Era de noche y volvía a mi casa en colectivo. Como estaba muy cansado no me di cuenta y me quede dormido. Llegué a la parada de colectivos dormido. Obviamente estaba muy lejos de casa y el chofer, que yo ya conocía de antes, me propuso que le haga compañía un rato y después me llevaba gratis en la próxima vuelta que le tocaba en media hora.
Todos los choferes de la línea sabían que yo era gay pero nunca les había confirmado nada. A mi realmente me gustaba viajar en colectivo más que nada para verlos a ellos. Hay algo en estos hombres que me atrae mucho. Tal vez sea la camisa azul que tan bien les queda, los lentes oscuros que usan para que no los encandile el sol, o el hecho que cada día están más lindos porque se preocupan por producirse, ponerse gel y estar prolijitos, sobretodo los choferes más jóvenes.
Nos quedamos esperando en el colectivo y para que el tiempo pasara un poco más rápido comenzamos a hablar con Enrique, el chofer. Y fue el momento en el cual Quique no perdió tiempo y se decidió a sacarse la duda de mi inclinación sexual. Así que sin dudarlo me pregunto de una si yo era gay. Yo lo negué por precaución, al fin y al cabo no dejaba de ser un desconocido y no sabía como iba a reaccionar.
Q: Que lastima. La habríamos pasado muy bien.
Y: Bien?
En ese momento se dio cuenta que le había mentido. Y cuando comenzó a hablar me puso la mano en la nuca y me acariciaba.
Q: Claro, me habrías hecho olvidar que hace mucho tiempo que no cojo con mi esposa. No tenés una idea de cuanta leche tengo acumulada. – dijo mirándome a los ojos. Se quedó mirandome un rato y como yo no reaccionaba al hecho que me estaba tocando y mirando fijamente aprovechó.
Q: Si no me crees comprobalo por vos mismo. – me agarro la mano y la puso sobre su entrepierna. Al tocarla sentí algo muy duro bajo esos pantalones y de muy buen tamaño por lo que pude tantear. – Viste? Esta re dura. Siempre me pasa, será el movimiento del colectivo? No se, pero siempre estoy encarpado.
Después de decir eso comenzó a reírse. No sabía porque pero me di cuenta cuando el levantó sus manos y me dijo.
Q: Yo tengo las manos arriba y vos seguís tocándome el bulto. No que eras hétero vos? Que paso? Te agarro el fanatismo por la pija de pronto? Por mi está bien, papi, tocá tranquilo.
Yo no sabía que decir, solo disfrutaba del momento. Mi sueño de tener la pija de un chofer entre mis manos se estaba cumpliendo. Quique se comenzó a poner cómodo y se desabrochó la camisa dejando a la vista su cuerpo. Sacó un atado de cigarrillos y se prendió un pucho. Yo no perdí tiempo y al ver sus tetillas me abalance sobre ellas para chuparlas y calentarlo aún más.
Q: Ah bua! Te salió el puto de adentro. – dijo Enrique entre risas. Siguió fumando su cigarrillo y dijo. – Seguí que me encanta que hagas eso putito.
Estuve un buen rato chupando esas tetillas grandotas y peludas, hasta que Enrique me desplazó con el brazo y comenzó a desabrocharse el cinturón. Se paso a la fila de asientos individuales y terminó de abrirse la bragueta, sacó su pija y comenzó a masturbarla. Le dio unas pitadas al cigarrillo y mientras lanzaba el humo por la nariz. Con la mano en que tenía el cigarrillo me hizo señas para que me acercara.
Q: Apuremos un poco esto porque dentro de un rato tengo que salir de nuevo a dar otra vuelta. Vení, arrodillate y chupamela un rato así terminas con lo que empezaste. – terminó de decir esto, apoyó su espalda contra la ventanilla y estiró su entrepierna para adelante.
Yo ni lento ni perezoso me apure para estar frente a aquel macho que me ofrecía su sexo. Cuando estaba ya arrodillado a sus pies puso una de sus mano en mi cabeza y con la otra se agarró la base de la pija. Me acercó la cara a su verga y me la refregó un poco por los cachetes y por los labios sin llegar a metérmela todavía en la boca. Me dijo que primero se la besara y fue lo que hice. Le bese la cabeza, pegándole pequeñas lamidas, me quedé un buen rato ahí hasta que no aguante más y me la empecé a meter en la boca.
Q: Siiii, así putito! Trágatela entera que es toda tuya. – cuando dijo eso me agarró la cabeza con sus dos manos y empezó a forsarme. – Dale tiragoma, hasta el fondo!
Yo seguía saboreando ese pedazo de carne que tenía entre mis labios, dentro de mi boca. Lo recorría con mi lengua y presionaba con mis labios. Subía y baja rápidamente, de vez en cuando me frenaba en la cabeza de la pija y solo cubría esa parte. Lo miraba a los ojos y le saboreaba la boquita de su pija con la punta de mi lengua. En sus ojos se veía que realmente lo estaba disfrutando. Me rebajaba con la mirada, me hacía sentir poca cosa y yo disfrutaba por eso.
Mientras yo le estaba haciendo el pete él se tocaba, se apretaba las tetillas y gemía de placer. Me insultaba entre dientes y yo respondía aumentando el ritmo de mi mamada. En un determinado momento se cansó un poco de esa posición. Me sacó la pija de la boca, apoyó su pie sobre mi pecho, me empujó e hizo que me cayera sobre el suelo del colectivo. Se paró y puso su pie en mi garganta como para asfixiarme y agarrandose la verga me dijo:
Q: Puto, sos una basura. Como te gusta que te humille. - Se sentó sobre mi pecho poniendo sus piernas a ambos lados de mi cara. Levantó mi cabeza con su mano y me puso a chuparsela de nuevo. – Dale que ya te estoy por acabar.
