Desde que Lucas se puso de novio, los encuentros con él fueron escasos. Pero llenos de una carga de excitación extra por el condimento de la trampa. El esconderse. Los llamados de madrugada para sexo ocasional, cuando salía solo. Hasta alguna vez, desde el telo se puso a hablar con la novia. Yo me sentía como "la elegida", yo soy mejor. Viene a mi, porque ella no le da lo que yo le doy. Este fin de semana que voy a relatar, cambió todo.
Como había contado en el capítulo anterior, la novia de Lucas había vuelto al pueblo donde vivía. Tuvimos una semana para aprovechar juntos. Si bien no salíamos a lugares con mucha gente, nos arreglamos para vernos bastante seguido.
Me iba a la tarde a su departamento y nos internamos ahí. Le prometí que lo iba a atender y que iba a ser su sirvienta. Para eso, no tuve la mejor idea que comprarme un conjuntito de mucama hot: pollerita cortita y ajustada, con delantal (muy corta, me tapaba apenas la cola), arriba era todo transparente y traía un par de guantes y el sombrerito.
Me puse medias y zapatos con los tacos más altos que tenía. Me puse un tapado hasta los pies, y salí rápido de mi casa sin que me viera mucha gente (por supuesto, iba a casa de mi amiga, después a bailar, me quedaba a dormir de ella y volvía en algún momento del domingo jeje).
Cuando llegué a la casa, bajó a abrirme y se sorprendió al verme así. Yo no le dije nada. Cuando entramos al ascensor, me desabroché el tapado y lo abrí dejando ver como estaba vestida. Sus ojos se abrieron y no podía decir nada.
Avancé y lo estampé contra el espejo del ascensor y nos empezamos a besar. Sus manos empezaron a recorrer mi espalda. Eran caricias pero firmes y fuertes. Llegó a mi culo y con las dos manos lo apretó levantándome por el aire.
Llegamos al piso, me vestí y fuimos para el departamento. Él entró primero. Yo atrás, cerré la puerta y dejé caer el tapado. "Llegó tu mucamita" le dije. Se me tiró encima y me arrinconó contra la puerta de entrada. La pollerita estaba ya por mi cintura y sus dedos adentro de mi concha. Se agachó y empezó a chuparmela. Levanté una pierna y la apoyé en su hombro, mientras con mi mano apretaba su cabeza contra mi concha.
Se levantó y me dijo "así que sos mi sirvienta este fin de semana?", mientras se empezaba a desabrochar el pantalón. Yo lo miraba con una sonrisita pícara, llevé mi dedo a la boca y bajaba mi mirada hacia su bulto. Volví a subir mi mirada y levanté mis cejas en signo de aprobación. Cuando se bajó el jean, me quedé parada frente a él.
Agarré tímidamente su pija, que estaba empezando a agrandarse y endurecerse. Lucas me agarró de la cabeza y me tiró para abajo. Antes le pedí que espere. Faltaba algo: los guantes (los tenía en los bolsillos, no iba a ir por la calle con eso puesto. Muy gato).
Ahora él estaba contra la puerta de entrada. Gateando fui hasta él, y me metí la pija en la boca. Sin usar las manos, empecé a chuparsela, jugando con su cabeza. La dejaba escapar de mis labios admirando como caía pesadamente. Volví a hacerla entrar en la boca. Trataba de meter lo más que podía, pero de casualidad llegaba hasta la mitad. Eran momentos donde quería tener la garganta profunda de mi amiga Agustina.
Ahora el pete ya estaba acompañado de mis manos que lo pajeaban. Sacaba la pija, la escupía y volvía a devorar ese pedazo de carne que me volvía loca. Con una mano, jugaba en mi clítoris. Mi concha ya estaba mojada y chorreando. Cuando no aguanté más, me paré. Me puse contra la pared y tiré mi cola para atrás.
Sin necesidad de palabras, me clavó su pijón hasta el fondo. No pude evitar largar un suspiro de placer. Lucas me agarró del pelo, me tiró para atrás y me tapó la boca. Al oído me dijo "shh.. que no escuchen los vecinos".
