Notas del autor.
Primero que nada dejaré en claro cómo funciona esto. Prácticamente seguirán la historia que gira alrededor del chico que es el protagonista principal. Sin embargo en algunas partes de los post encontraran momentos de decisión, en los que ustedes tendrán que elegir una de la opciones que se les proponen. Esta decisión los llevará a otro post (o les dirá que continúen leyendo en el mismo) donde verán la continuación de la historia según su decisión. Sus decisiones pueden cambiar la historia de los personajes, así que elijan bien.
Prácticamente existen 7 finales distintos para esta historia, todos diferentes ya que existen 4 protagonistas femeninas.
Yo les sugiero que sigan una historia hasta el final y después regresar al primer post para seguir otra(Si es que quieren leer las demás historias). Pero de todas formas al inicio de todos los post pondré el enlace a esta parte de la historia y en la parte de abajo pondré un enlace al post anterior por si desean cambiar su decisión.
Trataré de subir las partes lo más rápido que me permita la página.
Ahora sí, aquí está la historia.
Todo comienza una mañana en la estación de autobuses de algún lugar, que ni ustedes ni yo sabemos ubicar en el mapa. Rodrigo, un joven de dieciocho años llegaó a esta ciudad al ser aceptado en una buena universidad. El muchacho tiene una estatura promedio, una cabellera castaña oscura, tez clara y unos ojos cafés, no es nada extraordinario, su cuerpo recién se ve con algo de carne. No es tímido, pero tampoco es un extrovertido que pudiera hablar con cualquiera como si lo conociera de toda la vida, así que hacer amigos o incluso encontrar un lugar donde residir le resultaría difícil, para su suerte, su hermana vive en aquella ciudad y estaba más que de acuerdo con darle asilo a su hermano menor.
El muchacho esperó impaciente hasta que una voz familiar gritó su nombre desde el otro lado de la sala de estar.
Era Rebeca, una mujer de veintiséis años. Se podía notar el parentesco con Rodrigo, pues poseía el mismo color de piel, cabello y ojos, sin embargo ella era obviamente curvilínea. Portaba con elegancia un busto de tamaño adecuado, con unas caderas destacables y una cintura bien cuidada por el paso de los años, lo más destacable en ella eran sus piernas, que se veían excelentes gracias a que usaba faldas entubadas. En general vestía de manera elegante ya que trabajaba en las oficinas de una empresa dedicada a desarrollo de tecnología.
Rodrigo se dirigió a ella con una gran sonrisa y le dio un fuerte abrazo, llevaban mucho tiempo sin verse y casi más de ocho años de no vivir bajo el mismo techo.
–¿Cómo estuvo el viaje?–preguntó Rebeca palmeándole la espalda.
–Fatal, la señora que se sentó detrás de mi parecía una podadora cuando roncaba.
Rebeca sonrió.
–Está bien, puedes dormir todo lo que quieras cuando lleguemos a casa.
Salieron a buscar la camioneta de Rebeca y tomaron rumbo a la que sería la nueva residencia de Rodrigo.
La casa era bastante grande. Tenía dos plantas. En la parte superior habían tres habitaciones y dos baños. En la planta baja se encontraba la cocina, el comedor, un baño y la sala. También tenían un patio trasero considerablemente espacioso y había un pequeño cuarto de lavado.
Al entrar al vecindario Rodrigo pudo notar la tranquilidad de las calles. Vio la casa y quedó asombrado.
–¿Porqué tienes una casa tan grande para ti sola?
–Cuando estudiaba la rentaba junto con otras tres compañeras. Cuando comenzamos a trabajar comenzaron a irse y pues no se… me encariñé supongo, así que cuando tuve suficiente la compré.
Estacionó la camioneta dentro del garaje y bajaron. Rodrigo tomó sus maletas mientras su hermana le abría la puerta de entrada.
El interior era fresco. Miró en todas direcciones tratando de familiarizarse. Los muebles eran bonitos, modernos, justo como se espera de una ejecutiva. Enseguida su hermana le interrumpió la vista y lo guió hasta la planta alta. Al subir las escaleras se podían ver las tres habitaciones. La del frente era la más grande ya que tenía un baño integrado; esta habitación le pertenecía a Rebeca. Al lado izquierdo estaría la de Rodrigo y detrás había otro cuarto que era de huéspedes, y a su lado el baño.
Rodrigo entonces entró en su cuarto. Estaba completamente amueblado con cama, ropero y un escritorio. Justo al frente tenía una ventana enorme que daba vista a la casa de los vecinos y a un pasillo angosto del patio trasero.
Se lanzó a la cama suspirando.
–Deberías desempacar y luego dormir– le sugirió su hermana –. Voy a regresar a la oficina, si tienes hambre, puedes buscar en la cocina o pedir algo por teléfono. Nos vemos luego.
Rodrigo ni se inmutó, prácticamente quedó rendido al tocar la comodidad de las sabanas que cubrían la cama.
––
Despertó una vez que había desahogado todo el cansancio acumulado a causa de las desveladas por las vacaciones y del viaje. Para su desgracia habían pasado varias horas y la noche había caído. Se levantó con algo de fastidio y comenzó a desempacar sus cosas de su maleta. No tardó mucho pues realmente no era un fanático de la ropa, además su hermana le había recomendado no viajar tan cargado; ya se daría el tiempo de comprar ropa una vez instalado en su nuevo hogar. Algo que sin duda tenía que llevar consigo, era su laptop que le había costado sus ahorros de la vida.
Una vez terminado de arreglar sus cosas sintió como su estomago se retorcía del hambre, así que bajó las escaleras y se internó en la cocina. Estaba por abrir el refrigerador cuando volteó a ver hacia la sala, donde se encontraba su hermana hablando con otra chica. Era joven, ligeramente más alta que Rebeca, tenía un cabello rubio y una piel clara, prácticamente brillaba. Pero en lo que realmente se fijó Rodrigo fue en el cuerpo de la chica. Tenía un par de tetas enormes, una figura trabajada y un trasero redondo, apoyado por unas caderas y unas piernas prominentes.
Estaban paradas cerca de la entrada principal, Rebeca le abrió la puerta y la chica salió mientras se despedían entre risas y cuchicheos. Rodrigo trató de seguirlas con la mirada, pero quedaron fuera de su vista. Suspiró resignado y siguió en su búsqueda por comida.
Su hermana regresó y se acercó a la barra de la cocina donde ahora Rodrigo comía unos sándwiches.
–Por fin despiertas, tienes el sueño pesado eh– dijo Rebeca.
Rodrigo se limitó a sonreír ya que tenía la boca llena. Tragó el bocado y con sumo interés le preguntó a su hermana por aquella chica.
–¿Quién era esa muchacha con la que hablabas?
–oh ¿la viste? Te la hubiera presentado. Se llama Lorena, vive aquí al lado.
Rodrigo no dijo nada, pero por dentro comenzaba a fantasear con conocer a esa chica de cuerpo escultural. Tan solo con recordar su silueta le hizo sentir como su pantalón comenzaba a hacerle presión en su miembro. Trató de distraer sus morbosas ideas comiendo, no quería que su hermana llegar a ver su erección, sería vergonzoso. Sin embargo ella tenía cosas más importantes en mente como para fijarse en los pantalones de su hermano.
–Mañana trabajo hasta el medio día, aproximadamente. Así que te voy a pedir de favor que te encargues de la limpieza de la casa.
Rodrigo se le quedó mirando por un momento eh hizo una mueca con la boca. Rebeca le sonrió y se apoyó en la barra, para acercarse más a él.
–Ni modo, es el precio por dejarte vivir en mi casa. En el cuarto de lavado del patio, están todas las cosas para limpiar.
–Pensé que tendrías a alguien que te hiciera la limpieza– refunfuñó el muchacho.
–Pues sí, eres tú– bromeó Rebeca soltando una pequeña risilla.
–Que graciosita…
–Bueno, si, tenía a una señora. Pero es mejor que te ponga a hacer cosas para que no te vuelvas flojo. Cuando yo estudiaba no tenía a nadie que hiciera el aseo por mi
Rodrigo se resignó, después de todo en la casa de sus padres también ayudaba con la limpieza e incluso de vez en cuando lo ponían a cocinar.
Terminó de cenar, se duchó y se sentó frente a su computadora a pasar el tiempo. De un momento a otro comenzó a escuchar música, parecía que venía de la casa de alado. Se acercó a la ventana y abrió un poco las cortinas. Veía luz en la ventana frente a la suya y precisamente de ahí venía la música, pero no podía ver nada pues aquella ventana también tenía cortinas. Pudo reconocer el sonido de una voz femenina, parecía ser Lorena, la chica con la que su hermana había hablado hace unas horas.
No podía entender lo que decía, estaba muy lejos y la música distorsionaba las palabras. Cerró la cortina y simplemente recordó la imagen de la chica… realmente era inolvidable. Aún así el chico calmó sus ansias y se dignó a seguir navegando por internet hasta que el sueño lo alcanzase.
––
La mañana siguiente era sábado. Despertó bastante temprano, pero aún así, su hermana ya no se encontraba en casa. Salió al patio por la puerta corrediza de la cocina y se dirigió al pequeño cuarto de lavado, justo al fondo.
Dentro había una lavadora, una secadora, cubetas y un montón de productos de limpieza, además de las escobas, trapeadores y la aspiradora. Rodrigo sacó esta última junto con el trapeador, una cubeta y un limpia pisos.
Terminó de limpiar la planta baja y se puso a desayunar. Después subió al segundo piso y comenzó por el cuarto de su hermana. Al entrar lo primero que notó fue la enorme cama que tenía y obviamente el ropero, lleno de ropa y zapatos
<<¿Para qué quieren las mujeres tantos zapatos?>> se preguntó el joven.
Una vez terminado de limpiar los pisos de todos los cuartos continuó con los baños. Tenía que limpiar el de abajo, el que él usaba en la planta superior y el del cuarto de su hermana. En este último se tardó mucho mas, era el más grande y tenía una especie de tina, pero parecía más un mini yacusi.
Cuando se dispuso a limpiar el retrete notó que había ropa encima, entre ella había una tanga y un sostén de color negro con un encaje sencillo. Rodrigo lo tomó admirando con curiosidad y por un momento en su cabeza le cruzó la imagen de su hermana vistiendo solamente esas prendas. Sus senos recubiertos por la tela negra y engalanados por el encaje, la tanga cubriendo solamente lo necesario, pero dejando al descubierto las nalgas y las caderas de su hermana. No pudo evitar que su miembro se levantara debajo de sus pantaloncillos. Ofuscado hizo bolita la ropa interior y la tiró en el cesto de ropa sucia que tenía al lado. <<En que mierda estoy pensando>> se dijo en sus adentros mientras continuaba con su labor.
Una vez terminado sus deberes se tiró sobre uno de los sillones de la sala y se puso a ver televisión. Rato más tarde escuchó la puerta del garaje abriéndose y consecutivamente la camioneta. Su hermana había llegado.
–¿Te cansaste?– preguntó Rebeca al entrar y ver como Rodrigo estaba desparramado en el sillón.
–Claro, con tremenda casa, ¿Quién no se cansa?
–Bueno, cenicienta, deja de llorar– dijo la joven sonriendo –vístete, vamos al centro comercial a comer y a comprar algunas cosas que necesito.
Rodrigo obedeció, se puso unos jeans, una playera y unos tenis. Su hermana ya lo esperaba abajo, ésta solamente había tenido que dejar su maletín, no necesitaba cambiarse de ropa. Llevaba una camisa blanca con mangas cortas y abombachadas, una falda entubada que le llegaba por encima de las rodillas y que se le ceñía a su figura, unas medias y zapatos negros con tacón alto. El cabello largo y amarrado en una cola de caballo con algunos flequillos en el frente.
Rodrigo bajó y se notaba la diferencia entre los gustos de ambos.
–Sabes que… también te vamos a comprar ropa de una vez, no puedo permitirte andar con esos harapos– dijo su hermana bromeando.
Rodrigo no dijo nada, la verdad era que todas sus prendas ya eran algo viejas, aunque tampoco le gustaba andar muy elegante, el era simple y así le gustaba.
Pasaron toda la tarde juntos. Su hermana divertida paseando de tienda en tienda comprando y probándose ropa, zapatos, aretes y lentes. Rodrigo simplemente era arrastrado, de vez en cuando deteniéndose en alguna tienda para caballeros para comprar uno o dos artículos.
Por fin regresaban a casa, la cajuela de la camioneta estaba casi llena de bolsas, tres cuartos le pertenecían a Rebeca y el resto a Rodrigo.
–Mañana no hagas mucho ruido en la mañana– le advirtió Rebeca –es mi único día de descanso y me quedo dormida hasta muy tarde.
Rodrigo respondió afirmativamente con un –ajá
Pasaron la tarde viendo películas en la sala y platicando sobre cosas del pasado.
–¿Por qué sigues siendo soltera?– le preguntó Rodrigo a su hermana en una de esas conversaciones.
Rebeca suspiró mirando al techo y recostándose sobre el respaldo del sofá.
–¿Te acuerdas de Tony?
–Sí, lo llevaste varias veces a casa para navidad
–Bueno, pues estuvimos cerca de casarnos. Claro que nunca me lo pidió, pero yo sentía que estábamos cerca de dar ese paso. Pero el muy desgraciado me engañó. Según él, que por que no le dedicaba tiempo y me dijo “¿Para qué quieres que me case contigo, si ya tienes un matrimonio con tu trabajo”. Era un idiota, aunque es cierto que mi trabajo me consumía y me consume mucho, pero es algo importante para mí. No debía de tomar eso como excusa para engañarme.
–¿Entonces que debía de haber hecho, cortarte?– preguntó Rodrigo tratando de entender un poco la situación. Realmente nunca conoció muy bien al tal Tony, solo unos saludos, algunos comentarios tontos y nada más.
–No, podría haberme dicho que se sentía abandonado… o bueno, si cortarme también era una opción. Pero bueno, al final el ya no importa. Traté de salir con gente de la oficina, pensé que podrían ser una buena pareja ya que trabajábamos en los mismos horarios y nos comprenderíamos, pero era un gran error. Algunos solo buscan aprovecharse para que los suba de puesto, otros son unos machistas que no quieren que su pareja sea su jefa. Y si trato de salir con mis superiores, corro el riesgo de que si me peleo con ellos me despidan. Al final me rendí, aún soy joven, ya tendré tiempo para el amor en unos años más.
Enseguida Rebeca miró a Rodrigo con una sonrisa picara.
–¿Y qué hay de ti? ¿Tienes a una Julieta esperando por tu regreso?– La joven no pudo evitar reírse. Rodrigo solo se limitó a girar los ojos.
–Nah, nunca eh tenido novias en serio, quiero decir, ya sabes… no pasábamos de besos y caricias.
–Espera– Rebeca abrió la boca algo sorprendida y lo señaló –o sea que ¿eres virgen? O… ¿eres gay?
Rodrigo enseguida se sintió incomodo por las preguntas. Realmente no le gustaba admitir que todavía era virgen, pero tampoco le gustaba que creyeran que era gay; su madre le había preguntado lo mismo hace ya algún tiempo.
