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Agostina, mi vecina del 2ºB

Hola querida comunidad! Hoy finalmente decidí dejar de ser un mero espectador de las extraordinarias cosas que todos publican y que tanto disfruto, y pasar a contribuir con mi humildísmo aporte. Siempre me gustó escribir, pero este, además de ser mi primer post, es también mi primer intento de relato erótico, por lo que de seguro tendrá muchas cosas a corregir y mejorar. Espero lo disfruten, y me hagan llegar sus opiniones y críticas! Saludos a todos!





Agostina era mi vecina. Debo decir que no era la más linda del edificio, que estaba lleno de estudiantes del interior. Siempre jodíamos con los muchachos diciendo que quien alquilara los departamentos sin dudas hacía una selección. No era posible que en un edificio de 8 departamentos hubiera sólo dos hombres, yo, y un estudiante de medicina que vivía en el tercer piso y al que se veía poco y nada. Las demás eran mujeres, y en algunos departamentos vivían dos, como en el departamento contiguo al mío, donde vivían Sofía y Analía, primas, y a las que al año siguiente se sumaría Carmina, hermana menor de Sofi. Sofía era sin dudas el mejor ejemplar de aquel harem sin dueño. Una carita preciosa, tetitas más bien pequeñas, pero firmes, cinturita de avispa y… la joya de su arsenal, un culo en el que dios puso realmente mucho empeño en hacer. Analía era rubia y petisita, de cara bonita, pero lo único que destacaba de ella eran sus enormes tetas, de esas que uno imagina con pezones enormes, como parches vulcanizados en la cámara de un viejo 1114. Carmina era el estereotipo de colegiala sexy e inocente, una lolita con todas las letras, de voz y modos casi aniñados. Esto sin describir a las demás chicas del edificio.

Pero nos ocupa el caso de Agostina. Sin dudas no destacaba, más bien pasaba inadvertida ante semejante selección de hembras. Era flaquita, de carita bonita si, muy blanca y de cabello oscuro, de tetitas minúsculas y un culito también pequeño, pero que se dejaba insinuar como una redonda y firme manzanita.

Nunca habíamos cruzado más de un saludo. Todos eran amables en el edificio, pero a pesar de ser jóvenes estudiantes, no se relacionaban demasiado.

Una tarde en que tomábamos mates con un amigo en la puerta del edificio, se sentó a unos pocos metros, ignorándonos por completo. Seguimos hablando, intentando llamar su atención, pero nada… En un momento me percaté de que estaba llorando, al tiempo que miraba su celular. Se levantó de golpe y entró al edificio. Pensé que sin dudas se trataría de alguna pelea con su novio, o algo así. Debo aclarar que en ese momento yo no sabía ni su nombre, la conocía más bien de vista, y de algún saludo casual, como ya dije.

Esa noche, el sereno me pidió que le calentara agua para el mate, en un ritual que se repetía casi todos los días. Siempre nos quedábamos charlando un buen rato. Le pregunté entonces el nombre de la flaquita del 2º B:

-Se llama Agostina… Agostina Cohen. Creo que es del interior de Misiones, no sé muy bien de donde…- Me respondió Roberto, al tiempo que me convidaba un amargo.

-Agostina Cohen… - Repetí, como para que se me grabara el nombre.

Al otro día la agregué al face, en un intento de socializar con los vecinos, más que de cualquier otra cosa… Pasadas unas horas aceptó mi solicitud, un “Hola vecino!!” apareció en la ventana de dialogo.

Después de unos días de charla, me invitó a su departamento. Resulta ridículo como dos personas, a metros una de otra, prefieren hablar tantos días por chat antes que tomarse unos mates en la puerta, cosas de los tiempos de hoy…

Me dijo que haría pizzas, y yo quedé en llevar unas cervezas. A eso de las 21:30 estaba tocando a la puerta de su departamento. Ella atendió con una musculosa de Hello Kitty, a modo de camisón, y descalza, completamente de entre casa, cosa que me sorprendió mucho. Debajo de la tela blanca, podía adivinar sus tetas pequeñas, con los pezones paraditos, seguramente más duros por el aire acondicionado. Me saludó con un beso, con total naturalidad, y me invitó a pasar, al tiempo que me ayudaba con los envases de cerveza.