Me agarró la cabeza con las dos manos y ahora era él quien guiaba la mamada. No era una posición cómoda ni para mi ni para el, así que me sacó la pija de la boca y empezó a pajearse frente mío, sobre mi cara. Mientras él se pajeaba yo comencé a chuparle los huevos, antes no lo había hecho porque no los tenía a mi alcance. Quique se acomodó los huevos para que se me hiciera más fácil comérselos. Eran grandes y muy peludos, me encantaba atragantarme con sus pelos. Cuando le chupe los huevos comencé a sentir el olor a hombre que emana de esa zona, yo tocaba el cielo con las manos.
Q: Uhhhhhh ... ya me vengo. Abrí la boquita que tengo tu premio. – dejo de pajearse y apoyó su pija en mis labios.- Abrí la boca puto! Trágatelo todo.
Yo abrí la boca justo a tiempo para recibir el primer chorro de esperma que largo. Estaba acabando en mi boca. Su leche me lleno la boca y chorreaba por mis comisuras. Quique se tiro sobre mi clavándome nuevamente su pija hasta el fondo.
Q: Dale puto, esto era lo que querías, disfrutalo. Aaaaaaaah, puto del orto! – Se doblaba de placer y a pesar de que dejó de acabar mantuvo su pija dentro de mi boca un buen rato. Nuevamente se sentó sobre mi pecho y me paso la pija por los labios, como para que reaccionara. – Límpiamela que no puedo guardármela así como está, toda pegajosa. Ponete a lamer papi, que no quede ni un solo rastro de mi leche.
Volví a comerle la pija, ahora para limpiársela bien. Recorrí cada centímetro con mi lengua, se la deje bien limpita, lustrada. Su pija se ponía flácida en mi boca, una sensación única. Después de tanta acción pedía un descanso, aunque me sorprendió cuando comenzó a tomar nuevamente forma, pero no del todo.
Q: Abrí, abrí, abrí. – yo abrí la boca – Tengo un regalo más para vos, pero vos traga, no pienses, traga. – en ese momento comencé a sentir algo calentito en mi garganta. Me estaba meando. Sus ojos daban vueltas, era como una segunda acabada, disfrutaba muchísimo el vaciar su vejiga en mi garganta. – Disculpame, pero siempre me dan ganas de mear cuando acabo. Será para limpiarme del todo la pija? Yo que se. – se metió la pija adentro, subio sus calzoncillos, la bragueta y abrocho su cinturón.
Yo quede alucinado por lo que acababa de pasar y tarde en reaccionar, seguía acostado en el piso con mis labios llenos de una mezcla de semen y orina. Desde esa posición lo miraba como estaba parado arreglándose el pantalón y me encantaba.
Q: Pareces una puta satisfecha así tirado en el piso. Levántate que tengo que salir a dar la otra vuelta. ¿Me vas a acompañar? Porque si lo haces te tengo una sorpresita.
Y: Claro que te voy a acompañar. – En ese momento reaccione y me avivé, el resto de la noche la iba a disfrutar. Esperaba ansioso esa sorpresa de la que me hablaba.
El se sentó en el asiento del chofer y yo en el asiento individual que está pegado a la puerta por donde ingresa la gente, justo al lado del chofer. Fue una vuelta corta, porque en una hora tenía que estar nuevamente en la parada. En cada semáforo que nos detenía Quique aprovechaba para hablarme y preguntarme como estaba. Yo le respondía "Excelente" y le guiñaba el ojo. El respondía con un "No tenés remedio vos. Lo que te espera".
Yo aproveché para observar cada detalle de su persona, como manejaba, como me miraba, como miraba a los pasajeros que subían, escuchaba su tono de voz cuando hablaba con alguien que le preguntaba algo, lo miraba desde distintos ángulos aprovechando los espejos que tiene a su alrededor. Note que manejaba con una sola mano, la derecha, la otra mano la tenía puesta en su entrepierna, que ya empezaba a dibujar un generoso paquete del cual no sacaba mis ojos. En un momento se dio cuenta que lo estaba viendo, se sonrió y se apretó el bulto con fuerza, moviendo su mano haciendo como que estaba cogiendose a alguien.
El viaje fue muy tranquilo, hasta que en una esquina subió otro chofer. El muchacho no se percató de mi presencia y se quedó parado al lado de Quique hablando tonterías, nada de importancia. Realmente no sabía que hacer así que cuando llegué a la altura de casa atiné a bajarme, pero Quique me frenó.
Q: ¿Te vas?¿No me acompañas a la parada?
Y: No sé.
Q: Te presento a Marcelo, es un compañero mío. Ahora nos tenemos que quedar los dos esperando un rato en la parada. ¿No querés acompañarnos?
Y: Claro.
Quique le hizo una seña a Marcelo y le dijo algo al oído. Mientras escuchaba lo que Quique le decía, Marcelo me miraba y empezó a dibujársele una sonrisa picarona en su rostro. El coche ya estaba casi vacío cuando Marcelo se sentó detrás mío, pero seguía hablando con Enrique, a mí no me prestaba atención. Estiraba sus piernas haciendo contacto con las mías y notaba lo bien formadas que estaban. Cuando bajó el último pasajero se inclinó un poco hacia delante y comenzó a acariciarme la nuca.
