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Deseo de hijo, deseo de madre: El diario (Parte 3)

Eva cada vez más siente la necesidad de follar con su hijo, pero su moralidad aún la detiene pero el diario de Pedro, por sí solo, la pone cachonda....





Se despertó agitada. No había conseguido descansar. El sueño había sido muy superficial y se había despertado varias veces durante la noche.

Se levantó y fue al baño a hacer pis. Cuando terminó, se miró al espejo.

-¿Pero que ve en mí? - se preguntó.

Estaba despeinada, con ojeras. No creía que pudiese atraer a nadie. Cogió el cepillo y se arregló el cabello. Se limpió la cara con agua fría y cogió la bata que había detrás de la puerta.

Cuando llegó a la cocina, su marido y Pedro ya estaban desayunando.

-Buenos días, dijo.

-Buenos días, mamá.

-Buenos días - dijo su marido.

Las miradas de Eva y su hijo se cruzaron un instante. Ella la desvió, se dio la vuelta y se preparó un café.

Cuando ellos terminaron, se marcharon juntos. Su marido le dio un rápido beso en una mejilla. Eva esperaba el beso de Pedro.

-Hasta luego, mami - le dijo cuando sus labios se separaron.

-Hasta luego, tesoro

Mirando como se alejaban, Eva se llevó la mano hasta el punto donde los cálidos labios de Pedro la habían besado. Después recogió la cocina y se dispuso a hacer las labores de la casa.

Habitación por habitación limpió el polvo y fregó el suelo. Evitó la habitación de Pedro. Evitó la tentación.

"Joder. Tengo que limpiar su habitación. Pero no voy a leer su diario".

Cuando entró, lo primero que hicieron sus ojos fue buscar la libreta. La vio entre los libros, en donde la había dejado el día anterior. Empezó con la limpieza.

De vez en cuando miraba hacia la repisa. Una parte de su cerebro quería leer el diario. Otra parte, quería salir corriendo de allí

"Sólo un poco... Sólo una página....nada más...Y ya no lo leeré más"

"No. No lo hagas. Si lo haces no podrás parar"

"Sólo una. Lo juro".

Dejó la escoba apoyada en la puerta, se acercó a la repisa y cogió la libreta. Se sentó en la silla y abrió el cuaderno. Buscó lo último que había escrito. Era del día anterior. Debió escribirlo por la noche, antes de acostarse.



"Hoy me he despertado muy excitado. Con mi polla dura, como siempre. Aún tenía tiempo antes de tener que irme a clase, así que empecé a acariciarme.



Muchas veces he pensado en que pasaría si mi madre me sorprende masturbándome. Fantaseo mucho con eso. La puerta de mi cuarto está cerrada, pero sin llave. Ella podría abrir la puerta y entrar.



Me destapé y me bajé los calzoncillos. Me agarré la polla y empecé a hacerme una paja mirando hacia la puerta. Deseando que se abriera y ella me viese.



No era la primera vez que lo hacía así. Me gusta tentar a la suerte. Quizás sea con la esperanza de que pase de verdad. Que mi madre abra la puerta y me pilla con la polla en la mano."

La imagen de Pedro masturbándose sobre su cama y deseando que ella lo viera provocó que Eva se mojase en el acto. Había pasado muchas veces por el pasillo, por delante de su puerta cerrada. ¿En cuántas de esas ocasiones estaría Pedro tocándose?

Abrió su bata. Abrió sus piernas. Metió entre ellas su mano derecha. Con la izquierda sujetaba el diario.

Y mientras continuó leyendo, comenzó a masturbarse.



"Empecé a fantasear. A imaginar. A desear.



La puerta se abre. Es ella.



-Pedro... ¿Tienes ropa para...?



Sus ojos se clavan en mi polla. Mi mano no deja de subir y bajar a lo largo de mi duro mástil. Me mira a los ojos un momento, pero en seguida vuela a mirar mi polla.



En vez de irse, entra en mi cuarto y cierra la puerta. Lentamente, si dejar de mirarme, se acerca a mi cama y se sienta en mi cama, a mi lado. Me sonríe.



-Vaya. Parece que mi niño está caliente.

-Ummm, mamá. Mucho.

-¿Y en qué piensa mi niño para ponerse así? ¿Qué chica es la afortunada de tener tus pensamientos?

