Un hijo encuentra un relato, y el conflicto que le provocan sus perjuicios deviene en obsesión. Afortunadamente su madre está ahí para ayudarle 🙂
Hola, mi nombre es David, y me gustaría contarles una experiencia reciente que me hizo darme cuenta de la suerte que tengo al tener una madre tan genial.
Me considero guapo, o al menos "resultón", las chicas me miran y se insinúan habitualmente. También soy bastante tímido, por lo que apenas he pasado de unas cuantas citas con amigas. Lo cierto es que las circunstancias tampoco han propiciado otra cosa, la primera chica con la que salí, era bastante agresiva sexualmente, y tras tres meses juntos quería claramente más. Entre mi timidez y que presionaba demasiado, no me lanzaba. Todo terminó cuando ella empezó a correr el rumor de que era homosexual, que no pasaría nada si lo fuera, pero no siéndolo, la verdad es que me hizo bastante daño. Socialmente no me afectó demasiado, porque si bien no soy de los más populares del instituto, tampoco he sido nunca un "marginado". Si que me afectó de cara a fiarme de otras chicas.
Mi madre se llama Alicia y es psicóloga. Vivimos los dos solos. Mi padre empezó a engañarla con otra mujer al poco de casarse, lo que provocó el divorcio. A veces creo que a mi madre le pasa lo que a mi, pero a lo bestia. Me explico, creo que hicieron tanto daño que le cuesta muchísimo abrirse a una relación sentimental. Alguna vez sale con hombres, pero con los pocos que llegan más allá de una cita, no llegan a durar más de dos meses. Aparte de las citas, no se nada de la vida sexual de mi madre.
Con mi padre no tenemos apenas relación, entre que mi madre es económicamente independiente, que no le quiere ni ver y que a mi me parece un gilipollas integral, creo que le habré visto unas tres veces en los últimos cuatro años.
Un día, hablando con amigos, la charla derivó a susurrar sobre las pajas. Uno de mis amigos comentó que lo más le gustaba eran los relatos, porque al imaginarlo, era mejor que verlo, y que lo prefería con mucho a los videos. Durante el resto de la conversación, a la que sólo aporté algunas risas nerviosas, sólo estuve pensando en llegar a casa y probar lo de los relatos.
Pasadas unas horas, por fin llegué a casa y, aprovechando que mi madre no llegaría hasta la noche, fui hasta el ordenador, lo encendí y me saqué la polla. Al usar el buscador, pulsé sobre la primera página que vi de relatos eróticos y, sin leer ni el título, pulsé sobre el primer enlace que vi. Empecé a leer mientras me masturbaba, era un relato crudo y bastante irreal en el que un hijo le pedía a su madre que le hiciera una paja y ella accedía sin problemas. El tema me hacía sentirme mal, pero las frases de ánimo que dedicaba la madre me excitaban y me hicieron seguir leyendo hasta terminar el relato y mi paja. Tras limpiarme, borrar el historial y apagar el ordenador, me sentí bastante culpable, hasta el punto de prometerme no pensar más en ese relato.
Cuando llegó mi madre, me sentí aún peor al verla. Me fui pronto a la cama, y estando a oscuras, ocurrió. La idea me golpeó salvajemente y no podía parar de pensar en ella, y lo que era peor, excitándome cada vez más. Pasadas un par de horas para asegurarme de que mi madre dormía, me levanté, fui silenciosamente al baño, corté un generoso trozo de papel higiénico y volví a mi habitación. Me masturbé furiosamente, pero la idea volvió y me tuve que masturbar dos veces más esa noche.
Durante el siguiente mes y medio, la cosa fue a peor. La idea de una madre masturbando a su hijo no se me iba de la cabeza, a todas horas, en todos los lugares. Tenía que masturbarme cuatro y cinco veces al día, dejándome siempre vacío, sintiéndome culpable e insatisfecho.
Finalmente, cuando ya no podía más, tomé la decisión de hablar con mi madre. Sabía que se lo tomaría mal, pero necesitaba quitarme toda esa culpabilidad y obsesión. Los jueves solemos ver una película juntos, decidí que esa sería la ocasión adecuada. Curiosamente, desde que tomé la decisión de contárselo a mi madre empecé a sentirme más aliviado.
Llegó el día y la hora. Había ensayado en mi cabeza mil formas de decirlo e imaginado las miles de formas en que me echaría la bronca. Estaba aterrorizado, las sienes me latían, parecía que tenía el corazón en la garganta y el cerebro envuelto en algodón. Tomé la decisión de decírselo nada más empezar la película. Nos sentamos en el sofá y mi madre empezó a pasar la taquilla, preguntándome cual quería, contesté que me daba igual. Pasaron diez minutos, pasó media hora, y cuando ya llevaba más de una hora de una película a la que no presté ni la más mínima atención ni durante un segundo, dándole vueltas a la cabeza, cogí el mando, le di a la pausa, me levanté, me puse delante de mi madre con la cabeza gacha, y dije:-
-Mamá, tengo que contarte algo, pero, por favor, no me interrumpas por raro o desagradable que te parezca, que esto es muy difícil para mí.
-¿Es algo grave, hijo?
-Si, es muy grave para mi, pero si piensas que es algo de drogas o embarazos, ya te digo que no. Es algo raro.
-Tranquilo, hijo, sea lo que sea estoy aquí para ayudarte.
-Todo empezó hará mes y medio, encontré por casualidad una página de relatos eróticos y sin leer ni el título, pulsé en uno, y , por curiosidad lo leí…y ahora ya no se me va de la cabeza…
Una lágrima se me escapó, mi madre se levantó, acercó su mano a mi cara y pasó su pulgar por la lágrima. Me pasó el brazo por encima de los hombros, y me dijo:
-Tranquilo, hijo, ven, siéntate y cuéntamelo todo. Soy tu madre y estoy aquí para ayudarte. ¿Te despertó dudas de tu identidad sexual? ¿Prácticas fetichistas o algo?
Más lágrimas brotaron de mis ojos:
-N…No, es otra cosa, es como una perversión…y no se me va de la cabeza…
-¿Puedes enseñármelo? ¿Contármelo al menos?
-Lo encontré por casualidad, no podría volver a encontrarlo...era de...era...bueno, un hijo que le pide a su madre que...bueno...que le haga...que le haga...
