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Pamela y yo

La tibieza del sol en mi piel y un lindo disco de jazz despiertan mi costado mas felino y audaz y me recuerdan a ella, siempre tan bella. Somos grandes amigas, o mejor dicho, más que amigas. Ambas conocemos muy bien los gustos de la otra y la química existente entre nosotras es especial, miro el reloj y caigo en la cuenta de que pasé 15 minutos recorriendo su cuerpo mentalmente, recordando su aroma y la ternura de sus ojos. Sin mas vueltas la llamé.
Tras el tercer tono de espera al teléfono sonó su dulce voz y tras una breve charla la invité a cenar a mi casa, una velada tranquila: vino, música y ella.
A las 20:30 sonó el timbre, al salir al pasillo ya sentí su perfume intenso, ese que me trae un sinfín de recuerdos hermosos. Cenamos pastas acompañadas con algunas botellas de vino y tras una ronda de cannabis nuestros sentidos y nuestro deseo ya estaban a mil.
Caímos envueltas entre las sábanas, su pelo largo y castaño se enredaba entre mis dedos mientras nos comíamos la boca con intensidad, mordía sus labios mientras su lengua recorría el interior de mi boca. Nos desvestimos como pudimos. Desprendí uno a uno los botones de su camisa roja hasta que la inmensidad de sus pechos se hizo presente ante mí, su excitación era incontenible, me lo decían sus gemidos y la rigidez de sus pezones. Ella, sin prisa me sacó los pantalones y la bombacha hasta dejarme completamente desnuda de la cintura para abajo y, ahora sí con más prisa que antes, abrió mis piernas de par en par y dio inicio a su magia. Abrió por completo los labios de mi concha y con su lengua comenzó a lamerme por completo, mi clítoris estallaba de placer. Yo gemía y le pedía más y más a lo que ella respondía intensificando su lamida, esto fue así por un rato largo, hasta que acabé, me mojé toda, dejando sus labios y mentón húmedos. Llegó su turno, le tocaba recibir una gran dosis de placer. Se puso en cuatro, con la colita bien parada, su cintura pequeña se meneaba sin parar, metí dos de mis dedos en su boca hasta que se llenaron de saliva y los pasé ida y vuelta de su cola a su concha terminando finalmente bien metidos en la cola, como a ella le gusta. Después con mi lengua lamí intensamente su colita dejándola chorreante de saliva, hasta llegar a su clítoris radiante de excitación para humedecerlo y llenarlo de saliva también.
La noche se extendió por horas, no sabría decir cuántas porque perdí la noción del tiempo, sólo sé que, cuándo desperté ya reinaba la inmensidad del sol sobre la ciudad y ella dormía a mi lado, con esa carita tierna que tanto me gusta.
Al cabo de un rato se fue, al parecer la esperaba el novio en alguna confitería de por ahí.


link: https://www.youtube.com/watch?v=sxz9eZ1Aons

5 comentarios - Pamela y yo

elgranjj +1
No sólo increíble el relato, sino ademas musicalizado genial! Dos mujeres juntas y jazz que placer de la vida!
bigdick1 +1
Coincido plenamente!!!!!
kilomboz +1
MUY BUEN RELATO.. Y LA MUSICA.. UFF... QUEDE DURO...
QUEREMOS LEER MAS Y MAS..
CHAU
LeylaErikaAylenF
exquisita mezcla, musica y sexo, placer sublime, me encanto, bien escrito, bien detallado, y breve, lo justo para gozar del mas puro placer,,,,, quiero leer muchos mas,,, me fascino.....