Eva vuelve a leer el diario y descubre algo que terminar por quebrantar su cordura, ahora desea a su hijo con todas sus fuerzas....
Durante el desayuno le miraba. Era tan guapo. ¿Habría escrito en su diario? Necesitaba saberlo. Ardía en deseos de saberlo. Lo acompaño a la puerta a despedirlo.
-Hasta luego, mamá.
-Hasta luego, tesoro.
Le beso casi le rozó los labios. Sus miradas se encontraron. Eva la aguantó varios segundos.
-Llegarás tarde.
-Sí. Adiós.
Se quedó en el quicio de la puerta esperando a que él cogiera el ascensor y se fuera. Después, entró en la casa y cerró la puerta. Fue derechita hacia el cuarto de Pedro. Cogió el diario y se acostó en la cama.
Lo abrió. Comprobó con satisfacción que había algo nuevo. Sintió un escalofrío.
"Siguen las miradas. Ahora estoy casi seguro de que no son imaginaciones mías. Ella me mira, más que antes.
¿Por qué será? ¿Acaso se ha dado cuenta de cómo la miro yo? ¿Sospechará que la deseo con todo mi ser?
Espero que no sea así. No soportaría que pensara mal de mí.
Por la tarde salí un rato. Y cuando volví a casa, hice una locura. Aún no puedo creer lo que hice. Creo que me estoy volviendo loco. Si ella me llega a descubrir no sé que hubiese pasado."
Eva estaba muy intrigada. ¿Qué había hecho Pedro?
"Cuando entré en la casa había silencio. Supuse que mi madre había salido, pero al pasar por el salón la vi dormida en el sofá. Pensé en despertarla.
Me acerqué a ella. Estaba tan hermosa. Con la cara llena de paz, respirando suavemente. Tenía sus manos a modo de almohada. Y parecía que sonreía un poco.
Me senté en el otro sofá, para admirarla. No pude evitar que a mi mente acudieran toda clase de imágenes de ella y yo desnudos, amándonos. No pude evitar que mi polla se pusiese dura. Me la empecé a tocar por encima del pantalón.
Estaba muy excitado. No pensaba con claridad. El deseo me dominaba. Cuando me quise dar cuenta, me había sacado la polla y me hacía una paja delante de ella. Si mi madre abría los ojos me vería.
El corazón me latía con fuerza. Tenía que parar. Aquello estaba muy mal.
No paré. Seguí mirándola, seguí masturbándome.
Si aquello ya era una locura, lo que hice después era demasiado. Me levanté y me acerqué a ella. Con la polla agarrada con la mano. Me quedé de pie junto a su cara.
Si en ese momento me hubiese corrido toda mi leche habría rociado su bello rostro. Eso deseaba, seguir masturbándome hasta estallar sobre su cara. Ella no se despertaría. Pero al despertarse más tarde descubriría su cara llena de semen.
Había ido muy lejos. Pero el deseo me empujó aún más lejos. Me agache un poco.
Lo hice. Sigo sin poder creer que lo hice. Pero mi polla rozó su piel. La moví por toda su frente, bajé hasta sus mejillas. Y...Oh, dios mío. Pasé mi polla por los labios de mi madre. Acaricié su cara con mi polla.
Me iba a correr. No podía aguantar más tanta excitación. Noté como mi orgasmo empezaba a formarse muy dentro de mí. Aceleré el ritmo de mi mano. Puse la punta de mi polla apuntando a sus mejillas.
Iba a hacerlo: Estaba decidido. Me iba a correr en la cara de mi madre. Lo que pasara después no me importaba. Lo único que había para mí era ese momento era su preciosa cara, mi polla a punto de estallar.
Noté el espasmo del primer chorro. Y en el último instante me arrepentí. Me aparté rápidamente de ella y mi polla empezó a escupir. Apreté los dientes para no gritar. Me corrí abundantemente e intensamente en el suelo, al lado del sofá.
Me quedé unos segundos allí, jadeando, en silencio.
¿Estaba loco? Había estado a punto de correrme sobre mi madre. Un segundo más, un sólo segundo, y habría cubierto sus mejillas con mi semen.
Cuando me repuse, me levanté y fui al baño a por papel para limpiar mi corrida. Ella seguía dormida. La miré un rato más. Luego, la desperté."
No era verdad. No podía serlo. Era una más de sus fantasías. El corazón de Eva latía con fuerza en su pecho. Su coño rezumaba jugos que empapaban sus dedos.
