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Primera vez-LauriiiFB

Ya habían pasado casi dos años desde que Eric y yo confesáramos nuestros sentimientos en aquella fiesta y aun no habíamos hecho el amor. Habíamos tenido un
montón de sexo oral pero nada de coito.

Yo había querido hacerlo desde la primera vez, pero Eric se negó alegando que era muy chica y que aun no estaba preparada. Puede que al principio tuviera un poquito de razón, pero ahora ya no. Por fin estaba lista y él lo había notado pues en nuestra última sesión de sexo oral prácticamente estuve a punto de violarlo. Sé que suena exagerado pero les juro que fue real. Eric me había obsequiado dos maravillosos orgasmos con su boca y mientras yo chupaba su hermoso pene, él intentaba hacerme correr otra vez con sus largos dedos y digo intentando porque yo no cooperaba mucho ya que no lograba mantenerme quieta. Su eréctil miembro comenzó a sacudirse entre mis manos y fue ahí cuando comprendí que quería sentirlo en mi interior. Segada por el deseo, tome duramente su miembro entre mis manos y comencé a guiarlo a mi interior. Eric se dio cuenta de mi intención y logró pararme a tiempo. Frustrada lo había empujado para que se tumbara, atrape sus manos a sus costados con mis piernas y prácticamente me había aventado contra él, pero como siempre, Eric fue más rápido que yo y me detuvo antes de que lograra sentir su miembro entre mis piernas.

No me avergüenzo de mis actos pues soy una chica de 20 años que a pesar de tener un ardiente novio (quien está mejor equipado que un actor porno) sigue siendo virgen.
Además, la casi violación, le abrió los ojos a Eric, pues al fin había aceptado hacerme el amor como Dios manda. Solo que para mi desdicha me había hecho esperar una semana más, pues me dijo que tenía que hacer unos arreglos para que todo fuera perfecto.


Un gritito de alegría broto de mis labios al oír el ronroneo de su moto. Me di una última mirada al espejo para comprobar mi maquillaje y ropa y salí pitando de la habitación. Como cada noche cuando salía con Eric, mi padre se encontraba en la puerta mirando con el ceño fruncido a mi sexy novio.
Vale, entiendo a mi padre. Mientras que yo soy lo que muchos llaman la niña de papi, (ya saben, pelo rubio, ojos azules, ropa de marca y aunque me duele admitirlo… algo sosa) Eric es lo que muchos llaman chico problema (largo pelo oscuro con mechas moradas, ojos castaños, ropa andrajosa con estoperoles y cadenas y una actitud patea culos). Así es, somos totalmente opuestos, pero como dicen, los opuestos se atraen.

Sonreí a mi padre mientras pasaba a su lado pero no me detuve pues sabía que si lo hacía, se pondría a darme la charla sobre buscar un mejor prospecto (como digamos el hijo de su mejor amigo, quien en la última reunión prácticamente había babeado sobre mí. ¡Iu!)
Eric me esperaba con esa hermosa sonrisa suya, (la misma que me hizo enamorarme de él) como sabíamos que mi padre nos observaba, simplemente nos dimos un pequeño y rápido beso en los labios. Mi ardiente novio me tendió un casco rosado para que me lo pusiera, (la verdad es que los dos odiábamos los cascos, pero sabíamos que a mi padre le daría un ataque si me viera andar en la moto sin uno) una vez que lo hice, me subí a la parte trasera y por fin nos alejamos de mi casa.