Hice un ligero movimiento de arriba a abajo con el puño cerrado. Mi madre adivinó:
-Que lo masturbe, vamos...
-S....s....si, y ahora tengo esa idea a todas horas sin poder evitarlo...
En ese momento empecé a llorar abiertamente. Mi madre me abrazó, y dijo:
-Venga, tranquilo, no te preocupes, se ve que lo has pasado muy mal. Ya acabó. Dime, ¿es la idea en general o tú y yo?
-Mamá, lo siento, no quiero que pienses que soy un monstruito, antes del relato jamás, jamás había pensado en ti en términos sexuales. Yo trato de evitar pensar en ello, y al ver que no puedo trato de pensar en madres e hijos anónimos, sin cara, pero ha sido inevitable que muchas veces se transformaran en mi cabeza en ti y en mi, haciéndome sentir fatal...
Mi madre me cogió por los hombros y me apartó un poco, sin quitar las manos me miraba a los ojos con una ligera sonrisa tranquilizadora. A pesar de que sabía que ahora me iba a echar la bronca, sentía como me había quitado un enorme peso de encima al contarlo. Además, la bronca parecía que iba a ser muy suave. Mi madre dijo:
-Mira, lo que te pasa es más o menos normal. Tanto tú como yo, por unas cosas u otras no tenemos nuestras necesidades sexuales totalmente cubiertas, y eso hace que la imaginación vuele buscando estímulo. Si encima juntas eso con un asalto salvaje de las hormonas, pues...pasan esas cosas.¿Vale? No eres ningún "monstruito", eres mi hijo y te quiero. No te tortures más.
Mi madre me sonrió y se quedó esperando mi reacción. Pasé el dorso de la mano por debajo de la nariz, ya no estaba llorando y me encontraba mucho mejor, liberado. Le devolví la sonrisa y asentí levemente. Mi madre continuó:
-Más ideas "raras", entre comillas, te asaltarán con el tiempo. Lo que tienes que comprender es que es normal, ¿qué hacer con ellas? Bueno, la excitación sexual suele ser mala consejera. Las cosas de esas que creas que son buena idea y que merece la pena experimentar cuando no estés excitado, deberías probarlas, las que no, bueno, no es que tengas que olvidarte, simplemente se utilizan para excitarse y están bien en la imaginación. No luches contra ti mismo, acéptate y utiliza tus ideas, en vez de torturarte por ellas.
Seguía mirándome a los ojos y sonriendo, al verme más tranquilo quitó las manos de mis hombros y siguió:
-Además, para tener ideas morbosas que se te meten dentro y no se van no hace falta ni estar en plena efervescencia hormonal. Yo misma tengo una o dos...
Mi rostro mostró sorpresa:
-¿A ti también te pasa, mamá?
-Pues claro, hijo. Alguna idea realmente pervertida. Anda que no lo he pasado mal alguna vez...
-A mi me ha liberado muchísimo contarla, me siento muchísimo mejor...
-No se, hijo, me da muchísima vergüenza.
-Vengaaaa, no te hagas la remolona-dije sonriendo.
Mi madre se irguió sentada, tomó aire y soltó una profunda bocanada.
-Vale, allá voy. Me excita muchísimo la idea de masturbar a un hombre, que se corra en la otra mano y dárselo a beber.
Rápidamente mi madre se llevó las manos a la cara, se incorporó levemente, bajó un poco las manos hasta dejar descubiertos los ojos cuya mirada fijó en mí.
Yo estaba sorprendido, pero en seguida me percaté, que al igual que yo un rato antes, necesitaba aceptación. Había sido tan comprensiva conmigo y la quería tanto en ese momento por ello, que en seguida reaccioné. Solté una ligera carcajada y dije:
-Vamos, mamá, eso no es tan vergonzante. Yo mismo he tenido la idea parecida de probar el semen en alguna ocasión...es un poco rara, pero nada del otro mundo.
-Ah, ¿si? ¿y lo has probado?
Riéndome, dije:
-No, la verdad es que después ya no apetece.
Los dos reímos a carcajadas. Mi madre dijo:
-Ya ves, además es súper curioso, porque yo no tengo tendencias a la dominación ni nada en el sexo. Solo me estimula el sexo de igual a igual y cariñoso hasta el empalago. Pero esa idea, no se, se me metió en la cabeza, no lo he hecho nunca y me asalta muchas veces, sin humillación ni nada, dulcemente. Antes me hacía sentir mal, todavía lo hace alguna vez.
-Ya te he dicho que no es una idea tan rara, no te debería hacer sentir mal.
-Gracias, hijo.-sonrió-La tuya tampoco, es normal tener fantasías con la propia madre o las profesoras. Son las mujeres desarrolladas con las que se tiene contacto a ciertas edades.
-No, no, tranquila, a tanto no he llegado, sólo era la paja. No quiero verte como a alguien con quien hacer el amor. Eres mi mami...
Nos reímos y nos abrazamos unos minutos en silencio.
-Bueno, hijo, además pasarlo tan mal por algo que es bastante inocente, que no es sexo salvaje ni nada...
-Ya, parecía más grave cuando no lo había contado.
De repente mi madre se puso seria, se mordió el labio inferior, me miró y dijo:
-Mira, ya se lo que te he dicho antes de las fantasías, y que los dos estamos de acuerdo en que la del otro no es nada del otro mundo, no ya en la imaginación, sino en la realidad.
-Si, completamente de acuerdo-dije.
-Oye, David, tú tienes una fantasía bastante inocentona y yo tengo otra...-paró unos segundos y siguió casi atropelladamente-¿y si hacemos un intercambio?
Yo me quedé sorprendido, otra vez el corazón me subió a la garganta, pero esta vez no había nada desagradable en ello, y dije:
-Cla...claro, mamá, yo mismo lo habría propuesto, pero estaba tan aliviado de quitarme el peso, que ni había caído. Supongo que quieres decir que tú y yo...
Mi madre carcajeó y dijo:
-Pues ya podías haber caído, así yo podía hacer el papel de madre atenta y responsable que cede ante su hijo salido a regañadientes, solo para hacerle feliz. Ahora ya soy yo la salida.
Reímos de nuevo los dos juntos, fuimos bajando poco a poco el volumen de las carcajadas hasta quedarnos en silencio, un silencio que rompió mi madre:
-Eeeenntonnceees-dijo lentamente-¿lo hacemos?-dijo rápidamente.
