.
Tu vagina atrapa mi pene y lo estruja de una manera inconcebible. Me siento enloquecer. Noto los espasmos de tu orgasmo y te oigo gemir con ganas cuando acaricio tu culo y el agua y el jabón me ayudan a rozar tu espalda que se eriza en medio del orgasmo. Ahora te veo con los ojos cerrados y cuando los abres me hechizas, esa mirada tuya me mata, los espasmos de las paredes de tu vagina hacen efecto rápido y me corro, me corro dentro de ti. Mis ojos se cierran. Me muerdes en el cuello, te agarras fuertemente a mí. ¡Dios que polvo, cariño!. Lo necesitábamos
¡Vaya si lo necesitábamos! Nuestros cuerpos se apaciguan y me quedo abrazada a ti. Ha sido increíble y te lo digo, te beso en la boca y te abrazo fuerte.
Seguimos acariciándonos, es la manera de recuperar la respiración y alimentarnos de una nueva entrega en el amor que nos tenemos. Necesitamos tocarnos, sentirnos continuamente.
Salimos de la bañera y observo tu cuerpo desnudo. Me gusta ver como te diriges a la habitación desnuda, me encanta tu cuerpo, me tienes loco.
Te tocas el pelo, como sólo tú sabes hacerlo, con esa feminidad única. Camino detrás de ti, aun sigo desnudo, se cuanto te gusta que yo esté así por la casa, los dos sin nada más. Mi miembro aun no se ha desinflado y lo observas cuando te sientas sobre el sofá. Me siento a tu lado y lo primero que hago es acariciar suavemente tu cuello, ese cuello que te comería.
- te quiero
Acaricio tu mejilla y te repito:
- Yo también te quiero.
Y recordando esa fantasía de la que hemos hablado te digo:
- Habrá que pensar en quien será el otro ¿no?.
Te miro a los ojos, se iluminan, brillan y me encanta ver ese brillo en ellos. Así que impulsivamente vuelvo a besarte en los labios
¡Qué duda, ¿quién puede ser el otro que te acaricie? ¿el otro que te bese? ¿el otro que te haga el amor?!
Durante unos segundos te quedas pensativo, espero impaciente la respuesta, quiero saber si has pensado en ello, si has decidido que sea un extraño o alguien a quien ambos conocemos, o quizás alguien a quien sólo conoces tú. Me deshago en un mar de dudas pensando en quien debería ser ese otro.
Después de ese maravilloso polvo y de haberlo vivido con tanta intensidad mi cabeza no logra cavilar correctamente, pensando todavía que me estás tomando el pelo, que no te atreverías a hacerlo, que solo se queda en una fantasía. Cuando me has dicho quién podría ser, mis dudas aumentan:
- Cariño, me estás diciendo ¿qué harías el amor con dos hombres a la vez? ¿Me lo estás diciendo realmente en serio o es un juego de los tuyos?
- No es ningún juego, cariño. Claro que lo haría con dos hombres a la vez, llevo mucho tiempo imaginando como sería y me encantaría probarlo, pero sólo sí tú quieres y sólo contigo.
Te quedas aún más sorprendido y suspiras sin saber que decir ni que hacer, me acerco a ti, te abrazo y te beso, pego mi cuerpo al tuyo y te susurro al oído:
- Por ti y contigo haría cualquier cosa.
Tomo tu cabeza entre mis manos y te miro fijamente a los ojos.
- Me encantaría.
Te beso, un tierno beso en esos hermosos labios.
Creo que te has emocionado porque el brillo de tus ojos los convierte en cristalinos.
Añado:
- Quiero que hagas el amor con dos hombres a la vez. No solo estoy seguro, sino que estaría dispuesto a que fueran tres o diez y que yo me limitara a mirar, solo con verte gozar.
Me emociono al escuchar tus palabras y a la vez me excito imaginándolo y vuelvo a preguntarte:
- ¿Quién será él?
Pero la excitación no me deja pensar claramente, ahora mismo volvería a hacerte el amor encima de este sofá, por eso te tumbó sobre él, enredo mi cuerpo en el tuyo, me pego e intento rozar mi sexo desnudo contra el tuyo.
Mi cuerpo se siente extraño por la situación. Al acercar tu sexo al mío inmediatamente noto como mi polla crece por momentos, eres única excitándome, poniéndome tan caliente y esa barra de hierro candente quiere fundirse en tu interior.
Nos besamos profundamente y te hago sentar sobre el sofá. Me arrodillo frente a ti, entre tus piernas. Cojo tu sexo erecto con mis manos, acerco mi boca y antes de empezar te pregunto otra vez:
- ¿Quién quieres que sea el otro?
Luego saco la lengua y empiezo a lamer el glande suavemente. Mientras acaricio el pene de arriba abajo.
Me observas con esa cara desde ahí abajo y no puedo contener la tensión que me produce tu lengua alrededor de mi inflamado glande.
- Nena como sigas así voy a explotar.
Vuelves a mirarme con cara de niña buena. Sonríes.
- ¿En quién habías pensado preciosa? ¿En alguien conocido? ¿No será en cristian grey?
Vuelves a sonreír pero no dejas de pasar tu lengua por todo mi tronco, lo rodeas incesantemente.
Me detengo un segundo para contestarte:
- No tiene porque ser él, me conformo con que sea un hombre moreno y de ojos negros.
Luego sigo lamiendo tu glande, me lo introduzco en la boca y lo chupeteo, lo saboreo mientras sigo mirándote a los ojos traviesa. Me encanta hacerte esto y disfruto viéndote disfrutar
Acaricio tu pelo y cierro los ojos, es increíble el gusto que me haces sentir, estoy a punto de llegar al cielo con esas lamidas tan portentosas que me regalas.
- Si pudiera amor mío, te traería a grey aquí, ojalá estuviera en mi mano. Pero cualquier otro que tu desees me parecerá bien.
Sigues chupando y chupando y sabes que estoy a punto de caramelo.
Me saco el pene de la boca, lamo el tronco y vuelvo a introducírmelo, dispuesta a hacer que te corras, quiero sentir tu esencia en mi garganta y no paro hasta que siento como empieza a salir y lo trago disfrutando de tu placer.
Cuando termino limpio los restos y te miro de nuevo a la cara diciendo:
- grey es demasiado inalcanzable, pero un chico moreno de esos que se anuncian en internet o en los periódicos nos sirve ¿no? Te quiero, cielo, eres un sol.
Acerco mi boca a la tuya y te beso. Me hace feliz que me hagas feliz.
- ¡Dios nena, que mamadita me acabas de hacer, desde luego eres única dando placer!