No fui muy consciente de cuánto y hacia donde manejo Eric, pues había estado más ocupada en apreciar los músculos de su espalda y en sentir el calor de sus fuertes muslos. Así que ni me di cuenta de cuando apago la moto hasta que me tomo de la cintura para acercarme a él.
-Hola – Susurró antes de quitarme el casco para dame uno de sus fogosos besos.
-Hola – Respondí con una sonrisa.
-Antes de que entremos, ¿hasta qué hora termina tu toque de queda?
-A las 12, pero no importa porque esta noche pienso saltármelo.
-Alice – Su voz venia cargada de advertencias.
-Nada de Alice – Dije meneando la cabeza – Dijiste que esta noche tenía que ser especial y para ello necesitamos tiempo.
Eric me miro fijamente, antes de sonreírme – Y tu padre piensa que yo soy el de la mala influencia.
-Si bueno, he tratado de explicarle que yo soy la que te sonsaca, pero él se niega a crearlo.
-No me sorprende – Murmuró mientras me tomaba de la mano.

Como ya había mencionado antes, el cuerpo de Eric logra que me olvide de todo y ahora había estado tan distraída reparando en lo bien que esos jeans deslavados se le pegaban a sus posaderas, que no noté que nos encontrábamos frente a una muy pequeña y rustica casita.

Galantemente, Eric me abrió la puerta y al entrar casi me echo a llorar.
La casita solo consistía en una habitación, la cual estaba iluminada con miles de velas esparcidas por toda la habitación. En el suelo se encontraba un colchón matrimonial cubierto con finas sabanas negras y rodeado de varios cojines del mismo color. A lado del colchón, se encontraba la laptop de Eric, donde se podía apreciar el video del fuego de una chimenea y lo que era a un mejor, el techo estaba decorado con esas estrellitas fosforescentes que tanto me gustaban.
-Espero que no te parezca muy arcaico o poco original – Me dijo tímidamente.
-Es precioso – Fue lo único que logre responder. Con la barbilla señale su lap. – Ilumíname.
Eric sonrió mientras me acercaba al colchón. – Me pareció romántico tener una chimenea, pero me fue muy difícil conseguirla así que tenemos una chimenea virtual. – ¡Hay madre!, como es que mis amigas pensaban que este hombre era cero romántico y tosco. A pesar de su pose ruda, Eric era todo un amor. – Una vez me comentaste que querías hacer el amor mientras mirábamos las estrellas, – contundió explicando – asi que había pensado volar el techo, pero tenía dos inconvenientes con eso. Uno, con la maldita contaminación, apenas y logramos ver el cielo y dos, hace un frio del carajo y no quiero que sufras, así que se me ocurrió lo de las estrellas. – ¿Lo ven?, es un amor.
-Me encanta. – Musité las palabras contra sus labios. – Yo intento violarte y tú preparas esto para mí… ¡diablos!, me siento una pésima novia.
-Sé cómo puedes redimirte. – Esa sonrisa suya volvió a llenar su rostro.
-¿Cómo?
-Bésame
-¿Solo eso?
-Por ahora sí.

