Mis días de gimnasio son una parte central de mi vida. Sin ellos no me mantendría en forma para poder conquistar a mis amantes ocasionales. También es un momento que me hace bien para desconectarme de la rutina del trabajo y por último pero no menos importante es un lugar donde está lleno de hombres con el cuerpo trabajado y musculoso. Es el momento y el lugar perfecto para mi, en especial porque también atraigo miradas y eso me hace sentir deseada.
Hay un par de días a la semana que entre el horario de mi trabajo y otras actividades me toca ir al gym tarde y salgo de noche. En uno de esos días pasó eso que tanto estaba esperando. Esa noche no había mucho movimiento en el lugar. Solo quedábamos a esa altura, el instructor un par de pibes que recién empezaban y el hermoso y enorme Charly. Un hombre de unos cuarentilargos, más o menos, muy bien formado. Es muy alto y tiene unos brazos muy fibrosos, es morocho pero tiene unos ojasos azules que cuando te mira fijamente hace que te mojes.
Era una oportunidad inmejorable. El instructor estaba muy pendiente de los novatos para que no se hagan daño así que yo aproveché para pedirle ayuda a este espectacular maduro y lanzarme abiertamente a provocarlo. Cosa que jamás iniciaría él ya que es un hombre casado y tiene una familia tipo, un hijo de unos 10 años más o menos y una hija adolescente que a veces va al gimnasio con él. Le pedí ayuda con una maquina y desde ahí estuve hablandole todo el tiempo y tratando de que me mirara especialmente cada vez que hacía algún movimiento sugestivo. Le hablaba cada vez que me encontraba con la cola hacia arriba o en alguna posición donde luciera bien mis pechos y podía ver la forma en que los ojos se le iban.
La charla fue de lo más amena durante poco más de una hora. Trató de marcar distancia mencionando varias veces a sus hijos y a su esposa pero lo que decía que no con la boca lo decía que sí con sus ojos. Cuando estábamos por irnos una vez que había concluido cada uno con sus rutinas cada uno pasó por los respectivos vestuarios para cambiarnos y refrescarnos un poco pero yo apenas cerré la puerta del mío la volví a abrir y me crucé al vestuario de los hombres pero antes de hacerme notar puse la traba en la puerta para evitar interrupciones.
Apenas entré me lo encontré de espaldas sin remera agachado atándose los cordones de los zapatos. Me acerqué de atrás y crucé mis dos brazos por debajo de los suyos.
- Pensas irte sin despedirnos papi?- le pregunté mientras pasaba las puntas de los dedos por su pecho marcado y bajaba suavemente por su abdomen perfecto.
- Me parece que estas confundida. Yo soy un hombre casado y fiel. - Me contestó sin mucho apuro.
- Y esto también es una confusión? -le retruqué, tomando entre mis dos manos su pija que estaba dura como un poste.
Rozando mi cuerpo contra su espalda, bajé su pantalón sin ninguna resistencia y empece a hacerle una paja mientras le seguía preguntando al oído con tono de puta
- Todavía estoy confundida? - algo que lo excitó mucho.
Se dio vuelta y me comió la boca mientras yo lo pajeaba más rápido. Me dejó de besar un segundo y yo lo miré con una sonrisa viciosa y me agaché mirándolo con ese gesto que pareció excitarlo mucho y me puse a hacer lo que mejor sé: lamer esa linda pija hasta escucharlo gemir. Esa fue mi señal para meterla adentro de mi boca sin dejar de envolverla con mi lengua una y otra vez. Tomé sus duras nalgas con mis manos y él hizo lo mismo con mi cabeza. Al fin tenía esa pija que tanto tiempo había deseado sola para mi.
Me estaba ahogando con esa delicia de verga. Cuando la sacaba de mi boca un liquido medio blanco mezcla de mi saliva con ese delicioso jugo previo al semen que tanto me gusta resbalaba de mis labios que sonreían mirando el placer en su rostro.
- Que perra que sos. Los rumores sobre vos se quedan cortos, sos una bestia nena. Veni para acá- Me fue largando entrecortado en medio de gemidos.
Me Agarró con sus fuertes brazos y me levantó besandome de nuevo mucho más excitado que la primera vez. Yo me abracé con mis dos piernas de su cintura y rozaba mi calza, ya metida en mi concha, contra él. Sentía esas manos grandes agarrando mi culo.
