Cuba, paseo por La Habana.
Creo que todos hemos escuchado mil historias de lo que sucede en Cuba, algunas son demasiado exageradas, otras tienen un aire de verdad pero lo único en lo que estas historias concuerdan es que las mujeres de allá son bellísimas y puedo decir que lo comprobé.Como todo buen turista mexicano, iba dispuesto a buscar aventura, historia, fiesta y mujeres. No fue difícil encontrar todas las anteriores.
Llegué a La Habana, salí del aeropuerto y paso por mí la trasportación que me llevaría al hotel, un hotel viejo y caro que solo utilice para llegar a dormir de día, darme un baño y desayunar en el buffet.
No hay mejor forma de conocer algún lugar que caminarlo. Deje mis cosas en el hotel y salí a recorrer las calles. Me impresionó la calidez de los cubanos. Otra cosa que me impresionó es la forma en que todos sabían que era mexicano aun sin hablar, caminando por la calle te reconocían y todo el mundo deseaba platicar. En un principio es curioso, después de un tiempo es un poco molesto.
Caminé por bastante tiempo y tomé algunos taxis, los taxistas son los mejores aliados de los turistas. Era media tarde y el hambre comenzaba a ser fuerte, estaba cerca del capitolio y pregunté por un lugar para comer. Me dijeron de un lugar en el que había un pollo asado increíble.
Llegué al lugar del que no recuerdo el nombre y me atendió un mesero bastante amable, unos minutos después, noté que había dos mujeres en la barra que llamaron mi atención. Un era alta, delgada y con un cuerpazo, la otra era delgada, más bajita pero con una cara de ángel que de inmediato me llamó la atención.Llamé al mesero y le pregunté:
-Disculpa, una pregunta. ¿Las mujeres que están en la barra, vienen solas o están con alguien?
-Caballero, tiene usted un buen gusto. Pero dígame, ¿cuál de las dos llamó su atención?
-Las dos, pero honestamente el rostro de la más bajita me impresiono, es hermosa.
-Sí, es verdad. ¿Quiere conocerlas?
-Claro, ¿las conoces?
-La más alta es una amiga de hace mucho tiempo, la otra es su prima.
-Perfecto, diles que si les puedo invitar un trago.
El mesero se les acerco y las dos voltearon a verme. La más alta enseguida se paró y se acercó, la otra tomo un poco más de tiempo pero de igual manera lo hizo.Les invite un par de cervezas y platicamos por un rato. La más alta tenía una personalidad desinhibida, hablaba muy fuerte y tenía una risa muy escandalosa, era todo lo contrario a la otra que era mucho más reservada y tranquila, eso me gustó.
Me plantearon salir por la noche a bailar a un lugar llamado “La casa de la música de Miramar” y me gustó la idea. Regresé al hotel y me di un baño, me cambie de ropa y salí a buscar un taxi. Habíamos quedado de vernos afuera del lugar.
Al llegar ambas se veían espectaculares, las acompañaba el mesero del lugar donde habíamos comido. Había una fila grande para entrar al lugar pero los de la puerta al verme, de inmediato nos acercaron al frente y nos dejaron pasar. Pedimos una mesa y de beber pedí una botella de ron. De verdad me sorprendió lo barato que era.
Comenzamos a beber y después de un rato empezamos a bailar. Que ritmo tienen las cubanas, de verdad es de miedo la forma en que se mueven, la sensualidad que demostraban al bailar era solo una parte de lo que estaba por conocer.
La más bajita se llamaba Alicia, de la otra no recuerdo el nombre. Alicia me tenía impresionado con su belleza y el mesero se dio cuenta, jaló a la otra y nos dejaron solos en la mesa. Comenzamos a charlar, bailamos y reímos como niños pequeños. Al estar con ella parecía que el tiempo se detenía.
La noche siguió, terminamos la botella y me dijeron que si seguíamos la fiesta en su casa, estaba cerca y podíamos pasar a comprar algo de tomar, me pareció buena opción aunque para ser franco, cualquier cosa que me hubieran pedido en ese momento, habría dicho que sí.
