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Seis por ocho (44): Mi celosa Pamela




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Compendio I


Finalmente, llegó el día para embarcarme de regreso. Nuevamente, nos llevó Sergio, en su auto de porquería y nuevamente, me obligó a sentarme atrás, entre su hija y su esposa, para poder coquetear con Sonia.

Claro está, que el que rió al último fui yo, al poder manosear por última vez las rajitas de Verónica y Amelia, durante nuestro camino al aeropuerto, aprovechando sus faldas veraniegas.

Como era de esperarse, se despidieron dándome un “afectivo abrazo”, deseándome que volviera pronto. Sonia me miraba raro…

“¿Qué? ¡Me quieren mucho!” le dije yo.

Ella sonrió.

Durante el vuelo, se fue acurrucada a mi lado.

“¡Te voy a extrañar mucho!” me decía, mientras me besaba en las mejillas.

“Mañana nos veremos. Tenemos la reunión con el jefe regional.” le dije yo, acariciándola, aunque igual estaba un tanto preocupado.

“Pero…será distinto.” me dijo con una mirada de golosa.

Curiosamente, como ya lo saben, no se equivocaría…

“¡No sé de qué tanto te quejas! El otro día me lo tomé especialmente para hacértelo “distinto” y te cansaste.”

“Sí… pero piensa que son 8 días.” Dijo, deslizando su mano sobre mi cintura.

Ahora era yo el que se sentía como un pedazo de carne.

Mientras atravesábamos seguridad, no sé cómo se tropezó y cayó al suelo. Me dijo que le dolía el pie y no podía caminar.

La ayudé a apoyarse en mi hombro, mientras ella caminaba a saltitos. Al salir de seguridad, divisé a Marisol, que se puso a saltar como loca, llamando a Pamela. Ella también estaba contenta… hasta que me vio abrazando a Sonia.

Seis por ocho (44): Mi celosa Pamela

“¡Sonia! ¿Qué te pasó?” le preguntó Marisol.

“Nada, solamente me tropecé al bajar.”

“¿Quieres que te llevemos a descansar?”

“No.” Le dijo sonriendo “Ya te he quitado mucho tiempo de tu novio. Lo debes extrañar demasiado…”

“¡Pero nos preocupa que estés bien!” dijo Marisol, luego me miró a los ojos “Marco, ¿La puedes cargar en tus brazos?”

“¡Por supuesto!” respondí.

La idea hizo enrojecer a Sonia y mientras me miraba avergonzada, la cargaba en mis brazos como si estuviéramos recién casados.

Luego de retirar nuestro equipaje y llevarla a tomar un taxi, pude finalmente abrazar y besar a Marisol.

“¡Te extrañamos mucho!” me dijo ella, abrazándome muy fuerte.

“¡Yo también!” respondí, aunque me extrañaba no ver a Pamela.

La divisamos, haciendo esperar un taxi. Me estiré un poco (la espalda me dolía por haber cargado a Sonia) y nos subimos al vehículo.

Nuevamente, entre mis dos mujeres de la capital y nuevamente, con Pamela enojada. Yo estaba feliz de verla.

“Aunque trate de disimularlo, Pamela te extrañó mucho, Marco.” Dijo Marisol.

“¿En serio?” le pregunté, ya que Pamela estaba obsesionada en ignorarme.

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“¡Sí! ¡Tenía muchas ganas de contarte cuánto ha progresado en sus ensayos!”

Esa noticia me llenó de alegría…

“¡Pamela!... ¿De verdad, mejoraste tus puntajes?” le dije emocionado.

“No es mucho…” me respondió, finalmente “¡Y tampoco te he extrañado tanto!”

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“¡Está acertando un 60% de las preguntas de matemáticas!” me dijo Marisol, muy contenta.

“¡Eso es impresionante!” le dije yo.

Intentó que no la viera, pero pude ver su sonrisa de alegría al verme tan entusiasmado.

Llegamos a casa y las cosas parecían mejorar. Pamela me prestaba más atención a lo que contaba de la casa de sus tíos, pero volvió a distanciarse cuando nos sentamos a la mesa y Marisol preguntó por mi trabajo.

