Ella bajó a la media hora, bañadita e impecable, con un vestidito cortito, blanco, con corazones rojos. De ahí hasta la noche nos calmamos bastante, no hicimos casi nada (salvo alguna que otra travesura, como en un momento en el que nos quedamos solos en la cocina los tres y ella con carita de pícara nos mostró fugazmente la bombacha). Pero sabíamos que a la noche se venía el plato fuerte, cuando se fueran todos. La gente, igual que la otra vez, se empezó a ir después del brindis. A la 1 quedaba una pareja nomás. Mi hermano dijo que él se iba a dormir. Nosotros simulamos cansancio también, e hicimos todo lo posible para que se fueran. Cuando al fin nos quedamos solos, empezó la verdadera fiesta que los tres estábamos esperando. Nos fuimos arriba, nos tomamos unas rayas más, más whisky, ella se fue a dar una duchita y nosotros la esperamos en la cama, conversando y pajeandonos un poco, como en los viejos tiempos. Queríamos empezar tranqui, porque sino, con la calentura que teníamos, íbamos a terminar cogiendo en dos minutos a las apuradas. Apareció, con el pelo mojado, toda húmeda y olor a limpio. Nos acostamos los tres en la cama, ella de costado en el medio, yo de frente a ella y mi hermano atrás. Le dije a mi hermano que si quería podía apoyarla y besarle despacito el cuello y los hombros. Yo la empecé a besar en la boca, y decirle que la amaba y que le daba las gracias por este regalo increíble que nos estaba haciendo a mi hermano y a mi, mientras le deslizaba una mano por abajo del vestido y le agarraba la conchita por encima de la bombacha. Los besos tenían gusto a whisky, olor a merca y al perfume de ella. Le pedí que se diera vuelta y que se besara con mi hermano como se había besado conmigo. Me hizo caso de inmediato. Yo, mientras, bajé y le empecé a dar unos besos en la cola, por encima de la bombacha, mientras me imaginaba como sus lenguas se estaban encontrando. Tenía una bombachita negra, chiquita pero no llegaba a ser tanga. El olor suave de su cola, mezclado con olor a jabón, era delicioso. Le dije a mi hermano que le empezara a chupar las tetas. Yo mientras le corrí la bombacha para besarle mejor la cola. Ella gemía entre los dos, sin decir nada. Saqué la cabeza de ahí. Miré como mi hermano le chupaba con devoción los pezones paraditos. “Vení”, le dije. A ella la puse boca abajo. Le levanté el vestido y le mostré la cola. “Olé, que rico”, le dije a mi hermano. “Mirá si hubiéramos tenido una como esta para compartir a los 14”. Corrí la bombacha para un costado y lo hice meter bien la nariz. Ella ayudó agarrándose uno de los cachetes de la cola y corriéndolo. Tenía la cara de mi hermano bien metida entre los cachetes de la cola de mi novia, era un sueño morboso hecho realidad. Ella ya se estaba masturbando con la mano que le quedaba libre. La hice ponerse otra vez de costado. Le bajé la bombacha. Mi hermano siguió olisqueándole la cola. Yo, con la puntita de la lengua, le daba pequeños toquecitos en la concha. Ella me revolvía el pelo con las dos manos. Estaba gozando como loca. Después la hice ponerse boca arriba. Le pregunté a mi hermano “¿querés probar?”, señalándole la conchita totalmente depilada de mi novia. Era una cosita chiquita, suave y deliciosa, una tentación para cualquiera. “Despacito”, le recomendé. “Mové la lengua suave”. Sacamos la bombacha, y se mandó de cabeza. Primero la olfateó, después empezó a probarla de a poco. Yo me saqué el bóxer, y me puse como si fuera a hacer un 69 con ella. La pija, la metí adentro de su boquita, y mi cara quedó mirando de cerca la chupada de conchita que le estaba dando mi hermano. Y lo estaba haciendo muy bien, tanto que ella se distraía y por ahí, entre gemiditos, se