Han sido días extenuantes. Gina siempre llega agotada a su casa para continuar trabajando. De buena gana se mantendría en vela pero su cuerpo puede menos que su mente y cae culminando una infructífera velada por lo que se siente a punto de zozobrar.
Hermosa como un ángel y extraordinariamente atractiva, de cabello castaño y grandes ojos negros, de tez blanca y sonrosada, de baja estatura pero de fina figura; tan esbelta y voluptuosa que un halo de elegancia y sensualidad siempre la acompañan. Inteligente y bella, intensa y caprichosa, Gina es naturalmente moralista, con una concepción de vida que ponía el acento en el pudor, la decencia y la virtud, además de entregada con pasión a su trabajo por lo que no dedica tiempo a su vida personal. Vive sola en un departamento al norte de la ciudad cerca de su trabajo. Por eso se da el lujo de salir tarde de su oficina y continuar trabajando en su departamento. Tal vez el desespero por su incapacidad de resistencia al trajín ha hecho que su mente le juegue una mala pasada haciéndole ver cosas que no existen. Quizás está sufriendo alguna alucinación, y lo peor, la está haciendo sentir insegura y temerosa.
En una ocasión, muy entrada la noche algo la despertó; escuchó ruidos extraños y creyó ver el paso fugaz de una sombra por su cuarto. De inmediato encendió la luz de su nochero sin encontrar nada. Se levantó, recorrió su cuarto y todo su apartamento. Deben ser los efectos de tanto agotamiento, pensó ella.
Días después, vivió la misma situación; una aterradora impresión de una gigantesca sombra que cruzó su cuarto y que se desvaneció justo cuando encendió la luz. Los días pasaron y las estremecedoras imágenes continuaron; esta situación ya la tenía horrorizada y la inquietaba sobre manera pues estaba desconfiando de su estado mental, sentía que se estaba volviendo loca, que algo la acechaba y que no podía hacer nada. No quería contárselo a nadie por miedo a lo que pensarían de ella.
Luego de varios días no volvió a ver aquella misteriosa sombra hasta que una noche, en la que quedó dominada por el cansancio, sintió como algo le retiraba la cobija y le acariciaba suavemente su pierna. Fue una sensación espeluznante y de inmediato se levantó alcanzando a ver nuevamente aquella tenebrosa sombra, la cual se desvaneció justo al encender la luz sin dejar rastro alguno. Gina no pudo dormir esa noche ni las noches siguientes.
Pasaron las noches y al parecer todo quedó olvidado en medio de su agite normal por su excesivo trabajo. Como siempre, llevó trabajo a casa. Estaba tan cansada que esta vez decidió tomar su baño, colocarse su pijama y acostarse a dormir quedando sumida en un letárgico sueño.
Gina dormía profundamente, boca arriba, cuando sintió como algo le retiraba su cobija lentamente. Estaba tan cansada que no comprendía lo que pasaba. Al momento, aquella misteriosa sombra le retiró delicadamente la pijama dejando al descubierto uno de sus pechos del cual se adueñó en un suave pero intenso beso. Sus turgentes pezones se enrojecieron y en medio del sobresalto que le produjo dicho contacto, dejó escapar un gemido despertando inmediatamente alcanzando a ver aquella sombra desvanecerse ante ella.
Gina no alcanzaba a entender lo que había sucedido y a pesar del susto continuaba excitada. Tal vez había sido un sueño erótico, pensaba para sí, sólo que estos continuaron en las noches siguientes… Y así fue; sus pechos sucumbieron ante los besos que la misteriosa sombra le daba pero que terminaban justo cuando ella despertaba, asustada pero muy excitada.
Algo estaba sucediendo. Estaba segura de que no era un sueño pues tanta excitación ya había dejado huella en sus pechos, las marcas de los chupetones eran visibles a simple vista.
Qué extraña situación y aún más extraña sensación que embargada a la virtuosa e inmaculada Gina formada bajo los preceptos de la moral sin tacha y las buenas costumbres. Sus experiencias eróticas habían sido mínimas y de algún modo frustrantes gracias a las imposiciones y privaciones de su estricta formación moral, seguida bajo la ascesis para la virtud. Pero ahora, esta serie de eventos extraños aunque muy excitantes despertaron en ella lo más parecido a un deseo sexual generando un agudo conflicto en lo más profundo de su conciencia. Una parte de ella trataba de evitar a toda costa este sentimiento malsano pero la otra anhelaba experimentar nuevas sensaciones. Sólo ella sabía si su ascesis para la virtud se convertiría ahora en su ascesis para el deseo.