-Mamá...no te lo puedo decir.

-¿Por qué no? Me lo puedes contar todo.

-Me da vergüenza.

-Venga, tesoro. Dile a mami que mujer te pone la polla así de dura.

-Tú, mamá. La tengo así de dura por ti. Eres tú la mujer en quien estoy pensando.

-¿En serio?

-Sí.

-Ummmm ¿Te estás haciendo una paja pensando en mí? ¿En tu madre?

-Aggg, sí...sólo en ti.

-Eres un...pervertidillo



Mira mi polla. Por la punta sale líquido pre seminal.



-Uf, mira como babea tu polla, tesoro. ¿Babea por mí?

-Sí...agg... por ti.



Se acerca aún más a mí. Su cuerpo roza el mío.



-¿Y vas a seguir así hasta correrte? ¿Pensarás en mí mientras tu polla escupe su lechita caliente?

-Mamá...sí...me correré por ti.



Me mira a los ojos, con picardía.



-¿Sabes? Si la tienes así por mí, creo que sería justo que fuese yo la que... ya sabes.

-¿Lo harías?

-Claro que sí. ¿Quieres que mami te haga una pajita? ¿Quieres que mami te vacíe esa linda polla tuya?



No le dijo nada. Solo suelo mi polla. Era, sin dejar de sonreírme acerca su mano y la agarra. Empieza una paja lenta, muy lenta.



-Ummm que dura tiene mi nene la polla.



Nos miramos a los ojos mientras ella mueve su mano cada vez más deprisa. Sus ojos brillan. Yo empiezo a gemir. Me correré muy rápido. Ella me excita hasta el límite.



-Aggg, mamá...me voy a correr...me voy a correr....

-Sí, sí, córrete para mami. Déjame ver como tu polla escupe su leche.



Deja de mirarme a los ojos para mirarme la polla. Su mano me lleva inexorablemente a un poderoso orgasmo. Los dedos de mis pies se agarrotan. Mis músculos se ponen rígidos. Mi polla empieza a tener espasmos hasta que de su punta sale disparado un potente chorro de leche que cae después sobre mi pecho.



-Ummm mi niño se está corriendo: Eso eso...así, así...dale toda tu leche a tu mami.



Me ordeña por completo. Son varios los chorros de semen que salen disparados de mi polla para acabar sobre mi pecho y mi barriga. Los últimos, más flojos, caen en su mano.



Ella se queda mirando mi corrida sobre mi piel. Y sonríe.



-Uf, vaya corrida que ha tenido mi tesoro. ¡Cuánta lechita tenía dentro! ¿Te has gustado la paja que te hizo mami?

-Mucho. Quiero más

-Vicioso - me dice, sonriendo.



Mi pecho estaba de verdad lleno de semen. Pero lo había sacado yo con mi mano. Me quedó unos minutos así, mirando la puerta, deseando que ella entrara.



Pero no entró."

Eva se reponía del intenso orgasmo que tuvo leyendo la fantasía de Pedro. Se corrió justo cuando su hijo, en el la fantasía, se corría gracias a su mano.

Había más escrito sobre ese día. Sin sacar la mano de entre sus piernas, siguió leyendo.



"Al medio día noté algo extraño. Ella me miraba mucho, pero apartaba la vista. No sé por que sería"

Se estremeció de pies a cabeza. Él se había dado cuenta.



"Por la noche me pidió que la ayudara a preparar la cena. Lo hice encantado. Eso significaba estar a su lado. Poder mirarla. Poder admirarla.



¡Es tan hermosa! Me gusta todo de ella. Como se mueve, sus gestos. Su suave perfume. No dejé de mirarla con disimulo. Incluso llegué a tropezar intencionadamente con ella un par de veces"

Eva Recordaba esos tropiezos. Pensó que habían sido accidentales al moverse los dos por el reducido espacio de la cocina. Él lo hizo adrede. Para rozarse con ella.



"Cuando me daba la espalda mis ojos iban directamente a su culito. Me tiene loco el culito de mi madre. Creo que hasta sueño con él. Son incontables las veces que me he corrido pensando en esas nalgas redondas y tentadoras. No pude evitar que se me pusiese la polla dura. Y mi loca cabeza empezó a maquinar.



