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Seis por ocho (84): Una situación de cuidado…




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Compendio I


Al ver su cara, le tuve que seguir al instante. Su frustración era evidente y lo entendía, porque muchas de las cosas que me estaban pasando eran difíciles de creer.
Verónica abrazaba a Marisol y yo les decía que no se preocuparan, que hablaría con él, para aclararle todo…
Me da lo mismo si me creen mis experiencias o no. Incluso cuando las vuelvo a leer, no las creo del todo y trato de editarlas, pero llego a un punto en donde tengo que dejarlo tal cual como esta, porque no tengo otra manera de narrarlas.
Las partes que más me complican son la vez que me agarré con el padre de Pamela, porque francamente, nunca creeré que pueda volver a conectar un golpe como ese; el acuerdo que nos propuso Marisol; cómo deduje las ondas presentes en la mina y otras más.
Incluso mis relaciones actuales no las puedo creer. ¿Quién creería que un tipo como yo terminaría acostándome con una chica como Pamela, que perfectamente podría ingresar en un certamen de belleza y llegar a las finales (o probablemente, ganarlo)? ¿Qué mi pechugona suegra e incluso, mi más pechugona cuñada me tenían ganas desde años atrás?
O lo más increíble de todo: que planificaría una orgia en la oficina, siendo que es una minera transnacional y que nuestro tiempo es bastante limitado.
Pero hay otros aspectos que son más increíbles, a nivel personal. Por muy joven que yo luzca, el hecho que Marisol use brackets y que sea medianamente delgada, hace dudar a muchos que nosotros tengamos una relación tan profunda y por eso, comprendía al obstetra.
Los motivos del embarazo de Marisol podían interpretarse de tantas maneras…
Pero el día empezó mal desde el principio…
Deseaba medir a Marisol en privado, porque las conozco bastante bien, pero la casualidad hizo que aquella que no quería que se enterara, ingresara a la habitación en el momento menos indicado.
Pamela es compleja (como lo mencioné, en un relato anterior, con las mismas palabras). Puede ser la más aterrizada de mis “novias”, pero su corta edad y su carácter la hacen actuar muchas veces con inmadurez.
Por eso, no me sorprendió que a la mañana siguiente, le pidiera a Marisol si se podía bañar conmigo. Sin embargo, tras el baño que le di a Violeta, nadie esperaba que le respondiera de esa manera…
“¡Pamela, tú eres una chica grande!” le dijo, reprendiéndola, mientras tomaba su vaso de leche. “¡Tienes que aprender a lavar tus pechos sola, porque Marco se va a casar con Marisol y se irán a vivir lejos. ¿Cómo vas a andar con tus pechos cochinos, si él se va?”
Todos nos reímos, discretamente, mientras que Pamela quedaba congelada, con unos tremendos ojos. Sin embargo, eso no la disuadió.
Los paizuris de Pamela son los mejores. A ella le gusta sentir mi pene en sus pechos y le encanta meterse el glande en la boca y hacer que me corra. Sin embargo, prefiero los voluminosos pechos de Amelia, ya que parecen salidos de un manga hentai.
Pero ella aun sigue obsesionada con ser el centro de la atención y piensa que con tener el tercer lugar en la competencia de pechos, mi cariño por ella se va a acabar.
No puedo decirle que es la más guapa de las 4, ya que es algo vanidosa y después, acabaría con Amelia en el baño, con lágrimas en los ojos, preguntándome si es cierto y haciendo alguna locura para probar si la amo o no. ¡Las mujeres pueden ser tan complicadas!
“¡Ya, Pamela! ¡Has tenido suficiente!” le dije, al terminar el segundo Paizuri y bebérselo todo.
Ella me miró con algo de decepción.
“Pero aun te siguen gustando mis tetas… ¿Cierto, Marco?”
Enojado, la puse de pie y la besé.
“¡Pechos! ¿Hasta cuando tenemos que decirte que no son tetas?, ¡Son pechos!” le reprendí. “¡Los animales tienen tetas y tú tienes pechos!”
Ella se sonrojó.
“¡Lo siento… Marco!” respondió ella, algo arrepentida, pero también contenta. Sabe que en el fondo, no la veo como un “buen polvo” y me preocupo de ella, como persona.
“Además, ya escuchaste a tu tía y te crecerán más cuando tengas un bebe…” le dije, algo más calmado, restregándole el jabón.