–No, no soy gay… ¿y que si soy virgen?– se dignó a contestar algo ofuscado.
–Bueno, tal vez aquí puedas cambiar eso– Le dijo Rebeca tirando una carcajada al aire.
––
El domingo llegó. Nuevamente Rodrigo se sentía solo en casa al no percibir la presencia de su hermana por ningún lado, aunque ésta se encontraba encerrada en su cuarto durmiendo.
Bajó a la cocina para hacerse su desayuno. Trató de sacar una sartén de la alacena, pero al jalarla se llevó consigo otras más que cayeron estrepitosamente al suelo. Rodrigo se encogió de hombros y apretó los dientes. Cuando llegó el silencio corrió hacia las escaleras para tratar de escuchar algo. No hubo respuesta alguna. Parecía que el ruido no se había escuchado lo suficientemente fuerte arriba o su hermana tenía el sueño muy pesado.
Cuando se hubo satisfecho, regresó a su cuarto a jugar en la computadora. De un momento a otro le entraron ganas de ir al baño y salió de su cuarto dejando la puerta abierta. Mientras orinaba, se vino una ventisca por su ventana que hizo que la puerta se cerrara de un portazo.
El ruido fue tan fuerte que incluso, lo asustó eh hizo que salpicara fuera de la taza. Salió del baño y se acercó a la puerta de su hermana, nuevamente no escuchaba nada del otro lado. Abrió lentamente y con suma precaución trató de identificar a su hermana en la oscuridad de la habitación. Rebeca seguía completamente dormida, sin duda, tenía el sueño pesado, ganado por las noches de desvelo y las madrugadas del día a día.
Salió del cuarto y regresó al propio. La mañana transcurrió sin otro percance. Rodrigo se encargó de pedir comida a domicilio y para cuando ésta llegara Rebecca ya estaría despierta. Se le podía ver con un short que le llegaba por encima de los muslos hecho de tela y una blusa de algodón. Estaba completamente despeinada y sin rastro de maquillaje en el rostro. Se veía bastante normal, aunque debería de ser por la cantidad de cremas y menjurges que tenía en el baño.
La tarde transcurrió tranquila. Rebeca se encerró en su cuarto al terminar de comer y no salía para nada. Rodrigo por su parte se quedó en la sala viento tv. De pronto, sonó el timbre. Rodrigo se levantó y salió. Para su sorpresa era aquella chica, Lorena, venía vestida con unos pantaloncillos cortos de mezclilla y una blusa de tirantes que dejaban ver parte de su enorme busto.
Rodrigo trató de mantener la mirada arriba, enfocado en los ojos verdes de la chica. Realmente le estaba costando mucho. Sin embargo la chica sujetaba un traste de plástico con ambas manos, lo cual hizo que Rodrigo bajara la mirada y pudiera posar los ojos por un instante en esas descomunales tetas. La joven le sonrió algo nerviosa, era la primera vez que lo veía.
–¿Se encuentra Rebeca?
–Sí, ahorita la llamo, pasa– dijo Rodrigo mientras le habría la reja. Enseguida ambos entraron a la casa, Rodrigo siguió de largo y subió las escaleras. Tocó la puerta de su hermana.
–¿Qué?– Respondió ella de forma seca.
–Vino a verte Lorena.
Enseguida se abrió la puerta y Rebeca salió. Bajó las escaleras seguida por Rodrigo. Las chicas se saludaron de bezo y enseguida Rebeca hizo las presentaciones.
–Rodrigo, Lorena una buena amiga. Lorena, mi hermano Rodrigo, había olvidado decirte que viviría conmigo, ya sabes vino a la universidad.
–¡oh, genial! ¿Dónde estudiaras?– preguntó Lorena.
–En la facultad de ingeniería de la universidad autónoma
La chica levantó ambas cejas con sorpresa.
–Estudiaremos en el mismo campus, yo estudio en la facultad de química.
Rodrigo estaba a punto de decir algo cuando su hermana le interrumpió
–Eso es excelente, ¿podrías acompañarlo entonces mañana a la parada del autobús?
–No hay problema, después de todo los primeros días todos tenemos el mismo horario– afirmó la joven. Lorena era dos años más grande que Rodrigo, así que llevaba más tiempo en la universidad.
Rodrigo apenas y prestó atención a lo que decían, no había soportado no mirar los enormes y redondos senos de Lorena. Sin embargo no retuvo la mirada ahí, no quería ser descubierto por ella o por su hermana con una mirada tan indecente.
–Por cierto– La chica le extendió los brazos a Rebeca entregándole el traste que traía –mi madre hizo brownies.
Rebeca se lo agradeció, enseguida abrió el traste sacando uno y le ofreció a Rodrigo, el cual también tomó uno.
–Bueno, entonces me retiro– dijo Lorena –No me hagas esperarte mucho mañana eh– le advirtió a Rodrigo. El chico se sintió algo incomodo, pero asintió con la cabeza. Rebeca acompañó a la chica hasta afuera y se despidió de ella. Rodrigo se quedó comiendo el bocadillo mientras repasaba lo que había pasado. Tenía suerte de llevar un bóxer apretado y unos pantaloncillos holgados, así que su erección no se le podía notar.
Su hermana regresó dentro y guardó el traste con los pastelillos en el refrigerador. Ambos subieron las escaleras encerrándose en sus respectivos cuartos.
Rodrigo todavía seguía excitado, de buenas a primeras le entraron las ganas de desahogar el morbo que traía, así que se sentó frente a su computador, se bajó un poco los pantaloncillos y el bóxer, dejando su pene al intemperie. Buscó una página de videos y justamente comenzó a buscar “rubia tetona”, después de todo eso era lo que lo traía excitado.
Encontró un video adecuado y se colocó los auriculares. Enseguida comenzó a masajearse el tronco de la verga lentamente. En la escena, la joven rubia comenzaba a desvestirse masajeándose las tetas y paseando sus manos por toda su figura. Enseguida aparecía el afortunado que se la follaría. La chica se arrodilló tomando el pene de aquel hombre y comenzó a mamarlo. Rodrigo bajó la piel para dejar su glande al descubierto, ligeramente aceleró el movimiento de su mano.
La chica del video entonces comenzó a acelerar la mamada, hilos de saliva se estiraban entre sus labios y el glande de aquel hombre cada vez que se sacaba la verga de la boca. Enseguida el hombre tomó a la rubia, la colocó en cuatro obligándola a levantar el culo y dejando su vagina expuesta. La lubricó con su saliva y acercó su glande, con el cual acarició de arriba hacia abajo lo labios externos de la mujer.
Rodrigo había comenzado a frotar su glande, el cual ya tenía liquido pre seminal saliéndole por la excitación. El hombre penetró lentamente a la chica y le hundió la pija hasta el fondo haciéndola gritar. Ambos comenzaron a mover las caderas en un vaivén acompasado. La mujer gemía fuertemente en los oídos de Rodrigo.
En ese momento Rebeca se posó frente a la puerta de la habitación de su hermano. Tocó la puerta.
–Oye, ¿quieres algo para cenar?
No hubo respuesta. Rebeca hizo una mueca y abrió la puerta.
–Oye, que si no …
Su mirada se posó en la mano de su hermano, la cual se movía de arriba a abajo acariciando con fuerza su pene. El chico no escuchó la voz de rebeca y mucho menos la puerta siendo abierta. Rebeca cerró la puerta lentamente mientras un sonrojo pasaba por sus mejillas. Se retiró tratando de olvidar lo que había visto, no esperaba aquello.
Rodrigo estaba tan concentrado que ni se había dado cuenta de lo que había pasado, estaba a punto de llegar al clímax. De hecho cuando Rebeca entró había acelerado aún más la mano. Tardó solo unos momentos más y entonces se vino. Tenía papel higiénico preparado para limpiarse la mano y el suelo, donde también su semen terminó.
Suspiró aliviado. Cerró la pagina, se subió bóxer y pantalón, y tiró los papeles en el cesto de la basura.
–uff… que buena que estuvo– susurró para sí mismo.
Unos veinte minutos más su hermana volvió a tocar su puerta. Esta vez Rodrigo le dijo que pasara. Al abrir la puerta Rebeca volteó a ver la entrepierna de su hermano, fue como un acto reflejo, pero enseguida levantó la vista.
–¿Quieres algo para cenar?– preguntó ella.
–Sí, claro.
–Hice quesadillas, están en la barra de la cocina.
La joven cerró la puerta tras de sí y se sintió avergonzada <<¿Por qué volteaste a ver de nuevo?>> se reprochaba a sí misma.
––
El despertador sonó a la siete en punto. Rodrigo, desganado y con los ojos pesados, se levantó de la cama. Comenzó a cambiarse y se arregló un poco más en el baño. Cuando bajó, se topo con su hermana, vestida con un traje negro y con el pelo suelto.
–Nos vemos más tarde, que te vaya bien– Le dijo Rebeca mientras tomaba su maletín y salía de casa.
Desayunó un tazón de cereal y subió para cepillarse los dientes y tomar su mochila. Salió de casa cerrando con llave la puerta y la reja.
–Buenos días– Dijo la dulce voz de Lorena.
–Buenos días– le respondió el chico volteándola a ver y dedicándole una sonrisa. Enseguida comenzaron a caminar en dirección a la parada de autobús. Rodrigo se quedó detrás de ella siguiéndola y para darse el tiempo de apreciarla.
La chica llevaba una playera tipo polo blanca y unos pantalones de mezclilla que se le ajustaban bastante en las caderas y en las nalgas. Rodrigo no pudo evitar sonreír cuando un pensamiento se le pasó por la cabeza <<No le basta tener unas tetas tan buenas, también tiene un culo como para darle todo el día>>.
Enseguida sus pensamientos fueron interrumpidos por la chica.
–¿En qué carrera estás?
–Ingeniería industrial. ¿Y tú?– Le respondió él mientras apresuraba el paso para ponerse a su lado.
–Química farmacéutica biológica– Rodrigo se sorprendió un poco, la chica lo notó y sonrió –No soy solo una cara bonita.
Enseguida llegaron a la parada. No quedaba muy lejos, pero sin duda Rodrigo se hubiera perdido. Habían un par de personas más esperando por el transporte. Llegó el bus y subieron, obviamente Rodrigo con un gesto de amabilidad dejó pasar primero a Lorena. Mientras subían los escalones de la entrada no pudo evitar verle el culo, lo tenía tan cerca que se veía enorme y redondo. Sintió las ansias de acercar aún más el rostro y enterrar la cara entre las nalgas de la chica. Se detuvo y miró hacia otro lado, podía sentir como su pantalón le apretaba la entrepierna.
Al subir, también se dio cuenta de las miradas indiscretas de otros hombres hacia Lorena. Algunos solo le veían las tetas, otros se fijaban en su trasero. Enseguida desviaban la mirada para no ser descubiertos, pero eso era estúpido, Lorena se daba cuenta ya que eran muy indiscretos. Aún así ella los ignoraba, tampoco era que le molestara ni nada.
La mayoría de los asientos estaban ocupados, así que tuvieron que ir hasta la parte trasera donde habían lugares. Se sentaron juntos y siguieron conversando sobre la escuela. De vez en cuando Rodrigo bajaba la mirada hacia los senos de Lorena, estos rebotaban y se movían cada vez que el bus pasaba por un tope o una irregularidad de la calle. Tenía la mochila encima de sus piernas así que no importaba que estuviera excitado, nadie se daría cuenta de su erección.
Cuando llegaron a la escuela se despidieron sin más. Rodrigo trató de ubicarse en los edificios mientras buscaba el aula en donde se les daría una especie de introducción a la carrera y cosas así.
No pudo encontrar el lugar así que se acercó a un chico que iba caminando por uno de los pasillos. Este casualmente estaba yendo al mismo lugar, de hecho estaba en la misma carrera que él. Así que le acompañó. El nombre del joven era Alfonzo, era moreno, delgado y ligeramente más bajo que Rodrigo. También era muy alegre y de hecho hizo reír bastante a Rodrigo con sus comentarios y conversaciones a lo largo de la mañana.
Al final del día les entregaron sus horarios y los retiraron temprano. Rodrigo regresó a casa y se preparó el almuerzo. Pasó parte de la tarde jugando en la computadora hasta que llegó su hermana. Fue a recibirla y charlaron sobre lo que había pasado en el día.
Ya mas entrada la noche su hermana le habló desde el piso inferior y Rodrigo bajó.
–Lleva esto acá alado– Dijo mientras le entregaba el traste que Lorena había traído la noche anterior.
–¡¿Ya te los acabaste?!
–Pues para eso son, para acabárselos– le respondió ella.
Resignado, tomó el traste y lo llevó a la casa de alado. Tocó el timbre y enseguida abrió Lorena. Llevaba una calza que se ajustaba a sus piernas y un top de tirantes del mismo material que realzaban el enorme busto, llevaba el pelo recogido y unos tenis. Enseguida Rodrigo movió los ojos algo nervioso, sentía como si la estuviera viendo desnuda.
–eh… Tra… Traigo el traste que nos prestaste ayer.
La joven lo tomó sonriéndole y agradeciéndole.
–¿Qué tal tu primer día?–le preguntó entonces la joven.
–Ah, bien, ya sabes, siempre son bastante aburridos los primeros días.
Enseguida la chica tomó una mochila que estaba ahí cerca de la puerta y se la echó al hombro.
–Sí, me imagino– le contestó ella mientras cerraba la puerta tras de ella –Me gustaría que me contaras más, pero ahora voy al gimnasio, pero nos vemos mañana ¿no?
Rodrigo se quedó pensante tratando de recordar su horario y luego negó con la cabeza.
–No, mañana entro bastante tarde.
–Lastima… pero bueno, ya nos tocará un día de estos– dijo la joven encaminándose y despidiéndose con la mano.
Rodrigo se despidió y la siguió con la mirada, se perdió en el contoneo de caderas y ese culo tan gordo que tenía la chica. Prácticamente podía verle la raja entre las nalgas ya que la tela se le metía en el medio.
Cuando su vista ya no pudo verla más, regresó a casa.
––
La mañana siguiente fue más tranquila. Se había levantado tarde ya que sus clases comenzaban casi al medio día. Obviamente se encontraba solo. Se preparó un buen desayuno y se alistó para salir.
Ya en la escuela le tocó una clase en donde les pidieron hacer equipos de tres. Obviamente Rodrigo se juntó con Alfonzo, el chico que había conocido el día anterior. Pero les faltaba un integrante y no conocían a nadie más. Repentinamente Alfonzo le señaló a una chica que parecía estar quedando rezagada y que estaba a unos asientos de ellos.
–Oye– le susurró Rodrigo y la chica lo miró a ver–Si no tienes equipo, puedes juntarte con nosotros.
La chica se levantó y arrastró su silla hasta quedar junto a ellos. La joven vestía una blusa verde obscura con un estampado de la trifuerza dorada en el pecho y con otros detalles, una falda a cuadros negros y rojos que le llegaba arriba de las rodillas, unas botas negras y un montón de pulseras de distintos colores y formas en cada muñeca. Su piel era ligeramente más tostada que la de Rodrigo, su cabello era negro, ligeramente ondulado y apenas le llegaba a los hombros. Detrás de sus gafas se veían unos ojos oscuros, enormes y expresivos. Era bastante delgada e igualmente de estatura baja.