quedaba quieta, con mi pija adentro de la boca pero sin mover la lengua. En esos instantes en que ella se colgaba, yo la dejaba disfrutar un poquito, me relajaba sintiendo la pija tibia en su boquita, pero después empezaba a hacer un movimiento como de cogérmela por la boca. Ahí se reactivaba y volvía a chupar. Estuvimos así un buen rato, hasta que le pedí a mi hermano que cambiaramos los lugares, pero con mi novia boca abajo. Ella lo empezó a pajear, y yo le chupé un poco la conchita, que ya estaba toda mojada. Me encanta ponerla cola para arriba, abirle los cachetes, ver como se asoma la conchita, empezar a chupársela desde ahí, y después seguír con la cola. Me apasiona lamerle el culo. Mi hermano miraba, con cara de estar aguantándose para no llenarle la cara y las tetas de leche, mientras ella lo masturbaba cada vez más fuerte. Mi lengua empujaba cada vez más, metiéndose en esa cola tibia y mojada. “Pará, pará, que acabo” pidió ella en un momento. No paré, obvio. Seguí, y le hice señas a mi hermano de que me reemplazara. “Hermano, te toca lamerle la cola a mi novia. Hacela acabar mientras yo le doy un beso de amor en la boca”. Mi hermano se mandó de una a lamer esa cola, fuerte, con todo, mientras yo subía a besarla en la boca. Acabó fuerte. Mi hermano me contó después que casi acaba él también sintiendo como el ano de mi novia se contraía bajo su lengua. Ahí la dejamos descansar un poco. Yo me fui a buscar algo para tomar, mi hermano fue al baño.
Cuando subí los encontré acostados en la cama charlando. Mi novia se había puesto una bombachita (roja). Mi hermano estaba desnudo, con la pija a medio parar. Mientras conversaban mi novia se la acariciaba con el revés de la mano, como quien no quiere la cosa. Me senté al lado de ellos, descansamos un poquito. Mi hermano dijo que quería que tomemos merca de las tetas. Ella dijo que encantada, pero que ella nos quería tomar de la pija. Así que eso hicimos antes de retomar los juegos. Mi hermano le tomó de las tetas, unos montoncitos que le hizo sobre los pezones. Yo elegí tomarle de la cola, el olor de su culito mezclado con el de la merca me puso a mil. Ella nos volcó un poco de merca en la pija a cada uno. Fue raro sentir el billete enrollado rozar la pija parada. Ni bien terminó de tomar, le dije a mi hermano que se siente contra el respaldo de la cama. A ella la hice poner en cuatro, y empezar a chuparle la pija. “Hacele un buen pete a mi hermano, amor”. Ella le agarró la pija, lo miró a los ojos, y le dijo “tu hermano quiere regalarte un pete de su hembrita”. Se la metió a la boca y la empezó a chupar acariciándole los huevos. Yo los miré un ratito. “Te la está chupando mi novia, chabón!” le dije excitado. El me miró sonriendo. Después me ubiqué atrás, le bajé la bombacha y le empecé a chupar la cola. Fuerte, a meterle bien la lengua, un poco los dedos. Ella respondía peteando con más fuerza a mi hermano, gimiendo con la boca llena de pija. Después de un rato de esa estimulación mi hermano avisó que no daba más. “Hermano, le puedo acabar la boca?” me preguntó. “Daleee, dejalo”, dijo mi novia poniendo voz de nena. “No, pará”, le dije. “Tomemos lo último y terminamos”. Nos armamos unas rayas bien grandes con lo que quedaba. Estabamos temblando, todos a punto de acabar. Nos dimos un subidón gigante. Estabamos en la estratósfera. “Subite arriba mío, cabálgame perrita”, le dije. Le indiqué a mi hermano: “Ahora yo me la voy a coger por la conchita, y vos le vas a lamer la cola”. Mientras hacíamos eso, le empecé a contar a mi hermano que varias veces mi novia y yo habíamos cogido imaginándonos que participaba él. Nos calentaba emborracharnos y fantasear que cogíamos con otros, y él siempre fue de nuestros preferidos. “Y uno de los mejores polvos que tuvimos”, le conté, “fue uno en el que mientras ella cabalgaba encima mío como lo está haciendo ahora, yo le metía dos dedos en la cola y le decía que se imagine que vos te la estabas cogiendo por atrás. No sabés como acabamos esa vez, hermano. O sea, a mi novia la calienta imaginarse que le hacés la cola. Ahora quiero que lo hagamos pero de verdad”. Mi novia, que no paraba de gemir, me dijo “¿Se lo puedo pedir?”