Nos abrazamos de nuevo y no dejo de pensar en la idea de que otro hombre pueda disfrutar de ese cuerpo, de esa boca que me vuelve loco, de ese sexo palpitante que me atrapa; de toda tú, que eres mi sueño y parece que ahora me pueden robar. No puedo negar que me acosan los miedos.
Hasta este momento la idea de hacer un trío era una de mis fantasías, más sabiendo que a ti te pasa lo mismo, pero me atenaza cierta angustia. No creo que sean celos, porque precisamente lo que quiero regalarte es lo mejor, lo que más deseo en este preciso instante. ¿Funcionará?
Intento no mostrarte esos miedos, que seguro adivinarás.
- ¿Has mirado alguna página ya?
- No. Prefiero hacerlo contigo, quiero que lo elijamos los dos.
Sé que tienes miedo, lo veo en tus ojos aunque intentes hacerte el fuerte, pero sé que al final el resultado de esta fantasía será el que ambos soñamos. Y, además, la haremos realidad juntos, por eso quiero que desde el principio estemos juntos. Te abrazo con fuerza, tratando de agradecerte lo que vas a hacer por mí.
Es una sensación extraña, saber que mi mujer va a disfrutar más que nunca y hacerlo con otro hombre, eso que tantas veces había formado parte de mis fantasías.
Te miro a los ojos pensando ¿No tienes ningún miedo? Pienso que buscarlo por internet, puede no resultar del todo seguro.
Evidentemente, no estoy del todo segura de esto, más que por mí, temo por ti, no quiero ponerte celoso, no quiero que sufras viéndome con otro, por eso elegir juntos a la persona adecuada me parece lo mejor, me tranquiliza un poco.
Aún así, te pregunto:
- Quizá prefieres que sea alguien que conozcamos o elegirlo de otra manera, no sé. No quiero que esto salga mal, prefiero que antes lo aclaremos todo bien.
Mis dudas son solo precaución.
- No cariño, será quien tu quieras que sea. Pero quiero que todo sea perfecto y sin problemas. En internet habrá algún lugar seguro o si quieres podemos ir a una discoteca y conocer a alguien, jugar un poco a ver lo que nos podemos encontrar. La idea me seduce desde luego y me pone muy excitado.
- Lo de la discoteca es muy buena idea, ya sabes que me encanta bailar y contonearme mientras tú me miras embobado, intentando seguirme el paso – sonrio - tienes razón, esa es una opción mucho mejor que la mía.
Debo reconocer que a veces, tú tienes la cabeza mejor puesta que yo, que soy un poco cabecita loca, ¡qué haría yo sin ti!
- Entonces ¿discoteca, baile y a ver que sale?- pregunto
Te beso instintivamente en la frente, es increíble como aceptas mis proposiciones, casi entendiendo que son las mejores, nunca discutimos por eso, porque casi siempre coincidimos y sino, acabas aceptando mi propuesta.
- Cariño, yo aceptaré lo que tu hagas, solo lo decía por seguridad. Lo de la discoteca nos da pie para ir tanteando al tipo en cuestión. O quizá comenzar antes en un restaurante y provocar a alguno de los presentes. Seguro que con tu cabecita loca tendrás algo pensado para cuando demos ese paso, siempre que estés segura de darlo.
- Prefiero la discoteca, en el restaurante me sentiría demasiado observada y prefiero que sea algo más discreto, además, me encanta seducir bailando. Será perfecto, baile, quizás cena luego, eso sí, y luego... lo que sea.
- La discoteca entonces. No se hable más. Si a ti te complace también es perfecto para mí.
Vuelves a besarme, en conformidad a nuestro nuevo juego, ese que nos excita y nos produce tanto morbo.
El día ha llegado, y ambos estamos nerviosos. Busco y rebusco en el armario la ropa que me pondré para ir a la discoteca, pero no acabo de decidirme, así que te pregunto:
- Cariño, ¿qué me pongo? Estoy hecha un lío y no sé que será mejor, si un vestido o unos pantalones. Anda, ayúdame a decidirme – te suplico.

Te veo con la ropa interior y estás tan sexy que me gustaría que fueras así, me sonrío a mi mismo ante tal ocurrencia. Me miras algo sorprendida.
- Cualquier cosa que te pongas te quedará bien.
Vuelves a mirarme y frunces el ceño en esa pose que tanto me gusta.
- Esta bien, creo que los pantalones, esos que te marcan el culito.
Sonríes.
- Vale y la blusa roja escotada ¿no? - te pregunto esperando tu aceptación.
Tu cara describe el deseo que sientes por mí y me entran ganas de abrazarte y dejar que me hagas el amor antes de seguir vistiéndonos. Estás sentado en la cama, sólo con el slip y eso aún me excita más...
Es tan fácil convencerte que sabiendo lo mucho que me quieres no puedo negarte nada, menos darte esa fantasía que tienes, por muchos miedos que invadan mi interior.
- Sí, la blusa roja, la del escote, te sienta de miedo, creo que vas romper con todo y vas a levantar pasiones y otras cosas.
- Como esa que se está levantando entre tus piernas - te señalo, sonriendo traviesa.
Me estoy poniendo a mil, y con cada mirada tuya me excito más, así que me acerco a ti. Te beso introduciendo mi lengua en tu boca, saboreándola, y sentándome sobre tus piernas para abrazarte cómodamente...
Cada vez que te siento encima de mí, miles de sensaciones me invaden, cuando me agarras con esas delicadas manos mi cara y me besas con tanta pasión, me llevas al cielo, te quiero tanto...
- Ya estoy deseando verte con esa ropa. No olvides esos zapatos de tacón, que te realzan las piernas aun más.
- Vale, ¿cuáles las sandalias negras? - te pregunto mientras te derribo sobre la cama.
Vuelvo a besarte y rozo mi sexo contra el tuyo. Te muerdo el cuello y te susurro al oído:
- Házmelo antes de irnos.
Dios que buena que estás y que ganas tengo que llegue ese momento, me digo a mí mismo.
- Amor mío, ¿las sandalias en invierno? Yo había pensado en esas botas altas de tacón, esas que me gusta tanto quitarte.
- Esta bien, tienes razón, soy demasiado friolera para ponerme las sandalias, mejor las botas de caña alta.
Me levanto algo frustrada y me dirijo al armario para buscar las botas y la blusa. Mientras tú sigues vistiéndote.
Un mar de dudas me asaltan, ¿Seré capaz de coquetear con un desconocido? ¿Saldrá todo bien y como ambos imaginamos?