La chica se les quedó mirando a ambos. Alfonzo se sintió incomodo enseguida por el silencio.
–Si… bueno, soy Alfonzo
–Rodrigo…– Este le sonrió ligeramente por compromiso.
La chica sonrió de vuelta. La verdad es que la chica era un poco rara y callada, pero su rostro era tan delicado y fino que la podías encontrar ridículamente tierna.
–Soy Sofía
Enseguida les dieron las instrucciones de la actividad y se pusieron a trabajar. A Rodrigo le había llamado la atención el estampado que llevaba Sofía en su blusa. Tenía curiosidad de saber si la chica realmente sabía lo que significaba ese símbolo. Por un momento pensó en preguntárselo, pero ¿Cómo hacerlo sin que sea malinterpretado? No quería que ella pensara que para él era una de esas chicas que dicen ser gamers y ni saben diferenciar entre Link y Zelda.
Al final encontró la pregunta correcta, algo mas indirecto.
–¿Te gusta “The leyend of Zelda”?– le dijo susurrando. Si ella no entendía no tendría que decirle nada y solo le diría que olvidara lo que dijo.
–¿Lo preguntas por la imagen de mi playera?– Fue la respuesta de la joven. Rodrigo sonrió y asintió. Se salvó de un momento que hubiera resultado incomodo.
–Claro, tengo todos los juegos.
–¿Hasta los de NES?– preguntó algo escéptico Rodrigo.
–Sí, pero obvio no tengo el NES, los tengo en consola virtual.
Alfonzo levantó la mirada de su cuaderno.
–Hey nerds, tenemos tarea que hacer.
La chica bajó la cabeza entre risillas. Rodrigo solo sonrió mirándola de reojo y luego a Alfonzo, el cual seguía trabajando.
Tuvieron varias clases juntos a lo largo de la mañana, así que cada vez que se veían en un aula se sentaban juntos y hablaban acerca de juegos y otros de sus hobbies. Sofía era de esas chicas que les gustaban los juegos, los animes y leer libros de romances raros. Eso explicaba su peculiar forma de vestirse y lo introvertida que era con los demás.
En una de esas clases Rodrigo le preguntó.
–¿Dónde conseguiste tu blusa?
–La compré en una tienda del centro, pero solo la blusa, sin el estampado, eso ya lo diseñé yo y en la misma tienda me lo imprimieron. Si quieres puedo llevarte después de clases, casi siempre voy ahí a visitar a una amiga.
–Sí, está bien. Después de todo no tengo nada que hacer.
Dicho y hecho. Al salir de clases tomaron el transporte público para ir al centro. De paso entraron a un restaurante de comida rápida, así no se sentirían presionados por la comida y Rodrigo no tendría que cocinar al llegar a casa.
Salieron pues, en dirección a la tienda. Era un establecimiento bastante grande y de hecho era relativamente famoso para los que les gustaban todo lo que estaba fuera de lo común. Tenían mercancía que podías encontrar comúnmente en convenciones de juegos y anime. Tenía incluso una sección para darquetos, rockeros, emos y cualquier otra cultura suburbana. De hecho, en la parte de arriba era un salón de tatuajes y persings. También vendían y alquilaban disfraces de todo tipo.
Enseguida se fueron hasta el fondo de la tienda, donde había un muro lleno de playeras y blusas acomodados por colores, todas estas sin ninguna clase de estampado o adorno, eran las que usaban en la impresora. Ahí, detrás de un estante había una chica aproximadamente de la misma estatura de Rodrigo, tal vez centímetros más baja. Era todo un personaje a simple vista. Cabello color vino, obviamente tintado. Unos ojos miel que se veían mucho más brillantes gracias al maquillaje oscuro que cubrían los parpados de la chica. Sus labios pintados de un rojo muy similar a su cabello. Tenía un persings en el labio, la nariz, la ceja izquierda y muchos más en ambos oídos.
Su piel era muy pálida y se notaba mas por sus ropas negras. Llevaba una playera con el logotipo de la tienda estampado en el pecho. Su busto no resaltaba mucho, pero sin duda tenía su gracia; las ropas holgadas nunca dejaban ver las cosas como realmente son. Más abajo, destacaban sus dedos llenos de anillos y sus muñecas cubiertas por pulseras de cuero. No se le podía ver nada mas a causa del estante.
Por alguna razón a Rodrigo se le pasó por la mente la imagen de una vampiro.
–¡Ale!– Gritó Sofía mientras saltaba el estante para abrazarse al cuello de su amiga. Ésta le sonrió y la levantó sin mucha dificultad. A Rodrigo le tomó por sorpresa el cambio tan dramático de Sofía, pero tal vez era a causa de la confianza que tenía en ese lugar y con esas personas.
–¿Qué hay?, te esperaba desde hacer rato, pensé que ya no vendrías
Sofía volteó a ver a Rodrigo y lo señaló.
–Es su culpa, pero, déjame presentártelo. Es Rodrigo, un compañero de la escuela.
–Mucho gusto– dijo Rodrigo mientas le extendía la mano. La chica se la tomó mientras respondía.
–Alejandra
Enseguida y sin soltarle la mano a Rodrigo, entrecerró los ojos y su sonrisa se amplió.
–¿Estas tratando de robarme a mi inocente Sofía?
Rodrigo no pudo evitar sentirse incomodo, pero antes de poder contestar, Sofía se separó de su amiga y le dio un ligero empujón.
–Hey… solo somos amigos, me acompañó porque está interesado en las playeras estampadas.
Alejandra comenzó a reírse. Por fin liberó la mano de Rodrigo y este sonrió con nerviosismo. No sabía en lo que se había metido.
–Bueno, en ese caso veamos si tenemos algo para tu gusto, aunque también puedes traer tus propios diseños y nosotros nos encargamos de imprimirlo.
Alejandra, sacó entonces varias carpetas con un montón de diseños en ellos. Rodrigo pasó buen rato ojeando, mientras Sofía miraba los nuevos disfraces de la tienda.
Al final algunos diseños le habían llamado la atención, pero no terminaban de convencerle.
–Bueno, puedes pedirle a Sofía que te haga un diseño a tu gusto– sugirió Alejandra –a ella se le da bastante bien.
–Sí, ya se lo pediré luego.
Pasó un rato más en la tienda viendo y curioseando entre todas las cosas que vendían. Después de un rato se despidió de ambas y se fue a casa.
Pasó la tarde haciendo sus tareas y perdiendo el tiempo como siempre, todo normal. Casi al anochecer llegó su hermana. Le tocó la puerta y le dijo que se iría al gimnasio. Rebecca a pesar del poco tiempo libre que tenía, le gustaba mantener su figura, así que todos los martes y jueves hacía ejercicio. Rodrigo estaba tan distraído con sus cosas que no le dio gran importancia.
Mas tarde y cerca ya de la media noche, cuando se disponía a dormir escuchó nuevamente música en la casa de Lorena y podía reconocer su voz; pero nuevamente no entendía lo que decía. Aquello era algo que le producía curiosidad, pero ya lo averiguaría otro día.
––
Al día siguiente le tocaban clases desde temprano. Se le había hecho ligeramente tarde, así que al salir de casa tuvo que correr a la parada de camiones. Casualmente ahí estaba Lorena esperando el transporte también.
Llevaba el cabello amarrado en un trenza que recorría su espalda. Esta vez llevaba una blusa de color azul marino, bastante sencilla y unos jeans. No importaba lo simple que se vistiera, siempre se veía buena. No podía esconder esa calidad de carne.
La chica saludó a Rodrigo mientras este recuperaba su aliento.
–La almohada no te soltaba ¿verdad?–rió la chica.
–Algo así, olvidé poner el despertador
–Bueno, pásame tu número y si quieres, los días que nos toca viaje juntos puedo mandarte un mensaje para levantarte.
Intercambiaron números mientras llegaba el bus.
Una vez llegó, venía bastante lleno. Les tocó ir parados. Conversaban tranquilamente, nuevamente sobre la escuela y esa clase de cosas banales. De pronto y sin previo aviso el bus frenó. Esto hizo que todos los que estaban parados fueran empujados hacia adelante.
Lorena estuvo a punto de caerse, de hecho esta a su vez había empujado a Rodrigo con su cuerpo, pero Rodrigo rápidamente se agarró de una de las sillas y trató de empujar a Lorena hacia el otro lado para que no callera.
Todo había sucedido en cuestión de segundos, pero cuando ambos recuperaron el equilibrio, Rodrigo se dio cuenta de que había apoyado su mano sobre el pecho de Lorena. Pudo sentir lo grande que era y también la consistencia suave y esponjosa. Su mano apenas y podía sostener la teta entera.
Quitó la mano de inmediato –Lo siento– dijo volteando hacia otro lado y sintiendo una enorme erección en sus pantalones.
La chica no contestó nada en lo absoluto. Parecía como si no lo hubiera notado, pues siguió la conversación como si nada. Aunque tal vez solo se hacía la desentendida.
Al llegar al campus se despidieron sin más. El día pasaría normal, Rodrigo le pediría a Sofía que le hiciera un diseño para imprimir y le daría los detalles de lo que quería. La chica aceptó gustosa. Le pidió su teléfono para poder mantenerse en contacto.
La jornada escolar trascurrió con normalidad, así que el chico regresó a casa, compró algunos ingredientes y al llegar a casa se puso a cocinar su almuerzo.
Se hizo bastante tarde enseguida. Ese día había tenido bastante tarea, así que para cuando terminó se sintió realizado. Se levantó de su silla y estiró los brazos. En ese momento tenía las cortinas abiertas, así que su mirada coincidió con la ventana de Lorena. Eso le hizo recordar la sensación de la teta en su mano. Enseguida su verga se le puso tiesa como una vara.
Las ganas de desahogarse y de recompensarse por las tareas realizadas, lo llevaron inmediatamente a ponerse los auriculares y a buscar una buena porno para pajearse.
Había tardado en encontrar algo bueno y eso dio lugar a que su hermana llegara de trabajar. Como era costumbre, Rebeca subió y tocó la puerta de su hermano. No recibió respuesta. Por un momento recordó lo que había pasado la última vez que Rodrigo no le había respondido, así que dio media vuelta y se iba a ir, pero algo en su interior la detuvo. Una extraña curiosidad en su cabeza la hizo encarar la puerta de nuevo y acercar la mano al picaporte.
Abrió ligeramente la puerta, apenas dejando una brecha para que pudiera ver con su ojo izquierdo. Apenas y veía el rostro de Rodrigo. Éste estaba recostado sobre el respaldo de la silla mirando el monitor, donde se podía ver la película porno. Rodrigo tenía su verga agarrada y la frotaba lentamente, tratando de llevar el mismo ritmo que el hombre en el video.
Rebeca fijó su mirada en el miembro de su hermano y comenzó a recorrerlo de arriba abajo. Miraba como el glande se ponía brilloso por el flujo pre seminal que salía de la punta y se deslizaba por los lados embarrando el tronco y parte de los dedos de Rodrigo.
Mientras lo observaba, no se dio cuenta de que había comenzado a acariciarse las piernas. Llevaba una falda entubada que le llegaba a la mitad de los muslos, era lo bastante corta como para, con solo levantarla un poco, poder echarle un vistazo a su ropa interior rosada. Enseguida sintió un cosquilleo en la entrepierna y luego algo de humedad en los labios de su vagina. No pudo evitar tocarse el interior de sus muslos y subir lentamente hasta que su mano tocara su tanga, justamente en el área de su concha. Pudo sentir la humedad y también la hinchazón de sus labios. Movía sus dedos lentamente, mientras comenzaba a jadear.
De pronto Rodrigo se movió de forma violenta. Rebeca se asustó y se alejó de la puerta. Había dejado de tocarse y llevó sus manos a su pecho. Sintió su corazón acelerado, tanto por el susto de ser vista, como por la excitación.
Se acercó de nuevo. Rodrigo solo se había acomodado en la silla. La joven suspiró y cerró la puerta lentamente. Lo que había hecho era muy peligroso y no entendía el por qué lo hizo.
Se retiró a tomar una ducha fría, no había perdido la excitación, pero realmente se sentía culpable.
Rodrigo, por otro lado, se dio un placer libre de culpa e ignorante de lo que había pasado en la puerta de su habitación.
Más tarde le llegó un mensaje a su celular. Era de Sofía. Al parecer había terminado el diseño. Le mandó una foto. Rodrigo se emocionó y le contesto dándole las gracias y que esperaba con ansias verla mañana.
Enseguida entró un nuevo mensaje, esta vez era de Lorena.
“¿Mañana entras temprano?” decía el mensaje.
“Si y ¿tu?” respondió Rodrigo.
“No, lástima, tendrás que ir solito”
Rodrigo sonrió.
––
Tal cual. A la mañana siguiente se fue solo. Una vez más se fue parado en el transporte público. Lo más incomodo era que en vez de ir acompañado por una hermosura como Lorena, iba acompañado por un montón de pre adolecentes ruidosos que venían diciendo pendejada y media, y riéndose como si anduvieran en su casa. Por alguna razón iba más apretado que de costumbre.
Se sintió aliviado una vez que llegó a la escuela y no solo eso, sino que además estaba emocionado por ver a Sofía. Se la topó en uno de los pasillos y la saludo amablemente. Ella le hizo mil preguntas acerca del diseño, “¿Realmente te gusto? ¿Estaba bien esta parte? ¿Se notan bien los colores?... etc”.
Rodrigo solo se reía y le decía que todo estaba perfecto, que no se preocupara, le encantaba el resultado final. Quedaron en que iría a la tienda juntos al salir de clases.
En una de esas horas, Rodrigo estaba en una clase con Alfonzo, una en la que Sofía no estaba con ellos.
–Oye, después de clases ¿quieres ir a echar unas retas de FIFA?– le preguntó Alfonzo.
–No puedo, tengo planes.
Alfonzo lo miró extrañado. Alfonzo sabía que Rodrigo no tenía muchos conocidos en la ciudad y que normalmente pasaba sus tiempos libres en casa, así que “tener planes” era algo raro e intrigante. Así que el joven sonrió maliciosamente.
–¿Con quién, picarón?
Rodrigo quitó la mirada del frente para ver a su amigo, el cual le sonreía.
–Con Sofía, pero no esa clase de planes…
–A mi no vengas con eso, te eh visto muy cercano a ella en clases.
Ambos regresaron la mirada al pizarrón antes de que les llamaran la atención.
–Pues claro, es mi amiga, yo soy muy cercano a ti en clases también y no por eso me gustas ¿o sí?– Respondió Rodrigo mientras apuntaba cosas en su libreta.
–Pues no sé. ¿Te gusto?
Rodrigo lo volteó a ver con los ojos entrecerrados, no se podía creer que le preguntara eso. Enseguida Alfonzo se acercó un poco a él.
–Se que no puedes resistirte a mis encantos, soy hermoso– Bromeó Alfonzo.
Rodrigo sonrió ampliamente, trató de no carcajear y se llevó la mano a la cara con algo de vergüenza. ¿Qué clase de amigo se había conseguido?.
