Eva ya es presa de la lujuria y el cachondeo que le provoca leer el diario de su hijo y sentirse deseada hace que empiece a maquinar sus propias fantasías...con Pedro....
El beso de Pedro al llegar a casa lo sintió en todo el cuerpo. Estuvo atenta para comprobar si él se rozaba, si disimulando la acariciaba. Pero no notó nada raro.
Durante la comida no pudo evitar mirarlo. Volvieron los cruces de miradas. Volvió la humedad a su coño.
Eva temía una cosa. Quedarse sola. Sabía que si eso pasaba iría al cuarto de Pedro a leer más. Deseó que esa tarde él no saliera.
-Mamá. Esta tarde quedé con Juan y los demás. No tardo.
-Oh... Vale. Pásalo bien.
Su marido se iría a la oficina. Pedro con sus amigos. Ella...a por el diario. Ni intentó luchar. Sabía que sería inútil hacerlo.
En cuanto Pedro se marchó, se dirigió a su cuarto. Se dio cuenta enseguida de que el diario se había movido. El corazón le latió con fuerza. Lo cogió y fue al final.
"Hoy ha vuelto a pasar. Durante la comida ella me miraba. Más de lo normal. Seguramente sólo son imaginaciones mías. Aunque lo que deseo es que esas miradas sean reales. Que mi madre me esté empezando a mirar como hombre.
Pero, ¿Qué digo? ¿Por qué me torturo así? Sé que eso es algo imposible, impensable. Para ella no soy más que su hijo, su niño. Si supiera cómo la deseo...las cosas que he llegado a imaginar sobre ella...
¿Qué pensaría de mí? Pensaría que soy un monstruo."
-Oh, pobre tesoro mío. Jamás pensaría eso de ti. No eres ningún monstruo. Eres mi hijo. El mejor hijo.
Eva le hablaba al diario, como si le hablara a Pedro. Se dio cuenta por ese párrafo como él se hacía las mismas preguntas que ella. Como tenía los mismos temores.
Se acostó en la cama de Pedro. En esa cama en donde sabía que él se había masturbado incontables veces pensando en ella. Llevó su mano derecha hasta su coño. Con los dedos de la izquierda, que sostenía el cuaderno, abrió el diario.
"Jueves, 22 de julio de 2012.
Cuando llegué de dar una vuelta, ella estaba sentada en el salón, hablando por teléfono. Enseguida supe que hablaba con mi tía Julia. Cuando se ponen a hablar se pueden pasar horas dándole a la hebra.
Le di un beso. Ya sé que no es normal que un chico de 20 años le dé un beso a su madre cada vez que llega a casa. Pero esos besos que le doy me hacen temblar. Siempre espero que se mueva y nuestros labios se rocen.
Me senté a ver la tele. Ella seguía con su interminable cháchara con la tía Julia. Se había quitado las zapatillas y había subido las piernas al sofá. Me fijé con disimulo en sus pies. En sus piernas. En como se pasaba descuidadamente una mano por el tobillo.
Como siempre, me empecé a excitar. Mi polla se fue hinchando y me molestaba. Con cuidado de que no se diera cuenta, me la coloqué para que no me molestara.
La miré. Jamás me cansaré de mirarla. Reía con las cosas que mi tía le contaba. Vi sus dientes blancos, perfectos. Su lengua. Y, sobre todo, sus sensuales labios. No sé cuantas veces he imaginado que la besaba con pasión. Y las veces que he imaginado...
Una vez más, mi desbordante fantasía comenzó a volar. Mirando como ríe, como hace aspavientos con las manos, me veo a mí mismo levantándome y acercándome hacia ella. Me quedo de pie a su lado. Ella no deja de hablar, pero su vista baja hasta el bulto que forma mi polla en mis pantalones.
Lentamente, su mirada sube hasta mis ojos. Me sonríe.
Bajo mi bragueta. Sus ojos se clavan en mis pantalones. Meto una mano y me saco la polla. Tiesa, dura. También saco mis huevos. La manera en que mi madre mira mi polla me hace estremecer.
