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Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija (4)

Si quieren pueden repasar los 3 relatos anteriores para recordar como venía la historia. A continuación la nueva historia.

Decidí retomar este relato, ahora que todo ha vuelto a la normalidad. Todas sus aventuras con los amigos de mi hija las toleré, pensando que esas historias se terminaban al terminarse el ciclo lectivo y egresar estos jóvenes de la escuela. Pensé que no vendrían mas a mi casa y que me liberaría de sus engaños. Y no terminoa de felicitarme por mi sentido común. Hoy llevamos una vida normal y sin nuevas infidelidades.
Mi hija ingresó a la universidad y fue a vivir a otra ciudad con lo cual la veíamos algunos fines de semana, por lo que casi siempre estábamos solos con mi mujercita.
Luego de esa etapa estudiantil, nuestras relaciones mejoraron mucho. Ella estaba mucho mas suelta y abierta a cualquier variación, y yo pude darme el gusto de hacer algunas cosas con las que había soñado.
Una noche mientras mi mujer se estaba bañando y yo estaba en el comedor leyendo, su celular recibió un mensaje de texto. Estaba allí sobre la mesa. Al comienzo no le hice caso, pero luego de un rato mi curiosidad pudo mas y tomando el celular abrí el mensaje. El número era desconocido, pero el mensaje era preocupante. “¿ Mañana tenés un rato para mí?”.
Rápidamente lo cerré y lo dejé donde estaba. Me dirijí hasta el baño y le avisé a mi esposa que salía un momento a comprar unos caramelos.
- No hay problema querido, yo termino en un momento.
Salí rápidamente. No quería que ella sospechara que yo había leído el mensaje, y que quedara como que había sonado cuando yo no estaba y por lo tanto no me había enterado.
Cuando volví al rato, el celular no estaba más sobre la mesa. Fui al dormitorio y cuando entré, vi como mi esposa, vestida solo con su ropa interior disimuladamente colocaba su teléfono sobre la mesa de luz.
- Ya volví mi amor, dije sonriendo.
- Ya estoy querido, termino de vestirme y voy a preparar la cena.
Al rato salió y comenzó a trabajar en la cocina. Hice como que iba al baño y me metí en el dormitorio, tomé el celular y busqué la respuesta:” Mañana a partir de las 10”, contestó la muy puta. “ Paso por tu casa” fue el mensaje final del desconocido. Yo me iba a las 9 a trabajar, y ella iba a recibir a este desconocido sola en casa. Sentí que mi sangre hervía.
Cenamos en silencio. Por fin no aguanté mas.
- ¿ Qué vas a hacer mañana? Pregunté inocente.
- Tenía pensado quedarme en casa tranquila, pero tendré visitas.
Mi corazón se desbocó.
- ¿ Quien viene?
- Patricio, el padre de uno de los amigos de tu hija, que quiere que lo acompañe a comprar un regalo para su mujer, ya que pronto es el aniversario y el no se da maña para esas cosas.
Respiré aliviado. Las cosas no eran como yo pensaba. Pero bueno, tienen que comprender que con los antecedentes.... Y sin embargo....
Esa noche no pude dormir. Los sentidos me decían que no podía ser todo tan simple...
Al día siguiente me fui a trabajar a la hora de siempre, y al salir me comuniqué con la empresa y le pedí a mi compañero de oficina que me cubriera que tenía que hacer unos trámites e iba a llegar cerca del mediodía. Me estacioné cerca de mi departamento y aguardé.
A las 10 en punto un auto estacionó en la puerta. Era un imponente auto importado. Un hombre de unos 50 años muy bien vestido, se bajó y tocó el timbre de mi piso. De arriba le franquearon la puerta y subió.
Esperé unos 15 minutos y cuando empezaba a desesperarme, el hombre y mi esposa bajaron. Ella estaba también primorosamente arreglada. El le abrió la puerta, ella subió, dio la vuelta el hombre, se puso al volante y partieron.