Lo dijo dando saltitos en el sofá, parecía una niña en día de reyes. No se que parecería yo, pero me sentía extremadamente feliz, como flotando, y un poco nervioso. Dije:
-Claro, me torturaba la idea, pero lo raro es que ahora me parece genial después de hablar contigo.
-Oh, sexo, sexo, ni podría ni querría contigo. Pero pajas, no siento ni la más mínima aversión a hacértelas. De hecho, cada segundo me apetece más-rió.-¿Y tú vas a hacer tu parte también?
-Claro que si, aunque no me apeteciera al terminar, ahora si, lo haría por devolverte el favor.
Otros segundos de silencio hasta que dije:
-Bueno,¿cómo lo hacemos?
-Aquí en la salita está bien, ¿no?
-Si.
-¿Prefieres de pie, sentado...?
-Si te digo la verdad, mamá, estoy tan excitado que creo que me podría hasta desmayar.
-Sentado, entonces.- Reímos.
Me senté y mi madre se quedó mirándome levantando una ceja y bajando la mirada a los pantalones.
-Ah, claro-dije.
Me levanté y me bajé los pantalones junto a los calzoncillos. Estaba más erecto de lo que había estado en mi vida, por lo que, al bajarlos, saltó el pene hacia arriba dando pequeños botes hasta quedarse quieto. Bueno, todo lo quieto que podía estar con las palpitaciones. Con los pantalones y calzoncillos por los tobillos, mi madre dijo:
-Quítatelos del todo, ¿no?
-Si, mejor.
-Si, porque así abres todo lo que puedas las piernas, yo me coloco entre ellas y luego puedo echarme a un lado y recogerlo con las manos.
-Si.-Me quité los calzoncillos y pantalón y me senté en el sofá.
Mi madre, que todavía estaba sentada, se giró, puso las manos sobre las rodillas, resopló y se levantó. Me miró y dijo:
-Bueno, ahí tienes tú lo tuyo, aquí mis manos, así que podemos empezar, porque para limpiar no vamos a necesitar nada, ¿no?
Reímos ambos. Mi madre sonaba más segura que yo, pero le temblaban ligeramente las manos y su respiración era pesada.
Tras unos segundos de silencio volvió a resoplar con los ojos cerrados y exclamó:
-Bueno, vamos allá.
Cogió un cojín, lo tiró al suelo a mis pies y se puso de rodillas sobre él. Se quedó mirando fijamente mi pene, y fue acercando sus manos deslizándolas sobre mis piernas desde las rodillas. Lo agarró firmemente con la mano derecha, aunque podía notar el temblor que tenía. Dijo:
-Ufff, tienes un montón de líquido preseminal, es este líquido transparente. Estás excitadísimo.
-Si, después de contártelo me he sentido liberadísimo, y al proponerme tú esto, me ha subido rapidísimo.
-Muy bien, hijo, disfrútalo.
Empezó a mover lentamente la mano arriba y abajo. Dijo:
-Bueno, ¿qué tal estoy empezando?
-Impresionante, mamí.-Dije sonriendo.
Acercó el dedo índice de su otra mano y empezó a pasarlo por el prepucio. Dijo:
-¿Eh?¿Qué te parece esto? ¿Te hacía esto tu madre en tu imaginación?
-Ufff, mamá, si me hablas así me va salir en seguida.
-Ya, ya he visto como se ha tensado tu polla al decir "madre", intentando dar un brinquito-Dijo riendo. Y siguió:
-Así que tendré que contenerme y no repetir demasiadas veces que soy tu madre y te estoy masturbando...mira, más brincos.- Volvió a reír mi madre en burla cómplice.
-Esto es genial, mamá.
- Gracias, hijo. Hay que ver, el liquidillo te sale y sale, es muchísima cantidad.¿Siempre es tanto?
-No, es que nunca había estado tan excitado.
Mi madre puso el dedo índice sobre la punta y lo levantó, dejando un hilillo. Dijo:
-Y, mira, sale espesito, espesito...
Puso cara de niña traviesa y moviendo la cabeza de lado a lado dijo rápidamente:
-¿Quieres probarlo?...para ir abriendo boca.-Me guiño el ojo.
-Claro-sonreí-ahora es que hasta me apetece, luego ya veremos...
Recogió una cantidad abundante con el índice de la mano izquierda, mientras estrujaba el pene hacia arriba con la derecha. Dirigió el dedo hacia mi boca y cerré mis labios en torno a él. No estaba malo, me gustó, era dulzón.
-¿Le gusta a mi niño su miel?¿Te tomarás luego tu leche?
-Claro, mamá, te quiero tanto que haría lo que fuera por ti ahora mismo.
-Muy bien, hijo, pero avísame cuando vayas a correrte,¿vale?
-Mamá...-lancé un gruñido-el problema es que no tengo mucho control ahora mismo y me puede salir en cualquier momento.
-Vale, lo que voy a hacer es ir poniendo la mano-puso su mano izquierda debajo de la punta, como si fuera un cuenco-y sigo despacio. Quiero que dures y lo disfrutes...y además así tendrás más para beber.-Volvió a guiñarme un ojo.
-Mamá...cuando lo imaginaba...salía con mucha fuerza.
-Ah, vale, entonces levantaré un poco el pulgar para parar los chorros. Cuando note el primero, además cerraré un poco la mano entorno al capullo.
-S...si...mami.-Traté de sonreír, pero sólo me salió una sonrisa intermitente, porque era incapaz de mantener la misma expresión durante más de medio segundo.
-Gracias, hijo, por aceptar esto, me ha obsesionado durante años...y hoy, por fin, voy a hacerlo.¡Y con mi hijo en confianza!.Mejor imposible.-Me miró a los ojos y chasqueó la lengua.
-Gracias a ti, mamá...te quiero...creo que va a...venir...ya.-Balbucee retorciéndome en el sofá.
Mi madre abrió los ojos muy seria, se le notaba una respiración muy pesada y alternaba la mirada entre mi cara y mi pene con la expresión de una alumna aplicada.
-Ya...ya...ya está aquí.
-Si, ya sale. Muy bien, hijo, sácalo todo, eso es...
