Descubriendome-Episodio 5
Volví a quedarme sola en la más absoluta oscuridad. El silencio reinaba en ese lugar. Estaba sola con mis pensamientos.
¿Qué había sido todo eso? ¿Todo comenzó con una salida al teatro? No tenía idea de la cantidad de horas que habían pasado desde que comenzó todo esto. Sin importar si fueron muchas o pocas horas me parecía ya una eternidad. Pero lo sorprendente del tiempo es que hay momentos en que su transcurrir se torna relativo. Puede pasar rápido o muy lento. Pues esta noche me han pasado las dos cosas. Estaba totalmente desorientada. Quería pedir ayuda pero estaba convencida que allí nadie me escucharía. ¿Cuántas horas habrán pasado? ¿Alguien me vendrá a rescatar? ¿Y Juan? ¿Dónde está Juan? Eran demasiadas preguntas y ninguna respuesta. intentaba convencerme que esto terminaría en breve, que la policía rompería esa puerta y me libraría de mis captores, que ya pronto esto iba a terminar. Pero mi cerebro empezaba a jugarme en contra y comencé a caer en la cuenta que quizás debería esperar horas, días, tal vez semanas antes de que me liberasen.
Volví a llorar.
-¡No llores! -fueron las palabras que escuché con una dulce vos de mujer.
-¡Hola! ¿Hay alguien aquí?
-¡Hola! No te preocupes, estamos acá para cuidarte. Te vamos a higienizar bien y vamos a curar tus heridas.
¡Tenía heridos el alma y mi dignidad! No quería que me cuiden, quería que me dejen libre.
-Soltame, por favor soltame. -le rogué entre sollozos.
-¡Shhh! No puedo hacerlo. No hasta que me digas la contraseña.
-¡¿Contraseña?! ¡¿De qué carajo me estás hablando?!
En ese instante se escuché nuevamente el sonido del picaporte de la puerta e instantáneamente el chillido de las bisagras al abrirse. Una persona se acercaba hacia nosotras. Sus pasos tenían una cadencia tranquila, los escuchaba cada vez más cerca. Pude percibir el sonido de unas telas arrastrándose sobre el piso y me di cuenta que la chica que me habló se había alejado de mí.
Levanté mi cabeza dirigiendo la mirada a quien había recientemente ingresado. Aunque seguía con los ojos vendados y no podía ver nada, quería que quien estuviese delante de mí supiese que hablaba con él... o ella. No dijo nada. Yo aguardaba. Luego de unos segundos en silencio no pude aguantar y hablé.
-¿Quién sos?
-¡Soy tus deseos! ¡Soy tus fantasías! Soy tu propia creación.
Era una voz femenina. El tono de voz era cálido y seguro. Me generaba confianza, aunque en estas circunstancias habías otras tantas condiciones que hacían que esa confianza se desvaneciera por completo.
¡La puta madre! Encima esta pelotuda me toma el pelo pensé.
-¡Decime quién carajo sos! ¡Sacame de acá! ¡¡Soltame!!
-Sólo si me decís la contraseña.
Esa fue la ultima frase que escuché con esa voz. Comencé a sentir que mi cuerpo estaba más suelto, más liberado de sus ataduras. Ya no sentía las cuerdas ni en mis brazos ni en mis piernas, pero sentía que mi cuerpo estaba envuelto en telas suaves y sobre una superficie acolchada. Cuando comencé a reaccionar y darme cuenta que estaba algo más libre extendí mi mano derecha hasta mi rostro buscando las vendas, pero ya nada obstruía mi visión. Las vendas habían desaparecido por arte de magia. Tantee a mi alrededor y me di cuenta que a mi derecha había un vacío que comenzaba a escasos centímetros de mi cuerpo. No sabía cuan profundo podía ser, pero no quise correr riesgos en la oscuridad. Estiré mi mano izquierda y me percaté que la superficie acolchada continuaba apenas por menos de un metro. Me quité las telas que tenía alrededor de mi cuerpo y me arrodillé con cuidado sobre esa superficie. Cuando estaba de rodillas escuché una campanilla a mis espaldas. Miré por sobre mi hombro izquierdo y pude ver una tenue luz de color amarillento iluminar un cubo blanco. Cuando e acerqué lo que vi me hizo soltar el suspiro más largo y profundo de mi vida.
El reloj marcaban las 6 a.m. Ese cubo blanco no era más que mi reloj despertador. Había sido todo un sueño. había sido el sueño más temible y caliente de mi vida. Jamás había experimentado un sueño tan vívido. Podía recordar todo, o casi todo, hasta el más mínimo detalle. Esto me extrañaba, ya que nunca pude recordar ni el sueño más estúpido. Habían quedado grabados en mi memoria situaciones que me erizaban la piel y otras que me calentaban y mucho. Pero lo que más me quedó grabado fueron las palabras de esa última mujer: "Soy tus deseos, soy tus fantasías, soy tu propia creación." ¿Debían significar algo esas palabras?
De un salto me incorporé de la cama y me dirigí entre penumbras al baño. Cuando pasé junto a la mesa del televisor tomé mi teléfono celular y lo encendí. Entré al baño y sin encender la luz me senté en el inodoro. Estaba abriendo la aplicación de correo electrónico de mi smartphone cuando con la luz del teléfono me pareció ver algo en el espejo del baño. Me levanté sin siquiera haber comenzado a orinar y encendí la luz. En el espejo había escrita una leyenda: "Soy tu creación".