M: ¿Así que te gusta la pija a vos? – Yo me di vuelta para verlo – Ahora que te veo bien, tenés cara de tiragoma. Enrique me contó lo que hicieron hace un rato. Sos trola, chuparle la pija a un hombre casado, ¡Que vergüenza! ... El castigo para las putitas como vos es más pija y yo tengo una para vos. – Terminó de decir eso y, haciendo fuerza con la mano que tenía en mi nuca, me tumbó hacia el asiento donde él estaba, llevandome la cara a su entrepierna. Me refregó su paquete y, sacándome de mi asiento, me obligó a arrodillarme frente a él. Sus piernas ahora estaban a ambos lados de mi cuerpo, estaba entre sus muslos y con la cara en su bulto. Enrique miraba por el espejo retrovisor y hacía algunos comentarios.
Q: Dale, tratalo así que le gusta. Es una puta barata.
M: No te preocupes que yo se como tratar a estas basuras. Quiere pija, se va a cansar de comer pija.
Termino de decir eso y comenzó a desabrocharse el pantalón. Mientras él hacía eso yo le acariciaba las pantorrillas que eran muy musculosas. Pasaba mis manos por debajo de su pantalón para ver si tenía o no pelos y como era de imaginar eran las tipicas piernas de hombre, muy peludas. Yo me deleite tocándole sus piernas hasta que Marcelo liberó por completo su pija que era más grande que la de Enrique. Cuando vi ese pedazo de carne no dude en abalanzarme hacia el y comenzar a deglutirlo, eso provocó la risa de Marcelo.
M: Me parece que lo dejaste con hambre al putito este, mira como chupa.
Q: No, yo le di de comer bien, pero no se llena con nada. Es bien putita esta.
M: Sí, lo estoy sintiendo. Como le gusta chupar, me esta volviendo loco. – Mientras decía eso agarró mi cabeza con sus manos y me obligó a tragármela toda. – Cométela toda che! No te quedes con la puntita, que tengo mucha pija que todavía no tocaste.
Q: Lo vas a atragantar así.
M: Que mierda me importa.
Marcelo siguió obligándome a comerle toda la pija, lo que me atragantaba y provocaba su risa y placer. Cuando llegamos a la parada de colectivos, Quique paró el coche ubicándolo en un lugar apartado de la posible vista de alguien que pasara por ese inhóspito lugar. Yo seguí arrodillado comiéndome la pija de Marcelo cuando Quique salió del asiento del conductor.
Q: Yo también quiero, no seas verga che!
M: El pete me lo está haciendo a mi, si vos querés cojertelo ahí lo tenes con el culo parado, aprovecha. Seguro que se la banca de a dos.
Enrique se apoyó sobre mi trasero y empezó a bombear como si me estuviera cogiendo. Me usaba de caballito, me galopaba envistiéndome con fuerza. Me pegaba nalgadas y yo instintivamente paraba cada vez más la cola. Al hacer eso sentí su poderoso bulto que buscaba mi hoyito, cada vez me la ensartaba más profundo con la única barrera de ambos pantalones que impedían que me cojiera, pero yo paraba más y más la colita para sentirlo más cerca de mí.
M: Ves ... esta parando la colita. Me parece que este quiere guerra.
Q: Yo no me aguanto, a este puto me lo tengo que culear. ¿Cómo tenes el culito papi? ¿Lo tenes dilatado o hay que prepararlo?
Yo no pude responder porque tenía la pija de Marcelo en la boca y no tenía ganas de dejar de chuparla. Pero esta actitud no le gustó a Marcelo.
M: Respondele che! Quique te esta haciendo una pregunta. – Me agarró de los pelos y me sacó su pija de mi boca.
Y: Nunca me hicieron la colita, soy virgen. – Terminé de decir mi verdad y Marcelo me ensartó nuevamente hasta el fondo su pija en mi boca para que siguiera haciendole el pete que le estaba haciendo.
Q: Uuuh, voy a desvirgar a aun puto. Esto te va a doler papi, porque mira que cuando yo culeo, culeo fuerte, con ganas, porque me copo mal. – Mientras decía esto comenzó a bajarme el pantalón, dejando descubierta mi colita. – Tenes buenas nalgas che, parecen de nena.
Quique me metió un dedo en la boca para que chupe y luego me lo metió en el culo. Sus dedos eran gruesos y me abrían bien el orto. Comenzó a mandar dedo como loco y cuando el pensó que ya estaba lo suficientemente dilatado escupió sobre mi culito y sobre su pija. Desparramó la saliva con la mano y siguió metiéndome el dedo un rato. En un momento determinado siento que algo se apoya sobre la entrada a mi culito, era la pija de Enrique a punto de entrar.
Q: Ya estoy en la puertita. Toc toc – Dijo Enrique luego de golpear dos veces mis nalgas con su pija – ¿Hay alguien en casa? Ja ja ja ja ja
M: Ja ja ja ja. Dejate de joder y cojetelo de una vez que se le debe estar haciendo agua la colita.
Esas palabras fueron suficientes para que Quique me taladrara con su pedazo de carne. Sin compasión introdujo su pija hasta el fondo, de una. El dolor que sentí fue inmenso, hasta comenzó a chorearme un poco de sangre.
Q: Uhhhh ... mira ... le rompi el orto. Ja ja ja ja. – Decía en referencia a la sangre que largue por esa tremenda envestida.
Así comenzó a bombearme con fuerza. Al principio estaba arrodillado, pero después se levantó y apoyó todo su cuerpo sobre mi culo. En esa posición sus embestidas comenzaron a ser cada vez más violentas. Mientras me penetraba jadeaba, realmente la estaba pasando bien. Me calentaba el sonido de su cuerpo chocando sobre mis nalgas.
Q: Ahhh ... que buen orto que tiene este puto. Mira Marce, mirá como el pendex me come toda la pija con este culote caliente.
M: Uhhh ... que hijo de puta. Que buena tragadera que tiene. Dale duro que este se la banca.