Sigue hablando. Yo me acerco más. Mi polla se acerca a su cara. Le rozo la frente con la punta. Se la empiezo a pasar por la cara. De su frente bajo por uno de los lados hasta su mejilla. Lentamente, se la acerco a los labios. Ella aparta un poco el teléfono para que mi polla tenga mejor acceso. Como no deja de hablar, su aliento cálido lo siento en la punta de mi polla.
Aprieto, presiono. Ella aprovecha que mi tía está en una de sus parrafadas para abrir la boca. Mi polla entra. Su lengua se enrosca a su alrededor.
Se la saca para contestarle a mi tía.
-Julia, tengo la oreja caliente. Voy a poner el manos libres.
Pulsa el botón y deja el teléfono sobre la mesita al lado del sofá.
-¿Me oyes? - pregunta.
-Sí. Perfectamente - dice mi tía - Pues como te iba diciendo... bla bla bla...
Los siguientes 10 minutos son de puro placer, de puro morbo. Le paso la polla por la cara. Se la meto en la boca en las pausas. Ella no usa las manos. Sólo su boca, su cara.
Una de las veces en que está callada, con la punta de mi polla entre sus labios, le pongo una mano en la cabeza y la empujo con suavidad, pero firmemente, hacia mí. Mi madre empieza a tragarse mi polla.
No dejo de apretar hasta que más de la mitad de mi duro mástil está alojado dentro de su caliente boca. Retiro la mano. Mi tía sigue con sus batallitas. Mi madre, con mi polla llenando su boca, me está mirando fijamente a los ojos. Me muevo, adelante y atrás. Empiezo a follarle la boca a mi querida madre.
Su lengua no deja en ningún momento de acariciar mi polla.
-¿Y qué te crees que me dijo la muy puta? - Preguntó mi tía.
-No lo sé. ¿Qué te dijo? - respondió mi madre sacándose mi brillante polla de la boca.
Con la mano hice que se la volviera a meter. Hasta mi tía llega el sonido de la mamada.
-¿Qué comes?
-Un... caramelo.
-Umm que rico. ¿De esos rellenos?
-Sí. Relleno de crema - me dice mirándome a los ojos.
-Yo no tenga nada que llevarme a la boca.
-Seguro que un caramelo de estos te encantaría.
Le follo un poco más la boca. Siento que me llega el orgasmo. Cuando estoy a punto, le saco la polla de la boca y la dejo apuntando a su cara, sin tocarla.
Un espasmo tensa todo mi cuerpo. Mi polla se mueve sola, se levanta, cae. Y un enorme chorro de leche sale de la punta y se estrella en la preciosa carita de mi madre. Le cubre desde la ceja derecha hasta los labios.
Otro espasmo. Otra sacudida de mi polla y otro chorro de leche cae sobre su cara. Durante mi intenso orgasmo son más de cinco disparos los que dan de pleno en su rostro. Los dos siguientes, con menos fuerza, caen sobre su blusa."
La imagen de su hijo corriéndose sobre su cara llevó a Eva a un feroz orgasmo. Se enterró dos dedos lo más profundo que pudo en su coño y se corrió sobre la cama de su Pedro. Se corrió casi sintiendo el calor del semen sobre su rostro.
"La miro. Ella mira a mí. Nunca la había visto tan hermosa, tan sexy. Con mi leche esparcida en varios regueros sobre su bello rostro. Y una sonrisa en la boca.
-Ummm, Julia. Ya llegué al relleno del caramelo.
-¿Está rico?
Me mira con lujuria. Recoge un poco de mi semen un dedo y se lo lleva a la boca.
-Riquísimo.
Estoy más de un minuto mirándola. Parte de mi corrida empieza a gotear sobre su blusa. Me siento a su lado. Mi mano derecha se posa sobre su muslo. Y empieza a subir, entrando por debajo de su falda.
Ella abre las piernas, invitándome a seguir. Cuando llego a sus bragas las encuentro empapadas. Meto la mano por debajo y mi madre se muerde el labio inferior.
Empiezo a hacerle una lentísima paja mirándola. Ella intenta no gemir. Intenta que Julia no note nada en su voz el placer que está sintiendo, pero yo intensifico la caricia.