Salimos del lugar y tomamos un taxi, pasamos por otra botella de ron y algunos refrescos. Llegamos al lugar, era una casa de un piso, humilde pero bastante acogedora. La casa era de los tíos de Alicia.
Servimos un par de tragos, bailamos un poco y la otra pareja se despidió. Nos quedamos Alicia y yo en la sala. Estaba de pie cerca de la mesa del comedor y yo sentado en un sillón de la sala. Puso en la grabadora una canción cubana y volteo hacia donde estaba yo sentado.
Traía un vestido corto, blanco de fondo con algunas flores estampadas, zapatos bajitos y el pelo suelto ondulado.
Comenzó a bailar al ritmo de la música con la mirada fija en mis ojos, durante todo el tiempo que estuvimos en el antro no había bailado de esa forma. Tenía unos movimientos tan sensuales y al ritmo que bailaba levantaba de a poco el vestido que me permitía ver lo torneado de sus piernas y glúteos, traía un cachetero blanco.
Sonreía de manera picara y me empezó indicar que me acercara con el dedo índice, tardo más en decírmelo que yo ya estaba de pie. Ella seguía bailando, me le acerque despacio, la tome por la cintura y poco a poco la empuje hacia la mesa. Ella me veía con una mezcla de miedo y ansiedad mientras mordía sus labios. Al llegar a la mesa la bese como no había besado a nadie en años. Me tomo de la mano y me llevo hacia uno de los cuartos. Solamente había una cama y una pequeña mesa de noche.
Me dio un beso igual de intenso que el primero y me aventó sobre la cama, me quede indefenso viéndola, era hermosa y con ese toque cubano que me pone a mil.
-Ahora sí, vas a conocer lo que es el amor a la cubana papi.
De un solo jalón se quitó el vestido, yo estaba perplejo. Traía el cachetero blanco y en la parte de arriba no traía nada. Sus pechos eran perfectos, redondos, de un tamaño acorde a su cuerpo, con un pezón mediano, deliciosos. Estaba admirándola y se quitó el cachetero, tenía un trasero espectacular, de frente estaba completamente depiladita, se le veían unos labios pequeños.
-¿Te gusta lo que ves?
De un solo impulso me levanté, la empecé a besar y la tendí sobre la cama. Seguí besándola y fui bajando poco a poco por su cuerpo, recuerdo haber besado cada rincón hasta que llegue a su vientre, en ese momento y de manera automática abrió sus piernas y me dejo ver esos deliciosos labios. De primera la tome de la cadera y pase mi lengua despacio por todo su sexo, tenía un sabor delicioso, calientita, húmeda.
La tomé con los dedos y la abrí, era de color rosa. Le metí poco a poco el dedo índice mientras seguía con la lengua besando su clítoris que para ese entonces estaba bastante hinchado. Le pedí que chupara mis dedos para que probara su sabor, levanto un poco su cadera y pude ver su pequeño ano. Despacio empecé a meter dedo mientras seguía besando su clítoris. Lo tenía bastante apretadito y poco a poco fue dilatando. Estaba listo para más.
Me levanté y me quite la camisa mientras la veía tendida en la cama y se tocaba, yo no podía con la ansiedad. Me quite el pantalón y bóxer de un solo jalón y me acerqué. Ella se incorporó y me tomó el pene con una mano. Me veía a los ojos y paso la lengua por todo mi miembro, después me la empezó a chupar y de un solo golpe la metió toda en su boca. Sentí que volaba.
Siguió chupando mientras me acariciaba los huevos con la palma de la mano. Siguió por un rato más, la tomé de la barbilla y la recosté, mientras lo hacía, ella abría las piernas. Me puse de rodillas en cama, levante sus piernas hacia mis hombros y pase mi miembro por sus labios, estaban hinchados y totalmente húmedos.
