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Sorpresas placenteras ( parte 1)

Eliana se miró al espejo y le gustó lo que vio. Hoy cumplía 44 años. A pesar de sus 3 hijos, se mantenía bastante bien. Sin dudas era una cuestión genética. Su madre , que pasaba los 60 seguía siendo una mujer atractiva y que cosechaba todavía algunas miradas de hombre jóvenes. Ni hablar de lo que ella provocaba en la calle. Sus piernas se veían firmes, su trasero aún repingado. Sus pechos pequeños y bien formados parecían de una adolescente. En su rostro se marcaban algunas arrugas, pero en lugar de afearla, remarcaban la existencia de una belleza experimentada y con una buena vida pasada. Sus ojos celestes y su cabello largo castaño, enmarcaban y daban el toque sensual que completaba su figura.
Se dio una ducha, y se vistió para ir a trabajar. Su marido hacía ya un rato que se había ido.
Mientras desayunaba repasó su vida. Los cumpleaños parecen ser las fechas ideales para los balances.
Una buena posición económica, gracias a que los dos eran profesionales y trabajaban cada cual en lo suyo, pero además también como resultado de sendos patrimonios familiares que ambos tenían. Era evidente que el dinero nunca sería un problema para ellos.
Una buena posición social. Tanto su familia como la de su esposo eran reconocidas y antiguos apellidos de esa población y el solo mencionar sus apellidos hacía que la gente le abriera todas las puertas.
Una buena situación familiar, con hermanos, hijos, sobrinos, padres. La imagen familiar que hacía juego con la opinión de los amigos y conocidos.
Y sin embargo...
Su felicidad no era completa. Ella se conformaba pensando que ninguna lo era. Su esposo la quería a ella y a los hijos, y sus relaciones sexuales eran satisfactorias, pero el problema es que para su esposo eran satisfactorias las relaciones no solo con ella, sino con otras cuantas mujeres que conocía a partir de tener un trabajo que lo forzaba a estar todo el día en la calle, sin horarios, y sin lugar fijo donde encontrarlo. Toda esa libertad le servía a Gerardo para aprovechar su apellido y su estampa y beneficiarse todas las mujeres que podía. Ella lo sabía y se había acostumbrado a aceptar ese comportamiento, por la familia, los hijos y su propio matrimonio.
Al rato llegó a su trabajo. A diferencia de su esposo, el suyo le obligaba a estar encerrada todo el día, viendo solo a quienes venían a su oficina. Si hubiera querido engañar a su esposo, le hubiera sido muy dificil, pero como esa no era una opción en su vida no le preocupaba.
Por teléfono organizó una reunión esa noche con sus amigas, luego de la cena familiar. Irían a tomar algo y conversar un rato. En el grupo había mujeres casadas, separadas y solteras, cada una con sus propios problemas. Eliana sabía que sus amigas conocían las andanzas de su esposo, pero como buenas amigas, ninguna mencionaba ese tema jamás.
Cuando tuvo un rato, aprovechó para entrar a su perfil. Seguramente tendría un montón de saludos para contestar. Lo bueno de Facebook es que te recuerda el cumpleaños de la gente. Lo malo, es que cualquiera se ve en la obligación de enviarte un saludo. Inclusive gente con la que no tienes nada en común. Y quedaba mal no contestar.
Cuando entró, encontró los saludos que esperaba, pero le sorprendió un mensaje privado. Picó sobre él y al abrirse apareció el saludo de cumpleaños de Luis.
Luis. Lo había aceptado hacía poco. Era preceptor de la escuela de su hijo. Siempre lo veía cuando iba a las reuniones escolares. Tenía cerca de 60 años, bastante bien llevados, inteligente, atento, y le resultaba simpática la manera en que la comía con la mirada. Como si ella fuera a darle lugar a alguien tan mayor.
¿ Porqué un mensaje privado? Se sonrió maliciosamente. Luis quería crear una intimidad entre ellos, y no quería que los demás se enteraran. Era tan clara la jugada que le causó gracia. Le contestó con un Gracias lleno de signos de admiración, intentando imaginarse la cara de su nuevo amigo cuando tratara de interpretar que significaba aquel despliegue de agradecimiento. Luego se zambulló en su trabajo por el resto del día.