Mientras Enrique seguía bombeándome el orto y Marcelo recibía una soberana mamada, entre ellos comenzaron a hablar.
M: Uhhh ... cuando le contemos a los demás la joyita que nos encontramos.
Q: Va a estar buenísimo. Todos van a querer cojerselo. La de leche que se va a tragar este culo y esta boquita petera.
M: Va a ser la putita de la línea.
Q: Las partuzas que podemos hacer, vamos a darle de a muchos.
M: Así como le estamos dando ahora. Por atrás y por adelante. Bien duro como le gusta.
En ese momento Marcelo agarro mi cabeza haciendo que me atragantara con su verga. La mantuvo un rato en mi garganta y se reía de mi cuando me quedaba sin aire.
M: La putita quiere respirar ... jajajaja. O chupas pija o respirar papi. Mejor no te doy a elegir porque me gusta como me la estas chupando.
Q: Y no sabes lo que es acá atrás, esta colita aprieta que da calambre y está re calentita.
M: A ver, dejame probar. Me gusta como me la chupa pero quiero hacerle el orto también.
Enrique me sacó la pija del orto. La fue sacando despacio, para que la sintiera bien. Al sacarla quedó un gran vació en mi culito que ya se había acostumbrado a alojar a semejante falo. Marcelo seguía en su lugar, sentado. Yo me pare y lo vi en todo su esplendor, estaba con los pantalones y calzoncillo en las rodillas, su remera abierta y su pija en la mano, apuntando hacia arriba. Enrique se paro y, agarrandome de los hombros, me obligó a darme vuelta, de espaldas a Marcelo. En eso Marcelo agarró mis caderas y me hizo sentar en la punta de su verga.
M: A ver como te tragas mi pija papi, seguro te va a gustar más que la pija del puto de Quique ... jajaja.
Q: Callate cara de verga.
Marcelo comenzó a apretarme contra su pija pero yo lo detuve porque me estaba haciendo doler mucho.
Y: Espera que yo me la ensarto solito.
M: Como quieras.
Marcelo levantó sus manos y las puso en su nuca. Yo agarré su pija con una mano, la apunte hacia mi culito y comencé a tragármela con el orto. Cuando estuvo toda adentro, yo me quedé un poquito levantado y le dije que me bombeara desde esa posición. Marcelo subía y bajaba, en cada subida me la ensartaba hasta el estomago pero luego salía para darme un poco de aire. Me gustaba ver como con cada esfuerzo que hacía para dar las envestidas sus pantorrillas se formaban, tenía las piernas muy musculosas y eso me calentaba mucho. Comencé a gemir un poco, pero no mucho porque Enrique se encontraba frente a mí con su pija en la mano, por lo visto no quería dejar de participar en la fiesta. Quique, que hacía rato que no tenía pantalones, apoyó el pie sobre el asiento donde estaba sentado Marccelo y agarrandome de la nuca me ofreció para que le chupara todo su sexo.
M: Tenías razón Quique, que buen orto tiene este hijo de puta. Como me aprieta la pija.
Q: Disfrutalo que somos los primeros en abrírselo. – Marcelo saca su pija de mi culito y empieza a pasarme la mano.
M: Y como se lo abrimos ... es un agujero negro esto.
Q: Esta especialmente hecho para que nos coma las pijas.
M: Ninguna mina me comió la pija de esta forma.
Marcelo agarró nuevamente su pija y me la ensartó de una sola envestida. La escena era por demás excitante. Me encontraba aferrado a un muslo de Enrique chupandole la verga, mientras de reojo miraba las pantorrillas musculosas de Marcelo quien me estaba taladrando el orto. Las envestidas de Marcelo comenzaron a aumentar, estaba por acabar.
M: Quique, yo ya estoy por llenarle el orto de leche al putito. Vamos a venirnos juntos
Q: Yo también ... le voy a dar su lechita a este mariconcito.
M: Ahí me vengo ... aaaahhhhh ... ahhhhhh ... toma puto ... toma lechita.
Q: Ya ... ya .. chupá chupá que yo ya estoy.
Mientras Marcelo me llenaba el orto con su leche entre puteadas Enrique se pajeaba y me daba la cabeza de su pija para que siga chupando. En el vaivén frenético de la brutal paja que se estaba echando, me golpeaba la cara sin querer. Marcelo me mantuvo toda su pija ensartada hasta que termino de derramar su última gota de lechita caliente en mi culito. Cuando Marcelo me sacó la pija del orto fue el turno de recibir mi ración de esperma por parte de Enrique. Quique dejó de pajearse y me hizo una seña para que siga chupando. Ni lerdo ni perezoso comencé a chupar a gran velocidad. Quique me agarraba de la cabeza para guiar la mamada, hasta que en un determinado momento me empujó para que la trague toda.
Q: Ahhhhhhhh ... toma tu lechita ahhhhh ... trágatela toda puto!
Enrique comenzó a lagar chorros y chorros de leche por su pija, y eso que hacía solo una hora que me había llenado la boca con su acabada. Estuve con su pija en la boca un buen rato hasta que termino de larga la última gotita de esperma. Mientras seguía chupandole la pija a Quique para limpiársela, Marcelo se paro frente a nosotros.
M: Mira como me dejaste la pija papi! Esta hecha un enchastre, límpiamela puto! Dale cometela a las dos juntas!
Así fue como termine de limpiarle la pija a los dos. Mi lengua iba de una pija a la otra, los miraba como disfrutaban y yo disfrutaba. Estuvimos así un buen rato hasta que los dos se tuvieron que ir. Se pusieron los pantalones, se prendieron las camisas, se arreglaron las corbatas y ajustaron sus cinturones. Marcelo se fue a su colectivo y yo me quedé con Enrique, que me llevó gratis a casa. Cuando baje Quique me saludo:
Q: Nos vemos papi. Pasa cuando quieras por la parada – Me dijo mientras tenía su mano en su bulto y me guiñaba el ojo.