Despacio comencé a metérsela, ella solo cerró los ojos. Seguí así mientras sostenía fuerte sus piernas hasta que llego el punto que sentí estar a punto de venirme, me detuve y me recosté a su lado, ella se puso de lado y levanto una de las piernas. Acomode nuevamente mi pene dentro de ella y seguí. Con una de mis manos acariciaba sus pezones mientras le besaba el cuello, de vez en cuando volteaba la cara y nos besábamos. Tenía un movimiento de cadera tan natural que me encantaba. Cuando aceleraba tenía un pequeño pujido que me prendía más.
Para entonces estábamos los dos sudando y muy calientes aun. Me puse de pie y la puse de rodillas en la orilla de la cama. Arqueo la espalda y puso ambas manos sobre el cochón, sujetándose con fuerza como esperando unas buenas embestidas, levanto su trasero y tenía una vista estupenda.
Me acerque y esta vez se la metí de un solo golpe, de la misma forma seguí dándole duro y sentía como su cuerpo chocaba fuertemente con el mío. Los pequeños gemidos pasaron a ser gritos mientras yo la sujetaba con más fuerza la cadera y le daba con todo. En un momento sentí como su cuerpo se aflojaba y sus brazos se doblaban, se zafo y se dejó caer sobre la cama.
La gire y la puse en posición de misionero, me puse sobre ella y seguía a medio orgasmo. La empecé a penetrar nuevamente y me comenzó a rasguñar la espalda, eso me puso a mil y seguí dándole duro. No paso mucho tiempo y termine dentro, ella seguía moviéndose y besándome. Me gire y me recosté, busque en mi pantalón y saque un cigarro. Me abrazo y pensé que todo había terminado.
Nos quedamos dormidos un rato, no sé cuánto tiempo fue. De pronto abrí los ojos, ya era de día y ella estaba recostada a mi lado. Abrió los ojos y lo primero que hizo fue darme un beso y tenía una sonrisa pícara en la cara, hermosa yo diría. Se levantó y me tomó de la mano.
-Ven, es hora de ducharnos.
Me levanté y nos dirigimos hacia la ducha.
Hasta aquí llega la primera parte de una de las muchas cosas que me pasaron en la isla, después continuaré con la segunda parte, espero que les haya agradado.
Creo que todos hemos escuchado mil historias de lo que sucede en Cuba, algunas son demasiado exageradas, otras tienen un aire de verdad pero lo único en lo que estas historias concuerdan es que las mujeres de allá son bellísimas y puedo decir que lo comprobé.Como todo buen turista mexicano, iba dispuesto a buscar aventura, historia, fiesta y mujeres. No fue difícil encontrar todas las anteriores.
Llegué a La Habana, salí del aeropuerto y paso por mí la trasportación que me llevaría al hotel, un hotel viejo y caro que solo utilice para llegar a dormir de día, darme un baño y desayunar en el buffet.
No hay mejor forma de conocer algún lugar que caminarlo. Deje mis cosas en el hotel y salí a recorrer las calles. Me impresionó la calidez de los cubanos. Otra cosa que me impresionó es la forma en que todos sabían que era mexicano aun sin hablar, caminando por la calle te reconocían y todo el mundo deseaba platicar. En un principio es curioso, después de un tiempo es un poco molesto.
Caminé por bastante tiempo y tomé algunos taxis, los taxistas son los mejores aliados de los turistas. Era media tarde y el hambre comenzaba a ser fuerte, estaba cerca del capitolio y pregunté por un lugar para comer. Me dijeron de un lugar en el que había un pollo asado increíble.
Llegué al lugar del que no recuerdo el nombre y me atendió un mesero bastante amable, unos minutos después, noté que había dos mujeres en la barra que llamaron mi atención. Un era alta, delgada y con un cuerpazo, la otra era delgada, más bajita pero con una cara de ángel que de inmediato me llamó la atención.Llamé al mesero y le pregunté:
-Disculpa, una pregunta. ¿Las mujeres que están en la barra, vienen solas o están con alguien?
-Caballero, tiene usted un buen gusto. Pero dígame, ¿cuál de las dos llamó su atención?
-Las dos, pero honestamente el rostro de la más bajita me impresiono, es hermosa.
-Sí, es verdad. ¿Quiere conocerlas?