Se sonrojó un poco más…
“Sobre eso…” dijo ella, con algo de timidez “¿Podríamos… tú sabes… hacerlo una vez?”
Me empezó a besar y a acomodar mi glande en su cálida, jugosa, acogedora y tentadora rajita.
No sé cómo (Pamela es irresistiblemente bella), pero me contuve.
“¡No me digas que quieres tener un bebe para que te crezcan los pechos!” Exclamé, con los nervios de punta.
“¡No seas un zoquete!” me dijo, con la voz de la “amazona española”. Sin embargo, sus ojos café me miraban con más ternura. “¡Yo te amo… y me gustaría tener un hijo tuyo!”
“¡Pamela!” le dije, suspirando. “Mira, yo también te amo mucho, pero eso es algo que no puedo hacer.”
“¿Por qué no?” preguntó ella, muy preocupada.
Acaricié su cara con ternura.
“¡Porque no sería justo!” le respondí.
“Si piensas que es por Marisol, no creo que ella se oponga…” Me dijo, como si eso la justificara.
Suspiré, al pensar que probablemente, eso era cierto…
“¡Pero no es el punto!” Le expliqué. “Verás, yo quiero vivir con Marisol y tú me conoces. Soy un chico responsable y si tengo un hijo contigo, no me olvidaré de él, pero no quiero tener que explicarle cuando sea mayor, que la razón por la que no paso los días con él es porque estoy casado con otra persona y no con su mamá, ¿Entiendes?”
“Pero yo… estaba pensando… que tal vez… podríamos vivir juntos… ¿No crees?” me dijo, con algo de vergüenza.
Aunque me gustan todas, tengo muy claro mis convicciones. Primero muerto a ser un hippie…
“¡Pamela, sé realista!” le dije, mirándola a los ojos. “¡Vas a conocer a alguien y sé que lo harás feliz!”
Ella suspiró, algo resignada…
“¡Está bien, Marco! Tienes razón. Pero si por alguna razón… tú me lo pidieras… yo te recibiré muy feliz.”
La abracé y la besé. Sin embargo, ese no fue el último de mis problemas de esa mañana…
“¡Marco!” escuché la voz de Marisol, mientras golpeaban con urgencia la puerta del baño.
“¿Qué pasa?” pregunté.
“¡Son los hombres del gas! ¡Ya llegaron!” dijo ella, bastante preocupada.
Traté de vestirme rápidamente, sin embargo, ya habían tomado ella una solución por su cuenta.
“¿Cómo que tu mamá fue a recibir el balón?” pregunté, mientras me ponía los zapatos.
“Pues… estaban golpeando hacía rato y sabíamos que estabas ocupado… dijo que ella se encargaría y salió.” Me dijo, con evidente preocupación. Amelia trataba de escucharnos, mientras hacía que Violeta viera sus programas favoritos, sin distraerse.
Desde que nos enteramos sobre lo ocurrido con Verónica, acordamos que Marisol recibiría el balón, siempre y cuando estuviera vestida, si no lo hacía yo. Imagínense nuestra preocupación, si sabíamos que Verónica estaba vistiendo solamente un batín ligero, que apenas cubría su negligé negro.
Salí rápidamente al exterior y divisé el camión, estacionado en la calle. Fui al patio y como lo esperaba, los repartidores estaban muy felices de ver a la antigua “patroncita” y aunque Verónica seguía vestida, los abrazos y caricias iban creciendo en descaro.
“¡Uy, suegra! ¡Gracias por recibir el balón!” le dije, para el desagrado de los repartidores, que parecían lobos saboreando la presa.
“¡No se preocupe, patrón!” me dijo uno de ellos, al ver que Verónica volvía a mi lado. “¡Ella ya nos pagó y nos estábamos poniendo al día, ya que la extrañábamos mucho!”
“Ella ya volvió, ¿Cierto?” preguntó el otro, con mucho descaro.
“Si, pero esta ya no es su casa.” Le expliqué, no sé por qué, si no les incumbía. “Vino de visita y se está hospedando unas noches.”
“¡Qué lástima!” dijo el primero, más molesto por mi inoportuna presencia. “Queríamos hablar un poco con ella, para saber cómo le ha ido.”
No le creía ese cuento, ya que los pechos y muslos de Verónica no estaban manchados con aceite negro antes…
“¡Pues, no se preocupen!” les dije, con un tono de molestia. “Ella está bien y sólo ha venido de visita. Les agradezco ser tan cordiales, pero tenemos que hacer y no desearía informar a la central.”