La hora de salir llegó y Rodrigo se vio con Sofía en la puerta principal. Justamente como la vez anterior, se detuvieron a comer en el restaurante de comida rápida. Luego simplemente le entregaron a Alejandra el usb donde cargaban el archivo del diseño.
–Bueno, esto se va tardar un buen rato, así que puedes venir por él mas tarde o mañana– dijo Ale.
–Supongo que vendré mañana.
Enseguida Sofía le advirtió.
–Mañana tengo clases hasta muy tarde. No voy a poder venir.
Alejandra soltó una carcajada al aire.
–No te preocupes, yo te lo cuidaré.
Sofía infló las mejillas y frunció el entrecejo mirando a su amiga.
–No lo decía por eso… Simplemente me hubiera gustado ver la playera impresa.
–¿Entonces te importa más la playera que mi seguridad?– preguntó Rodrigo en tono de broma.
Alejandra rió –¡Te atraparon!
–¡Ash!... ¿ahora te pones de su lado?– preguntó Sofía a Rodrigo mientras se cruzaba de brazos. Ale y Rodrigo rieron ante su reacción.
Se despidieron de Alejandra y después se despidieron entre ellos. Realmente se divertía bastante junto a esas dos, sin embargo aún creía que se estaba haciendo amigo de personas raras. Tal vez solo su hermana y Lorena eran normales… no, su hermana era una adicta al trabajo, ella era anormal a su manera.
Llegó a casa y simplemente pasó una tarde rutinaria. En esta ocasión cuando llegó su hermana, él se encontraba en la sala viendo televisión, así que enseguida se abrió la puerta, se saludaron.
–Traje cena, por si quieres– dijo Rebeca mostrándole la bolsa que traía. Rodrigo asintió y le ayudó con la bolsa.
Fueron hasta la cocina, pero Rebeca pasó de largo.
–Guarda mi parte en el refrigerador.
–Hoy tienes gimnasio ¿verdad?– preguntó el chico.
–Sí.
Rodrigo obedeció y se sentó en la barra de la cocina a comer. Una vez terminó puso algo de orden en la cocina y se fue a duchar. Mientras estaba dentro del baño escuchó a su hermana.
–Vengo más tarde.
–Ok– respondió el joven. Enseguida le entró una duda en la cabeza <<¿Irá al mismo gimnasio que Lorena?>>. Recordó la vestimenta deportiva sobre el voluptuoso cuerpo de la rubia. Sintió como su pija comenzaba a levantar cabeza. Luego le cruzó otra idea por la cabeza ¿Cómo se vería su hermana con ropa deportiva? Usualmente la veía con ropa elegante y de ejecutiva, se veía bastante bien, pero no era la cosa más excitante del mundo. Las ropas que usaba dentro de casa eran muy holgadas, así que no podía notar bien su figura femenina. Trató de imaginarla con la misma ropa deportiva de Lorena.
Su verga quedó como hierro. Pero enseguida ignoró esas ideas y sus ansias por pajearse.
Salió del baño y se puso a hacer sus deberes escolares. Recibió un mensaje de Lorena.
“Si mañana entras temprano, te puedo despertar”
“Claro, nos vemos mañana en la parada entonces” respondió él.
Terminó sus quehaceres y luego se distrajo jugando. Su hermana llegó del gimnasio tocándole la puerta, el solo respondió con un ruido. Enseguida recordó lo de la ducha, le entró curiosidad por salir y ver como se veía Rebeca en su ropa deportiva, pero se aguantó las ganas <<¿Qué carajo me importa cómo se vea?>> se auto regañó.
––
Al día siguiente, le llegó un mensaje después de haberse levantado.
“¿Estas despierto?” decía. Obviamente era de Lorena.
“No…” contestó con una sonrisa boba en la cara.
“No me hagas ir a levantarte personalmente” contestó ella. La respuesta le tomó un poco de sorpresa. Ya saben, por un lado podía ser solo una broma para seguirle el juego, pero por otro lado podría ser una indirecta o algo… pero Rodrigo declinó esta opción, seguro solo jugaba.
“Que violenta…”
A lo que la chica respondió “jajaja, deja de jugar y date prisa o perderás el bus”
Rodrigo siguió el consejo y se apresuró. Nuevamente se encontró con Lorena en el paradero, esta vez llevaba el cabello suelto y nuevamente vestía de forma sencilla, blusa y jeans. Enseguida llegó el bus, lleno.
Al subir se quedaron parados casi al frente. Rodrigo notó nuevamente las miradas que se clavaban en Lorena, pero esta vez habían susurros por parte de los pre adolecentes. Miró a ver a Lorena, quien como siempre se hacía la desentendida.
–Ayer estaba igual– le comentó Rodrigo
–Es normal a estas horas.
Enseguida comenzaron sus platicas matutinas. Rodrigo le contó acerca de curiosidades de su infancia y su hermana, riendo todo el camino al campus.
La jornada escolar pasó sin ninguna clase de percance. Como siempre, hablaba con Sofía en sus clases comunes y se dedicaba a decir tonterías con Alfonzo.
Al salir se dirigió al centro de la ciudad justamente a buscar su camiseta. Llegó y en seguida busco a Alejandra. Esta se encontraba despachando a una pareja que buscaban disfraces. La chica se percató de Rodrigo y le hizo una señal para que la esperara un rato.
Una vez los clientes hicieron su compra Alejandra fue a buscar a Rodrigo quien la esperaba en la zona de atrás.
–Ya traigo tu pedido, quedó bastante bien– dijo ella mientras entraba a una puerta que estaba detrás del mostrador, era como una especie de bodega. Enseguida salió con la playera doblada, la colocó en el mostrador y Rodrigo la tomo para verla completa.
Básicamente el diseño que le había pedido a Sofía era la silueta de Mario Bros. Y dentro de esta silueta un montón de personajes de distintos juegos. La playera era roja y con todos los contrastes de colores dentro se veían bastante bien.
–Tal vez deberías de recompensar a Sofía para agradecerle su trabajo– le aconsejó Alejandra.
–¿Cómo sugieres que la recompense?
–Podrías invitarla a salir o algo así, la verdad es que me parece que hacen una linda pareja.
Enseguida Rodrigo se sintió algo nervioso, no es que realmente viera a Sofía de esa forma, pero por otro lado era bastante agradable estar con ella ¿Por qué no darle una oportunidad?
–Tal vez lo haga, lo pensaré.
Alejandra solo se sintió alegre por ser la mediadora, ella conocía a su amiga y sabía lo tímida y torpe que era para estas cosas, así que si había oportunidad de ayudarla lo haría.
Rodrigo pagó y se despidió de Alejandra. Regresó a casa y se puso a cocinar.
Pasó la tarde descansando. Se había quedado dormido y para cuando despertó ya era de noche. Su hermana había llegado hace algunas horas. No hicieron mucho, cenaron, platicaron de banalidades y luego su hermana se puso a trabajar en cosas pendientes, mientras él se dedicaba a jugar y navegar en internet hasta ya entrada la madrugada.
Nuevamente escuchó la música en el cuarto de Lorena, pero tenía tanto sueño que no le dio importancia.
––
Llegó el día de limpieza. Se levantó tarde gracias a que se desveló hasta la madrugada. Sin embargo ya le agarraba la maña a como limpiar más rápido en algunos lugares. Al entrar al baño de su hermana recordó la ropa interior de la semana pasada. Pero peculiarmente, esta vez no había ropa sobre la letrina.
Ya al medio día, cuando llegó su hermana, traía bolsas con compras del supermercado. Ella cocinaría el almuerzo. Rodrigo le ofreció su ayuda para picar verduras y ese tipo de cosas.
Mientras cocinaban, su hermana le comentó.
–Hoy en la noche voy a salir a cenar con mis amigas y con Lorena. ¿Quieres venir?
Rodrigo por un momento se sintió algo cohibido. Saldría con gente que es mayor a él y además con personas que jamás había conocido, a excepción de Lorena y su hermana. Pero al final se sintió algo fastidiado de estar siempre en casa.
–Si– contestó.
Empezó a anochecer y ambos hermanos comenzaron a alistarse. Tomaron duchas en sus respectivos baños y se pusieron ropas adecuadas.
Rodrigo por su parte se puso una camisa guinda manga larga, unos pantalones negros de tela y unos zapatos del mismo color. Se aseguró de peinarse apropiadamente.
Bajó las escaleras y se topó con su hermana. Esta llevaba un vestido blanco de una sola pieza. Era de esos vestidos que tenían un solo tirante, así que llevaba el hombro izquierdo completamente descubierto. Más abajo un cintillo negro amarrado a su cintura, el cual hacia que el vestido se ciñera a su esbelta figura y resaltara sus curvas. La parte baja del vestido le llegaba a la mitad de los muslos.
–¿Qué tal me veo?– preguntó entonces Rebeca.
–Excelente, ¿y yo?
–Mejor que de costumbre– bromeó su hermana.
Sonó el timbre. Rebeca se apresuró a abrir la puerta y ambos salieron. Rodrigo aprovechó a abrir la reja ya que sabía que era Lorena, pues desde temprano su hermana le había dicho que vendría con ellos.
La joven rubia llevaba un vestido sin mangas ni tirantes, prácticamente parecía estar sostenido por sus prominentes senos, que de hecho se veían más grandes que de costumbre y se podía ver la raja en medio de ellos.
<<Ese vestido desafía las leyes de la física ¿Cómo es que no se le cae?>> se preguntó Rodrigo mientras la dejaba pasar.
Enseguida se fijó en el culo de Lorena, se le veía tan bien en ese vestido. Era interesante para el chico verla de una manera menos común, particularmente mostrando mucha más piel que de costumbre.
–Pido el frente– se adelantó a decir Lorena.
–¿Qué? No es justo– replicó Rodrigo.
–A ver, bebés dejen de discutir y súbanse a la camioneta– bromeó Rebeca mientras subía al auto.
Ambos obedecieron. Rodrigo subió a la parte de atrás, pero antes de entrar Lorena lo volteó a ver y le sacó la lengua burlándose de él.
Llegaron pues a un restaurant-bar, con música en vivo y un ambiente bastante entretenido. Habían reservado mesa, así que no tuvieron problemas al entrar. Enseguida saludaron a las amigas de Rebeca, algunas traían a sus parejas. La cena fue bastante entretenida, más que nada por ver a las chicas beber, que por cada bebida tomada se volvían mas y mas risueñas, contando historias ridículas de cuando eran estudiantes.
Rebeca no era alcohólica, pero cuando bebía con amigos, le gustaba embriagarse. Por el contrario, Alejandra solo había tomado un par de tragos, ya conocía a Rebeca y sabía que debía de cuidarla. Rodrigo por su parte había tomado algunas cervezas y había probado alguna que otra bebida, el no era un fanático del alcohol.
Ya para la madrugada, se retiraron del lugar. Lorena y Rodrigo llevaban a Rebeca hacia el auto. La sentaron del lado del copiloto y le pusieron el cinturón. Por ratos balbuceaba y decía incoherencias o preguntaba alguna que otra tontería.
–¿Manejas tú o manejo yo?– preguntó Lorena sosteniendo las llaves de la camioneta.
Rodrigo se rascó la cabeza con algo de pena.
–Yo no sé manejar.
Lorena sonrió y negó con la cabeza. Ambos subieron al auto y los llevó a casa. Lorena, a pesar de no tener un auto, tenía licencia, pues varias veces había tenido que salir con Rebeca, y esta le ayudó a sacar su licencia precisamente para ser su conductora designada.
Dejó la camioneta en el garaje.
–¿Quieres que te ayude a subirla a su cuarto?–Preguntó amablemente Lorena.
–No, no te preocupes, yo puedo llevarla.
Lorena simplemente los vio entrar, entonces se despidió y se fue a casa. Rebeca podía andar, se tambaleaba un poco, pero apoyada del hombro de Rodrigo no tenía ningún problema.
Mientras subía las escaleras se empezó a reír y luego balbuceó algo inentendible. Rodrigo no le hizo mucho caso, solo le daba instrucciones para que no fuera a tropezar con un escalón.
Por fin llegaron a la habitación.
–¿Te… te divertiste?– preguntó Rebeca con algo de dificultad al hablar.
–Si– respondió Rodrigo mientras se acercaban a la cama.
–Tal vez quifrasd… divertirte conmgo…
Rodrigo no entendió lo que dijo. Enseguida Rebeca se le abalanzó abrazándosele del cuello, el chico creyó que se le iba a caer así que la agarró fuerte de la cintura tratando de acercarla a su cuerpo para que no se le cayera. Rebeca acercó su rostro al de él y sus labios se tocaron. Rodrigo quedó petrificado por un momento, con los ojos bien abiertos. Entonces la mano de Rebeca bajó rápidamente hasta llegar a la entrepierna de su hermano. Ahí le sujetó el pene por encima de la ropa. Rodrigo enseguida la soltó y le retiró la mano violentamente.
–¡¿Qué carajo haces?!– Le susurró algo molesto.
Ella rió –Virgen…– y seguido se desplomó de espaldas sobre la cama.
Rodrigo suspiró. La verdad es que la verga se le puso durísima después de eso, pro se recriminó por ello. Acomodó a Rebeca y le puso la sabana encima. Había quedado profundamente dormida.
Rodrigo salió del cuarto y cerró la puerta. Sin darle vueltas al asunto culpó al alcohol, se tiró sobre su cama y se durmió.
––
Rodrigo despertó pasado el medio día, casi al atardecer. Enseguida llamó para que les trajeran algo de comida. Se dirigió al cuarto de su hermana y se internó para verla. Seguía dormida. Trató de no pensar demasiado en el incidente.
Para cuando llegó su pedido, regresó a verla y la levantó. Tenía que comer algo e hidratarse. Rebeca se despertó con desgana. Le dijo a Rodrigo que pusiera la mesa, que ella bajaría en unos instantes.
Se sentaron a comer, Rebeca se había cambiado, poniéndose sus ropas de dormir. También se había quitado el maquillaje y se había peinado un poco. Rodrigo también se había dormido con la ropa de salir puesta, pero llevaba rato que se había cambiado.
Se mantuvieron callados un buen rato. Rebeca no recordaba nada realmente, pero tampoco estaba de humor como para ponerse a hablar. Rodrigo por su parte solo la miraba, pero no se sentía incomodo, él sospechaba que ella no sabía lo que hizo.
Terminaron de comer y Rebeca se fue a dormir de nuevo. Rodrigo por su parte se quedó en su cuarto usando la computadora.
Se hizo de noche y el joven se sentía aburrido. Se estiró en su asiento y miró en su ropero la playera con la estampa que le había hecho Sofía. Enseguida recordó lo que le dijo Alejandra, eso de invitar a salir a Sofía en agradecimiento.
Tomó su celular, pero enseguida escuchó cómo se encendía la música del cuarto de Lorena.
Momento de decisión:
a)Ignorar a Lorena y hacer una cita con Sofía da click al siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568667/Decisiones-Una-relacion-saludable.html
b)Tratar de averiguar qué es lo que hace Lorena click en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568673/Decisiones-Descubriendo-secretos.html
c)Revisar a Rebeca da click al siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568679/Decisiones-Fantasia-culposa.html
Primero que nada dejaré en claro cómo funciona esto. Prácticamente seguirán la historia que gira alrededor del chico que es el protagonista principal. Sin embargo en algunas partes de los post encontraran momentos de decisión, en los que ustedes tendrán que elegir una de la opciones que se les proponen. Esta decisión los llevará a otro post (o les dirá que continúen leyendo en el mismo) donde verán la continuación de la historia según su decisión. Sus decisiones pueden cambiar la historia de los personajes, así que elijan bien.