-Bueno, Julia. Tengo que dejarte ya. Voy al súper.
-Vale guapa. Hablamos otro día.
En cuando cuelga, mi boca sale disparada hacia su boca. Nos besamos con pasión, con intensidad. No dejo ni un ínstate de frotar su coño, de penetrarla con mis dedos.
Hasta que consigo que mi madre se corra entre gemidos. Resopla dentro de mi boca, temblando de placer. Después, cuando ella se calma, saco mis mojados dedos de su coño y los llevo a mi boca. Los chupo.
-Ummm, mami. ¡Qué rica estás!"
Imaginar a Pedro chupándose los dedos mojados por los jugos de su coño provocó un orgasmo más a Eva. Quedó agotada de tanto placer. Casi se queda dormida en la cama de su hijo, pero se levantó, guardó el diario y se fue al salón. Allí, mirando la tele, sí se durmió.
La despertó Pedro rato después.
-Uf, me he quedado traspuesta.
Durante la cena, más miradas. Cada vez más intensas. ¿Escribiría él esa noche sobre esas miradas? ¿Qué más escribiría sobre este día?
Eva no sabía ni siquiera si escribiría algo. Por lo que había visto del diario no lo hacía sobre cada día. Había huecos. Eva deseaba leerlo todo. Todo lo que había escrito. Y sobre todo, deseaba leer lo último que escribiera. Porque lo haría sobre cosas que ella recordaría. Sobre cosas que habrían pasado el día anterior.
Después, en su cama, a oscuras, los ronquidos de su marido no la dejaban dormir. Pero no era sólo por los ronquidos. Era por su calentura. Tuvo que llevar su mano hasta su coño. Tuvo que masturbarse para no volverse loca.
Hasta ahora se masturbaba reviviendo las fantasías de Pedro, leyéndolas del diario. Esa noche empezó a tener fantasías propias.
Con los ojos cerrados, con dos dedos frotando su clítoris y otros dos pellizcando uno de sus pezones, se ve a sí misma levantándose temprano. Su marido aún dormido. Sin hacer ruido, se dirige al cuarto de Pedro. Sabe que tras la cerrada puerta él está desnudo sobre la cama, con su dura polla entre las manos.
Abre. Lo ve. Se miran. La mano de Pedro no deja de subir y bajar a lo largo de su polla. Entra, cierra la puerta y se acerca a la cama.
No hay palabras. Se sube en la cama, se acuesta boca abajo entre las piernas de su hijo, le quita la mano de la polla y se la mete en la boca. Empieza a chuparle la polla, despacito, sin prisas, mirándole a los ojos. Pedro le acaricia las mejillas con mimo. Ella lleva su mano derecha a su coño y se hace una paja mientras le hace una mamada a su amado hijo.
Él gime de placer, entornando los ojos. Ella también gime de placer, con la boca llena de dura polla. Pedro le pone la mano en el cabello, y hace que acelere la mamada, Ella chupa con más fuerza, sube y baja más rápido. Los dedos que frotan su coño también aumentan su ritmo.
Pedro empieza a tensarse. Mueve sus caderas intentando follarle la boca. Ella siente como la polla empieza a poner se más dura. Su hijo se tensa y empieza a correrse con intensidad dentro de su boca. Siente los chorros de leche estrellarse contra su paladar, contra su lengua. La boca se le llena del rico y espeso semen de su hijo.
No puede más. Si no traga se saldrá de su boca. Y no desea que se pierda ni una gota. Se corre justo cuando siente pasar el semen por su garganta. La polla sigue soltando más y más leche, y tiene que tragar varias veces.
Junto a su durmiente marido, Eva se está corriendo imaginando que se está tragando el prohibido semen de Pedro. Se corre intensamente, con la cara contra la almohada, con todo el cuerpo tenso. Un orgasmo largo, liberador.
Ya sin mover sus dedos, sigue imaginando. Imagina que se saca la polla de la boca, que le da besitos y lametones. Se levanta de la cama de Pedro y le da un beso en la boca.
-Gracias por el desayuno, mi amor. Mami vendrá mañana a por más.