Sin perder tiempo apreté mis labios contra los suyos. Eric me tomo de la cintura para pegarme más a él y aumentar la ferocidad del beso. Mis manos no tardaron en encontrar el botón de sus pantalones.
-Alice. – Mi nombre fue solo un gemido en sus labios – Despacio, aun no estás lista para mí.
-Entonces prepárame – Pedí frenéticamente.
Eric se hecho un poco para atrás para observarme – Sera un placer. – Me tomo en brazos y me llevo al colchón, donde obedientemente me recosté para que pudiera desnudarme.
Sus manos fueron rápidas en despojarme de mi ropa. Sabía que a Eric le gustaba contemplar mi cuerpo desnudo, así que lo deje verme sin impacientarme.
-Hermosa – Su voz estaba cargada de lujuria cuando termino su inspección. – Eres tan hermosa que aun no me creo que quieras estar con migo.
Medio me levante del colchón para tomarlo del cuello y acercarlo a mí – No quiero a estar con nadie más.
-Ni con ese cabrón de Mark. – Hice una mueca al oír el nombre de ese babeador.
-Menos con él.
-Bien. – Su voz sonó tremendamente posesiva, lo cual para ser sincera ma encantaba así que lo pinche un poco para que volviera a celarme.
-Aunque mi padre nos ha organizado una cita.
-¿Qué? – Oh sip, disfrutaba dándole pequeños picones.
-Bueno… ha dicho que él y Jay también irían, pero conociendo a papá, lo más probable es que a la mera hora diga que él y su obeso amigo tienen otra cosa que hacer.
-Ya… – Los ojos de Eric se fijaron en mis pechos durante casi un minuto hasta que finalmente dijo – En ese caso tendré que marcarte bien para que ese cabrón sepa que me perteneces.
-¿Marcarme? – Uh vale, esto no era lo que me esperaba.
-Sí nena, marcarte.
-¿Cómo?
-Como esto – Sus labios se cerraron en la sima de mi pecho derecho y entonces comenzó a succionar – Mejor dicho, esto si era lo que estaba esperando.
Eric no dejo de sorber hasta que me dejo un leve moretón en la piel. Soltó una pequeña risa puramente masculina antes de pasar a mi otro pecho y dejar la misma marca en él. Hizo lo mismo en varios puntos de mi cuello.
-Creo que con eso basta. – Sonrió con autosuficiencia.
Si esto hubiese pasado hace dos años cuando me creía una mujer independiente, lo hubiera mandado a la mierda por marcarme y creerme de su propiedad, pero la verdad es que él tenía razón. Era suya y punto.
-¿No quieres también mearme para marcar tu territorio? – Bromee.
-Nah… – Su traviesa sonrisa volvió – Aunque si ese cabrón insiste tendré que hacerlo. – Sabía que solo correspondía a mi broma, pero aun así me moví inquieta. – ¿Asustada?
-Claro que no. – Levante mi mano para acariciar su suave cabello. – Más bien estoy sorprendida.
-¿Sorprendida?
-Sip. – Deje que mi mano vagara por su espalda. – De que me tengas desnuda debajo de ti y estemos hablando de mear. – Eric soltó una enorme carcajada, que murió en el momento en que apretuje su trasero en mis manos.
-Permíteme poner remedio a esto.

Su remedio fue ni más ni menos que su boca sobre mi pezón. Instintivamente me arque para ofrecérmele pues amaba los movimientos que su lengua hacia sobre mi fruncido pezón.
-Dios, jamás me voy a cansar de ti. – Sosollo mientras pasaba al otro pecho.
En vez de responder, deje que mis manos comenzaran a desnudarlo. Ya era toda una experta en eso, por lo cual no me llevo ni dos minutos tenerlo como Dios lo trajo al mundo.

Eric había estado yendo al gimnasio en los últimos años, así que su cuerpo se estaba haciendo extremadamente delicioso. Para empezar sus piernas eran fuertes y musculosas, sus caderas eran estrechas, su abdomen estaba decorado con apenas dos cuadritos. Sus hombros y brazos eran anchos y musculosos. Su piel morena hacia el espectáculo aun mejor, pues no era como aquellos chicos ricos y paliduchos con los que había salido. Eric con su dorada piel parecía todo un hombre.
Y si su piel no terminaba de converse de su masculinidad, solo tenía que mirar hacia su entrepierna para terminar de convencerme. Su polla era hermosa. Quiero decir, no es que yo fuera una experta en pollas ni nada de eso, pues solo había visto desnudo a Eric, pero estaba segura que aunque viera mil pollas la de mi novio seguiría siendo la mejor.