Esa noche vivió una nueva experiencia… Después de la media noche, cuando dormía profundamente, algo apareció en su cuarto… le retiró lentamente la manta que la cubría y de inmediato subió su pijama más arriba de la cintura.. Gina, quien dormía plácidamente, no se percataba de nada… aquella extraña aparición parecía acariciar las bellas piernas de Gina hasta llegar a la entrepierna… Gina, aún dormida, pareciera asentir lo que estaba sucediendo pues en la medida en que las caricias se acentuaban ella abría sus piernas… luego, inexplicablemente, su calzoncito se rompió y sus piernas se recogieron hacia sus pechos lentamente… su sonrosado sexo quedó expuesto totalmente y al instante algo empezó a besarla delicadamente… sus piernas recogidas, trataban de abrirse más acompañadas de un cadencioso movimiento de cintura… Gina no despertaba, pero con seguridad creería que lo que estaba sintiendo era un sueño así que se dejo hacer de forma complaciente…. Sus manos pasaron sobre su cabeza totalmente estiradas y su pijama se recogió hacia abajo dejando ver sus hermosos pechos los cuales empezaron a se succionados…
La noche siguiente, muy entrada la madrugada Gina se quedó dormida boca abajo arropada hasta la cintura… de pronto, de la nada algo empezó a retirarle la cobija. Lentamente la sábana que la cubría iba desapareciendo dejando ver la hermosa humanidad de Gina, quien continuaba boca abajo, abrazando su almohada. La fantasmagórica sombra subió el diminuto pijama que más que ocultar revelaba los encantos que Gina poseía… Un diminuto calzón cubría las partes íntimas de Gina. Sin embargo, esto no fue óbice para que la misteriosa aparición lo hiciera a un lado y unos dedos exploraran su sexo acariciándolo de izquierda a derecha y de arriba abajo.
Gina despertó atemorizada pero algo excitada y haciendo caso al lado oscuro de su conciencia se quedó totalmente quieta cerrando sus ojos nuevamente dejando que aquella sombra lúgubre envolviera a su víctima y hurgara en su sexo, haciéndola sentir, aunque no distinguiera ni viera nada, la aterradora presencia viviente de un siniestro ser sobrenatural en su cuarto cubierto de una especia de velo tenebroso que heló su sangre hasta la médula de sus huesos.
Al mismo tiempo, unos dedos empezaron a recorrer lentamente su espalda, su columna; un provocador cosquilleo bajando desde la nuca a un ritmo más que placentero tortuosamente delicioso hasta llegar a su precioso culo y más allá, a la raíz de su sexo. La mágica mano que la acariciaba giró paseando la palma por la raja de sus nalgas. Al instante, uno de sus dedos empezó a recorrer el valle mientras el resto las nalgas. La yema del dedo del extraño ser se entretuvo presionando, jugando y acariciando el esfínter del hermoso culo de Gina quien permanecía absorta pero dejando escapar un tenue gemido a cada toque morboso en su ano. Dos de esos inquietos dedos separaron los labios vaginales, descubriendo la humedad del sonrosado sexo de Gina estremeciendo su cuerpo y facilitando el camino para que otro dedo invasor, que no deja escapar la oportunidad, se introdujera en la vagina que lo recibió sin resistencia, esperándolo y cerrándose en torno a él. Gina no sabía qué hacer. Continuaba con sus ojos cerrados gimiendo y sintiendo como era obscenamente manoseada.
Aún sin entender lo que estaba sucediendo, permanecía inmóvil aferrándose a su almohada pero de alguna manera tratando de adecuarse a aquellas extrañas circunstancias. Su diminuto calzoncito parecía no entorpecer la faena de su desconocido visitante quien adicionalmente pasaba una y otra vez su dedo acariciando el esfínter de su precioso culo produciéndole una muy singular sensación de felicidad evidenciada en los múltiples espasmos y en los fluidos que manaban profusamente de su sexo derramándose en toda su cama. Sólo que en el preciso momento en que ese dedo se introdujo abruptamente en su ano, Gina se levantó y encendió la luz de su nochero y lo único que pudo ver fue aquella extraña sombra desvanecerse ante ella una vez más. Fue una insólita noche y a pesar de todo, Gina durmió plácidamente como una oruga en su capullo.
