Necesito que se ponga lindo el clima. Que empiece a hacer un poco de calor. Me gustaría a la noche sentarnos afuera, en el balcón, y quedarnos un buen rato hablando tranqui, ahí. Estamos con la compu, averiguando precios y lugares para las vacaciones. Yo con una remera y un shortcito y vos con tu pollera azul. Te digo esa porque cuando subís las piernas se te abre la pollera y se te ve la bombacha. A veces te la cerrás, pero no siempre. Ponés las manos adelante, tapando con la tela de la pollera, y yo trato de imaginar que esa tela no está, que está tu mano apoyada directa sobre la bombacha. Entonces me mirás con cierta complicidad. Y abrís un poco más las piernitas. Se te ven los pelos que asoman. Cierro todas las páginas que estábamos mirando y pongo otra: en un video hay una rubia, flaquita, petisa, muy linda, que chupa una pija. Se la mete hasta el fondo de la boca y la saca llena de saliva, la deja brillante. Con la mano le acaricia las bolas. Y de repente, desde atrás viene otro con la pija ya parada. Le abre el culito con la mano y le mete, muy de a poco, la pija por atrás. La petisa abre los ojos, como si esa pija le hubiera llegado hasta el fondo del cuerpo. El título del vídeo es “El tercero en discordia”. ¿Cuál será el tercero?
Y yo, que estaba concentrado mirando el video, no me di cuenta de que tenés tu mano adentro de la bombacha. Y estás más concentrada que nadie. Das vueltas y vueltas con el dedo alrededor del clítoris. Cuando quiero poner mi mano también me corrés, ya tu mano hace todo el trabajo. Se te escapa un gemido. No te olvidés que estamos en el balcón, que arriba hay gente, que al lado hay una obra y siempre hay tipos dando vueltas por ahí. Como estoy de más, desaparezco del balcón por unos segundos.
Estás con la mirada perdida en cómo la rubia se chupa esa pija. Ni te das cuenta que me acerco, me arrodillo y saco el consolador. Lo escupo. Y lo apoyo en la puerta de tu culito mientras con la otra mano ya me acaricio la pija, paradísima. Empujo. De a poco se abre paso. Entra primero un centímetro, y otro, y otro, hasta que está por completo adentro tuyo. Tus dedos en la concha, un consolador en el fondo de tu culo, yo arrodillado junto a vos, acariciándome la pija, el video de la rubia –igualita a vos- que chupa una pija mientras se la culean. Y todo eso en el balcón, con tus gemidos al aire libre. Te doy un beso en la boca, con mucha lengua. Me agarrás la pija. La sacudís de arriba para abajo. Yo empiezo a darle más fuerte al consolador. Adentro y afuera, rápido y fuerte. Me gusta ver cómo el anillo de tu culo lo rodea, chiquitito. Lo expulsa y se abre para volver a recibirlo. Así que ya no te contenés: gemís más fuerte, ni pensás que estás en el balcón, que alguien puede escucharte. Y eso me calienta todavía más. Así que mientras acabas, yo, de rodillas junto a vos, acabo también, toda la leche en el piso, mi mano casi adentro de tus piernas.
Y yo, que estaba concentrado mirando el video, no me di cuenta de que tenés tu mano adentro de la bombacha. Y estás más concentrada que nadie. Das vueltas y vueltas con el dedo alrededor del clítoris. Cuando quiero poner mi mano también me corrés, ya tu mano hace todo el trabajo. Se te escapa un gemido. No te olvidés que estamos en el balcón, que arriba hay gente, que al lado hay una obra y siempre hay tipos dando vueltas por ahí. Como estoy de más, desaparezco del balcón por unos segundos.
Estás con la mirada perdida en cómo la rubia se chupa esa pija. Ni te das cuenta que me acerco, me arrodillo y saco el consolador. Lo escupo. Y lo apoyo en la puerta de tu culito mientras con la otra mano ya me acaricio la pija, paradísima. Empujo. De a poco se abre paso. Entra primero un centímetro, y otro, y otro, hasta que está por completo adentro tuyo. Tus dedos en la concha, un consolador en el fondo de tu culo, yo arrodillado junto a vos, acariciándome la pija, el video de la rubia –igualita a vos- que chupa una pija mientras se la culean. Y todo eso en el balcón, con tus gemidos al aire libre. Te doy un beso en la boca, con mucha lengua. Me agarrás la pija. La sacudís de arriba para abajo. Yo empiezo a darle más fuerte al consolador. Adentro y afuera, rápido y fuerte. Me gusta ver cómo el anillo de tu culo lo rodea, chiquitito. Lo expulsa y se abre para volver a recibirlo. Así que ya no te contenés: gemís más fuerte, ni pensás que estás en el balcón, que alguien puede escucharte. Y eso me calienta todavía más. Así que mientras acabas, yo, de rodillas junto a vos, acabo también, toda la leche en el piso, mi mano casi adentro de tus piernas.
1 comentarios - En el balcón
Yo hubiera reclamado pija en la concha. Un placer leerte, como siempre.
Debo puntos (se los dejé a una pija, confieso).