Esto me pasó una noche de sábado en una salidita con mis amigas. Hacía un tiempo ya que no salíamos todas juntas por distintos motivos. No podíamos coincidir todas para meter una noche de pleno y divertirnos como en los viejos tiempos pero esa noche llego y la aprovechamos.
Para la ocasión me produje lo mejor que pude, para no ser menos. Me puse unas botas altas una pollera rosa bien corta para mostrar un poco de piel, según el movimiento podía verse una tanguita negra que contrastaba bastante y completé con una remera blanca con un escote cruzado que también era bastante generoso. Como tenía la espalda descubierta no daba ponerme corpiño.
Por alguna razón estabamos todas muy emocionadas, eramos 6 mujeres y nuestro amigo Marcos que es como una amiga más porque le gustan los hombres más que el dulce de leche. Tomamos realmente mucho antes de salir, había varias botellas de champagne bien frías que no tardamos en vaciar y las burbujas corrían por mi cabeza como si fueran caballos salvajes. Estaba totalmente lista para una noche de descontrol de esas que quedan para el recuerdo y las chicas igual o peor. Estabamos tan borrachas que lo acosabamos mal al pobre Marquitos, entre besos y caricias lo queríamos convencer pero no hubo caso.
Después de terminar la última botella que quedaba en la hielera y tras buscar un buen rato las llaves del auto revolviendo todo, salimos esperando que no nos toque ningún control de alcoholemia. Aunque seguro algo se nos iba a ocurrir si nos querían secuestrar el auto. Apenas salí las burbujas del champagne que seguían revoloteando alcohol en mi interior enloquecieron con el aire fresco de la noche y perdí conciencia de mis actos. Tengo algunos flashes en mi memoria de lo que pasó en el boliche.
Recuerdo estar bailando con las chicas con varios pibes al rededor. Me acuerdo de estar en la barra tomando tequila en medio de varios flacos y después estar tranzandome desesperada con un perfecto desconocido en el medio de la pista. Por último terminamos todas juntas milagrosamente sanas y salvas para terminar la noche de chicas entre nosotras. Entre risas y abrazos salimos esquivando algunos pesados y nos metimos al auto. Empezamos a repartir a cada una en su casa y a mitad de camino bajé yo muerta de risa porque casi me caigo al salir. Maca que venía media borracha, no esperó mucho y salió arando para agarrar la luz verde del semáforo perdiéndose rápidamente en la curva de la esquina.
Yo llegue a la puerta del edificio justo que entraba don Hugo, un viejito viudo que como está jubilado tiene como principal entretenimiento chusmiar a todos los vecinos. No me divertía mucho que me viera borracha pero como venía así ni lo pensé y me apuré para entrar junto con él.
- Don Hugo, no cierre, esperé - le llegué a decir
- Oh disculpeme querida, no la reconocí así - me dijo mientras atajaba la puerta con el pié.
Cuando subimos al ascensor entendí de que hablaba. A mi atuendo un poco polémico para un hombre de su edad había que sumarle que traía el rimel corrido y estaba toda despeinada. "Que horror! Justo con este viejo chismoso me vengo a encontrar con esta pinta de reventada!" pensé.
En el enojo busco rápido mi cartera para abrir la puerta y me encuentro con algo peor todavía. No la traía y como había sido la noche podía estar en el auto, en el boliche o incluso en la casa de Maca. No tenía ni teléfono, ni llaves ni plata y para completar el panorama desesperante tenía unas ganas de hacer pis que con los nervios aumentaron. No podía con mi bronca. Cuando el ascensor se detuvo cada uno se fue para su puerta y yo empecé a tocar timbre. Con mi madre posiblemente camino a la iglesia y mi papá trabajando tenía la tarea de rezar para que mi hermanito despertara cosa que era casi imposible o que mi hermano mayor pasara una noche en casa cosa que era más difícil aún.
Después de varios minutos tocando la puerta y golpeando, don Hugo abrió la puerta de su casa y se asomó acomodándose los anteojos grandotes que usa, con un pedazo de medialuna en la mano.
- Que pasó mi niña, se ha quedado afuera? - preguntó antes de comerse el pedacito de factura que tenía en la mano. No quería contarle mucho pero fuí amable porque necesitaba usar su baño antes de aumentar mi humillación.
- Sí vecino. Le puedo pedir un favor? - le dije con la mejor cara de nena inocente que me podía salir con lo trola que me veía
- Lo que precise para eso estamos los vecinos, no? - me contestó, pasándosela mano por abajo de su barba candado canosa.