Sigo vistiéndome sin dejar de observarte. Te noto nerviosa, igual que yo, pero intento ocultar mi propio nerviosismo, quiero ofrecerte mi mayor seguridad para que sepas que estoy realmente decidido, en cambio el miedo me atenaza sin parar. Me hago mil preguntas ¿Será capaz de coquetear con un desconocido? ¿Se atreverá a hacerlo? ¿Será seguro?
- Cariño, ¿Estás seguro de esto? - te pregunto - ¿Tú crees que saldrá bien?
Me pongo los pantalones que me has dicho y la blusa. Frente al espejo del armario me meso los rebeldes rizos de mi pelo.
Me estoy poniendo el traje que me regalaste, ese que tanto te gusta. Me miras con esos ojos de deseo y pienso lo mucho que te quiero.
Al calzarte esos pantalones te agachas y observo tu culo, me dan ganas de agarrarte por las caderas pero me retengo, al final como lo demoremos vamos a llegar tarde y, además, quiero reservarme para ese momento. Al enredar ese rizo rebelde de tu pelo vuelvo a tener una erección. "Como me pones nena" pienso para mí. Estoy tremendamente excitado.
- Estoy completamente seguro, mi vida, no hay vuelta atrás. Tiene que ser hoy o nunca.
Me miras sonriente, pero a la vez nerviosa.
- Tenemos que trazar el plan. Creo que deberías estar sola en algún momento y esperar a que alguien se acerque e ir seleccionado a nuestra "víctima" ¿no te parece?
- Yo había pensado que primero podríamos mirar el panorama juntos y decidir cual nos parece mejor. Luego yo me pongo a bailar sola en la pista acercándome al elegido e intentando seducirle ¿qué te parece?
Me pongo la blusa mientras espero tu respuesta. Y luego cojo las botas.
- Me parece una idea estupenda cariño. Quizá podamos ver más oportunidades. Tendremos que ir juntos pero que no lo parezca, al menos que ninguna de nuestras presas se asuste con mi presencia. Estoy deseando llegar, amor mío.
Me miras con esa blusa roja y solo puedo guiñarte un ojo que da mi aprobación absoluta. Luego te miro detenidamente, mientras te pones esas botas.
- Exacto, desde un lugar oculto y ayudados por la semioscuridad del local observamos. Luego yo sola me voy a la pista de baile.
Me pongo las botas, abrocho la cremallera de la manera más sensual que puedo, y cuando termino me pongo en pie y te observo, estás encantador y sólo puedo pensar que te quiero tanto que no puedo creerme la suerte que tengo.
- ¿Nos vamos?
Te cojo de la mano no sin antes echarte una ojeada por completo y darme cuenta de la preciosidad de mujer que tengo. Eres todo un bombón.
- Nena, creo que vas a arrasar. Vamos, no aguanto más.
Sonrío, sé que estás excitado pensando en la situación. Mis nervios aumentan al salir por la puerta y un montón de dudas me asaltan.
En el coche voy pensando en la situación, maquinando como debo entrarle al chico que elijamos, como le diré que no estoy sola y que queremos hacer un trío. Me excito imaginando ese momento en que mi cuerpo sea de ambos. Cuando más cerca estamos de la discoteca, más deprisa corre mi corazón y mi pulso...
Estoy nervioso y en el coche te veo inquieta, imagino como tienes que estar por dentro. Si yo estoy como un flan tú tienes que estar que te subes por las paredes.
Me miras de nuevo, buscando algún gesto cómplice y solo me limito a sonreírte dándote siempre esa aprobación que buscas en mi mirada.
En mi cabeza está la idea de como será el tipo, joven, mayor, alto, fuerte, más guapo que yo, mejor amante, no puedo evitar darle vueltas absurdas a todo, creo que es el miedo el que me hace comportarme así.
Cada vez que te miro a los ojos, veo que tú también tienes dudas y temores, pero, aún así, intentas trasmitirme calma con tu sonrisa y esos pequeños apretones que me das de vez en cuando en la mano.
Llegamos a la discoteca y aparcas. Bajamos del coche y nos dirigimos a la puerta. Antes de entrar necesito besarte, así que te hago parar, me pongo frente a ti, te abrazo y te beso apasionadamente. Noto tu sexo creciendo entre tus piernas y eso me excita a mí. Más calmada tras ese beso y cogida de tu mano, entramos en la discoteca.
Ha llegado el momento, sé que va a suceder y aun me cuesta creerlo. Todavía no sé como serás capaz de convencer a nadie, aunque conociéndote, sé que lo lograrás. Primero, cualquiera quedará rendido a tus pies y segundo porque tus armas de mujer son inconmensurables, yo hubiera aceptado sin miramientos.
Me besas y eso me pone todavía más caliente, notas mi erección y acaricias suavemente mi miembro por encima del pantalón. Sabes que estoy como loco con esta idea y tu debes estar bien mojadita pensando lo mismo.
- ¿Vamos?
Mi pregunta no tiene respuesta. Me das la mano y con energía nos dirigimos a la puerta de la discoteca.
Al traspasar la puerta mi corazón aún va más deprisa. Buff, siento que se me va a salir del pecho y pienso que mi salud no va a aguantar tantos nervios. Pero tenerte conmigo me tranquiliza, vuelvo a mirarte y tu mirada me sirve de bálsamo.
Ya dentro y escudándonos en la oscuridad del local observamos. Miro hacía la pista, luego alrededor, la música me atrapa, y siento como me conecta, no puedo evitar mover mi cuerpo. Vuelvo a mirar hacía la pista y lo veo; un chico moreno, alto, más joven que nosotros.
- ¿Qué te parece aquel moreno de la chaqueta tejana? - te pregunto.
Al entrar un mundo de sensaciones me invade, sé que el momento se acerca y me excito pensando en ese instante.
Me señalas a aquel chico joven, alto, fuerte. Pienso: "como me pegue, con los musculados brazos que tiene, me desarma".
- Tienes buen gusto nena, es un chico muy guapo. ¿Quieres intentarlo con él o seguimos buscando?
- Lo intentaré con él. Además, está sonando Shakira y ya sabes cuanto me gusta.
- Suerte - oigo que me dices.
Me dirijo hacía la pista, nerviosa y sintiendo que este momento es sólo mío, que tú sólo estarás mirando, mientras yo echo toda la carne en el asador para ligar con ese chico moreno.
Te deseo toda la suerte y aun tengo mis dudas cuando tus dedos se separan de los míos y te acercas hasta él.
Me escondo detrás de una columna esperando cuales son tus reacciones y las suyas.
Dejo que la música me envuelva y empiezo a bailar esa "Tortura" que tanto me gusta. Muevo mi cuerpo al ritmo de la música y sobre todo mis caderas. Lo hago delante del chico, tratando de provocarle. Veo como me observa, como sus ojos se fijan en mi escote y en mis caderas contoneándose al ritmo de la música. Me sonríe, le sonrío, creo que la cosa va bien. Intento observarte disimuladamente.