Prácticamente existen 7 finales distintos para esta historia, todos diferentes ya que existen 4 protagonistas femeninas.
Yo les sugiero que sigan una historia hasta el final y después regresar al primer post para seguir otra(Si es que quieren leer las demás historias). Pero de todas formas al inicio de todos los post pondré el enlace a esta parte de la historia y en la parte de abajo pondré un enlace al post anterior por si desean cambiar su decisión.
Trataré de subir las partes lo más rápido que me permita la página.
Ahora sí, aquí está la historia.
Todo comienza una mañana en la estación de autobuses de algún lugar, que ni ustedes ni yo sabemos ubicar en el mapa. Rodrigo, un joven de dieciocho años llegaó a esta ciudad al ser aceptado en una buena universidad. El muchacho tiene una estatura promedio, una cabellera castaña oscura, tez clara y unos ojos cafés, no es nada extraordinario, su cuerpo recién se ve con algo de carne. No es tímido, pero tampoco es un extrovertido que pudiera hablar con cualquiera como si lo conociera de toda la vida, así que hacer amigos o incluso encontrar un lugar donde residir le resultaría difícil, para su suerte, su hermana vive en aquella ciudad y estaba más que de acuerdo con darle asilo a su hermano menor.
El muchacho esperó impaciente hasta que una voz familiar gritó su nombre desde el otro lado de la sala de estar.
Era Rebeca, una mujer de veintiséis años. Se podía notar el parentesco con Rodrigo, pues poseía el mismo color de piel, cabello y ojos, sin embargo ella era obviamente curvilínea. Portaba con elegancia un busto de tamaño adecuado, con unas caderas destacables y una cintura bien cuidada por el paso de los años, lo más destacable en ella eran sus piernas, que se veían excelentes gracias a que usaba faldas entubadas. En general vestía de manera elegante ya que trabajaba en las oficinas de una empresa dedicada a desarrollo de tecnología.
Rodrigo se dirigió a ella con una gran sonrisa y le dio un fuerte abrazo, llevaban mucho tiempo sin verse y casi más de ocho años de no vivir bajo el mismo techo.
–¿Cómo estuvo el viaje?–preguntó Rebeca palmeándole la espalda.
–Fatal, la señora que se sentó detrás de mi parecía una podadora cuando roncaba.
Rebeca sonrió.
–Está bien, puedes dormir todo lo que quieras cuando lleguemos a casa.
Salieron a buscar la camioneta de Rebeca y tomaron rumbo a la que sería la nueva residencia de Rodrigo.
La casa era bastante grande. Tenía dos plantas. En la parte superior habían tres habitaciones y dos baños. En la planta baja se encontraba la cocina, el comedor, un baño y la sala. También tenían un patio trasero considerablemente espacioso y había un pequeño cuarto de lavado.
Al entrar al vecindario Rodrigo pudo notar la tranquilidad de las calles. Vio la casa y quedó asombrado.
–¿Porqué tienes una casa tan grande para ti sola?
–Cuando estudiaba la rentaba junto con otras tres compañeras. Cuando comenzamos a trabajar comenzaron a irse y pues no se… me encariñé supongo, así que cuando tuve suficiente la compré.
Estacionó la camioneta dentro del garaje y bajaron. Rodrigo tomó sus maletas mientras su hermana le abría la puerta de entrada.
El interior era fresco. Miró en todas direcciones tratando de familiarizarse. Los muebles eran bonitos, modernos, justo como se espera de una ejecutiva. Enseguida su hermana le interrumpió la vista y lo guió hasta la planta alta. Al subir las escaleras se podían ver las tres habitaciones. La del frente era la más grande ya que tenía un baño integrado; esta habitación le pertenecía a Rebeca. Al lado izquierdo estaría la de Rodrigo y detrás había otro cuarto que era de huéspedes, y a su lado el baño.
Rodrigo entonces entró en su cuarto. Estaba completamente amueblado con cama, ropero y un escritorio. Justo al frente tenía una ventana enorme que daba vista a la casa de los vecinos y a un pasillo angosto del patio trasero.
Se lanzó a la cama suspirando.
–Deberías desempacar y luego dormir– le sugirió su hermana –. Voy a regresar a la oficina, si tienes hambre, puedes buscar en la cocina o pedir algo por teléfono. Nos vemos luego.
Rodrigo ni se inmutó, prácticamente quedó rendido al tocar la comodidad de las sabanas que cubrían la cama.
––
Despertó una vez que había desahogado todo el cansancio acumulado a causa de las desveladas por las vacaciones y del viaje. Para su desgracia habían pasado varias horas y la noche había caído. Se levantó con algo de fastidio y comenzó a desempacar sus cosas de su maleta. No tardó mucho pues realmente no era un fanático de la ropa, además su hermana le había recomendado no viajar tan cargado; ya se daría el tiempo de comprar ropa una vez instalado en su nuevo hogar. Algo que sin duda tenía que llevar consigo, era su laptop que le había costado sus ahorros de la vida.
Una vez terminado de arreglar sus cosas sintió como su estomago se retorcía del hambre, así que bajó las escaleras y se internó en la cocina. Estaba por abrir el refrigerador cuando volteó a ver hacia la sala, donde se encontraba su hermana hablando con otra chica. Era joven, ligeramente más alta que Rebeca, tenía un cabello rubio y una piel clara, prácticamente brillaba. Pero en lo que realmente se fijó Rodrigo fue en el cuerpo de la chica. Tenía un par de tetas enormes, una figura trabajada y un trasero redondo, apoyado por unas caderas y unas piernas prominentes.
Estaban paradas cerca de la entrada principal, Rebeca le abrió la puerta y la chica salió mientras se despedían entre risas y cuchicheos. Rodrigo trató de seguirlas con la mirada, pero quedaron fuera de su vista. Suspiró resignado y siguió en su búsqueda por comida.
Su hermana regresó y se acercó a la barra de la cocina donde ahora Rodrigo comía unos sándwiches.
–Por fin despiertas, tienes el sueño pesado eh– dijo Rebeca.
Rodrigo se limitó a sonreír ya que tenía la boca llena. Tragó el bocado y con sumo interés le preguntó a su hermana por aquella chica.
–¿Quién era esa muchacha con la que hablabas?
–oh ¿la viste? Te la hubiera presentado. Se llama Lorena, vive aquí al lado.
Rodrigo no dijo nada, pero por dentro comenzaba a fantasear con conocer a esa chica de cuerpo escultural. Tan solo con recordar su silueta le hizo sentir como su pantalón comenzaba a hacerle presión en su miembro. Trató de distraer sus morbosas ideas comiendo, no quería que su hermana llegar a ver su erección, sería vergonzoso. Sin embargo ella tenía cosas más importantes en mente como para fijarse en los pantalones de su hermano.
–Mañana trabajo hasta el medio día, aproximadamente. Así que te voy a pedir de favor que te encargues de la limpieza de la casa.
Rodrigo se le quedó mirando por un momento eh hizo una mueca con la boca. Rebeca le sonrió y se apoyó en la barra, para acercarse más a él.
–Ni modo, es el precio por dejarte vivir en mi casa. En el cuarto de lavado del patio, están todas las cosas para limpiar.
–Pensé que tendrías a alguien que te hiciera la limpieza– refunfuñó el muchacho.
–Pues sí, eres tú– bromeó Rebeca soltando una pequeña risilla.
–Que graciosita…
–Bueno, si, tenía a una señora. Pero es mejor que te ponga a hacer cosas para que no te vuelvas flojo. Cuando yo estudiaba no tenía a nadie que hiciera el aseo por mi
Rodrigo se resignó, después de todo en la casa de sus padres también ayudaba con la limpieza e incluso de vez en cuando lo ponían a cocinar.
Terminó de cenar, se duchó y se sentó frente a su computadora a pasar el tiempo. De un momento a otro comenzó a escuchar música, parecía que venía de la casa de alado. Se acercó a la ventana y abrió un poco las cortinas. Veía luz en la ventana frente a la suya y precisamente de ahí venía la música, pero no podía ver nada pues aquella ventana también tenía cortinas. Pudo reconocer el sonido de una voz femenina, parecía ser Lorena, la chica con la que su hermana había hablado hace unas horas.
No podía entender lo que decía, estaba muy lejos y la música distorsionaba las palabras. Cerró la cortina y simplemente recordó la imagen de la chica… realmente era inolvidable. Aún así el chico calmó sus ansias y se dignó a seguir navegando por internet hasta que el sueño lo alcanzase.
––
La mañana siguiente era sábado. Despertó bastante temprano, pero aún así, su hermana ya no se encontraba en casa. Salió al patio por la puerta corrediza de la cocina y se dirigió al pequeño cuarto de lavado, justo al fondo.
Dentro había una lavadora, una secadora, cubetas y un montón de productos de limpieza, además de las escobas, trapeadores y la aspiradora. Rodrigo sacó esta última junto con el trapeador, una cubeta y un limpia pisos.
Terminó de limpiar la planta baja y se puso a desayunar. Después subió al segundo piso y comenzó por el cuarto de su hermana. Al entrar lo primero que notó fue la enorme cama que tenía y obviamente el ropero, lleno de ropa y zapatos
<<¿Para qué quieren las mujeres tantos zapatos?>> se preguntó el joven.
Una vez terminado de limpiar los pisos de todos los cuartos continuó con los baños. Tenía que limpiar el de abajo, el que él usaba en la planta superior y el del cuarto de su hermana. En este último se tardó mucho mas, era el más grande y tenía una especie de tina, pero parecía más un mini yacusi.
Cuando se dispuso a limpiar el retrete notó que había ropa encima, entre ella había una tanga y un sostén de color negro con un encaje sencillo. Rodrigo lo tomó admirando con curiosidad y por un momento en su cabeza le cruzó la imagen de su hermana vistiendo solamente esas prendas. Sus senos recubiertos por la tela negra y engalanados por el encaje, la tanga cubriendo solamente lo necesario, pero dejando al descubierto las nalgas y las caderas de su hermana. No pudo evitar que su miembro se levantara debajo de sus pantaloncillos. Ofuscado hizo bolita la ropa interior y la tiró en el cesto de ropa sucia que tenía al lado. <<En que mierda estoy pensando>> se dijo en sus adentros mientras continuaba con su labor.
Una vez terminado sus deberes se tiró sobre uno de los sillones de la sala y se puso a ver televisión. Rato más tarde escuchó la puerta del garaje abriéndose y consecutivamente la camioneta. Su hermana había llegado.
–¿Te cansaste?– preguntó Rebeca al entrar y ver como Rodrigo estaba desparramado en el sillón.
–Claro, con tremenda casa, ¿Quién no se cansa?
–Bueno, cenicienta, deja de llorar– dijo la joven sonriendo –vístete, vamos al centro comercial a comer y a comprar algunas cosas que necesito.
Rodrigo obedeció, se puso unos jeans, una playera y unos tenis. Su hermana ya lo esperaba abajo, ésta solamente había tenido que dejar su maletín, no necesitaba cambiarse de ropa. Llevaba una camisa blanca con mangas cortas y abombachadas, una falda entubada que le llegaba por encima de las rodillas y que se le ceñía a su figura, unas medias y zapatos negros con tacón alto. El cabello largo y amarrado en una cola de caballo con algunos flequillos en el frente.
Rodrigo bajó y se notaba la diferencia entre los gustos de ambos.
–Sabes que… también te vamos a comprar ropa de una vez, no puedo permitirte andar con esos harapos– dijo su hermana bromeando.
Rodrigo no dijo nada, la verdad era que todas sus prendas ya eran algo viejas, aunque tampoco le gustaba andar muy elegante, el era simple y así le gustaba.
Pasaron toda la tarde juntos. Su hermana divertida paseando de tienda en tienda comprando y probándose ropa, zapatos, aretes y lentes. Rodrigo simplemente era arrastrado, de vez en cuando deteniéndose en alguna tienda para caballeros para comprar uno o dos artículos.
Por fin regresaban a casa, la cajuela de la camioneta estaba casi llena de bolsas, tres cuartos le pertenecían a Rebeca y el resto a Rodrigo.
–Mañana no hagas mucho ruido en la mañana– le advirtió Rebeca –es mi único día de descanso y me quedo dormida hasta muy tarde.
Rodrigo respondió afirmativamente con un –ajá
Pasaron la tarde viendo películas en la sala y platicando sobre cosas del pasado.
–¿Por qué sigues siendo soltera?– le preguntó Rodrigo a su hermana en una de esas conversaciones.
Rebeca suspiró mirando al techo y recostándose sobre el respaldo del sofá.
–¿Te acuerdas de Tony?
–Sí, lo llevaste varias veces a casa para navidad
–Bueno, pues estuvimos cerca de casarnos. Claro que nunca me lo pidió, pero yo sentía que estábamos cerca de dar ese paso. Pero el muy desgraciado me engañó. Según él, que por que no le dedicaba tiempo y me dijo “¿Para qué quieres que me case contigo, si ya tienes un matrimonio con tu trabajo”. Era un idiota, aunque es cierto que mi trabajo me consumía y me consume mucho, pero es algo importante para mí. No debía de tomar eso como excusa para engañarme.
–¿Entonces que debía de haber hecho, cortarte?– preguntó Rodrigo tratando de entender un poco la situación. Realmente nunca conoció muy bien al tal Tony, solo unos saludos, algunos comentarios tontos y nada más.
–No, podría haberme dicho que se sentía abandonado… o bueno, si cortarme también era una opción. Pero bueno, al final el ya no importa. Traté de salir con gente de la oficina, pensé que podrían ser una buena pareja ya que trabajábamos en los mismos horarios y nos comprenderíamos, pero era un gran error. Algunos solo buscan aprovecharse para que los suba de puesto, otros son unos machistas que no quieren que su pareja sea su jefa. Y si trato de salir con mis superiores, corro el riesgo de que si me peleo con ellos me despidan. Al final me rendí, aún soy joven, ya tendré tiempo para el amor en unos años más.
Enseguida Rebeca miró a Rodrigo con una sonrisa picara.
–¿Y qué hay de ti? ¿Tienes a una Julieta esperando por tu regreso?– La joven no pudo evitar reírse. Rodrigo solo se limitó a girar los ojos.
–Nah, nunca eh tenido novias en serio, quiero decir, ya sabes… no pasábamos de besos y caricias.
–Espera– Rebeca abrió la boca algo sorprendida y lo señaló –o sea que ¿eres virgen? O… ¿eres gay?
Rodrigo enseguida se sintió incomodo por las preguntas. Realmente no le gustaba admitir que todavía era virgen, pero tampoco le gustaba que creyeran que era gay; su madre le había preguntado lo mismo hace ya algún tiempo.
–No, no soy gay… ¿y que si soy virgen?– se dignó a contestar algo ofuscado.
–Bueno, tal vez aquí puedas cambiar eso– Le dijo Rebeca tirando una carcajada al aire.