Me dije que me volviera a rozar con ella. Me dije que pasara por detrás y que le restregaría mi polla por el culo. Casi lo hago. Estuve a punto. Pero no pude. No me atreví. ¿Qué pensaría ella si su hijo le restregara la polla dura por el culo?



Hice lo que hago siempre. Mirarla con disimulo. Desearla en secreto.



Intenté pensar en otras cosas. Sacármela de la cabeza. No lo logré. Nunca me la quito de la cabeza.



Cenamos y me fui a mi cuarto. Les dije que a estudiar. Pero no fui a estudiar. Fui a seguir pensando en ella. Iba a imaginar que hacía lo que no me atreví a hacer en la cocina. Tumbado en mi cama, subiendo y bajando mi mano a lo largo de mi polla, cerré los ojos y dejé volar mi imaginación."

Eva abrió los ojos. Recordó que después de cenar había pasado dos veces por delante de la puerta de Pedro al ir al baño. Ahora sabía que tras la puerta su hijo se estaba masturbando, pensando en ella...otra vez.



"Volvía a estar en la cocina, con la polla dura. Esta vez si me acerqué a ella. Esta vez le pasé mi polla por el culo. Ella se puso tensa.



-¿Qué haces?

-Nada, mamá.



Presioné más. Ella no se movía. Mis manos acariciaron sus brazos. Me acerqué a su oreja y le susurré.



-Mamá...Tu culito me tiene loco.

-Pedro... déjame...esto no está bien.

-Sí está bien, mamá. No puedo más. Te deseo con todo mi ser.



Besé su nuca y la sentí estremecer. Gimió con dulzura. Y con alegría noté como ella mecía sus nalgas contra mi polla.



-Ummm, Pedro... mi niño lindo.... Pero soy tu madre. No puedes hacerle eso a tu madre - me dijo, restregando con más fuerza su culo contra mí.



Mis manos llegaron a sus tetas. Las agarré, las apreté. Ella gimió con más fuerza."

Eva, leyendo, también gemía. Sus dedos subían y bajaban a lo largo de la raja de su coño. Era como si viviese de verdad lo que leía. De vez en cuando cerraba los ojos.



"Le abrí los botones de la camisa hasta abrírsela. Por la espalda le desabroché el sujetador y lo tiré al suelo. La piel de sus tetas era caliente, suave. Eran duras, grandes. Y sus pezones estaban duros. Los atrapé entre mis dedos y gimió.



-Ummm, mamá. ¿Estás cachonda?

-No....no no estoy.

-¿Y entonces por qué tienes los pezones tan duros?



No me contestó.



-¿Cómo tienes el coñito mamá? ¿Lo tienes mojado?

-Aggg, Pedro...No lo tengo... mojado. ¿Qué me estás haciendo?

-Sólo acariciarte.



Seguí besando su cuello y llevé mis manos a sus caderas. Llevaba una falda amplia, hasta las rodillas. No me costó nada levantársela. Cuando acaricié sus muslos desnudos tembló ligeramente.



-Pedro...por favor...no sigas... no sigas - se quejó, pero sin dejar de restregar sus bragas por la dureza de mi polla.



Mi mano derecha se acercó lentamente a su pubis. Y, lentamente, bajó y se metió entre sus piernas.



-Ummmm, mami. Eres una mentirosa.

-Aggggg, ¿Por qué me dices eso?

-Me dijiste que no tenías el coño mojado. Pero lo tienes empapado. Las bragas te chorrean. Estás cachonda, mamá. No puedes negarlo."

Eva estaba tan cachonda en la realidad como la Eva que Pedro describía en su diario. Quizás más. Cerró los ojos y se corrió, llenando de jugos sus dedos, mojando más aún sus bragas. En la soledad de su casa gritó su placer.

Y por primera vez, gritó el nombre de su hijo. Se corrió pronunciando su nombre. Intensamente. Se llenó largos segundos de puro placer. Se quedó sobre la silla jadeando, con los ojos cerrados, sus dedos, ahora sin moverse, aún entre sus piernas.

"¿Qué me pasa, dios mío? ¿Por qué me excitan tanto sus palabras, su deseo hacia mí? ¿Qué puedo hacer para que todo sea como antes?"

