Aquel sábado, fuimos con las chicas a tomar el tren en Retiro, para ir a bailar a Zona Norte, como quien, vive en una nube de pedos, bajamos en Martínez en vez de Olivos, pero bueno, la aventura siguió en bondi, a Mariana, le miraban las piernas, largas y carnosas, aparte de blancas y suaves, la yegua, las tiene increíblemente largas, de cuerpo no es muy exuberante pero, sus gambas llaman la atención.
Noe, en cambio, no es tan alta, pero tiene las medidas perfectas, aparte jamás se tiñó el pelo, así que conserva sus rizos castaños en perfecto estado, su piel es un poco más grasosa, pero no deja de ser linda chica.
Yo, soy la gordita del grupo, me he teñido el cabello de un rojo furioso, y mi piel es blanca, por lo que resalta.
Íbamos en el colectivo, y nos miraban.
Caminábamos, por la calle, y nos miraban.
Llegó un momento en que yo dije a Noe:-¿Che y si nos volvemos? Nos miran raro.- Mariana, sonreía, y dijo, "No vinimos desde la concha del pato, para que vos te quieras volver"
Noe nos quería ver felices a las dos, por lo que se quedó tímidamente callada, en medio de ambas.
Entramos en un bar, y pedimos una cerveza, para empezar la previa, eso está bien. Digo, éramos un poco más chicas, ya con edad suficiente de beber en la calle, o sea, estábamos bien. Bebíamos reíamos, hasta que un flaco, la vino a encarar a Mariana, ella, siempre dispuesta, se fue un rato con el tipo.
Noe, aprovechó para sacarle el cuero:-"¿viste que zorra se vino hoy? Seguro se va a cortar sola, y nosotras nos vamos a volver solas."
Tranqui, Noe, conozco un bondi, que nos deja por casa, así, tranqui, y si se corta sola, nos cortamos antes.-le dije con una sonrisa alzando el porrón de cerveza, en señal de brindis.
Al rato, apareció Mariana, algo despeinada y con el rímel un poco corrido, y acompañada del flaco.
-"chicas, Juli, dice, que el boliche de acá a cuatro cuadras se pone bueno, y que si entramos con él, tenemos una mesa gratis, en el sector VIP"
-"¿No es peligroso?"- quiso saber temerosa Noelia, que siempre escondía, una súper perra dentro. Pero ese día tenía miedo en serio.
Mariana le hizo un gesto, como "no te preocupes" y la noche de aquel sábado de verano transcurrió plácidamente.
Llegamos a un boliche, grande, casi de una manzana de dimensiones, ahora no me acuerdo el nombre pero, si recuerdo, que en la puerta, pasamos, y en vez de revisarnos como es costumbre, pasamos directamente. Igual, visualicé algo que me gustó.
Ya en la pista, Mariana, y Juli, bailaban, y se devoraban a besos y a manoseadas. Noe en cambio, estaba con cara larga. Yo ni hablar, aburrida, por que la cumbia villera, nunca me gustó, y ni decir enganchada con tecno.
Eran casi las tres cuando, en una de esas días al baño, me crucé con él. Un patova, onda rugbier, morocho, ojazos, y unas manotas enormes. Vestido de protocolar negro, y un cartelito de esos que brillan en la oscuridad, "seguridad". Nos miramos unos segundos. Y en el baile frenético de dos pendejas, me empujaron, literalmente, quede pegada a él. Sentí su torso, grande y sudado en mi cara, actué rápido, pidiendo disculpas, pero lejos de aceptarmelas, me apretó más a él.
Mi cara ya no pegaba en su torso, sino en su abdomen, y bajando casi al cinto. El pantalón ya lo veía hinchado y se me hacia agua la boca. Me frenó en seco. Quizás era impresión mía, pero en un momento me agarró de la muñeca, y me llevó la mano a su bragueta, me hizo toquetearle el bulto, mientras me arrinconaba a un costado de la pista, me besaba fuerte, mientras me mordía los labios, y ponía más fuerza para que yo lo tocara, no grité, por que me gustaba la sensación. Luego, y sin poner resistencia bajé a la altura de su pija, y se la empecé a comer, su glande hinchado casi no me entraba en la boca, pero lo metí, casi por completo, él me empujaba para que la verga me llegara a la campanilla, casi me daba arcadas, pero seguía en ese plan de comérmela.
