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Seis por ocho (70): El ruiseñor pervertido.




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Compendio I


Fue una mala decisión irme a jugar con Violeta, pero la suerte se había echado. Al poco rato, apareció Amelia en el living.
“¿Todo bien?” le pregunté, mientras su hermana menor barría el piso conmigo en el juego.
“Si, estoy más tranquila.” dijo ella, abrazándome con dulzura.
“¿Y las demás?” pregunté.
“Están recogiendo la mesa y viendo lo que pasará con mamá y la señorita Sonia.”
Le sonreí.
“¿Así que viniste cuando te aseguraste un rato para ti, cierto?”
Amelia enrojeció.
“¡No pensé que me elegirían primero!” dijo, con una voz tímida. “¿Puedo jugar?”
“¡Por supuesto!” respondí.
Amelia era bastante buena o yo me había oxidado. Al poco rato, me llamó Marisol.
“¡Amor, acompáñame a dejar a Sonia, que ya se va!”
“¡Bien!” respondí, pasándole el control a Amelia.
“¿Cómo puedes jugar a esas cosas?... ¡Eres un adulto!” me dijo Pamela, criticando mi juego.
“¡Es algo que te engancha de a poco!” le respondí.
Fuimos caminando, con Marisol acurrucada bajo el brazo. En realidad, no sabía cómo actuar con Sonia delante de ella.
“¡Ahí viene un taxi!” dijo, haciéndolo parar. “¡Sonia, espero verte pronto!”
“¡Gracias, Marisol! ¡Cuídate!”
Nos miramos unos segundos con Sonia…
“¡Adiós!” le dije, dándole un beso en la mejilla. “¡Gracias por venir!”
“¡Espera, Marco!” dijo Marisol. “¡Despídete como corresponde!”
Fue un momento incomodo para ambos…
“¡Pero Marisol…!” protesté.
“¡Acordamos que te compartiríamos por igual!... o ¿Prefieres traicionarme y besarla a mis espaldas?” dijo ella, girando.
“¡Está bien, Marisol!” le dije, tocándola en el hombro para que girara. “¡Tú ganas!”
Ella sonrió con cara de diabla…
“¡Bésala, como lo haces conmigo!” me suplicó.
“¡Marisol!” le reprendí.
“¡Anda, hazlo!” dijo ella.
No tenía más elección…
Metí mi lengua dentro de la boca de Sonia, como nunca lo había hecho antes. La abracé en la cintura y uní nuestras pelvis, mientras mis manos recorrían su cuerpo, de arriba abajo. Succionaba sus labios, acariciando sus cabellos, como si intentara beber su lengua.
Sonia estaba sorprendida, pero muy agradada. Cuando acabé, ella dio un fuerte suspiro.
“¡Nunca me habías besado así antes!” dijo ella, bien avergonzada.
Ya lo sabía, porque solamente besaba a Marisol de esa manera. Marisol, por su parte, sonreía como una niña.
“¿Viste que no me enojé?” me dijo, al ver que el taxi se iba, leyendo mis pensamientos.
“Si, eso lo sé. Pero tú sabes que con cada beso, las ganas de tenerme crecen, ¿Cierto?” Le pregunté.
“¡Si, pero en el fondo, saben que eres mío!” respondió, sin querer escucharme. “¿Y qué tal fueron sus besos “sabor a limón”?”
“Pues, en realidad, sus besos son más dulces.” Le dije.
“¿Cómo dices?” preguntó ella, muy sorprendida.
“Sus besos tienen un sabor más dulce.” Le respondí.
“¡Bésame!” dijo ella, abalanzándose sobre mis labios.
Fue lejos, el mejor de sus besos. Sentía como la letra de esa canción… ¡Me quería comer la boca, sin dejarme respirar!
“¿Y bien?” preguntó ella, con unos ojos bien excitados. “¿Tengo sabor a limón?”
“Si.” Le respondí.
“Pero… ¿Cómo?” preguntó ella, con tristeza.
“¡No lo sé, amor!... pero quiero confesarte que me sentí mal al besarla así. Yo solamente te beso a ti de esa manera.” Le respondí.