Gina aún no superaba su dilema moral pero quería descubrir que sucedía y a que se estaba enfrentando. No era lógico ni sano lo que estaba pasando, así que la noche siguiente juiciosamente consulto en la internet. Permaneció horas y horas leyendo sobre los sueños, los fantasmas, los espíritus, los demonios y demás entidades paranormales. Leyó hasta el cansancio. Cuando no pudo más, tomó su baño y se colocó sus pijamas y se acostó rápidamente, esperando… pasó en vela toda la noche y nada sucedió…
Gina trataba de entender lo que había sucedido las noches anteriores. Seguía pensando si habrían sido sólo sueños? Pero, si eran sueños, podría un sueño ser tan excitante, tan excesivamente erótico y tan real? Era evidente que algo la estaba acosando pero no estaba muy segura de que era. Sería un fantasma? Un demonio? Un espíritu? Qué? Pero lo que sí sabía perfectamente es que eso, fuera lo que fuera, le estaba haciendo vivir las mejores emociones de su vida.
Durante el día, en su trabajo, su mente cavilaba en las infinitas posibilidades que surgían de aquellos sueños húmedos con la sombra misteriosa. De alguna manera, esa situación empezaba a excitarla y no pudo resistir la tentación de querer experimentar mucho más de algo tan extraño pero tan apasionante.
Esa noche Gina llegó temprano a casa. Era mujer de imaginación exaltada y ardiente que sabía disimular sus emociones y sus inclinaciones. De su mente había desterrado las peores cosas y esta vez sólo quería poder experimentar de nuevo esa exótica sensación a pesar del temor que le inspiraba esa serie de inexplicables apariciones. Se duchó, se puso su pijama y se metió en su cama rápidamente pero esta vez no se puso ropa interior. Había dejado la puerta de su habitación abierta y encendida una luz sobre el pasillo la cual reflejaba tenuemente en su cuarto permitiéndole algo de visibilidad.
Permaneció horas con sus ojos abiertos esperando no pasar en vela como la noche anterior. Ya en la madrugada, sintió un silencio tan extraño y tan profundo en el lugar que de inmediato la invadió una sensación de angustia y nerviosismo que no podía controlar. Al instante, sopló un viento helado y la única lucecita encendida se apagó de repente dejando el cuarto en una oscuridad total, terrorífica, un negro absoluto y abismal que absorbía toda la habitación. Gina nada podía ver y un miedo a lo desconocido y antinatural la hizo quedarse en un estado de shock del cual salió justo cuando la puerta de su habitación se cerró estruendosamente. Como pudo agarró su cobija y se cubrió hasta el cuello tratando de ocultarse de aquella fantasmagórica aparición que había entrado en su cuarto. Palideció al reconocer al pie de su cama aquella macabra, tenebrosa y gigantesca sombra negra que parecía responder a una maligna invocación.
Una risa histérica y diabólica retumbó en su habitación al momento en que las cosas comenzaron a caer y su cama empezó a temblar, a saltar y a zarandearse de arriba abajo y de lado a lado. Gina saltaba junto ella totalmente aterrada. La manta que la cubría le fue arrancada abruptamente y voló por los aires. Gina estaba petrificada. Al instante se apoderó de ella una furia indescriptible. Fue como si la raíz de su alma fuese separaba de un golpe de su cuerpo y una maldad más que diabólica, alimentada por el espíritu de la perversidad, estremeció cada fibra de su ser. De la nada algo la volteó violentamente colocándola boca abajo y rasgando su pijama dejándola absolutamente desnuda. La cama continuaba saltando como si tuviera vida propia. Algo semejante a unas manos grandes y fuertes la tomaron de la piernas abriéndoselas salvajemente y aquella cosa atroz, como una animal hambriento, se lanzó sobre ella y antes de que pudiera reaccionar se metió entre sus las piernas y como una bestia comenzó a lamer el delicado sexo de Gina. Su cama dejó de saltar y Gina quedó inerme, sometida a los vejámenes de esa fantasmal presencia viviente.