Terminó de decir eso, y me empezó a pegar una cogida fenomenal. Dura, rápida, profunda. Me dolía como me agarraba el pelo, pero estar aprisionada contra la pared, con su brazo rodeando mi cuello y su mano tapándome la boca mientras me garchaba sin parar, me hacía olvidar de todo. Me dio vuelta, me levantó upa y me la clavó de nuevo. Me tenía agarrada de mis muslos y yo me colgaba de su cuello.
Él me movía para arriba y para abajo con fuerza. Ahora, la boca me la tapaba con un beso, que ahogaba mis gritos de placer. Estaba re caliente y a punto de acabar. Él se dio cuenta, por como mi cuerpo se estremeció y como quería gritar más fuerte.
Empezó a moverse más despacio hasta que se detuvo. "Hijo de puta no hagas eso, dale!" le grité. Me miró, dibujó una sonrisa en la cara y de golpe me pegó una sacudida que no aguanté y acabé como una perra. No pudo hacer nada para evitar que pegara un grito de placer que se habrá escuchado en todo el edificio.
Me bajó y me volvió a dar vuelta. Me cogió así un rato, hasta que acabó. Sacó su pija, levantó la parte de arriba del conjunto y descargó toda su leche en mi espalda. No pudo evitar que algunos chorros cayeran en el trajecito (NdR (?): ese traje se lo presté a un par de amigas... nunca me creyeron que era una "falla de fábrica", aunque lo usaron igual).
Como todo caballero, me limpió el lechazo. Me acomodé la ropa y así quedé vestida durante toda la tarde. Lo único que le pedí fue sacarme los zapatos. Me encantaba jugar con él. Era como vivir mi propia película porno. Aunque no todo fue sexo: cociné para él, comimos juntos, miramos una película (la paramos como 3 veces para tocarnos, garchar, petear, etc), y eh... bueno, eso.. el resto si, fue todo sexo. Lo hicimos en todas las habitaciones del departamento (si, todas).
A la noche me saqué el uniforme, y como no tenía ropa me puse una remera de él. Después de mirar una peli, nos fuimos para la habitación. Faltaba solo una cosa para terminar el día perfecto. Me subí a la cama, me puse en 4 y le pedí con voz de nena caprichosa: "rompeme la cola!". No tardó un instante en enterrar su lengua en mi culo y jugar con los dedos. Cuando me lubricó bien, con mucho amor y cuidado empezó a empujar su pija para adentro.
Para enterrar semejante matafuego, hay que tener paciencia. Aguantar el dolor, y estar tranquila. Cerré mis ojos, agarré fuerte la almohada y mordí las sábanas. Seguía entrando. No terminaba más! Frenó. Salió un poco. Alivio... pero no por mucho, entra de nuevo. Un par de veces más y listo... ya estaba acostumbrada.
Lucas esperaba mi señal. Empecé a mover mi cola para buscar enterrarla más. Cuando vio que me movía, él empezó a sacarla y ponerla cada vez más rápido. Nos tumbamos en la cama, haciendo cucharita. La sentía cada vez más profunda. Abría mi boca para gritar pero no salía sonido.
Sus dedos estaban en mi concha masturbándome, mientras de atrás seguía recibiendo pija como loca. No tardé en acabar y en sentir que quería carne adelante. Sacó su pija de mi culo, lo acosté en la cama y me senté arriba de su pija. Me la enterré toda. Me acosté sobre él y levanté mi cola.
Sus dedos buscaron mi agujerito, que después de recibir semejante pedazo, estaba por demás de abierto. Tanto, que pudo meter sin problemas 2 dedos y todavía sobraba espacio. Empecé a moverme enloquecida, buscando otro orgasmo que no tardó en llegar. Me tiré sobre su cuerpo, rendida.
Cuando pude recuperarme, me fui derecho a buscar su pija y se la chupé hasta que terminara. Después del día que habíamos tenido, estaba dispuesta a hacer algo que no hacía muy seguido. Cerré los ojos y seguí chupandola. La pajeaba con fuerza, mientras tenía su cabeza en mi boca y movía la lengua. Podía sentir como latía y se ponía más dura. Estaba a punto de descargar.