Estábamos re calientes, pero no había posibilidad de otra cosa que ese pete, en ese incómodo lugar. Estuve cerca de tres minutos, hasta que las primeras gotas de leche llegaron a mi garganta, era espesa y muy tibia, en si estaba deliciosa, pero él se apuró debía seguir laburando. Me comí un chicle y volví con Noe. Hablamos un poco del lugar, de la gente, y un chico, la vino a sacar a bailar, momento oportuno para escapar otra vez.
Esta vez, el patova, la hizo mejor, como quien saca a un borracho, me llevó a otro sector del boliche, me tiró contra un sillón de cuero negro y sacó la pija otra vez, lo empecé a chupar de rodillas, mientras lo miraba lujuriosamente, y lo sentía contorcionarse en cada chupada. Me agarraba las tetas, y las exprimía como naranjas, me dolía, me excitaba, me estaba mojando la conchita como nunca lo había sentido, hasta ese momento, claro está. Estuvimos unos quince minutos, en esa posición hasta que separó de su pija dura, cabezona y chorreante de saliva, y me sacó el pantalón que yo llevaba puesto, me dejó en tanga, y me acomodó mi culo para que apuntara a su chota, erguida y venosa, se puso un preservativo, escupió el hoyito de mi culo, y de una sola vez me ensartó la verga, comenzó a bombear muy rápido, yo tenía que evitar gritar, pero la excitación era mucha, jamás me habían taladrado así.
Acabé un chorro importante, casi deshecha, me acomodé, para recibir su leche dentro de mi culo todo dilatado, y abierto. Lo hizo me acabó dentro, y me hizo vestir rápido. Bajé de aquel sitio, como quien se baja de un caballo después de montar, las chicas, con las que fui, estaban bailando entre ellas, y me hacían señas de unirme a la fiesta, y así fui, bailamos y reímos hasta el amanecer, cuando volvíamos. Nos tomamos un bondi, ellas iban sentadas durmiendo, y yo iba cabeceando, pero parada, por que me dolía demasiado y no podía sentarme. Ellas nunca lo supieron. Pero esa noche, no me la olvido más.
Noe, en cambio, no es tan alta, pero tiene las medidas perfectas, aparte jamás se tiñó el pelo, así que conserva sus rizos castaños en perfecto estado, su piel es un poco más grasosa, pero no deja de ser linda chica.
Yo, soy la gordita del grupo, me he teñido el cabello de un rojo furioso, y mi piel es blanca, por lo que resalta.
Íbamos en el colectivo, y nos miraban.
Caminábamos, por la calle, y nos miraban.
Llegó un momento en que yo dije a Noe:-¿Che y si nos volvemos? Nos miran raro.- Mariana, sonreía, y dijo, "No vinimos desde la concha del pato, para que vos te quieras volver"
Noe nos quería ver felices a las dos, por lo que se quedó tímidamente callada, en medio de ambas.
Entramos en un bar, y pedimos una cerveza, para empezar la previa, eso está bien. Digo, éramos un poco más chicas, ya con edad suficiente de beber en la calle, o sea, estábamos bien. Bebíamos reíamos, hasta que un flaco, la vino a encarar a Mariana, ella, siempre dispuesta, se fue un rato con el tipo.
Noe, aprovechó para sacarle el cuero:-"¿viste que zorra se vino hoy? Seguro se va a cortar sola, y nosotras nos vamos a volver solas."
Tranqui, Noe, conozco un bondi, que nos deja por casa, así, tranqui, y si se corta sola, nos cortamos antes.-le dije con una sonrisa alzando el porrón de cerveza, en señal de brindis.
Al rato, apareció Mariana, algo despeinada y con el rímel un poco corrido, y acompañada del flaco.
-"chicas, Juli, dice, que el boliche de acá a cuatro cuadras se pone bueno, y que si entramos con él, tenemos una mesa gratis, en el sector VIP"
-"¿No es peligroso?"- quiso saber temerosa Noelia, que siempre escondía, una súper perra dentro. Pero ese día tenía miedo en serio.
