...
A Vanesa le daba un poco de bronca haber tenido que esperar un mes para volverlo a ver. Si la habían pasado tan bien porqué tener que esperar tanto. Aunque debía admitir que la intensidad del encuentro se relacionaba con la espera. Algún reproche de esto le hizo a Juan por teléfono, pero él no se hizo cargo. En estos casos su sección eficaz era mínima. Vanesa, pese a la bronca, tenía muchas ganas de verlo... Mejor: tenía muchas ganas cogerlo, y también de verlo y compartir una cena. Así, dejó de lado los reproches, y se preparó para ofrecerle un menú impactante. Tanto, que Juan, no pueda esperar un mes más para volver a probarlo.
Ese viernes en la oficina fue como casi todos los viernes, más relajado y caliente que los otros días de la semana. Hubo poco trabajo.
A eso de las cuatro Alberto se asomó a la oficina de Vanesa y le preguntó:
- ¿Ya terminás?
Eso significaba que daban por terminada la semana laboral, lo celebraban con alguna relación sexual intensa, y regresaban a sus casas.
- Dame cinco, termino esto y voy.- Respondió Vanesa levantando apenas la vista del monitor.
- Ok.- Dijo Alberto, agarrandosé la poronga visiblemente.
A los quince minutos Vanesa fue a la oficina de Alberto. Estaba frente a la computadora mirando una página pornográfica. Vanesa se acercó y miró un rato.
- Hoy la quiero por atrás. -le pidió Vanesa mientras se desvestía.
- Bueno. -Alberto la ayudó. Descubrió que tenía el plug anal, insertado.
- ¡Estás muy caliente!. -dijo sorprendido.
Alberto la quiso sentar en su escritorio, para comerle la concha un poco, pero Vanesa lo impidió.
- No hace falta, mandamela de una. Ya estoy caliente... - Se dió vuelta y ofreció la cola acodandose en el escritorio.
Alberto, sacó el plug y le metió lentamente la pija. Vanesa tenía todo listo de antemano.
Mientras, Vanesa le contaba:
- Hoy viene a casa el flaco ese que me cogí borracha, Juan. Quiero sorprenderlo con la cola.
- ¡Qué afortunado!
- Me hizo esperar un mes el turro... estoy re-caliente.
Alberto se empezaba a mover.
- Dejame bien abierta...
- A ver... metela toda, empujá hasta el fondo. -Empezó Vanesa a dar indicaciones como quien ayuda a un amigo a estacionar.
- ¿Entró toda?
- No... faltan 2 o 3 centímetros.
- A ver pará. Empujá un poco. - Vanesa se acomodó, cambió el ángulo de la cadera, contrajo y relajó los músculos de la zona.
- Ahí va un poco...
- Entrá y salí, pero sin sacarla mucho... ahí en el fondo.
Alberto fue y vino varias veces.
- Mirá, ahí la tenés toda metida. -dijo Aberto trayendola hacia sí, con ambas manos de las caderas.
- Sí, bien, te siento los huevos. Bueno ahora cogeme profundo abriendome todo lo que puedas.
Alberto empezó a moverse más rápido. En cada ciclo la metía hasta al fondo y la sacaba casi toda. Salivó un par de veces para lubricar. Vanesa se dejaba hacer como quién recibe un tratamiento médico.
Cuando no aguantó más preguntó:
- ¿Puedo terminar adentro?
- Si, no importa.
Alberto la levantó. Primero la puso de pie, y luego la levantó en el aire, tomandola desde atrás. Con las manos le apretaba las tetas mientras la abraza y sostenía. La pija, clavada en hasta el fondo ayudaba a sostenerla. En ese momento Alberto acabó, Vanesa levantó la rodillas y la pija pareció meterse un poco más.
Alberto cayó rendido sobre su silla con Vanesa encima. Ella se salió despacio. Observó la pija todavía algo rígida. Se tanteó el ano. Pareció satisfecha con el resultado, se metió dos dedos con facilidad.
- ¿Así querías?
- Sí, está bien...
- Ahora voy a querer hacerlo todas las semanas.
- Si estoy bien caliente no hay problema. -Vanesa le tendió el rollo de papel de cocina (siempre a mano en la oficina) para que se limpie.
- Gracias.
Vanesa tomó la bombacha como para ponersela...
- ¿Dónde vas? No te vas a ir sin acabar.
- No importa, seguro esta noche voy a tener bastante.
- No, de ninguna manera, luego de lo de recién no te voy a dejar así.
Se paró, la abrazó, le besó cariñosamente el cuello y las tetas. La recostó sobre su escritorio y se dispuso a comerle la concha.
- El plug, ponémelo.
Alberto lo clavó con facilidad:
- Vas a necesitar uno más grande.
Luego sí, comezó a chuparle el clítoris y sus alrededores. Con las manos le amasaba ambas tetas. Mordía un poquito. Bajó una mano y le metió dos dedos en la concha. Así la fue llevando. El juego diario, la gratitud de un amigo que te conoce, el rítmo preciso para un orgasmo largo.
continua.