––
El domingo llegó. Nuevamente Rodrigo se sentía solo en casa al no percibir la presencia de su hermana por ningún lado, aunque ésta se encontraba encerrada en su cuarto durmiendo.
Bajó a la cocina para hacerse su desayuno. Trató de sacar una sartén de la alacena, pero al jalarla se llevó consigo otras más que cayeron estrepitosamente al suelo. Rodrigo se encogió de hombros y apretó los dientes. Cuando llegó el silencio corrió hacia las escaleras para tratar de escuchar algo. No hubo respuesta alguna. Parecía que el ruido no se había escuchado lo suficientemente fuerte arriba o su hermana tenía el sueño muy pesado.
Cuando se hubo satisfecho, regresó a su cuarto a jugar en la computadora. De un momento a otro le entraron ganas de ir al baño y salió de su cuarto dejando la puerta abierta. Mientras orinaba, se vino una ventisca por su ventana que hizo que la puerta se cerrara de un portazo.
El ruido fue tan fuerte que incluso, lo asustó eh hizo que salpicara fuera de la taza. Salió del baño y se acercó a la puerta de su hermana, nuevamente no escuchaba nada del otro lado. Abrió lentamente y con suma precaución trató de identificar a su hermana en la oscuridad de la habitación. Rebeca seguía completamente dormida, sin duda, tenía el sueño pesado, ganado por las noches de desvelo y las madrugadas del día a día.
Salió del cuarto y regresó al propio. La mañana transcurrió sin otro percance. Rodrigo se encargó de pedir comida a domicilio y para cuando ésta llegara Rebecca ya estaría despierta. Se le podía ver con un short que le llegaba por encima de los muslos hecho de tela y una blusa de algodón. Estaba completamente despeinada y sin rastro de maquillaje en el rostro. Se veía bastante normal, aunque debería de ser por la cantidad de cremas y menjurges que tenía en el baño.
La tarde transcurrió tranquila. Rebeca se encerró en su cuarto al terminar de comer y no salía para nada. Rodrigo por su parte se quedó en la sala viento tv. De pronto, sonó el timbre. Rodrigo se levantó y salió. Para su sorpresa era aquella chica, Lorena, venía vestida con unos pantaloncillos cortos de mezclilla y una blusa de tirantes que dejaban ver parte de su enorme busto.
Rodrigo trató de mantener la mirada arriba, enfocado en los ojos verdes de la chica. Realmente le estaba costando mucho. Sin embargo la chica sujetaba un traste de plástico con ambas manos, lo cual hizo que Rodrigo bajara la mirada y pudiera posar los ojos por un instante en esas descomunales tetas. La joven le sonrió algo nerviosa, era la primera vez que lo veía.
–¿Se encuentra Rebeca?
–Sí, ahorita la llamo, pasa– dijo Rodrigo mientras le habría la reja. Enseguida ambos entraron a la casa, Rodrigo siguió de largo y subió las escaleras. Tocó la puerta de su hermana.
–¿Qué?– Respondió ella de forma seca.
–Vino a verte Lorena.
Enseguida se abrió la puerta y Rebeca salió. Bajó las escaleras seguida por Rodrigo. Las chicas se saludaron de bezo y enseguida Rebeca hizo las presentaciones.
–Rodrigo, Lorena una buena amiga. Lorena, mi hermano Rodrigo, había olvidado decirte que viviría conmigo, ya sabes vino a la universidad.
–¡oh, genial! ¿Dónde estudiaras?– preguntó Lorena.
–En la facultad de ingeniería de la universidad autónoma
La chica levantó ambas cejas con sorpresa.
–Estudiaremos en el mismo campus, yo estudio en la facultad de química.
Rodrigo estaba a punto de decir algo cuando su hermana le interrumpió
–Eso es excelente, ¿podrías acompañarlo entonces mañana a la parada del autobús?
–No hay problema, después de todo los primeros días todos tenemos el mismo horario– afirmó la joven. Lorena era dos años más grande que Rodrigo, así que llevaba más tiempo en la universidad.
Rodrigo apenas y prestó atención a lo que decían, no había soportado no mirar los enormes y redondos senos de Lorena. Sin embargo no retuvo la mirada ahí, no quería ser descubierto por ella o por su hermana con una mirada tan indecente.
–Por cierto– La chica le extendió los brazos a Rebeca entregándole el traste que traía –mi madre hizo brownies.
Rebeca se lo agradeció, enseguida abrió el traste sacando uno y le ofreció a Rodrigo, el cual también tomó uno.
–Bueno, entonces me retiro– dijo Lorena –No me hagas esperarte mucho mañana eh– le advirtió a Rodrigo. El chico se sintió algo incomodo, pero asintió con la cabeza. Rebeca acompañó a la chica hasta afuera y se despidió de ella. Rodrigo se quedó comiendo el bocadillo mientras repasaba lo que había pasado. Tenía suerte de llevar un bóxer apretado y unos pantaloncillos holgados, así que su erección no se le podía notar.
Su hermana regresó dentro y guardó el traste con los pastelillos en el refrigerador. Ambos subieron las escaleras encerrándose en sus respectivos cuartos.
Rodrigo todavía seguía excitado, de buenas a primeras le entraron las ganas de desahogar el morbo que traía, así que se sentó frente a su computador, se bajó un poco los pantaloncillos y el bóxer, dejando su pene al intemperie. Buscó una página de videos y justamente comenzó a buscar “rubia tetona”, después de todo eso era lo que lo traía excitado.
Encontró un video adecuado y se colocó los auriculares. Enseguida comenzó a masajearse el tronco de la verga lentamente. En la escena, la joven rubia comenzaba a desvestirse masajeándose las tetas y paseando sus manos por toda su figura. Enseguida aparecía el afortunado que se la follaría. La chica se arrodilló tomando el pene de aquel hombre y comenzó a mamarlo. Rodrigo bajó la piel para dejar su glande al descubierto, ligeramente aceleró el movimiento de su mano.
La chica del video entonces comenzó a acelerar la mamada, hilos de saliva se estiraban entre sus labios y el glande de aquel hombre cada vez que se sacaba la verga de la boca. Enseguida el hombre tomó a la rubia, la colocó en cuatro obligándola a levantar el culo y dejando su vagina expuesta. La lubricó con su saliva y acercó su glande, con el cual acarició de arriba hacia abajo lo labios externos de la mujer.
Rodrigo había comenzado a frotar su glande, el cual ya tenía liquido pre seminal saliéndole por la excitación. El hombre penetró lentamente a la chica y le hundió la pija hasta el fondo haciéndola gritar. Ambos comenzaron a mover las caderas en un vaivén acompasado. La mujer gemía fuertemente en los oídos de Rodrigo.
En ese momento Rebeca se posó frente a la puerta de la habitación de su hermano. Tocó la puerta.
–Oye, ¿quieres algo para cenar?
No hubo respuesta. Rebeca hizo una mueca y abrió la puerta.
–Oye, que si no …
Su mirada se posó en la mano de su hermano, la cual se movía de arriba a abajo acariciando con fuerza su pene. El chico no escuchó la voz de rebeca y mucho menos la puerta siendo abierta. Rebeca cerró la puerta lentamente mientras un sonrojo pasaba por sus mejillas. Se retiró tratando de olvidar lo que había visto, no esperaba aquello.
Rodrigo estaba tan concentrado que ni se había dado cuenta de lo que había pasado, estaba a punto de llegar al clímax. De hecho cuando Rebeca entró había acelerado aún más la mano. Tardó solo unos momentos más y entonces se vino. Tenía papel higiénico preparado para limpiarse la mano y el suelo, donde también su semen terminó.
Suspiró aliviado. Cerró la pagina, se subió bóxer y pantalón, y tiró los papeles en el cesto de la basura.
–uff… que buena que estuvo– susurró para sí mismo.
Unos veinte minutos más su hermana volvió a tocar su puerta. Esta vez Rodrigo le dijo que pasara. Al abrir la puerta Rebeca volteó a ver la entrepierna de su hermano, fue como un acto reflejo, pero enseguida levantó la vista.
–¿Quieres algo para cenar?– preguntó ella.
–Sí, claro.
–Hice quesadillas, están en la barra de la cocina.
La joven cerró la puerta tras de sí y se sintió avergonzada <<¿Por qué volteaste a ver de nuevo?>> se reprochaba a sí misma.
––
El despertador sonó a la siete en punto. Rodrigo, desganado y con los ojos pesados, se levantó de la cama. Comenzó a cambiarse y se arregló un poco más en el baño. Cuando bajó, se topo con su hermana, vestida con un traje negro y con el pelo suelto.
–Nos vemos más tarde, que te vaya bien– Le dijo Rebeca mientras tomaba su maletín y salía de casa.
Desayunó un tazón de cereal y subió para cepillarse los dientes y tomar su mochila. Salió de casa cerrando con llave la puerta y la reja.
–Buenos días– Dijo la dulce voz de Lorena.
–Buenos días– le respondió el chico volteándola a ver y dedicándole una sonrisa. Enseguida comenzaron a caminar en dirección a la parada de autobús. Rodrigo se quedó detrás de ella siguiéndola y para darse el tiempo de apreciarla.
La chica llevaba una playera tipo polo blanca y unos pantalones de mezclilla que se le ajustaban bastante en las caderas y en las nalgas. Rodrigo no pudo evitar sonreír cuando un pensamiento se le pasó por la cabeza <<No le basta tener unas tetas tan buenas, también tiene un culo como para darle todo el día>>.
Enseguida sus pensamientos fueron interrumpidos por la chica.
–¿En qué carrera estás?
–Ingeniería industrial. ¿Y tú?– Le respondió él mientras apresuraba el paso para ponerse a su lado.
–Química farmacéutica biológica– Rodrigo se sorprendió un poco, la chica lo notó y sonrió –No soy solo una cara bonita.
Enseguida llegaron a la parada. No quedaba muy lejos, pero sin duda Rodrigo se hubiera perdido. Habían un par de personas más esperando por el transporte. Llegó el bus y subieron, obviamente Rodrigo con un gesto de amabilidad dejó pasar primero a Lorena. Mientras subían los escalones de la entrada no pudo evitar verle el culo, lo tenía tan cerca que se veía enorme y redondo. Sintió las ansias de acercar aún más el rostro y enterrar la cara entre las nalgas de la chica. Se detuvo y miró hacia otro lado, podía sentir como su pantalón le apretaba la entrepierna.
Al subir, también se dio cuenta de las miradas indiscretas de otros hombres hacia Lorena. Algunos solo le veían las tetas, otros se fijaban en su trasero. Enseguida desviaban la mirada para no ser descubiertos, pero eso era estúpido, Lorena se daba cuenta ya que eran muy indiscretos. Aún así ella los ignoraba, tampoco era que le molestara ni nada.
La mayoría de los asientos estaban ocupados, así que tuvieron que ir hasta la parte trasera donde habían lugares. Se sentaron juntos y siguieron conversando sobre la escuela. De vez en cuando Rodrigo bajaba la mirada hacia los senos de Lorena, estos rebotaban y se movían cada vez que el bus pasaba por un tope o una irregularidad de la calle. Tenía la mochila encima de sus piernas así que no importaba que estuviera excitado, nadie se daría cuenta de su erección.
Cuando llegaron a la escuela se despidieron sin más. Rodrigo trató de ubicarse en los edificios mientras buscaba el aula en donde se les daría una especie de introducción a la carrera y cosas así.
No pudo encontrar el lugar así que se acercó a un chico que iba caminando por uno de los pasillos. Este casualmente estaba yendo al mismo lugar, de hecho estaba en la misma carrera que él. Así que le acompañó. El nombre del joven era Alfonzo, era moreno, delgado y ligeramente más bajo que Rodrigo. También era muy alegre y de hecho hizo reír bastante a Rodrigo con sus comentarios y conversaciones a lo largo de la mañana.
Al final del día les entregaron sus horarios y los retiraron temprano. Rodrigo regresó a casa y se preparó el almuerzo. Pasó parte de la tarde jugando en la computadora hasta que llegó su hermana. Fue a recibirla y charlaron sobre lo que había pasado en el día.
Ya mas entrada la noche su hermana le habló desde el piso inferior y Rodrigo bajó.
–Lleva esto acá alado– Dijo mientras le entregaba el traste que Lorena había traído la noche anterior.
–¡¿Ya te los acabaste?!
–Pues para eso son, para acabárselos– le respondió ella.
Resignado, tomó el traste y lo llevó a la casa de alado. Tocó el timbre y enseguida abrió Lorena. Llevaba una calza que se ajustaba a sus piernas y un top de tirantes del mismo material que realzaban el enorme busto, llevaba el pelo recogido y unos tenis. Enseguida Rodrigo movió los ojos algo nervioso, sentía como si la estuviera viendo desnuda.
–eh… Tra… Traigo el traste que nos prestaste ayer.
La joven lo tomó sonriéndole y agradeciéndole.
–¿Qué tal tu primer día?–le preguntó entonces la joven.
–Ah, bien, ya sabes, siempre son bastante aburridos los primeros días.
Enseguida la chica tomó una mochila que estaba ahí cerca de la puerta y se la echó al hombro.
–Sí, me imagino– le contestó ella mientras cerraba la puerta tras de ella –Me gustaría que me contaras más, pero ahora voy al gimnasio, pero nos vemos mañana ¿no?
Rodrigo se quedó pensante tratando de recordar su horario y luego negó con la cabeza.
–No, mañana entro bastante tarde.
–Lastima… pero bueno, ya nos tocará un día de estos– dijo la joven encaminándose y despidiéndose con la mano.
Rodrigo se despidió y la siguió con la mirada, se perdió en el contoneo de caderas y ese culo tan gordo que tenía la chica. Prácticamente podía verle la raja entre las nalgas ya que la tela se le metía en el medio.
Cuando su vista ya no pudo verla más, regresó a casa.
––
La mañana siguiente fue más tranquila. Se había levantado tarde ya que sus clases comenzaban casi al medio día. Obviamente se encontraba solo. Se preparó un buen desayuno y se alistó para salir.
Ya en la escuela le tocó una clase en donde les pidieron hacer equipos de tres. Obviamente Rodrigo se juntó con Alfonzo, el chico que había conocido el día anterior. Pero les faltaba un integrante y no conocían a nadie más. Repentinamente Alfonzo le señaló a una chica que parecía estar quedando rezagada y que estaba a unos asientos de ellos.
–Oye– le susurró Rodrigo y la chica lo miró a ver–Si no tienes equipo, puedes juntarte con nosotros.
La chica se levantó y arrastró su silla hasta quedar junto a ellos. La joven vestía una blusa verde obscura con un estampado de la trifuerza dorada en el pecho y con otros detalles, una falda a cuadros negros y rojos que le llegaba arriba de las rodillas, unas botas negras y un montón de pulseras de distintos colores y formas en cada muñeca. Su piel era ligeramente más tostada que la de Rodrigo, su cabello era negro, ligeramente ondulado y apenas le llegaba a los hombros. Detrás de sus gafas se veían unos ojos oscuros, enormes y expresivos. Era bastante delgada e igualmente de estatura baja.