Con una sonrisa en los labios, Eva se durmió.
Continuará....
El beso de Pedro al llegar a casa lo sintió en todo el cuerpo. Estuvo atenta para comprobar si él se rozaba, si disimulando la acariciaba. Pero no notó nada raro.
Durante la comida no pudo evitar mirarlo. Volvieron los cruces de miradas. Volvió la humedad a su coño.
Eva temía una cosa. Quedarse sola. Sabía que si eso pasaba iría al cuarto de Pedro a leer más. Deseó que esa tarde él no saliera.
-Mamá. Esta tarde quedé con Juan y los demás. No tardo.
-Oh... Vale. Pásalo bien.
Su marido se iría a la oficina. Pedro con sus amigos. Ella...a por el diario. Ni intentó luchar. Sabía que sería inútil hacerlo.
En cuanto Pedro se marchó, se dirigió a su cuarto. Se dio cuenta enseguida de que el diario se había movido. El corazón le latió con fuerza. Lo cogió y fue al final.
"Hoy ha vuelto a pasar. Durante la comida ella me miraba. Más de lo normal. Seguramente sólo son imaginaciones mías. Aunque lo que deseo es que esas miradas sean reales. Que mi madre me esté empezando a mirar como hombre.
Pero, ¿Qué digo? ¿Por qué me torturo así? Sé que eso es algo imposible, impensable. Para ella no soy más que su hijo, su niño. Si supiera cómo la deseo...las cosas que he llegado a imaginar sobre ella...
¿Qué pensaría de mí? Pensaría que soy un monstruo."
-Oh, pobre tesoro mío. Jamás pensaría eso de ti. No eres ningún monstruo. Eres mi hijo. El mejor hijo.
Eva le hablaba al diario, como si le hablara a Pedro. Se dio cuenta por ese párrafo como él se hacía las mismas preguntas que ella. Como tenía los mismos temores.
Se acostó en la cama de Pedro. En esa cama en donde sabía que él se había masturbado incontables veces pensando en ella. Llevó su mano derecha hasta su coño. Con los dedos de la izquierda, que sostenía el cuaderno, abrió el diario.
"Jueves, 22 de julio de 2012.
Cuando llegué de dar una vuelta, ella estaba sentada en el salón, hablando por teléfono. Enseguida supe que hablaba con mi tía Julia. Cuando se ponen a hablar se pueden pasar horas dándole a la hebra.
Le di un beso. Ya sé que no es normal que un chico de 20 años le dé un beso a su madre cada vez que llega a casa. Pero esos besos que le doy me hacen temblar. Siempre espero que se mueva y nuestros labios se rocen.
Me senté a ver la tele. Ella seguía con su interminable cháchara con la tía Julia. Se había quitado las zapatillas y había subido las piernas al sofá. Me fijé con disimulo en sus pies. En sus piernas. En como se pasaba descuidadamente una mano por el tobillo.
Como siempre, me empecé a excitar. Mi polla se fue hinchando y me molestaba. Con cuidado de que no se diera cuenta, me la coloqué para que no me molestara.
La miré. Jamás me cansaré de mirarla. Reía con las cosas que mi tía le contaba. Vi sus dientes blancos, perfectos. Su lengua. Y, sobre todo, sus sensuales labios. No sé cuantas veces he imaginado que la besaba con pasión. Y las veces que he imaginado...
Una vez más, mi desbordante fantasía comenzó a volar. Mirando como ríe, como hace aspavientos con las manos, me veo a mí mismo levantándome y acercándome hacia ella. Me quedo de pie a su lado. Ella no deja de hablar, pero su vista baja hasta el bulto que forma mi polla en mis pantalones.
Lentamente, su mirada sube hasta mis ojos. Me sonríe.
Bajo mi bragueta. Sus ojos se clavan en mis pantalones. Meto una mano y me saco la polla. Tiesa, dura. También saco mis huevos. La manera en que mi madre mira mi polla me hace estremecer.