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“Hemos estado trabajando en la oficina de administrativos, estos días. Ha sido un poco complicado, porque tuvimos unos cortes, pero igual nos lo hemos podido arreglar.”

“¡Debió ser difícil para Sonia acostumbrarse por allá!” dijo Marisol, algo preocupada.

“Sí, pero ella cumplió como yo lo esperaba.” Le respondí, pensando en su desempeño profesional.

“¿Y has sabido más de la onda “Amelia”?”

“Lamentablemente, no.” le dije, con mucho pesar “Mañana tenemos que ver al jefe regional, pero en realidad, no sé qué tantos avances le puedo mostrar.”

“Entonces… ¿La vereís de nuevo…mañana?” me preguntó Pamela, un poco incomoda.

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“Solamente por la mañana. Luego volveré a descansar definitivamente.”

Pamela se retiró a su habitación. Marisol me sonrío.

“¡Ve a verla!” me dijo.

“¡Pero, Marisol! ¡Te he extrañado mucho! ¡De verdad!” le respondí, con algo de tristeza.

“¡Sí, Marco! ¡Yo también! ¡Pero había varias cosas que ella te quería contar!” me dijo, con una calma casi maternal.

Tuve que obedecer. Mi pobre novia aun seguía con su extraña filosofía otaku que fracturaba mi conciencia…

Golpeé la puerta y la encontré acostada, dándome la espalda, por estar mirando la pared.

“¿Puedo pasar?” pregunté.

“Pasa” dijo, sin mirarme.

“¿Estás enojada conmigo?” le pregunté.

Pude ver cómo se secaba lágrimas de sus ojos.

“¡No!... no lo estoy.”

“¿Entonces?... te he extrañado estos días.”

Seis por ocho (44): Mi celosa Pamela

“Es que…ver a esa golfa…”

Sonreí. Nuevamente, mi “Amazona Madrileña” salía a la batalla…

La besé en la mejilla, sorprendiéndola.

“¡Me has hecho muy feliz!”

“¿Por qué?” me miró confundida.

Suspiré.

“Porque me gustaría ver a Marisol con los celos que tú tienes.”

“¡Yo…no tengo celos!” me decía, avergonzada.

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“Entonces, es una lástima.” Le dije, apartándome hacía la puerta. “Por un momento, pensé que era alguien importante para ti.”

“¡No te vayas!” me dijo ella, volteándose para verme. “Yo no estoy celosa… por mí… estoy celosa… ¡Por Marisol, nada más! ¡Estoy celosa por Marisol!”

No sé por qué lo hace. Yo no se lo creo y realmente, dudo que se lo crea ella.

Suspiré nuevamente.

“Marisol debería estarme diciendo esto. No tú...”

“Pero ella… es distinta. No sé por qué sois tan raros” me dijo, como si me lo reprochara.

“Debes sentirte mal porque te guste un tipo extraño como yo.”

Enrojeció y se puso nerviosa.

“¡Claro que no! Eres un tipo bien guay… y siempre te preocupas por nosotras.”

Yo sonreí.

“¡Es la primera vez que me dices que te gusto!”

“¡Claro que no!” me decía ella, roja como un tomate “¿Cómo creeis que me gusta alguien que…solo piensa en tetas?” Dijo, dándome la espalda, para que no la viera avergonzada.

Me sentí raro. Era como si me diera cuenta de que me había tomado “la pastilla roja” de esa película de balas y podía ver las secuencias numéricas bajando por las paredes. “La vida no puede ser un manga…” pensé yo, aunque todo en mi ser me decía que estaba viviendo uno.

Di otro suspiró…

“¡Estoy cansado de tanto viajar!” le dije, algo hastiado “Si piensas que te voy a abrazar por la espalda y tocarte los pechos, te equivocas. Si tú tienes problemas para aceptarte a ti misma, tendrás que ser más honesta contigo misma.”

Era mi manera, para rechazar esa “pastilla roja”….

Pero hay veces, que la realidad se impone.

“¡Marisol, no puedes estar hablando en serio!” dije, mientras cenábamos.

Pamela estaba roja y solamente, se quedaba callada.

“¡Marco, tú sabes que cuando me viene, me duele mucho y no quiero que nadie me toque!”