Todos los choferes de la línea sabían que yo era gay pero nunca les había confirmado nada. A mi realmente me gustaba viajar en colectivo más que nada para verlos a ellos. Hay algo en estos hombres que me atrae mucho. Tal vez sea la camisa azul que tan bien les queda, los lentes oscuros que usan para que no los encandile el sol, o el hecho que cada día están más lindos porque se preocupan por producirse, ponerse gel y estar prolijitos, sobretodo los choferes más jóvenes.
Nos quedamos esperando en el colectivo y para que el tiempo pasara un poco más rápido comenzamos a hablar con Enrique, el chofer. Y fue el momento en el cual Quique no perdió tiempo y se decidió a sacarse la duda de mi inclinación sexual. Así que sin dudarlo me pregunto de una si yo era gay. Yo lo negué por precaución, al fin y al cabo no dejaba de ser un desconocido y no sabía como iba a reaccionar.
Q: Que lastima. La habríamos pasado muy bien.
Y: Bien?
En ese momento se dio cuenta que le había mentido. Y cuando comenzó a hablar me puso la mano en la nuca y me acariciaba.
Q: Claro, me habrías hecho olvidar que hace mucho tiempo que no cojo con mi esposa. No tenés una idea de cuanta leche tengo acumulada. – dijo mirándome a los ojos. Se quedó mirandome un rato y como yo no reaccionaba al hecho que me estaba tocando y mirando fijamente aprovechó.
Q: Si no me crees comprobalo por vos mismo. – me agarro la mano y la puso sobre su entrepierna. Al tocarla sentí algo muy duro bajo esos pantalones y de muy buen tamaño por lo que pude tantear. – Viste? Esta re dura. Siempre me pasa, será el movimiento del colectivo? No se, pero siempre estoy encarpado.
Después de decir eso comenzó a reírse. No sabía porque pero me di cuenta cuando el levantó sus manos y me dijo.
Q: Yo tengo las manos arriba y vos seguís tocándome el bulto. No que eras hétero vos? Que paso? Te agarro el fanatismo por la pija de pronto? Por mi está bien, papi, tocá tranquilo.
Yo no sabía que decir, solo disfrutaba del momento. Mi sueño de tener la pija de un chofer entre mis manos se estaba cumpliendo. Quique se comenzó a poner cómodo y se desabrochó la camisa dejando a la vista su cuerpo. Sacó un atado de cigarrillos y se prendió un pucho. Yo no perdí tiempo y al ver sus tetillas me abalance sobre ellas para chuparlas y calentarlo aún más.
Q: Ah bua! Te salió el puto de adentro. – dijo Enrique entre risas. Siguió fumando su cigarrillo y dijo. – Seguí que me encanta que hagas eso putito.
Estuve un buen rato chupando esas tetillas grandotas y peludas, hasta que Enrique me desplazó con el brazo y comenzó a desabrocharse el cinturón. Se paso a la fila de asientos individuales y terminó de abrirse la bragueta, sacó su pija y comenzó a masturbarla. Le dio unas pitadas al cigarrillo y mientras lanzaba el humo por la nariz. Con la mano en que tenía el cigarrillo me hizo señas para que me acercara.
Q: Apuremos un poco esto porque dentro de un rato tengo que salir de nuevo a dar otra vuelta. Vení, arrodillate y chupamela un rato así terminas con lo que empezaste. – terminó de decir esto, apoyó su espalda contra la ventanilla y estiró su entrepierna para adelante.
Yo ni lento ni perezoso me apure para estar frente a aquel macho que me ofrecía su sexo. Cuando estaba ya arrodillado a sus pies puso una de sus mano en mi cabeza y con la otra se agarró la base de la pija. Me acercó la cara a su verga y me la refregó un poco por los cachetes y por los labios sin llegar a metérmela todavía en la boca. Me dijo que primero se la besara y fue lo que hice. Le bese la cabeza, pegándole pequeñas lamidas, me quedé un buen rato ahí hasta que no aguante más y me la empecé a meter en la boca.
Q: Siiii, así putito! Trágatela entera que es toda tuya. – cuando dijo eso me agarró la cabeza con sus dos manos y empezó a forsarme. – Dale tiragoma, hasta el fondo!
Yo seguía saboreando ese pedazo de carne que tenía entre mis labios, dentro de mi boca. Lo recorría con mi lengua y presionaba con mis labios. Subía y baja rápidamente, de vez en cuando me frenaba en la cabeza de la pija y solo cubría esa parte. Lo miraba a los ojos y le saboreaba la boquita de su pija con la punta de mi lengua. En sus ojos se veía que realmente lo estaba disfrutando. Me rebajaba con la mirada, me hacía sentir poca cosa y yo disfrutaba por eso.
Mientras yo le estaba haciendo el pete él se tocaba, se apretaba las tetillas y gemía de placer. Me insultaba entre dientes y yo respondía aumentando el ritmo de mi mamada. En un determinado momento se cansó un poco de esa posición. Me sacó la pija de la boca, apoyó su pie sobre mi pecho, me empujó e hizo que me cayera sobre el suelo del colectivo. Se paró y puso su pie en mi garganta como para asfixiarme y agarrandose la verga me dijo:
Q: Puto, sos una basura. Como te gusta que te humille. - Se sentó sobre mi pecho poniendo sus piernas a ambos lados de mi cara. Levantó mi cabeza con su mano y me puso a chuparsela de nuevo. – Dale que ya te estoy por acabar.