Ahí nomas le pedí pasar al baño. Me abrió la puerta y me hizo seña con ambas manos que pase. Ni llegue a decir gracias o algo. Me mandé casi corriendo.
Ya mas aliviada me lave un poco la cara y me acomodé el pelo para no asustar al jubilado y bajé. Para mi sorpresa me había puesto una taza con café en la mesa frente a la bandeja con las medialunas.
- Si va a seguir esperando por lo menos coma algo. Un cafesito viene bien después de una noche larga no? me dijo medio risueño
- Jaja si. Gracias, no hacía falta - le dije. No me gustaba que me quiera sacar información pero la verdad tenía hambre y seguía media mareada.
Tenía esas tazas grandes de abuelo así que mojé la media luna y me la fui mandando rápido. Charlaba lo mínimo para no quedar mal educada pero cuidándome de qué decirle obviamente.
Todo venía bien hasta que mordí la medialuna mojada y se me chorreo de la boca. Pude ver como el tipo que venía hablando muy tranquilo se me quedó mirando con cara de viejo verde y para peor se saboreó. Eso me dio un poco de impresión. La verdad tiene la edad más o menos de mi abuelo. Desde ahí me quede atenta a todos sus movimientos y sus miradas. Yo venía re tranquila con la única preocupación de que no hablara de mi. Ni se me había cruzado por la cabeza otra cosa. Pero en ese momento me di cuenta que el viejo me relojeaba mal el escote. Me miraba todo el tiempo la boca y para variar estaba sumamente inquieto. Movía el pié derecho sin parar y todo el tiempo se estaba pasando las manos por la boca o el candado. Era evidente que mi vecino no me veía para nada como una piba que podría ser su nieta y lo hacía estaba sumamente contento de que no lo fuera.
Me produjo sensaciones muy extrañas toda esa situación. Era una de las primeras veces en mi vida que no sabía como reaccionar. Me puse tan nerviosa que en el apuro por terminar el café, se me cayó la taza y se rompió en el piso ya vacía. Eso me puso diez veces más nerviosa. Me latía el corazón con todo. Don Hugo pego un salto, y salió a buscar una pala para juntar los vidrios mientras yo agachada traté de agarrar los más grandes.
Probablemente al volver no se dio cuenta cuando se paró al lado mio, que tenía una erección que era muy difícil de disimular y más con los pantalones tan altos. Mientras juntaba miraba involuntariamente hasta que escuché
- vio algo que le guste acaso? - y una media sonrisa muy elocuente se dibujó en su boca. Yo como una estupida me puse colorada. En ese momento se ve que dijo ahora o nunca. Se bajó el cierre y sacó la pija totalmente dura como si fuera un pibe. - y que tal ahora? - me lanzó ya con una cara de depravado total.
Y perdida por perdida y con ese pedazo duro a pocos centímetros de mi cara
me dije a mi misma que después de todo una pija es una pija y el anciano no iba a olvidarse nunca de mi. Así que me abrí el escote, le hice una sonrisa gatuna para darle a entender que estaba de acuerdo y con la punta de la lengua empece a recorrerlo desde abajo cerca de los huevos. En ese momento me agarró de la mano como los caballeros de antes y me llevó a un sillón que estaba del otro lado de la sala. Nos sentamos al lado y el se perdió entre mis pechos. Era algo muy raro pero me estaba gustando la ansiedad de este abuelito perverso.
Su desesperación por mi cuerpo me calentaba por más que no tenía más atractivo que una pija fuerte y decente.
- pareces la clase de mujer que sabe complacer a un hombre y por lo que he visto te gusta mucho hacer esto - llego a decir en un instante en el que se alejo apenas de mis tetas que ya estaban todas chupadas. Entonces como me gustaba sentir su boca y sus manos sobre mi, le agradecí agarrándole fuerte la pija y acariciandola de arriba abajo una y otra vez. Podía sentir como se movía y se rendía al placer al sentirme tocándola
- Te gusta? Me encanta tu pija - le susurre al oido antes de pasarle la lengua por la oreja. Esto lo excitó más todavía y tomandome de la espalda me llevó hacia abajo lentamente mientras lo masturbaba.
Arrodillada en el sillón con la cola para arriba me puse lamer esa buena pija y a regodearme con el placer del viejito. Me sentía muy puta de chuparsela a este tierno personaje y eso me calentaba mal. Al ponerme así se me levantó toda l a pollera y podía sentir las asperas manos acariciarme las nalgas. Esa sensación me termino de enloquecer y me metí su verga entera en la boca y empece a chupar como la más trola. Lo sentía gemir como loco y de a poco comenzó a empujarme la cabeza como pidiendo más.