Los seguí durante un buen rato hasta que ingresaron a un shopping. Al final mi mujercita había dicho la verdad. Estacioné lejos de donde ellos habían dejado el auto y los seguí a la distancia. Entraron a diversos locales de ropa, hasta que en uno de lencería aparentemente encontraron lo que buscaban. Sin esperar mas di media vuelta y salí de allí rumbo al trabajo. No me habían mentido. Luego le preguntaría a ella que habían comprado y sabría si me decía la verdad.
Pasado el mediodía llamé a mi casa y nadie contestó. Llamé entonces al móvil de mi esposa y ella atendió.
- Si querido, ¿ como estás?
- Bien, lo que pasa es que llamé a casa y no contestó nadie, dije justificándome.
- Lo que ocurre es que hace un rato terminamos las compras que te dije ayer, y Patricio insistió en invitarme a almorzar en el shopping para pagarme las molestias, dijo, aquí Patricio te manda saludos, completó
Me pareció lógico.
- Bueno, disfruta el almuerzo y dale mis saludos también. Conforme, corté la comunicación. Estaba feliz. Mi mujer ya no me engañaba y nuestra vida ahora era normal.

***

Mi marido está convencido de que nuestro matrimonio sigue como siempre, y no quiere ver que luego de las experiencias vividas nada puede volver a ser igual. A veces su ingenuidad me da ternura. Otras me da pena. Y algunas veces me da rabia.
Ese día, cuando salí de bañarme y pasé por el comedor vi que mi móvil no estaba en la posición en que yo lo había dejado. Siempre trato de dejarlo de una manera que si alguien lo toca me doy cuenta. La salida sorpresiva de mi marido y el cambio de ubicación de mi teléfono no me dejó lugar a dudas.
Cuando leí el mensaje, imaginé que mi marido lo había visto. Lo contesté y esperé la respuesta. Cuando llegó lo llevé a mi dormitorio y lo dejé como al descuido sobre mi mesa de noche.
Al volver mi esposo, noté como buscaba disimuladamente mi móvil. Por fin se fue al baño y con esa excusa yo sabía que entraría al dormitorio y revisaría los mensajes. Su cara cuando volvió me mostraba a las claras que lo había hecho.
Tuve que esforzarme para no reirme. No podía creer que todavía fuera celoso. Y era el momento exacto para darle otra lección.
Mientras cenamos, como al descuido me preguntó que iba a hacer al otro día, y yo candorosamente le conté una historia que lo descolocó. Se notaba en su rostro como trataba de encajar lo que yo le contaba en lo que él quería creer, y noté como se quedó tranquilo. Pero yo sabía que la noche era larga y que iba a terminar por seguir dudando. Así que tenía que poner en marcha la segunda parte de mi plan.
Pero antes tengo que ponerlos en antecedentes de como había entrado Patricio en mi vida. Era un importante ejecutivo de una firma multinacional, con un muy buen pasar. Casado, con 3 hijos, y muy feliz en su matrimonio, ni por un momento pensaba en deshacer su familia por mí, como yo tampoco hubiera tirado mi vida por la borda por él. Además Había entrado en mi vida por la fuerza y al final me gustó y la pasé bien.
En la historia anterior, le conté a mi esposo lo que había pasado esa noche en la graduación de mi hija, pero no le conté todo.
Recordarán que salí de la fiesta con la excusa de sentirme mal, y acompañada por un joven con el que iría a mi casa a disfrutarlo. También que no alcanzamos a llegar. Que el jovencito no aguantó y me poseyó en el asiento trasero de su auto, allí mismo en el estacionamiento del salón de fiestas, para luego seguir en casa. Todavía tengo guardada una copia del video de esa noche, que repaso algunas veces. La copia que le dí a mi esposo, él la destruyó de inmediato después de mirarla. Una pena, porque considero que tuve una actuación memorable.
Como sea, luego de la fiesta privada, volví a la reunión pública.
Los jovenes me besaron y manosearon y luego me dejaron en la punta del estacionamiento. Rápidamente siguieron y estacionaron cerca del salón y entraron a la fiesta. Yo caminé lentamente tratando de tranquilizarme. El último manoseo me había excitado nuevamente.