Lucas sabía que no me gustaba tragar, así que para avisarme me agarró de la cabeza y me sacó la pija de la boca. Le pegué en la mano, y volví a metermela hasta que hice que descargara todo en mi boca. Empecé a tragar, sin sacarme la pija. Cuando no quedó nada, le di una última chupada, lamí el tronco, volví a limpiar la cabeza y me senté en la cama.
La mirada de Lucas era de sorpresa. Me reí y me pasé la mano por mi boca, como limpiándome después de un manjar. Nos dormimos agotados como dos angelitos.
A la mañana siguiente, me levanté primera. Fui a la cocina, preparé el desayuno y lo llevé a la cama. Lucas se había dormido desnudo. No podía creer el tamaño de su pija dormida. Era grande como algunas que me había garchado. Y los que dicen que la carne es débil... es cierto. Tiré la bandeja en el piso y me acosté a su lado y se la empecé a chupar. Se despertó de golpe. "Buen día" le dije, sin sacarme la pija de la boca.
Fue el único momento donde pude tener toda su pija en mi boca. Empezó a crecer. Ya no entraba en mis manos. Él quería que parara y coger. Pero yo quería sacarme una duda. La noche anterior, no me había disgustado el gusto de su semen. Lo seguí chupando. "Quiero mi desayuno... dame mi desayuno!" le pedía mientras lo pajeaba. Lucas tenía la cabeza en la almohada y se tapaba la cara gritando "no puede ser!! no podés ser tan puta!" mientras se reía y disfrutaba.
La pija empezaba a ponerse más dura, señal que venía mi desayuno en camino. Aumenté el ritmo hasta que su leche caliente empezó a pegar en mi garganta. Tragué un poco, y el resto lo dejé caer sobre la pija. "Mmmm que rico mi lechita" le decía mientras por mi boca caía todavía semen que no había llegado a tragar.
Desayunamos en la cama (luego de limpiar todo, obvio). Y cuando esperaba el garche matutino, Lucas se levantó y se cambió. "Dale Ju, que te llevo a tu casa... la tengo que ir a buscar a mi novia a la terminal, que llega en un rato". Cuando dijo esto, mi cara se transformó. En ese instante pasó todo el fin de semana que habíamos pasado juntos. Me dolió que a pesar de todo, él seguía eligiendo a la otra, aunque en realidad "la otra" era yo. Fue la primera vez que comprendí que era "la segunda" en su lista.
Me sentí una tarada por todo lo que había hecho, porque al final él se iba con ella. En realidad, la equivocada era yo. Porque esas eran las reglas del juego. Si yo elegí jugar, tenía que saber que esto era así.
No hablé en todo el viaje de regreso. "Te pasa algo Juli?" me preguntó Lucas. "No" le dije, sin mirarlo y tratando de ocultar las lágrimas en mis ojos. "Nunca me voy a olvidar de este fin de semana, hermosa... te pasaste... sos una diosa!" me dijo, aunque no lo escuchaba. Muy lindo todo, pero te vas con la otra. "Yo tampoco me voy a olvidar" le dije aguantando el llanto, aunque el sentido era diferente.
Cuando me bajé del auto, en la esquina de mi casa, me quedé parada mirando como se alejaba. No aguanté más y empecé a llorar. Entré a mi casa rápido, tratando que no me vean. Casi ni saludé y pasé para mi habitación. "Todo bien?" llegaron a preguntarme. El "si" casi lo ahogaba el llanto.
Después me enteré que Lucas se peleó con la novia a las pocas semanas. Pocos años atrás, me contó que el fin de semana que pasamos juntos tuvo mucho que ver. Igualmente, antes de saber eso descubriría otra cosa: no hay mina más puta que la despechada y resentida. Y lo iba a descubrir en carne propia.
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Mientras Lucas estuvo de novio, tuvimos varios de estos encuentros. Estas son las otras partes:
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte
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Indice
Como había contado en el capítulo anterior, la novia de Lucas había vuelto al pueblo donde vivía. Tuvimos una semana para aprovechar juntos. Si bien no salíamos a lugares con mucha gente, nos arreglamos para vernos bastante seguido.