Cuando suena la música y esa canción de Shakira que tanto nos gusta, comienzas a moverte alocadamente, con esos movimientos de cadera, de pelvis, imitando a la propia cantante colombiana, y que bien lo haces, cariño.
Desde luego eso no pasa desapercibido para los allí presentes, todos se quedan embobados mirándote.
El pantalón que marca tu culo y esa blusa, acompañado de las botas altas, creo que vamos a dar la campanada. El chico te ha mirado, es buena señal, creo que te ha sonreído, no puedo verlo bien. Observo tus pasos, eres como una loba, rodeada de lobos.
El chico intenta imitarme y empieza a bailar conmigo, se coloca detrás de mí y aprovecho ese momento para rozar mi culo con su cuerpo. Me pego a él. El plan parece estar dando sus frutos. Pero la canción se acaba. Miro al chico y le digo:
- Ha sido un placer bailar contigo.
- Para mí también lo ha sido - me dice
Empieza a sonar una canción lenta y me pide:
- ¿Bailamos esta?
- Vale - acepto.
Pego mi cuerpo al suyo, me acomodo entre sus brazos y vuelvo a mirarte disimuladamente.
El movimiento de tus caderas y tu sensualidad han dado frutos, el chico te dice algo y charláis, no sé que ocurre, pero veo que te agarra por la cintura, vais a bailar lento. No puedo explicar lo que siento, pero aunque parezca mentira no siento celos. Todo está programado y de común acuerdo, no puedo estar celoso, porque siento que es lo que los dos hemos soñado y se está cumpliendo. Saber que te estás excitando con la situación me tiene loco perdido y con una erección de caballo.
Bailas muy pegada a él, pero antes me has mirado como queriendo pedir mi permiso. Un movimiento de mi cabeza indica que todo va bien.
Os fundís en el baile de esa canción lenta y me gusta verte así, es extraño, pero me gusta.
Nos dejamos llevar por la música y su sexo enseguida reacciona al roce de mi cuerpo con el suyo y eso me excita. Sus manos descienden de mi cintura a mi culo y lo aprieta, pegándome más a él, y yo aún me excito más. Nuestros ojos se cruzan y sin poder evitarlo, siento como mis labios se pegan a los suyos. En ese momento, pienso en ti, en si te estarás poniendo celoso o no, por eso cuando el beso termina te miro curiosa. Me guiñas un ojo, parece que todo esta bien y eso me tranquiliza.
La música lenta envuelve el ambiente, parece que todo se convierte en pura sensualidad, al igual que tus movimientos abrazada a ese chico, quien, mientras estáis bailando aprovecha para bajar la mano más allá de la cintura, llegando a rozar tus caderas. Imagino que aprovechando el momento llevará su mano hasta tu culo. Por un lado me molesta y por otro lo estoy deseando. Es algo extraño y excitante a la vez.
Vuelvo a besarle y siento como su pene va creciendo entre nuestros cuerpos, me desea igual que yo a él. Pienso en como hacerlo para que sepa que no vengo sola, pero tampoco quiero que se asuste por eso. Cuando el beso termina te saludo, ya sin disimulo, lanzándote un beso con la mano.
Él mira hacía donde estoy mirando y pregunta:
-¿Quién es ese? ¿Un amigo?
- No, es mi chico.
La cara del chico cambia por completo, parece sorprendido y me pregunta:
- ¿Y no le molesta que te morrees con otro delante de él?
Con toda naturalidad le contesto:
- No, hoy precisamente no, porque es lo que ambos queremos.
- Oye, oye, espera. ¿No seréis una de esas parejas extrañas a las que os gusta poneros los cuernos mutuamente o algo así?
Sonrío y le contesto:
- Bueno, no exactamente, pero - tomo aire y decido tirarme a la piscina de cabeza - Verás, será mejor que te lo diga claramente, queremos hacer un trío.
El chico aún se queda más sorprendido al oír eso. Parece no reaccionar, pego mi cuerpo al suyo y le beso en el cuello, ya sabes, en esa zona, entre la base del cuello y la oreja. Su sexo vuelve a reaccionar.
Veo como nos miras y me pregunto que estarás pensando.
Cuando le has dado el primer beso, lo he tomado con cierta normalidad, pero cuando le has plantado el segundo, todo un acaloramiento ha rodeado mi cuerpo, es una sensación rara. La imagen de ver a ese chico agarrando el culo de mi mujer, ella de puntillas dándole varios besos que empezaron castos y que ahora son más calientes e intensos conducen a que mi miembro se tense aun más.
Veo que te acercas con él de la mano, desde luego llevas la iniciativa de una forma increíble y nos tienes a los dos anonados. Se queda confuso cuando me lanzas ese beso. Se debe preguntar si es una encerrona. Espero y confío que no se eche atrás.
Él te ha detenido, parece que no le agrada en principio la idea de lo que planeamos. Pienso: "No, no, no, que no se eche atrás. Mi niña sabrá como convencerle". De pronto veo como le agarras por la cintura, pegas tu lindo cuerpo al suyo, provocándole una segura erección y mordiendo su cuello, tal y como me lo haces a mí. Eso tiene que funcionar.
Cuando me separo de él le digo:
- Mira, que te parece si te presento a mi marido, hablamos un rato, si quieres vamos a cenar y luego decides.
El chico piensa unos segundos, y luego responde:
- Esta bien.
- ¿Por cierto, cómo te llamas?
- Fabio ¿y tú?
- verónica – le respondo.
Y cogiéndolo de la mano lo arrastro hacía donde estas tú. Tu cara de sorpresa y triunfo es todo un poema, me sonríes travieso y eso aún me excita más, me pone a mil pensar que esta noche estaré en nuestra cama contigo y con él.
Cuando llegamos a donde estás, te doy un apasionado beso en la boca, lo necesito, necesito sentir tu calor y saber que todo va bien. Tras el beso te presento al chico:
- Este es Fabio. Este es manu.
Muy cortésmente os saludáis.
Te veo llegar con él, creo que está tan sorprendido como nosotros, sin embargo, podía haber salido corriendo y no lo ha hecho.
Me besas y noto un calor distinto. Pienso que esa boca acaba de ser besada por otro, pero no siento celos, al contrario, creo que la idea me excita; noto incluso que tus pezones han aprobado lo que yo siento, creo que estás muy cachonda con todo esto y eso me lo hace estar a mí.
Cuando ese hombre que ella me presenta como Fabio y al que estrecho una mano firme, está frente a mí, no se me ocurre nada oportuno que decir:
- ¿tomamos algo?