Al notar que no quitaba la vista de su pene, Eric rio. – ¿Nunca te cansas de verla?
-Nope.
-¿Por qué?
Empuje suavemente a Eric para poder apoyarme sobre mis codos y así quedar cara a cara. – Por qué pienso que es linda
Eric se llevo teatralmente una mano al pecho. – ¿Linda? – Sonreí ante su actuación y asentí. – “Mi señor R&R”, es todo menos lindo.
-¿R&R?
Sonrió. – Rock and Roll.
Esta vez tuve que empujarlo completamente para poder sentarme. – ¿Llamas a tu pene “Señor Rock and Roll?
-Aja. Un nombre muy adecuado ¿no crees? – Sin poder contenerme solté una carcajadota. – ¿Se puede saber de qué te ríes?
-Oh vamos Eric. Hasta tú sabes que eso es ridículo.
-No es ridículo.
-Lo es. – Sabia que no estaba enojado con migo pues sus ojos brillaban como solo lo hacían cuando se estaba divirtiendo. – Tendremos que buscarle otro nombre.
-Oh claro, dejemos que la nenita de papi nombre mi verga. – Su sonrisa volvió. – Esto será divertido ¿Cómo piensas nombrarla?
Aunque ya casi me la sabia de memoria, volví a estudiar su polla. Pasados unos segundos dije con naturalidad. – La llamare cabezón.
Apenas y las palabras terminaron de salir de mi boca, Eric rio fuerte. Fuertísimo en realidad. Al oírlo tan alegre me uní a sus risas. Cuando finalmente ambos paramos de reír, Eric miro su polla y dijo –: Puedo entender porque la llamas así. – Finalmente logro recordar el verdadero motivo por el que nos encontrábamos aquí. Sus ojos perdieron cualquier rastro de diversión y se oscurecieron por la lujuria. – Alice, ven a saludar a mi cabezón.
Ni siquiera pude responderle pues sus manos tiraron de mis piernas hasta que logró acostarme de nuevo. Sus labios comenzaron a recorrer mis piernas sensual y lentamente. Para cuando llego a mi entrepierna yo ya estaba deseosa e inflamada.
-Hola pelusa. – Susurro contra el húmedo vello de mi entrepierna.
-¿Pelusa?
Nuevamente me enseño esa hermosa sonrisa suya. – Bueno ya que tú has rebautizado mi polla, me ha parecido justo nombrar tu sexo.
-¿Pero enserio tiene que ser Pelusa?
-Oh sí. – El nombre no me desagradaba ni tampoco me gustaba, pero ya no pude hacer nada por cambiarlo pues Eric enterró profundamente su lengua dentro de mí.

Olvidándome de Cabezón y Pelusa, comencé a mecer las caderas para que la inquieta lengua de Eric me frotará aun más profundo. Sus manos recorrieron mi cuerpo hasta que se posicionaron en mis pechos. Mis ya hambrientos pezones disfrutaron a lo grande con sus lentas caricias.
Eric no detuvo sus carias hasta que me llevo al orgasmo. Como siempre hacia, se elevo sobre mí. Sus ojos centrados en cada expresión mía mientras me corría.
-Eres hermosa cuando alcanzas el placer.
Siempre me decía esto después de cada orgasmo y a mí en lugar de parecerme aburrido o repetitivo, me calentaba más escucharlo decir esas palabras.

Eric resbalo su cuerpo sobre el mío para poder besarme los pechos. Normalmente siempre lo dejaba llevar el control de las cosas, pero hoy quería hacerlo yo. Esta era mi primera vez. Esta era mi noche.
-Espera… – Como esperaba que hiciera, Eric me miro levantando una ceja interrogativamente. – Aun tengo que saludar a alguien, ¿recuerdas?
No lo deje ni pensar. Lo empuje lo más fuerte que pude hasta tenerlo de espaldas al colchón. Creo que ni siquiera se dio cuenta de lo que pasaba hasta que mis labios se cerraron alrededor de su polla.
-Amm – Puse una mueca seductora en mis labios. – Hola señor Cabezón.
Nuevamente me lleve su pene a la boca.

La primera vez que Eric me dejo chupársela, yo estaba a la mar de nervios. No dejaba de pensar en cosas como: “Y si no le gusta”, “y si piensa que soy tonta por no saber hacerlo” y lo que más me preocupo, “Y si meda asco”.

