Llegué de trabajar a las 22hs, bastante cansado de un día largo y muy atareado. Rocío estaba en la cocina, preparando la cena, vestida sólo con un delantal de cocinero que dejaba su hermoso culo a la vista. Me paré a dos metros y la miré fijamente. A ella le llamó la atención que no la besara para saludarla y me miró sonriente.
- ¿Qué pasa, no hay beso hoy?.
- Te estaba admirando...
- ¿Y qué se te ocurrió, pervertido?.
- Seguir admirándote, pero comiéndote un par de vergas.
- ¿Un jueves?.
- Vestite que nos vamos a Pinar. Es una disco que queda a pocos minutos de casa, que sólo los jueves tiene espectáculos de sexo y es concurrida por el ambiente swinger y muchos solteros.
Ella corrió divertida a la habitación y yo me dediqué a apagar los fuegos de la cocina y a esperarla. En media hora habíamos entrado en la disco, que es enorme. Ro llevaba una pollerita corta que le dibujaba la cola, una camisa transparente y nada más, ni bombacha, ni corpiño. Había dos muchachas haciendo un espectáculo de lesbianismo en el escenario y ella se quedó mirándolas. Le dije que me iba a buscar los tragos y ella me besó en la boca.
Cuando volví había dos muchachos parados junto a ella, le hablaban y gesticulaban, divertidos. Pasé por delante sin dejar claro que estaba con ella, Ro me vió y me guiñó un ojo, con gesto pícaro, interesada estaba.
Les di la vuelta y llegué por detrás. Tomé las manos de Rocío y las posé sobre las pijas de los muchachos. Los sorprendí.
- Sin mi marido nada. ¿Está bien?.
- Si está bien para él... Los pibes se miraron y sonrieron.
Rocío los abrazó a los dos por las cinturas y los encaminó a la trastienda, donde están unos cómodos sillones de cuero aptos para el acto. Se sentó en un taburete bajo, las piernas bien abiertas, el cuello recto, acercó a uno tomándolo de los pantalones y se los bajó hasta los muslos, calzones incluidos. Me tumbé en el silloncito de al lado a ver a mi esposa tomarle la verga con su mano izquierda y lamérsela ida y vuelta sólo con la punta de su lengua, mientras lo miraba a los ojos.
El otro muchacho fue por atrás y comenzó a manosearle las tetas, luego le metió uno y después dos dedos en el coño.
Estuvieron así unos minutos hasta que ella se irguió, giró sobre sí y se dobló al medio, quedando su conchita para el que ella estaba chupando y su boca delante de la bragueta del otro, que en un movimiento rápido sacó su miembro y, tomándola del pelo, se lo enterró hasta las bolas en la boca.
Hicieron todas las posturas imaginables durante un rato, hasta que uno de ellos se sentó en el sillón, la puso de espaldas a él y la sentó en su regazo, penetrándole el culo, le abrieron bien las piernas y el otro le penetró la vagina.
Rocío estaba en el éxtasis, ama la doble penetración. Allí fue que noté a un muchachito parado a mi lado, miraba con timidez desde detrás de una cortina.
- Animate, pibe, andá a que te la chupe.
- ¿Está seguro?.
- Soy el marido.
El muchacho se acercó muy despacio, midiendo cada paso. Pero mi amada lo vio y lo llamó con su mano, se inclinó sobre su derecha y allí la sorpresa, el jovencito sacó al aire una verga descomunal, negrísima, con una cabeza redonda y ovalada. Ella comenzó a chupársela con placer, ama las vergas enormes.
Un par de minutos y el que tenía en el culo se paró para acabarle el la boca, luego terminó el otro y Ro se quedó con el jovencito, a quien le pidió que le penetre el culito relajado, mojado y dispuesto. Me llamó y comenzó a mamarme. Yo estaba como un tren, a punto de irme, ella me retuvo.
Luego lo sacó a su niño de la retaguardia, se arrodilló en el piso y se puso el gigante en la boca, me tomó de la mano y me hizo arrodillarme a su lado, me tomó por la nuca con su mano derecha, tomó la verga por la base firmemente con la izquierda y, empujándome suavemente, me la puso en la boca.
Nunca había tenido ningún contacto con otro hombre, y me impresioné, pero ella fue llevando con sus manos y pequeñas indicaciones, hasta que el niño me llenó la boca de un semen tibio, amargo y abundante, ella lo corrió y me besó compartiendo la simiente conmigo. Me miró con dulzura.
- Tragala amor. Así lo hice.
- Ahora sabés lo que disfrutás mirándome, corazón. Después me la chupó hasta hacerme ir.
