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Dos placeres mezclados son mejor que uno - 5ta Parte

Hola a todos, y mil disculpas por la demora. Pasó mucho tiempo, pero se me había hecho imposible dedicarle el tiempo que corresponde a este relato.

Para quienes recién se prenden con la historia, les recomiendo que le den un vistazo a las partes anteriores:

Parte 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/2467829/Dos-placeres-mezclados-son-mejor-que-uno---1era-Parte.html

Parte 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/2470492/Dos-placeres-mezclados-son-mejor-que-uno---2da-Parte.html

Parte 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/2473646/Dos-placeres-mezclados-son-mejor-que-uno---3era-Parte.html

Parte 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/2477557/Dos-placeres-mezclados-son-mejor-que-uno---4ta-Parte.html

Ahora sí, los dejo con la siguiente parte de la historia:


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Un par de días pasaron sin que Gaby recibiera novedades de parte de Pablo, lo cual la mantenía un poco inquieta. ¿Y si resulta que su amiga había logrado que Pablo se olvidara de ella? De repente se dio cuenta que estaba lamentándose por haber perdido la oportunidad de serle infiel a su marido y se sintió culpable.

Su marido no le había dado motivos para querer meterle los cuernos, se había portado bastante bien durante todo el matrimonio, más allá de alguna pelea ocasional, pero nada del otro mundo. No la había dejado de lado, tenían buen sexo y cada tanto se les ocurría probar cosas nuevas para no aburrirse. Tenían dos hijos maravillosos y una familia bien armada. ¡Incluso toleraba a sus suegros y su suegra no trataba de ser tan insoportable como las suegras de sus amigas!

Era más que obvio que Héctor no le había dado motivos. Pero entonces, ¿por qué carajo esperaba que Pablo se comunique con ella de una vez por todas y deje de jugar al misterio?

Mientras todos esos pensamientos daban vueltas por su cabeza, el teléfono de Gaby sonó con su característico ruido que indicaba que había recibido un mensaje por whatsapp.

"me extrañaste?"

Eso era todo lo que decía el mensaje de Pablo.

"pendejo de mierda"

Fue la respuesta de Gaby, quien no pensaba darle el brazo a torcer ni que adivinara ninguna de las dudas que tenía en su cabeza.

"perdona, tuve algunos problemas y no pude avisarte antes"

"anda a cagar, no me mientas, seguro que estuviste pasándola bomba con Laura"

"epa! cuanta agresión! xq no le preguntas a ella? vas a ver que no la veo desde que te llamamos x teléfono"

La referencia a esa última situación hizo que Gaby se sintiera aún más confundida... y a la vez algo excitada.

"ok, dsps lo compruebo. q querés?"

"nada, comentarte q me gustó la foto que mandaste... parece que la pasaste muuuuuy bien x tu cuenta"

"viste? así me deja mi marido.."

"otra vez mintiendo"

"q decís nene? es la verdad"

"mentira, esa foto la mandaste a los minutos de haber cortado la charla. linda paja te hiciste pensando en mí"

"cualquiera lo tuyo pendejo"

"hace como quieras, sé q tengo razón"

Gaby no sabía qué responder a continuación, Pablo parecía muy seguro de la situación y por ahora la ventaja era de él. Prefiriendo hacerse la boluda, Gaby dejó la charla ahí y continuó con lo suyo.

Estaba comenzando a hacer las cosas de la casa, cuando de repente, se dio cuenta que tenía la concha húmeda. No podía creer que se pusiera así de hablar con ese pendejo atrevido. Aunque una parte de ella no quería admitirlo, la idea de dejarse llevar por la aventura y encontrarse con Pablo le estaba comenzando a gustar mucho.

Conteniendo las ganas de tocarse furiosamente, al notar que era hora de irse al gym, Gaby se fue a su habitación a cambiarse y preparar su equipo. Una calza ajustada que le llegaba un poco por debajo de las rodillas, con esas telas que cuelgan por detrás tapando su cola, zapatillas deportivas, top ajustado y una remera suelta por encima, además del pelo atado formando una cola de caballo.

Salió de su casa con el bolso, que tenía su ropa para cambiarse antes de salir del gym, caminando en la dirección de todos los días. A medida que pasaba las cuadras, los idiotas de siempre le dedicaban miradas sugestivas y algún que otro piropo bastante grosero.

A Gaby no le importaba demasiado, en el peor de los casos simplemente le parecía divertido, y a la vez se sentía halagada de saber que todavía despertaba tanta calentura en los hombres. A pesar de que podía cambiarse y colocarse la calza en el vestuario del gym, salir así vestida era un pequeño mimo a su autoestima.

Finalmente estaba a llegando a la cuadra del gym, cuando a unos 20 metros de la entrada escuchó una bocina. Gaby se giró para ver si el llamado era para ella, pero no alcanzó a identificar el auto que había emitido el sonido, ni tampoco a alguna otra persona caminando por la calle en ese momento; el llamado tenía que ser para ella.

Al repetirse el sonido, pudo identificar un auto negro, con vidiros polarizados, que se hallaba estacionado detrás de ella, con las balizas encendidas, aunque Gaby no sabía a quién pertenecía el vehículo.