Ambos aceptáis, os veo muy tensos a los dos y empiezo a sentirme extraña con esta situación, pero también excitada. Nos acercamos a la barra y pedimos las bebidas, yo una cerveza igual que el chico que nos acompaña.
Quisiera que todo fuera más deprisa y estar ya en la habitación, pero entiendo que el chico necesite algo de tiempo para conocernos y decidir si se apunta a nuestra propuesta.
Mientras bebemos y hablamos con él, no te suelto la mano ni un segundo, necesito saber que estás ahí y que me das tu apoyo.
Los nervios están a flor de piel, se nota en el ambiente, no solo nosotros dos, sino ese chico también, creo que está algo confundido. De reojo observo como acaricia tu cintura y seguro que estará pensando si todo esto es verdad o forma parte de un sueño.
Tu mano se agarra fuertemente a la mía, como queriendo sostenerse a un seguro, a algo que nos tiene a todos trastocados.
Estoy seguro que los tres estamos excitados y la erección de Fabio es evidente, más cuando la cadera de una hermosa hembra caliente como tú le roza sin parar.
Pedimos una copa queriendo limar cualquier aspereza con el alcohol. Tu sonríes ante las ocurrencias de ese chico que intenta ser ingenioso y lo es, porque, además, parece muy agradable, creo que hemos hecho una buena elección, aunque el éxito es todo tuyo.
Tras la charla y las risas y convencida de que mi elección ha sido acertada, le pregunto al chico:
- ¿Quieres que vayamos a cenar por ahí, o prefieres que pasemos a algo más íntimo? - me insinúo mirándole directamente a los ojos.
- La verdad es que no me importaría ir a un lugar más intimo, lejos de las miradas de todos - dice le chico.
- Bien, ¿nos vamos, cariño? - te pregunto.
Cada vez, notando que el momento se acerca, estoy más excitada y sé que tú también lo estás.
Todo indica que va a ser un momento especial y único.
Él parece decidido y nuestras miradas indican que también.
En ese momento el chico recibe una llamada a su móvil, momento que aprovechamos para comentar la situación:
- Cariño, ¿estás realmente preparada?
Veo como brillan tus ojos, más que nunca.
- Sí - te respondo - pero estoy muy nerviosa. ¿Tú cómo estás? - te pregunto - ¿quieres que sigamos con esto? ¿Te parece bien el chico?
Pego mi cuerpo al tuyo y noto tu erección. Te miro a los ojos y antes de que me respondas a las preguntas te digo:
- Te quiero, cielo.
- Y yo a ti cariño. Si estás segura, yo estoy seguro.
Nos besamos, nuestras lenguas luchan por atraparse mutuamente. Fabio vuelve:
- Perdonad. Cuando queráis.
Te da un azote en el culo y mi paquete se revoluciona.
Ese pequeño azote de Fabio me excita aún más. Os cojo a cada uno de una mano y salimos del local.
Subimos al coche, tú al volante y Fabio y yo en el asiento trasero, antes de entrar en el coche te sonrío pícaramente y tú me guiñas el ojo.
Arrancas y tras acomodarnos empiezo a besar a Fabio, él enseguida responde a mis besos, acaricia mi cuerpo por encima de la ropa, la excitación entre ambos va subiendo poco a poco. Te observo y veo que nos miras por el espejo retrovisor.
Os besáis con todas las ganas y me miro al espejo para ver si me han salido los cuernos, me sonrío: "Tío, tu sueño hecho realidad, tu mujer va a ser compartida y va a disfrutar como solo ella se merece".
Siguen vuestros besos y las manos de Fabio se cuelan por debajo de tu blusa.
Acaricia mi piel desnuda muy suavemente, mientras yo me siento a horcajas sobre sus piernas. Nos besamos y empiezo a desabrocharle la camisa para acariciar su pecho desnudo. Me quita la blusa dejándome sólo con el sujetador, besa mi cuello, desciende lamiendo hasta mis senos, desabrocha el sujetador y los deja libres. Yo me dejo hacer mientras pienso que estarás sintiendo tú. Seguro que tu pene está más duro que nunca, lo sé, porque te conozco y sé como te pone esto.
La situación no puede ser más excitante. Tú, mi mujercita del alma, en el asiento de atrás de nuestro coche con un tipo al que acabamos de conocer que te está metiendo mano. Cuantas veces imaginé la escena, sin embargo, al verla en realidad es todavía más impresionante, más caliente. No me lo puedo creer, está besando tu cuello y tú el suyo, mientras nuestras miradas se cruzan. Me sonríes, con una cara de vicio como pocas veces te he visto y eso me demuestra que estas viviendo el momento más mágico y que más deseabas: Tu fantasía más ardiente.
Fabio te ha despojado del sujetador y tus tetas libres son devoradas por su boca, sigo con una erección tremenda e instintivamente me llevo la mano al paquete, si no estuviera conduciendo me haría una paja ahora mismo.
Noto que reduces la marcha e intuyo por eso que estás como una moto. Fabio me chupa los pezones, los mordisquea y siento como mi entrepierna se humedece. Sus manos están desabrochando el pantalón igual que hacen las mías con el suyo. Me excita pensar que otro hombre que no eres tú me está sobando mientras tú nos observa. Tengo ganas de llegar a casa para sentiros a los dos.
Su mano ha llegado hasta mi clítoris y gimo sintiendo esa placentera caricia.
El tipo tiene suerte, desde luego, quién le hubiera dicho a él que tendría la oportunidad de comerse semejante bombón.
Te veo disfrutar tanto, veo como tus pestañas parpadean incesantes, como tus ojos se ponen en blanco, principalmente cuando la mano de ese chico se mete por tu pantalón desabrochado, por tus braguitas y seguramente está acariciando tu pubis o más abajo. Estoy perdiendo la concentración, espero que no tengamos un accidente pero es que es superior a mí no observaros a través del retrovisor.
Sin duda que ha llegado a tu clítoris, porque estás gimiendo de esa manera tan especial que solo yo conozco, está matándote de gusto y al tiempo a mí también.
Me retuerzo de gusto, sin duda el chico sabe como hacer temblar a una mujer. Mis manos, por fin, han logrado alcanzar su pene y sacarlo de su refugio, empiezo a acariciarlo de arriba abajo y pienso que no tienes nada que envidiarle en ese aspecto. Sus dedos, osados, descienden hasta mi vulva e introduce uno de ellos haciendo que mis gemidos aumenten y me respiración se acelere. Siento que paras el coche, aunque estoy tan concentrada en lo que estoy haciendo con Fabio que no sé si ya hemos llegado o no
Cada vez estoy más convencido de la buena elección que has hecho, mi vida, porque ese chico te está dando lo que más hubieras soñado. Me encanta ver como te retuerces de gusto, ver como tu pecho con la blusa medio sacada se hincha y deshincha sin cesar. Sigues gimiendo y dando pequeños grititos. Por fin llegamos a casa. Miro hacia atrás y veo que tu estas con los pantalones desabrochados y en tu mano la herramienta bien dotada de ese hombre. Le estás pajeando suavemente y él está con los ojos cerrados. No sé como interrumpiros para decir:
- Creo que hemos llegado.