Cuando pasé entre unos árboles, una mano se aferró a mi brazo y me sacó del camino. Mi espalda se apoyó contra uno de los árboles añosos, que me quitaba del radio de visión desde las ventanas del salón, y una boca depredadora se apoderó de la mía. En la semioscuridad del lugar no pude ver quien era mi compañero, pero si noté que besaba muy bien, y me dejé llevar.
Luego de un momento, mi secuestrador se separó, y al abrir los ojos, frente a mí, estaba Patricio, el padre de uno de los amigos de mi hija.
-¿ Qué haces?, atiné a preguntar.
Sin mediar palabras me dio vuelta colocándome de frente al árbol.
- Te vi antes en el auto con el jovencito, dijo mientras sus manos buscaban mis hombros y mis tetas. Me aferré a la planta.
- Déjame que pueden vernos.
Tomó mi mano y la dirigió a su sexo. Estaba durísimo.
- No vas a dejarme así. Ni lo sueñes, dijo mientras desabrochaba su pantalón y extraía su verga que puso en mis manos.
- Aquí no, dije, es muy peligroso.
- No para un rapidito. Ya tendremos tiempo de gozar por completo, dijo mientras levantaba mi vestido y descubría que no tenía ropa interior.
- Veo que estás preparada, dijo mientras su mano recorría mi sexo que estaba empapado. Sacó mi trasero hacia afuera inclinándome un poco y apuntó su verga. Lentamente la fue metiendo hasta el fondo. Yo me aferré al árbol y separé las piernas.
Rápidamente empezó un bombeo salvaje. No teníamos tiempo y los dos lo sabíamos, pero justamente el morbo de la situación hizo que me corriera rápidamente, y al momento sentí un líquido caliente que me inundaba, mientras Patricio se pegaba a mi trasero y suspiraba en mi oído. Por fin la sacó.
- Toma mi pañuelo, dijo.
Lo tomé y junté el semen que iba saliendo de mi sexo, mientras el se arreglaba la ropa.
- Dame tu número, dijo sacando su móvil. Se lo dije, lo cargó y me llamó.
- Ahí tienes el mío. Ahora vuelvo a la fiesta, pero te aseguro que la pasaremos la mar de bien. La próxima vez te dedicaré todo el tiempo que te mereces, dijo, besándome en la boca y alejándose rápidamente.
Volví al salón como si nada hubiera pasado. Mi esposo me miraba con desagrado pero yo no le hice caso. Ya tendría tiempo de ver lo que había hecho, aunque no todo.
Sobre el final, se acercó Patricio, padre de otro de los egresados, con su mujer a saludarnos. Conversó un rato con mi esposo, mientras yo hablaba con su esposa, luego ella comenzó a hablar con mi marido y Patricio se acercó a conversar conmigo.
- Estás muy bonita esta noche, dijo atento, cosa que agradecí.
- Es muy amable, dije sonriendo.
- Pero mas bonita estabas en el estacionamiento hace un rato, dijo mirándome fijo. No pude evitar sonrojarme.
- No, por favor no te avergüences. No quise ofenderte. Solo que me encanta tu estilo, y creo que vamos a pasarla muy bien juntos, sin dejar ninguna duda sobre sus intenciones.
Miré a mi esposo que conversaba con la mujer de Patricio sin prestar atención a mi charla. Y entendí. El tenía desconfianza de los jovencitos. Era hora de cambiar de partenaire.
- El lunes en tu casa. Dime la hora.
Pensé un segundo. En mi casa. Era perfecto.
- 10 de la mañana, dije.
Mi esposo junto con la mujer de mi nuevo amigo se acercó hasta donde estábamos. Seguimos conversando un rato los cuatro y por fin saludamos y nos fuimos a casa.
Conocen lo que pasó al día siguiente, y como mi maridito terminó aceptando que me había convertido en una puta salvaje. Pero no le dije nada de Patricio. Quería que siguiera sospechando de los jovencitos y me dejara jugar en las ligas mayores.