Ahí supieron que yo ya estaba al tanto de sus andanzas. Aceptaron el dinero de mala gana, porque Verónica vale mucho más y se fueron.
“¡Lo siento, Marco!... de verdad, no era mi intención hacer algo con ellos.” Me dijo, bien arrepentida.
“¡Ya! ¡No te pongas triste!” le dije. “De cualquier manera, estoy pensando en cambiar de compañía. Me pongo celoso al pensar en las cosas que les debiste haber hecho.”
Ella sonrió, avergonzada.
“¿Celoso… tú?” preguntó, muy contenta.
“¡Claro!” le dije, limpiando sus pechos. “Recuerdo que estos pechos me los dio una suegra muy cariñosa y deliciosa…”
La besé en los labios, suavemente. Ella suspiraba y otra vez, me quería en su interior.
“¡No podemos, preciosa!” le dije, conteniéndome de nuevo. “¡Tenemos que ir al médico!”
“¡Sólo un poquito!” decía ella, agarrando mi entrepierna. “¡Te fui fiel y merezco una recompensa!”
Le acaricie y comí un poco los pechos, para que me dejara tranquilo. Luego almorzamos, se vistieron y llegamos al hospital.
Ellas creyeron que las llevaba para hacer una prueba de paternidad, por lo que al mencionar que Marisol había sido violada, el obstetra se puso nervioso y empezó a revisarla, casi con desesperación, por señales de abuso. Sin embargo, (y como yo esperaba) no encontró nada y preguntó cuando habría tomado lugar el evento. Marisol le dijo que aproximadamente un mes y medio atrás, entonces el obstetra me miró, creyó que lo habíamos engañado y se fue, lo que comenzó esta historia.
“¡No puedo creer que me haya engañado de esa manera!” decía el obstetra, mientras se marchaba, hablando del doctor que lo recomendó. “¡Nos conocemos durante años y me envía un caso como este!”
“¡Señor, al menos déjeme explicarle!” le supliqué.
“¿Qué vas a explicarme? ¿Qué no fue una violación? ¡Mira, puede que esa madre no quiera establecer una denuncia, pero yo si puedo! Porque si ella está embarazada tan joven, significa que tenían una relación desde antes y si me vienes a decir que “Fue un accidente”, estás muy equivocado.”
Le pedí que fuéramos a un lugar más privado, ya que estábamos en el pasillo. Fuimos a su oficina y le conté la historia médica de Marisol.
No es por echarme flores, pero Verónica tuvo suerte que yo fuera el primer novio de sus hijas. Aunque son prácticamente adultas, ninguna de ellas sabía los más mínimos cuidados sobre prevención del embarazo. Aunque iban en secundaria, por el hecho de asistir a escuelas religiosas, la orientación sexual era demasiado básica, al punto que tanto Marisol como Amelia creyeron que se orinaban encima de mí, durante sus primeros orgasmos conmigo.
Fui yo él que llevo a Marisol al ginecólogo, para conseguir pastillas anticonceptivas, aunque esa doctora no nos agradaba mucho, ya que me hacía sentir como si estuviera abusando de Marisol, lo que no era verdad, por lo que manteníamos la prescripción y tratábamos de hacer el amor los días seguros
También fui yo él que se encargó de que Marisol tuviera sus brackets, como regalo de ingreso a la universidad. No me molestaba la pequeña ventana entre sus molares, pero siendo estudiante más antiguo, sé que tan prejuiciosos pueden ser algunos profesores y estudiantes, por ser de un estatus social levemente más alto y no deseaba que la discriminaran.
Le dije al especialista que yo me había encargado de todos sus gastos médicos y que me había hecho responsable de sus cuidados. Le aclaré que no fue abuso de mi parte, ya que nuestra relación tenía más de 2 años y aunque no me creía, le expliqué que hasta antes del embarazo, nuestras relaciones sexuales eran siempre con preservativos, anticonceptivos y durante días seguros, razón por la que ella creía haber sido violada.
Sin embargo, cuando le planteé mis sospechas, pareció convencerse que su compañero no le había engañado y que en realidad, era un chico responsable. Así que, muchísimo más comprensivo, volvimos a la habitación, donde mi ruiseñor y su madre nos esperaban, más tranquilas al ver que todo estaba bien.