“¿Estás diciendo… que esos besos… son especiales?”
Su rostro estaba avergonzado…
“¡Pues si!... ¡Me gusta sacar ese sabor a limón de tu boca y dejarla en la mía!”
“¡Marco!” me dijo y me volvió a besar.
Marisol en muchos aspectos, es como una niña.
“Supongo que esto te ha hecho pensar sobre besar a las demás…” dije, con algunas esperanzas.
“¡Claro que no!” dijo ella, roja como un tomate. “…Solamente significa… que bueno… hay algunas cosas que haces conmigo… que, pues… a ti no te gusta hacer con las demás…”
Conocía bien esa mirada deliciosa…
“¡Pero tienes razón, Marisol!” le dije, tratando de sonar serio. “¡Ahora me estoy entregando a todas ellas y debo besarlas de la misma manera que lo hago contigo!”
Sabía que la incomodaría…
“¡No creo que deban saberlo!... es decir… aun es bueno tener algo de intimidad… tú sabes… algo de misterio en la relación… además…” dijo ella, suspirando. “… me haces sentir… especial.”
“¡Marisol, esos besos serán solamente tuyos, si me lo pides!” le dije. Eso la haría entrar en un conflicto moral…
“¡No voy a pedírtelo!...” dijo ella, aun firme en sus convicciones. “Si quieres hacerlo con las demás… es tu decisión… pero si deseas reservarlos solamente para mi… pues… me gustaría… aunque no te estoy obligando…”
Daba lo mismo. No besaría a otra de esa manera…
“¿Y qué decidieron? ¿Dormiremos tú y yo solamente, esta noche?”
Jamás pensé que le haría esa pregunta en toda mi vida.
“¡Pues… estaba pensando… en que podríamos hacer un trió… una vez que Violeta se acueste, claro!” dijo ella, con algo de vergüenza.
“¡En serio, Marisol, esa es una de las cosas más raras que me has pedido!” le dije.
Su rubor era enternecedor…
“¡Pues… yo aun recuerdo que la cosa más rara que me pediste… fue que te diera mi trasero!... ¡Y yo cumplí!” dijo ella, muy roja.
“¡Si, pero Marisol, considera que lo estaba haciendo contigo!” le respondí.
“¡Lo sé, pero siempre he tenido la curiosidad de que si puedes satisfacer a otra mujer y a mí!” dijo, con toda naturalidad, aunque había un resplandor raro en sus ojos.
“¿Y ya decidiste quién es?” pregunté.
Ella solo sonrió.
Llegamos a casa y las demás se habían acostado. Todas, exceptuando a Pamela, que seguía pegada en el juego.
“¡Vamos, Marco, sólo 5 minutos más!” me protestó, al desconectarle la consola.
“¡Es hora!” le dije.
Marisol estaba en camisón, yo en bóxers y la única que se cubría la ropa interior era Pamela.
“¡Esta es una de las cosas más raras que me habéis pedido!” dijo ella, con vergüenza.
“¡Lo mismo pienso yo!” le confesé.
“Pero… ¿Por qué conmigo?...” preguntaba Pamela. “…Yo nunca he querido hacer estas cochinadas…”
“¡Porque siempre te he encontrado muy linda y sé que te gusta mucho Marco!” le respondió su prima, con una mirada distinta a la normal.
“¡Él no me gusta!... ¡Yo solo lo hago… para que tú seas feliz!...” se justificó Pamela.
“¡Pamela, no me mientas! ¡Aun me acuerdo que la otra vez, cuando te pedí por primera vez que lo compartiéramos, dijiste que lo amabas y no hace mucho, dijiste que lo que sentías por él no lo habías sentido nunca por otro chico!” le recalcó Marisol.
“¡Vamos, Marisol, no seas tan dura con ella!” dije, defendiéndola. “¡Ni para ella ni para mi es fácil esto! ¡Eres su mejor amiga y también cree que si admite sus sentimientos, te estaría traicionando!”
Pamela estaba colorada…
“¡Es verdad, Marisol!...” confesó, finalmente Pamela. “¡Marco me gusta… pero no quiero hacerte sentir mal… y me asusta todo esto!”