Miró la libreta que tenía en la mano izquierda. Es fácil, se dijo. Simplemente ciérrala, ponla donde estaba y no vuelvas a leerla jamás. En vez de hacer lo que su razón le indicaba, siguió leyendo.



"Metí la mano por debajo de las bragas. Ahora sí que ella tembló. Se estremeció contra mí cuando mis dedos recorrieron la babosita raja de su coño. Noté como dejó de respirar, como se tensaba. Y como se corrió entre mis dedos. Le mordí con suavidad el lóbulo de unas de sus orejas. Y le susurré:



-Te estás corriendo, mami. Sólo con rozarte el coño con mis dedos te corres.



Empezó a tener fuertes espasmos. Mis dedos se llenaron de sus jugos. Cuando terminó de correrse se quedó casi sin fuerzas. Se echó hacia adelante y se apoyó con las manos en la mesa de la cocina, echando su soberbio culito hacia atrás.



Lentamente empecé a arrodíllame, hasta que el centro de mis deseos quedó frente a mi cara. Acerqué mi boca y besé cada nalga, haciéndola volver a gemir.



-Pedro.... mi vida...Me vas a matar.



Tiré de sus bragas y se las dejé en las rodillas. Estuve muchos segundos mirando su culo. ¡Qué cosa más linda!



Lo besé otra vez, ahora labio contra piel. Lo lamí. Las dos nalgas. Una a una, dejando un rastro brillante de mi saliva. Me ayudé de mis manos y se las abrí, se las separé. Descubrí su coño, brillante, mojado, y justo frente a mi boca, su apretado anito. Era una tentación demasiado fuerte.



Me acerqué, saqué mi lengua y empecé a lamérselo, a chupárselo. Mi lengua recorrió una y otra vez su estriado esfínter. Ella movió el culito en círculos, buscando mi lengua.



-Agggg Pedro...que rico...como me lames....No pares...por favor... no pares.



No tenía intención de parar. Apreté la punta de mi lengua contra el agujerito, intentando penetrarlo. Lo lubriqué con gran cantidad de saliva"

-¿Me va a follar el culito? ¿Mi tesoro me va a clavar su dura polla en el culo? - dijo Eva, en alto.

Con la vista buscó línea a línea en el diario hasta que leyó:



"Y se la clavé. Centímetro a centímetro le fui metiendo mi polla en su estrecho culito, hasta que mis huevos chocaron contras sus nalgas. Ella arqueó la espalda y empecé a follarle el culo. Empecé a darle por el culo a mi madre."

Eva se mordió el labio inferior, con fuerza. Y se volvió a correr. La habitación se llenó del olor de su coño, del aroma del deseo. No pudo seguir sosteniendo la libreta, que cayó sobre la mesa. Cerró los ojos y se vio a si misma en la cocina, apoyada en la mesa, con el culo hacia atrás, mientras Pedro, agarrado a sus caderas, le metía y sacaba su polla del culo, con fuerza, hasta el fondo, hasta que se lo llenó con fuertes chorros de caliente semen que sintió bañarla por dentro.

Tardó varios minutos en recuperarse. Casi sin fuerza, cogió la libreta y leyó el último párrafo escrito.



"Acabo de terminar de escribir mis pensamientos de hoy. Mi polla está dura como una piedra. Ahora apagaré la luz, me meteré en la cama y me haré una relajante y placentera paja. Y sólo pensaré en una cosa. En mi madre. Siempre en mi madre"

Eva se quedó unos minutos allí, pensando. Ni cuando era joven había sentido una excitación así, un deseo tan fuerte. Le había dicho a Rosa que no podría ponerle los cuernos a su marido.

Ahora no estaba tan segura. Que un muchacho joven se sintiese tan atraído hacia ella la llenaba de vida. Le hacía sentirse especial. Se sentía muy bien. Pensó que si un guapo joven la rondara y le dijese que deseaba acostarse con ella, quizás accedería.

Pero el joven que la deseaba era su propio hijo. Y a eso no podía acceder. Nunca.

Cerró la libreta y la puso en su sitio. Se fue a preparar la comida.



Continuará.....

2 comentarios - Deseo de hijo, deseo de madre: El diario (Parte 3)

pacovader
Porqué no veo estos relatos en tu perfil??? Te dejé puntos a ver si puedo completar la saga en orden. 😀