Tenía que saberlo. Saber si era o no verdad. Se levantó, dejó el diario sobre la cama y fue corriendo al salón. Se arrodilló en el suelo, al lado del sofá, en donde ella había tenido la cabeza el día anterior.
Miró el piso. No lo había lavado desde ese momento. Descubrió una zona sin brillo, como si se hubiese limpiado algo que cayó pero no se hizo a conciencia.
-No...no puede ser...Oh... dios mío...
Y entonces, lo vio. Por la parte de delante del sofá había un mancha. Enseguida supo lo que era. Era una gota de semen seca.
-Lo hizo...Es verdad...Lo hizo
La mano izquierda la apoyó en el reposabrazos del sofá. La derecha la metió por debajo de sus bragas. Se clavó dos dedos dentro del coño y se corrió.
-Aggg...Agggg,... mi niño...me pasó...su polla por la cara...agggggggggggg
El orgasmo fue tan fuerte que se quedó sin fuerzas y se tuvo que apoyar en sofá. Jadeaba. Incluso babeaba y se pasó una mano por la boca para limpiarse.
-¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no te corriste en mi cara? No te habría dicho nada. Te habría dejado. Habría hecho lo que me pidieses.
Pedro... Pedro... ¿Qué nos está pasando?
Se levantó del suelo, volvió al cuarto de Pedro y guardó el diario. Recogió la habitación y seguidamente el resto de la casa.
Ese medio día, cuando Pedro regresó de clases y él le dio el beso, ella se abrazó a él. Pedro la rodeó con sus brazos.
-¿Estás bien, mamá? ¿Pasa algo?
-No, nada, tesoro. Todo está bien. Es sólo que tenía ganas de abrazar a mi hombre.
Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se apartó de él.
-Pero bueno, dejémonos de sentimentalismos, que es hora de comer.
Se dio la vuelta y se fue con paso rápido a la cocina.
"Basta Eva. Basta. No sigas por ahí" - se repetía ella una y otra vez.
Esa tarde, cuando volvió a quedarse sola, regresó al cuarto de Pedro. Cogió el diario. Leyó y se masturbó hasta alcanzar dos placenteros orgasmos.
Continuará....
Durante el desayuno le miraba. Era tan guapo. ¿Habría escrito en su diario? Necesitaba saberlo. Ardía en deseos de saberlo. Lo acompaño a la puerta a despedirlo.
-Hasta luego, mamá.
-Hasta luego, tesoro.
Le beso casi le rozó los labios. Sus miradas se encontraron. Eva la aguantó varios segundos.
-Llegarás tarde.
-Sí. Adiós.
Se quedó en el quicio de la puerta esperando a que él cogiera el ascensor y se fuera. Después, entró en la casa y cerró la puerta. Fue derechita hacia el cuarto de Pedro. Cogió el diario y se acostó en la cama.
Lo abrió. Comprobó con satisfacción que había algo nuevo. Sintió un escalofrío.
"Siguen las miradas. Ahora estoy casi seguro de que no son imaginaciones mías. Ella me mira, más que antes.
¿Por qué será? ¿Acaso se ha dado cuenta de cómo la miro yo? ¿Sospechará que la deseo con todo mi ser?
Espero que no sea así. No soportaría que pensara mal de mí.
Por la tarde salí un rato. Y cuando volví a casa, hice una locura. Aún no puedo creer lo que hice. Creo que me estoy volviendo loco. Si ella me llega a descubrir no sé que hubiese pasado."
Eva estaba muy intrigada. ¿Qué había hecho Pedro?
"Cuando entré en la casa había silencio. Supuse que mi madre había salido, pero al pasar por el salón la vi dormida en el sofá. Pensé en despertarla.
Me acerqué a ella. Estaba tan hermosa. Con la cara llena de paz, respirando suavemente. Tenía sus manos a modo de almohada. Y parecía que sonreía un poco.
Me senté en el otro sofá, para admirarla. No pude evitar que a mi mente acudieran toda clase de imágenes de ella y yo desnudos, amándonos. No pude evitar que mi polla se pusiese dura. Me la empecé a tocar por encima del pantalón.
Estaba muy excitado. No pensaba con claridad. El deseo me dominaba. Cuando me quise dar cuenta, me había sacado la polla y me hacía una paja delante de ella. Si mi madre abría los ojos me vería.