. Le hice señas de que sí. Le dijo “Me cogés por la cola, por favor, herma?” Mi hermano estaba excitadísimo. Se puso atrás de ella, le acomodó la pija y se la empezó a meter por la cola. Al principio con un poco de dificultad, pero a los pocos minutos ya estábamos cogiendola los dos, uno por cada lado. Mi hermano se movía rítmicamente, yo sentía como sus huevos se bamboleaban y me rozaban apenas la pierna.. Yo estaba encantado de imaginar como la pija de mi hermano entraba y salía del orto de mi novia, a punto de descargar semen a chorros ahí adentro. “No doy más”, me dijo. “Acabá, acabale la cola a mi novia, sacate toda la leche, date el gusto”, le dije. “Sí, denme leche, denme leche los dos, denme leche hermanitos, la leche de los dos hermanitos quiero”, pidió mi novia. Un segundo después estábamos los tres en un tremendo orgasmo, nosotros dos eyaculando, yo llenándole la conchita de leche, mi hermano llenándole la cola. Mi novia gritando como una perrita en celo. Me daba un placer gigantesco imaginar como los chorros de semen salían del pene de mi hermano y entraban en la cola de mi novia. Caímos rendidos. Mi novia en el medio, nosotros a los costados.
Habíamos tenido el polvo más morboso, memorable e intenso de nuestras vidas. Estabamos agotados, pero obviamente nos iba a costar dormir, después de lo que habíamos tomado. Ibamos a necesitar acabar varias veces más. Así que en el rato que siguió estuvimos jugando tranqui, en la cama, besándonos los dos con ella, ella pajeandonos un ratito a cada uno, chupándonos un rato. Cuando ya estuvimos con las pijas bien paradas de nuevo, se acostó boca arriba en la cama, con las piernas abiertas, y nos hizo cogerla una vez cada uno, mientras el otro miraba. Quería que fuera rápido, que ni nos preocupemos por hacerla acabar. Nos hizo imaginarnos que era un prostíbulo, que ya habíamos pagado y que teníamos 20 minutos. Primero fue mi hermano. Se la cogió cinco minutos y acabó. Yo miraba sentado. Después me tocó a mi. Le descargué todo el semen adentro mientras me tocaba los huevos. Después, ya terminada su tarea, ella se hizo una paja delante nuestro y acabó.
Nos bañamos, y seguimos tocándonos tranqui y charlando. Seguíamos muy despiertos. La siguiente, una hora después, fue una paja a ambos. Los dos acostados en la cama, y ella pajeandonos a los dos al mismo tiempo. Costó un poco más acabar (ya llevábamos varios polvos) pero todavía hacía falta tener un par de orgasmos más para poder dormir. Mientras nos hacía la paja nos decía que nos imaginemos que éramos esos dos chicos de nuestras primeras masturbaciones, y que habíamos tenido la suerte de que una chica nos diera bola y nos pajeara. Nos hizo toda una fantasía, que iba desde la primera vez de ver a una chica sacarse la bombacha hasta el primer pete. Al final, nos cambió de sorpresa la fantasía, y nos dijo que nos imaginaramos que la paja nos la estaba haciendo nuestra hermana Elizabeth (que tiene un par de años más que nosotros, y con la que obviamente siempre fantaseamos). Cuando estuvimos listos, se metió mi pija en la boca y me la chupó hasta hacerme acabar. A mi hermano lo hizo acabar al mismo tiempo, tirándose la leche en la cara y las tetas.
