Aquí va la tercera parte, y a la noche irá el final. Es larga pero espero que les agrade.
Allí estaba yo, en el departamento de Ricardo, consumido por la ansiedad. ¿ Qué pasaría en mi casa? ¿ Sería capaz de convencer a mi esposa? ¿ Mi esposa se dejaría convencer? Pensé en llamarla con la excusa de saludarla, pero tuve miedo que ella dijera mi nombre delante de Ricardo y todo se descubriera.
Dos horas largas pasaron. Terminé desparramado sobre el sillón, sin saber que hacer, cuando la puerta se abrió.
Ricardo entró tranquilo y sonriente.
- ¿ Cómo te fue? Pregunté tratado de controlar mi curiosidad.
- Bien. La verdad es que es una mujer muy simpática, dijo Ricardo sentándose a mi lado.
- ¿ Qué pasó? Recuerda que juraste contarme todo.
- Y lo haré, cuando tenga para contarte, pero esta noche, solo charlamos, tomamos un café y nos conocimos un poco más.
- ¿ Trataste de avanzarla?
- Te imaginaras que sí. Pero no hubo caso. Dejó bien en claro que estaba felizmente casada, y que aunque no hubiera papeles, era fiel a su pareja. Que yo le caía bien, pero no tanto como para engañar a su hombre.
Aunque mi plan se frustraba, debo reconocer que me sentí mas que satisfecho. Mi mujer era solamente mía. Y sin embargo, yo necesitaba verla con otro.
- ¿ Y cómo sigue esto? Pregunté sonriendo.
- Pues lo único que conseguí fue que la próxima vez que se quede sola, tome una copa conmigo. Si esto pasa, lo sabrás, aunque veo muy dificil que pueda avanzar mucho mas, dijo con cara de decepción.
- Vamos Ricardo, que nunca fuiste cobarde. Ten un poco de fe, dije alentándolo.
- Es dificil. Como su pareja le ha sido siempre fiel, no piensa engañarla. Lo único que podría hacerle cambiar de idea sería enterarse que la engañan. Hizo un gesto negativo con la cabeza y continúo.
- En fin, tienen que darse todas las condiciones y no creo que sea posible, dijo por fin.
Tomamos unos tragos y nos fuimos a dormir. Yo me desperté de madrugada y volví a mi casa. Mi mujer dormía y yo sin hacer ruido me acosté a su lado.
Al día siguiente, me fui a trabajar mientras ella dormía, y pensando como hacer para que el plan funcionara. Y por fin se me ocurrió.
Tenía que inventar un romance. Mi mujercita tenía que tener la casi certeza de que la engañaba, para que decidiera entregarse a otro hombre.
De camino a la oficina compré un chip telefónico y lo coloqué en un antiguo teléfono que tenía. Al día siguiente pondría en marcha mi plan.
* * *
Toda una vida dedicada a satisfacer a un hombre, y el muy cerdo volviéndose loco para que me acueste con otro. Pero no eran todos iguales. Estaba segura que Ricardo jamás propondría un juego perverso como el que mi maridito intentaba.
Como conocía su testarudez, estaba segura que aprovecharía la salida que le había dado para avanzar. El cornudo iba a inventar un engaño y se iba a arrepentir toda la vida. Iba a aprender a valorar lo que tenía.
Cuando un par de días después de mi primer encuentro con Ricardo, Marcos olvidó su celular, no pude aguantar el ataque de risa. El muy bobo había picado. Cuando al rato recibió un mensajito de una tal Lorna donde ella le decía lo bien que lo había pasado la noche en que viajaron juntos, perdí toda las dudas sobre como iba a cambiar mi futuro. Y el de Marcos.
Esa noche al regresar, tomó como al descuido su celular y comprobó con satisfacción que el mensaje había sido abierto. No dijo nada, pero su cara de satisfacción no dejaba dudas sobre lo contento que estaba con su plan.
- Querida, es probable que el viernes viaje nuevamente y quizás me quede hasta el domingo.
En ese momento tomé una actitud mas irascible. Tenía que convencerlo de que sospechaba.
- Me parece que estás viajando mucho. Antes no era así.
- Pero el trabajo es el trabajo. No puedo decirle a mi jefe que no voy porque mi mujer no me deja.
- No me dan buena espina tus viajes
- No seas desconfiada mi amor. Son solo de trabajo.