Me agarró la cabeza con las dos manos y ahora era él quien guiaba la mamada. No era una posición cómoda ni para mi ni para el, así que me sacó la pija de la boca y empezó a pajearse frente mío, sobre mi cara. Mientras él se pajeaba yo comencé a chuparle los huevos, antes no lo había hecho porque no los tenía a mi alcance. Quique se acomodó los huevos para que se me hiciera más fácil comérselos. Eran grandes y muy peludos, me encantaba atragantarme con sus pelos. Cuando le chupe los huevos comencé a sentir el olor a hombre que emana de esa zona, yo tocaba el cielo con las manos.
Q: Uhhhhhh ... ya me vengo. Abrí la boquita que tengo tu premio. – dejo de pajearse y apoyó su pija en mis labios.- Abrí la boca puto! Trágatelo todo.
Yo abrí la boca justo a tiempo para recibir el primer chorro de esperma que largo. Estaba acabando en mi boca. Su leche me lleno la boca y chorreaba por mis comisuras. Quique se tiro sobre mi clavándome nuevamente su pija hasta el fondo.
Q: Dale puto, esto era lo que querías, disfrutalo. Aaaaaaaah, puto del orto! – Se doblaba de placer y a pesar de que dejó de acabar mantuvo su pija dentro de mi boca un buen rato. Nuevamente se sentó sobre mi pecho y me paso la pija por los labios, como para que reaccionara. – Límpiamela que no puedo guardármela así como está, toda pegajosa. Ponete a lamer papi, que no quede ni un solo rastro de mi leche.
Volví a comerle la pija, ahora para limpiársela bien. Recorrí cada centímetro con mi lengua, se la deje bien limpita, lustrada. Su pija se ponía flácida en mi boca, una sensación única. Después de tanta acción pedía un descanso, aunque me sorprendió cuando comenzó a tomar nuevamente forma, pero no del todo.
Q: Abrí, abrí, abrí. – yo abrí la boca – Tengo un regalo más para vos, pero vos traga, no pienses, traga. – en ese momento comencé a sentir algo calentito en mi garganta. Me estaba meando. Sus ojos daban vueltas, era como una segunda acabada, disfrutaba muchísimo el vaciar su vejiga en mi garganta. – Disculpame, pero siempre me dan ganas de mear cuando acabo. Será para limpiarme del todo la pija? Yo que se. – se metió la pija adentro, subio sus calzoncillos, la bragueta y abrocho su cinturón.
Yo quede alucinado por lo que acababa de pasar y tarde en reaccionar, seguía acostado en el piso con mis labios llenos de una mezcla de semen y orina. Desde esa posición lo miraba como estaba parado arreglándose el pantalón y me encantaba.
Q: Pareces una puta satisfecha así tirado en el piso. Levántate que tengo que salir a dar la otra vuelta. ¿Me vas a acompañar? Porque si lo haces te tengo una sorpresita.
Y: Claro que te voy a acompañar. – En ese momento reaccione y me avivé, el resto de la noche la iba a disfrutar. Esperaba ansioso esa sorpresa de la que me hablaba.
El se sentó en el asiento del chofer y yo en el asiento individual que está pegado a la puerta por donde ingresa la gente, justo al lado del chofer. Fue una vuelta corta, porque en una hora tenía que estar nuevamente en la parada. En cada semáforo que nos detenía Quique aprovechaba para hablarme y preguntarme como estaba. Yo le respondía "Excelente" y le guiñaba el ojo. El respondía con un "No tenés remedio vos. Lo que te espera".
Yo aproveché para observar cada detalle de su persona, como manejaba, como me miraba, como miraba a los pasajeros que subían, escuchaba su tono de voz cuando hablaba con alguien que le preguntaba algo, lo miraba desde distintos ángulos aprovechando los espejos que tiene a su alrededor. Note que manejaba con una sola mano, la derecha, la otra mano la tenía puesta en su entrepierna, que ya empezaba a dibujar un generoso paquete del cual no sacaba mis ojos. En un momento se dio cuenta que lo estaba viendo, se sonrió y se apretó el bulto con fuerza, moviendo su mano haciendo como que estaba cogiendose a alguien.
El viaje fue muy tranquilo, hasta que en una esquina subió otro chofer. El muchacho no se percató de mi presencia y se quedó parado al lado de Quique hablando tonterías, nada de importancia. Realmente no sabía que hacer así que cuando llegué a la altura de casa atiné a bajarme, pero Quique me frenó.
Q: ¿Te vas?¿No me acompañas a la parada?
Y: No sé.
Q: Te presento a Marcelo, es un compañero mío. Ahora nos tenemos que quedar los dos esperando un rato en la parada. ¿No querés acompañarnos?
Y: Claro.
Quique le hizo una seña a Marcelo y le dijo algo al oído. Mientras escuchaba lo que Quique le decía, Marcelo me miraba y empezó a dibujársele una sonrisa picarona en su rostro. El coche ya estaba casi vacío cuando Marcelo se sentó detrás mío, pero seguía hablando con Enrique, a mí no me prestaba atención. Estiraba sus piernas haciendo contacto con las mías y notaba lo bien formadas que estaban. Cuando bajó el último pasajero se inclinó un poco hacia delante y comenzó a acariciarme la nuca.
M: ¿Así que te gusta la pija a vos? – Yo me di vuelta para verlo – Ahora que te veo bien, tenés cara de tiragoma. Enrique me contó lo que hicieron hace un rato. Sos trola, chuparle la pija a un hombre casado, ¡Que vergüenza! ... El castigo para las putitas como vos es más pija y yo tengo una para vos. – Terminó de decir eso y, haciendo fuerza con la mano que tenía en mi nuca, me tumbó hacia el asiento donde él estaba, llevandome la cara a su entrepierna. Me refregó su paquete y, sacándome de mi asiento, me obligó a arrodillarme frente a él. Sus piernas ahora estaban a ambos lados de mi cuerpo, estaba entre sus muslos y con la cara en su bulto. Enrique miraba por el espejo retrovisor y hacía algunos comentarios.