“Pero he pasado casi una semana extrañándote…” le reproché.

Sí, sé que suena hipócrita, pero en realidad, era cierto. La deseaba a ella, por encima del resto.

Me miró con sus brillantes ojos verdes y ese lunar que me gusta tanto.

“¡No te preocupes!... Será sólo esta semana…” me dijo, sonriendo.

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Pero hubo algo en su sonrisa, una señal que vi en una fracción de segundo, que me hizo creer que había otra razón de por medio.

“Marisol, yo entiendo que es un proceso natural de todas las mujeres… pero ¿Realmente no crees exagerado que me hagas dormir con Pamela?”

“Es sólo por unos días…” repitió. Entonces, vi la ilusión de una lágrima.

Di otro suspiró.

“¡Marisol, por favor, trata de entenderme! ¡Me gusta Pamela, pero deseo casarme contigo!”

Pamela me miró sorprendida...

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“¡Son sólo unos días, amor!... ¡Compláceme!” tras sus ojos, se escabullía una razón más fuerte, pero si ella no quería contármela, no iba a sacarla a la fuerza.

Me resigné. “¡Amigo! ¿De qué hablas? ¡Vas a dormir con la tetona de Pamela!”. Sí, no niego que mi cuerpo lo deseaba, pero mi espíritu realmente necesitaba estar con Marisol.

No niego que todo esto es agradable. Tantas mujeres guapas, compartiéndome y arreglándose de manera armoniosa para poder acostarse conmigo. Pero en el fondo, sigo amando a Marisol y es ella con la que quiero pasar el resto de mis días.

Pero no me rendiría, sin dar una última pelea…

“¡Esta bien!” respondí “…pero ¿Te das cuenta que no estaremos juntos por 14 días más?... es decir, ¿Si no cuentas los otros 6 que ya llevo de este último turno? ¿Crees poder aguantar tanto tiempo?”

Ella sonrió.

“¡Claro que puedo!” pude apreciar como en el fondo de sus ojos, me decía que no. Pero si ella no quería decírmelo, no la iba a obligar.

Esa noche, nos acostamos.

“De verdad… amas tanto a Marisol, ¿Cierto?” me decía Pamela, al otro extremo de la cama.

Suspiré nuevamente.

“Sí. La amo más que a nadie.”

“¡Te entiendo!... ella es especial…” me decía, llorando.

“Me gustaría… que alguna vez… ella me viera con tus ojos…” confesé.

Me miró sorprendida.

“¿Con… mis ojos?” preguntó, un poco ilusionada.

La miré a la cara. Se veía muy bonita.

“Aunque no me lo digas, sé que me amas y te gustaría que fuera tuyo y de nadie más.”

Ella lloraba con más fuerza.

“¡Yo…no te amo! ¡Yo sólo lo hago… para hacer feliz a Marisol!”

La besé en sus deseosos labios, que en ningún momento dudaron para rechazar mi lengua.

“¿Realmente, me puedes decir eso, besándome de esa manera?”

“Yo… no…” me dijo, besándome de nuevo.

Tomé un condón y me lo puse. Ambos llorábamos, pero necesitábamos el consuelo, el uno del otro.
Nos besábamos, apasionadamente, mientras le tomaba sus pechos. Nos amamos, carnalmente, hasta bien entrada la noche.

Lo que tuvimos esa noche fue intenso. Ambos sabíamos que esto era nada más que un sueño y que ninguno de los dos sería completamente feliz si lo continuábamos. Nuestro amor estaba destinado al fracaso: ella, amando a alguien que no la amaba de la misma manera y yo, deseando a la que me amaba, pero que me rechazaba, por sus extrañas convicciones.

Cuando acabamos, me pareció escuchar el llanto discreto… de mi amada Marisol.


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2 comentarios - Seis por ocho (44): Mi celosa Pamela

SactuarySx +1
Quiera saber que pasa con Marisol!!!
metalchono +1
Se paciente. Pasarian algunas cosillas más, antes de enterarme de lo que pasaba. Gracias por comentar.
DGE1976 +1
Estamos todos a la espera...voy a leer el próximo
metalchono +1
ya estamos llegando. Calma y gracias por comentar.