PARTE III
Ese sábado a la noche lo pasé sólo. Desde el episodio de la siesta en adelante casi no interactué con Luciana. Solamente me dirigió la palabra para decirme que saldría a cenar a lo de unas amigas. Y cuando me habló lo hizo desde el living, antes de salir, mientras yo me encontraba en el baño dándome una ducha. Entonces fue cuando di las prendas que había usado en la tarde tiradas en el suelo, entre el inodoro y el bidet. Eso me llamó la atención, porque hasta el momento ella se había mostrado prolija y ordenada con sus ropas íntimas. Extrañado tanto de esa displicencia como de la distancia que pareció tomar después de lo ocurrido, me agaché para inspeccionar la ropa más de cerca. Tomé la tanga entre mis dedos, dos diminutos triángulos de tela blanca y suave, conectados entré si por un fino elástico. Inmediatamente me preocupé por sentirla completamente mojada. Me hice la idea de que aquella humedad provenía de mi semen: lo que menos quería era un embarazo no deseado con la novia de mi primo. Sin embargo, advertí que se trataban de sus propios flujos: una viscosidad espesa, que había transparentado en parte el sector donde se habían posado sus labios vaginales. No pude contenerme y en un mismo acto me llevé la tanga a la nariz y le pasé la lengua. Y en esa acción, de cuclillas como estaba, me masturbé hasta que me saltaron tres chorros de semen, los cuales dieron en el pié del bidet y sobre las musculosa que estaba en el suelo. Como pude, limpie todo con papel higiénico, dejé todo en su lugar, y me volví a dar una ducha.
Luego, tras haberme cambiado, me senté en la PC para recuperar mi tarea de fisgonear entre sus fotos. Mi sorpresa fue una decepción. Luciana había borrado todas las fotos de su culo. Interpreté eso como un ofuscamiento de su parte, y un arrepentimiento por todo lo sucedido. Así fue que me esa noche me fui a dormir preocupado. Entredormido, sentí su regreso cuando cerró bruscamente la puerta de su cuarto.
La mañana del domingo me encontró otra vez en soledad. Me cambié, y me dirigí a la cocina a prepara un desayuno liviano, ya que era casi el mediodía. Veinte minutos después regresó Luciana con las bolsas de las compras para el almuerzo. Me saludó con un simple hola, y mientras acomodaba las cosas sobre la mesada, sin mirarme, me informó que comeríamos gnoquis, y que vendría su abuelo.
Momentos después recibimos a ese hombre de unos 75 años, calvo, de ojos claros como los de su nieta, bajo en estatura y de acento Italiano. Su mirada hacia mí no fue la más amistosa: me trataba distante y con las palabras justas. En cambio, cuanto duro pudo haberse mostrado conmigo, desaparecía cuando se dirigía a su nieta: siempre sonriente, afectuoso. Al llegar, le dio un abrazo prolongado a Luciana, mirándome a mí por encima de su hombro.
Después del recibimiento ella fue a la cocina a preparar el almuerzo. Llevaba puesta una pollera holgada y fresca, y una remera ajustada al cuerpo. El viejo y yo nos pusimos a esperar viendo la carrera por TV. Al cabo de un rato, Luciana apareció con la comida y nos dispusimos a comer. Cuando finalizamos, una vez más me volví a quedar sólo con el viejo. Ella se retiró a lavar los platos, y nosotros nos quedamos mirando una película pasatista de domingo a la tarde.
-Bueno chicos, me cambio y comemos el postre.- fue lo que dijo cuando hubo terminado. Una vez más me quedé sólo con el señor sin tener demasiado tema de conversación.
Hasta que Luciana volvió con nosotros, ya cambiada. Se había puesto una calsa blanca tres cuartos y una remera verde claro. Era evidente que no llevaba corpiño, las tetas se le notaban sueltas y turgentes debajo de la remera.
Ante su llegada, ni el viejo ni yo pudimos evitar la mirada. Ella pasó enfrente nuestro contenta y se dirigió a la cocina.
