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Trio en el campo

Soy Alejandro y este es mi primer envío. Quería empezar a compartir con ustedes algunas experiencias sexuales que me resultan imposible contar en el círculo social que frecuento.
Con Mariana, mi esposa, nos conocimos en la Facultad, llevamos varios años de matrimonio y tenemos dos hijos. Hace algún tiempo comenzamos a buscar nuevas formas de abordar el sexo para renovar lo que se había convertido en una práctica rutinaria. Fue así como llegamos a incorporar videos, disfraces, juguetes e inclusive sexo anal. Pero pese a mi insistencia mi mujer siempre se negó a realizar un trío. Esto hasta hace unos meses cuando, todavía no se bien porque, fue ella quien sugirió la posibilidad de incorporar otra persona a nuestra intimidad.
Desde que nos casamos pasamos nuestro mes de vacaciones en la estancia de mi familia en el Sur de la Provincia de Buenos Aires.
El último verano, recibimos la visita de Sebastián y Gabriela, otra pareja que se formó en nuestra Facultad, quienes desde hace unos años vienen con sus hijos a pasar una semana de vacaciones con nosotros en el campo.
Habitualmente los días transcurren entre asados, caballos y trabajo en el campo. Durante las noches después de acostar a los chicos nos quedamos conversando hasta al tas horas. Una de esas noches, en la que el whisky y el licor de crema habían corrido en exceso, la conversación derivó hacia temas sexuales y el ambiente comenzó a calentarse. Juguetes, tamaño de los miembros, sexo anal fueron algunos de los temas. Pero cuando llegamos al ítem “trio” ellos confesaron que no les gustaba, que con ellos dos les era suficiente, lo cual puso fin al tono de la conversación derivándola hacia otros asuntos.
La mañana del día siguiente nos encontró durmiendo hasta las 10, producto del alcohol de la noche anterior. Nos despertaron los chicos que querían ir a pescar al arroyo que queda a 5 kilómetros del casco de la estancia. Como Mariana y yo teníamos que hacer arreglos en la casa, Sebastián se ofreció a llevarlos, pero Gabriela dijo que prefería quedarse en la cama porque se sentía mal por la resaca.
Así pues, después de almorzar partió Sebastián con los cinco niños con sus gorros, cañas y lombrices hacia el arroyo para pasar la tarde.
Mientras que Mariana y yo colocábamos unos cuadros en el living Gabriela se levantó y vino a ayudarnos. Mientras tomábamos un café ella nos cuenta que, en realidad, es Sebastián a quién no le atrae el trío pero que si fuera por ella ya lo hubiera practicado hace mucho.
Viendo nuestra cara de asombro por la confesión, Gabriela se acercó a nosotros, nos abrazó a los dos y empezó a besarnos, primero a mí después a Mariana. Al principio nos quedamos estupefactos, pero después yo me animé a apretarle una nalga. Como respuesta recibí un beso de lengua que me dejó sin respiración. Mariana, que al principio puso cara de sorpresa, al verme a mí se incorporó y comenzamos a intercambiar besos y caricias entre los tres.
Mientras nos desvestíamos llegamos a nuestra habitación. Entre las dos me apartaron y comenzaron a besarse y a tocarse con frenesí. Comenzaron a besarse en la boca y fueron bajando en forma cruzada, primero hasta los pezones, después hasta el ombligo, hasta llegar a hacer un 69 que provocó que tuvieran su primer orgasmo.
Mientras las miraba comencé a pensar que el cambio de mi esposa con respecto al trío era que empezó a tener ganas de intercambiar fluidos con una mujer, porque puso mucha dedicación a lamer cada parte del cuerpo Gabriela, inclusive su vagina, de donde no dejó caer ni una gota de jugo.
Luego de eso me hicieron una seña, con cierta mirada de perversión, para que me incorporara al juego. Me acostaron entre las dos y comenzaron a besarme en forma simétrica la boca, el pecho, el abdomen, para finalmente llegar a mi miembro. Lograron volverme loco alternando una chupada cada una, lamiéndome los testículos y masturbándome con sus manos entrelazadas hasta que provocaron mi primera eyaculación.
En un momento Mariana sacó unos cinturones que usamos cuando tenemos sexo y entre las dos me ataron a la cama. Luego de ello, empezaron nuevamente a besarme y lamerme todo el cuerpo. Después de unos minutos y cuando ya estaba por explotar mi mujer se sentó sobre mi cara para que le lamiera su sexo, mientras que Gabriela se clavó sobre mi miembro y empezó a cabalgar. Mientras disfrutaban sobre mi empezaron a besarse. Estuvimos así hasta que los tres tuvimos un orgasmo casi al mismo tiempo.
Me desataron y propusieron que nos bañáramos juntos. En la ducha, comenzaron a besarse nuevamente. Mariana se sentó en el borde de la bañera y le tomó la cabeza a Gabriela dirigiéndola para que le lamiera la entrepierna. En ese momento mi mujer me pidió que le practique sexo anal a nuestra amiga. Tomando el jabón la lubriqué mucho y despacio le fui introduciendo mi miembro. Cuando Gabriela sintió que la penetré hasta el fondo comenzó a moverse, primero despacio, después con mucha fuerza. Esto hizo que yo eyaculara nuevamente. Al sacar mi pene del ano, Mariana la hizo girar y comenzó a lamérselo, tomándose todo semen que chorreaba por las piernas de Gabriela.
Finalmente salimos del baño, nos vestimos y seguimos con nuestros arreglos caseros.
Sebastián y los chicos regresaron ya entrada la noche con un balde lleno de pescado que sirvió de cena. Esa noche terminamos de comer y nos fuimos directamente a dormir porque todos estábamos muy cansados por las múltiples actividades realizadas.
Después de ese día, el resto de la semana siguió sin novedades hasta que ellos volvieron a Buenos Aires. Antes de partir, Gabriela dijo que le gustaría invitarnos a su quinta a pasar algún día cuando volvamos. Mariana y yo tenemos ganas de ir.
Ahora Mariana propone incorporar un hombre. No sé qué va a pasar, espero poder contárselos en un próximo post.

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