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La suegra neurótica

Llevo casi cinco años de casado, mi mujer es una buena persona con cualidades y defectos como todas las personas, pero su madre es una mujer fácilmente describible como neurótica. Muchas veces trató de llenarle la cabeza a mi mujer que la engañaba, que no era el hombre para ella, que mi trabajo no era suficiente para una mujer como su hija y muchas fantasías más que no vale la pena recordar.

Físicamente es parecida a mi mujer, pero de carácter son muy distintas. Mi suegra siempre criticó a su difunto esposo por no ser un hombre autoritario, al parecer ese hubiese sido el príncipe azul que ella soñó.

La última semana ha sido un infierno, la empresa donde laboré los últimos años inesperadamente cerró, y de la noche a la mañana quedé desempleado, y esta semana llamé a varios amigos, y por fortuna ya tengo varias entrevistas pero al final de este mes, lo que me deja casi tres semanas en casa. Mi mujer tiene un negocio, pero yo opté por estar en casa y no acompañarla, siempre he respetado su espacio y esta situación no es motivo para dejar de hacerlo.

Hoy por la mañana acompañe a mi esposa al auto y como un detalle le prepare el almuerzo, se fue y pocos minutos después sonó el timbre, cuando abrí la puerta mi suegra entro gritando de forma intempestiva:

“Eres un inútil, lo que faltaba preparando meriendas, poco hombre, en lugar de buscar un trabajo, mi hija manteniéndote...” yo le soporte muchas situaciones como esta, pero me tenía harto, nunca le había gritado o respondido como debía hasta hoy:

“Doña Diana, primero, respete como yo la respeto; segundo, esta situación es temporal y tercero, parece una acosadora loca vigilando nuestra casa.”. Se encamino a la sala dándome la espalda como si no me escuchara, cerré la puerta y la seguí, luego ella se voltea repentinamente alzando la mano derecha y estampándola contra mi cara del lado izquierdo, casi me caigo, mi oído izquierdo zumbaba y sentía que todo me deba vueltas, siguió otra cachetada del lado derecho, y un rodillazo directo a mis bolas. La maldita vieja loca me tenía en el piso, se fue encima de mí tratando de encajar sus uñas sobre mi rostro. Solo trataba de cubrirme, el dolor en los genitales era indescriptible. En el piso parecía que me estaba anudando, para cubrirme.

Estallé con un coraje tremendo nunca me había dejado golpear por alguien y mi suegra había pasado la raya, como pude le tome al brazo izquierdo y se lo doble, de forma que quedara boca abajo en el piso, luego me coloque sobre ella y le tome el brazo derecho sujetándola estaba encima de sus caderas con las piernas abiertas, sujetándola ya que se movía con fuerza, era una mujer de uno 50 años aproximadamente, adicta al gimnasio, me costaba mantenerla firme, era muy fuerte para su edad. Casi me logra tirar al piso. Como había mencionado ya me tenía harto, me quite en cincho y le sujete los brazos. Me quede sentado sobre ella tomando aire y escuchando sus insultos. No sé que me paso pero yo ya estaba harto, siempre pensé que le hizo falta que uno de sus padres la pusiera en su regazo y le diera unos buenos azotes, ella siempre fue autoritaria y mandona, sin importar a quien pisoteara para conseguir lo que quería. Esto no justifica lo que hice a continuación de ninguna forma.

La puse de pie sujetándola de los brazos me acerque a una silla me senté y la puse en mi regazo, con la mano izquierda la sujete de los cabellos y con la derecha comencé a darle de nalgadas, sus gritos de insultos cedieron a llanto y gritos para que me detuviera pero solo sirvieron para que siguiera alternando en cada uno de los glúteos, mi mano ardía y sentí que una erección tremenda presionaba el estómago de mi suegra, que yacía en mi regazo recibiendo una serie de nalgadas.