Me iba a la tarde a su departamento y nos internamos ahí. Le prometí que lo iba a atender y que iba a ser su sirvienta. Para eso, no tuve la mejor idea que comprarme un conjuntito de mucama hot: pollerita cortita y ajustada, con delantal (muy corta, me tapaba apenas la cola), arriba era todo transparente y traía un par de guantes y el sombrerito.
Me puse medias y zapatos con los tacos más altos que tenía. Me puse un tapado hasta los pies, y salí rápido de mi casa sin que me viera mucha gente (por supuesto, iba a casa de mi amiga, después a bailar, me quedaba a dormir de ella y volvía en algún momento del domingo jeje).
Cuando llegué a la casa, bajó a abrirme y se sorprendió al verme así. Yo no le dije nada. Cuando entramos al ascensor, me desabroché el tapado y lo abrí dejando ver como estaba vestida. Sus ojos se abrieron y no podía decir nada.
Avancé y lo estampé contra el espejo del ascensor y nos empezamos a besar. Sus manos empezaron a recorrer mi espalda. Eran caricias pero firmes y fuertes. Llegó a mi culo y con las dos manos lo apretó levantándome por el aire.
Llegamos al piso, me vestí y fuimos para el departamento. Él entró primero. Yo atrás, cerré la puerta y dejé caer el tapado. "Llegó tu mucamita" le dije. Se me tiró encima y me arrinconó contra la puerta de entrada. La pollerita estaba ya por mi cintura y sus dedos adentro de mi concha. Se agachó y empezó a chuparmela. Levanté una pierna y la apoyé en su hombro, mientras con mi mano apretaba su cabeza contra mi concha.
Se levantó y me dijo "así que sos mi sirvienta este fin de semana?", mientras se empezaba a desabrochar el pantalón. Yo lo miraba con una sonrisita pícara, llevé mi dedo a la boca y bajaba mi mirada hacia su bulto. Volví a subir mi mirada y levanté mis cejas en signo de aprobación. Cuando se bajó el jean, me quedé parada frente a él.
Agarré tímidamente su pija, que estaba empezando a agrandarse y endurecerse. Lucas me agarró de la cabeza y me tiró para abajo. Antes le pedí que espere. Faltaba algo: los guantes (los tenía en los bolsillos, no iba a ir por la calle con eso puesto. Muy gato).
Ahora él estaba contra la puerta de entrada. Gateando fui hasta él, y me metí la pija en la boca. Sin usar las manos, empecé a chuparsela, jugando con su cabeza. La dejaba escapar de mis labios admirando como caía pesadamente. Volví a hacerla entrar en la boca. Trataba de meter lo más que podía, pero de casualidad llegaba hasta la mitad. Eran momentos donde quería tener la garganta profunda de mi amiga Agustina.
Ahora el pete ya estaba acompañado de mis manos que lo pajeaban. Sacaba la pija, la escupía y volvía a devorar ese pedazo de carne que me volvía loca. Con una mano, jugaba en mi clítoris. Mi concha ya estaba mojada y chorreando. Cuando no aguanté más, me paré. Me puse contra la pared y tiré mi cola para atrás.
Sin necesidad de palabras, me clavó su pijón hasta el fondo. No pude evitar largar un suspiro de placer. Lucas me agarró del pelo, me tiró para atrás y me tapó la boca. Al oído me dijo "shh.. que no escuchen los vecinos".
Terminó de decir eso, y me empezó a pegar una cogida fenomenal. Dura, rápida, profunda. Me dolía como me agarraba el pelo, pero estar aprisionada contra la pared, con su brazo rodeando mi cuello y su mano tapándome la boca mientras me garchaba sin parar, me hacía olvidar de todo. Me dio vuelta, me levantó upa y me la clavó de nuevo. Me tenía agarrada de mis muslos y yo me colgaba de su cuello.