Mariana le hizo un gesto, como "no te preocupes" y la noche de aquel sábado de verano transcurrió plácidamente.
Llegamos a un boliche, grande, casi de una manzana de dimensiones, ahora no me acuerdo el nombre pero, si recuerdo, que en la puerta, pasamos, y en vez de revisarnos como es costumbre, pasamos directamente. Igual, visualicé algo que me gustó.
Ya en la pista, Mariana, y Juli, bailaban, y se devoraban a besos y a manoseadas. Noe en cambio, estaba con cara larga. Yo ni hablar, aburrida, por que la cumbia villera, nunca me gustó, y ni decir enganchada con tecno.
Eran casi las tres cuando, en una de esas días al baño, me crucé con él. Un patova, onda rugbier, morocho, ojazos, y unas manotas enormes. Vestido de protocolar negro, y un cartelito de esos que brillan en la oscuridad, "seguridad". Nos miramos unos segundos. Y en el baile frenético de dos pendejas, me empujaron, literalmente, quede pegada a él. Sentí su torso, grande y sudado en mi cara, actué rápido, pidiendo disculpas, pero lejos de aceptarmelas, me apretó más a él.
Mi cara ya no pegaba en su torso, sino en su abdomen, y bajando casi al cinto. El pantalón ya lo veía hinchado y se me hacia agua la boca. Me frenó en seco. Quizás era impresión mía, pero en un momento me agarró de la muñeca, y me llevó la mano a su bragueta, me hizo toquetearle el bulto, mientras me arrinconaba a un costado de la pista, me besaba fuerte, mientras me mordía los labios, y ponía más fuerza para que yo lo tocara, no grité, por que me gustaba la sensación. Luego, y sin poner resistencia bajé a la altura de su pija, y se la empecé a comer, su glande hinchado casi no me entraba en la boca, pero lo metí, casi por completo, él me empujaba para que la verga me llegara a la campanilla, casi me daba arcadas, pero seguía en ese plan de comérmela.
Estábamos re calientes, pero no había posibilidad de otra cosa que ese pete, en ese incómodo lugar. Estuve cerca de tres minutos, hasta que las primeras gotas de leche llegaron a mi garganta, era espesa y muy tibia, en si estaba deliciosa, pero él se apuró debía seguir laburando. Me comí un chicle y volví con Noe. Hablamos un poco del lugar, de la gente, y un chico, la vino a sacar a bailar, momento oportuno para escapar otra vez.
Esta vez, el patova, la hizo mejor, como quien saca a un borracho, me llevó a otro sector del boliche, me tiró contra un sillón de cuero negro y sacó la pija otra vez, lo empecé a chupar de rodillas, mientras lo miraba lujuriosamente, y lo sentía contorcionarse en cada chupada. Me agarraba las tetas, y las exprimía como naranjas, me dolía, me excitaba, me estaba mojando la conchita como nunca lo había sentido, hasta ese momento, claro está. Estuvimos unos quince minutos, en esa posición hasta que separó de su pija dura, cabezona y chorreante de saliva, y me sacó el pantalón que yo llevaba puesto, me dejó en tanga, y me acomodó mi culo para que apuntara a su chota, erguida y venosa, se puso un preservativo, escupió el hoyito de mi culo, y de una sola vez me ensartó la verga, comenzó a bombear muy rápido, yo tenía que evitar gritar, pero la excitación era mucha, jamás me habían taladrado así.
Acabé un chorro importante, casi deshecha, me acomodé, para recibir su leche dentro de mi culo todo dilatado, y abierto. Lo hizo me acabó dentro, y me hizo vestir rápido. Bajé de aquel sitio, como quien se baja de un caballo después de montar, las chicas, con las que fui, estaban bailando entre ellas, y me hacían señas de unirme a la fiesta, y así fui, bailamos y reímos hasta el amanecer, cuando volvíamos. Nos tomamos un bondi, ellas iban sentadas durmiendo, y yo iba cabeceando, pero parada, por que me dolía demasiado y no podía sentarme. Ellas nunca lo supieron. Pero esa noche, no me la olvido más.
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