La última de la noche, ya casi sin ganas y sin leche, fue una hora después, una paja los tres acostados en la cama, cada uno se hizo la suya, recordando las cosas que habíamos hecho en navidad y año nuevo. Acabamos los tres. Mi novia me pidió permiso para darle un último beso en la boca a mi hermano. Le dije que sí. Se besaron, después me besó a mí. Le dijo a él que no se olvidara de llevarse la tanga de recuerdo. “Gracias”, dijo él. “A vos. Fue increíble todo, y como me hiciste la cola, ni hablar. Te la re merecés”, dijo ella. Nos dormimos los tres juntos.
Cuando subí los encontré acostados en la cama charlando. Mi novia se había puesto una bombachita (roja). Mi hermano estaba desnudo, con la pija a medio parar. Mientras conversaban mi novia se la acariciaba con el revés de la mano, como quien no quiere la cosa. Me senté al lado de ellos, descansamos un poquito. Mi hermano dijo que quería que tomemos merca de las tetas. Ella dijo que encantada, pero que ella nos quería tomar de la pija. Así que eso hicimos antes de retomar los juegos. Mi hermano le tomó de las tetas, unos montoncitos que le hizo sobre los pezones. Yo elegí tomarle de la cola, el olor de su culito mezclado con el de la merca me puso a mil. Ella nos volcó un poco de merca en la pija a cada uno. Fue raro sentir el billete enrollado rozar la pija parada. Ni bien terminó de tomar, le dije a mi hermano que se siente contra el respaldo de la cama. A ella la hice poner en cuatro, y empezar a chuparle la pija. “Hacele un buen pete a mi hermano, amor”. Ella le agarró la pija, lo miró a los ojos, y le dijo “tu hermano quiere regalarte un pete de su hembrita”. Se la metió a la boca y la empezó a chupar acariciándole los huevos. Yo los miré un ratito. “Te la está chupando mi novia, chabón!” le dije excitado. El me miró sonriendo. Después me ubiqué atrás, le bajé la bombacha y le empecé a chupar la cola. Fuerte, a meterle bien la lengua, un poco los dedos. Ella respondía peteando con más fuerza a mi hermano, gimiendo con la boca llena de pija. Después de un rato de esa estimulación mi hermano avisó que no daba más. “Hermano, le puedo acabar la boca?” me preguntó. “Daleee, dejalo”, dijo mi novia poniendo voz de nena. “No, pará”, le dije. “Tomemos lo último y terminamos”. Nos armamos unas rayas bien grandes con lo que quedaba. Estabamos temblando, todos a punto de acabar. Nos dimos un subidón gigante. Estabamos en la estratósfera. “Subite arriba mío, cabálgame perrita”, le dije. Le indiqué a mi hermano: “Ahora yo me la voy a coger por la conchita, y vos le vas a lamer la cola”. Mientras hacíamos eso, le empecé a contar a mi hermano que varias veces mi novia y yo habíamos cogido imaginándonos que participaba él. Nos calentaba emborracharnos y fantasear que cogíamos con otros, y él siempre fue de nuestros preferidos. “Y uno de los mejores polvos que tuvimos”, le conté, “fue uno en el que mientras ella cabalgaba encima mío como lo está haciendo ahora, yo le metía dos dedos en la cola y le decía que se imagine que vos te la estabas cogiendo por atrás. No sabés como acabamos esa vez, hermano. O sea, a mi novia la calienta imaginarse que le hacés la cola. Ahora quiero que lo hagamos pero de verdad”. Mi novia, que no paraba de gemir, me dijo “¿Se lo puedo pedir?”. Le hice señas de que sí. Le dijo “Me cogés por la cola, por favor, herma?” Mi hermano estaba excitadísimo. Se puso atrás de ella, le acomodó la pija y se la empezó a meter por la cola. Al principio con un poco de dificultad, pero a los pocos minutos ya estábamos cogiendola los dos, uno por cada lado. Mi hermano se movía rítmicamente, yo sentía como sus huevos se bamboleaban y me rozaban apenas la pierna.. Yo estaba encantado de imaginar como la pija de mi hermano entraba y salía del orto de mi novia, a punto de descargar semen a chorros ahí adentro. “No doy más”, me dijo. “Acabá, acabale la cola a mi novia, sacate toda la leche, date el gusto”, le dije. “Sí, denme leche, denme leche los dos, denme leche hermanitos, la leche de los dos hermanitos quiero”, pidió mi novia. Un segundo después estábamos los tres en un tremendo orgasmo, nosotros dos eyaculando, yo llenándole la conchita de leche, mi hermano llenándole la cola. Mi novia gritando como una perrita en celo. Me daba un placer gigantesco imaginar como los chorros de semen salían del pene de mi hermano y entraban en la cola de mi novia. Caímos rendidos. Mi novia en el medio, nosotros a los costados.
