Comienzos de sumision. 1

Ella hacia meses esperaba nuestro encuentro, habiamos estado hablando por varias vias durante meses y al fin llegaba la tan esperada primera sesion.
La primera cita se habia postergado porque mi sumisa habia sido mama hacia muy poco, debo confesar que mi primer intento fue dominarla cuando aun estaba embarazada pero no pudimos concretarlo.
Para la ocasion llevaba cuerdas, velas, palillos y una bala vibradora que compre en un sex shop especialmente para hacerla acabar mucho. Queria comprobar que tan multiorgasmica se jactaba de ser, ademas de ser squirter,
Llegue a su casa cerca de las 22 horas, era sabado y hacia bastante frio. Me recibio vestida con una calza negra y una remera blanca, no habiamos acordado ninguna vestimenta especial por que tenia muchos nervios y le daba verguenza. Verguenza que le duro muy poco.
Al llegar conversamos un poco, distendido pues se notaba que no podia estarse quieta ni entrar en su papel de sumisa, la verdad es que no sabia como comportarse.
En un momento se abalanzo sobre mi y comenzo a besarme, quise apartarla y decirle que quien imponia las reglas y los momentos era yo, pero la verdad me gusto como me besaba.
En seguida senti mi ereccion,la tome del cuello y la hice arrodillarse al lado del sillon donde estabamos sentados. Me pare y comence a desprenderme el jean. Me miraba con muchas ganas, incluso comenzo ella misma a bajarmelos.
Se notaba las ganas que tenia de conocerme por que enseguida se metio todo mi miembro en la boca. Hasta aca habia poco de BDSM o sumision, pero no importaba, aun habia tiempo.
La deje que me la chupara, que saciara un poco sus ganas. Le tiraba del pelo y la manejaba como una muñeca. Su cabeza hacia lo que yo queria. Se atragantaba al ir hasta el fondo pero parecia no importarle, no queria dejar de lamer.

- Le gusta mi señor - dijo con voz temblorosa. Era la primera vez que me decia señor cara a cara.
- Se ve que tenias muchas ganas no putita? - le dije mientras tiraba mas del pelo y lo envolvia en mi muñeca.
Solo asintio con la cabeza sin dejar de chuparla.

Fue suficiente por el momento. Era hora de utilizar las cuerdas. Queria verla atada, indefensa.
Le ordene que se desnudara y se quedara de rodillas mirando el suelo.




Continuara...