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Historia de un miron: Una vecina muy gorda...

Traigo mi tercera entrega, no esta demas decir que ninguno de los relatos subidos hasta ahora son de mi vida. Espero que les guste. (A)!
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Historia de un miron: Una vecina muy gorda...
Desde muy pequeño he sentido una especial atracción hacia las mujeres rellenitas, o para decirlo con más corrección, hacia las gordas y cuanto más lo son, más atraen mis instintos animales. Por ese motivo y porque las circunstancias de la vida han hecho que, desde hace unos días, tenga una vecina de más de ciento cincuenta kilos, he de dar gracias a la divina providencia.

Puri, que así se llama mi vecina, tiene por costumbre habitual desnudarse en el salón y tumbarse descaradamente en el sofá a disfrutar de su apetecible cuerpo. La observé durante horas desde la ventana de mi cocina por la que veía perfectamente todos sus movimientos…
Estaba decidido a no dejar pasar una oportunidad como esa, seguramente nunca más tendría una vecina que reuniera todas las condiciones que mi libido exige en una mujer, opté por inmortalizarla fotográficamente y, sobre todo, para que su recuerdo y su imagen no se fueran nunca de mi memoria.

Una mañana noté que andaba por el salón como buscando algo, rápidamente preparé la cámara y escondido entre las cortinas y con la respiración entrecortada supe esperar a que la pieza se pusiera a tiro y poder rematarla.

Y así fue, a los pocos minutos empezó a desnudarse y a moverse con verdadero desparpajo por la sala, yo estaba a punto de reventar, tenía la polla más gorda que el objetivo de la cámara y no tuve más remedio que abrirme la bragueta y dejar fuera el bicho que pedía guerra.

Preocupado por si podía verme, puse en la cámara película especial que no necesita flash para sacar fotos aunque no exista mucha luz, sobre todo para no descubrirme, y comencé a disparar… Parecía como si ella lo supiese y quisiera posar de modelo, la situación era increíble, la gorda moviéndose por su casa como una ballena en el mar y yo, con mi cámara, haciéndole fotos y con la polla que ya estaba rozando la pared de la cocina… Fue una experiencia única.

Una vez tuve todas las fotos hechas, pensé que no podía quedar la cosa así, sin más, que lo interesante sería hablar con ella, poder conocerla mejor y sobre todo poder subir el morbo que en esos momentos me invadía.

Decidí una tarde cruzarme con ella en la escalera, muy estrecha por cierto y así poder saludarla, la esperé durante un buen rato y cuando vi que salía de su casa me apresuré a hacer lo mismo, nos vimos en el rellano de la escalera y al intentar bajar los dos a la vez, ella se dio cuenta de que no se podía pasar y me invitó gustosa a que fuera yo delante, acepté con una sonrisa y al pasar a su lado para bajar noté como su culo se apretaba contra mi polla, me tenía atrapado contra la pared, ella de espaldas hacia mí, moviendo sus nalgas contra mi polla que estaba a punto de reventar. No pude por menos que meterle la mano por debajo de la falda y empezar a acariciarle todo el cuerpo, con una mano el chocho que se salía por los lados de mi mano y con la otra mano las tetas que pesaban, por lo menos, treinta kilos cada una.

No podía ni hablar, me estaba quedando sin respiración, cada vez me apretaba con más fuerza contra la pared, ella estaba muy excitada y no podía contenerse, yo abrí su culo y busqué un refugio para mi polla, pensé que la iba a romper y a los pocos segundos noté como mi mano, que le acariciaba el chocho, se mojaba y empezaba a empaparse con su corrida. Un poco preocupado, la aparté y vi como el suelo del descansillo estaba con una mancha que se iba haciendo más intensa según Puri se movía, no sé si fue mi corrida o la suya o la de los dos, parecía un cuadro de Picasso en el suelo. Sollozando y alterados nos arreglamos como pudimos, bajé yo primero las escaleras mirándola de reojo, por si volvía a hacer alguna de las suyas, pero no ocurrió nada imprevisto, sólo una sonrisa y un “hasta pronto, espero que me enseñes las fotos…”

Que duda cabe que mi vecina es una persona muy especial, a todos las niveles…

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