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Compendio I
Deben estar pensando “¡Genial! ¡Esta es la parte donde se tira a Sonia!” y yo les tengo que decir no, que no es tan así (aún...). Esta es como la previa, o mejor el cambio que significó tener a Sonia como compañera.
Una de las cosas que me gusta de tener sexo con Pamela es que es tan guapa, que la montas y te dan ganas de tirártela otra vez: buen trasero, buenos pechos y el hecho de que tenga varios orgasmos la hace deliciosa.
Además, su mal carácter la hace más apetitosa, porque cuando se enoja, se pone un poco más violenta. Para mí, es como domar una potra salvaje.
Por esta razón, no le agradó que contestara el teléfono mientras me montaba.
“¿Aló?” dije, mientras que ella se azotaba sobre mi vientre, enojada por no prestarle atención. Lo hacía con tanta dureza que sus pechos se sacudían y me tomaba la mano enyesada, para que palpara sus muslos.
“¡Estimado! ¡Qué bueno es oírlo!” dijo el jefe del área regional.
“Yo…también.” le respondí, tratando de contenerme. Pamela me estaba machacando por haber contestado el teléfono.
“Supe que tuvo un accidente…”
“Sí…pero… me estoy… recuperando.” le decía, mientras Pamela me enterraba entre sus senos. Realmente quería que cortara la llamada y la cogiera con ganas.
“Ya veo. Deseaba verlo mañana, para una reunión especial. ¿Cree poder venir?”
Trataba de pensar, pero las tetas de Pamela me ahogaban…
“¿Podría… ser… mañana… a las dos?”
Pamela estaba enfurecida. Se sacudía con tanta violencia que ya sentía que me corría.
“¡Perfecto!, entonces lo veo mañana a las dos.”
“¡Adiós!” alcancé a decir, antes de que me corriera.
Pamela estaba agitada, pero aun seguía molesta.
“¿Quién…llamaba?”
“Era… el jefe regional…quiere verme… mañana”
“¿Estás…seguro?”
Le miré extrañado.
“¿Quién más…podría ser?”
“No sé… tal vez… la golfa de tu amiga.”
“¿Sonia?”
Con solo mencionar su nombre, Pamela hizo un gesto de desagrado.
“¿Para qué querría verme?”
“¡Pues, para cogerte!” me dijo, enojadísima.
Yo me reí y ella se molestó más.
“¡Sí, búrlate!... probablemente, mañana te juntes con ella y engañes a la pobre Marisol.”
Acaricié su cara suavemente.
“¿De verdad te preocupa que engañe a Marisol?”
“Pues…claro. Es mi prima” me dijo, sin mirarme a los ojos.
“¡Qué bien! Pensé que te había dado un ataque de celos…”
“¿Y por qué debería darme celos?” dijo ella, toda roja.
Yo sólo me reía.
“No lo sé. Probablemente, iremos a tomarnos un café o algo… tal vez vaya bien vestida… incluso, puede que vayamos a un motel…”
Sorpresivamente, se me tiró encima, besándome y haciendo que agarrara sus pechos.
“¡Te daré una buena razón para que no me olvides!”
Y empezamos a coger nuevamente…
Al día siguiente, Pamela me acompañó al médico, ya que Marisol tenía clases, para sacarme el yeso. No de buena gana me dejó ir a la reunión, pero le di un buen beso y le prometí volver pronto a casa.
En la entrada de la oficina de mi jefe encontré a Sonia. La había mandado a llamar el jefe de área regional personalmente a su casa. Yo tenía mis sospechas…
La presenté formalmente al jefe de área regional y lo primero que hizo fue disculparse por las molestias que le habían causado. Le dijo que no había justificación lógica para que no renovaran su contrato y que los problemas se resolverían en el transcurso de los próximos días.
Me llamó la atención que el jefe regional estuviera preocupado por mi comodidad: me preguntaba si me sentía cansado, cómo estaba de salud, si deseaba beber algo o si me sentía cómodo con la temperatura del aire acondicionado.
Me pareció curioso, pero era el gran jefazo y no quería decirle que estaba más interesado en las razones por las que nos había convocado.
Al ver que me encontraba en mis cinco sentidos, se enfocó más en el proyecto.
“Así que usted es la famosa Sonia.” le dijo el jefe a mi amiga.
