El domingo a media mañana Eliana volvió a su casa. Todos dormían. Se sentó en el sofá, disfrutando del silencio de la casa. Cerró los ojos para descansar un poco. La noche anterior había dormido de a ratos.
Luego del primer encuentro con Luis, se quedaron un buen rato acostados sobre la alfombra, hablando de sus vidas, sus sueños, sus frustraciones. Hacía mucho tiempo que no conversaba con un hombre de esa manera. Recordó los primeros tiempos de su noviazgo cuando su marido dedicaba el tiempo a compartir con ella sus sueños y proyectos, sus miedos y fracasos. Hacía años que eso no ocurría.
Luego se vistieron y salieron a tomar algo. Caminaron hasta la Avenida y en un pequeño café, pasaron un buen rato juntos, sin tocarse, comiéndose con los ojos, y manteniendo una distancia que no permitiera que ningún conocido si por casualidad los veía imaginara nada raro, mas allá del encuentro de dos vecinos en otra ciudad, pero las miradas lo decían todo. Se deseaban como dos colegiales. No había sido suficiente lo que habían compartido. Querían mas. Necesitaban mas.
Al salir del lugar, compraron algunos comestibles para cenar. A Eliana le encantó planificar esa cena como si fuera un campamento estudiantil. Realmente se sentía una jovencita otra vez. Es increíble lo que puede hacer romper la rutina.
Luis estaba alegre. Se notaba que a él también le había hecho bien este encuentro clandestino.
Cuando volvieron al departamento, el teléfono de Eliana sonó. Era su esposo.
- Hola mi amor, sonó la voz de su esposo a la distancia.
- Hola Gerardo dijo, mirando a Luis, para que este se quedara en silencio.
- ¿ Como estás?
- Bien. Recién llego. Estuve caminando y mirando negocios, dijo mientras le hacía una mueca burlona a Luis, que sonreía. Pensé que iba a descansar pero estoy agotada. Me la pasé a las corridas, dijo guiñando un ojo a su amante.
- ¿ Cuándo vuelves? Preguntó su marido ansioso. Eliana imaginó que la ansiedad era para poder organizar su engaño, nada más.
- Mañana por la mañana.
- ¿ Y que vas a hacer?
- Mas tarde voy a ducharme, luego cenaré algo que compré, y me iré a la cama.
- Bueno espero que descanses, dijo Gerardo, y que no te haya agotado tanto el paseo.
- No te preocupes. Mañana nos vemos. Y estoy un poco cansada, pero es un cansancio distinto del que tengo en casa. No me extrañes, dijo con una mirada de hielo que hubiera asustado a Gerardo si hubiera podido verla.
- Nos vemos mi amor, un beso, y colgó. Dejó el celular en la mesita y se dedicó a observar como Laurita arrodillada a sus pies se tragaba su pedazo. Estaba satisfecho. Era una de las últimas veces que se acostaría con ella, y aprovechando que su pacata esposa no estaba, se quedaría hasta la madrugada. Luego tenía decidido cambiar de amante. Tenía en vista una jovencita que hacía rato que lo buscaba...
Luis se levantó de la silla y encendió el equipo de sonido. Una música suave invadió el lugar. Volvió a su lugar y miró a Eliana.
Ella se levantó y acercándose a él, se sentó sobre sus piernas apoyando su cabeza sobre el hombro de su amante.
Luis le acarició dulcemente el cabello. El aroma de Eliana lo invadía, lo conquistaba.
Ella con los ojos cerrados, disfrutaba de esa intimidad, de esa paz. De esa sensación de saberse protegida, cuidada, deseada. Sentí como ese hombre sobre el cual estaba se iba tensando de deseo ante ella, ante una mujer irresistible y deseable, como su marido hacía tiempo que no la registraba. Lentamente se levantó
- Esperame un momento, le dijo susurrando a Luis, mientras se perdía en el dormitorio, cerrando la puerta.