Me recostó en el banco de madera y me bajó la calza. Lo próximo que supe fue que tenía una de sus enormes manos tapándome la boca y me empezaba a penetrar sin ninguna sutileza. Me la metió entera de una y bombeaba con la fuerza proporcional al tamaño de su cuerpo. Muy rápido y fuerte. Yo me retorcía de placer e instintivamente gritaba en vano porque tenía su mano cubriendo mis fuertes gritos. Mis dos pies, aún con las zapatillas y con la calza amontonada debajo de la rodilla estaban juntos y apoyados en su hombro.
- Esto va a ser rápido, pedazo de puta. Es lo que tanto querías disfrutalo. Cuanto hace que no cogía una conchita joven y toda depilada como la tuya.
Yo quería contestarle para seguir calentandolo pero su mano en mi boca no me dejaba.
Pronto empezó a temblar como si fuera a acabar. No quería que me llene de leche así que como pude me solté y le pedi que me la diera en la boca.
Sin dudarlo un segundo y como si fuera un niño en el cuerpo de un adulto puso una cara de entusiasmo enorme y apenas vi eso me puse a chuparla y succionar con todo para que fuera una acabada de lo más placentera. No tardó casi nada en empezar a acabar dentro de mi boca y sin soltarla un segundo fui tragando con mucho esfuerza cada uno de los chorros que calentaron mi garganta.
Se limpió con un papel para las manos y se terminó de vestir lo más rápido que pudo. Antes de irse me dio tres besos muy intensos y me advirtió que no comente esto con nadie. Salió casi corriendo del lugar y pude escuchar los saludos de lejos y la puerta. Quede acostada media desnuda y con la boca acabada por este potro salvaje.
Fue tanta la satisfacción que tenía que me quedé chupando los restos de leche que se me habían escapado de la boca totalmente despreocupada.
Mientras estaba en eso escuché la puerta del vestuario y la voz de mi instructor acompañado de las risas de los dos pibitos nuevos . Solo llegué a girar la cabeza en el momento justo en el que entraron y me vieron ahí con el culo al aire y lamiendome la punta del dedo indice. Al mirar las caras de perplejidad de los tres se me formó una sonrisa picara de oreja a oreja y mientras el profe comprendió, salió rápido, cerró con llave y puso el cartel de cerrado, yo me acerqué a los dos jóvenes nuevos, los miré a los ojos y seguían paralizados por la sorpresa. Me saqué la remera y me desabroché el corpiño sosteniendolo con mis manos.
En ese momento entró el profe y les dijo
- Chicos, este es su día de suerte. Esto no se ve todos los días - y se puso detrás mío agarrando mis manos para que deje libres mis pechos. Yo dejé caer el corpiño mientras recibía los besos ardientes en mi cuello y miraba a los dos flacos de ropa suelta y los invité a acercarse con mis dos manos extendidas. Cada uno tomó una de mis manos y se me aproximó mirando como una de las manos de Walter, el profesor, estaba investigando entre mis piernas y la otra subía de mi panza y empezaba a acariciar mi pecho izquierdo desde abajo.
- Vení bebé, vos también bombón - les dije acariciandoles los rostros a cada uno con cierta ternura pero con la excitación de las caricias de Walter. Crucé mis dos brazos por detras del cuello del más bajito y lo empecé a besar de a poco. En cuestión de segundos el beso era con toda mi lengua adentro de su boca. El segundo que tenía la misma cara de inexperiencia miraba con la boca abierta. agarré de nuevo su mano e interrumpi el beso para mirarlo recorriendo mis labios con mi lengua lentamente. Para cuando lo besé ya estaba tan caliente que olvidó su timides y me agarró una teta apretando muy fuerte. Besaba a cada uno mientras metía mis manos dentro de sus joggings para encontrar sus pijas duras.
Con todo esto nuestro veterano instructor estaba muy caliente y miraba todo masturbandose hacía rato. Unos timidos gemidos se les escapaban a los dos novatos y yo recibía sus caricias ya por todo mi cuerpo, en mis nalgas, mis pechos, mis piernas, los labios de mi concha, y todo espacio intermedio. Sus besos recorrían mi cuello mis tetas y mi boca según la oportunidad y yo los masturbaba cada vez con mayor intensidad. El juego de caricias y besos era de lo más ardiente pero quise darles un poco más de placer y de espaldas al profe me agaché y me metí la pija del más alto en la boca haciendo que me regale un gemido largo y fuerte como si estuviera acabando. Chupe unos segundos y le hice exactamente lo mismo al segundo que me tomó la cabeza con más confianza y se animó a decirme - si puta si, chupamela - con la voz fuerte de quien está muy excitado.