Marisol suspiró.
“¡Pamela, eso ya lo sé bien!... ¡Pero cómo le he dicho a Marco, nunca lo he visto satisfaciendo a otra mujer!... ¡Y me gustaría verte satisfaciéndote a ti, porque siempre te he visto con tantos hombres!”
“¡Marisol… hay algo que debes saber… y bueno… solamente Marco lo sabe!” le dijo.
Yo me asusté. Aun recordaba esa vez que me sentía despechado por Marisol y lo hice sin preservativo…
“¡Dime!” Marisol la miró con mucha atención.
“¡Marisol… creo que estoy… embarazada también!”
Me pasé el rollo en mi mente, pero lo que en realidad dijo fue…
“¡Marisol… yo tengo… una vagina muy sensible!”
Pamela estaba muy avergonzada. Era su mayor secreto.
“¡Marco lo sabe… no necesito demasiado para alcanzar un orgasmo… y es por eso que siempre los chicos se acostaban conmigo!”
Yo recuperaba mis colores. Marisol, por otra parte, estaba muy intrigada y su mirada me parecía cada vez más peculiar.
“¿En serio?” preguntó con incredulidad.
“¡Si… es así!” le dijo Pamela, muy avergonzada.
“¿Me dejarías probarlo?” dijo Marisol, preparando el dedo índice y anular, para metérselo.
“¡Cómo dices eso!” le dijo Pamela, cubriendo su entrepierna.
“¡Entonces… déjame probar tus pechos!” le dijo su prima. “¡Siempre los he visto y me han dado un poco de envidia!”
“¡Marisol… no… no bromees así!” dijo Pamela, muy colorada. “¡A mí me gustan los chicos… y aunque te quiero mucho… es algo que no me gustaría hacer!”
“¡Por favor!” suplicó Marisol, como cuando lo hace conmigo. “¡Solo un poco!... ¡Para ver a que saben!”
Pamela suspiró.
“¡Está bien!... ¡Pero solo una vez!... “Dijo ella, refunfuñando por lo bajo.
“¡Gracias!” Respondió Marisol, con una gran sonrisa.
Marisol miró los pechos descubiertos de su prima un rato.
“¡Vamos… Marisol!... ¡Cualquiera diría… que es el primer par de tetas que ves!” le dijo Pamela, un poco incomoda.
“¡Es que Marco tiene razón!” le dijo. “¡Los pechos grandes son bonitos!... son tan redonditos y esponjosos… además, mira lo tibios que son…”
“¡Marisol!... ¡Sólo deje que los chuparas una vez… no que me los tocaras así!” dijo Pamela, muy incómoda.
Sin embargo, Marisol seguía con la inmadurez de una niña pequeña… y esa mirada tan extraña…
“¡Pero mira!... ¡Los aprieto y se recuperan al instante!... ¡Agarro el pezón, lo jalo y se vuelven a cómo eran antes!”
Pamela cerraba los ojos. Parecía agradarle…
“¡Sí!... ¡Los míos son así!... ¡Ahora pruébalos, para que me dejes en paz!” decía Pamela, poniéndose la mano en la frente, como si estuviera agotada.
“¡Esta bien!” dijo Marisol, algo molesta.
Lo besó suavemente. Pamela parecía deshacerse.
“¡Tu boca es tan tibia!... ¡Marisol, ya los probaste!... ¡Ahora déjame en paz!” le ordenaba, pero Marisol no obedecía.
“¡Quiero ver si cambian de sabor si te excitas!” le dijo, sin parar de chuparlo.
“¿Cómo crees eso?... ¡Marco, ayúdame, por favor!” me decía.
“¡Con gusto!” le respondí.
Y empecé a chuparle el otro pecho…
“¡Marco… no seas… bestia!... ¡Ay!... ¡Que me ayudes a… sacarla!”
Era mi venganza por el día anterior. No quiso entenderme, así que la haríamos sufrir.
“¡Vaya, se está endureciendo e hinchando!” dijo Marisol, lamiéndolo con la lengua.
“¡No…Marisol… no me hagas así!” le pedía su prima.