Luis quedó allí estático. Se sentía bien, como nunca antes. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música, hasta que la puerta del dormitorio se abrió muy suavemente.
Eliana, vestida con el conjunto negro que había comprado, entró en la habitación. La imagen era fabulosa. Ese tenue tejido negro traslúcido sobre su cuerpo, quedaba de maravilla. Luis quedó inmóvil. No podía creer lo que estaba viendo. No podía creer que hacía unas horas ese cuerpo lascivo había sido suyo. Ni tampoco que lo seguiría siendo hasta mañana. Eliana se acercó y volvió a sentarse sobre él como antes, pero ahora, su piel apenas cubierta irradiaba un calor inconfundible para el macho. Volvió a acariciar su cabello, pero la tensión en sus caricias, mostraba que no iba a quedarse solo en eso. La mano que acariciaba el cabello, bajó por el cuello de Eliana que tenía la cabeza apoyada en el hombro de Luis, recorrió sus hombros y lentamente tomó posesión de sus pechos, por encima de esa fina telaraña de seda que apenas cubría el cuerpo de la mujer, mientras el rostro de ella buscaba el de él, y sus labios se unían en un beso profundo.
Luis se levantó acunando el cuerpo de Eliana y la depósito sobre la mesa. Sus labios volvieron a unirse Y luego Luis comenzó a recorrer todo el cuerpo con su lengua, hasta llegar a su sexo, y allí luego de besarla por encima de su tanga, la corrió para llegar a su sexo. Eliana gimió de placer ante ese tratamiento inesperado.
Luego de unos minutos, Luis se separó.
Eliana apoyada en sus codos y con sus piernas colgando miró a Luis mientras se desnudaba, y mostraba una erección firme y caliente.
Una vez desnudo, se acercó a Eliana. Tomó sus piernas y las calzó sobre sus hombros, obligándola a recostarse en la mesa por completo. Una de sus manos corrió la tanga y su vara se apoyó contra el sexo de ella. Lentamente, como si ella lo absorbiera, sus cuerpos se fundieron por completo. Durante un buen rato Luis la cepilló incansablemente, hasta conseguir que ella se corriera, y luego la sacó e hizo que la hembra girara sobre la mesa , hasta que su cara quedó en el borde, y allí acercó su verga a la boca que se abrió para recibirlo.
Eliana nunca había disfrutado del sexo oral, pero esta vez lo hizo, y mas aún cuando el macho se vació en su boca y ella se tragó todo disfrutando de ese elixir viscoso y caliente.
- Ahh, me vaciaste por completo mi amor, dijo Luis, sintiendo que por hoy ya no daba para mas.
Eli se levantó y se abrazó a él.
- Me encantas Eli y te deseo, pero ya no tengo 20 años, dijo mientras la besaba y acariciaba.
- Vamos a dormir, dijo ella, tomándolo de la mano.
Ya en el dormitorio, ella se acostó y Luis, acostándose a su lado siguió besándola. Otra vez se adueñó de su sexo y su lengua se dedicó a recorrerlo lentamente con ternura. Con lujuria.
Cuando ella alcanzó el orgasmo, toda la tensión del día la derrotó. Y sin darse cuenta, ambos se quedaron dormidos.
Los rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana, cuando Eliana despertó. Sintió Que una de sus piernas era colocada sobre el cuerpo de Luis, que estaba a su espalda, y lentamente, su sexo se fue llenando con la vara de su amante. Hacía rato que no la despertaban de esa manera. Con sexo.
- Buen día mi amor, sintió que le decían al oído, y se dejó llevar por los bombeos del macho, hasta que luego de un buen rato, ambos se corrieron de manera salvaje.
Luego de desayunar, se bañaron juntos y allí bajo el agua, terminaron de sellar esos encuentros que ambos no querían que terminaran.
Ahora sentada sola en el silencio de su casa, esperaba que el dia transcurriera, que sus hijos se fueran de la casa a la mañana siguiente y luego, en la noche del lunes hablaría con su esposo. Se iba a cobrar cada engaño, cada humillación. Y lo iba a disfrutar.