Con precaución, se acercó al auto, y vio cómo la ventanilla del lado del acompañante se bajaba. No pudo contener su sorpresa cuando se dio cuenta que se trataba de Pablo.

- ¿Subís? - Preguntó, con una sonrisa en su boca.

Todas las dudas que Gaby venía almacenando en su cabeza parecieron multiplicarse por mil al escuchar la propuesta de Pablo. Parte de su cabeza decía que no, que tenía que resistirse, mandarlo a la mierda y meterse en el gym antes de que sea tarde.

La otra parte de su cabeza, le decía que se metiera ya mismo, que mandara todo lo demás a la mierda. La excitación de la aventura era demasiado tentadora como para decirle que no. Y mientras mantenía esa discusión en su cabeza, parecía como si su cuerpo estuviera en piloto automático, porque antes de darse cuenta, Gaby abrió la puerta del auto y se sentó junto a Pablo.

Todas las dudas, todos los temores, discusiones y argumentos se quedaron en la calle, porque al instante en que se cerró la puerta, Pablo se inclinó sobre ella, tomó su nuca con la mano izquierda y le plantó un beso en la boca que la desarmó por completo.

Sus lenguas jugaban entre ellas, como dos desconocidos que se palpan para reconocer cada forma y gesto. La mano de Pablo bajó de su nuca y se plantó directamente sobre la entrepierna de Gaby, la cual dio un fuerte respingo al notar lo mojada que estaba en ese instante.

- Parece que te gustó el beso. - Comentó el joven, con un dejo de picardía en su voz.

- Vamos. - Fue todo lo que alcanzó a decir Gaby, completamente excitada.

- ¿Cuánto tiempo tenemos?

- Dos horas. - Gaby no podía creer que acabara de responder eso, como si su cabeza ya hubiera anticipado la situación y tuviera todo planificado para irse con aquel joven de inmediato.

Pablo no dijo nada más, pisó el acelerador y diez minutos más tarde se hallaban entrando en su departamento.

Una vez adentro, Gaby dejó caer el bolso al sentir a Pablo detrás suyo, abrazando su cintura y besando su cuello con suavidad. La veterana también podía sentir la verga del joven apoyada contra su cola y como se ponía cada vez más dura en contacto contra la tela de la calza.

La remera de y el top de Gaby desaparecieron de inmediato y dejó al aire un buen par de tetas que se mantenían en perfecto estado gracias a tantas sesiones de gym y ejercicios aeróbicos. Pablo comenzó a masajear los pechos de la veterana y al llegar a los pezones, los notó bien duros.

Aprovechando el momento, mientras una de sus manos seguía recorriendo las tetas de Gaby, su otra mano bajó hasta la entrepierna, pero esta vez se metió por debajó de la calza y la ropa interior de su víctima, y palpó la creciente humedad que se generaba en la concha de la madura.

- ¿Estás muy mojadita ya?

- Muy. - Respondió Gaby en un jadeo, única respuesta que pudo articular al sentir como un dedo de Pablo se metía lentamente dentro de su concha.

Sin perder más tiempo, Pablo la fue llevando hacia su habitación, quitándose su remera en el camino. Una vez allí, dejó que Gaby cayera en la cama de espaldas, colocó sus manos debajo de su cola e inmediatamente tirando hacia él, retiró la calza y la tanga hasta debajo de sus rodillas.

- Ay por diosssssssssssssss... - Fue todo lo que alcanzó a decir Gaby cuando sintió la lengua de Pablo sobre la entrada de su conchita.

Pablo empezó su labor, lamiendo lentamente, mientras usaba el pulgar para jugar con el clítoris. Luego introdujo dos dedos dentro de Gaby y empezó a entrar y salir, despacio al principio, y luego incrementando la velocidad de a poco, hasta que los gemidos de Gaby inundaron la habitación a medida que el primero orgasmo de la madura se hacía presente.

Sin darle un respiro, Pablo subió aún más la velocidad de sus dedos, provocando dos orgasmos más de forma consecutiva para Gaby, la cual se hallaba completamente ida para esa altura. Tenía la mirada perdida y luchaba por respirar mientras oleadas de placer la invadían una y otra vez.

Finalmente, con el cuarto orgasmo, Gaby sintió como su concha se tensaba y largaba una eyaculación brutal. Jamás en su vida había sentido algo así, era como si un dique se hubiera roto dentro suyo, liberando un caudal increíble. Pero lo más impresionante fue lo que Pablo hizo a continuación: apenas sintió que Gaby empezaba a acabar, colocó su boca directamente sobre su concha, bebiendo hasta la última gota de la acabada de Gaby.

- ¿Te gustó? - Preguntó el joven, al quitar sus dedos de la concha de la madura.

- Sí... sos tremendo, pendejo hijo de puta. - Respondió Gaby a media voz, tratando de recuperarse.

- Y eso que recién empieza. - Anunció Pablo, con una amplia sonrisa en su rostro, todavía saboreando el sabor de los jugos de Gaby.

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Espero que les haya gustado esta parte. Intentaré subir una nueva parte cuando antes.

Saludos.

1 comentarios - Dos placeres mezclados son mejor que uno - 5ta Parte