-Disculpá, es que el depto es siempre un despelote, estuve limpiando hasta recién. No te jode no?-

-No… no me jode para nada- Dije con la sonrisa un tanto nerviosa que intentaba disimular.

-Me aguantás que lavo unas cosas que quedaron del mediodía? Ponéte cómodo…- Me dijo, mientras podía ver por una ventana interna del departamento, como su culito asomaba bajo la musculosa al inclinarse sobre la pileta de la mesada.

La situación me resultaba tan extraña, casi irreal, al tiempo que el nerviosismo y la excitación, aceleraban mi corazón.

Luego de las pizzas y un par de cervezas, nos quedamos charlando en el sofá. La naturalidad con la que Agostina se manejaba, me resultaba increíble, lejos de la imagen de chica más bien tímida y retraída que yo me había hecho. Los lentes que usaba le daban hasta cierto aire de, como decirlo… ñoña. Parecía de esas chicas que prefería mirar “Friends” sola un sábado por la noche, antes que salir al boliche.

Yo intentaba hacerme el canchero, como si este tipo de situaciones fuesen cosas de todos los días para mí, pero mi nerviosismo resultaba evidente. Y el pié de Agos sobre mi regazo, y esa tanguita blanca que asomaba bajo la musculosa, me habían provocado una erección que con mis jeans resultaba ya dolorosa.

Agostina se quedó un momento mirándome en silencio, sonriendo de manera casi pícara. En un momento se levantó y se sentó en mi regazo. Mi corazón parecía un solo de bombo para malambo, y con ella encima de mí, mi verga se estrujó aún más en mis bóxer, haciendo que contuviera un gemido más de dolor que de placer.

-Ápalala… que tenemos acá!? Trajiste la linterna por si se cortaba la luz como ayer?- Me dijo riendo. Yo no atiné a decir nada…

-Es graciosísimo ver a un pibe tan grandote tan asustado jaja-

Soy un pibe grandote, algunos dirán que muy. El hecho de jugar al rugby tanto tiempo nunca me ayudó demasiado con las mujeres, que prefieren a los wing’s y fullback’s antes que a un primera línea. Pero no me considero feo, tengo buenos rasgos, y un buen cuerpo producto del deporte, salvo por mis orejas un tanto machucadas.

Agos me dio un beso, y enterró su lengua en mi boca, que junto con la mía se retorcieron enseguida como dos víboras apareándose. Su mano presurosa me sacó el cinto y desabrochó mi jean en dos movimientos que a mí me parecieron uno solo. Se incorporó y me sacó los pantalones de un tirón. Mi verga agradeció aquella libertad.

Se sentó nuevamente a mi lado, y su mano exploró el bulto palpitante de mi entrepierna, mientras con la otra me metía un dedo en la boca. Luego de un momento me pidió que me pare, y ella se arrodilló en el sofá. Bajó el elástico del bóxer, y mi pija salió disparada como un resorte que casi la golpea en la cara.

-Ay.. santísimo dios de las alturas!!- Exclamó con sorpresa desmedida.

Si, siempre fui de esos a los que los compañeros joden para que la muestre. Me pasó en la secundaria, en la barra de amigos, en el club... Pero al contrario de quien la exhibiría orgulloso ante cada oportunidad, nunca me gusto andar enseñándola como un fenómeno de circo. Recuerdo que cuando tenía unos 17, mi viejo me vio meando en un camping y exclamó: “Mercedes, decíme la verdad, este pibe no es mío, no!?”.