-Lista para dormir la siesta!- dijo graciosamente.
Como si todo ello fuera poco, al verla de atrás, contemplamos su inmenso culo marcado por la calsa y, por debajo, una evidente tanga de color bordó. Creo que ni el viejo y yo comprendimos del todo aquello. Y para peor, tras su paso, nuestras miradas se cruzaron un momento y me sentí intimidado, como si me reprochara algo.
Ya de regreso, Luciana sirvió el helado y se sentó junto a su abuelo a charlar animosamente. El le sonreía y ella le agarraba de tanto en tano las manos. Yo quedé como afuera de la situación. Después ella se paró y retiró las copas. Después volvió al lado de su abuelo, quien la recibió con las palmas de las manos en sus caderas y comenzó a decir que todo había estado muy bien, que iría emprendiendo la retirada, y otra serie de habladurías sobre la familia en general. Así como estaban, se lo veía al viejo sentado, que se había retirado un tanto de la mesa y había abierto un tanto las piernas. Yo estaba sentado con la panza llena en el sillón, y desde esa posición pude contemplar cuando su nieta se le acercó y le depositó las manos en los hombros para quedarse hablándole de cerca. El viejo la tomó de la cintura y la atrajo hacia sí. De frente, yo tenía el culo ampuloso de Luciana, el cual se marcaba con la calsa y con la evidente tanga bordó que llevaba debajo. Su abuelo dejó las manos en su cintura, y a medida que hablaban las deslizaba un tanto hacia abajo, hasta que llegó a tener el culo su nieta tomado por los costados. La escena parecía un momento de cariño entre la nieta y su abuelo, pero desde esa posición, viendo a Luciana como estaba vestida, sospechaba que había algo más.
No pude evitar excitarme, ella de a momentos se reclinaba y eso hacía que su vulva quedara marcada debajo de la tela, la cual se le metía un tanto entre los labios carnosos de si vagina.
Finalmente ella se agachó y le dio dos besos en la mejilla al viejo. Eso marcó el fin del show. Su nieta se retiró y él comenzó la trabajosa tarea de pararse. Cuando lo hubo hecho, terminó el acto con dos palmaditas en el culo de su nieta, antes de que ella camine hacia la puerta para acompañarlo a la puerta.
Cuando me dio la mano, pude sentir una mirada cómplice y amenazadora del tipo, además creí notas un prominente bulto debajo de su pantalón holgado.
Cuando Luciana volvió, yo me encontraba en el sillón, excitado y sin comprender del todo lo que había ocurrido.
- Qué te pasa a vos nene.
- Nada, qué me pasa?
-Mirá la cara que tenés.
-Cómo se quieren con tu abuelo no?
- Obvio tonto, y por qué decís eso.
Y no respondí. Ella colgó las llaves mostrándome una vez más su culo.
-Bueno, vamos a dormir?
- Sí, termino de ver la peli y me acuesto.
- Si querés mirala en la tele de mi pieza.
Tragué saliva y me quedé sin respiración.
- Bueno, dale.- creo que dije entrecortado y bajo.
Ella se acercó me tomó de las manos para que me incorpore y juntos nos fuimos por el pasillo. Cuando llegamos a su habitación me indicó con un gesto la cama. Yo me acosté vestido como estaba, con la espalda apoyada en el respaldas. Ella me dio el control.
-Poné la peli que ya vuelvo.
No supe cómo controlar la situación que estaba viviendo, acostado en la cama de la novia de mi primo, a punto de “compartir la siesta” con ella, con esa terrible hembra, la cual tenía un culo descomunal y, puertas adentro de su casa, parecía abandonar su postura de chica formal y mojigata para convertirse en una pantera que torturaba mis hormonas, y dejaba mi verga babeante cada vez que se me insinuaba.
Eso me ocurrió ni bien la vi aparecer por la puerta. Se había sacado la ropa, y en su lugar se había puesto un camisón corto de verano de seda blanca. Debajo del mismo se evidenciaba la tanga bordó que llevaba cuando estuvo presente su abuelo.