Habíamos tenido el polvo más morboso, memorable e intenso de nuestras vidas. Estabamos agotados, pero obviamente nos iba a costar dormir, después de lo que habíamos tomado. Ibamos a necesitar acabar varias veces más. Así que en el rato que siguió estuvimos jugando tranqui, en la cama, besándonos los dos con ella, ella pajeandonos un ratito a cada uno, chupándonos un rato. Cuando ya estuvimos con las pijas bien paradas de nuevo, se acostó boca arriba en la cama, con las piernas abiertas, y nos hizo cogerla una vez cada uno, mientras el otro miraba. Quería que fuera rápido, que ni nos preocupemos por hacerla acabar. Nos hizo imaginarnos que era un prostíbulo, que ya habíamos pagado y que teníamos 20 minutos. Primero fue mi hermano. Se la cogió cinco minutos y acabó. Yo miraba sentado. Después me tocó a mi. Le descargué todo el semen adentro mientras me tocaba los huevos. Después, ya terminada su tarea, ella se hizo una paja delante nuestro y acabó.
Nos bañamos, y seguimos tocándonos tranqui y charlando. Seguíamos muy despiertos. La siguiente, una hora después, fue una paja a ambos. Los dos acostados en la cama, y ella pajeandonos a los dos al mismo tiempo. Costó un poco más acabar (ya llevábamos varios polvos) pero todavía hacía falta tener un par de orgasmos más para poder dormir. Mientras nos hacía la paja nos decía que nos imaginemos que éramos esos dos chicos de nuestras primeras masturbaciones, y que habíamos tenido la suerte de que una chica nos diera bola y nos pajeara. Nos hizo toda una fantasía, que iba desde la primera vez de ver a una chica sacarse la bombacha hasta el primer pete. Al final, nos cambió de sorpresa la fantasía, y nos dijo que nos imaginaramos que la paja nos la estaba haciendo nuestra hermana Elizabeth (que tiene un par de años más que nosotros, y con la que obviamente siempre fantaseamos). Cuando estuvimos listos, se metió mi pija en la boca y me la chupó hasta hacerme acabar. A mi hermano lo hizo acabar al mismo tiempo, tirándose la leche en la cara y las tetas.
La última de la noche, ya casi sin ganas y sin leche, fue una hora después, una paja los tres acostados en la cama, cada uno se hizo la suya, recordando las cosas que habíamos hecho en navidad y año nuevo. Acabamos los tres. Mi novia me pidió permiso para darle un último beso en la boca a mi hermano. Le dije que sí. Se besaron, después me besó a mí. Le dijo a él que no se olvidara de llevarse la tanga de recuerdo. “Gracias”, dijo él. “A vos. Fue increíble todo, y como me hiciste la cola, ni hablar. Te la re merecés”, dijo ella. Nos dormimos los tres juntos.
5 comentarios - Novia, hermano y alcohol (III): Madrugada de año nuevo
Enloquecí totalmente con la doble penetración que le hicieron a tu novia Amigo @liquid5... me la imagino gozando como la más golfa XD!!!
_PUNTOS para VOS