Él me movía para arriba y para abajo con fuerza. Ahora, la boca me la tapaba con un beso, que ahogaba mis gritos de placer. Estaba re caliente y a punto de acabar. Él se dio cuenta, por como mi cuerpo se estremeció y como quería gritar más fuerte.
Empezó a moverse más despacio hasta que se detuvo. "Hijo de puta no hagas eso, dale!" le grité. Me miró, dibujó una sonrisa en la cara y de golpe me pegó una sacudida que no aguanté y acabé como una perra. No pudo hacer nada para evitar que pegara un grito de placer que se habrá escuchado en todo el edificio.
Me bajó y me volvió a dar vuelta. Me cogió así un rato, hasta que acabó. Sacó su pija, levantó la parte de arriba del conjunto y descargó toda su leche en mi espalda. No pudo evitar que algunos chorros cayeran en el trajecito (NdR (?): ese traje se lo presté a un par de amigas... nunca me creyeron que era una "falla de fábrica", aunque lo usaron igual).
Como todo caballero, me limpió el lechazo. Me acomodé la ropa y así quedé vestida durante toda la tarde. Lo único que le pedí fue sacarme los zapatos. Me encantaba jugar con él. Era como vivir mi propia película porno. Aunque no todo fue sexo: cociné para él, comimos juntos, miramos una película (la paramos como 3 veces para tocarnos, garchar, petear, etc), y eh... bueno, eso.. el resto si, fue todo sexo. Lo hicimos en todas las habitaciones del departamento (si, todas).
A la noche me saqué el uniforme, y como no tenía ropa me puse una remera de él. Después de mirar una peli, nos fuimos para la habitación. Faltaba solo una cosa para terminar el día perfecto. Me subí a la cama, me puse en 4 y le pedí con voz de nena caprichosa: "rompeme la cola!". No tardó un instante en enterrar su lengua en mi culo y jugar con los dedos. Cuando me lubricó bien, con mucho amor y cuidado empezó a empujar su pija para adentro.
Para enterrar semejante matafuego, hay que tener paciencia. Aguantar el dolor, y estar tranquila. Cerré mis ojos, agarré fuerte la almohada y mordí las sábanas. Seguía entrando. No terminaba más! Frenó. Salió un poco. Alivio... pero no por mucho, entra de nuevo. Un par de veces más y listo... ya estaba acostumbrada.
Lucas esperaba mi señal. Empecé a mover mi cola para buscar enterrarla más. Cuando vio que me movía, él empezó a sacarla y ponerla cada vez más rápido. Nos tumbamos en la cama, haciendo cucharita. La sentía cada vez más profunda. Abría mi boca para gritar pero no salía sonido.
Sus dedos estaban en mi concha masturbándome, mientras de atrás seguía recibiendo pija como loca. No tardé en acabar y en sentir que quería carne adelante. Sacó su pija de mi culo, lo acosté en la cama y me senté arriba de su pija. Me la enterré toda. Me acosté sobre él y levanté mi cola.
Sus dedos buscaron mi agujerito, que después de recibir semejante pedazo, estaba por demás de abierto. Tanto, que pudo meter sin problemas 2 dedos y todavía sobraba espacio. Empecé a moverme enloquecida, buscando otro orgasmo que no tardó en llegar. Me tiré sobre su cuerpo, rendida.
Cuando pude recuperarme, me fui derecho a buscar su pija y se la chupé hasta que terminara. Después del día que habíamos tenido, estaba dispuesta a hacer algo que no hacía muy seguido. Cerré los ojos y seguí chupandola. La pajeaba con fuerza, mientras tenía su cabeza en mi boca y movía la lengua. Podía sentir como latía y se ponía más dura. Estaba a punto de descargar.
Lucas sabía que no me gustaba tragar, así que para avisarme me agarró de la cabeza y me sacó la pija de la boca. Le pegué en la mano, y volví a metermela hasta que hice que descargara todo en mi boca. Empecé a tragar, sin sacarme la pija. Cuando no quedó nada, le di una última chupada, lamí el tronco, volví a limpiar la cabeza y me senté en la cama.
La mirada de Lucas era de sorpresa. Me reí y me pasé la mano por mi boca, como limpiándome después de un manjar. Nos dormimos agotados como dos angelitos.