Así como estaban las cosas fui cambiando de pija una y otra vez, mirandolos delirar de placer y sonriendo todo el tiempo. Los hilos blancuzcos que colgaban de mi boca eran cada vez más abundantes y decoraban mi pera, cuello y pechos. De pronto sentí una presión en el culo. La tercer pija que me faltaba encontró por donde entrar y empezó a introducirse dentro de mi ano disfrutando de la adaptación de su interior y de mis gritos de placer, cortados por las chupadas intermitentes a los dos pibes. Con la pija del profe dentro mío y la excitación que me producía su fuerte cogida mis mamadas fueron cada vez más enérgicas y veloces.
- si si si mi amor - me dijo el más chico y la acabada no tardo más de unos segundos. Me explotó dentro de la boca y el amigo que se masturbaba mientras esperaba su turno, se calentó mucho al ver eso y también acabó llenando de semen mi mejilla derecha, parte de mi nariz y un poco de mi frente.
Mientras lamía sus pijas en medio de gritos de placer. Recibí la última acabada dentro de mi culo. Y pude sentir a penas la sacó como empezaba a chorrear por mi pierna.
Estaba muy satisfecha así que arrodillada les lamí lo que quedaba de leche a cada uno de los tres y les regalé la imagen de tragarme todo viéndolos a los ojos. Los dos pibes se miraban como pensando si era cierto o estaban soñando.
- Que rico chicos. Esto queda acá bombones, me encantó- les dije mientras me ponía el corpiño. Después me paré y les di un beso en el cuello a cada uno de los muchachos. A modo de despedida.
El experimentado profesor solo me besó la frente y les palmeó los hombros a ambos.
- Bueno chicos, no se pueden quejar. Ahora a cambiarse que ya cerramos - Les dijo mientras salía del vestuario con una sonrisa indisimulable de felicidad.
A partir de esa noche casi todo lo sucedido comenzó a circular como un rumor más en el gym, muy difícil de creer viendo a esos dos flacuchos, por cierto, y obviamente desmentido por el instructor. Uno más de los rumores de mis calenturas en el gym.
Hay un par de días a la semana que entre el horario de mi trabajo y otras actividades me toca ir al gym tarde y salgo de noche. En uno de esos días pasó eso que tanto estaba esperando. Esa noche no había mucho movimiento en el lugar. Solo quedábamos a esa altura, el instructor un par de pibes que recién empezaban y el hermoso y enorme Charly. Un hombre de unos cuarentilargos, más o menos, muy bien formado. Es muy alto y tiene unos brazos muy fibrosos, es morocho pero tiene unos ojasos azules que cuando te mira fijamente hace que te mojes.
Era una oportunidad inmejorable. El instructor estaba muy pendiente de los novatos para que no se hagan daño así que yo aproveché para pedirle ayuda a este espectacular maduro y lanzarme abiertamente a provocarlo. Cosa que jamás iniciaría él ya que es un hombre casado y tiene una familia tipo, un hijo de unos 10 años más o menos y una hija adolescente que a veces va al gimnasio con él. Le pedí ayuda con una maquina y desde ahí estuve hablandole todo el tiempo y tratando de que me mirara especialmente cada vez que hacía algún movimiento sugestivo. Le hablaba cada vez que me encontraba con la cola hacia arriba o en alguna posición donde luciera bien mis pechos y podía ver la forma en que los ojos se le iban.
La charla fue de lo más amena durante poco más de una hora. Trató de marcar distancia mencionando varias veces a sus hijos y a su esposa pero lo que decía que no con la boca lo decía que sí con sus ojos. Cuando estábamos por irnos una vez que había concluido cada uno con sus rutinas cada uno pasó por los respectivos vestuarios para cambiarnos y refrescarnos un poco pero yo apenas cerré la puerta del mío la volví a abrir y me crucé al vestuario de los hombres pero antes de hacerme notar puse la traba en la puerta para evitar interrupciones.
Apenas entré me lo encontré de espaldas sin remera agachado atándose los cordones de los zapatos. Me acerqué de atrás y crucé mis dos brazos por debajo de los suyos.
- Pensas irte sin despedirnos papi?- le pregunté mientras pasaba las puntas de los dedos por su pecho marcado y bajaba suavemente por su abdomen perfecto.
- Me parece que estas confundida. Yo soy un hombre casado y fiel. - Me contestó sin mucho apuro.