Agos se quedó como estudiándola, admirándola sería la palabra justa, en detalle. Sus ojos recorrían la cartografía que dibujaban las venas gruesas y azules. La comparó con su antebrazo derecho, y se río a carcajadas al comprobar que eran casi iguales en tamaño. Bajó el prepucio, le dio una lamidita tierna, mientras su mano izquierda jugaba con mis huevos. Su lengua caliente la recorrió desde el tronco hasta la punta, y luego su boquita rodeó la cabeza de mi pija, que brillosa, ya dejaba ver una pequeña gota, y que ella se apresuró a saborear. Aquel jugueteo delicado, se volvió pronto una mamada casi desesperada, como si se ahogara y mi verga fuese una gran *** de oxigeno. Las esporádicas arcadas que daba, me enloquecían, apenas entraba algo más de un tercio de mi pija en su pequeña boquita, pero ella parecía esmerarse en tragársela entera. Su saliva empapaba ya mis huevos y chorreaba por mis piernas, goteando en la alfombra.

La levanté por la cintura, que mis manos alcanzaban casi a rodear por completo, y la tiré sobre el sofá. Le corrí la tanguita, y pude ver su conchita de un blanco inmaculado, con dos pequeñísimos pétalos de un rosado pálido, que asomaban apenas. Completamente depilada, y tan suave, que uno creería que jamás hubo un pelito ahí. Mi lengua la exploró con ansiedad, la saboreó con extasiado placer, jamás había visto conchita tan delicada. Su clítoris parecía una ínfima perla rosa que mi lengua se encargaba de acariciar como un molinete dislocado. Su humedad me resultaba un néctar exquisito. Con sus ojos en blanco, me apretó la cara con los muslos, y sus manos enterraron aún más mi cabeza entre sus piernas. Sentía como sus músculos se tensaban abrazando mi cara. Asomando los ojos vi como todo su cuerpo se arqueaba. Cuando los espasmos parecían descontrolarse, separé sus piernas agarrándolas fuerte por los tobillos, y mi verga latiendo buscó su conchita, la froté un poco y empujé despacito, con gran resistencia la cabeza se abrió paso entre sus labios, continué despacio, y vi como Agos se arqueaba mientras mi mole de carne y venas la llenaba casi por completo. Un gesto de placentero dolor podía verse en su carita, conteniendo un gemido, o quizás un grito, mordiéndose los labios.

Le quité la musculosa, y Kitty salió volando hasta caer sobre el velador que iluminaba el living. Sus tetitas redondas y duras se dejaron ver, con sus pezones rosados casi tan duros como mi verga, que seguía escarbando la humedad tibia de su conchita, como un animal buscando abrigo. Los apreté suavemente, luego mi boca los encontró, jugó con ellos, los mordisqueó con delicadeza. Busqué su cuello, casi frágil, y mi aliento agitado pareció calentarla aún más.

La di vuelta, de rodillas sobre el sofá, inclinó su espalda hacía adelante, y su culito se me presentó como una manzana de porcelana blanca, en el que no resistí enterrar mi cara. Mi lengua apurada buscó su agujerito, y lo contorneó con diligencia, buscando introducirse en él. Agos, empujó su culito aún más, alterné enloquecido entre su conchita mojada y aquel culito ceñido.

Ciego, rompí su tanguita blanca y la tiré a un costado. Seguí comiéndole el culito, al tiempo que tímido, mi meñique empujaba sumándose a la fiesta de mi lengua. Apreté fuerte su culito, abriendo sus nalgas para ver mejor como su conchita se esforzaba por dar lugar a mi gruesa verga, con el tercio que aun insistía por entrar. Sus jugos se escurrían por mis bolas, mojando también el sofá. La agarré fuerte por la cinturita, y empujé con fuerza. Agos se enderezó soltando un grito ahogado. Pregunté si estaba bien, y asintió con los ojos entrecerrados. Arremetí de forma violenta contra su cuerpo frágil, que me daba la sensación de romperse en cualquier momento, y podía ver como sus uñas se enterraban en el sofá. Mi pulgar empujaba en su asterisco rosado. La tomé del pelo, ya ido, y tiré su cabeza hacia atrás de forma brusca al tiempo que mis bombazos se hacían cada vez más furiosos, estrellando mis huevos contra sus muslitos blancos.