Luciana se subió a la cama gateando. En esa acción el camisón se le levantó un tanto y pude ver su piel, la curva blanca de su culo acercándose hacia mí.
- Vas a dormir así?
- Así cómo?
- vestido nene. Quedate en calzoncillos si querés
No pude decir más nada y me quité los pantalones quedando en remera y en slip rojo.
- A bueno.- dijo ella al momento de lanzarme una rápida mirada al bulto de mi verga completamente erecta.- Tapate nene, vamos a dormir y ojito eh??.- Se río, y se tapó sólo con la sábana.
Nos quedamos los dos viendo la televisión por un momento, hasta que noté que ella estaba respirando más fuerte y dormitando. Yo no podía contener mi excitación: a unos pocos centímetros tenía durmiendo casi desnuda a la mujer con el mejor culo que hubiera visto, y ella era la novia de mi primo. Sentí mi corazón palpitar incontrolablemente, y a la verga debajo de mis calzones latir por sí sola. Cuando no supe más qué hacer sólo atiné a apagar el televisor. Yo estaba inquieto, incómodo, y me puse peor cuando Luciana se volvió de lado. Entonces pude ver, que debajo de la sábana blanca, ella estaba completamente con el culo al descubierto, dormida. A las claras se notaba que su camisón se había levantado de manera involuntaria.
Entonces se complicó mi situación, comencé a respirar más fuerte, e involuntariamente movía las piernas para evitar la tentación de hacerme una paja o echarme encima de ella.
-Dormí Jorge.- fue lo que escuché para volver un poco en mí.- Vení, abrazame.
Ella estiró la mano por detrás de su cuerpo invitándome. Tomó mi brozo derecho e hizo que la envuelva llevado su mano a su panza.
Casi al instante mi bulto estaba incrustado entre sus cachetes del culo. Yo había perdido noción de mí, no controlaba ninguno de mis impulsos, ni siquiera el leve vaivén de mi verga que se frotaba entre esas dos nalgas pesadas.
- Bueno, basta. A dormir.- dijo de pronto cuando notó que la situación estaba agravándose, y se dio vuelta hacia mi lado. Inmediatamente me puse boca arriba. Tenía seca la garganta, y me dolían las sienes. Sentí calor en la nuca y en los antebrazos. Comenzó a dolerme tremendamente la cabeza. Y la situación continuó empeorándose por casi media más, lapso en el cual sentía que me faltaba el aire y tenía la presión baja.
- Qué pasa jorge? .- Me preguntó ella muy tranquilamente, con los ojos apenas abiertos.
-Nada.
-Dale, qué pasa. Por qué respiras asi? Estas transpirado
- No me siento bien.- tenía todo el pecho húmedo, las piernas se me habían aflojado.
Ella llevó una mano a mi frente.
-Estás todo caliente.
Entonces se incorporó y se puso de rodillas a mi lado. Apoyó sus labios en el mismo lugar que había puesto su mano.
- Me parece que tenés fiebre, estás todo sudado.- Creo que en ese momento, mi cuerpo había comenzado a temblar levemente.
-Destapate.- Y corrió las sábanas hasta dejar todo al descubierto: apareció mi verga denotada debajo del slip rojo, gorda y firme. Hacia el costado donde estaba corrido mi glande, aparecía una mancha de líquido preseminal.
Algo balbucee en ese instante.
-Mirá Jorge, vamos a hacer algo.
Yo le respondí algo ineteligible.
-Sentate al borde de la cama sí?
Me dijo eso y salió del cuarto. Después la escuché ingresando al baño.
Como pùde me moví hacia un costado de la cama y puse los pies en el suelo. Sentía que la cabeza me pesaba mil kilos, me dolía la parte posterior del cuello. Sentí frío en las piernas.
Luciana volvió con un trozo de papel higiénico en la mano.
- Vos te quedás quietito si?
Se abrió paso entre unas prendas tiradas en el suelo y se arrodillo frente a mí.
- A ver, levantá la cola.