- Y esto también es una confusión? -le retruqué, tomando entre mis dos manos su pija que estaba dura como un poste.
Rozando mi cuerpo contra su espalda, bajé su pantalón sin ninguna resistencia y empece a hacerle una paja mientras le seguía preguntando al oído con tono de puta
- Todavía estoy confundida? - algo que lo excitó mucho.
Se dio vuelta y me comió la boca mientras yo lo pajeaba más rápido. Me dejó de besar un segundo y yo lo miré con una sonrisa viciosa y me agaché mirándolo con ese gesto que pareció excitarlo mucho y me puse a hacer lo que mejor sé: lamer esa linda pija hasta escucharlo gemir. Esa fue mi señal para meterla adentro de mi boca sin dejar de envolverla con mi lengua una y otra vez. Tomé sus duras nalgas con mis manos y él hizo lo mismo con mi cabeza. Al fin tenía esa pija que tanto tiempo había deseado sola para mi.
Me estaba ahogando con esa delicia de verga. Cuando la sacaba de mi boca un liquido medio blanco mezcla de mi saliva con ese delicioso jugo previo al semen que tanto me gusta resbalaba de mis labios que sonreían mirando el placer en su rostro.
- Que perra que sos. Los rumores sobre vos se quedan cortos, sos una bestia nena. Veni para acá- Me fue largando entrecortado en medio de gemidos.
Me Agarró con sus fuertes brazos y me levantó besandome de nuevo mucho más excitado que la primera vez. Yo me abracé con mis dos piernas de su cintura y rozaba mi calza, ya metida en mi concha, contra él. Sentía esas manos grandes agarrando mi culo.
Me recostó en el banco de madera y me bajó la calza. Lo próximo que supe fue que tenía una de sus enormes manos tapándome la boca y me empezaba a penetrar sin ninguna sutileza. Me la metió entera de una y bombeaba con la fuerza proporcional al tamaño de su cuerpo. Muy rápido y fuerte. Yo me retorcía de placer e instintivamente gritaba en vano porque tenía su mano cubriendo mis fuertes gritos. Mis dos pies, aún con las zapatillas y con la calza amontonada debajo de la rodilla estaban juntos y apoyados en su hombro.
- Esto va a ser rápido, pedazo de puta. Es lo que tanto querías disfrutalo. Cuanto hace que no cogía una conchita joven y toda depilada como la tuya.
Yo quería contestarle para seguir calentandolo pero su mano en mi boca no me dejaba.
Pronto empezó a temblar como si fuera a acabar. No quería que me llene de leche así que como pude me solté y le pedi que me la diera en la boca.
Sin dudarlo un segundo y como si fuera un niño en el cuerpo de un adulto puso una cara de entusiasmo enorme y apenas vi eso me puse a chuparla y succionar con todo para que fuera una acabada de lo más placentera. No tardó casi nada en empezar a acabar dentro de mi boca y sin soltarla un segundo fui tragando con mucho esfuerza cada uno de los chorros que calentaron mi garganta.
Se limpió con un papel para las manos y se terminó de vestir lo más rápido que pudo. Antes de irse me dio tres besos muy intensos y me advirtió que no comente esto con nadie. Salió casi corriendo del lugar y pude escuchar los saludos de lejos y la puerta. Quede acostada media desnuda y con la boca acabada por este potro salvaje.
Fue tanta la satisfacción que tenía que me quedé chupando los restos de leche que se me habían escapado de la boca totalmente despreocupada.
Mientras estaba en eso escuché la puerta del vestuario y la voz de mi instructor acompañado de las risas de los dos pibitos nuevos . Solo llegué a girar la cabeza en el momento justo en el que entraron y me vieron ahí con el culo al aire y lamiendome la punta del dedo indice. Al mirar las caras de perplejidad de los tres se me formó una sonrisa picara de oreja a oreja y mientras el profe comprendió, salió rápido, cerró con llave y puso el cartel de cerrado, yo me acerqué a los dos jóvenes nuevos, los miré a los ojos y seguían paralizados por la sorpresa. Me saqué la remera y me desabroché el corpiño sosteniendolo con mis manos.
En ese momento entró el profe y les dijo
- Chicos, este es su día de suerte. Esto no se ve todos los días - y se puso detrás mío agarrando mis manos para que deje libres mis pechos. Yo dejé caer el corpiño mientras recibía los besos ardientes en mi cuello y miraba a los dos flacos de ropa suelta y los invité a acercarse con mis dos manos extendidas. Cada uno tomó una de mis manos y se me aproximó mirando como una de las manos de Walter, el profesor, estaba investigando entre mis piernas y la otra subía de mi panza y empezaba a acariciar mi pecho izquierdo desde abajo.