Tus palabras me suenan a música celestial por un lado y me provocan cierta desilusión por el otro, ya que Fabio y yo tenemos que dejarlo. Nos arreglamos las ropas un poco y bajamos del coche. Tú amablemente y puesto que has bajado antes, abres la puerta y la sujetas. Salgo del coche y cuando estoy junto a ti, te abrazo y te beso pegando mi cuerpo al tuyo. Toco tu sexo, duro como una piedra, por encima del pantalón. Y te susurro al oído:
- Estoy a mil, cariño. Te necesito.
A duras penas Fabio puede colocarse de nuevo su instrumento en el pantalón, ya que la erección no se lo permite. Aguanto la puerta cuando tú sales y cuando me dices que estás a mil y te pegas a mi, mi verga está también a mil.
- Cariño, vas a tener partida doble, como habías soñado.
Me sonríes con ese brillo en tus ojos indicativo de lo caliente que estás y yo tengo unas ganas tremendas de penetrarte, pero intento contenerme, sé que tenemos una buena fiesta por delante.
Subimos a casa y en el ascensor os beso a los dos, primero a ti porque sé que durante el trayecto no te he prestado mucha atención y luego a él, ambos me acariciáis, y toqueteáis tanto como podéis y os susurro:
- ¿Qué ganas tengo de que me folleis?
Fabio se pega a mí y dice:
- Si quieres te lo hago aquí mismo, preciosa.
Me sorprende su actitud y me pregunto que estarás pensando. Te miro, creo que tú estás tan sorprendido como yo de su reacción.
Vuelves a llevar las riendas de forma magistral, has conseguido calentarnos a los dos de un modo que no podemos escapar. Ahora estamos en el ascensor y me besas con toda la pasión, acaricias mi miembro por encima del pantalón. Me muerdes los labios y con tu mano acaricias mi nuca. Fabio está detrás de ti, ha pegado su sexo a tu culo y se roza lascivamente contra ti. Veo tan de cerca sus labios abarcando tu cuello mientras me besas, que la situación no puede ser más erótica. Las manos de Fabio se pierden en tus caderas, se cuelan bajo tu blusa y te susurra al oído si quieres que te lo haga ahí mismo. Los dos abrimos los ojos. Pero esta vez la cordura reina en tu cabecita, menos mal, porque de otro modo los vecinos nos hubieran denunciado por escándalo público. Tiras de nuestras manos, casi vamos corriendo por el rellano y estoy tan nervioso que las llaves me tiemblan en la mano.
Me pego a tu cuerpo mientras espero que por fin consigas meter la llave. Fabio está pegado a mi espalda y eso me tiene en un estado de deseo total. Consigues abrir la puerta y entramos. Os llevo al comedor y allí os siento en el sofá a ambos. Pongo música suave, el "You can leave your heat on" de Nueve semanas y media. Y muy despacito me quito la blusa, luego pongo una bota sobre tu rodilla para que la desabroches y me la quites, la bajo y hago lo mismo con la otra pero poniéndola sobre la rodilla de Fabio. Ahora sólo queda el pantalón, lo desabrocho lentamente, me doy media vuelta dandoos la espalda y despacio lo hago bajar por mis caderas mientras me muevo al ritmo de la música.
Hemos llegado al comedor tremendamente excitados, se nota que el cachondeo flota en el ambiente, más cuando has puesto en el cd la música esa de nueve semanas y media y se carga todo de erotismo.
Te quitas la blusa y veo que Fabio, sentado junto a mí en el sofá, abre los ojos como platos. Tus pechos no son grandes, pero son tan apetitosos...
Ahora en plan streper nos deleitas con una bajada de tus pantalones de las que hacen historia. El joven Fabio y yo nos echamos mano al paquete como un resorte, esto se pone bien. Te quedas en braguitas frente a nosotros y Fabio incluso aplaude tu actuación, no es para menos. Yo casi no reacciono, te veo tan feliz, que me siento igual.
- La braguita, la braguita - chilla Fabio.
Me miras, te sonrío. Pareces pedirme permiso. Te vas a poner en pelotas delante de este chico y va a ser el inicio de un trío soñado por los tres.
Me indicas con la cabeza que siga, por una parte lo deseo, por otra me da cierto apuro desnudarme antes un "casi" desconocido, pero estamos aquí para eso. Roja como un tomate empiezo a bajar las braguitas, sin perder detalle de vuestras caras. Ambos os habéis desabrochado la cremallera y rebuscáis en vuestros pantalones. Cojo las braguitas y te las tiro a la cara, resbalan por tu pecho y las apartas. Me acerco y me siento entre ambos. Necesito vuestras caricias, vuestros besos y vuestras pieles desnudas sobre la mía.
Me encanta verte cuando te pones colorada, estás todavía más sexy, con esa mezcla de niña inocente y mujer de armas tomar. Me gustas y me tienes excitado a más no poder.
Mientras tú te preparas para desnudarte, nosotros ya estamos bajando nuestros pantalones, casi obedecemos tus órdenes, que son tan solo guiños y gestos que lo indican. Tras verte desnuda y girar tus braguitas sobre tu dedo me las lanzas, como diciendo: "Ese es mi macho". Te sientas entre los dos y nuestras pieles te rozan, luego nos agarras a cada uno nuestro miembro que está en su máxima expresión. Cierro los ojos, estoy que no me lo creo. Fabio debe estar pasándolo igual. Los dos nos lanzamos a un pecho tuyo y comenzamos a devorarlo. Nos miramos y decimos que esta mujer tiene que disfrutar como una loba.
Sentir vuestros besos y caricias, tener vuestros miembros entre mis manos, es lo máximo. Pero quiero más. Abro mis piernas y dejo que vuestras manos rebusquen entre mis piernas. Es tu mano la que antes llega a mí clítoris y sabiamente empieza a acariciarlo. Fabio debe conformarse con seguir lamiendo mis senos y pellizcando los pezones, gimo excitada. Seguro que mi sexo está más mojado de lo que jamás ha estado. Me besas tiernamente, me miras a los ojos y te susurro:
- Gracias, mi amor.
Volvemos a besarnos mientras tus dedos se introducen en mí. Otro gemido explota en mi garganta.