Sigue hablando. Yo me acerco más. Mi polla se acerca a su cara. Le rozo la frente con la punta. Se la empiezo a pasar por la cara. De su frente bajo por uno de los lados hasta su mejilla. Lentamente, se la acerco a los labios. Ella aparta un poco el teléfono para que mi polla tenga mejor acceso. Como no deja de hablar, su aliento cálido lo siento en la punta de mi polla.
Aprieto, presiono. Ella aprovecha que mi tía está en una de sus parrafadas para abrir la boca. Mi polla entra. Su lengua se enrosca a su alrededor.
Se la saca para contestarle a mi tía.
-Julia, tengo la oreja caliente. Voy a poner el manos libres.
Pulsa el botón y deja el teléfono sobre la mesita al lado del sofá.
-¿Me oyes? - pregunta.
-Sí. Perfectamente - dice mi tía - Pues como te iba diciendo... bla bla bla...
Los siguientes 10 minutos son de puro placer, de puro morbo. Le paso la polla por la cara. Se la meto en la boca en las pausas. Ella no usa las manos. Sólo su boca, su cara.
Una de las veces en que está callada, con la punta de mi polla entre sus labios, le pongo una mano en la cabeza y la empujo con suavidad, pero firmemente, hacia mí. Mi madre empieza a tragarse mi polla.
No dejo de apretar hasta que más de la mitad de mi duro mástil está alojado dentro de su caliente boca. Retiro la mano. Mi tía sigue con sus batallitas. Mi madre, con mi polla llenando su boca, me está mirando fijamente a los ojos. Me muevo, adelante y atrás. Empiezo a follarle la boca a mi querida madre.
Su lengua no deja en ningún momento de acariciar mi polla.
-¿Y qué te crees que me dijo la muy puta? - Preguntó mi tía.
-No lo sé. ¿Qué te dijo? - respondió mi madre sacándose mi brillante polla de la boca.
Con la mano hice que se la volviera a meter. Hasta mi tía llega el sonido de la mamada.
-¿Qué comes?
-Un... caramelo.
-Umm que rico. ¿De esos rellenos?
-Sí. Relleno de crema - me dice mirándome a los ojos.
-Yo no tenga nada que llevarme a la boca.
-Seguro que un caramelo de estos te encantaría.
Le follo un poco más la boca. Siento que me llega el orgasmo. Cuando estoy a punto, le saco la polla de la boca y la dejo apuntando a su cara, sin tocarla.
Un espasmo tensa todo mi cuerpo. Mi polla se mueve sola, se levanta, cae. Y un enorme chorro de leche sale de la punta y se estrella en la preciosa carita de mi madre. Le cubre desde la ceja derecha hasta los labios.
Otro espasmo. Otra sacudida de mi polla y otro chorro de leche cae sobre su cara. Durante mi intenso orgasmo son más de cinco disparos los que dan de pleno en su rostro. Los dos siguientes, con menos fuerza, caen sobre su blusa."
La imagen de su hijo corriéndose sobre su cara llevó a Eva a un feroz orgasmo. Se enterró dos dedos lo más profundo que pudo en su coño y se corrió sobre la cama de su Pedro. Se corrió casi sintiendo el calor del semen sobre su rostro.
"La miro. Ella mira a mí. Nunca la había visto tan hermosa, tan sexy. Con mi leche esparcida en varios regueros sobre su bello rostro. Y una sonrisa en la boca.
-Ummm, Julia. Ya llegué al relleno del caramelo.
-¿Está rico?
Me mira con lujuria. Recoge un poco de mi semen un dedo y se lo lleva a la boca.
-Riquísimo.
Estoy más de un minuto mirándola. Parte de mi corrida empieza a gotear sobre su blusa. Me siento a su lado. Mi mano derecha se posa sobre su muslo. Y empieza a subir, entrando por debajo de su falda.
Ella abre las piernas, invitándome a seguir. Cuando llego a sus bragas las encuentro empapadas. Meto la mano por debajo y mi madre se muerde el labio inferior.
Empiezo a hacerle una lentísima paja mirándola. Ella intenta no gemir. Intenta que Julia no note nada en su voz el placer que está sintiendo, pero yo intensifico la caricia.
-Bueno, Julia. Tengo que dejarte ya. Voy al súper.
-Vale guapa. Hablamos otro día.