“No sé si seré tan famosa… pero sí, ese es mi nombre.” Respondió ella, con humildad.
“Su amigo aquí no ha parado de recomendarla, desde que empezamos este proyecto”
Sus ojos se dilataron de sorpresa. Yo levanté los hombros, como si le dijera “no te estaba mintiendo”.
“Y bueno, aparte de su bonita apariencia, ¿Cuáles son las ventajas que tiene esta amable señorita para nuestra investigación?”
Como recordarán, Sonia es bien bonita y varios jefes estaban tratando de coquetearle, pero como ella estaba de novia con un entrenador físico y que además, era un bombero, ninguno de ellos quería acercarse demasiado.
Ella tiene 33 años, pelo negro, largo y liso. Mide un metro setenta y cinco, más o menos, un par de pelos más pequeña que yo. Pechos medianos y un trasero menudito, pero amplio y bien formado.
Lo que seduce de ella es esa mirada seria, escondida bajo un par de lentes, que dan la impresión de que es una verdadera tigresa en la cama… y después confirmaría esos rumores… varias veces.
Le dije que Sonia posee una memoria fotográfica, capaz de recordar los detalles más sofisticados de un dispositivo con solo observarlo y sin necesariamente entender cuál era su propósito, una administrativa de calidad, tenía una excelente redacción y puntuación y era muy inteligente.
Sonia me miraba perpleja…
“¿Y en qué le estaría ayudando en el proyecto?”
“Bueno, he visto el listado del yacimiento y hay aproximadamente 140 equipos que podrían ser los causantes de “Amelia”. Podría buscarlo yo mismo, pero me tomaría mucho tiempo. Además, estoy enfocando mi investigación en la forma de propagación de “Amelia”, en comparación con “Verónica”, intentando verificar el origen y la causa”
“Ya veo. ¿En cuánto tiempo estima que podría encontrar la fuente?”
“Antes de tres meses…” le respondí.
Sonia nos miraba, sin entender demasiado. El jefe regional estaba sorprendido. Aunque encontrar la secuencia “Verónica” había salido de pura suerte, era otra cosa ir tras “Amelia”. Pero yo ya había dado mi palabra a Marisol y me encargaría de cumplirla, sin importar los costos.
El jefe regional me dijo que de ahora en adelante, le reportara los informes y que dada mi condición médica, me permitiría trabajar el turno administrativo de 8 horas, para poner al tanto a Sonia del trabajo y para que pudiera recuperar mi buena salud.
Nos despidió, deseándonos un buen viaje y yo quedé con mis dudas a qué se refería con “mi buena salud” y “condición médica” y la más importante: ¿Qué había pasado con mi antiguo jefe?
Al regresar a casa, me reí al entender parte de la situación. El doctor había prescrito en su licencia que mi desvanecimiento había sido a causa de stress por trabajar en la mina. Probablemente, el simpático doctor había inventado esa excusa para desviar las posibles sospechas de Marisol sobre mis experiencias sexuales y también había enviado una copia a mi trabajo.
Eso me explicaba por qué el jefe regional parecía tan preocupado al inicio de la reunión por mi comodidad y su posterior alivio al ver que estaba recuperado.
Probablemente, como Pamela me estaba montando, había respondido el teléfono jadeando y el pobre hombre debió imaginar que mi condición era mucho peor de la que en realidad me encontraba. Pero la otra duda, no tenía idea…
Meses después, cuando ya había finalizado el proyecto, un amigo de recursos humanos me contó qué había pasado con mi antiguo jefe.
Un par de meses antes que mi “odisea” (por llamarla de alguna manera) empezara, otras secretarias, aparte de Sonia, también sufrieron acoso de parte de él, lo denunciaron y aunque el sumario no llegó a algo concreto, sí dio motivos para que evaluaran su desempeño laboral.
El jefe regional le informó que estaba momentáneamente amonestado y se procedería a evaluar sus labores.
Aunque mi antiguo jefe era un lameculos y chupa vergas, era bastante astuto y tras haberle conocido, imagino que debió haber conversado con el jefe regional sobre trabajo. Probablemente, el jefe regional le mencionó sobre los datos erróneos del mineral y sabiendo que yo estaba desarrollando mi proyecto de magister en esa misma área, conectó los puntos y decidió enviarme a investigar.