Lo mejor es comerte a besos y compartirte, sentir que mi lengua es sustituida por la de Fabio y tú vas de una cabeza a otra, comiéndonos y sin dejar de acariciar nuestros sexos; mientras nosotros buscamos acariciar el tuyo, alternativamente. Cuando uno acaricia tus tetas, tu cintura, tu ombligo o tus muslos, el otro se entretiene con tus labios vaginales, lubricándolos.
Al fin me toca a mí. Te hago estremecer de placer.
Te pones de rodillas y sé lo que va a suceder, sin dejar de pajearnos, sé que tu boca nos va a devorar, ese instante es mágico, único, inolvidable.
Acerco mi boca a tu glande, mientras con la mano acaricio el sexo de Fabio. Te observo y tú me miras. Tras chuparlo unos segundos, acerco mi boca al miembro de nuestro acompañante, entretanto acaricio el tuyo de arriba abajo. Fabio gime excitado. Voy alternando el uno con el otro, lamiéndolos como si fueran el más exquisito manjar, unas veces el tuyo, otras el del él y ambos gemís excitados mientras vuestro pene vibra de deseo.
Cuando acercas tu boca a mi glande tengo que abrir las piernas pues no puedo sostener el equilibrio de la sensación que tengo al percibir tu lengua rozándome con toda la excitación cargada que tengo.
Me sonríes, como solo tú sabes hacerlo, mezcla pícara y traviesa.
Es ahora Fabio quien recibe tu primera lamida, desde luego que lo sabes hacer como nadie, pues el chico también da un traspiés. No le habrán faltado mamadas, pero ninguna como la tuya, con esa mirada perversa e inocente.
Luego es la cabeza de mi pene la que se introduce en tu boca, noto el calor, noto la suavidad de tus labios y gimo. Lo mismo hace ese chico cuando le das su dosis. Nos tienes locos.
Tus chupadas son cada vez más profundas y potentes, introduciendo cada miembro cada vez más hondamente y siempre meneando el otro que no tienes en la boca. Que gusto, que sensación. No sé si es más fuerte cuando me chupas a mí o cuando se lo estás haciendo a él. Son distintas pero igual de excitantes y calientes.
Con cada chupada que doy estoy más caliente y necesito sentiros más. Necesito sentir vuestras manos sobre mi cuerpo, vuestros besos en mi piel y sobre todo a vosotros.
Os propongo ir a la habitación, ya que estaremos más cómodos y ambos aceptáis.
Una vez allí os tumbo a ambos en la cama. Me coloco encima de ti. Te abrazo y te beso apasionadamente. Luego beso a Fabio que está a tú lado introduciendo mi lengua en su boca, estoy a mil. Rozo mi sexo húmedo contra él tuyo. Necesito sentirte dentro, sentiros a los dos.
Me tumbo y Fabio a mi lado. Te colocas sobre mí y me besas. Tu boca arde y nos devoramos. Luego te levantas y nos ofreces tu desnudez durante unos instantes. Los dos tenemos una erección de caballo.
Ahora te tumbas sobre él y le pegas un morreo igual al mío. La excitación está al máximo en aquella habitación. Te colocas tumbada con la cabeza colgando a los pies de la cama. Mientras Fabio se ubica entre tus piernas, yo coloco mi glande nuevamente a la entrada de tu boca.
Fabio comienza a chupar tu sexo y girando tu cabeza me miras. No puedes evitar lanzar un pequeño grito de gusto. Te agarras a la cabeza de Fabio que te debe estar haciendo la lamida del siglo, mientras mi miembro desaparece en tu boca.
Trato de lamer tu sexo tan bien como puedo, pero los gemidos de placer que Fabio me obliga a dar con sus caricias bucales, a veces hacen que me detenga. Siento como la lengua de Fabio se mete por los pliegues de mi vulva, como acaricia mi clítoris y lo chupetea y como introduce su lengua serpenteante dentro de mí, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca y mi espalda se arquee. Mi boca, entretanto, chupa y lame tu verga, de arriba abajo, saboreo cada centímetro de esa carne que me vuelve loca, mientras tú me observas, gimes y te convulsionas. La temperatura va aumentando poco a poco en la habitación.
La imagen que tengo delante no puede ser más bestial y erótica. Te tengo allí tumbada, viendo como mi sexo desaparece en tu boca y le entregas esas caricias bucales y armoniosas de tu lengua, y al mismo tiempo ese chico te hace gozar como nunca, retorciéndote de gusto en algunas ocasiones. Me encanta verte en esa situación, por un lado estás recibiendo con gusto mi pene, ese que tanto te gusta devorar, y por otro ese chico, que, además, debe ser muy bueno con su lengua, te está transportando a otra dimensión.
Solo se oyen tus jadeos en la habitación, creo que estás entrando en un orgasmo bestial.
Empiezo a gemir más fuerte, sintiendo los estertores del orgasmo subiendo por mi cuerpo y explotando entre mis piernas. Tengo que dejar de lamerte la polla para poder respirar y gemir a gusto. Todo mi cuerpo se estremece de pies a cabeza y tú sonríes feliz viendo como otro hombre me ha proporcionado ese inmenso placer. Cuando dejo de convulsionarme y mi cuerpo se calma, me reincorporo, me arrodillo junto a ti, acaricio tu sexo con la mano y mirándote fijamente a los ojos te digo:
- La quiero.
Fabio se acerca a mí también con su mástil en alto, lo acaricio y repito:
- Y esta también. Las quiero las dos dentro de mí, ahora.
Te hago tumbar sobre la cama. Me acerco a la mesita de noche y saco un condón, se lo doy a Fabio diciéndole:
- Ponte esto.
Ante todo el sexo seguro ¿verdad?
Mientras Fabio se coloca el condón, yo me pongo sobre ti. Rozo mi sexo contra el tuyo, lo cojo con la mano y lo dirijo hasta mi vulva introduciéndomelo despacio. Entra, resbalando perfectamente gracias a los jugos que me inundan. Cabalgo durante un rato sobre ti. Fabio ya se ha colocado el condón y nos observa y entonces le cedes tu lugar, le pides que me penetre. Fabio no pierde el tiempo y de un certero golpe arremete en mi interior. Empieza a moverse sobre mí mientras tú, sentado a nuestro lado en la cama, nos observas. Tus ojos describen perfectamente las sensaciones que sientes, la excitación que te llena al verme penetrada por otro que no eres tú. Te tumbas de nuevo en la cama y le pido a Fabio que salga de mí, quiero sentiros a ambos, me muero por esa sensación. Así que me pongo sobre ti, guío tu verga hasta mi agujero y desciendo despacio sobre ella. Cuando estás dentro de mí, dirijo mis manos a mis nalgas y abriéndolas le digo a Fabio:
- Venga.