En cuando cuelga, mi boca sale disparada hacia su boca. Nos besamos con pasión, con intensidad. No dejo ni un ínstate de frotar su coño, de penetrarla con mis dedos.
Hasta que consigo que mi madre se corra entre gemidos. Resopla dentro de mi boca, temblando de placer. Después, cuando ella se calma, saco mis mojados dedos de su coño y los llevo a mi boca. Los chupo.
-Ummm, mami. ¡Qué rica estás!"
Imaginar a Pedro chupándose los dedos mojados por los jugos de su coño provocó un orgasmo más a Eva. Quedó agotada de tanto placer. Casi se queda dormida en la cama de su hijo, pero se levantó, guardó el diario y se fue al salón. Allí, mirando la tele, sí se durmió.
La despertó Pedro rato después.
-Uf, me he quedado traspuesta.
Durante la cena, más miradas. Cada vez más intensas. ¿Escribiría él esa noche sobre esas miradas? ¿Qué más escribiría sobre este día?
Eva no sabía ni siquiera si escribiría algo. Por lo que había visto del diario no lo hacía sobre cada día. Había huecos. Eva deseaba leerlo todo. Todo lo que había escrito. Y sobre todo, deseaba leer lo último que escribiera. Porque lo haría sobre cosas que ella recordaría. Sobre cosas que habrían pasado el día anterior.
Después, en su cama, a oscuras, los ronquidos de su marido no la dejaban dormir. Pero no era sólo por los ronquidos. Era por su calentura. Tuvo que llevar su mano hasta su coño. Tuvo que masturbarse para no volverse loca.
Hasta ahora se masturbaba reviviendo las fantasías de Pedro, leyéndolas del diario. Esa noche empezó a tener fantasías propias.
Con los ojos cerrados, con dos dedos frotando su clítoris y otros dos pellizcando uno de sus pezones, se ve a sí misma levantándose temprano. Su marido aún dormido. Sin hacer ruido, se dirige al cuarto de Pedro. Sabe que tras la cerrada puerta él está desnudo sobre la cama, con su dura polla entre las manos.
Abre. Lo ve. Se miran. La mano de Pedro no deja de subir y bajar a lo largo de su polla. Entra, cierra la puerta y se acerca a la cama.
No hay palabras. Se sube en la cama, se acuesta boca abajo entre las piernas de su hijo, le quita la mano de la polla y se la mete en la boca. Empieza a chuparle la polla, despacito, sin prisas, mirándole a los ojos. Pedro le acaricia las mejillas con mimo. Ella lleva su mano derecha a su coño y se hace una paja mientras le hace una mamada a su amado hijo.
Él gime de placer, entornando los ojos. Ella también gime de placer, con la boca llena de dura polla. Pedro le pone la mano en el cabello, y hace que acelere la mamada, Ella chupa con más fuerza, sube y baja más rápido. Los dedos que frotan su coño también aumentan su ritmo.
Pedro empieza a tensarse. Mueve sus caderas intentando follarle la boca. Ella siente como la polla empieza a poner se más dura. Su hijo se tensa y empieza a correrse con intensidad dentro de su boca. Siente los chorros de leche estrellarse contra su paladar, contra su lengua. La boca se le llena del rico y espeso semen de su hijo.
No puede más. Si no traga se saldrá de su boca. Y no desea que se pierda ni una gota. Se corre justo cuando siente pasar el semen por su garganta. La polla sigue soltando más y más leche, y tiene que tragar varias veces.
Junto a su durmiente marido, Eva se está corriendo imaginando que se está tragando el prohibido semen de Pedro. Se corre intensamente, con la cara contra la almohada, con todo el cuerpo tenso. Un orgasmo largo, liberador.
Ya sin mover sus dedos, sigue imaginando. Imagina que se saca la polla de la boca, que le da besitos y lametones. Se levanta de la cama de Pedro y le da un beso en la boca.
-Gracias por el desayuno, mi amor. Mami vendrá mañana a por más.
Con una sonrisa en los labios, Eva se durmió.
Continuará....
2 comentarios - Deseo de hijo, deseo de madre: El diario (Parte 4)