- Dios que puta! Tanto tiempo soñe este momento mmm que placer que delicia. Sabía que era así pero nunca pensé que iba a sentirla - Me decía extasiado totalmente. Yo sabía que en cualquier momento iba a acabar porque sentía la presión en mi cabeza que venía en aumento al punto de agarrarme del pelo y por como latía esa rica pija en mi boca.
La lamía con cara de puta mirandolo a los ojos, con la cara. El brillo de sus liquidos en mi rostro y la cara de puta que nunca le había dirigido a él lo estaban volviendo loco y eso me encantaba. Sentía que en cualquier momento se me moría ahí. Me puse la pija entre mis tetas apretandola fuerte y empece a hacerle una buena turca para completar la mejor mañana en muchos años para don Hugo. Y le gemía con voz de nena desvirgada una y otra vez acompañando sus gemidos ya incesantes.
- Hoy soy tu puta mi amor, quiero que me ensucies toda! Le grité mientras la turca era ya muy intensa y apretaba los dientes esperando el impacto de su leche. Pasaron apenas unos segundos y en medio de un gemido interminable empezaron a salir varios chorros fuertes y abundantes en mi pecho y cuello pero no parecían parar y para no perder la oportunidad me la puse en la boca succionando con fuerza y mirandolo con fijo hice que una enorme acabada mas abundante aún me llene toda la boca, desbordando por los bordes de mis labios. Mientras tragaba seguía succionando y vino lo último que dejé caer hasta mi pera para que me lo desparrame por toda la cara. Cosa que le encantó hacer, ya temblando por la intensidad del encuentro.
Me miró ahí en el piso abierta de piernas, con las botas altas y con la pollera a la altura del ombligo y leche en todo el pecho que seguía resbalando lentamente y toda la cara acabada mientras me saboreaba y lo miraba con cara de satisfacción. Me lamía los dedos diciéndole - te gusta verme así, no? tomalo como un regalito por ser tan amable conmigo.- pero le advertí - todavía falta que me devuelvas el favor - Y me paré dandole un piquito al tierno don Hugo. Me terminé de limpiar y mordiendome los labios con cara de trola me fui a casa sonriente como una adolescente. Después de todo nunca es tarde para unos mimos.
Para la ocasión me produje lo mejor que pude, para no ser menos. Me puse unas botas altas una pollera rosa bien corta para mostrar un poco de piel, según el movimiento podía verse una tanguita negra que contrastaba bastante y completé con una remera blanca con un escote cruzado que también era bastante generoso. Como tenía la espalda descubierta no daba ponerme corpiño.
Por alguna razón estabamos todas muy emocionadas, eramos 6 mujeres y nuestro amigo Marcos que es como una amiga más porque le gustan los hombres más que el dulce de leche. Tomamos realmente mucho antes de salir, había varias botellas de champagne bien frías que no tardamos en vaciar y las burbujas corrían por mi cabeza como si fueran caballos salvajes. Estaba totalmente lista para una noche de descontrol de esas que quedan para el recuerdo y las chicas igual o peor. Estabamos tan borrachas que lo acosabamos mal al pobre Marquitos, entre besos y caricias lo queríamos convencer pero no hubo caso.
Después de terminar la última botella que quedaba en la hielera y tras buscar un buen rato las llaves del auto revolviendo todo, salimos esperando que no nos toque ningún control de alcoholemia. Aunque seguro algo se nos iba a ocurrir si nos querían secuestrar el auto. Apenas salí las burbujas del champagne que seguían revoloteando alcohol en mi interior enloquecieron con el aire fresco de la noche y perdí conciencia de mis actos. Tengo algunos flashes en mi memoria de lo que pasó en el boliche.
Recuerdo estar bailando con las chicas con varios pibes al rededor. Me acuerdo de estar en la barra tomando tequila en medio de varios flacos y después estar tranzandome desesperada con un perfecto desconocido en el medio de la pista. Por último terminamos todas juntas milagrosamente sanas y salvas para terminar la noche de chicas entre nosotras. Entre risas y abrazos salimos esquivando algunos pesados y nos metimos al auto. Empezamos a repartir a cada una en su casa y a mitad de camino bajé yo muerta de risa porque casi me caigo al salir. Maca que venía media borracha, no esperó mucho y salió arando para agarrar la luz verde del semáforo perdiéndose rápidamente en la curva de la esquina.