Por la noche, luego de cenar con su familia, se reunió con sus amigas. Bromearon y tomaron unas copas, y el centro de atención fue Nilda, de unos 35 años, divorciada hacía un par de años, y que contó que estaba saliendo con un hombre de unos 50 años, lo que provocó la reacción hilarante de sus amigas.
- Nilda, dejá de hacer beneficencia, dijo una de las chicas.
- ¿ Ahora te vas a dedicar a la 3ra. Edad? Y todas frases de ese tipo.
Eliana no hizo comentario alguno, pero de inmediato se acordó de Luis.
Nilda se reía y se defendía.
- Chicas, chicas. Uds. no saben nada de la vida. De acuerdo, mi novio no tiene la virilidad de un muchacho 20 años menor, pero la reemplaza con experiencia y calidez. Además, no saben lo que significa, despues de hacer el amor, poder hablar con una persona inteligente. Las desafío a que intenten una conversación con muchachitos de 30 años.
- Yo no quiero conversar cuando me voy a la cama, dijo Adriana, riendo.
- Pues haces mal, porque el sexo no dura tanto como para llenar toda la noche, seamos sinceras.
Eliana debió reconocer que algo de verdad había. De hecho, su marido era un buen amante, pero luego que terminaban se dormía como una piedra, sin siquiera desearle buenas noches. Se preguntó si habría otra cosa que ella no supiera.
- En fin, Nilda. Si tu eres feliz, todas lo somos. Que lo disfrutes, dijo Amanda, una mujer de la edad de Eliana y también casada desde hacía muchos años.
Esa noche al volver a su casa, su esposo la esperaba despierta, con la intención de darle su regalos de cumpleaños.
Una vez acostados, el comenzó a besarla y acariciarla y luego de un rato la poseyó. Tiraron un largo rato y por fin se vació dentro de ella, sin que Eliana alcanzara el orgasmo, cosa bastante habitual. Luego de un rato, giró sobre si mismo y dándose vuelta se durmió.
Con los ojos cerrados, Eliana trató de imaginarse como sería su marido con las demás mujeres. ¿ Le harían ellas lo que a ella no le gustaba? Su esposo había insistido mucho con el sexo oral y ella accedió algunas veces pero no era algo que le gustara. Le daba asco. Inclusive no había permitido que él le practicara sexo oral. También le resultaba muy asqueroso. Jamas había permitido que él la sodomizara, a pesar de que había insistido por mucho tiempo.
Sabía ella que su cuerpo lo exitaba. Se sabía atractiva y sensual, y su esposo sentía mucho placer cuando la poseía. Eso tenía que ser suficiente. Pero, tal vez, pensaba, si ella fuera distinta el no buscaría otras mujeres. Esa idea le dio vueltas un rato, pero luego la desechó. Desde que eran novios, su marido nunca había dejado pasar una oportunidad. Era su naturaleza.
Su vida seguía con la misma rutina. Trabajo, hijos, casa, matrimonio. Aunque ya sus hijos eran grandes y la necesitaban cada vez menos.
Unos días después un nuevo mensaje privado. Era de Luis. Le ofrecía un enlace para acceder a una recopilación de libres alojados en la nube, para lo cual necesitaba que ella le enviara su correo electrónico. Eliana cerró el mensaje y salió de la red. Bueno, bueno. Parece que Luis estaba dispuesto a acceder a su intimidad. Ahora quería su correo electrónico. ¿ Qué vendría después? Si bien la oferta resultaba inocente, y ella no tenía demasiado amor por los libros electrónicos, no dejaba de ser una forma peculiar de acercarse. Debió reconocer que este viejo era emprendedor. Si quería algo con ella, lo estaba decorando de una manera que no daba la posibilidad de que ella se sintiera avanzada. Decidió por el momento, no contestar, hasta tanto lo analizara bien.