A Vanesa le daba un poco de bronca haber tenido que esperar un mes para volverlo a ver. Si la habían pasado tan bien porqué tener que esperar tanto. Aunque debía admitir que la intensidad del encuentro se relacionaba con la espera. Algún reproche de esto le hizo a Juan por teléfono, pero él no se hizo cargo. En estos casos su sección eficaz era mínima. Vanesa, pese a la bronca, tenía muchas ganas de verlo... Mejor: tenía muchas ganas cogerlo, y también de verlo y compartir una cena. Así, dejó de lado los reproches, y se preparó para ofrecerle un menú impactante. Tanto, que Juan, no pueda esperar un mes más para volver a probarlo.
Ese viernes en la oficina fue como casi todos los viernes, más relajado y caliente que los otros días de la semana. Hubo poco trabajo.
A eso de las cuatro Alberto se asomó a la oficina de Vanesa y le preguntó:
- ¿Ya terminás?
Eso significaba que daban por terminada la semana laboral, lo celebraban con alguna relación sexual intensa, y regresaban a sus casas.
- Dame cinco, termino esto y voy.- Respondió Vanesa levantando apenas la vista del monitor.
- Ok.- Dijo Alberto, agarrandosé la poronga visiblemente.
A los quince minutos Vanesa fue a la oficina de Alberto. Estaba frente a la computadora mirando una página pornográfica. Vanesa se acercó y miró un rato.
- Hoy la quiero por atrás. -le pidió Vanesa mientras se desvestía.
- Bueno. -Alberto la ayudó. Descubrió que tenía el plug anal, insertado.
- ¡Estás muy caliente!. -dijo sorprendido.
Alberto la quiso sentar en su escritorio, para comerle la concha un poco, pero Vanesa lo impidió.
- No hace falta, mandamela de una. Ya estoy caliente... - Se dió vuelta y ofreció la cola acodandose en el escritorio.
Alberto, sacó el plug y le metió lentamente la pija. Vanesa tenía todo listo de antemano.
Mientras, Vanesa le contaba:
- Hoy viene a casa el flaco ese que me cogí borracha, Juan. Quiero sorprenderlo con la cola.
- ¡Qué afortunado!
- Me hizo esperar un mes el turro... estoy re-caliente.
Alberto se empezaba a mover.
- Dejame bien abierta...
- A ver... metela toda, empujá hasta el fondo. -Empezó Vanesa a dar indicaciones como quien ayuda a un amigo a estacionar.
- ¿Entró toda?
- No... faltan 2 o 3 centímetros.
- A ver pará. Empujá un poco. - Vanesa se acomodó, cambió el ángulo de la cadera, contrajo y relajó los músculos de la zona.
- Ahí va un poco...
- Entrá y salí, pero sin sacarla mucho... ahí en el fondo.
Alberto fue y vino varias veces.
- Mirá, ahí la tenés toda metida. -dijo Aberto trayendola hacia sí, con ambas manos de las caderas.
- Sí, bien, te siento los huevos. Bueno ahora cogeme profundo abriendome todo lo que puedas.
Alberto empezó a moverse más rápido. En cada ciclo la metía hasta al fondo y la sacaba casi toda. Salivó un par de veces para lubricar. Vanesa se dejaba hacer como quién recibe un tratamiento médico.
Cuando no aguantó más preguntó:
- ¿Puedo terminar adentro?
- Si, no importa.
Alberto la levantó. Primero la puso de pie, y luego la levantó en el aire, tomandola desde atrás. Con las manos le apretaba las tetas mientras la abraza y sostenía. La pija, clavada en hasta el fondo ayudaba a sostenerla. En ese momento Alberto acabó, Vanesa levantó la rodillas y la pija pareció meterse un poco más.
Alberto cayó rendido sobre su silla con Vanesa encima. Ella se salió despacio. Observó la pija todavía algo rígida. Se tanteó el ano. Pareció satisfecha con el resultado, se metió dos dedos con facilidad.
- ¿Así querías?
- Sí, está bien...
- Ahora voy a querer hacerlo todas las semanas.
- Si estoy bien caliente no hay problema. -Vanesa le tendió el rollo de papel de cocina (siempre a mano en la oficina) para que se limpie.
- Gracias.
Vanesa tomó la bombacha como para ponersela...
- ¿Dónde vas? No te vas a ir sin acabar.
- No importa, seguro esta noche voy a tener bastante.
- No, de ninguna manera, luego de lo de recién no te voy a dejar así.
Se paró, la abrazó, le besó cariñosamente el cuello y las tetas. La recostó sobre su escritorio y se dispuso a comerle la concha.
- El plug, ponémelo.
Alberto lo clavó con facilidad:
- Vas a necesitar uno más grande.
Luego sí, comezó a chuparle el clítoris y sus alrededores. Con las manos le amasaba ambas tetas. Mordía un poquito. Bajó una mano y le metió dos dedos en la concha. Así la fue llevando. El juego diario, la gratitud de un amigo que te conoce, el rítmo preciso para un orgasmo largo.
continua.
0 comentarios - Segunda cena