Gina, quien nunca había experimentado algo semejante, convulsionó en un clímax exuberante. Sólo atinaba a escuchar los salvajes lengüetazos de una lengua que era desmesuradamente grande para ser la de un humano. Algo se la estaba comiendo. Algo la lamía insaciablemente, hundiéndole violentamente ese protuberante apéndice carnoso en su delicada cavidad vaginal provocando un clamor orgásmico capaz de levantar hasta los muertos. Algo le estaba devorando su sexo, emitiendo sonidos bestiales, como los gruñidos de un animal en celo.
En esos momentos el instinto provoca reacciones inmediatas, y por irreflexivo que parezca un extraño impulso suplió a su instinto de conservación. No pudo su imaginación desentrañar las causas de dicho fenómeno, pero si sintió los vibrantes efectos en su cuerpo y eso fue más que suficiente para que, a pesar que le entrase en su interior un miedo insano, el lado oscuro de su conciencia la empujara al despertar de la inquietud moral y la arrojara sin freno hacia ese escleroso musculo nervudo y carnoso que deliciosamente se incrustaba en su sexo. En ese momento Gina ya no sabía lo que hacía.
Lo que al principio parecía un aterrador ataque sobrenatural de un despiadado incubo, se convirtió después en un ajetreo frenético, un forcejeo desenfrenado y carnal con el solapado consentimiento de la bella Gina quien intentaba intrépidamente sujetarse a su cama mientras trataba de sondear todas las formas posibles de soportar las lamidas, lengüetazos y chupetones de su abominable y oscuro visitante.
Los enardecedores estímulos que recibía en su sexo traspasaron su delicada humanidad en un delirio indescriptible proporcionándole uno de los mayores placeres su existencia. En un último intento por comprender la extraña naturaleza de aquel excitante fenómeno, Gina, aún embestida salvajemente, se estiró lo más que pudo alcanzando la pequeña lámpara en su mesita de noche y encendió la luz. De inmediato, las arremetidas en su sexo cesaron y la misteriosa sombra viviente se esfumó escuchándose un chillido ensordecedor que se diluyó al instante.
Gina estaba exhausta y adolorida, embargada por sentimientos encontrados de miedo y excitación. Había experimentado en carne propia un impetuoso y agresivo fenómeno paranormal del que estaba segura no soportaría nuevamente pero que no dudaría en repetirlo.
Hermosa como un ángel y extraordinariamente atractiva, de cabello castaño y grandes ojos negros, de tez blanca y sonrosada, de baja estatura pero de fina figura; tan esbelta y voluptuosa que un halo de elegancia y sensualidad siempre la acompañan. Inteligente y bella, intensa y caprichosa, Gina es naturalmente moralista, con una concepción de vida que ponía el acento en el pudor, la decencia y la virtud, además de entregada con pasión a su trabajo por lo que no dedica tiempo a su vida personal. Vive sola en un departamento al norte de la ciudad cerca de su trabajo. Por eso se da el lujo de salir tarde de su oficina y continuar trabajando en su departamento. Tal vez el desespero por su incapacidad de resistencia al trajín ha hecho que su mente le juegue una mala pasada haciéndole ver cosas que no existen. Quizás está sufriendo alguna alucinación, y lo peor, la está haciendo sentir insegura y temerosa.
En una ocasión, muy entrada la noche algo la despertó; escuchó ruidos extraños y creyó ver el paso fugaz de una sombra por su cuarto. De inmediato encendió la luz de su nochero sin encontrar nada. Se levantó, recorrió su cuarto y todo su apartamento. Deben ser los efectos de tanto agotamiento, pensó ella.
Días después, vivió la misma situación; una aterradora impresión de una gigantesca sombra que cruzó su cuarto y que se desvaneció justo cuando encendió la luz. Los días pasaron y las estremecedoras imágenes continuaron; esta situación ya la tenía horrorizada y la inquietaba sobre manera pues estaba desconfiando de su estado mental, sentía que se estaba volviendo loca, que algo la acechaba y que no podía hacer nada. No quería contárselo a nadie por miedo a lo que pensarían de ella.
Luego de varios días no volvió a ver aquella misteriosa sombra hasta que una noche, en la que quedó dominada por el cansancio, sintió como algo le retiraba la cobija y le acariciaba suavemente su pierna. Fue una sensación espeluznante y de inmediato se levantó alcanzando a ver nuevamente aquella tenebrosa sombra, la cual se desvaneció justo al encender la luz sin dejar rastro alguno. Gina no pudo dormir esa noche ni las noches siguientes.