Mi madre aflojó el ritmo y finalmente soltó mi pene cuando el semen empezó a desbordar la mano izquierda, para recoger todo con las dos. Yo estaba recuperándome, mientras mi madre levantaba las dos manos hacia mi cara como si fuera un cáliz. No pude contener una ligera expresión de asco. Miré a mi madre y tenía las mejillas completamente rojas, casi podía sentir el calor que desprendía su cara, y sus ojos estaban muy abiertos y llenos de reflejos, parecían llenos de estrellas. Por ella acerque mi cara y saqué la lengua con una ligera mueca, la metí en el líquido blanco y la saqué rápidamente. Una vez roto el hielo no me costó meter otra vez la lengua, ya con expresión de genuina curiosidad y ya, finalmente, una tercera y cuarta vez dando dos generosos lametones con los que quedaron limpias sus manos.
Mi madre con una sonrisa radiante se levantó, se sentó a mi lado, me agarró la cabeza con las palmas y me dio un sonoro beso en la frente. Después me abrazó muy fuerte, colocando mi cabeza en su pecho. Dijo:
-¡Gracias!¡Gracias, mi niño! Ha sido mejor de lo que esperaba. El subir las manos, cuando sacaste la lengua y lamiste...¡Dios!¡Gracias, hijo! Me has dado una cosa muy grande hoy...
Volvió a besarme en la frente.
-Pues anda que tú a mi. Llevaba más de un mes sin poder dormir casi. Y estaba seguro de llevarme una bronca, pero eso era mejor que la alternativa: seguir con la tortura.
-Pobre hijo mío, que mal lo ha pasado. Pero ya pasó. Bueno,¿te gustó? Dime.
-Uff, la verdad es que estaba todo el rato como flotando, nunca he sentido nada tan intenso. Luego, lo de comérmelo, al principio me daba un poco de reparo, pero al verte con esa cara de ilusión, me he dicho "vamos allá, por la mejor madre del mundo", y luego no me ha costado nada.
Mi madre carcajeo y dijo.
-Muy bien, además dicen que es hasta bueno.
-Ah, ¿si?
-Si, dicen que evita hasta las depresiones. Malo no es, desde luego, es proteína y minerales con mucha agua.
-Bueno es saberlo.
-Gracias otra vez, hijo. Para mi ha sido como quitarme una espina que llevaba clavada. Además, tú eres un chico muy maduro, no confundes las cosas y tampoco es que hayamos roto tantas normas como para que nos afecte. Hacer una paja y reciclarla.-Rió- Ahora, me encantaría sacarme la espina más veces.
-A mi no me tienes que convencer, mira como la tengo, ya tengo ganas de repetirlo.
-Vaya, si no han pasado ni cinco minutos. Te gustado de verdad, ¿eh?
Mi pene ya estaba erguido de nuevo. Dije:
-Aunque me dio algo de reparo, creo que lo de comérmelo lo hace todo más excitante aún.
-Si,¿verdad?. A mi me ha pasado igual, el hacérselo a mi hijo lo ha convertido en más excitante aún que mi fantasía. Bueno, si quieres que lo hagamos otra vez vamos a hacerlo rapidito que me tengo que ir a mi habitación a masturbarme.
-Vaya, mamá, si que nos hemos soltado...
-Bueno, esas cosas ya nos las podemos contar.
-Por mi no te esperes a ir a tu habitación...
-Ah, no, hijo, por ahí si que no, eso no lo vas a ver nunca. Yo soy muy pudorosa, tengo muy poco de exhibicionista. Además de que me pide el cuerpo masturbarme metiéndome los dedos violentamente además de frotarme el clítoris, y no pienso permitir que mi hijo me vea en ese plan.
Sonreí y asentí. Me abrí de piernas y mi madre volvió a ponerse de rodillas. Terminamos en menos de cinco minutos, todavía me excitaba demasiado la idea. Al terminar de comérmelo, mi madre preguntó:
-¿Qué tal la segunda vez?
-Pues la primera parte igual de bien, y la segunda me gustado bastante más que antes.
-Muy bien, si una vez pasada la primera vez, ya no cuesta tanto y es más excitante. Bueno, si vamos a hacer esto más veces, y antes de irme a la habitación tan rápido como pueda-guiñó el ojo exageradamente dos veces- vamos a establecer las reglas,¿vale?
-Vale
-Para mantener la frescura mantengamos un límite de no hacerlo todos los días, yo creo que una vez al mes o así está bien, pero seguro que todos los días, no.
-Por mi perfecto.
-Cuando le apetezca puede pedirlo cualquiera de los dos al otro. Pero pedir no es exigir,¿vale?
-Vale.
-Bueno, pues yo creo que eso es todo. Me voy. Que duermas bien, mi niño.
-Que lo pases bien, mamá-dije riendo.
Esa noche caí dormido oyendo los gemidos de mi madre, que debía estarse trabajando muy duramente. Me dormí con una sonrisa y fue la primera noche en más de un mes con un sueño plácido y reparador.
Cuando desperté, me entró un poco el temor de que se hubiera arrepentido. Al fin y al cabo, todo surgió porque le plantee algo para lo que no estaba preparada. Bajé a la cocina a desayunar y mis temores desaparecieron al ver a mi madre con una enorme sonrisa.
-Buenos días, hijo. Que buena noche ayer,¿eh?, mejor que las películas.
Le devolví la sonrisa y contesté:
-Totalmente de acuerdo.
Desde entonces ha pasado otro mes y medio, y lo que iba a ser una vez al mes ha sido dos o tres veces por semana. Yo lo he pedido más veces, pero casi la mitad ha sido ella. Yo trato de no masturbarme cuando no está ella por si le apetece, estar preparado. Cuando ella lo pide suele acompañar un "¿Te apetece...?, mientras hace el gesto de masturbar con una mano y recoger el "producto" con la otra. No siempre es por la noche, una mañana de sábado, mientras desayunábamos me dijo "¿No te apetece empezar bien el día con un poco de tu leche?" , a lo que contesté "Claro que si, siempre que quieras". Ella siempre me da las gracias y un gran beso en la frente.
Evidentemente, no la he visto masturbarse, pero si que la he visto pasarse varias veces la mano por la entrepierna antes de pedírmelo cuando estamos sentados en el sofá.
A mi me ha hecho mucho bien, soy mucho más seguro con las mujeres, y a ella se la ve radiante y siempre de buen humor.