Lo hice, y ella pasó sus manos por debajo, agarró el elástico del slip por detrás, y comenzó a retirarlo. Toda mi verga quedó afuera. Estaba más ancha que nunca, y la sentía con un dolor inaguantable. Todo el prepucio había desaparecido, dejando en su lugar la cabeza morada henchida en sangre, y todo el tronco con las venas marcadas y la piel tirante, cosa principal causal de mi dolor.
- A bueno, increíble.- la oí decir para sí, mientras se quedó contemplando por un momento el movimiento espasmódico de mi falo, que penduleaba para arriba en cada latido.
Después puso suavemente los dedos índice y pulgar en la base del tronco y apretó. Un goton ominoso de líquido preseminal brotó de la uretra, y quedó suspendido en la punta de la cabeza por un momento, viscoso y trasparente, hasta que comenzó a descender por el glande. Cuando eso pasó, retiró la mano
- Mirá como estás bebito..-
No dije nada, se me nublaba la visión
.
- Bueno dale, mirame la cola.- y en un mismo acto, Luciana se levantó el camisón para dejar su culo entangado afuera: al respingarlo para mi deleite, trajo su cara hacia mi abdomen, de modo que mi verga quedó entre su pera y su hombro. Apoyó su dedo índice en la punta de mi glande, y lo fue haciendo bajar, desparramando la baba preseminal. Ni bien rozó mis testículos duros, le dio un sólo beso carnoso al tronco de mi pija, y de mí comenzaron a salir disparados chorros de leche, los cuales dieron en la pared, en su espalda y su culo, su pelo, su ojo derecho, mi pecho y gran parte del piso. En cada espasmo de mi verga, sentía que cada eyección era una liberación que descomprimía un estado de mi interior que había llegado a estar como una hoya a presión. Entonces fue cuando me desvanecí agotado, y perdí noción de mi entorno.
CONTINUARÁ
Ese sábado a la noche lo pasé sólo. Desde el episodio de la siesta en adelante casi no interactué con Luciana. Solamente me dirigió la palabra para decirme que saldría a cenar a lo de unas amigas. Y cuando me habló lo hizo desde el living, antes de salir, mientras yo me encontraba en el baño dándome una ducha. Entonces fue cuando di las prendas que había usado en la tarde tiradas en el suelo, entre el inodoro y el bidet. Eso me llamó la atención, porque hasta el momento ella se había mostrado prolija y ordenada con sus ropas íntimas. Extrañado tanto de esa displicencia como de la distancia que pareció tomar después de lo ocurrido, me agaché para inspeccionar la ropa más de cerca. Tomé la tanga entre mis dedos, dos diminutos triángulos de tela blanca y suave, conectados entré si por un fino elástico. Inmediatamente me preocupé por sentirla completamente mojada. Me hice la idea de que aquella humedad provenía de mi semen: lo que menos quería era un embarazo no deseado con la novia de mi primo. Sin embargo, advertí que se trataban de sus propios flujos: una viscosidad espesa, que había transparentado en parte el sector donde se habían posado sus labios vaginales. No pude contenerme y en un mismo acto me llevé la tanga a la nariz y le pasé la lengua. Y en esa acción, de cuclillas como estaba, me masturbé hasta que me saltaron tres chorros de semen, los cuales dieron en el pié del bidet y sobre las musculosa que estaba en el suelo. Como pude, limpie todo con papel higiénico, dejé todo en su lugar, y me volví a dar una ducha.
Luego, tras haberme cambiado, me senté en la PC para recuperar mi tarea de fisgonear entre sus fotos. Mi sorpresa fue una decepción. Luciana había borrado todas las fotos de su culo. Interpreté eso como un ofuscamiento de su parte, y un arrepentimiento por todo lo sucedido. Así fue que me esa noche me fui a dormir preocupado. Entredormido, sentí su regreso cuando cerró bruscamente la puerta de su cuarto.