Pasaron las noches y al parecer todo quedó olvidado en medio de su agite normal por su excesivo trabajo. Como siempre, llevó trabajo a casa. Estaba tan cansada que esta vez decidió tomar su baño, colocarse su pijama y acostarse a dormir quedando sumida en un letárgico sueño.
Gina dormía profundamente, boca arriba, cuando sintió como algo le retiraba su cobija lentamente. Estaba tan cansada que no comprendía lo que pasaba. Al momento, aquella misteriosa sombra le retiró delicadamente la pijama dejando al descubierto uno de sus pechos del cual se adueñó en un suave pero intenso beso. Sus turgentes pezones se enrojecieron y en medio del sobresalto que le produjo dicho contacto, dejó escapar un gemido despertando inmediatamente alcanzando a ver aquella sombra desvanecerse ante ella.
Gina no alcanzaba a entender lo que había sucedido y a pesar del susto continuaba excitada. Tal vez había sido un sueño erótico, pensaba para sí, sólo que estos continuaron en las noches siguientes… Y así fue; sus pechos sucumbieron ante los besos que la misteriosa sombra le daba pero que terminaban justo cuando ella despertaba, asustada pero muy excitada.
Algo estaba sucediendo. Estaba segura de que no era un sueño pues tanta excitación ya había dejado huella en sus pechos, las marcas de los chupetones eran visibles a simple vista.
Qué extraña situación y aún más extraña sensación que embargada a la virtuosa e inmaculada Gina formada bajo los preceptos de la moral sin tacha y las buenas costumbres. Sus experiencias eróticas habían sido mínimas y de algún modo frustrantes gracias a las imposiciones y privaciones de su estricta formación moral, seguida bajo la ascesis para la virtud. Pero ahora, esta serie de eventos extraños aunque muy excitantes despertaron en ella lo más parecido a un deseo sexual generando un agudo conflicto en lo más profundo de su conciencia. Una parte de ella trataba de evitar a toda costa este sentimiento malsano pero la otra anhelaba experimentar nuevas sensaciones. Sólo ella sabía si su ascesis para la virtud se convertiría ahora en su ascesis para el deseo.
Esa noche vivió una nueva experiencia… Después de la media noche, cuando dormía profundamente, algo apareció en su cuarto… le retiró lentamente la manta que la cubría y de inmediato subió su pijama más arriba de la cintura.. Gina, quien dormía plácidamente, no se percataba de nada… aquella extraña aparición parecía acariciar las bellas piernas de Gina hasta llegar a la entrepierna… Gina, aún dormida, pareciera asentir lo que estaba sucediendo pues en la medida en que las caricias se acentuaban ella abría sus piernas… luego, inexplicablemente, su calzoncito se rompió y sus piernas se recogieron hacia sus pechos lentamente… su sonrosado sexo quedó expuesto totalmente y al instante algo empezó a besarla delicadamente… sus piernas recogidas, trataban de abrirse más acompañadas de un cadencioso movimiento de cintura… Gina no despertaba, pero con seguridad creería que lo que estaba sintiendo era un sueño así que se dejo hacer de forma complaciente…. Sus manos pasaron sobre su cabeza totalmente estiradas y su pijama se recogió hacia abajo dejando ver sus hermosos pechos los cuales empezaron a se succionados…
La noche siguiente, muy entrada la madrugada Gina se quedó dormida boca abajo arropada hasta la cintura… de pronto, de la nada algo empezó a retirarle la cobija. Lentamente la sábana que la cubría iba desapareciendo dejando ver la hermosa humanidad de Gina, quien continuaba boca abajo, abrazando su almohada. La fantasmagórica sombra subió el diminuto pijama que más que ocultar revelaba los encantos que Gina poseía… Un diminuto calzón cubría las partes íntimas de Gina. Sin embargo, esto no fue óbice para que la misteriosa aparición lo hiciera a un lado y unos dedos exploraran su sexo acariciándolo de izquierda a derecha y de arriba abajo.