A la noche llega a su casa, y su esposo no estaba. Tenía una reunión con sus compañeros de trabajo e iban a cenar juntos. Cuando terminó con la atención de sus hijos, que también salieron a casa de sus amigos, se quedó sola, y decidió curiosear un poco por internet.
Se sirvió una copa de vino blanco bien frío para acompañarla, y trató de encender el equipo que estaba en el escritorio, pero con sorpresa, encontró que estaba encendido. Seguramente su esposo lo había usado esa tarde antes que ella regresara y olvidó apagarlo.
Cuando lo activó, comprobó con sorpresa que había quedado abierto en el correo de su marido.
Maldiciendo por los descuidos de su marido , se aprestó a cerrarlo, para entrar a su cuenta, cuando vio algo que le llamó la atención. Un correo de Mario, su compañero de trabajo que solo decía : Felicitaciones, en letras enormes y con signos de admiración de todos los colores. Realmente llamaba la atención. ¿ Por qué lo felicitaba?
Se sentó y mientras tomaba su copa de vino, pensó un rato como averiguarlo. Por fin decidió revisar los correos enviados, y allí encontró uno dirigido justamente a ese amigo. Su rostro fue pasando del rojo al blanco y desde este al verde.
“ Marito: Tanto buscarla y se me dió. ¿ Te acordás que la invité a tomar algo y me dijo que no sabía si era posible? Bueno, Laurita aceptó salir a tomar algo conmigo, y charla va charla viene, me fui insinuando y ella recibió mis ataques con verdadero placer. En fin, salimos del bar y la acompañé a su departamento. Ella vive con su madre, pero casualmente esta semana no está porque fue a visitar a una hermana, así que me hizo pasar, y seguimos conversando, un buen rato, haciéndose cada vez la charla más íntima. La muy perra conoce a mi esposa, y claramente se notaba que quería tener algo conmigo para superarla a ella, y mostrarme que es más mujer. Por supuesto que me aproveché de esta competencia estúpida. Me acerqué a ella en el sillón y la besé. Ella se resistió, haciéndose la asustada y la sorprendida, pero luego de que la besé y acaricié un buen rato, me tomó de la mano y me llevó al dormitorio. Una vez allí la desnudé por completo y no quieras saber lo atractiva y sensual que es. A cada rato me preguntaba si era mas sexy que mi esposa y yo le decía que no tenía ni punto de comparación. Luego ella me desnudó a mí mientras me preguntaba si mi mujer lo hacía, y yo por supuesto le contestaba que no.
Por fin, empezó una fellatio con una dedicación asombrosa, y luego de un rato me acosté sobre ella y la penetré lentamente para que la sintiera bien. Mientras lo hacíamos le decía que nunca había gozado así con mi esposa, y la muy puta de puro satisfecha comenzó a gozar como una marrana. Luego de un rato le pedí que me dejara hacer lo que mi esposa nunca me dejó, y ella , desesperada por mostrarme que era mejor que Eliana, aceptó sin preguntar. Conclusión: la sodomicé como una bestia. Lla muy puta bramaba de dolor y de placer, mientras yo le decía: “ Tu sí que eres una mujer, no como la cornuda que tengo en casa”. No quieras creer la cantidad de orgasmos que tuvo. La envidia es un motor de excitación infernal. Por fin, me vacié en su culo, como nunca me había vaciado en ninguno. Fue inolvidable.
La cuestión que esta noche tengo otro encuentro y le dije a mi esposa que cenaría con Uds. así que ya sabes. Si mi mujer llama inventa algo. Un abrazo y mañana te cuento.”
No se sorprendió. Ella sabía la conducta de su esposo, pero nunca lo había visto escrito por él mismo. Una cosa eran los chismes y su imaginación, por fundados que fueran y otra cosa distinta era que él mismo fanfarroneara y la rebajara delante de todo el mundo. Se reenvió el correo a su propia cuenta.
Esa noche abrió una nueva casilla de correo web y se la envió a Luis. Se iba a vengar de su esposo, y de manera de humillarlo por completo.

4 comentarios - Sorpresas placenteras ( parte 1)

ndrs0
Esperando la venganza de eliana
crear_1
Para cuando la parte 2...??
Gracias.