Estas como loca porque los dos estemos dentro de ti, ese sueño tuyo por fin se va a cumplir. Tras entregarle el condón a Fabio, me has guiñado un ojo, como diciendo: "Cariño, vete allanando el terreno que estoy como una moto". Y ahí me he metido, no lo he dudado. Te he penetrado despacio, como a ti te gusta. Me encanta ver como te agarras a mis brazos en tensión cuando mi pene ha llegado a lo más hondo de ti. Que gusto sentirte bien taladrada, me gusta follarte nena, es lo mejor del mundo. Quiero que esto no se acabe. Si no fuera porque aun tenemos que darte todo ese placer que te queremos regalar, me correría como un niño en tu interior, me tienes como un toro, vida mía. Quiero seguir follándote, solo con ver tu cara de gusto, como suspiras y como te dejas llevar por mis embestidas, es lo mejor.
Fabio espera su turno, pero tú y yo seguimos, hasta que veo que no me voy a poder contener y entonces le digo a Fabio que ocupe mi lugar. Y os dejo un rato mientras él comienza a introducir su sexo en el tuyo. Que sensación tan rara y excitante a la vez.
Luego me tumbo sobre la cama y tú te ubicas sobre mí, siento esa follada más intensa, después de haber tenido en ese conejito mío otro miembro que no era el mío. Te insertas mi pene hasta el fondo, te sientes llena de mí y aspiras profundamente, estoy a tope. Entonces abres tus nalgas para ofrecer tu agujero posterior a Fabio que poco a poco se va haciendo con él. En unos segundos nos tienes a los dos. Acompasamos el ritmo, hemos hecho un sándwich de lo más fuerte, lo que siempre soñamos. Me besas con una boca ardiente que se mueve ante las embestidas de Fabio que parece como loco. Te gusta que te folle así, en plan salvaje y yo aprovecho para sentir tu sexo devorando el mío.
Sentiros a ambos dentro de mí es una sensación extraña pero maravillosa, me siento llena y siento como vuestros miembros chocan dentro de mí, separados sólo por una fina membrana de carne. Fabio empuja con fuerza, lo que hace que mi cuerpo se abalance sobre el tuyo consiguiendo una penetración perfecta. Te abrazo, beso tu cuello y gimo, gimo, gimo. Esto es mejor de lo que había soñado y sólo quiero dejarme ir para sentir el placer que me dais. Tus labios besan mi cuello y la sensación de placer se intensifica. Somos tres cuerpos en busca del placer y poco a poco el orgasmo va naciendo en mí; quisiera que esta sensación durara más, pero no puedo, el orgasmo se va extendiendo por mi cuerpo mientras vuestras pollas me llenan. Ahora una, ahora la otra, empujando alternativamente dentro de mí, hasta que todo mi cuerpo explota en un éxtasis maravilloso como nunca antes había sentido. Te abrazo con fuerza y todo mi cuerpo se deshace de gusto. Enseguida siento que Fabio se está corriendo y que tú también lo haces, empujando hacía mí y abrazándome con fuerza. Me siento feliz y sobre todo, me siento llena.
Esa sensación es de lo más extraña y excitante a la vez. Me gusta verte botar sobre la verga de ese chico que sigue penetrándote con fuerza por detrás, mientras yo dejo que sea tu cuerpo el que se tense en torno a mi tronco, que es acariciado por esa tierna vagina que me lleva a la gloría. No tardas en tener tu segundo orgasmo y nosotros a los pocos segundos víctimas de ese placer que nos envuelve a los tres también nos corremos.
Me besas con tantas ganas que devuelvo ese beso incesantemente, creo que ha sido el polvo de nuestra vida.
Nuestros cuerpos se apaciguan tras el maravilloso orgasmo y los tres caemos rendidos en la cama. Estoy feliz por esta maravillosa experiencia vivida y me giro hacía ti. Te doy un beso en la mejilla pegando mi cuerpo al tuyo y te susurro:
- Gracias, ha sido increíble.
Tú me miras, tus ojos brillan y expresan tanto con esa mirada que irremediablemente nuestros labios se pegan como a fuego describiendo el sentimiento que ambos tenemos hacía el otro. Fabio a mi espalda, se ha quedado tendido boca arriba, descansando, contemplando el techo y pensando, seguramente que está ha sido una de las mejores experiencias de su vida.
La calma llena ahora la habitación.
Ha sido además de especial muy intenso. Se pueden escuchar las respiraciones de tres personas que se han entregado a un rito de lo más ardiente. Vuelves tu cabeza a mí, para susurrarme lo bien que lo has pasado y agradecerme lo mucho que has vivido, pero la suerte también es para mí y te doy las gracias, besándote y enredando nuestras lenguas que vuelven a rendirse a un tierno y dulce abrazo.
Fabio continúa exhausto y aun debe estar pensando si todo esto ha sido verdad.
Mientras se viste te acercas a él y desnuda le abrazas por detrás. Él te agradece el gesto y os dais un beso de campeonato. Os observo desde la cama. Ese chico ha sido una gran elección, porque ha cumplido la mejor de las expectativas. Le acompañas hasta la puerta y hay un silencio e imagino que os estáis de nuevo besando. Regresas a la cama. Tu cuerpo desnudo se acerca al mío y esta vez te subes sobre mí y ayudada de tus hábiles dedos ubicas mi miembro en tu sexo y te penetro. Follamos de nuevo, mi vida, pero esta vez creo que estamos más estimulados y seguimos ronroneando, gimiendo como posesos.
Mi cuerpo se deshace en caricias sobre el tuyo, te beso, acaricio tu pecho, muerdo tu cuello y tú también acaricias mis senos. Siento como tu sexo se une con el mío en una comunión perfecta, como entra y sale y se hincha dentro de mí, empujas y empujo, en una palabra: nos amamos, sudorosos y felices de haber llevado a cabo esta fantasía. Te cabalgo buscando un nuevo orgasmo y deseando que te unas a mí en él.
Lo mejor del mundo es sentir como cabalgas sobre mí. Tu mirada clavada en la mía, anunciando lo que se avecina, un orgasmo sonoro de los tuyos, esos que me hacen delirar. Noto tus pezones endurecerse, tus ojos brillar, todo tu cuerpo tensarse y como llegas al orgasmo al tiempo que tus caderas forman un círculo perfecto para hacer que esa penetración sea maravillosa. Creo que yo también...
- Ahhhh, cariño, que placer, que gusto.
Te echas sobre mí y con tanta agitación nos quedamos dormidos así.

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