-Rompéme toda hijo de puta!- La oí gritar – Dámela toda!-

-La querés toda hija de puta!?, La querés palpitándote adentro, no putita!?

Me recosté en el sofá y ella se apresuró a sentarse encima de mí. Desde ese ángulo las proporciones resultaban aún más impresionantes, mi verga parecía llegarle al pecho. Maniobró intentando acomodar mi poronga en su conchita que goteaba su néctar sobre mi panza…

-Me vas a empalar con este obelisco de carne hijo de puta!? Dijo mientras la enorme cabeza de mi verga entraba en ella.

Comenzó a cabalgarme la pija haciendo tope con sus manitos en mi pecho. Aún con tanta calentura, y entre sus gemidos, logré escuchar el maullido de su gata que nos miraba desde la mesa comiendo los restos de pizza de unos minutos antes. Puede parecer tonto, pero el hecho de ver al animal presenciando la escena, me calentó aún más, aunque el pobre bicho no pudiera entender nada de lo que pasaba, y quizás sorprendido de oír a su dueña maullando casi igual que ella.

Me levanté tratando de que mi verga no se saliera, y levantándola por detrás de las rodillas, la lleve hasta una pared. Le lengüeteé el cuello, la mordí, mientras embestí hasta casi clavarla a la pared como una mariposa para colección. Trataba de besarla todo el tiempo para evitar que sus gemidos se escucharan en todo el edificio, que tenía un eco como de cueva.

El ruido de lo que supuse una escoba, sonó tres veces en el piso con insistencia distrayéndonos un segundo. Eran los vecinos del 1ºA…

-La quiero en mi culito…- La escuché decir casi susurrando.

-Cómo…!? -Pregunté casi sin creer lo que había oído.

-La quiero en la cola…- Dijo casi rogando.

Cuando los ratones en mi cabeza dejaron de cojerse entre ellos, me sobrevino cierto temor. Nunca había hecho un culo. Había escuchado historias de amigos, pero nunca había hecho un culo. Si más de una lo pensaba dos veces antes de dejarla entrar en su concha, imaginarán que nunca en mi vida me topé con una mujer dispuesta a semejante hazaña. Lejos de lo que muchos podrán creer, una verga así trae más complicaciones que satisfacciones, salvo que trabajes para Brazzers.

Y aunque deliraba de solo imaginar ese anillito ciñéndose alrededor de mi verga, sentí un miedo sincero de lastimarla.

-Estás segura, segura…!?- Pregunté en tono casi de advertencia.

-Hacéme la cola aunque me mates! Aunque grite, no pares, promételo…-

Del cajón de la mesita del velador, sacó un puñado de preservativos y buscó los sobrecitos de lubricante...



CONTINUARÁ...



Segunda y última parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/2592619/Agostina-mi-vecina-del-2-B-segunda-parte-y-final.html

6 comentarios - Agostina, mi vecina del 2ºB

DamianBerti +1
Maestro, como vas a cortar la hostoria asi, muy buen relato
JASALEJO +1
Muy hueno ahora la continuacion
AfterShave +1
Me encanta el relato. Dejo puntos y espero que pronto venga la segunda parte...
RyukenshinK +1
Excelente relato, buen trabajo, espero la continuación...!!! 🙂
hammonddetexas +1
Dos apreciaciones:
1) Sin ofender a los rugbiers, das por tierra las teorías sobre la falta de expresión escrita de ellos. Zarpado en detalle sin ser chabacano, excelentes descripciones y los toques de humor son buenísimos.
2) La gata entendió todo desde que entraste.
Muy muy bueno, felicitaciones!
Kraps66 +1
buen relato, ya quiero leer la continuación. Me gustó esta parte"-Me vas a empalar con este obelisco de carne hijo de puta!? Dijo mientras la enorme cabeza de mi verga entraba en ella. "... ja ja ja ja ... obelisco de carne¡¡¡