Luego el llanto fue sustituido por unos jadeos que incrementaban cada vez que la nalgueaba. Luego unas palabras salieron de su boca con tono que nunca le había escuchado: “Quiero sentir esa mano con mi piel...”, titubeando un poco, pero decidido baje el pantalón que llevaba puesto, de un tirón y sin quitarla de mi regazo, sus nalgas estaban enrojecidas y tenían en medio una diminuta tanga, que casi no tapaba nada. Seguí dándole nalgadas y pase la mano sobre su concha, para mi sorpresa estaba goteando, mi excitación ya había aumentado mucho y levante su blusa, para mi sorpresa tenía varias marcas de lo que parecían azotes, nunca había imaginado a mi suegra como alguien masoquista, quite el broche de su sostén, la puse de rodillas en el piso sin soltar sus brazos, su mirada era diferente a la que tenía unos instantes atrás, desabotone la blusa y prácticamente le arranque el sostén, sus tetas quedaron al aire acompañadas de un gemido y una expresión de placer...

De pie comencé a manosear bruscamente sus tetas, su mirada era de excitación, sus ojos no se apartaban de los míos y su cuerpo se movía al compás de mis manos, después hice algo que nunca había imaginado, metí el miembro en la boca de mi suegra, comenzó un delicioso mete saca, la lengua llegaba hasta la base de mis bolas. Era un éxtasis lo que hacia con su boca, pero de un momento a otro empezó a darme pequeñas mordidas que fueron subiendo de intensidad, al grado de la última me apretó tanto que no pude sacar la verga; la sujete fuerte del pelo con ambas manos y contra todo instinto en lugar de sacar el miembro lo introduje más, sus ojos soltaron unas lágrimas y las venas de la garganta se dilataron, pero seguí embistiendo con mucha fuerza y las mordidas cesaron, yo dominaba la situación y eso encendía más a mi suegra.

Mi excitación era grande, y la próxima eyaculada que daría no me saciaría del todo, mi ritmo de penetración se puso más rápido y me sujetaba con fuerza al cabello de mi suegra, hasta que en chorro abundante y espeso de semen salió de mi verga al interior de su boca. Viéndola a los ojos le dije

“A tragar Diana, y que no quede ni una gota...” como respuesta a mis palabras, mi obediente suegra se bebió el semen de un sorbo y todavía succiono mas, después dejo a un lado mi verga y comenzó a lamerme las bolas, la fuerza con la que me succionaba subía cada vez más de intensidad, llegándome a provocar dolor, y entendí su juego, la respuesta que ella buscaba siempre era recibir placer y dolor cuando ella provocaba lo mismo, la puse de pie y me encamine al comedor la acosté sobre la mesa, aún sin desatarle las manos, comencé a chuparle uno de los pezones y el otro lo sujetaba y retorcía con los dedos, sus gemidos y gritos eran de una mezcla de dolor y placer, después de un buen toqueteo, bruscamente le arranque la tanga y le abrí las piernas con fuerza, mis brazos las mantenían abiertas de par en par, su concha lucía húmeda y estaba totalmente depilada, mi verga poco a poco recobraba su dureza pero aún no estaba lista, sujete el interior de sus muslos, y comencé a lamer su concha, era un sabor un tanto ácido, familiar para mí ya que era similar al de mi mujer, mi lengua se movía dentro de esa concha como pez en el agua, mi barbilla goteaba los jugos de mi suegra, era un deleite, y mis manos sujetaban fuertemente el interior de los muslos dando la dosis de dolor que tanto encendía a mi suegra. Un fuerte orgasmo hizo sacudir el cuerpo de mi suegra, su respiración estaba muy agitada, unas palabras salieron de su boca:

“Nunca... Nunca imagine que me pudiera llevar a esto...” Sin prestarle atención hice que se pusiera de pie, luego la recline sobre la mesa, dejando sus nalgas al aire, pude ver las marcas dejadas por mis dedos en sus muslos, luego empece a meterle la verga en esa húmeda concha, su respuesta me desconcertó:

“Ya no, por favor déjame ir”, interrumpí sus palabras metiendo mi miembro hasta el fondo de su concha, la sujete del cabello con una mano y con la otra comencé a darle nalgadas. Mis embestidas eran más fuertes cada vez, pero recibí una sorpresa que no me esperaba de mí odiada y ahora adorada suegra; su vagina comenzó a contraerse fuertemente haciendo muy difícil penétrala, el ruido que hacia mi verga al salir de su concha se asemejaba a un corcho escapando de una botella, eso solo me excito más y mis embestidas fueron más fuertes, unas lágrimas corrían por las mejillas de mi suegra, sin dejar de penetrarla le pregunte:

“¿Qué pasa, mucha verga para mi suegrita?”.

“Hijo de puta, nadie me la ha metido cuando me contraigo como lo hago, siento que me partís, es un deleite, que verga la que se goza mi hija, seguí, hijo de la gran puta, seguí...”

Seguí metiendo mi verga, ahora había desatado a mi suegra y la sujetaba son todas mis fuerzas de las caderas, había ya una marca amoratada de mis dedos en esas caderas, yo también sentía como que la piel de verga se me iba a desprender, pero las palabras de mi suegra fueron estimulantes para seguir metiendo y sacando mi pedazo de carne.

Su cuerpo se estremecía, acompañado de un fuerte grito, que fueron la cúspide de su orgasmo, yo al momento que dejaba ir una descarga de semen la sujeté de las tetas y susurre su nombre en su oído:

“Diana, sos una puta deliciosa, que hembra la que resultaste, tanto tiempo y no me imagine el placer que podías darme...”
Le empece a besar el cuello fuertemente, mi intención era dejarle un moretón por la chupada que le estaba dando, ella dijo:

“Desgraciado nadie me había cogido así y nunca volverá a pasar, me escuchas idiota...”, mi verga seguía palpitando dentro de su concha. Puse mi peso sobre su cuerpo y ella quedo boca abajo en el piso, deslizando mi verga aún palpitante fuera de su concha, con un rápido movimiento la deje ir entre su culo, la tome desprevenida y sus gritos comenzaron nuevamente.

“No hijo de puta, por mi culo no, me duele”, le sujete los brazos y seguí con el mete y saca, su culo apretado se ajustaba a mi verga y mi peso hacia que se deslizara hasta la base, dejando mis bolas pegadas a sus nalgas, seguí hasta que mi miembro quedo relajado y poco a poco se deslizo fuera de ese delicioso culo.

“Ni mi marido ni los amantes que tuve me habían dominado, yo siembre dije como y me ha encantado que me cogieras como tu puta y me hicieras lo que quisiste”. Nos pusimos de pie, y mi suegra iba a recoger su ropa, la interrumpí y le dije:

“Vamos a la ducha” la tome de la mano y nos dirigimos a la alcoba, el agua recorría nuestros cuerpos. Me dijo al oído

“Creo que me voy a encargar de ti, estos días que estés solo y sin trabajo, cuando entré a la habitación, me vi amarrada sobre esa cama que compartes con mi hija.”

Mi suegra me enjabonó de pies a cabeza y luego yo hice lo mismo por ella, al salir de la ducha nos dirigimos a la sala para vestirnos. Se despidió sujetándome de la verga fuertemente y diciéndome al oído

“Esta verga ahora será de mi hija y mía”, pero mi suegra no se imaginaba que su vagina sería mía y yo estaría dispuesto a compartirla...

5 comentarios - La suegra neurótica

hombre73
Jajaj.... Que buena historia!!mmucha fantasia
loaded93
Buenísimo!!!
No tengo mas puntos si no te los doy
pacovader
Disfruté 😀 y te deje 10
kramalo
muy bueno...!! le vas a hacer la concha y el orto con otro amigo, no...? ja! suerte.