El corazón me latía con fuerza. Tenía que parar. Aquello estaba muy mal.
No paré. Seguí mirándola, seguí masturbándome.
Si aquello ya era una locura, lo que hice después era demasiado. Me levanté y me acerqué a ella. Con la polla agarrada con la mano. Me quedé de pie junto a su cara.
Si en ese momento me hubiese corrido toda mi leche habría rociado su bello rostro. Eso deseaba, seguir masturbándome hasta estallar sobre su cara. Ella no se despertaría. Pero al despertarse más tarde descubriría su cara llena de semen.
Había ido muy lejos. Pero el deseo me empujó aún más lejos. Me agache un poco.
Lo hice. Sigo sin poder creer que lo hice. Pero mi polla rozó su piel. La moví por toda su frente, bajé hasta sus mejillas. Y...Oh, dios mío. Pasé mi polla por los labios de mi madre. Acaricié su cara con mi polla.
Me iba a correr. No podía aguantar más tanta excitación. Noté como mi orgasmo empezaba a formarse muy dentro de mí. Aceleré el ritmo de mi mano. Puse la punta de mi polla apuntando a sus mejillas.
Iba a hacerlo: Estaba decidido. Me iba a correr en la cara de mi madre. Lo que pasara después no me importaba. Lo único que había para mí era ese momento era su preciosa cara, mi polla a punto de estallar.
Noté el espasmo del primer chorro. Y en el último instante me arrepentí. Me aparté rápidamente de ella y mi polla empezó a escupir. Apreté los dientes para no gritar. Me corrí abundantemente e intensamente en el suelo, al lado del sofá.
Me quedé unos segundos allí, jadeando, en silencio.
¿Estaba loco? Había estado a punto de correrme sobre mi madre. Un segundo más, un sólo segundo, y habría cubierto sus mejillas con mi semen.
Cuando me repuse, me levanté y fui al baño a por papel para limpiar mi corrida. Ella seguía dormida. La miré un rato más. Luego, la desperté."
No era verdad. No podía serlo. Era una más de sus fantasías. El corazón de Eva latía con fuerza en su pecho. Su coño rezumaba jugos que empapaban sus dedos.
Tenía que saberlo. Saber si era o no verdad. Se levantó, dejó el diario sobre la cama y fue corriendo al salón. Se arrodilló en el suelo, al lado del sofá, en donde ella había tenido la cabeza el día anterior.
Miró el piso. No lo había lavado desde ese momento. Descubrió una zona sin brillo, como si se hubiese limpiado algo que cayó pero no se hizo a conciencia.
-No...no puede ser...Oh... dios mío...
Y entonces, lo vio. Por la parte de delante del sofá había un mancha. Enseguida supo lo que era. Era una gota de semen seca.
-Lo hizo...Es verdad...Lo hizo
La mano izquierda la apoyó en el reposabrazos del sofá. La derecha la metió por debajo de sus bragas. Se clavó dos dedos dentro del coño y se corrió.
-Aggg...Agggg,... mi niño...me pasó...su polla por la cara...agggggggggggg
El orgasmo fue tan fuerte que se quedó sin fuerzas y se tuvo que apoyar en sofá. Jadeaba. Incluso babeaba y se pasó una mano por la boca para limpiarse.
-¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no te corriste en mi cara? No te habría dicho nada. Te habría dejado. Habría hecho lo que me pidieses.
Pedro... Pedro... ¿Qué nos está pasando?
Se levantó del suelo, volvió al cuarto de Pedro y guardó el diario. Recogió la habitación y seguidamente el resto de la casa.
Ese medio día, cuando Pedro regresó de clases y él le dio el beso, ella se abrazó a él. Pedro la rodeó con sus brazos.
-¿Estás bien, mamá? ¿Pasa algo?
-No, nada, tesoro. Todo está bien. Es sólo que tenía ganas de abrazar a mi hombre.
Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se apartó de él.
-Pero bueno, dejémonos de sentimentalismos, que es hora de comer.
Se dio la vuelta y se fue con paso rápido a la cocina.
"Basta Eva. Basta. No sigas por ahí" - se repetía ella una y otra vez.
Esa tarde, cuando volvió a quedarse sola, regresó al cuarto de Pedro. Cogió el diario. Leyó y se masturbó hasta alcanzar dos placenteros orgasmos.
Continuará....
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