Luego del primer encuentro con Luis, se quedaron un buen rato acostados sobre la alfombra, hablando de sus vidas, sus sueños, sus frustraciones. Hacía mucho tiempo que no conversaba con un hombre de esa manera. Recordó los primeros tiempos de su noviazgo cuando su marido dedicaba el tiempo a compartir con ella sus sueños y proyectos, sus miedos y fracasos. Hacía años que eso no ocurría.
Luego se vistieron y salieron a tomar algo. Caminaron hasta la Avenida y en un pequeño café, pasaron un buen rato juntos, sin tocarse, comiéndose con los ojos, y manteniendo una distancia que no permitiera que ningún conocido si por casualidad los veía imaginara nada raro, mas allá del encuentro de dos vecinos en otra ciudad, pero las miradas lo decían todo. Se deseaban como dos colegiales. No había sido suficiente lo que habían compartido. Querían mas. Necesitaban mas.
Al salir del lugar, compraron algunos comestibles para cenar. A Eliana le encantó planificar esa cena como si fuera un campamento estudiantil. Realmente se sentía una jovencita otra vez. Es increíble lo que puede hacer romper la rutina.
Luis estaba alegre. Se notaba que a él también le había hecho bien este encuentro clandestino.
Cuando volvieron al departamento, el teléfono de Eliana sonó. Era su esposo.
- Hola mi amor, sonó la voz de su esposo a la distancia.
- Hola Gerardo dijo, mirando a Luis, para que este se quedara en silencio.
- ¿ Como estás?
- Bien. Recién llego. Estuve caminando y mirando negocios, dijo mientras le hacía una mueca burlona a Luis, que sonreía. Pensé que iba a descansar pero estoy agotada. Me la pasé a las corridas, dijo guiñando un ojo a su amante.
- ¿ Cuándo vuelves? Preguntó su marido ansioso. Eliana imaginó que la ansiedad era para poder organizar su engaño, nada más.
- Mañana por la mañana.
- ¿ Y que vas a hacer?
- Mas tarde voy a ducharme, luego cenaré algo que compré, y me iré a la cama.
- Bueno espero que descanses, dijo Gerardo, y que no te haya agotado tanto el paseo.
- No te preocupes. Mañana nos vemos. Y estoy un poco cansada, pero es un cansancio distinto del que tengo en casa. No me extrañes, dijo con una mirada de hielo que hubiera asustado a Gerardo si hubiera podido verla.
- Nos vemos mi amor, un beso, y colgó. Dejó el celular en la mesita y se dedicó a observar como Laurita arrodillada a sus pies se tragaba su pedazo. Estaba satisfecho. Era una de las últimas veces que se acostaría con ella, y aprovechando que su pacata esposa no estaba, se quedaría hasta la madrugada. Luego tenía decidido cambiar de amante. Tenía en vista una jovencita que hacía rato que lo buscaba...
Luis se levantó de la silla y encendió el equipo de sonido. Una música suave invadió el lugar. Volvió a su lugar y miró a Eliana.
Ella se levantó y acercándose a él, se sentó sobre sus piernas apoyando su cabeza sobre el hombro de su amante.
Luis le acarició dulcemente el cabello. El aroma de Eliana lo invadía, lo conquistaba.
Ella con los ojos cerrados, disfrutaba de esa intimidad, de esa paz. De esa sensación de saberse protegida, cuidada, deseada. Sentí como ese hombre sobre el cual estaba se iba tensando de deseo ante ella, ante una mujer irresistible y deseable, como su marido hacía tiempo que no la registraba. Lentamente se levantó
- Esperame un momento, le dijo susurrando a Luis, mientras se perdía en el dormitorio, cerrando la puerta.
Luis quedó allí estático. Se sentía bien, como nunca antes. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música, hasta que la puerta del dormitorio se abrió muy suavemente.