Siempre he estado orgulloso de mi madre, pero ahora se que tengo la mejor madre del mundo.
FIN
Hola, mi nombre es David, y me gustaría contarles una experiencia reciente que me hizo darme cuenta de la suerte que tengo al tener una madre tan genial.
Me considero guapo, o al menos "resultón", las chicas me miran y se insinúan habitualmente. También soy bastante tímido, por lo que apenas he pasado de unas cuantas citas con amigas. Lo cierto es que las circunstancias tampoco han propiciado otra cosa, la primera chica con la que salí, era bastante agresiva sexualmente, y tras tres meses juntos quería claramente más. Entre mi timidez y que presionaba demasiado, no me lanzaba. Todo terminó cuando ella empezó a correr el rumor de que era homosexual, que no pasaría nada si lo fuera, pero no siéndolo, la verdad es que me hizo bastante daño. Socialmente no me afectó demasiado, porque si bien no soy de los más populares del instituto, tampoco he sido nunca un "marginado". Si que me afectó de cara a fiarme de otras chicas.
Mi madre se llama Alicia y es psicóloga. Vivimos los dos solos. Mi padre empezó a engañarla con otra mujer al poco de casarse, lo que provocó el divorcio. A veces creo que a mi madre le pasa lo que a mi, pero a lo bestia. Me explico, creo que hicieron tanto daño que le cuesta muchísimo abrirse a una relación sentimental. Alguna vez sale con hombres, pero con los pocos que llegan más allá de una cita, no llegan a durar más de dos meses. Aparte de las citas, no se nada de la vida sexual de mi madre.
Con mi padre no tenemos apenas relación, entre que mi madre es económicamente independiente, que no le quiere ni ver y que a mi me parece un gilipollas integral, creo que le habré visto unas tres veces en los últimos cuatro años.
Un día, hablando con amigos, la charla derivó a susurrar sobre las pajas. Uno de mis amigos comentó que lo más le gustaba eran los relatos, porque al imaginarlo, era mejor que verlo, y que lo prefería con mucho a los videos. Durante el resto de la conversación, a la que sólo aporté algunas risas nerviosas, sólo estuve pensando en llegar a casa y probar lo de los relatos.
Pasadas unas horas, por fin llegué a casa y, aprovechando que mi madre no llegaría hasta la noche, fui hasta el ordenador, lo encendí y me saqué la polla. Al usar el buscador, pulsé sobre la primera página que vi de relatos eróticos y, sin leer ni el título, pulsé sobre el primer enlace que vi. Empecé a leer mientras me masturbaba, era un relato crudo y bastante irreal en el que un hijo le pedía a su madre que le hiciera una paja y ella accedía sin problemas. El tema me hacía sentirme mal, pero las frases de ánimo que dedicaba la madre me excitaban y me hicieron seguir leyendo hasta terminar el relato y mi paja. Tras limpiarme, borrar el historial y apagar el ordenador, me sentí bastante culpable, hasta el punto de prometerme no pensar más en ese relato.
Cuando llegó mi madre, me sentí aún peor al verla. Me fui pronto a la cama, y estando a oscuras, ocurrió. La idea me golpeó salvajemente y no podía parar de pensar en ella, y lo que era peor, excitándome cada vez más. Pasadas un par de horas para asegurarme de que mi madre dormía, me levanté, fui silenciosamente al baño, corté un generoso trozo de papel higiénico y volví a mi habitación. Me masturbé furiosamente, pero la idea volvió y me tuve que masturbar dos veces más esa noche.
Durante el siguiente mes y medio, la cosa fue a peor. La idea de una madre masturbando a su hijo no se me iba de la cabeza, a todas horas, en todos los lugares. Tenía que masturbarme cuatro y cinco veces al día, dejándome siempre vacío, sintiéndome culpable e insatisfecho.
Finalmente, cuando ya no podía más, tomé la decisión de hablar con mi madre. Sabía que se lo tomaría mal, pero necesitaba quitarme toda esa culpabilidad y obsesión. Los jueves solemos ver una película juntos, decidí que esa sería la ocasión adecuada. Curiosamente, desde que tomé la decisión de contárselo a mi madre empecé a sentirme más aliviado.
Llegó el día y la hora. Había ensayado en mi cabeza mil formas de decirlo e imaginado las miles de formas en que me echaría la bronca. Estaba aterrorizado, las sienes me latían, parecía que tenía el corazón en la garganta y el cerebro envuelto en algodón. Tomé la decisión de decírselo nada más empezar la película. Nos sentamos en el sofá y mi madre empezó a pasar la taquilla, preguntándome cual quería, contesté que me daba igual. Pasaron diez minutos, pasó media hora, y cuando ya llevaba más de una hora de una película a la que no presté ni la más mínima atención ni durante un segundo, dándole vueltas a la cabeza, cogí el mando, le di a la pausa, me levanté, me puse delante de mi madre con la cabeza gacha, y dije:-
-Mamá, tengo que contarte algo, pero, por favor, no me interrumpas por raro o desagradable que te parezca, que esto es muy difícil para mí.
-¿Es algo grave, hijo?
-Si, es muy grave para mi, pero si piensas que es algo de drogas o embarazos, ya te digo que no. Es algo raro.
-Tranquilo, hijo, sea lo que sea estoy aquí para ayudarte.
-Todo empezó hará mes y medio, encontré por casualidad una página de relatos eróticos y sin leer ni el título, pulsé en uno, y , por curiosidad lo leí…y ahora ya no se me va de la cabeza…
Una lágrima se me escapó, mi madre se levantó, acercó su mano a mi cara y pasó su pulgar por la lágrima. Me pasó el brazo por encima de los hombros, y me dijo:
-Tranquilo, hijo, ven, siéntate y cuéntamelo todo. Soy tu madre y estoy aquí para ayudarte. ¿Te despertó dudas de tu identidad sexual? ¿Prácticas fetichistas o algo?
Más lágrimas brotaron de mis ojos:
-N…No, es otra cosa, es como una perversión…y no se me va de la cabeza…
-¿Puedes enseñármelo? ¿Contármelo al menos?
-Lo encontré por casualidad, no podría volver a encontrarlo...era de...era...bueno, un hijo que le pide a su madre que...bueno...que le haga...que le haga...
Hice un ligero movimiento de arriba a abajo con el puño cerrado. Mi madre adivinó:
-Que lo masturbe, vamos...
