aver si con esta se calientan:
Una de estas noches perfectas volví por mi chica del video club, le mandé un mensaje de texto para avisarle que estaba cerca, desvié algunas cuadras para pasar por el quiosco a comprar preservativos y algo de bebida.
Llegué al fin a nuestro querido video club, crucé la puerta, había algunos clientes, fui hasta detrás del mostrador para saludarla, hicimos tiempo hasta que la gente se fuera. No nos podíamos aguantar más. ni siquiera podíamos esperar que fuera la hora de cerrar, ni bien se fue el último se apuró a cerrar la puerta y en apagar las luces.
Aprovechamos que el televisor estaba encendido y buscamos las películas condicionadas, seleccionamos del catálogo la que parecía más interesante y le dimos play. No me pude ni aguantar ver mucho tiempo más el monitor, si, estimulaba, pero quería que volviéramos a rodar nuestra propia película con la chica del video club.
Comenzamos a besarnos sin parar, el calor de nuestra piel incrementaba, mi pantalón estaba cada vez más hinchado en la entrepierna, no me aguanté mas y la di vuelta para apoyarla con toda firmeza mientras acariciaba sus pechos, besaba su cuello y le masturbaba vestida.
Le bajé la pollerita de jeans que traía, y me deshice de su ropa interior de un tirón, luego de humedecer mis dedos en su interior por unos minutos, ella se volteó para saborear mi pene. Con que placer me devoraba, era increíble lo que estaba sintiendo.
Sin dudarlo más la recosté sobre un viejo sillón, me quité la camisa (la única prenda que tenía aún puesta), completamente desnudos nos besamos y acariciamos, hasta que lentamente fui penetrándola.
Le miraba los ojos y podía sentir como se deshacía de goce, yo tampoco podía ocultarlo, el lugar, el momento, todo estaba potenciando nuestro encuentro intimo para volverlo inolvidable.
Llevé mis manos por debajo de su cuerpo hasta sostenerla por las nalgas, aferrándome firmemente a su cola, acariciándola con los dedos mientras seguía penetrándola más y más fuerte. Gemía como nunca antes, suponía que podrían oírla alguien al pasar por la calle pero nada nos importaba. El sillón estaba casi tan mojado como ella, me estaba quemando en ella, la estábamos pasando muy bien, tomé sus pechos entre mis manos y uno a uno me los fui llevándo a mi boca, mordiendo y saboreando sus pezones, comiéndome esos hermosos pechos.
La estantería de las películas temblaba como si fuera a producirse un terremoto, la vidriera del local estaba empañada, no sabíamos cuanto tiempo más resistiría el añejado sillón, mi pene estaba completamente embebido en sus jugos, podía sentir como goteaba, ella explotando en orgasmos intensos, abriendo la boca como mordiendo el placer que le daba ser el centro de mi entrega total.
Cuando la supe satisfecha mi pene liberó una descarga caliente de semen que deseaba chorreara por sus muslos, me abracé a ella unos minutos hasta que pudimos recobrar el aliento. La fantasía había sido cumplida.
Una de estas noches perfectas volví por mi chica del video club, le mandé un mensaje de texto para avisarle que estaba cerca, desvié algunas cuadras para pasar por el quiosco a comprar preservativos y algo de bebida.
Llegué al fin a nuestro querido video club, crucé la puerta, había algunos clientes, fui hasta detrás del mostrador para saludarla, hicimos tiempo hasta que la gente se fuera. No nos podíamos aguantar más. ni siquiera podíamos esperar que fuera la hora de cerrar, ni bien se fue el último se apuró a cerrar la puerta y en apagar las luces.
Aprovechamos que el televisor estaba encendido y buscamos las películas condicionadas, seleccionamos del catálogo la que parecía más interesante y le dimos play. No me pude ni aguantar ver mucho tiempo más el monitor, si, estimulaba, pero quería que volviéramos a rodar nuestra propia película con la chica del video club.
Comenzamos a besarnos sin parar, el calor de nuestra piel incrementaba, mi pantalón estaba cada vez más hinchado en la entrepierna, no me aguanté mas y la di vuelta para apoyarla con toda firmeza mientras acariciaba sus pechos, besaba su cuello y le masturbaba vestida.
Le bajé la pollerita de jeans que traía, y me deshice de su ropa interior de un tirón, luego de humedecer mis dedos en su interior por unos minutos, ella se volteó para saborear mi pene. Con que placer me devoraba, era increíble lo que estaba sintiendo.
Sin dudarlo más la recosté sobre un viejo sillón, me quité la camisa (la única prenda que tenía aún puesta), completamente desnudos nos besamos y acariciamos, hasta que lentamente fui penetrándola.
Le miraba los ojos y podía sentir como se deshacía de goce, yo tampoco podía ocultarlo, el lugar, el momento, todo estaba potenciando nuestro encuentro intimo para volverlo inolvidable.
Llevé mis manos por debajo de su cuerpo hasta sostenerla por las nalgas, aferrándome firmemente a su cola, acariciándola con los dedos mientras seguía penetrándola más y más fuerte. Gemía como nunca antes, suponía que podrían oírla alguien al pasar por la calle pero nada nos importaba. El sillón estaba casi tan mojado como ella, me estaba quemando en ella, la estábamos pasando muy bien, tomé sus pechos entre mis manos y uno a uno me los fui llevándo a mi boca, mordiendo y saboreando sus pezones, comiéndome esos hermosos pechos.
La estantería de las películas temblaba como si fuera a producirse un terremoto, la vidriera del local estaba empañada, no sabíamos cuanto tiempo más resistiría el añejado sillón, mi pene estaba completamente embebido en sus jugos, podía sentir como goteaba, ella explotando en orgasmos intensos, abriendo la boca como mordiendo el placer que le daba ser el centro de mi entrega total.
Cuando la supe satisfecha mi pene liberó una descarga caliente de semen que deseaba chorreara por sus muslos, me abracé a ella unos minutos hasta que pudimos recobrar el aliento. La fantasía había sido cumplida.
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