Volví a quedarme sola en la más absoluta oscuridad. El silencio reinaba en ese lugar. Estaba sola con mis pensamientos.
¿Qué había sido todo eso? ¿Todo comenzó con una salida al teatro? No tenía idea de la cantidad de horas que habían pasado desde que comenzó todo esto. Sin importar si fueron muchas o pocas horas me parecía ya una eternidad. Pero lo sorprendente del tiempo es que hay momentos en que su transcurrir se torna relativo. Puede pasar rápido o muy lento. Pues esta noche me han pasado las dos cosas. Estaba totalmente desorientada. Quería pedir ayuda pero estaba convencida que allí nadie me escucharía. ¿Cuántas horas habrán pasado? ¿Alguien me vendrá a rescatar? ¿Y Juan? ¿Dónde está Juan? Eran demasiadas preguntas y ninguna respuesta. intentaba convencerme que esto terminaría en breve, que la policía rompería esa puerta y me libraría de mis captores, que ya pronto esto iba a terminar. Pero mi cerebro empezaba a jugarme en contra y comencé a caer en la cuenta que quizás debería esperar horas, días, tal vez semanas antes de que me liberasen.
Volví a llorar.
-¡No llores! -fueron las palabras que escuché con una dulce vos de mujer.
-¡Hola! ¿Hay alguien aquí?
-¡Hola! No te preocupes, estamos acá para cuidarte. Te vamos a higienizar bien y vamos a curar tus heridas.
¡Tenía heridos el alma y mi dignidad! No quería que me cuiden, quería que me dejen libre.
-Soltame, por favor soltame. -le rogué entre sollozos.
-¡Shhh! No puedo hacerlo. No hasta que me digas la contraseña.
-¡¿Contraseña?! ¡¿De qué carajo me estás hablando?!
En ese instante se escuché nuevamente el sonido del picaporte de la puerta e instantáneamente el chillido de las bisagras al abrirse. Una persona se acercaba hacia nosotras. Sus pasos tenían una cadencia tranquila, los escuchaba cada vez más cerca. Pude percibir el sonido de unas telas arrastrándose sobre el piso y me di cuenta que la chica que me habló se había alejado de mí.
Levanté mi cabeza dirigiendo la mirada a quien había recientemente ingresado. Aunque seguía con los ojos vendados y no podía ver nada, quería que quien estuviese delante de mí supiese que hablaba con él... o ella. No dijo nada. Yo aguardaba. Luego de unos segundos en silencio no pude aguantar y hablé.
-¿Quién sos?
-¡Soy tus deseos! ¡Soy tus fantasías! Soy tu propia creación.
Era una voz femenina. El tono de voz era cálido y seguro. Me generaba confianza, aunque en estas circunstancias habías otras tantas condiciones que hacían que esa confianza se desvaneciera por completo.
¡La puta madre! Encima esta pelotuda me toma el pelo pensé.
-¡Decime quién carajo sos! ¡Sacame de acá! ¡¡Soltame!!
-Sólo si me decís la contraseña.
Esa fue la ultima frase que escuché con esa voz. Comencé a sentir que mi cuerpo estaba más suelto, más liberado de sus ataduras. Ya no sentía las cuerdas ni en mis brazos ni en mis piernas, pero sentía que mi cuerpo estaba envuelto en telas suaves y sobre una superficie acolchada. Cuando comencé a reaccionar y darme cuenta que estaba algo más libre extendí mi mano derecha hasta mi rostro buscando las vendas, pero ya nada obstruía mi visión. Las vendas habían desaparecido por arte de magia. Tantee a mi alrededor y me di cuenta que a mi derecha había un vacío que comenzaba a escasos centímetros de mi cuerpo. No sabía cuan profundo podía ser, pero no quise correr riesgos en la oscuridad. Estiré mi mano izquierda y me percaté que la superficie acolchada continuaba apenas por menos de un metro. Me quité las telas que tenía alrededor de mi cuerpo y me arrodillé con cuidado sobre esa superficie. Cuando estaba de rodillas escuché una campanilla a mis espaldas. Miré por sobre mi hombro izquierdo y pude ver una tenue luz de color amarillento iluminar un cubo blanco. Cuando e acerqué lo que vi me hizo soltar el suspiro más largo y profundo de mi vida.
***
El reloj marcaban las 6 a.m. Ese cubo blanco no era más que mi reloj despertador. Había sido todo un sueño. había sido el sueño más temible y caliente de mi vida. Jamás había experimentado un sueño tan vívido. Podía recordar todo, o casi todo, hasta el más mínimo detalle. Esto me extrañaba, ya que nunca pude recordar ni el sueño más estúpido. Habían quedado grabados en mi memoria situaciones que me erizaban la piel y otras que me calentaban y mucho. Pero lo que más me quedó grabado fueron las palabras de esa última mujer: "Soy tus deseos, soy tus fantasías, soy tu propia creación." ¿Debían significar algo esas palabras?
De un salto me incorporé de la cama y me dirigí entre penumbras al baño. Cuando pasé junto a la mesa del televisor tomé mi teléfono celular y lo encendí. Entré al baño y sin encender la luz me senté en el inodoro. Estaba abriendo la aplicación de correo electrónico de mi smartphone cuando con la luz del teléfono me pareció ver algo en el espejo del baño. Me levanté sin siquiera haber comenzado a orinar y encendí la luz. En el espejo había escrita una leyenda: "Soy tu creación".
FIN... ¿FIN?
1 comentarios - Descubriéndome - Episodio 6