-S....s....si, y ahora tengo esa idea a todas horas sin poder evitarlo...
En ese momento empecé a llorar abiertamente. Mi madre me abrazó, y dijo:
-Venga, tranquilo, no te preocupes, se ve que lo has pasado muy mal. Ya acabó. Dime, ¿es la idea en general o tú y yo?
-Mamá, lo siento, no quiero que pienses que soy un monstruito, antes del relato jamás, jamás había pensado en ti en términos sexuales. Yo trato de evitar pensar en ello, y al ver que no puedo trato de pensar en madres e hijos anónimos, sin cara, pero ha sido inevitable que muchas veces se transformaran en mi cabeza en ti y en mi, haciéndome sentir fatal...
Mi madre me cogió por los hombros y me apartó un poco, sin quitar las manos me miraba a los ojos con una ligera sonrisa tranquilizadora. A pesar de que sabía que ahora me iba a echar la bronca, sentía como me había quitado un enorme peso de encima al contarlo. Además, la bronca parecía que iba a ser muy suave. Mi madre dijo:
-Mira, lo que te pasa es más o menos normal. Tanto tú como yo, por unas cosas u otras no tenemos nuestras necesidades sexuales totalmente cubiertas, y eso hace que la imaginación vuele buscando estímulo. Si encima juntas eso con un asalto salvaje de las hormonas, pues...pasan esas cosas.¿Vale? No eres ningún "monstruito", eres mi hijo y te quiero. No te tortures más.
Mi madre me sonrió y se quedó esperando mi reacción. Pasé el dorso de la mano por debajo de la nariz, ya no estaba llorando y me encontraba mucho mejor, liberado. Le devolví la sonrisa y asentí levemente. Mi madre continuó:
-Más ideas "raras", entre comillas, te asaltarán con el tiempo. Lo que tienes que comprender es que es normal, ¿qué hacer con ellas? Bueno, la excitación sexual suele ser mala consejera. Las cosas de esas que creas que son buena idea y que merece la pena experimentar cuando no estés excitado, deberías probarlas, las que no, bueno, no es que tengas que olvidarte, simplemente se utilizan para excitarse y están bien en la imaginación. No luches contra ti mismo, acéptate y utiliza tus ideas, en vez de torturarte por ellas.
Seguía mirándome a los ojos y sonriendo, al verme más tranquilo quitó las manos de mis hombros y siguió:
-Además, para tener ideas morbosas que se te meten dentro y no se van no hace falta ni estar en plena efervescencia hormonal. Yo misma tengo una o dos...
Mi rostro mostró sorpresa:
-¿A ti también te pasa, mamá?
-Pues claro, hijo. Alguna idea realmente pervertida. Anda que no lo he pasado mal alguna vez...
-A mi me ha liberado muchísimo contarla, me siento muchísimo mejor...
-No se, hijo, me da muchísima vergüenza.
-Vengaaaa, no te hagas la remolona-dije sonriendo.
Mi madre se irguió sentada, tomó aire y soltó una profunda bocanada.
-Vale, allá voy. Me excita muchísimo la idea de masturbar a un hombre, que se corra en la otra mano y dárselo a beber.
Rápidamente mi madre se llevó las manos a la cara, se incorporó levemente, bajó un poco las manos hasta dejar descubiertos los ojos cuya mirada fijó en mí.
Yo estaba sorprendido, pero en seguida me percaté, que al igual que yo un rato antes, necesitaba aceptación. Había sido tan comprensiva conmigo y la quería tanto en ese momento por ello, que en seguida reaccioné. Solté una ligera carcajada y dije:
-Vamos, mamá, eso no es tan vergonzante. Yo mismo he tenido la idea parecida de probar el semen en alguna ocasión...es un poco rara, pero nada del otro mundo.
-Ah, ¿si? ¿y lo has probado?
Riéndome, dije:
-No, la verdad es que después ya no apetece.
Los dos reímos a carcajadas. Mi madre dijo:
-Ya ves, además es súper curioso, porque yo no tengo tendencias a la dominación ni nada en el sexo. Solo me estimula el sexo de igual a igual y cariñoso hasta el empalago. Pero esa idea, no se, se me metió en la cabeza, no lo he hecho nunca y me asalta muchas veces, sin humillación ni nada, dulcemente. Antes me hacía sentir mal, todavía lo hace alguna vez.
-Ya te he dicho que no es una idea tan rara, no te debería hacer sentir mal.
-Gracias, hijo.-sonrió-La tuya tampoco, es normal tener fantasías con la propia madre o las profesoras. Son las mujeres desarrolladas con las que se tiene contacto a ciertas edades.
-No, no, tranquila, a tanto no he llegado, sólo era la paja. No quiero verte como a alguien con quien hacer el amor. Eres mi mami...
Nos reímos y nos abrazamos unos minutos en silencio.
-Bueno, hijo, además pasarlo tan mal por algo que es bastante inocente, que no es sexo salvaje ni nada...
-Ya, parecía más grave cuando no lo había contado.
De repente mi madre se puso seria, se mordió el labio inferior, me miró y dijo:
-Mira, ya se lo que te he dicho antes de las fantasías, y que los dos estamos de acuerdo en que la del otro no es nada del otro mundo, no ya en la imaginación, sino en la realidad.
-Si, completamente de acuerdo-dije.
-Oye, David, tú tienes una fantasía bastante inocentona y yo tengo otra...-paró unos segundos y siguió casi atropelladamente-¿y si hacemos un intercambio?
Yo me quedé sorprendido, otra vez el corazón me subió a la garganta, pero esta vez no había nada desagradable en ello, y dije:
-Cla...claro, mamá, yo mismo lo habría propuesto, pero estaba tan aliviado de quitarme el peso, que ni había caído. Supongo que quieres decir que tú y yo...
Mi madre carcajeó y dijo:
-Pues ya podías haber caído, así yo podía hacer el papel de madre atenta y responsable que cede ante su hijo salido a regañadientes, solo para hacerle feliz. Ahora ya soy yo la salida.
Reímos de nuevo los dos juntos, fuimos bajando poco a poco el volumen de las carcajadas hasta quedarnos en silencio, un silencio que rompió mi madre:
-Eeeenntonnceees-dijo lentamente-¿lo hacemos?-dijo rápidamente.