-Claro, ¿las conoces?
-La más alta es una amiga de hace mucho tiempo, la otra es su prima.
-Perfecto, diles que si les puedo invitar un trago.
El mesero se les acerco y las dos voltearon a verme. La más alta enseguida se paró y se acercó, la otra tomo un poco más de tiempo pero de igual manera lo hizo.Les invite un par de cervezas y platicamos por un rato. La más alta tenía una personalidad desinhibida, hablaba muy fuerte y tenía una risa muy escandalosa, era todo lo contrario a la otra que era mucho más reservada y tranquila, eso me gustó.
Me plantearon salir por la noche a bailar a un lugar llamado “La casa de la música de Miramar” y me gustó la idea. Regresé al hotel y me di un baño, me cambie de ropa y salí a buscar un taxi. Habíamos quedado de vernos afuera del lugar.
Al llegar ambas se veían espectaculares, las acompañaba el mesero del lugar donde habíamos comido. Había una fila grande para entrar al lugar pero los de la puerta al verme, de inmediato nos acercaron al frente y nos dejaron pasar. Pedimos una mesa y de beber pedí una botella de ron. De verdad me sorprendió lo barato que era.
Comenzamos a beber y después de un rato empezamos a bailar. Que ritmo tienen las cubanas, de verdad es de miedo la forma en que se mueven, la sensualidad que demostraban al bailar era solo una parte de lo que estaba por conocer.
La más bajita se llamaba Alicia, de la otra no recuerdo el nombre. Alicia me tenía impresionado con su belleza y el mesero se dio cuenta, jaló a la otra y nos dejaron solos en la mesa. Comenzamos a charlar, bailamos y reímos como niños pequeños. Al estar con ella parecía que el tiempo se detenía.
La noche siguió, terminamos la botella y me dijeron que si seguíamos la fiesta en su casa, estaba cerca y podíamos pasar a comprar algo de tomar, me pareció buena opción aunque para ser franco, cualquier cosa que me hubieran pedido en ese momento, habría dicho que sí.
Salimos del lugar y tomamos un taxi, pasamos por otra botella de ron y algunos refrescos. Llegamos al lugar, era una casa de un piso, humilde pero bastante acogedora. La casa era de los tíos de Alicia.
Servimos un par de tragos, bailamos un poco y la otra pareja se despidió. Nos quedamos Alicia y yo en la sala. Estaba de pie cerca de la mesa del comedor y yo sentado en un sillón de la sala. Puso en la grabadora una canción cubana y volteo hacia donde estaba yo sentado.
Traía un vestido corto, blanco de fondo con algunas flores estampadas, zapatos bajitos y el pelo suelto ondulado.
Comenzó a bailar al ritmo de la música con la mirada fija en mis ojos, durante todo el tiempo que estuvimos en el antro no había bailado de esa forma. Tenía unos movimientos tan sensuales y al ritmo que bailaba levantaba de a poco el vestido que me permitía ver lo torneado de sus piernas y glúteos, traía un cachetero blanco.
Sonreía de manera picara y me empezó indicar que me acercara con el dedo índice, tardo más en decírmelo que yo ya estaba de pie. Ella seguía bailando, me le acerque despacio, la tome por la cintura y poco a poco la empuje hacia la mesa. Ella me veía con una mezcla de miedo y ansiedad mientras mordía sus labios. Al llegar a la mesa la bese como no había besado a nadie en años. Me tomo de la mano y me llevo hacia uno de los cuartos. Solamente había una cama y una pequeña mesa de noche.
Me dio un beso igual de intenso que el primero y me aventó sobre la cama, me quede indefenso viéndola, era hermosa y con ese toque cubano que me pone a mil.
-Ahora sí, vas a conocer lo que es el amor a la cubana papi.
De un solo jalón se quitó el vestido, yo estaba perplejo. Traía el cachetero blanco y en la parte de arriba no traía nada. Sus pechos eran perfectos, redondos, de un tamaño acorde a su cuerpo, con un pezón mediano, deliciosos. Estaba admirándola y se quitó el cachetero, tenía un trasero espectacular, de frente estaba completamente depiladita, se le veían unos labios pequeños.