Yo llegue a la puerta del edificio justo que entraba don Hugo, un viejito viudo que como está jubilado tiene como principal entretenimiento chusmiar a todos los vecinos. No me divertía mucho que me viera borracha pero como venía así ni lo pensé y me apuré para entrar junto con él.
- Don Hugo, no cierre, esperé - le llegué a decir
- Oh disculpeme querida, no la reconocí así - me dijo mientras atajaba la puerta con el pié.
Cuando subimos al ascensor entendí de que hablaba. A mi atuendo un poco polémico para un hombre de su edad había que sumarle que traía el rimel corrido y estaba toda despeinada. "Que horror! Justo con este viejo chismoso me vengo a encontrar con esta pinta de reventada!" pensé.
En el enojo busco rápido mi cartera para abrir la puerta y me encuentro con algo peor todavía. No la traía y como había sido la noche podía estar en el auto, en el boliche o incluso en la casa de Maca. No tenía ni teléfono, ni llaves ni plata y para completar el panorama desesperante tenía unas ganas de hacer pis que con los nervios aumentaron. No podía con mi bronca. Cuando el ascensor se detuvo cada uno se fue para su puerta y yo empecé a tocar timbre. Con mi madre posiblemente camino a la iglesia y mi papá trabajando tenía la tarea de rezar para que mi hermanito despertara cosa que era casi imposible o que mi hermano mayor pasara una noche en casa cosa que era más difícil aún.
Después de varios minutos tocando la puerta y golpeando, don Hugo abrió la puerta de su casa y se asomó acomodándose los anteojos grandotes que usa, con un pedazo de medialuna en la mano.
- Que pasó mi niña, se ha quedado afuera? - preguntó antes de comerse el pedacito de factura que tenía en la mano. No quería contarle mucho pero fuí amable porque necesitaba usar su baño antes de aumentar mi humillación.
- Sí vecino. Le puedo pedir un favor? - le dije con la mejor cara de nena inocente que me podía salir con lo trola que me veía
- Lo que precise para eso estamos los vecinos, no? - me contestó, pasándosela mano por abajo de su barba candado canosa.
Ahí nomas le pedí pasar al baño. Me abrió la puerta y me hizo seña con ambas manos que pase. Ni llegue a decir gracias o algo. Me mandé casi corriendo.
Ya mas aliviada me lave un poco la cara y me acomodé el pelo para no asustar al jubilado y bajé. Para mi sorpresa me había puesto una taza con café en la mesa frente a la bandeja con las medialunas.
- Si va a seguir esperando por lo menos coma algo. Un cafesito viene bien después de una noche larga no? me dijo medio risueño
- Jaja si. Gracias, no hacía falta - le dije. No me gustaba que me quiera sacar información pero la verdad tenía hambre y seguía media mareada.
Tenía esas tazas grandes de abuelo así que mojé la media luna y me la fui mandando rápido. Charlaba lo mínimo para no quedar mal educada pero cuidándome de qué decirle obviamente.
Todo venía bien hasta que mordí la medialuna mojada y se me chorreo de la boca. Pude ver como el tipo que venía hablando muy tranquilo se me quedó mirando con cara de viejo verde y para peor se saboreó. Eso me dio un poco de impresión. La verdad tiene la edad más o menos de mi abuelo. Desde ahí me quede atenta a todos sus movimientos y sus miradas. Yo venía re tranquila con la única preocupación de que no hablara de mi. Ni se me había cruzado por la cabeza otra cosa. Pero en ese momento me di cuenta que el viejo me relojeaba mal el escote. Me miraba todo el tiempo la boca y para variar estaba sumamente inquieto. Movía el pié derecho sin parar y todo el tiempo se estaba pasando las manos por la boca o el candado. Era evidente que mi vecino no me veía para nada como una piba que podría ser su nieta y lo hacía estaba sumamente contento de que no lo fuera.
Me produjo sensaciones muy extrañas toda esa situación. Era una de las primeras veces en mi vida que no sabía como reaccionar. Me puse tan nerviosa que en el apuro por terminar el café, se me cayó la taza y se rompió en el piso ya vacía. Eso me puso diez veces más nerviosa. Me latía el corazón con todo. Don Hugo pego un salto, y salió a buscar una pala para juntar los vidrios mientras yo agachada traté de agarrar los más grandes.
Probablemente al volver no se dio cuenta cuando se paró al lado mio, que tenía una erección que era muy difícil de disimular y más con los pantalones tan altos. Mientras juntaba miraba involuntariamente hasta que escuché
- vio algo que le guste acaso? - y una media sonrisa muy elocuente se dibujó en su boca. Yo como una estupida me puse colorada. En ese momento se ve que dijo ahora o nunca. Se bajó el cierre y sacó la pija totalmente dura como si fuera un pibe. - y que tal ahora? - me lanzó ya con una cara de depravado total.