Lo dijo dando saltitos en el sofá, parecía una niña en día de reyes. No se que parecería yo, pero me sentía extremadamente feliz, como flotando, y un poco nervioso. Dije:
-Claro, me torturaba la idea, pero lo raro es que ahora me parece genial después de hablar contigo.
-Oh, sexo, sexo, ni podría ni querría contigo. Pero pajas, no siento ni la más mínima aversión a hacértelas. De hecho, cada segundo me apetece más-rió.-¿Y tú vas a hacer tu parte también?
-Claro que si, aunque no me apeteciera al terminar, ahora si, lo haría por devolverte el favor.
Otros segundos de silencio hasta que dije:
-Bueno,¿cómo lo hacemos?
-Aquí en la salita está bien, ¿no?
-Si.
-¿Prefieres de pie, sentado...?
-Si te digo la verdad, mamá, estoy tan excitado que creo que me podría hasta desmayar.
-Sentado, entonces.- Reímos.
Me senté y mi madre se quedó mirándome levantando una ceja y bajando la mirada a los pantalones.
-Ah, claro-dije.
Me levanté y me bajé los pantalones junto a los calzoncillos. Estaba más erecto de lo que había estado en mi vida, por lo que, al bajarlos, saltó el pene hacia arriba dando pequeños botes hasta quedarse quieto. Bueno, todo lo quieto que podía estar con las palpitaciones. Con los pantalones y calzoncillos por los tobillos, mi madre dijo:
-Quítatelos del todo, ¿no?
-Si, mejor.
-Si, porque así abres todo lo que puedas las piernas, yo me coloco entre ellas y luego puedo echarme a un lado y recogerlo con las manos.
-Si.-Me quité los calzoncillos y pantalón y me senté en el sofá.
Mi madre, que todavía estaba sentada, se giró, puso las manos sobre las rodillas, resopló y se levantó. Me miró y dijo:
-Bueno, ahí tienes tú lo tuyo, aquí mis manos, así que podemos empezar, porque para limpiar no vamos a necesitar nada, ¿no?
Reímos ambos. Mi madre sonaba más segura que yo, pero le temblaban ligeramente las manos y su respiración era pesada.
Tras unos segundos de silencio volvió a resoplar con los ojos cerrados y exclamó:
-Bueno, vamos allá.
Cogió un cojín, lo tiró al suelo a mis pies y se puso de rodillas sobre él. Se quedó mirando fijamente mi pene, y fue acercando sus manos deslizándolas sobre mis piernas desde las rodillas. Lo agarró firmemente con la mano derecha, aunque podía notar el temblor que tenía. Dijo:
-Ufff, tienes un montón de líquido preseminal, es este líquido transparente. Estás excitadísimo.
-Si, después de contártelo me he sentido liberadísimo, y al proponerme tú esto, me ha subido rapidísimo.
-Muy bien, hijo, disfrútalo.
Empezó a mover lentamente la mano arriba y abajo. Dijo:
-Bueno, ¿qué tal estoy empezando?
-Impresionante, mamí.-Dije sonriendo.
Acercó el dedo índice de su otra mano y empezó a pasarlo por el prepucio. Dijo:
-¿Eh?¿Qué te parece esto? ¿Te hacía esto tu madre en tu imaginación?
-Ufff, mamá, si me hablas así me va salir en seguida.
-Ya, ya he visto como se ha tensado tu polla al decir "madre", intentando dar un brinquito-Dijo riendo. Y siguió:
-Así que tendré que contenerme y no repetir demasiadas veces que soy tu madre y te estoy masturbando...mira, más brincos.- Volvió a reír mi madre en burla cómplice.
-Esto es genial, mamá.
- Gracias, hijo. Hay que ver, el liquidillo te sale y sale, es muchísima cantidad.¿Siempre es tanto?
-No, es que nunca había estado tan excitado.
Mi madre puso el dedo índice sobre la punta y lo levantó, dejando un hilillo. Dijo:
-Y, mira, sale espesito, espesito...
Puso cara de niña traviesa y moviendo la cabeza de lado a lado dijo rápidamente:
-¿Quieres probarlo?...para ir abriendo boca.-Me guiño el ojo.
-Claro-sonreí-ahora es que hasta me apetece, luego ya veremos...
Recogió una cantidad abundante con el índice de la mano izquierda, mientras estrujaba el pene hacia arriba con la derecha. Dirigió el dedo hacia mi boca y cerré mis labios en torno a él. No estaba malo, me gustó, era dulzón.
-¿Le gusta a mi niño su miel?¿Te tomarás luego tu leche?
-Claro, mamá, te quiero tanto que haría lo que fuera por ti ahora mismo.
-Muy bien, hijo, pero avísame cuando vayas a correrte,¿vale?
-Mamá...-lancé un gruñido-el problema es que no tengo mucho control ahora mismo y me puede salir en cualquier momento.
-Vale, lo que voy a hacer es ir poniendo la mano-puso su mano izquierda debajo de la punta, como si fuera un cuenco-y sigo despacio. Quiero que dures y lo disfrutes...y además así tendrás más para beber.-Volvió a guiñarme un ojo.
-Mamá...cuando lo imaginaba...salía con mucha fuerza.
-Ah, vale, entonces levantaré un poco el pulgar para parar los chorros. Cuando note el primero, además cerraré un poco la mano entorno al capullo.
-S...si...mami.-Traté de sonreír, pero sólo me salió una sonrisa intermitente, porque era incapaz de mantener la misma expresión durante más de medio segundo.
-Gracias, hijo, por aceptar esto, me ha obsesionado durante años...y hoy, por fin, voy a hacerlo.¡Y con mi hijo en confianza!.Mejor imposible.-Me miró a los ojos y chasqueó la lengua.
-Gracias a ti, mamá...te quiero...creo que va a...venir...ya.-Balbucee retorciéndome en el sofá.
Mi madre abrió los ojos muy seria, se le notaba una respiración muy pesada y alternaba la mirada entre mi cara y mi pene con la expresión de una alumna aplicada.
-Ya...ya...ya está aquí.
-Si, ya sale. Muy bien, hijo, sácalo todo, eso es...