A la mañana siguiente, me levanté primera. Fui a la cocina, preparé el desayuno y lo llevé a la cama. Lucas se había dormido desnudo. No podía creer el tamaño de su pija dormida. Era grande como algunas que me había garchado. Y los que dicen que la carne es débil... es cierto. Tiré la bandeja en el piso y me acosté a su lado y se la empecé a chupar. Se despertó de golpe. "Buen día" le dije, sin sacarme la pija de la boca.
Fue el único momento donde pude tener toda su pija en mi boca. Empezó a crecer. Ya no entraba en mis manos. Él quería que parara y coger. Pero yo quería sacarme una duda. La noche anterior, no me había disgustado el gusto de su semen. Lo seguí chupando. "Quiero mi desayuno... dame mi desayuno!" le pedía mientras lo pajeaba. Lucas tenía la cabeza en la almohada y se tapaba la cara gritando "no puede ser!! no podés ser tan puta!" mientras se reía y disfrutaba.
La pija empezaba a ponerse más dura, señal que venía mi desayuno en camino. Aumenté el ritmo hasta que su leche caliente empezó a pegar en mi garganta. Tragué un poco, y el resto lo dejé caer sobre la pija. "Mmmm que rico mi lechita" le decía mientras por mi boca caía todavía semen que no había llegado a tragar.
Desayunamos en la cama (luego de limpiar todo, obvio). Y cuando esperaba el garche matutino, Lucas se levantó y se cambió. "Dale Ju, que te llevo a tu casa... la tengo que ir a buscar a mi novia a la terminal, que llega en un rato". Cuando dijo esto, mi cara se transformó. En ese instante pasó todo el fin de semana que habíamos pasado juntos. Me dolió que a pesar de todo, él seguía eligiendo a la otra, aunque en realidad "la otra" era yo. Fue la primera vez que comprendí que era "la segunda" en su lista.
Me sentí una tarada por todo lo que había hecho, porque al final él se iba con ella. En realidad, la equivocada era yo. Porque esas eran las reglas del juego. Si yo elegí jugar, tenía que saber que esto era así.
No hablé en todo el viaje de regreso. "Te pasa algo Juli?" me preguntó Lucas. "No" le dije, sin mirarlo y tratando de ocultar las lágrimas en mis ojos. "Nunca me voy a olvidar de este fin de semana, hermosa... te pasaste... sos una diosa!" me dijo, aunque no lo escuchaba. Muy lindo todo, pero te vas con la otra. "Yo tampoco me voy a olvidar" le dije aguantando el llanto, aunque el sentido era diferente.
Cuando me bajé del auto, en la esquina de mi casa, me quedé parada mirando como se alejaba. No aguanté más y empecé a llorar. Entré a mi casa rápido, tratando que no me vean. Casi ni saludé y pasé para mi habitación. "Todo bien?" llegaron a preguntarme. El "si" casi lo ahogaba el llanto.
Después me enteré que Lucas se peleó con la novia a las pocas semanas. Pocos años atrás, me contó que el fin de semana que pasamos juntos tuvo mucho que ver. Igualmente, antes de saber eso descubriría otra cosa: no hay mina más puta que la despechada y resentida. Y lo iba a descubrir en carne propia.
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Mientras Lucas estuvo de novio, tuvimos varios de estos encuentros. Estas son las otras partes:
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte
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23 comentarios - Amor pirata vol. 4 - El fin
Muuuy caliente!!
Y me sumo al pedido de ver como siguio todo, je!
Gracias por compartir
igual grracias! 😉
Ya tengo ganas de irme a Rosario.. jajajjaa
B e s o t e!!
Mil gracias. Besos
Puntos y a favoritos...
"Mmmm que rico mi lechita" le decía mientras por mi boca caía todavía semen que no había llegado a tragar. que rico ❤️
che feo lo ltimo ._. del final
lo bueno, aprendí la lección que no está bueno meterse en relaciones ajenas
lo bueno, es que aprendí que no está bueno meterse en relaciones ajenas 😉