- ¿ Y con quien vas?
- Con un grupo de empleados
- Donde hay mujeres hermosas, seguro.
- Pero no, mi vida. Ninguna es tan linda como tú.
Puse cara de enojada y no dije mas nada. Creo que la actuación estaba completa.
Al día siguiente, llamé a Ricardo quien con una excusa salió del trabajo. Estacionó a un par de cuadras de casa, y subió a mi departamento.
Mientras nos desnudamos le conté las novedades. El morbo de la situación lo superaba y eso se notó cuando al desnudarse ya mostraba una erección plena. No teníamos tiempo para juegos previos, así que en cuestión de minutos me tenía sobre la cama con mis piernas envolviendo su cintura y clavada hasta las cachas. Tiramos un buen rato, luego me puso de costado sobre la cama, y desde atrás volvió a penetrarme en forma salvaje, esta vez, hasta que los dos nos corrimos. Cuando la sacó se la limpié por completo y mientras nos vestíamos completamos la última etapa del plan que sería el escarmiento definitivo para el degenerado y cornudo marido que tenía.
* * *
Mas tarde, cuando Ricardo entró contento y como una tromba en mi oficina, comprendí que todo había salido a al perfección.
- Marcos, no sabes lo que acaba de ocurrir. La hembra sospecha que su marido la engaña.
- No te puedo creer, disimulé.
- Claro no está del todo segura, pero si lo confirma me abre las puertas del paraíso, dijo mientras volvía a su oficina.
Fui a hablar con Raquel, una de las secretarias mas alegres de la empresa, y le pedí que me ayudara a hacerle una broma a una conocida. Aceptó de buen grado, y de inmediato llamó al fijo de mi casa, siguiendo mis instrucciones. Puso el telefono en manos libres para que yo pudiera escuchar.
- Hola, contestó Carla
- ¿ Está Marcos?, dijo tratando de no reirse.
- No, ¿ Quién habla?
- Lorna, ¿ Tu quien eres?
- La hermana, mintió mi mujer
- ¿ Puedo dejar un mensaje?
- Por supuesto.
- Digale que vamos a encontrarnos el viernes en el lugar de siempre. Gracias. Y colgó.
Pobre Raquel. No entendía nada, pero yo me sentía satisfecho. Ahora ya no le quedarían dudas.
Cuando al rato Ricardo me informó que Carla había aceptado salir con él el viernes por la noche, tuve la seguridad de que, esta vez, mi fantasía se cumpliría.
* * *
Nunca me había pasado verme envuelto en una situación tan descabellada como esta. Que un conocido del trabajo hiciera lo imposible para que yo me beneficiara a su hermosa mujer, no podía entenderlo. Y lo mas grave es que me había enamorado sin remedio de Carla. Y ella sentía algo por mí, además del deseo de venganza que tenía contra su pareja. Yo iba a aprovechar todo esto, no tengan dudas.
Quedaba ahora en mis manos la última etapa del plan. Si todo salía bien, nada volvería a ser lo mismo.
Primero, el lugar. Tenía que ser mi departamento. Claro, Según Carla, la fantasía de Marcos era estar presente, quería ver a su mujer tirar con otro tipo, pero el tendría que hacerlo por su cuenta y riesgo. Yo no le facilitaría las cosas, aunque tampoco lo complicaría.
Cuando le conté que Carla había aceptado salir conmigo, le dije que iba a llevarla a mi departamento, incluso la hora en que iba a hacerlo, pero cuando me pidió estar presente le dije que no. Que eso no estaba en el acuerdo Que iba a contarle lo que pasara pero nada de ver. Su cara se desilusionó. Siguiendo el plan de Carla, saqué la llave de mi departamento mientras hablábamos y jugué un rato con ella sobre la mesa, para asegurarme que Marcos se diera cuenta de lo que era, y cuando me fui, hice que me las olvidaba sobre su escritorio. La forma en que miraba mis llaves me permitía imaginarme lo que pasaba por su cabeza, y cuando las dejé a su disposición, no tuve que esperar mucho para verlo salir apurado a buscar una cerrajería. El cornudo iba a hacer una copia para colarse. Realmente Carla lo conocía de sobra.
Casi a la salida, Marcos apareció por mi escritorio para traerme el manojo de llaves que había olvidado esa tarde, cosa que le agradecí.