La chica se les quedó mirando a ambos. Alfonzo se sintió incomodo enseguida por el silencio.
–Si… bueno, soy Alfonzo
–Rodrigo…– Este le sonrió ligeramente por compromiso.
La chica sonrió de vuelta. La verdad es que la chica era un poco rara y callada, pero su rostro era tan delicado y fino que la podías encontrar ridículamente tierna.
–Soy Sofía
Enseguida les dieron las instrucciones de la actividad y se pusieron a trabajar. A Rodrigo le había llamado la atención el estampado que llevaba Sofía en su blusa. Tenía curiosidad de saber si la chica realmente sabía lo que significaba ese símbolo. Por un momento pensó en preguntárselo, pero ¿Cómo hacerlo sin que sea malinterpretado? No quería que ella pensara que para él era una de esas chicas que dicen ser gamers y ni saben diferenciar entre Link y Zelda.
Al final encontró la pregunta correcta, algo mas indirecto.
–¿Te gusta “The leyend of Zelda”?– le dijo susurrando. Si ella no entendía no tendría que decirle nada y solo le diría que olvidara lo que dijo.
–¿Lo preguntas por la imagen de mi playera?– Fue la respuesta de la joven. Rodrigo sonrió y asintió. Se salvó de un momento que hubiera resultado incomodo.
–Claro, tengo todos los juegos.
–¿Hasta los de NES?– preguntó algo escéptico Rodrigo.
–Sí, pero obvio no tengo el NES, los tengo en consola virtual.
Alfonzo levantó la mirada de su cuaderno.
–Hey nerds, tenemos tarea que hacer.
La chica bajó la cabeza entre risillas. Rodrigo solo sonrió mirándola de reojo y luego a Alfonzo, el cual seguía trabajando.
Tuvieron varias clases juntos a lo largo de la mañana, así que cada vez que se veían en un aula se sentaban juntos y hablaban acerca de juegos y otros de sus hobbies. Sofía era de esas chicas que les gustaban los juegos, los animes y leer libros de romances raros. Eso explicaba su peculiar forma de vestirse y lo introvertida que era con los demás.
En una de esas clases Rodrigo le preguntó.
–¿Dónde conseguiste tu blusa?
–La compré en una tienda del centro, pero solo la blusa, sin el estampado, eso ya lo diseñé yo y en la misma tienda me lo imprimieron. Si quieres puedo llevarte después de clases, casi siempre voy ahí a visitar a una amiga.
–Sí, está bien. Después de todo no tengo nada que hacer.
Dicho y hecho. Al salir de clases tomaron el transporte público para ir al centro. De paso entraron a un restaurante de comida rápida, así no se sentirían presionados por la comida y Rodrigo no tendría que cocinar al llegar a casa.
Salieron pues, en dirección a la tienda. Era un establecimiento bastante grande y de hecho era relativamente famoso para los que les gustaban todo lo que estaba fuera de lo común. Tenían mercancía que podías encontrar comúnmente en convenciones de juegos y anime. Tenía incluso una sección para darquetos, rockeros, emos y cualquier otra cultura suburbana. De hecho, en la parte de arriba era un salón de tatuajes y persings. También vendían y alquilaban disfraces de todo tipo.
Enseguida se fueron hasta el fondo de la tienda, donde había un muro lleno de playeras y blusas acomodados por colores, todas estas sin ninguna clase de estampado o adorno, eran las que usaban en la impresora. Ahí, detrás de un estante había una chica aproximadamente de la misma estatura de Rodrigo, tal vez centímetros más baja. Era todo un personaje a simple vista. Cabello color vino, obviamente tintado. Unos ojos miel que se veían mucho más brillantes gracias al maquillaje oscuro que cubrían los parpados de la chica. Sus labios pintados de un rojo muy similar a su cabello. Tenía un persings en el labio, la nariz, la ceja izquierda y muchos más en ambos oídos.
Su piel era muy pálida y se notaba mas por sus ropas negras. Llevaba una playera con el logotipo de la tienda estampado en el pecho. Su busto no resaltaba mucho, pero sin duda tenía su gracia; las ropas holgadas nunca dejaban ver las cosas como realmente son. Más abajo, destacaban sus dedos llenos de anillos y sus muñecas cubiertas por pulseras de cuero. No se le podía ver nada mas a causa del estante.
Por alguna razón a Rodrigo se le pasó por la mente la imagen de una vampiro.
–¡Ale!– Gritó Sofía mientras saltaba el estante para abrazarse al cuello de su amiga. Ésta le sonrió y la levantó sin mucha dificultad. A Rodrigo le tomó por sorpresa el cambio tan dramático de Sofía, pero tal vez era a causa de la confianza que tenía en ese lugar y con esas personas.
–¿Qué hay?, te esperaba desde hacer rato, pensé que ya no vendrías
Sofía volteó a ver a Rodrigo y lo señaló.
–Es su culpa, pero, déjame presentártelo. Es Rodrigo, un compañero de la escuela.
–Mucho gusto– dijo Rodrigo mientas le extendía la mano. La chica se la tomó mientras respondía.
–Alejandra
Enseguida y sin soltarle la mano a Rodrigo, entrecerró los ojos y su sonrisa se amplió.
–¿Estas tratando de robarme a mi inocente Sofía?
Rodrigo no pudo evitar sentirse incomodo, pero antes de poder contestar, Sofía se separó de su amiga y le dio un ligero empujón.
–Hey… solo somos amigos, me acompañó porque está interesado en las playeras estampadas.
Alejandra comenzó a reírse. Por fin liberó la mano de Rodrigo y este sonrió con nerviosismo. No sabía en lo que se había metido.
–Bueno, en ese caso veamos si tenemos algo para tu gusto, aunque también puedes traer tus propios diseños y nosotros nos encargamos de imprimirlo.
Alejandra, sacó entonces varias carpetas con un montón de diseños en ellos. Rodrigo pasó buen rato ojeando, mientras Sofía miraba los nuevos disfraces de la tienda.
Al final algunos diseños le habían llamado la atención, pero no terminaban de convencerle.
–Bueno, puedes pedirle a Sofía que te haga un diseño a tu gusto– sugirió Alejandra –a ella se le da bastante bien.
–Sí, ya se lo pediré luego.
Pasó un rato más en la tienda viendo y curioseando entre todas las cosas que vendían. Después de un rato se despidió de ambas y se fue a casa.
Pasó la tarde haciendo sus tareas y perdiendo el tiempo como siempre, todo normal. Casi al anochecer llegó su hermana. Le tocó la puerta y le dijo que se iría al gimnasio. Rebecca a pesar del poco tiempo libre que tenía, le gustaba mantener su figura, así que todos los martes y jueves hacía ejercicio. Rodrigo estaba tan distraído con sus cosas que no le dio gran importancia.
Mas tarde y cerca ya de la media noche, cuando se disponía a dormir escuchó nuevamente música en la casa de Lorena y podía reconocer su voz; pero nuevamente no entendía lo que decía. Aquello era algo que le producía curiosidad, pero ya lo averiguaría otro día.
––
Al día siguiente le tocaban clases desde temprano. Se le había hecho ligeramente tarde, así que al salir de casa tuvo que correr a la parada de camiones. Casualmente ahí estaba Lorena esperando el transporte también.
Llevaba el cabello amarrado en un trenza que recorría su espalda. Esta vez llevaba una blusa de color azul marino, bastante sencilla y unos jeans. No importaba lo simple que se vistiera, siempre se veía buena. No podía esconder esa calidad de carne.
La chica saludó a Rodrigo mientras este recuperaba su aliento.
–La almohada no te soltaba ¿verdad?–rió la chica.
–Algo así, olvidé poner el despertador
–Bueno, pásame tu número y si quieres, los días que nos toca viaje juntos puedo mandarte un mensaje para levantarte.
Intercambiaron números mientras llegaba el bus.
Una vez llegó, venía bastante lleno. Les tocó ir parados. Conversaban tranquilamente, nuevamente sobre la escuela y esa clase de cosas banales. De pronto y sin previo aviso el bus frenó. Esto hizo que todos los que estaban parados fueran empujados hacia adelante.
Lorena estuvo a punto de caerse, de hecho esta a su vez había empujado a Rodrigo con su cuerpo, pero Rodrigo rápidamente se agarró de una de las sillas y trató de empujar a Lorena hacia el otro lado para que no callera.
Todo había sucedido en cuestión de segundos, pero cuando ambos recuperaron el equilibrio, Rodrigo se dio cuenta de que había apoyado su mano sobre el pecho de Lorena. Pudo sentir lo grande que era y también la consistencia suave y esponjosa. Su mano apenas y podía sostener la teta entera.
Quitó la mano de inmediato –Lo siento– dijo volteando hacia otro lado y sintiendo una enorme erección en sus pantalones.
La chica no contestó nada en lo absoluto. Parecía como si no lo hubiera notado, pues siguió la conversación como si nada. Aunque tal vez solo se hacía la desentendida.
Al llegar al campus se despidieron sin más. El día pasaría normal, Rodrigo le pediría a Sofía que le hiciera un diseño para imprimir y le daría los detalles de lo que quería. La chica aceptó gustosa. Le pidió su teléfono para poder mantenerse en contacto.
La jornada escolar trascurrió con normalidad, así que el chico regresó a casa, compró algunos ingredientes y al llegar a casa se puso a cocinar su almuerzo.
Se hizo bastante tarde enseguida. Ese día había tenido bastante tarea, así que para cuando terminó se sintió realizado. Se levantó de su silla y estiró los brazos. En ese momento tenía las cortinas abiertas, así que su mirada coincidió con la ventana de Lorena. Eso le hizo recordar la sensación de la teta en su mano. Enseguida su verga se le puso tiesa como una vara.
Las ganas de desahogarse y de recompensarse por las tareas realizadas, lo llevaron inmediatamente a ponerse los auriculares y a buscar una buena porno para pajearse.
Había tardado en encontrar algo bueno y eso dio lugar a que su hermana llegara de trabajar. Como era costumbre, Rebeca subió y tocó la puerta de su hermano. No recibió respuesta. Por un momento recordó lo que había pasado la última vez que Rodrigo no le había respondido, así que dio media vuelta y se iba a ir, pero algo en su interior la detuvo. Una extraña curiosidad en su cabeza la hizo encarar la puerta de nuevo y acercar la mano al picaporte.
Abrió ligeramente la puerta, apenas dejando una brecha para que pudiera ver con su ojo izquierdo. Apenas y veía el rostro de Rodrigo. Éste estaba recostado sobre el respaldo de la silla mirando el monitor, donde se podía ver la película porno. Rodrigo tenía su verga agarrada y la frotaba lentamente, tratando de llevar el mismo ritmo que el hombre en el video.
Rebeca fijó su mirada en el miembro de su hermano y comenzó a recorrerlo de arriba abajo. Miraba como el glande se ponía brilloso por el flujo pre seminal que salía de la punta y se deslizaba por los lados embarrando el tronco y parte de los dedos de Rodrigo.
Mientras lo observaba, no se dio cuenta de que había comenzado a acariciarse las piernas. Llevaba una falda entubada que le llegaba a la mitad de los muslos, era lo bastante corta como para, con solo levantarla un poco, poder echarle un vistazo a su ropa interior rosada. Enseguida sintió un cosquilleo en la entrepierna y luego algo de humedad en los labios de su vagina. No pudo evitar tocarse el interior de sus muslos y subir lentamente hasta que su mano tocara su tanga, justamente en el área de su concha. Pudo sentir la humedad y también la hinchazón de sus labios. Movía sus dedos lentamente, mientras comenzaba a jadear.
De pronto Rodrigo se movió de forma violenta. Rebeca se asustó y se alejó de la puerta. Había dejado de tocarse y llevó sus manos a su pecho. Sintió su corazón acelerado, tanto por el susto de ser vista, como por la excitación.
Se acercó de nuevo. Rodrigo solo se había acomodado en la silla. La joven suspiró y cerró la puerta lentamente. Lo que había hecho era muy peligroso y no entendía el por qué lo hizo.
Se retiró a tomar una ducha fría, no había perdido la excitación, pero realmente se sentía culpable.
Rodrigo, por otro lado, se dio un placer libre de culpa e ignorante de lo que había pasado en la puerta de su habitación.
Más tarde le llegó un mensaje a su celular. Era de Sofía. Al parecer había terminado el diseño. Le mandó una foto. Rodrigo se emocionó y le contesto dándole las gracias y que esperaba con ansias verla mañana.
Enseguida entró un nuevo mensaje, esta vez era de Lorena.
“¿Mañana entras temprano?” decía el mensaje.
“Si y ¿tu?” respondió Rodrigo.
“No, lástima, tendrás que ir solito”
Rodrigo sonrió.
––
Tal cual. A la mañana siguiente se fue solo. Una vez más se fue parado en el transporte público. Lo más incomodo era que en vez de ir acompañado por una hermosura como Lorena, iba acompañado por un montón de pre adolecentes ruidosos que venían diciendo pendejada y media, y riéndose como si anduvieran en su casa. Por alguna razón iba más apretado que de costumbre.
Se sintió aliviado una vez que llegó a la escuela y no solo eso, sino que además estaba emocionado por ver a Sofía. Se la topó en uno de los pasillos y la saludo amablemente. Ella le hizo mil preguntas acerca del diseño, “¿Realmente te gusto? ¿Estaba bien esta parte? ¿Se notan bien los colores?... etc”.
Rodrigo solo se reía y le decía que todo estaba perfecto, que no se preocupara, le encantaba el resultado final. Quedaron en que iría a la tienda juntos al salir de clases.
En una de esas horas, Rodrigo estaba en una clase con Alfonzo, una en la que Sofía no estaba con ellos.
–Oye, después de clases ¿quieres ir a echar unas retas de FIFA?– le preguntó Alfonzo.
–No puedo, tengo planes.
Alfonzo lo miró extrañado. Alfonzo sabía que Rodrigo no tenía muchos conocidos en la ciudad y que normalmente pasaba sus tiempos libres en casa, así que “tener planes” era algo raro e intrigante. Así que el joven sonrió maliciosamente.
–¿Con quién, picarón?
Rodrigo quitó la mirada del frente para ver a su amigo, el cual le sonreía.
–Con Sofía, pero no esa clase de planes…
–A mi no vengas con eso, te eh visto muy cercano a ella en clases.
Ambos regresaron la mirada al pizarrón antes de que les llamaran la atención.
–Pues claro, es mi amiga, yo soy muy cercano a ti en clases también y no por eso me gustas ¿o sí?– Respondió Rodrigo mientras apuntaba cosas en su libreta.
–Pues no sé. ¿Te gusto?
Rodrigo lo volteó a ver con los ojos entrecerrados, no se podía creer que le preguntara eso. Enseguida Alfonzo se acercó un poco a él.
–Se que no puedes resistirte a mis encantos, soy hermoso– Bromeó Alfonzo.
Rodrigo sonrió ampliamente, trató de no carcajear y se llevó la mano a la cara con algo de vergüenza. ¿Qué clase de amigo se había conseguido?.
La hora de salir llegó y Rodrigo se vio con Sofía en la puerta principal. Justamente como la vez anterior, se detuvieron a comer en el restaurante de comida rápida. Luego simplemente le entregaron a Alejandra el usb donde cargaban el archivo del diseño.