La mañana del domingo me encontró otra vez en soledad. Me cambié, y me dirigí a la cocina a prepara un desayuno liviano, ya que era casi el mediodía. Veinte minutos después regresó Luciana con las bolsas de las compras para el almuerzo. Me saludó con un simple hola, y mientras acomodaba las cosas sobre la mesada, sin mirarme, me informó que comeríamos gnoquis, y que vendría su abuelo.
Momentos después recibimos a ese hombre de unos 75 años, calvo, de ojos claros como los de su nieta, bajo en estatura y de acento Italiano. Su mirada hacia mí no fue la más amistosa: me trataba distante y con las palabras justas. En cambio, cuanto duro pudo haberse mostrado conmigo, desaparecía cuando se dirigía a su nieta: siempre sonriente, afectuoso. Al llegar, le dio un abrazo prolongado a Luciana, mirándome a mí por encima de su hombro.
Después del recibimiento ella fue a la cocina a preparar el almuerzo. Llevaba puesta una pollera holgada y fresca, y una remera ajustada al cuerpo. El viejo y yo nos pusimos a esperar viendo la carrera por TV. Al cabo de un rato, Luciana apareció con la comida y nos dispusimos a comer. Cuando finalizamos, una vez más me volví a quedar sólo con el viejo. Ella se retiró a lavar los platos, y nosotros nos quedamos mirando una película pasatista de domingo a la tarde.
-Bueno chicos, me cambio y comemos el postre.- fue lo que dijo cuando hubo terminado. Una vez más me quedé sólo con el señor sin tener demasiado tema de conversación.
Hasta que Luciana volvió con nosotros, ya cambiada. Se había puesto una calsa blanca tres cuartos y una remera verde claro. Era evidente que no llevaba corpiño, las tetas se le notaban sueltas y turgentes debajo de la remera.
Ante su llegada, ni el viejo ni yo pudimos evitar la mirada. Ella pasó enfrente nuestro contenta y se dirigió a la cocina.
-Lista para dormir la siesta!- dijo graciosamente.
Como si todo ello fuera poco, al verla de atrás, contemplamos su inmenso culo marcado por la calsa y, por debajo, una evidente tanga de color bordó. Creo que ni el viejo y yo comprendimos del todo aquello. Y para peor, tras su paso, nuestras miradas se cruzaron un momento y me sentí intimidado, como si me reprochara algo.
Ya de regreso, Luciana sirvió el helado y se sentó junto a su abuelo a charlar animosamente. El le sonreía y ella le agarraba de tanto en tano las manos. Yo quedé como afuera de la situación. Después ella se paró y retiró las copas. Después volvió al lado de su abuelo, quien la recibió con las palmas de las manos en sus caderas y comenzó a decir que todo había estado muy bien, que iría emprendiendo la retirada, y otra serie de habladurías sobre la familia en general. Así como estaban, se lo veía al viejo sentado, que se había retirado un tanto de la mesa y había abierto un tanto las piernas. Yo estaba sentado con la panza llena en el sillón, y desde esa posición pude contemplar cuando su nieta se le acercó y le depositó las manos en los hombros para quedarse hablándole de cerca. El viejo la tomó de la cintura y la atrajo hacia sí. De frente, yo tenía el culo ampuloso de Luciana, el cual se marcaba con la calsa y con la evidente tanga bordó que llevaba debajo. Su abuelo dejó las manos en su cintura, y a medida que hablaban las deslizaba un tanto hacia abajo, hasta que llegó a tener el culo su nieta tomado por los costados. La escena parecía un momento de cariño entre la nieta y su abuelo, pero desde esa posición, viendo a Luciana como estaba vestida, sospechaba que había algo más.
No pude evitar excitarme, ella de a momentos se reclinaba y eso hacía que su vulva quedara marcada debajo de la tela, la cual se le metía un tanto entre los labios carnosos de si vagina.
Finalmente ella se agachó y le dio dos besos en la mejilla al viejo. Eso marcó el fin del show. Su nieta se retiró y él comenzó la trabajosa tarea de pararse. Cuando lo hubo hecho, terminó el acto con dos palmaditas en el culo de su nieta, antes de que ella camine hacia la puerta para acompañarlo a la puerta.