Cuando el lunes a las 10 sonó el timbre, ya estaba preparada. Un vestido liviano, escotado, suelto a la rodilla, lila suave, zapatos de taco, y el cabello suelto. Cuando abrí me gustó lo que ví.
Patricio, mas alto que yo, canoso, atractivo, enfundado en un costoso traje importado que le quedaba como un guante, y una sonrisa cautivante.
- Pasa Patricio, dije haciéndome a un lado. Se acercó, me besó en la mejilla y entró.
- Viviana, estás más bonita hoy que el otro día, dijo sonriendo.
- Sientate que ya traigo el café, dije mientras iba a la cocina.
Patricio entró detrás mío. Se colocó a mi espalda y suavemente acarició mis cabellos.
- Tu pelo es hermoso, muy suave, dijo mientras una de sus manos separaba mis cabellos hacia un costado y el revés de su mano recorrió la parte posterior de mi cuello.
- Piel suave y tibia, como me imaginé.
Me di vuelta y tomando sus manos las bajé al costado de su cuerpo.
- Te dije que esperaras en la sala, Vamos , no seas malo.
Avanzó hacia mí, hasta dejar su rostro casi pegado al mío. Yo seguía sin soltar sus manos y no podía evitar su acercamiento. Su boca quedó a centímetros de la mía. Mis ojos se perdían en el verde de los suyos. El beso fue inevitable. Sus labios fueron separando los míos hasta terminar dejando espacio para que su lengua invadiera mi boca y pudiera jugar con la mía. Mis manos apretaron sus muñecas tratando de controlarme. Luego de un instante se separó de mí y retrocedió unos pasos.
- Espero el café en la sala, dijo dando media vuelta, y dejándome allí, sofocada y nerviosa.
Cuando salió necesité mojarme la cara para refrescarme y dominarme. Respiré profundo, terminé de armar la bandeja y volví al salón.
Distendido, Patricio me esperaba sentado en un sillón. Su rostro sereno no reflejaba ningun cambio por lo que había pasado. Dejé la bandeja sobre la mesita. Me sentí totalmente dominada por ese hombre que permanecía allí, impávido como si nada de lo que había pasado fuera importante. Pasé frente a él para sentarme en otro sillón y sus manos me detuvieron por la cintura. Lentamente me acercó hacia él, hasta hacer que me sentara en el apoyabrazos de su sillón.
Allí sus manos treparon por mis piernas mientras me ofrecía sus labios que capturé con deseo. No pasó mucho para que estuviera totalmente entregada sobre su cuerpo, y sintiendo sus manos recorriendo todo mi cuerpo. No recuerdo en que momento quedamos los dos desnudos.
En ese sillón volvió a poseerme de manera salvaje, y antes de acabar, la sacó y me pidió que lo llevara al dormitorio.
- Quiero gozarte en la camita de tu marido, dijo morboso. Lo tomé de la mano y lo llevé a mi dormitorio.
Se sentó en la cama y con la mirada me indicó que lo chupara. Me arrodillé y me apoderé de su verga dura y caliente. Se tiró hacia atrás y comenzó a suspirar de placer.
- Ahhh, que bien la chupas, perra, que bien la chupas.
Cuando me subió sobre la cama y me puso en cuatro, bajé mi cabeza para ofrecerle un mejor ángulo, y ni lerdo ni perezoso me clavó hasta las cachas.
Cuando por fin se corrió, yo sabía que me había convertido en adicta de su verga.
De allí en adelante una o dos veces por semana, me visitaba y me cogía. La pasábamos realmente bien. Acordamos para evitar sorpresas que sus mensajes para visitarme fueran neutros, cosa de poder justificarlos. Y tuvimos razón. El momento había llegado. ( continuará)

2 comentarios - Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija (4)

Sancarlinohot +1
Genial me gustaría tener una mujer asi de puta y verla coger con todos
PattoShakas
Hola buenas tarde
Excelente relato
Pero...
No encuentro los anteriores.
Pasame todos estos capitulos