-¿Te gusta lo que ves?
De un solo impulso me levanté, la empecé a besar y la tendí sobre la cama. Seguí besándola y fui bajando poco a poco por su cuerpo, recuerdo haber besado cada rincón hasta que llegue a su vientre, en ese momento y de manera automática abrió sus piernas y me dejo ver esos deliciosos labios. De primera la tome de la cadera y pase mi lengua despacio por todo su sexo, tenía un sabor delicioso, calientita, húmeda.
La tomé con los dedos y la abrí, era de color rosa. Le metí poco a poco el dedo índice mientras seguía con la lengua besando su clítoris que para ese entonces estaba bastante hinchado. Le pedí que chupara mis dedos para que probara su sabor, levanto un poco su cadera y pude ver su pequeño ano. Despacio empecé a meter dedo mientras seguía besando su clítoris. Lo tenía bastante apretadito y poco a poco fue dilatando. Estaba listo para más.
Me levanté y me quite la camisa mientras la veía tendida en la cama y se tocaba, yo no podía con la ansiedad. Me quite el pantalón y bóxer de un solo jalón y me acerqué. Ella se incorporó y me tomó el pene con una mano. Me veía a los ojos y paso la lengua por todo mi miembro, después me la empezó a chupar y de un solo golpe la metió toda en su boca. Sentí que volaba.
Siguió chupando mientras me acariciaba los huevos con la palma de la mano. Siguió por un rato más, la tomé de la barbilla y la recosté, mientras lo hacía, ella abría las piernas. Me puse de rodillas en cama, levante sus piernas hacia mis hombros y pase mi miembro por sus labios, estaban hinchados y totalmente húmedos.
Despacio comencé a metérsela, ella solo cerró los ojos. Seguí así mientras sostenía fuerte sus piernas hasta que llego el punto que sentí estar a punto de venirme, me detuve y me recosté a su lado, ella se puso de lado y levanto una de las piernas. Acomode nuevamente mi pene dentro de ella y seguí. Con una de mis manos acariciaba sus pezones mientras le besaba el cuello, de vez en cuando volteaba la cara y nos besábamos. Tenía un movimiento de cadera tan natural que me encantaba. Cuando aceleraba tenía un pequeño pujido que me prendía más.
Para entonces estábamos los dos sudando y muy calientes aun. Me puse de pie y la puse de rodillas en la orilla de la cama. Arqueo la espalda y puso ambas manos sobre el cochón, sujetándose con fuerza como esperando unas buenas embestidas, levanto su trasero y tenía una vista estupenda.
Me acerque y esta vez se la metí de un solo golpe, de la misma forma seguí dándole duro y sentía como su cuerpo chocaba fuertemente con el mío. Los pequeños gemidos pasaron a ser gritos mientras yo la sujetaba con más fuerza la cadera y le daba con todo. En un momento sentí como su cuerpo se aflojaba y sus brazos se doblaban, se zafo y se dejó caer sobre la cama.
La gire y la puse en posición de misionero, me puse sobre ella y seguía a medio orgasmo. La empecé a penetrar nuevamente y me comenzó a rasguñar la espalda, eso me puso a mil y seguí dándole duro. No paso mucho tiempo y termine dentro, ella seguía moviéndose y besándome. Me gire y me recosté, busque en mi pantalón y saque un cigarro. Me abrazo y pensé que todo había terminado.
Nos quedamos dormidos un rato, no sé cuánto tiempo fue. De pronto abrí los ojos, ya era de día y ella estaba recostada a mi lado. Abrió los ojos y lo primero que hizo fue darme un beso y tenía una sonrisa pícara en la cara, hermosa yo diría. Se levantó y me tomó de la mano.
-Ven, es hora de ducharnos.
Me levanté y nos dirigimos hacia la ducha.
Hasta aquí llega la primera parte de una de las muchas cosas que me pasaron en la isla, después continuaré con la segunda parte, espero que les haya agradado.
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