Cuando me dio la mano, pude sentir una mirada cómplice y amenazadora del tipo, además creí notas un prominente bulto debajo de su pantalón holgado.
Cuando Luciana volvió, yo me encontraba en el sillón, excitado y sin comprender del todo lo que había ocurrido.
- Qué te pasa a vos nene.
- Nada, qué me pasa?
-Mirá la cara que tenés.
-Cómo se quieren con tu abuelo no?
- Obvio tonto, y por qué decís eso.
Y no respondí. Ella colgó las llaves mostrándome una vez más su culo.
-Bueno, vamos a dormir?
- Sí, termino de ver la peli y me acuesto.
- Si querés mirala en la tele de mi pieza.
Tragué saliva y me quedé sin respiración.
- Bueno, dale.- creo que dije entrecortado y bajo.
Ella se acercó me tomó de las manos para que me incorpore y juntos nos fuimos por el pasillo. Cuando llegamos a su habitación me indicó con un gesto la cama. Yo me acosté vestido como estaba, con la espalda apoyada en el respaldas. Ella me dio el control.
-Poné la peli que ya vuelvo.
No supe cómo controlar la situación que estaba viviendo, acostado en la cama de la novia de mi primo, a punto de “compartir la siesta” con ella, con esa terrible hembra, la cual tenía un culo descomunal y, puertas adentro de su casa, parecía abandonar su postura de chica formal y mojigata para convertirse en una pantera que torturaba mis hormonas, y dejaba mi verga babeante cada vez que se me insinuaba.
Eso me ocurrió ni bien la vi aparecer por la puerta. Se había sacado la ropa, y en su lugar se había puesto un camisón corto de verano de seda blanca. Debajo del mismo se evidenciaba la tanga bordó que llevaba cuando estuvo presente su abuelo.
Luciana se subió a la cama gateando. En esa acción el camisón se le levantó un tanto y pude ver su piel, la curva blanca de su culo acercándose hacia mí.
- Vas a dormir así?
- Así cómo?
- vestido nene. Quedate en calzoncillos si querés
No pude decir más nada y me quité los pantalones quedando en remera y en slip rojo.
- A bueno.- dijo ella al momento de lanzarme una rápida mirada al bulto de mi verga completamente erecta.- Tapate nene, vamos a dormir y ojito eh??.- Se río, y se tapó sólo con la sábana.
Nos quedamos los dos viendo la televisión por un momento, hasta que noté que ella estaba respirando más fuerte y dormitando. Yo no podía contener mi excitación: a unos pocos centímetros tenía durmiendo casi desnuda a la mujer con el mejor culo que hubiera visto, y ella era la novia de mi primo. Sentí mi corazón palpitar incontrolablemente, y a la verga debajo de mis calzones latir por sí sola. Cuando no supe más qué hacer sólo atiné a apagar el televisor. Yo estaba inquieto, incómodo, y me puse peor cuando Luciana se volvió de lado. Entonces pude ver, que debajo de la sábana blanca, ella estaba completamente con el culo al descubierto, dormida. A las claras se notaba que su camisón se había levantado de manera involuntaria.
Entonces se complicó mi situación, comencé a respirar más fuerte, e involuntariamente movía las piernas para evitar la tentación de hacerme una paja o echarme encima de ella.
-Dormí Jorge.- fue lo que escuché para volver un poco en mí.- Vení, abrazame.
Ella estiró la mano por detrás de su cuerpo invitándome. Tomó mi brozo derecho e hizo que la envuelva llevado su mano a su panza.
Casi al instante mi bulto estaba incrustado entre sus cachetes del culo. Yo había perdido noción de mí, no controlaba ninguno de mis impulsos, ni siquiera el leve vaivén de mi verga que se frotaba entre esas dos nalgas pesadas.