Y perdida por perdida y con ese pedazo duro a pocos centímetros de mi cara
me dije a mi misma que después de todo una pija es una pija y el anciano no iba a olvidarse nunca de mi. Así que me abrí el escote, le hice una sonrisa gatuna para darle a entender que estaba de acuerdo y con la punta de la lengua empece a recorrerlo desde abajo cerca de los huevos. En ese momento me agarró de la mano como los caballeros de antes y me llevó a un sillón que estaba del otro lado de la sala. Nos sentamos al lado y el se perdió entre mis pechos. Era algo muy raro pero me estaba gustando la ansiedad de este abuelito perverso.
Su desesperación por mi cuerpo me calentaba por más que no tenía más atractivo que una pija fuerte y decente.
- pareces la clase de mujer que sabe complacer a un hombre y por lo que he visto te gusta mucho hacer esto - llego a decir en un instante en el que se alejo apenas de mis tetas que ya estaban todas chupadas. Entonces como me gustaba sentir su boca y sus manos sobre mi, le agradecí agarrándole fuerte la pija y acariciandola de arriba abajo una y otra vez. Podía sentir como se movía y se rendía al placer al sentirme tocándola
- Te gusta? Me encanta tu pija - le susurre al oido antes de pasarle la lengua por la oreja. Esto lo excitó más todavía y tomandome de la espalda me llevó hacia abajo lentamente mientras lo masturbaba.
Arrodillada en el sillón con la cola para arriba me puse lamer esa buena pija y a regodearme con el placer del viejito. Me sentía muy puta de chuparsela a este tierno personaje y eso me calentaba mal. Al ponerme así se me levantó toda l a pollera y podía sentir las asperas manos acariciarme las nalgas. Esa sensación me termino de enloquecer y me metí su verga entera en la boca y empece a chupar como la más trola. Lo sentía gemir como loco y de a poco comenzó a empujarme la cabeza como pidiendo más.
- Dios que puta! Tanto tiempo soñe este momento mmm que placer que delicia. Sabía que era así pero nunca pensé que iba a sentirla - Me decía extasiado totalmente. Yo sabía que en cualquier momento iba a acabar porque sentía la presión en mi cabeza que venía en aumento al punto de agarrarme del pelo y por como latía esa rica pija en mi boca.
La lamía con cara de puta mirandolo a los ojos, con la cara. El brillo de sus liquidos en mi rostro y la cara de puta que nunca le había dirigido a él lo estaban volviendo loco y eso me encantaba. Sentía que en cualquier momento se me moría ahí. Me puse la pija entre mis tetas apretandola fuerte y empece a hacerle una buena turca para completar la mejor mañana en muchos años para don Hugo. Y le gemía con voz de nena desvirgada una y otra vez acompañando sus gemidos ya incesantes.
- Hoy soy tu puta mi amor, quiero que me ensucies toda! Le grité mientras la turca era ya muy intensa y apretaba los dientes esperando el impacto de su leche. Pasaron apenas unos segundos y en medio de un gemido interminable empezaron a salir varios chorros fuertes y abundantes en mi pecho y cuello pero no parecían parar y para no perder la oportunidad me la puse en la boca succionando con fuerza y mirandolo con fijo hice que una enorme acabada mas abundante aún me llene toda la boca, desbordando por los bordes de mis labios. Mientras tragaba seguía succionando y vino lo último que dejé caer hasta mi pera para que me lo desparrame por toda la cara. Cosa que le encantó hacer, ya temblando por la intensidad del encuentro.
Me miró ahí en el piso abierta de piernas, con las botas altas y con la pollera a la altura del ombligo y leche en todo el pecho que seguía resbalando lentamente y toda la cara acabada mientras me saboreaba y lo miraba con cara de satisfacción. Me lamía los dedos diciéndole - te gusta verme así, no? tomalo como un regalito por ser tan amable conmigo.- pero le advertí - todavía falta que me devuelvas el favor - Y me paré dandole un piquito al tierno don Hugo. Me terminé de limpiar y mordiendome los labios con cara de trola me fui a casa sonriente como una adolescente. Después de todo nunca es tarde para unos mimos.
29 comentarios - Nunca es tarde para unos mimos
Muuy caliente relato!!
Me encanto!
Gracias por compartir
jajaja