Marisol ponía su mirada de diabla.
“Amor, ¿Crees que Pamela se esté excitando?”
“¡Vamos, Marisol!... ¿Cómo piensas…?... ¡Ah!...” exclamó sorprendida. “¡Marisol… me metiste… tus dedos!”
Ni yo me di cuenta y efectivamente, empezaba a hurgar la intimidad de su prima.
“¡Vaya! ¡Es verdad!” dijo Marisol, al ver que su prima se corrió por primera vez. “Marco, ¿Quieres ayudarme?”
“¡No, Marco!... ¡No, Marco!...” suplicaba Pamela, pero me había convencido.
Metí un par de dedos también.
“¡Son muchos dedos…!” dijo ella, babeando de placer.
“¡Veamos que siente si le comimos los pechos y le hacemos esto!” dijo Marisol, muy entusiasmada, empezando a masturbar a su prima. Yo la seguí.
“¡No, Marisol!... ¡Por favor, para!... ¡Es muy raro!.... ¡No, sus bocas están calientes!... ¡Marisol, no sigas!... ¡Se siente tan bien!...” decía Pamela, tratando de resistir el placer que su prima le estaba dando. “¡Marco, Marisol… por favor paren!... ¡Me están volviendo loca!... ¡Se siente tan bien!... ¡Por favor Marisol!... ¡Marco!... ¡Marisol!... ¡No pares!... ¡Sigue así!... ¡Lo haces tan bien!...”
Marisol sonreía muy satisfecha.
“¡Amor, voy a probar los labios de mi prima! ¿Me das permiso?” dijo mi pervertido ruiseñor.
“¡Adelante!” le dije yo, con una tremenda erección.
“¡Marisol… no te atrevas… es muy raro…!” decía Pamela, pero su cuerpo estaba a merced nuestra. Tanto su placer, como la voluntad de su prima la mantenían inmovilizada.
“¡Vamos, Pamela!... Solamente soy tu prima… y a ti no te gustan las mujeres…” le dijo, mirándola de una manera cautivadora. “Además, a Marco le gustaría vernos besarnos… ¿No te gustaría hacer feliz a Marco?”
“¡Si!... ¡No!... ¡Marisol, no sigas!... ¡No quiero seguir haciendo esto!... “decía Pamela, resistiéndose hasta el final.
“¡Es solo… un pequeño… e inocente… beso… en los labios!” le dijo, a medida que sumergía sus labios en los de su prima.
Pamela sucumbió. La besó de una manera tan apasionada, mientras que Marisol no paraba de tocarla. Incluso llegó a abrazarla, para que no le arrebatara su placer.
Yo, de puro caliente, mordía los pechos de Pamela como si fuera una bestia, mientras que mi mano sentía su avalancha de orgasmos consecutivos.
“¿Ves… Pamela?... ¡No fue tan malo!” le dijo Marisol, luego de esos 30 segundos de pasión.
“Mi cabeza… me da vueltas…” decía Pamela, muy confundida, pero con una alegre cara de satisfacción.
“¡Prima, mira al pobre Marco!” le dijo, al ver mi erección. “¡El pobrecito ha estado aguantando demasiado!... ¿Quieres ayudarme a calmarlo?”
Las dos estaban sedientas de mí. Además, la situación tan morbosa me había puesto demasiado caliente y no tarde mucho en correrme, mientras me lamian el mástil con mucho deseo.
Pamela seguía confundida en el placer…
“¡Marco, me dijiste que a ella no le gusta que le des por la cola! ¿Cierto?” me dijo, mientras Pamela me limpiaba los jugos. “¡Deberías probar ahora!” me decía, mientras la besaba en los labios. “¡Apuesto que ahora no se opondrá!”
“¡No, Marco… mi culo no!” decía Pamela, aun demasiado caliente para poder reaccionar bien, mientras que Marisol bajaba por su cuerpo, lamiendo su sudor. “¡Siento que me derrito!...”
“¡Yo veré que sabor tiene mi prima!” dijo Marisol.