Gina despertó atemorizada pero algo excitada y haciendo caso al lado oscuro de su conciencia se quedó totalmente quieta cerrando sus ojos nuevamente dejando que aquella sombra lúgubre envolviera a su víctima y hurgara en su sexo, haciéndola sentir, aunque no distinguiera ni viera nada, la aterradora presencia viviente de un siniestro ser sobrenatural en su cuarto cubierto de una especia de velo tenebroso que heló su sangre hasta la médula de sus huesos.
Al mismo tiempo, unos dedos empezaron a recorrer lentamente su espalda, su columna; un provocador cosquilleo bajando desde la nuca a un ritmo más que placentero tortuosamente delicioso hasta llegar a su precioso culo y más allá, a la raíz de su sexo. La mágica mano que la acariciaba giró paseando la palma por la raja de sus nalgas. Al instante, uno de sus dedos empezó a recorrer el valle mientras el resto las nalgas. La yema del dedo del extraño ser se entretuvo presionando, jugando y acariciando el esfínter del hermoso culo de Gina quien permanecía absorta pero dejando escapar un tenue gemido a cada toque morboso en su ano. Dos de esos inquietos dedos separaron los labios vaginales, descubriendo la humedad del sonrosado sexo de Gina estremeciendo su cuerpo y facilitando el camino para que otro dedo invasor, que no deja escapar la oportunidad, se introdujera en la vagina que lo recibió sin resistencia, esperándolo y cerrándose en torno a él. Gina no sabía qué hacer. Continuaba con sus ojos cerrados gimiendo y sintiendo como era obscenamente manoseada.
Aún sin entender lo que estaba sucediendo, permanecía inmóvil aferrándose a su almohada pero de alguna manera tratando de adecuarse a aquellas extrañas circunstancias. Su diminuto calzoncito parecía no entorpecer la faena de su desconocido visitante quien adicionalmente pasaba una y otra vez su dedo acariciando el esfínter de su precioso culo produciéndole una muy singular sensación de felicidad evidenciada en los múltiples espasmos y en los fluidos que manaban profusamente de su sexo derramándose en toda su cama. Sólo que en el preciso momento en que ese dedo se introdujo abruptamente en su ano, Gina se levantó y encendió la luz de su nochero y lo único que pudo ver fue aquella extraña sombra desvanecerse ante ella una vez más. Fue una insólita noche y a pesar de todo, Gina durmió plácidamente como una oruga en su capullo.
Gina aún no superaba su dilema moral pero quería descubrir que sucedía y a que se estaba enfrentando. No era lógico ni sano lo que estaba pasando, así que la noche siguiente juiciosamente consulto en la internet. Permaneció horas y horas leyendo sobre los sueños, los fantasmas, los espíritus, los demonios y demás entidades paranormales. Leyó hasta el cansancio. Cuando no pudo más, tomó su baño y se colocó sus pijamas y se acostó rápidamente, esperando… pasó en vela toda la noche y nada sucedió…
Gina trataba de entender lo que había sucedido las noches anteriores. Seguía pensando si habrían sido sólo sueños? Pero, si eran sueños, podría un sueño ser tan excitante, tan excesivamente erótico y tan real? Era evidente que algo la estaba acosando pero no estaba muy segura de que era. Sería un fantasma? Un demonio? Un espíritu? Qué? Pero lo que sí sabía perfectamente es que eso, fuera lo que fuera, le estaba haciendo vivir las mejores emociones de su vida.
Durante el día, en su trabajo, su mente cavilaba en las infinitas posibilidades que surgían de aquellos sueños húmedos con la sombra misteriosa. De alguna manera, esa situación empezaba a excitarla y no pudo resistir la tentación de querer experimentar mucho más de algo tan extraño pero tan apasionante.
Esa noche Gina llegó temprano a casa. Era mujer de imaginación exaltada y ardiente que sabía disimular sus emociones y sus inclinaciones. De su mente había desterrado las peores cosas y esta vez sólo quería poder experimentar de nuevo esa exótica sensación a pesar del temor que le inspiraba esa serie de inexplicables apariciones. Se duchó, se puso su pijama y se metió en su cama rápidamente pero esta vez no se puso ropa interior. Había dejado la puerta de su habitación abierta y encendida una luz sobre el pasillo la cual reflejaba tenuemente en su cuarto permitiéndole algo de visibilidad.