–Bueno, esto se va tardar un buen rato, así que puedes venir por él mas tarde o mañana– dijo Ale.
–Supongo que vendré mañana.
Enseguida Sofía le advirtió.
–Mañana tengo clases hasta muy tarde. No voy a poder venir.
Alejandra soltó una carcajada al aire.
–No te preocupes, yo te lo cuidaré.
Sofía infló las mejillas y frunció el entrecejo mirando a su amiga.
–No lo decía por eso… Simplemente me hubiera gustado ver la playera impresa.
–¿Entonces te importa más la playera que mi seguridad?– preguntó Rodrigo en tono de broma.
Alejandra rió –¡Te atraparon!
–¡Ash!... ¿ahora te pones de su lado?– preguntó Sofía a Rodrigo mientras se cruzaba de brazos. Ale y Rodrigo rieron ante su reacción.
Se despidieron de Alejandra y después se despidieron entre ellos. Realmente se divertía bastante junto a esas dos, sin embargo aún creía que se estaba haciendo amigo de personas raras. Tal vez solo su hermana y Lorena eran normales… no, su hermana era una adicta al trabajo, ella era anormal a su manera.
Llegó a casa y simplemente pasó una tarde rutinaria. En esta ocasión cuando llegó su hermana, él se encontraba en la sala viendo televisión, así que enseguida se abrió la puerta, se saludaron.
–Traje cena, por si quieres– dijo Rebeca mostrándole la bolsa que traía. Rodrigo asintió y le ayudó con la bolsa.
Fueron hasta la cocina, pero Rebeca pasó de largo.
–Guarda mi parte en el refrigerador.
–Hoy tienes gimnasio ¿verdad?– preguntó el chico.
–Sí.
Rodrigo obedeció y se sentó en la barra de la cocina a comer. Una vez terminó puso algo de orden en la cocina y se fue a duchar. Mientras estaba dentro del baño escuchó a su hermana.
–Vengo más tarde.
–Ok– respondió el joven. Enseguida le entró una duda en la cabeza <<¿Irá al mismo gimnasio que Lorena?>>. Recordó la vestimenta deportiva sobre el voluptuoso cuerpo de la rubia. Sintió como su pija comenzaba a levantar cabeza. Luego le cruzó otra idea por la cabeza ¿Cómo se vería su hermana con ropa deportiva? Usualmente la veía con ropa elegante y de ejecutiva, se veía bastante bien, pero no era la cosa más excitante del mundo. Las ropas que usaba dentro de casa eran muy holgadas, así que no podía notar bien su figura femenina. Trató de imaginarla con la misma ropa deportiva de Lorena.
Su verga quedó como hierro. Pero enseguida ignoró esas ideas y sus ansias por pajearse.
Salió del baño y se puso a hacer sus deberes escolares. Recibió un mensaje de Lorena.
“Si mañana entras temprano, te puedo despertar”
“Claro, nos vemos mañana en la parada entonces” respondió él.
Terminó sus quehaceres y luego se distrajo jugando. Su hermana llegó del gimnasio tocándole la puerta, el solo respondió con un ruido. Enseguida recordó lo de la ducha, le entró curiosidad por salir y ver como se veía Rebeca en su ropa deportiva, pero se aguantó las ganas <<¿Qué carajo me importa cómo se vea?>> se auto regañó.
––
Al día siguiente, le llegó un mensaje después de haberse levantado.
“¿Estas despierto?” decía. Obviamente era de Lorena.
“No…” contestó con una sonrisa boba en la cara.
“No me hagas ir a levantarte personalmente” contestó ella. La respuesta le tomó un poco de sorpresa. Ya saben, por un lado podía ser solo una broma para seguirle el juego, pero por otro lado podría ser una indirecta o algo… pero Rodrigo declinó esta opción, seguro solo jugaba.
“Que violenta…”
A lo que la chica respondió “jajaja, deja de jugar y date prisa o perderás el bus”
Rodrigo siguió el consejo y se apresuró. Nuevamente se encontró con Lorena en el paradero, esta vez llevaba el cabello suelto y nuevamente vestía de forma sencilla, blusa y jeans. Enseguida llegó el bus, lleno.
Al subir se quedaron parados casi al frente. Rodrigo notó nuevamente las miradas que se clavaban en Lorena, pero esta vez habían susurros por parte de los pre adolecentes. Miró a ver a Lorena, quien como siempre se hacía la desentendida.
–Ayer estaba igual– le comentó Rodrigo
–Es normal a estas horas.
Enseguida comenzaron sus platicas matutinas. Rodrigo le contó acerca de curiosidades de su infancia y su hermana, riendo todo el camino al campus.
La jornada escolar pasó sin ninguna clase de percance. Como siempre, hablaba con Sofía en sus clases comunes y se dedicaba a decir tonterías con Alfonzo.
Al salir se dirigió al centro de la ciudad justamente a buscar su camiseta. Llegó y en seguida busco a Alejandra. Esta se encontraba despachando a una pareja que buscaban disfraces. La chica se percató de Rodrigo y le hizo una señal para que la esperara un rato.
Una vez los clientes hicieron su compra Alejandra fue a buscar a Rodrigo quien la esperaba en la zona de atrás.
–Ya traigo tu pedido, quedó bastante bien– dijo ella mientras entraba a una puerta que estaba detrás del mostrador, era como una especie de bodega. Enseguida salió con la playera doblada, la colocó en el mostrador y Rodrigo la tomo para verla completa.
Básicamente el diseño que le había pedido a Sofía era la silueta de Mario Bros. Y dentro de esta silueta un montón de personajes de distintos juegos. La playera era roja y con todos los contrastes de colores dentro se veían bastante bien.
–Tal vez deberías de recompensar a Sofía para agradecerle su trabajo– le aconsejó Alejandra.
–¿Cómo sugieres que la recompense?
–Podrías invitarla a salir o algo así, la verdad es que me parece que hacen una linda pareja.
Enseguida Rodrigo se sintió algo nervioso, no es que realmente viera a Sofía de esa forma, pero por otro lado era bastante agradable estar con ella ¿Por qué no darle una oportunidad?
–Tal vez lo haga, lo pensaré.
Alejandra solo se sintió alegre por ser la mediadora, ella conocía a su amiga y sabía lo tímida y torpe que era para estas cosas, así que si había oportunidad de ayudarla lo haría.
Rodrigo pagó y se despidió de Alejandra. Regresó a casa y se puso a cocinar.
Pasó la tarde descansando. Se había quedado dormido y para cuando despertó ya era de noche. Su hermana había llegado hace algunas horas. No hicieron mucho, cenaron, platicaron de banalidades y luego su hermana se puso a trabajar en cosas pendientes, mientras él se dedicaba a jugar y navegar en internet hasta ya entrada la madrugada.
Nuevamente escuchó la música en el cuarto de Lorena, pero tenía tanto sueño que no le dio importancia.
––
Llegó el día de limpieza. Se levantó tarde gracias a que se desveló hasta la madrugada. Sin embargo ya le agarraba la maña a como limpiar más rápido en algunos lugares. Al entrar al baño de su hermana recordó la ropa interior de la semana pasada. Pero peculiarmente, esta vez no había ropa sobre la letrina.
Ya al medio día, cuando llegó su hermana, traía bolsas con compras del supermercado. Ella cocinaría el almuerzo. Rodrigo le ofreció su ayuda para picar verduras y ese tipo de cosas.
Mientras cocinaban, su hermana le comentó.
–Hoy en la noche voy a salir a cenar con mis amigas y con Lorena. ¿Quieres venir?
Rodrigo por un momento se sintió algo cohibido. Saldría con gente que es mayor a él y además con personas que jamás había conocido, a excepción de Lorena y su hermana. Pero al final se sintió algo fastidiado de estar siempre en casa.
–Si– contestó.
Empezó a anochecer y ambos hermanos comenzaron a alistarse. Tomaron duchas en sus respectivos baños y se pusieron ropas adecuadas.
Rodrigo por su parte se puso una camisa guinda manga larga, unos pantalones negros de tela y unos zapatos del mismo color. Se aseguró de peinarse apropiadamente.
Bajó las escaleras y se topó con su hermana. Esta llevaba un vestido blanco de una sola pieza. Era de esos vestidos que tenían un solo tirante, así que llevaba el hombro izquierdo completamente descubierto. Más abajo un cintillo negro amarrado a su cintura, el cual hacia que el vestido se ciñera a su esbelta figura y resaltara sus curvas. La parte baja del vestido le llegaba a la mitad de los muslos.
–¿Qué tal me veo?– preguntó entonces Rebeca.
–Excelente, ¿y yo?
–Mejor que de costumbre– bromeó su hermana.
Sonó el timbre. Rebeca se apresuró a abrir la puerta y ambos salieron. Rodrigo aprovechó a abrir la reja ya que sabía que era Lorena, pues desde temprano su hermana le había dicho que vendría con ellos.
La joven rubia llevaba un vestido sin mangas ni tirantes, prácticamente parecía estar sostenido por sus prominentes senos, que de hecho se veían más grandes que de costumbre y se podía ver la raja en medio de ellos.
<<Ese vestido desafía las leyes de la física ¿Cómo es que no se le cae?>> se preguntó Rodrigo mientras la dejaba pasar.
Enseguida se fijó en el culo de Lorena, se le veía tan bien en ese vestido. Era interesante para el chico verla de una manera menos común, particularmente mostrando mucha más piel que de costumbre.
–Pido el frente– se adelantó a decir Lorena.
–¿Qué? No es justo– replicó Rodrigo.
–A ver, bebés dejen de discutir y súbanse a la camioneta– bromeó Rebeca mientras subía al auto.
Ambos obedecieron. Rodrigo subió a la parte de atrás, pero antes de entrar Lorena lo volteó a ver y le sacó la lengua burlándose de él.
Llegaron pues a un restaurant-bar, con música en vivo y un ambiente bastante entretenido. Habían reservado mesa, así que no tuvieron problemas al entrar. Enseguida saludaron a las amigas de Rebeca, algunas traían a sus parejas. La cena fue bastante entretenida, más que nada por ver a las chicas beber, que por cada bebida tomada se volvían mas y mas risueñas, contando historias ridículas de cuando eran estudiantes.
Rebeca no era alcohólica, pero cuando bebía con amigos, le gustaba embriagarse. Por el contrario, Alejandra solo había tomado un par de tragos, ya conocía a Rebeca y sabía que debía de cuidarla. Rodrigo por su parte había tomado algunas cervezas y había probado alguna que otra bebida, el no era un fanático del alcohol.
Ya para la madrugada, se retiraron del lugar. Lorena y Rodrigo llevaban a Rebeca hacia el auto. La sentaron del lado del copiloto y le pusieron el cinturón. Por ratos balbuceaba y decía incoherencias o preguntaba alguna que otra tontería.
–¿Manejas tú o manejo yo?– preguntó Lorena sosteniendo las llaves de la camioneta.
Rodrigo se rascó la cabeza con algo de pena.
–Yo no sé manejar.
Lorena sonrió y negó con la cabeza. Ambos subieron al auto y los llevó a casa. Lorena, a pesar de no tener un auto, tenía licencia, pues varias veces había tenido que salir con Rebeca, y esta le ayudó a sacar su licencia precisamente para ser su conductora designada.
Dejó la camioneta en el garaje.
–¿Quieres que te ayude a subirla a su cuarto?–Preguntó amablemente Lorena.
–No, no te preocupes, yo puedo llevarla.
Lorena simplemente los vio entrar, entonces se despidió y se fue a casa. Rebeca podía andar, se tambaleaba un poco, pero apoyada del hombro de Rodrigo no tenía ningún problema.
Mientras subía las escaleras se empezó a reír y luego balbuceó algo inentendible. Rodrigo no le hizo mucho caso, solo le daba instrucciones para que no fuera a tropezar con un escalón.
Por fin llegaron a la habitación.
–¿Te… te divertiste?– preguntó Rebeca con algo de dificultad al hablar.
–Si– respondió Rodrigo mientras se acercaban a la cama.
–Tal vez quifrasd… divertirte conmgo…
Rodrigo no entendió lo que dijo. Enseguida Rebeca se le abalanzó abrazándosele del cuello, el chico creyó que se le iba a caer así que la agarró fuerte de la cintura tratando de acercarla a su cuerpo para que no se le cayera. Rebeca acercó su rostro al de él y sus labios se tocaron. Rodrigo quedó petrificado por un momento, con los ojos bien abiertos. Entonces la mano de Rebeca bajó rápidamente hasta llegar a la entrepierna de su hermano. Ahí le sujetó el pene por encima de la ropa. Rodrigo enseguida la soltó y le retiró la mano violentamente.
–¡¿Qué carajo haces?!– Le susurró algo molesto.
Ella rió –Virgen…– y seguido se desplomó de espaldas sobre la cama.
Rodrigo suspiró. La verdad es que la verga se le puso durísima después de eso, pro se recriminó por ello. Acomodó a Rebeca y le puso la sabana encima. Había quedado profundamente dormida.
Rodrigo salió del cuarto y cerró la puerta. Sin darle vueltas al asunto culpó al alcohol, se tiró sobre su cama y se durmió.
––
Rodrigo despertó pasado el medio día, casi al atardecer. Enseguida llamó para que les trajeran algo de comida. Se dirigió al cuarto de su hermana y se internó para verla. Seguía dormida. Trató de no pensar demasiado en el incidente.
Para cuando llegó su pedido, regresó a verla y la levantó. Tenía que comer algo e hidratarse. Rebeca se despertó con desgana. Le dijo a Rodrigo que pusiera la mesa, que ella bajaría en unos instantes.
Se sentaron a comer, Rebeca se había cambiado, poniéndose sus ropas de dormir. También se había quitado el maquillaje y se había peinado un poco. Rodrigo también se había dormido con la ropa de salir puesta, pero llevaba rato que se había cambiado.
Se mantuvieron callados un buen rato. Rebeca no recordaba nada realmente, pero tampoco estaba de humor como para ponerse a hablar. Rodrigo por su parte solo la miraba, pero no se sentía incomodo, él sospechaba que ella no sabía lo que hizo.
Terminaron de comer y Rebeca se fue a dormir de nuevo. Rodrigo por su parte se quedó en su cuarto usando la computadora.
Se hizo de noche y el joven se sentía aburrido. Se estiró en su asiento y miró en su ropero la playera con la estampa que le había hecho Sofía. Enseguida recordó lo que le dijo Alejandra, eso de invitar a salir a Sofía en agradecimiento.
Tomó su celular, pero enseguida escuchó cómo se encendía la música del cuarto de Lorena.
Momento de decisión:
a)Ignorar a Lorena y hacer una cita con Sofía da click al siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568667/Decisiones-Una-relacion-saludable.html
b)Tratar de averiguar qué es lo que hace Lorena click en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568673/Decisiones-Descubriendo-secretos.html
c)Revisar a Rebeca da click al siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568679/Decisiones-Fantasia-culposa.html
2 comentarios - Decisiones: Inicia la aventura.
Aún así estoy abierto a recibir ideas de que les gustaría leer en otra historia interactiva ¿Qué clase de personajes? ¿qué clase de fetiches?