Ellas me miraban agradecidas. Pensaban que no era mi responsabilidad hacer eso, dado que Sergio nunca se encargó, pero las aprecio bastante a todas. El obstetra la examinó, tomó algunas muestras de sangre y nos hizo esperar unas 3 horas.
“¡Disculpen la tardanza! Pero como están tan preocupados, quise ser muy cuidadoso y aclarar su situación cuanto antes.” Nos dijo el especialista, tomando la carta de exámenes. “Marisol, antes que todo, quería consultarte, ¿Cómo has sentido tu libido?”
“¿Mi libido?” preguntó ella, sin saber de qué le hablaban.
“Corazón, se refieren a tus deseos sexuales. ¿Cómo te has sentido?” le expliqué.
“Pues… me he sentido bien.”
“¿No te has sentido más excitada de lo normal?” Preguntó el obstetra, para asombro mío.
“No… no lo creo.” Respondió ella, sorprendiéndome más.
El obstetra parecía algo confundido…
“De casualidad, ¿Ustedes viven con más personas?” Me preguntó.
“Si.” respondí yo. “Vivo con mi suegra, aquí presente, sus 2 hijas y una prima.”
“Ya veo.” Dijo él, más satisfecho con la respuesta. “De casualidad, ¿Tienen parejas sexuales?”
Fue una pregunta algo incomoda…
“Bueno…” respondió Verónica, algo avergonzada. “Mi sobrina y mi hija mediana tienen un novio… y bueno… yo también tengo una pareja.”
Me miró, levemente de reojo…
“¡Bien, bien!” Decía el especialista, como si nuestras respuestas fueran aclarando sus ideas. “Esta pregunta puede ser algo privada, pero ¿Creen ustedes que cuando los novios de ellas vienen, tienen libertad suficiente para tener relaciones?”
Los 3 nos avergonzamos…
“Doctor, ¿Qué importancia tiene todo eso?” pregunté.
“Lo siento. Sé que son preguntas demasiado personales, pero el hecho está en que he encontrado una cantidad bastante alta de testosterona en la sangre de Marisol y estoy tratando de buscar la causa.” Me respondió el especialista.
“¿Testosterona?” pregunté. “¿No que esa hormona está presente en los hombres?”
“En realidad, está presente en ambos sexos.” Me aclaró. “Si bien, una de sus funciones es para el desarrollo muscular, también influye en el ámbito sexual. En el caso de las mujeres, existen estudios que muestran que durante altos niveles de testosterona, su libido se incrementa considerablemente y es por eso que les he estado haciendo estas preguntas, para poder determinar una causa.”
“¿Por qué?” pregunté yo.
“Porque el incremento de libido se puede deber a factores externos. Sospecho que deben tener algunos problemas de privacidad, puesto que, aparentemente, ella puede percibir la intimidad de otras parejas y aparentemente, eso explicaría unos niveles tan altos de Testosterona.” Dijo él.
Quedé con la boca abierta…
“Y en realidad, eso no es todo.” Agregó el doctor “También he detectado niveles más altos de lo normal de Estrógeno en la sangre, inusual para esta etapa del embarazo, al igual que una cantidad considerable de Prolactina, probablemente incitada con los altos niveles de Testosterona.”
“¿Pero eso no es grave?” preguntó Verónica.
“De hecho, creo que es esperable.” Le respondió, mirándola. “Por lo visto, usted también debió padecer de una situación similar.”
“¿A qué se refiere?” pregunté.
“Pues, por el volumen de su busto, existe la posibilidad que sea un desorden hereditario, pero no está de más controlarlo.” Señaló el obstetra. “Por ahora, los niveles de Prolactina están levemente sobre lo normal, pero si siguen incrementándose, puede ser preocupante, ya que podría ocasionar una hipertrofia. Me gustaría citarlos para la próxima semana, ya que mi amigo no me dio muchos detalles de su caso y me gustaría hacerte una ecografía, para evaluar tu embarazo y determinar que tan avanzado está.”
Marisol y Verónica estaban muy contentas, pero yo empezaba a preocuparme.
Me sentía como cuando en las maquinas de bolitas, se queda la pelota pegada en el multiplicador de puntos: no sólo estaba disfrutando de Marisol y su familia, sino que también estaba afectando sus deseos sexuales y a consecuencia de eso, sus pechos empezaban a crecer más de lo normal…
Pero esa no era la única sorpresa que nos daría el obstetra…


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1 comentarios - Seis por ocho (84): Una situación de cuidado…

entrajevas
+4 amigo espero la continuacion