Como ya he dicho, soy totalmente una niña de papi, por eso me daba un poco de asco chupársela a mi novio. Tenía la duda, eso sí. Siempre que Eric me deba un orgasmo pensaba en que se sentiría chuparlo como él me chupaba a mí. Pero siempre que iba a intentarlo me acobardaba.

El día que confesé a Eric mi temor, me dijo que si yo no quería mamársela, nunca tendría que hacerlo, pero si cambiaba de opinión, él tenía una buena idea para remediar mi aversión. Cuando me decidí a chupársela, descubrí que la idea de Eric era untar miel en su polla. Reí ante la idea pero minutos después descubrí que era una muy brillante idea. Usamos la miel por varios meses, después, lentamente íbamos aplicando cada vez menos miel hasta que llego el punto en el que ya no necesite el jarabe pues me había acostumbrado al sabor de mi novio.
Ahora si Eric me proponía untar algo a su polla, me negaba pues prefería su sabor a nada en el mundo. Prácticamente me había vuelto una adicta a su salado sabor.

Pero mi placer por chupársela no venia solo de su sabor, sino también de ver sus expresiones cuando lo tragaba. Nada me ponía más caliente que ver las muecas de placer de mi novio.
Y justo ahora el rostro de Eric estaba contorsionado en una extraño mohín mientras lamia cada una de sus venas. Pase mi lengua por todo lo ancho y largo de él sin dejar nada sin besar.

Eric fue conocidísimo en la prepa por aguantar sin derramarse mientras las putas… quiero decir, mientras sus citas se la mamaban. Por eso era un gran alago para mi cada vez que lo hacía correrse en mi boca. Incluso ahora, que solo derramo un poco de su leche, me sentía como se hubiera ganado un gran premio.
-Tienes que parar. – Sus dientes estaban tan apretados cuando dijo esto, que me sorprendió que el sonido siquiera saliera.
-Nope. – Una simple palabra y volví a lo mío.
-Alice lo digo enserio. Si no paras ahora tendrás que esperar otro día para ser mía.
¡Auh!
No quería soltarlo hasta que se corriera en mi boca, pero no estaba dispuesta a ser virgen una noche más.

Eric rio cuando lo deje ir. – Sabía que entenderías.
-Ya… – Me acerque a él para poder besarlo en los labios. – Con argumentos así, no podía negarme. – Su risa se hizo aun más ancha. – ¿Qué?
-Tú sigue hablando así nena y yo llegare a pensar que solo me quieres por el sexo.
-¡Pues claro que te quiero solo por el sexo!
Si, ambos sabíamos que eso era una mentira. Yo amaba a Eric con o sin sexo. Bueno… gracias a Dios el sexo si estaba incluido entre nosotros.
-¡Mierda! Y yo que pensaba invitarte al cine mañana.
-Buenoooo…. – Me acosté a su lado para poder abrazarlo y atraerlo hacia mí. – Compláceme esta noche y me pensare lo de mañana.
-¡Puf! Nena, eres una chantajista. – Eric había pretendido sonar enfadado pero aun así su cuerpo se movió hasta cubrir el mío. – ¿Cómo se supone que un hombre como yo se resista a eso?
-Es simple. – Bese suavemente su hombro. – No te resistas.

Algo en mi voz debió haber cambiado, pues al escuchar la última frase Eric me devoro. El sabía que mis pechos eran hipersensibles, por lo cual fue lo primero que me beso. Sus caricias variaron. Primero me lamia suavemente, después me chupa con fuerza para después volver a lamer con ternura y cuando menos me lo esperaba me deba un buen mordisco.
Cuando termino con mis pechos, mi coño fue el segundo plato. Su boca y lengua jugueteaban con mi clítoris mientras que dos de sus dedos me follaban.
Cuando Eric sintió mi orgasmo venir, se separo de mi, bajo de la cama y de sus pantalones saco un pequeño sobre de aluminio.
-¿Estas segura? – Me pregunto.
-Sí.
-¿Tienes miedo?
-Con tigo no.