Allí estaba yo, en el departamento de Ricardo, consumido por la ansiedad. ¿ Qué pasaría en mi casa? ¿ Sería capaz de convencer a mi esposa? ¿ Mi esposa se dejaría convencer? Pensé en llamarla con la excusa de saludarla, pero tuve miedo que ella dijera mi nombre delante de Ricardo y todo se descubriera.
Dos horas largas pasaron. Terminé desparramado sobre el sillón, sin saber que hacer, cuando la puerta se abrió.
Ricardo entró tranquilo y sonriente.
- ¿ Cómo te fue? Pregunté tratado de controlar mi curiosidad.
- Bien. La verdad es que es una mujer muy simpática, dijo Ricardo sentándose a mi lado.
- ¿ Qué pasó? Recuerda que juraste contarme todo.
- Y lo haré, cuando tenga para contarte, pero esta noche, solo charlamos, tomamos un café y nos conocimos un poco más.
- ¿ Trataste de avanzarla?
- Te imaginaras que sí. Pero no hubo caso. Dejó bien en claro que estaba felizmente casada, y que aunque no hubiera papeles, era fiel a su pareja. Que yo le caía bien, pero no tanto como para engañar a su hombre.
Aunque mi plan se frustraba, debo reconocer que me sentí mas que satisfecho. Mi mujer era solamente mía. Y sin embargo, yo necesitaba verla con otro.
- ¿ Y cómo sigue esto? Pregunté sonriendo.
- Pues lo único que conseguí fue que la próxima vez que se quede sola, tome una copa conmigo. Si esto pasa, lo sabrás, aunque veo muy dificil que pueda avanzar mucho mas, dijo con cara de decepción.
- Vamos Ricardo, que nunca fuiste cobarde. Ten un poco de fe, dije alentándolo.
- Es dificil. Como su pareja le ha sido siempre fiel, no piensa engañarla. Lo único que podría hacerle cambiar de idea sería enterarse que la engañan. Hizo un gesto negativo con la cabeza y continúo.
- En fin, tienen que darse todas las condiciones y no creo que sea posible, dijo por fin.
Tomamos unos tragos y nos fuimos a dormir. Yo me desperté de madrugada y volví a mi casa. Mi mujer dormía y yo sin hacer ruido me acosté a su lado.
Al día siguiente, me fui a trabajar mientras ella dormía, y pensando como hacer para que el plan funcionara. Y por fin se me ocurrió.
Tenía que inventar un romance. Mi mujercita tenía que tener la casi certeza de que la engañaba, para que decidiera entregarse a otro hombre.
De camino a la oficina compré un chip telefónico y lo coloqué en un antiguo teléfono que tenía. Al día siguiente pondría en marcha mi plan.
* * *
Toda una vida dedicada a satisfacer a un hombre, y el muy cerdo volviéndose loco para que me acueste con otro. Pero no eran todos iguales. Estaba segura que Ricardo jamás propondría un juego perverso como el que mi maridito intentaba.
Como conocía su testarudez, estaba segura que aprovecharía la salida que le había dado para avanzar. El cornudo iba a inventar un engaño y se iba a arrepentir toda la vida. Iba a aprender a valorar lo que tenía.
Cuando un par de días después de mi primer encuentro con Ricardo, Marcos olvidó su celular, no pude aguantar el ataque de risa. El muy bobo había picado. Cuando al rato recibió un mensajito de una tal Lorna donde ella le decía lo bien que lo había pasado la noche en que viajaron juntos, perdí toda las dudas sobre como iba a cambiar mi futuro. Y el de Marcos.
Esa noche al regresar, tomó como al descuido su celular y comprobó con satisfacción que el mensaje había sido abierto. No dijo nada, pero su cara de satisfacción no dejaba dudas sobre lo contento que estaba con su plan.
- Querida, es probable que el viernes viaje nuevamente y quizás me quede hasta el domingo.
En ese momento tomé una actitud mas irascible. Tenía que convencerlo de que sospechaba.
- Me parece que estás viajando mucho. Antes no era así.
- Pero el trabajo es el trabajo. No puedo decirle a mi jefe que no voy porque mi mujer no me deja.
- No me dan buena espina tus viajes
- No seas desconfiada mi amor. Son solo de trabajo.