Q: Dale, tratalo así que le gusta. Es una puta barata.
M: No te preocupes que yo se como tratar a estas basuras. Quiere pija, se va a cansar de comer pija.
Termino de decir eso y comenzó a desabrocharse el pantalón. Mientras él hacía eso yo le acariciaba las pantorrillas que eran muy musculosas. Pasaba mis manos por debajo de su pantalón para ver si tenía o no pelos y como era de imaginar eran las tipicas piernas de hombre, muy peludas. Yo me deleite tocándole sus piernas hasta que Marcelo liberó por completo su pija que era más grande que la de Enrique. Cuando vi ese pedazo de carne no dude en abalanzarme hacia el y comenzar a deglutirlo, eso provocó la risa de Marcelo.
M: Me parece que lo dejaste con hambre al putito este, mira como chupa.
Q: No, yo le di de comer bien, pero no se llena con nada. Es bien putita esta.
M: Sí, lo estoy sintiendo. Como le gusta chupar, me esta volviendo loco. – Mientras decía eso agarró mi cabeza con sus manos y me obligó a tragármela toda. – Cométela toda che! No te quedes con la puntita, que tengo mucha pija que todavía no tocaste.
Q: Lo vas a atragantar así.
M: Que mierda me importa.
Marcelo siguió obligándome a comerle toda la pija, lo que me atragantaba y provocaba su risa y placer. Cuando llegamos a la parada de colectivos, Quique paró el coche ubicándolo en un lugar apartado de la posible vista de alguien que pasara por ese inhóspito lugar. Yo seguí arrodillado comiéndome la pija de Marcelo cuando Quique salió del asiento del conductor.
Q: Yo también quiero, no seas verga che!
M: El pete me lo está haciendo a mi, si vos querés cojertelo ahí lo tenes con el culo parado, aprovecha. Seguro que se la banca de a dos.
Enrique se apoyó sobre mi trasero y empezó a bombear como si me estuviera cogiendo. Me usaba de caballito, me galopaba envistiéndome con fuerza. Me pegaba nalgadas y yo instintivamente paraba cada vez más la cola. Al hacer eso sentí su poderoso bulto que buscaba mi hoyito, cada vez me la ensartaba más profundo con la única barrera de ambos pantalones que impedían que me cojiera, pero yo paraba más y más la colita para sentirlo más cerca de mí.
M: Ves ... esta parando la colita. Me parece que este quiere guerra.
Q: Yo no me aguanto, a este puto me lo tengo que culear. ¿Cómo tenes el culito papi? ¿Lo tenes dilatado o hay que prepararlo?
Yo no pude responder porque tenía la pija de Marcelo en la boca y no tenía ganas de dejar de chuparla. Pero esta actitud no le gustó a Marcelo.
M: Respondele che! Quique te esta haciendo una pregunta. – Me agarró de los pelos y me sacó su pija de mi boca.
Y: Nunca me hicieron la colita, soy virgen. – Terminé de decir mi verdad y Marcelo me ensartó nuevamente hasta el fondo su pija en mi boca para que siguiera haciendole el pete que le estaba haciendo.
Q: Uuuh, voy a desvirgar a aun puto. Esto te va a doler papi, porque mira que cuando yo culeo, culeo fuerte, con ganas, porque me copo mal. – Mientras decía esto comenzó a bajarme el pantalón, dejando descubierta mi colita. – Tenes buenas nalgas che, parecen de nena.
Quique me metió un dedo en la boca para que chupe y luego me lo metió en el culo. Sus dedos eran gruesos y me abrían bien el orto. Comenzó a mandar dedo como loco y cuando el pensó que ya estaba lo suficientemente dilatado escupió sobre mi culito y sobre su pija. Desparramó la saliva con la mano y siguió metiéndome el dedo un rato. En un momento determinado siento que algo se apoya sobre la entrada a mi culito, era la pija de Enrique a punto de entrar.
Q: Ya estoy en la puertita. Toc toc – Dijo Enrique luego de golpear dos veces mis nalgas con su pija – ¿Hay alguien en casa? Ja ja ja ja ja
M: Ja ja ja ja. Dejate de joder y cojetelo de una vez que se le debe estar haciendo agua la colita.
Esas palabras fueron suficientes para que Quique me taladrara con su pedazo de carne. Sin compasión introdujo su pija hasta el fondo, de una. El dolor que sentí fue inmenso, hasta comenzó a chorearme un poco de sangre.
Q: Uhhhh ... mira ... le rompi el orto. Ja ja ja ja. – Decía en referencia a la sangre que largue por esa tremenda envestida.
Así comenzó a bombearme con fuerza. Al principio estaba arrodillado, pero después se levantó y apoyó todo su cuerpo sobre mi culo. En esa posición sus embestidas comenzaron a ser cada vez más violentas. Mientras me penetraba jadeaba, realmente la estaba pasando bien. Me calentaba el sonido de su cuerpo chocando sobre mis nalgas.
Q: Ahhh ... que buen orto que tiene este puto. Mira Marce, mirá como el pendex me come toda la pija con este culote caliente.
M: Uhhh ... que hijo de puta. Que buena tragadera que tiene. Dale duro que este se la banca.
Mientras Enrique seguía bombeándome el orto y Marcelo recibía una soberana mamada, entre ellos comenzaron a hablar.
M: Uhhh ... cuando le contemos a los demás la joyita que nos encontramos.