Antes de estar con migo, Eric era conocido por ser un mujeriego y por sus proezas en la cama. Yo por experiencia sabía que era jodidamente habilidoso, pero ahora estaba tan concentrado en no lastimarme que sus movimientos eran torpes.
En las películas y en los libros, cuando vemos a la protagonista perder su virginidad, siempre parece que todo es sencillo y maravilloso. En la vida real las cosas no eran así.
Eric estaba sobre mí, pero su cuerpo apenas y rozaba el mío. Su polla que ahora estaba cubierta con el condón trataba de entrar en mí. Y digo tratar por que no estaba haciendo un gran trabajo.
Cuando por tercera vez su pene falló, me incorpore para decir. – ¿Por qué no le ayudo a nuestro amigo? – Como era mi costumbre, no espere respuesta. Solo actué. Tome su polla en mi mano y lo guie hacia la entrada de mi cuerpo. Ambos gemimos al sentirnos.
Yo quería llevarlo hasta el fondo, pero Eric me detuvo y solo se quedo con la punta dentro de mí. Impaciente, levante las caderas para obligarlo a entrar, pero una vez más. Eric me detuvo colocando una mano en mi cadera.
-Estate quieta. – En lugar de hacerle caso me retorcí más. – Alice.
Lo que paso a continuación fue que nos peleamos. No nos golpeamos ni nos insultamos, si no que fue una lucha por bien quien controlaba a quien. Yo me retorcía debajo de él y Eric trataba de mantenerme quieta. Nuestros cuerpos se enroscaban y nuestras manos volaban.
¿Qué que conseguimos? Que Eric cayera al suelo.
De un brinco me senté sobre el colchón para observarlo. Nuestros ojos se cruzaron y entonces reímos. Solo reímos.

-¡Dios! – Gruño cuando paramos. – ¿Qué mierda estoy haciendo? Estoy tan preocupado por no lastimarte y decepcionarte que estoy haciendo de todo esto una mierda.
-¿Decepcionarme? Eric tú nunca podrás decepcionarme.
-Pero te lastimare.
-Lo sé, pero quiero hacerlo. – Susurrando su nombre, estire mi mano hacia él.
Eric me miro con decisión en los ojos. Tomo mi mano, me acostó con delicadeza, enterró la cara en mi vientre y susurro –: Te amo.

Ni siquiera tuve tiempo de saborear las palabras, pues de inmediato Eric entro en acción. Dos de sus dedos entraron en mí de golpe, mientras que un tercero se encargaba de masajear mi clítoris.
-Vas hacer mía. –Después de tan excitante amenaza. Eric devoro mis labios.
Me llevo al clímax en menos de un minuto.

Me miro mientras que mi cuerpo iba soltando la tención. Cuando ya estaba floja como gelatina. Eric entro en mí. De golpe. Hasta el fondo.
Su envestida me dejo sin aliento.
-¿Estás bien? – Pregunto al mismo tiempo que volvia a masajear mi clítoris.
Me costó entender su pregunta pues desde que entró en mi, un mar de sensaciones me invadían. Había dolor, mucho dolor. El golpeteo a mi clítoris me daba placer y el sentirme llena me producía una extraña sensación de bienestar.
-¿Alice?
-Por amor de Dios… ¡muévete!
Esa hermosa sonrisa suya apareció en su rostro. – Si lo pides de esa forma tan amable…
Sus caderas comenzaron a moverse hacia tras y hacia delante y cada vez que lo hacía sentí un rico fuego en mi vientre.
-Más duro. – mi voz apenas y fue un susurro. Eric beso mis labios e hizo lo que pedí.
Sus caderas chocaban con fuerza contra las mías.
-Alice… ¡Dios!, si hubiera sabido que así iba a ser, te hubiera tomado en aquella fiesta.
Algo que sonó como gemido y risa, salió de mis labios. – Te lo dije.