- ¿ Y con quien vas?
- Con un grupo de empleados
- Donde hay mujeres hermosas, seguro.
- Pero no, mi vida. Ninguna es tan linda como tú.
Puse cara de enojada y no dije mas nada. Creo que la actuación estaba completa.
Al día siguiente, llamé a Ricardo quien con una excusa salió del trabajo. Estacionó a un par de cuadras de casa, y subió a mi departamento.
Mientras nos desnudamos le conté las novedades. El morbo de la situación lo superaba y eso se notó cuando al desnudarse ya mostraba una erección plena. No teníamos tiempo para juegos previos, así que en cuestión de minutos me tenía sobre la cama con mis piernas envolviendo su cintura y clavada hasta las cachas. Tiramos un buen rato, luego me puso de costado sobre la cama, y desde atrás volvió a penetrarme en forma salvaje, esta vez, hasta que los dos nos corrimos. Cuando la sacó se la limpié por completo y mientras nos vestíamos completamos la última etapa del plan que sería el escarmiento definitivo para el degenerado y cornudo marido que tenía.
* * *
Mas tarde, cuando Ricardo entró contento y como una tromba en mi oficina, comprendí que todo había salido a al perfección.
- Marcos, no sabes lo que acaba de ocurrir. La hembra sospecha que su marido la engaña.
- No te puedo creer, disimulé.
- Claro no está del todo segura, pero si lo confirma me abre las puertas del paraíso, dijo mientras volvía a su oficina.
Fui a hablar con Raquel, una de las secretarias mas alegres de la empresa, y le pedí que me ayudara a hacerle una broma a una conocida. Aceptó de buen grado, y de inmediato llamó al fijo de mi casa, siguiendo mis instrucciones. Puso el telefono en manos libres para que yo pudiera escuchar.
- Hola, contestó Carla
- ¿ Está Marcos?, dijo tratando de no reirse.
- No, ¿ Quién habla?
- Lorna, ¿ Tu quien eres?
- La hermana, mintió mi mujer
- ¿ Puedo dejar un mensaje?
- Por supuesto.
- Digale que vamos a encontrarnos el viernes en el lugar de siempre. Gracias. Y colgó.
Pobre Raquel. No entendía nada, pero yo me sentía satisfecho. Ahora ya no le quedarían dudas.
Cuando al rato Ricardo me informó que Carla había aceptado salir con él el viernes por la noche, tuve la seguridad de que, esta vez, mi fantasía se cumpliría.
* * *
Nunca me había pasado verme envuelto en una situación tan descabellada como esta. Que un conocido del trabajo hiciera lo imposible para que yo me beneficiara a su hermosa mujer, no podía entenderlo. Y lo mas grave es que me había enamorado sin remedio de Carla. Y ella sentía algo por mí, además del deseo de venganza que tenía contra su pareja. Yo iba a aprovechar todo esto, no tengan dudas.
Quedaba ahora en mis manos la última etapa del plan. Si todo salía bien, nada volvería a ser lo mismo.
Primero, el lugar. Tenía que ser mi departamento. Claro, Según Carla, la fantasía de Marcos era estar presente, quería ver a su mujer tirar con otro tipo, pero el tendría que hacerlo por su cuenta y riesgo. Yo no le facilitaría las cosas, aunque tampoco lo complicaría.
Cuando le conté que Carla había aceptado salir conmigo, le dije que iba a llevarla a mi departamento, incluso la hora en que iba a hacerlo, pero cuando me pidió estar presente le dije que no. Que eso no estaba en el acuerdo Que iba a contarle lo que pasara pero nada de ver. Su cara se desilusionó. Siguiendo el plan de Carla, saqué la llave de mi departamento mientras hablábamos y jugué un rato con ella sobre la mesa, para asegurarme que Marcos se diera cuenta de lo que era, y cuando me fui, hice que me las olvidaba sobre su escritorio. La forma en que miraba mis llaves me permitía imaginarme lo que pasaba por su cabeza, y cuando las dejé a su disposición, no tuve que esperar mucho para verlo salir apurado a buscar una cerrajería. El cornudo iba a hacer una copia para colarse. Realmente Carla lo conocía de sobra.
Casi a la salida, Marcos apareció por mi escritorio para traerme el manojo de llaves que había olvidado esa tarde, cosa que le agradecí.
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