Volvimos a nuestra casa felices, satisfechos e hicimos el amor frenéticamente.
- ¿Qué pasa, no hay beso hoy?.
- Te estaba admirando...
- ¿Y qué se te ocurrió, pervertido?.
- Seguir admirándote, pero comiéndote un par de vergas.
- ¿Un jueves?.
- Vestite que nos vamos a Pinar. Es una disco que queda a pocos minutos de casa, que sólo los jueves tiene espectáculos de sexo y es concurrida por el ambiente swinger y muchos solteros.
Ella corrió divertida a la habitación y yo me dediqué a apagar los fuegos de la cocina y a esperarla. En media hora habíamos entrado en la disco, que es enorme. Ro llevaba una pollerita corta que le dibujaba la cola, una camisa transparente y nada más, ni bombacha, ni corpiño. Había dos muchachas haciendo un espectáculo de lesbianismo en el escenario y ella se quedó mirándolas. Le dije que me iba a buscar los tragos y ella me besó en la boca.
Cuando volví había dos muchachos parados junto a ella, le hablaban y gesticulaban, divertidos. Pasé por delante sin dejar claro que estaba con ella, Ro me vió y me guiñó un ojo, con gesto pícaro, interesada estaba.
Les di la vuelta y llegué por detrás. Tomé las manos de Rocío y las posé sobre las pijas de los muchachos. Los sorprendí.
- Sin mi marido nada. ¿Está bien?.
- Si está bien para él... Los pibes se miraron y sonrieron.
Rocío los abrazó a los dos por las cinturas y los encaminó a la trastienda, donde están unos cómodos sillones de cuero aptos para el acto. Se sentó en un taburete bajo, las piernas bien abiertas, el cuello recto, acercó a uno tomándolo de los pantalones y se los bajó hasta los muslos, calzones incluidos. Me tumbé en el silloncito de al lado a ver a mi esposa tomarle la verga con su mano izquierda y lamérsela ida y vuelta sólo con la punta de su lengua, mientras lo miraba a los ojos.
El otro muchacho fue por atrás y comenzó a manosearle las tetas, luego le metió uno y después dos dedos en el coño.
Estuvieron así unos minutos hasta que ella se irguió, giró sobre sí y se dobló al medio, quedando su conchita para el que ella estaba chupando y su boca delante de la bragueta del otro, que en un movimiento rápido sacó su miembro y, tomándola del pelo, se lo enterró hasta las bolas en la boca.
Hicieron todas las posturas imaginables durante un rato, hasta que uno de ellos se sentó en el sillón, la puso de espaldas a él y la sentó en su regazo, penetrándole el culo, le abrieron bien las piernas y el otro le penetró la vagina.
Rocío estaba en el éxtasis, ama la doble penetración. Allí fue que noté a un muchachito parado a mi lado, miraba con timidez desde detrás de una cortina.
- Animate, pibe, andá a que te la chupe.
- ¿Está seguro?.
- Soy el marido.
El muchacho se acercó muy despacio, midiendo cada paso. Pero mi amada lo vio y lo llamó con su mano, se inclinó sobre su derecha y allí la sorpresa, el jovencito sacó al aire una verga descomunal, negrísima, con una cabeza redonda y ovalada. Ella comenzó a chupársela con placer, ama las vergas enormes.
Un par de minutos y el que tenía en el culo se paró para acabarle el la boca, luego terminó el otro y Ro se quedó con el jovencito, a quien le pidió que le penetre el culito relajado, mojado y dispuesto. Me llamó y comenzó a mamarme. Yo estaba como un tren, a punto de irme, ella me retuvo.
Luego lo sacó a su niño de la retaguardia, se arrodilló en el piso y se puso el gigante en la boca, me tomó de la mano y me hizo arrodillarme a su lado, me tomó por la nuca con su mano derecha, tomó la verga por la base firmemente con la izquierda y, empujándome suavemente, me la puso en la boca.
Nunca había tenido ningún contacto con otro hombre, y me impresioné, pero ella fue llevando con sus manos y pequeñas indicaciones, hasta que el niño me llenó la boca de un semen tibio, amargo y abundante, ella lo corrió y me besó compartiendo la simiente conmigo. Me miró con dulzura.
- Tragala amor. Así lo hice.
- Ahora sabés lo que disfrutás mirándome, corazón. Después me la chupó hasta hacerme ir.
Volvimos a nuestra casa felices, satisfechos e hicimos el amor frenéticamente.
5 comentarios - Primera vez. Cornudo en la disco.