Eric me martillaba con fuerza, pero yo quería más, así que enrede mis piernas en su cintura y levante mis caderas para encontrarlo en cada golpe.
-¿Así te imaginabas que iba hacer?
-No.
Eric detuvo el vaivén de sus caderas, ganándose un gemido de mi parte. – ¿No?
-¡Eric! – Desesperaba como estaba, agarre su trasero en mis manos y lo jale hacia mí. – ¡No pares!
-¿No? – Esta vez salió de mí.
-No Eric no era lo que esperaba. –Ya que se había apartado de mí, me senté y me acerque a él. – Es aun mejor.
Satisfecho con mi respuesta, Eric me tomo por la cintura y me sentó en su regazo.
-Es aun mejor. – Susurro en mi oído. – Rodea mi cintura con tus piernas.
Cuando lo hice, me tomo de la cintura, me levanto y lentamente me fue empalando en él.
-¿Te gusta así?
-Me encanta. – Y eso era decir poco, pues ahora en la posición que estábamos, su polla llegaba a un más profundo.
-¿Recuerdas cuando hiciste ese baile en la escuela? – Pregunto mientras sus manos tomaban mi trasero. – ¿El de los velos? – Mi respuesta fue un gemido. – Bien, pues hazlo. Baila para mi Alice.

Me sentía tan bien, que instintivamente comencé a menear las caderas. Mientras tanto, Eric me levantaba y suavemente me guiaba por su eje. El guiándome más los movimientos de mis caderas, hicieron una exquisita fricción que me llevo al orgasmo en menos de dos minutos.

Eric apretó los dientes y siguió moviéndose en mi interior. – Otra vez. – Gimió – Alice córrete otra vez para mi nena.
-¡Dios! – Grite extasiada cuando uno de sus dedos se encontró con mi clítoris.
-Eso es nena, córrete otra vez. – Apretando su agarre en mi cintura, me guio más rápido sobre su erección. – Déjame sentir tu orgasmo. Quiero sentir como aprietas mi polla cuando llegas a la cumbre. – ¡Ay madre!, sus palabras estaban haciendo efecto en mi. Mi coño chorreo tanto que Eric gimió al sentirlo. – Eso es preciosa, tómame en tu interior. Follame. – Quejidos extraños salían de mi boca mientras me movía más rápido y fuerte contra él. – ¡Dios Alice!, eres perfecta. Quiero quedarme en tu interior para siempre. – ¡Si, si, si! Quédate ahí. Ya que las palabras se negaban a salir de mi boca, mordí fuerte su hombro para dejarle saber cuánto me gustaba la idea. – Quiero follarte siempre. En la mañana, en la tarde, en la noche y entre cada uno de estos. ¿Quieres que te folle así de seguido? – Mi respuesta fue un muy, muy largo y sonoro gemido. – Sí, creo que te gusta la idea.

Mi clímax estaba llegando. Eric lo noto y aumento el ritmo de sus estocadas. Yo recargue mi cabeza sobre su hombro y mirando las falsas estrellas del techo, me corrí con fuerza.
-¡Joder! – Bramo antes de correrse. Cuando termino, me recostó con delicadeza sobre la cama, se acostó a mi lado y me envolvió firmemente entre sus brazos.






Espero que os hayáis calentado con este relato tanto como yo escribiéndolo...gracias a todos por dejarme tan mojada con vuestros comentarios y mensajes, esta página es lo que más cachonda me pone.
Con amor, vuestra putita, LauriiiFB ;P

2 comentarios - Primera vez-LauriiiFB

KESZammy
Uffff tu relato me encanto largo pero bien contado, me imagine como te penetraba tu novio, me gustaría poder cogerte asi y hacerte mi putita, wow me pusiste a mil,haz un post de fotos tuyas me gustaria charlar contigo se ve que eres muy caliente, que te parece si tenemos una charla caliente?
peterctes
ME PAJEE 3 VECES NENA CON TODO EL RELATO ✊ ✊ 💦