- Bueno, basta. A dormir.- dijo de pronto cuando notó que la situación estaba agravándose, y se dio vuelta hacia mi lado. Inmediatamente me puse boca arriba. Tenía seca la garganta, y me dolían las sienes. Sentí calor en la nuca y en los antebrazos. Comenzó a dolerme tremendamente la cabeza. Y la situación continuó empeorándose por casi media más, lapso en el cual sentía que me faltaba el aire y tenía la presión baja.
- Qué pasa jorge? .- Me preguntó ella muy tranquilamente, con los ojos apenas abiertos.
-Nada.
-Dale, qué pasa. Por qué respiras asi? Estas transpirado
- No me siento bien.- tenía todo el pecho húmedo, las piernas se me habían aflojado.
Ella llevó una mano a mi frente.
-Estás todo caliente.
Entonces se incorporó y se puso de rodillas a mi lado. Apoyó sus labios en el mismo lugar que había puesto su mano.
- Me parece que tenés fiebre, estás todo sudado.- Creo que en ese momento, mi cuerpo había comenzado a temblar levemente.
-Destapate.- Y corrió las sábanas hasta dejar todo al descubierto: apareció mi verga denotada debajo del slip rojo, gorda y firme. Hacia el costado donde estaba corrido mi glande, aparecía una mancha de líquido preseminal.
Algo balbucee en ese instante.
-Mirá Jorge, vamos a hacer algo.
Yo le respondí algo ineteligible.
-Sentate al borde de la cama sí?
Me dijo eso y salió del cuarto. Después la escuché ingresando al baño.
Como pùde me moví hacia un costado de la cama y puse los pies en el suelo. Sentía que la cabeza me pesaba mil kilos, me dolía la parte posterior del cuello. Sentí frío en las piernas.
Luciana volvió con un trozo de papel higiénico en la mano.
- Vos te quedás quietito si?
Se abrió paso entre unas prendas tiradas en el suelo y se arrodillo frente a mí.
- A ver, levantá la cola.
Lo hice, y ella pasó sus manos por debajo, agarró el elástico del slip por detrás, y comenzó a retirarlo. Toda mi verga quedó afuera. Estaba más ancha que nunca, y la sentía con un dolor inaguantable. Todo el prepucio había desaparecido, dejando en su lugar la cabeza morada henchida en sangre, y todo el tronco con las venas marcadas y la piel tirante, cosa principal causal de mi dolor.
- A bueno, increíble.- la oí decir para sí, mientras se quedó contemplando por un momento el movimiento espasmódico de mi falo, que penduleaba para arriba en cada latido.
Después puso suavemente los dedos índice y pulgar en la base del tronco y apretó. Un goton ominoso de líquido preseminal brotó de la uretra, y quedó suspendido en la punta de la cabeza por un momento, viscoso y trasparente, hasta que comenzó a descender por el glande. Cuando eso pasó, retiró la mano
- Mirá como estás bebito..-
No dije nada, se me nublaba la visión
.
- Bueno dale, mirame la cola.- y en un mismo acto, Luciana se levantó el camisón para dejar su culo entangado afuera: al respingarlo para mi deleite, trajo su cara hacia mi abdomen, de modo que mi verga quedó entre su pera y su hombro. Apoyó su dedo índice en la punta de mi glande, y lo fue haciendo bajar, desparramando la baba preseminal. Ni bien rozó mis testículos duros, le dio un sólo beso carnoso al tronco de mi pija, y de mí comenzaron a salir disparados chorros de leche, los cuales dieron en la pared, en su espalda y su culo, su pelo, su ojo derecho, mi pecho y gran parte del piso. En cada espasmo de mi verga, sentía que cada eyección era una liberación que descomprimía un estado de mi interior que había llegado a estar como una hoya a presión. Entonces fue cuando me desvanecí agotado, y perdí noción de mi entorno.
CONTINUARÁ
20 comentarios - El culo de la novia de mi primo III
Un poco bizarro, x la fiebre, los temblores las acabadas precoces.....
Te doy 3 puntos x cada relato que me devoré!!!!
Me quede al re palo!!!!