Eliana, vestida con el conjunto negro que había comprado, entró en la habitación. La imagen era fabulosa. Ese tenue tejido negro traslúcido sobre su cuerpo, quedaba de maravilla. Luis quedó inmóvil. No podía creer lo que estaba viendo. No podía creer que hacía unas horas ese cuerpo lascivo había sido suyo. Ni tampoco que lo seguiría siendo hasta mañana. Eliana se acercó y volvió a sentarse sobre él como antes, pero ahora, su piel apenas cubierta irradiaba un calor inconfundible para el macho. Volvió a acariciar su cabello, pero la tensión en sus caricias, mostraba que no iba a quedarse solo en eso. La mano que acariciaba el cabello, bajó por el cuello de Eliana que tenía la cabeza apoyada en el hombro de Luis, recorrió sus hombros y lentamente tomó posesión de sus pechos, por encima de esa fina telaraña de seda que apenas cubría el cuerpo de la mujer, mientras el rostro de ella buscaba el de él, y sus labios se unían en un beso profundo.
Luis se levantó acunando el cuerpo de Eliana y la depósito sobre la mesa. Sus labios volvieron a unirse Y luego Luis comenzó a recorrer todo el cuerpo con su lengua, hasta llegar a su sexo, y allí luego de besarla por encima de su tanga, la corrió para llegar a su sexo. Eliana gimió de placer ante ese tratamiento inesperado.
Luego de unos minutos, Luis se separó.
Eliana apoyada en sus codos y con sus piernas colgando miró a Luis mientras se desnudaba, y mostraba una erección firme y caliente.
Una vez desnudo, se acercó a Eliana. Tomó sus piernas y las calzó sobre sus hombros, obligándola a recostarse en la mesa por completo. Una de sus manos corrió la tanga y su vara se apoyó contra el sexo de ella. Lentamente, como si ella lo absorbiera, sus cuerpos se fundieron por completo. Durante un buen rato Luis la cepilló incansablemente, hasta conseguir que ella se corriera, y luego la sacó e hizo que la hembra girara sobre la mesa , hasta que su cara quedó en el borde, y allí acercó su verga a la boca que se abrió para recibirlo.
Eliana nunca había disfrutado del sexo oral, pero esta vez lo hizo, y mas aún cuando el macho se vació en su boca y ella se tragó todo disfrutando de ese elixir viscoso y caliente.
- Ahh, me vaciaste por completo mi amor, dijo Luis, sintiendo que por hoy ya no daba para mas.
Eli se levantó y se abrazó a él.
- Me encantas Eli y te deseo, pero ya no tengo 20 años, dijo mientras la besaba y acariciaba.
- Vamos a dormir, dijo ella, tomándolo de la mano.
Ya en el dormitorio, ella se acostó y Luis, acostándose a su lado siguió besándola. Otra vez se adueñó de su sexo y su lengua se dedicó a recorrerlo lentamente con ternura. Con lujuria.
Cuando ella alcanzó el orgasmo, toda la tensión del día la derrotó. Y sin darse cuenta, ambos se quedaron dormidos.
Los rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana, cuando Eliana despertó. Sintió Que una de sus piernas era colocada sobre el cuerpo de Luis, que estaba a su espalda, y lentamente, su sexo se fue llenando con la vara de su amante. Hacía rato que no la despertaban de esa manera. Con sexo.
- Buen día mi amor, sintió que le decían al oído, y se dejó llevar por los bombeos del macho, hasta que luego de un buen rato, ambos se corrieron de manera salvaje.
Luego de desayunar, se bañaron juntos y allí bajo el agua, terminaron de sellar esos encuentros que ambos no querían que terminaran.
Ahora sentada sola en el silencio de su casa, esperaba que el dia transcurriera, que sus hijos se fueran de la casa a la mañana siguiente y luego, en la noche del lunes hablaría con su esposo. Se iba a cobrar cada engaño, cada humillación. Y lo iba a disfrutar.
4 comentarios - Sorpresas placenteras ( parte 4)
muy bueno