“¿Qué sabor tengo?... ¡No, Marisol!... ¡No te atrevas!... ¡Ah!... ¡Siento tu lengua!” dijo Pamela.
¡Era increíble! Marisol estaba chupando su rajita y me empezaba a poner a mil de nuevo. Se me acomodó sola en sus nalgas y sus intentos de rechazar a su prima hacia que se la metiera más adentro.
“¡No, Marco!... ¡No me la metas… así!... ¡Me siento tan bien!... ¡Mi corazón está latiendo muy fuerte!” decía Pamela, moviendo sus caderas.
“¡No tiene… mal sabor! ¡Amor… deberías aprovechar… de tomar sus pechos!” decía Marisol, entre lamidas.
“¡Si!… ¡Marco… toma mis tetas!… ¡Tomen mi cuerpo!... ¡Nunca me había… sentido así!” Pamela tenía una mirada de plena lujuria.
Mis movimientos de cadera eran más rápidos. Pamela me besaba, sedienta de placer, mientras que mis manos pellizcaban sus enormes pechos y mientras que Marisol seguía comiéndole la rajita.
De repente, Pamela empezó a gemir.
“¡Marisol!... ¡Marisol!... ¡Me voy a correr otra vez!... ¡No pares!” decía, tomándole la cabeza a su prima.
Yo también estaba casi en las mismas.
“¡Vamos… Pamela! ¡Hazlo!” dijo Marisol, chupando su clítoris.
“¡No!... ¡Marisol… me va a hacer… que me corra!... ¡Ay, no!... ¡Ay, no!... ¡No!”
Aproveche de descargarme también, cuando sentí el cuerpo de Pamela relajarse. Marisol la lamía, dejándola limpia.
“¡Bien, amor!... ¡Ahora es tu turno, si quieres!” le dije, ya que la escena me tenía muy excitado.
“¡Marco, creo que debes ir a ver a Amelia!” me dijo, cuando empezaba a montarme en su trasero.
“¡No, Marco!... ¡Por favor!... ¡No vayas!” susurraba Pamela, aun prisionera del placer que le estaba dando su prima.
“¿Por qué?” pregunté.
“¡Porque acordamos que esta noche dormirías con ella!” me respondió, mientras callaba a Pamela con uno de sus besos.
“¡Pero si acordamos con que dormiría contigo!” le recordé.
“¡No, corazón!” dijo, mientras le metía los dedos nuevamente en la raja de Pamela.
“¡Marisol… por favor… no sigas!” decía Pamela, llorando de placer.
“¡Acordamos con que te acostarías conmigo y lo hiciste!” me explicó, sonriendo al ver Pamela prisionera de sus caricias. “Además… hay una cosa más que me gustaría hacer con Pamela… y no me sentiría cómoda si me vieras…”
Entonces, vi sus ojos de nuevo. Era esa otra Marisol. La de la noche anterior. Aquella, con ojos de lascivia pura…
“¿Me estás pidiendo…?”
“¡Amelia te está esperando!” dijo, sin mirarme, sonriendo al ver a su prima indefensa.
Yo estaba perplejo. Sentía que me estaba engañando… con Pamela.
Me puse de pie y avance a la puerta. Vi a Marisol, besándola nuevamente, mientras que Pamela alzaba su mano, como si pidiera ayuda.
Mientras la sombra de la puerta oscurecía la habitación, me vino a la mente el recuerdo del final de esa película de miedo, donde el tipo se cortaba la pierna.
Los ojos de Pamela me miraban suplicantes y yo solamente podía imaginar que pasaría después. Cerré el picaporte, incapaz de procesar lo que había pasado con Marisol.
Definitivamente, se estaba yendo de control, pero igual seguí sus órdenes, alcanzando a ponerme frente a la puerta de su antigua habitación.
Cuando iba a golpear, reconocí el ruido y me paralicé. Lo había escuchado muchas veces, pero nunca sin que yo estuviera presente.
Había sido… el gemido orgásmico de Pamela…


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2 comentarios - Seis por ocho (70): El ruiseñor pervertido.

Si-Nombre +1
Excelente gracias por compartir!!!
jucerid
Este post estuvo fenomenal!!!!