Mi madre aflojó el ritmo y finalmente soltó mi pene cuando el semen empezó a desbordar la mano izquierda, para recoger todo con las dos. Yo estaba recuperándome, mientras mi madre levantaba las dos manos hacia mi cara como si fuera un cáliz. No pude contener una ligera expresión de asco. Miré a mi madre y tenía las mejillas completamente rojas, casi podía sentir el calor que desprendía su cara, y sus ojos estaban muy abiertos y llenos de reflejos, parecían llenos de estrellas. Por ella acerque mi cara y saqué la lengua con una ligera mueca, la metí en el líquido blanco y la saqué rápidamente. Una vez roto el hielo no me costó meter otra vez la lengua, ya con expresión de genuina curiosidad y ya, finalmente, una tercera y cuarta vez dando dos generosos lametones con los que quedaron limpias sus manos.
Mi madre con una sonrisa radiante se levantó, se sentó a mi lado, me agarró la cabeza con las palmas y me dio un sonoro beso en la frente. Después me abrazó muy fuerte, colocando mi cabeza en su pecho. Dijo:
-¡Gracias!¡Gracias, mi niño! Ha sido mejor de lo que esperaba. El subir las manos, cuando sacaste la lengua y lamiste...¡Dios!¡Gracias, hijo! Me has dado una cosa muy grande hoy...
Volvió a besarme en la frente.
-Pues anda que tú a mi. Llevaba más de un mes sin poder dormir casi. Y estaba seguro de llevarme una bronca, pero eso era mejor que la alternativa: seguir con la tortura.
-Pobre hijo mío, que mal lo ha pasado. Pero ya pasó. Bueno,¿te gustó? Dime.
-Uff, la verdad es que estaba todo el rato como flotando, nunca he sentido nada tan intenso. Luego, lo de comérmelo, al principio me daba un poco de reparo, pero al verte con esa cara de ilusión, me he dicho "vamos allá, por la mejor madre del mundo", y luego no me ha costado nada.
Mi madre carcajeo y dijo.
-Muy bien, además dicen que es hasta bueno.
-Ah, ¿si?
-Si, dicen que evita hasta las depresiones. Malo no es, desde luego, es proteína y minerales con mucha agua.
-Bueno es saberlo.
-Gracias otra vez, hijo. Para mi ha sido como quitarme una espina que llevaba clavada. Además, tú eres un chico muy maduro, no confundes las cosas y tampoco es que hayamos roto tantas normas como para que nos afecte. Hacer una paja y reciclarla.-Rió- Ahora, me encantaría sacarme la espina más veces.
-A mi no me tienes que convencer, mira como la tengo, ya tengo ganas de repetirlo.
-Vaya, si no han pasado ni cinco minutos. Te gustado de verdad, ¿eh?
Mi pene ya estaba erguido de nuevo. Dije:
-Aunque me dio algo de reparo, creo que lo de comérmelo lo hace todo más excitante aún.
-Si,¿verdad?. A mi me ha pasado igual, el hacérselo a mi hijo lo ha convertido en más excitante aún que mi fantasía. Bueno, si quieres que lo hagamos otra vez vamos a hacerlo rapidito que me tengo que ir a mi habitación a masturbarme.
-Vaya, mamá, si que nos hemos soltado...
-Bueno, esas cosas ya nos las podemos contar.
-Por mi no te esperes a ir a tu habitación...
-Ah, no, hijo, por ahí si que no, eso no lo vas a ver nunca. Yo soy muy pudorosa, tengo muy poco de exhibicionista. Además de que me pide el cuerpo masturbarme metiéndome los dedos violentamente además de frotarme el clítoris, y no pienso permitir que mi hijo me vea en ese plan.
Sonreí y asentí. Me abrí de piernas y mi madre volvió a ponerse de rodillas. Terminamos en menos de cinco minutos, todavía me excitaba demasiado la idea. Al terminar de comérmelo, mi madre preguntó:
-¿Qué tal la segunda vez?
-Pues la primera parte igual de bien, y la segunda me gustado bastante más que antes.
-Muy bien, si una vez pasada la primera vez, ya no cuesta tanto y es más excitante. Bueno, si vamos a hacer esto más veces, y antes de irme a la habitación tan rápido como pueda-guiñó el ojo exageradamente dos veces- vamos a establecer las reglas,¿vale?
-Vale
-Para mantener la frescura mantengamos un límite de no hacerlo todos los días, yo creo que una vez al mes o así está bien, pero seguro que todos los días, no.
-Por mi perfecto.
-Cuando le apetezca puede pedirlo cualquiera de los dos al otro. Pero pedir no es exigir,¿vale?
-Vale.
-Bueno, pues yo creo que eso es todo. Me voy. Que duermas bien, mi niño.
-Que lo pases bien, mamá-dije riendo.
Esa noche caí dormido oyendo los gemidos de mi madre, que debía estarse trabajando muy duramente. Me dormí con una sonrisa y fue la primera noche en más de un mes con un sueño plácido y reparador.
Cuando desperté, me entró un poco el temor de que se hubiera arrepentido. Al fin y al cabo, todo surgió porque le plantee algo para lo que no estaba preparada. Bajé a la cocina a desayunar y mis temores desaparecieron al ver a mi madre con una enorme sonrisa.
-Buenos días, hijo. Que buena noche ayer,¿eh?, mejor que las películas.
Le devolví la sonrisa y contesté:
-Totalmente de acuerdo.
Desde entonces ha pasado otro mes y medio, y lo que iba a ser una vez al mes ha sido dos o tres veces por semana. Yo lo he pedido más veces, pero casi la mitad ha sido ella. Yo trato de no masturbarme cuando no está ella por si le apetece, estar preparado. Cuando ella lo pide suele acompañar un "¿Te apetece...?, mientras hace el gesto de masturbar con una mano y recoger el "producto" con la otra. No siempre es por la noche, una mañana de sábado, mientras desayunábamos me dijo "¿No te apetece empezar bien el día con un poco de tu leche?" , a lo que contesté "Claro que si, siempre que quieras". Ella siempre me da las gracias y un gran beso en la frente.
Evidentemente, no la he visto masturbarse, pero si que la he visto pasarse varias veces la mano por la entrepierna antes de pedírmelo cuando estamos sentados en el sofá.
A mi me ha hecho mucho bien, soy mucho más seguro con las mujeres, y a ella se la ve radiante y siempre de buen humor.
Siempre he estado orgulloso de mi madre, pero ahora se que tengo la mejor madre del mundo.
FIN
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