Q: Va a estar buenísimo. Todos van a querer cojerselo. La de leche que se va a tragar este culo y esta boquita petera.
M: Va a ser la putita de la línea.
Q: Las partuzas que podemos hacer, vamos a darle de a muchos.
M: Así como le estamos dando ahora. Por atrás y por adelante. Bien duro como le gusta.
En ese momento Marcelo agarro mi cabeza haciendo que me atragantara con su verga. La mantuvo un rato en mi garganta y se reía de mi cuando me quedaba sin aire.
M: La putita quiere respirar ... jajajaja. O chupas pija o respirar papi. Mejor no te doy a elegir porque me gusta como me la estas chupando.
Q: Y no sabes lo que es acá atrás, esta colita aprieta que da calambre y está re calentita.
M: A ver, dejame probar. Me gusta como me la chupa pero quiero hacerle el orto también.
Enrique me sacó la pija del orto. La fue sacando despacio, para que la sintiera bien. Al sacarla quedó un gran vació en mi culito que ya se había acostumbrado a alojar a semejante falo. Marcelo seguía en su lugar, sentado. Yo me pare y lo vi en todo su esplendor, estaba con los pantalones y calzoncillo en las rodillas, su remera abierta y su pija en la mano, apuntando hacia arriba. Enrique se paro y, agarrandome de los hombros, me obligó a darme vuelta, de espaldas a Marcelo. En eso Marcelo agarró mis caderas y me hizo sentar en la punta de su verga.
M: A ver como te tragas mi pija papi, seguro te va a gustar más que la pija del puto de Quique ... jajaja.
Q: Callate cara de verga.
Marcelo comenzó a apretarme contra su pija pero yo lo detuve porque me estaba haciendo doler mucho.
Y: Espera que yo me la ensarto solito.
M: Como quieras.
Marcelo levantó sus manos y las puso en su nuca. Yo agarré su pija con una mano, la apunte hacia mi culito y comencé a tragármela con el orto. Cuando estuvo toda adentro, yo me quedé un poquito levantado y le dije que me bombeara desde esa posición. Marcelo subía y bajaba, en cada subida me la ensartaba hasta el estomago pero luego salía para darme un poco de aire. Me gustaba ver como con cada esfuerzo que hacía para dar las envestidas sus pantorrillas se formaban, tenía las piernas muy musculosas y eso me calentaba mucho. Comencé a gemir un poco, pero no mucho porque Enrique se encontraba frente a mí con su pija en la mano, por lo visto no quería dejar de participar en la fiesta. Quique, que hacía rato que no tenía pantalones, apoyó el pie sobre el asiento donde estaba sentado Marccelo y agarrandome de la nuca me ofreció para que le chupara todo su sexo.
M: Tenías razón Quique, que buen orto tiene este hijo de puta. Como me aprieta la pija.
Q: Disfrutalo que somos los primeros en abrírselo. – Marcelo saca su pija de mi culito y empieza a pasarme la mano.
M: Y como se lo abrimos ... es un agujero negro esto.
Q: Esta especialmente hecho para que nos coma las pijas.
M: Ninguna mina me comió la pija de esta forma.
Marcelo agarró nuevamente su pija y me la ensartó de una sola envestida. La escena era por demás excitante. Me encontraba aferrado a un muslo de Enrique chupandole la verga, mientras de reojo miraba las pantorrillas musculosas de Marcelo quien me estaba taladrando el orto. Las envestidas de Marcelo comenzaron a aumentar, estaba por acabar.
M: Quique, yo ya estoy por llenarle el orto de leche al putito. Vamos a venirnos juntos
Q: Yo también ... le voy a dar su lechita a este mariconcito.
M: Ahí me vengo ... aaaahhhhh ... ahhhhhh ... toma puto ... toma lechita.
Q: Ya ... ya .. chupá chupá que yo ya estoy.
Mientras Marcelo me llenaba el orto con su leche entre puteadas Enrique se pajeaba y me daba la cabeza de su pija para que siga chupando. En el vaivén frenético de la brutal paja que se estaba echando, me golpeaba la cara sin querer. Marcelo me mantuvo toda su pija ensartada hasta que termino de derramar su última gota de lechita caliente en mi culito. Cuando Marcelo me sacó la pija del orto fue el turno de recibir mi ración de esperma por parte de Enrique. Quique dejó de pajearse y me hizo una seña para que siga chupando. Ni lerdo ni perezoso comencé a chupar a gran velocidad. Quique me agarraba de la cabeza para guiar la mamada, hasta que en un determinado momento me empujó para que la trague toda.
Q: Ahhhhhhhh ... toma tu lechita ahhhhh ... trágatela toda puto!
Enrique comenzó a lagar chorros y chorros de leche por su pija, y eso que hacía solo una hora que me había llenado la boca con su acabada. Estuve con su pija en la boca un buen rato hasta que termino de larga la última gotita de esperma. Mientras seguía chupandole la pija a Quique para limpiársela, Marcelo se paro frente a nosotros.
M: Mira como me dejaste la pija papi! Esta hecha un enchastre, límpiamela puto! Dale cometela a las dos juntas!
Así fue como termine de limpiarle la pija a los dos. Mi lengua iba de una pija a la otra, los miraba como disfrutaban y yo disfrutaba. Estuvimos así un buen rato hasta que los dos se tuvieron que ir. Se pusieron los pantalones, se prendieron las camisas, se arreglaron las corbatas y ajustaron sus cinturones. Marcelo se fue a su colectivo y yo me quedé con Enrique, que me llevó gratis a casa. Cuando baje Quique me saludo:
Q: Nos vemos papi. Pasa cuando quieras por la parada – Me dijo mientras tenía su mano en su bulto y me guiñaba el ojo.
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