- Vení bebé, vos también bombón - les dije acariciandoles los rostros a cada uno con cierta ternura pero con la excitación de las caricias de Walter. Crucé mis dos brazos por detras del cuello del más bajito y lo empecé a besar de a poco. En cuestión de segundos el beso era con toda mi lengua adentro de su boca. El segundo que tenía la misma cara de inexperiencia miraba con la boca abierta. agarré de nuevo su mano e interrumpi el beso para mirarlo recorriendo mis labios con mi lengua lentamente. Para cuando lo besé ya estaba tan caliente que olvidó su timides y me agarró una teta apretando muy fuerte. Besaba a cada uno mientras metía mis manos dentro de sus joggings para encontrar sus pijas duras.
Con todo esto nuestro veterano instructor estaba muy caliente y miraba todo masturbandose hacía rato. Unos timidos gemidos se les escapaban a los dos novatos y yo recibía sus caricias ya por todo mi cuerpo, en mis nalgas, mis pechos, mis piernas, los labios de mi concha, y todo espacio intermedio. Sus besos recorrían mi cuello mis tetas y mi boca según la oportunidad y yo los masturbaba cada vez con mayor intensidad. El juego de caricias y besos era de lo más ardiente pero quise darles un poco más de placer y de espaldas al profe me agaché y me metí la pija del más alto en la boca haciendo que me regale un gemido largo y fuerte como si estuviera acabando. Chupe unos segundos y le hice exactamente lo mismo al segundo que me tomó la cabeza con más confianza y se animó a decirme - si puta si, chupamela - con la voz fuerte de quien está muy excitado.
Así como estaban las cosas fui cambiando de pija una y otra vez, mirandolos delirar de placer y sonriendo todo el tiempo. Los hilos blancuzcos que colgaban de mi boca eran cada vez más abundantes y decoraban mi pera, cuello y pechos. De pronto sentí una presión en el culo. La tercer pija que me faltaba encontró por donde entrar y empezó a introducirse dentro de mi ano disfrutando de la adaptación de su interior y de mis gritos de placer, cortados por las chupadas intermitentes a los dos pibes. Con la pija del profe dentro mío y la excitación que me producía su fuerte cogida mis mamadas fueron cada vez más enérgicas y veloces.
- si si si mi amor - me dijo el más chico y la acabada no tardo más de unos segundos. Me explotó dentro de la boca y el amigo que se masturbaba mientras esperaba su turno, se calentó mucho al ver eso y también acabó llenando de semen mi mejilla derecha, parte de mi nariz y un poco de mi frente.
Mientras lamía sus pijas en medio de gritos de placer. Recibí la última acabada dentro de mi culo. Y pude sentir a penas la sacó como empezaba a chorrear por mi pierna.
Estaba muy satisfecha así que arrodillada les lamí lo que quedaba de leche a cada uno de los tres y les regalé la imagen de tragarme todo viéndolos a los ojos. Los dos pibes se miraban como pensando si era cierto o estaban soñando.
- Que rico chicos. Esto queda acá bombones, me encantó- les dije mientras me ponía el corpiño. Después me paré y les di un beso en el cuello a cada uno de los muchachos. A modo de despedida.
El experimentado profesor solo me besó la frente y les palmeó los hombros a ambos.
- Bueno chicos, no se pueden quejar. Ahora a cambiarse que ya cerramos - Les dijo mientras salía del vestuario con una sonrisa indisimulable de felicidad.
A partir de esa noche casi todo lo sucedido comenzó a circular como un rumor más en el gym, muy difícil de creer viendo a esos dos flacuchos, por cierto, y obviamente desmentido por el instructor. Uno más de los rumores de mis calenturas en el gym.
30 comentarios - Calenturas en el gym
😘 gracias
gracias besitos 😘
besitos 😘
besitos fede 😘
q divino, besitos 😘
besitos 😘
besitos 😘
Muuuuuy cliente!
Me encnata como escribis!!
Segui asiiii
Gracias por compartir
gracias
Besitos 😘 😘
besitos 😘
besitos 😘
besitos 😘
Ya te quiero precionar con mi pija esa cola hasta el fondo diosa!
besis 😘
besitos 😘
me encanta calentarte bombón
besitos 😘
te ganaste mis puntos!
Besooo!!!