Permaneció horas con sus ojos abiertos esperando no pasar en vela como la noche anterior. Ya en la madrugada, sintió un silencio tan extraño y tan profundo en el lugar que de inmediato la invadió una sensación de angustia y nerviosismo que no podía controlar. Al instante, sopló un viento helado y la única lucecita encendida se apagó de repente dejando el cuarto en una oscuridad total, terrorífica, un negro absoluto y abismal que absorbía toda la habitación. Gina nada podía ver y un miedo a lo desconocido y antinatural la hizo quedarse en un estado de shock del cual salió justo cuando la puerta de su habitación se cerró estruendosamente. Como pudo agarró su cobija y se cubrió hasta el cuello tratando de ocultarse de aquella fantasmagórica aparición que había entrado en su cuarto. Palideció al reconocer al pie de su cama aquella macabra, tenebrosa y gigantesca sombra negra que parecía responder a una maligna invocación.
Una risa histérica y diabólica retumbó en su habitación al momento en que las cosas comenzaron a caer y su cama empezó a temblar, a saltar y a zarandearse de arriba abajo y de lado a lado. Gina saltaba junto ella totalmente aterrada. La manta que la cubría le fue arrancada abruptamente y voló por los aires. Gina estaba petrificada. Al instante se apoderó de ella una furia indescriptible. Fue como si la raíz de su alma fuese separaba de un golpe de su cuerpo y una maldad más que diabólica, alimentada por el espíritu de la perversidad, estremeció cada fibra de su ser. De la nada algo la volteó violentamente colocándola boca abajo y rasgando su pijama dejándola absolutamente desnuda. La cama continuaba saltando como si tuviera vida propia. Algo semejante a unas manos grandes y fuertes la tomaron de la piernas abriéndoselas salvajemente y aquella cosa atroz, como una animal hambriento, se lanzó sobre ella y antes de que pudiera reaccionar se metió entre sus las piernas y como una bestia comenzó a lamer el delicado sexo de Gina. Su cama dejó de saltar y Gina quedó inerme, sometida a los vejámenes de esa fantasmal presencia viviente.
Gina, quien nunca había experimentado algo semejante, convulsionó en un clímax exuberante. Sólo atinaba a escuchar los salvajes lengüetazos de una lengua que era desmesuradamente grande para ser la de un humano. Algo se la estaba comiendo. Algo la lamía insaciablemente, hundiéndole violentamente ese protuberante apéndice carnoso en su delicada cavidad vaginal provocando un clamor orgásmico capaz de levantar hasta los muertos. Algo le estaba devorando su sexo, emitiendo sonidos bestiales, como los gruñidos de un animal en celo.
En esos momentos el instinto provoca reacciones inmediatas, y por irreflexivo que parezca un extraño impulso suplió a su instinto de conservación. No pudo su imaginación desentrañar las causas de dicho fenómeno, pero si sintió los vibrantes efectos en su cuerpo y eso fue más que suficiente para que, a pesar que le entrase en su interior un miedo insano, el lado oscuro de su conciencia la empujara al despertar de la inquietud moral y la arrojara sin freno hacia ese escleroso musculo nervudo y carnoso que deliciosamente se incrustaba en su sexo. En ese momento Gina ya no sabía lo que hacía.
Lo que al principio parecía un aterrador ataque sobrenatural de un despiadado incubo, se convirtió después en un ajetreo frenético, un forcejeo desenfrenado y carnal con el solapado consentimiento de la bella Gina quien intentaba intrépidamente sujetarse a su cama mientras trataba de sondear todas las formas posibles de soportar las lamidas, lengüetazos y chupetones de su abominable y oscuro visitante.
Los enardecedores estímulos que recibía en su sexo traspasaron su delicada humanidad en un delirio indescriptible proporcionándole uno de los mayores placeres su existencia. En un último intento por comprender la extraña naturaleza de aquel excitante fenómeno, Gina, aún embestida salvajemente, se estiró lo más que pudo alcanzando la pequeña lámpara en su mesita de noche y encendió la luz. De inmediato, las arremetidas en su sexo cesaron y la misteriosa sombra viviente se esfumó escuchándose un chillido ensordecedor que se diluyó al instante.
Gina estaba exhausta y adolorida, embargada por sentimientos encontrados de miedo y excitación. Había experimentado en carne propia un impetuoso y agresivo fenómeno paranormal del que estaba segura no soportaría nuevamente pero que no dudaría en repetirlo.
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