De esta manera, podría presentarme al jefe regional como su “protegido” y probablemente, gestor del proyecto y no pasar como el verdadero inútil que siempre fue.
Es la única teoría que tengo para explicar el cambio tan drástico de mis labores que me llevaron en estas locas aventuras.
Lo que sí supe fue que el jefe regional encontró serias incongruencias entre los reportes entregados por mí y lo que supuestamente había ordenado mi jefe. En realidad, me parecía obvio, ya que mi profesor guía para mi magister me orientó en todo momento y como yo soy bien autosuficiente, prácticamente no necesitaba informarle demasiado a mi jefe, ya que el sólo “asentía con la cabeza” en mis reportes.
Por estas razones, el jefe regional decidió reunirse con nosotros para ver quién se manejaba en el asunto y tras concederle tres oportunidades (las tres entrevistas en donde discutimos la importancia del proyecto), falló horriblemente y tras la última reunión, donde había sugerido que había que hacer a “Amelia” gritar, le informó que su calidad de liderazgo era pésima, su trato con subalternos era malo (no había atendido mis peticiones laborales) y quedaba el antecedente de las denuncias por abuso. El jefe regional le dijo que no necesitaba gente como él en cargos administrativos y le despidió.
Para mí, en cambio, ahora era todo “miel y hojuelas”: el jefe regional me reconocía como un profesional capaz y responsable, con amplio dominio en mi área de investigación y había ordenado personalmente a la administración que se cumplieran mis demandas y el desvanecimiento que tuve con Sonia me jugó a mi favor, permitiendo que la reinstalaran en la posición que desde un principio la había sugerido.
Sin embargo, era Sonia la que tenía dudas sobre mi decisión. Y al sentirse incomoda, me las hizo saber mientras tomábamos nuestro acostumbrado café.
“Oye, tú sabes que no tengo una memoria fotográfica…” me dijo Sonia.
“¡Ajá!... sí…claro” le dije yo en broma.
“¡Es verdad!” me decía ella, pidiéndome que fuera serio.
“Hagamos la prueba: tú miraste el diario de hoy al entrar al café, ¿no?”
“Sí, lo vi unos segundos, pero…”
“entonces, completa este titular: “Gobierno contempla alza de combustible. Ciudadanos preocupados…”
Ella sólo sonrió y revolvió su taza de café.
“…ciudadanos preocupados…” repetí.
Ella dio un suspiro y respondió.
“Ciudadanos preocupados por posible alza de impuestos. Empresarios temen alza en las exportaciones.”
“¿Lo ves?” Memoricé el titular, esperando que Don Sergio me llorara al respecto.
“Pero eso no prueba nada…” decía ella, mirando su taza de café.
“También está el incidente con los consoladores…”
Me pidió discreción con el dedo…
En una ocasión, le pedí a Sonia que me acompañara a la tienda de juguetes sexuales. Deseaba experimentar con Marisol y encontré un consolador eléctrico.
“No deberías darles de esos. Son horribles…”
“¡Oh! ¿Cómo lo sabes?” le dije, mirando la caja.
“Pues vienen con un cargador eléctrico, pero es para sistema europeo. Ocupa 4 baterías grandes y tiene una autonomía de 7 horas. Su consumo eléctrico…”
Sorpresivamente, eran las especificaciones de la caja. Voltaje, intensidad, velocidades…
“¿Y este otro?”
“Bueno, ese tampoco es muy bueno. Ocupa tres baterías…”
Y nuevamente, se largó con las descripciones. No importaba la caja que escogiera, se sabía todo y eso que ni siquiera sabía qué era un miliamperio.
“Deberías comprarle uno de estos “huevitos”. A mí me encanta, porque tiene control remoto” me dijo, pasándome la caja, con el que sería el futuro “Amuleto para pruebas” de Marisol.
“¿Y no podía haber otra explicación lógica?...” preguntó ella, inusualmente colorada y tratando de pasar el mal rato con el café.
“Pues, a no ser que las hayas probado de primera fuente…”
Se ahogó con mi comentario…
“¡Mira! Sé que es algo distinto a lo que acostumbras a hacer, pero al menos inténtalo. Si no te gusta, no me opondré a que te retires.”
“Es mucha presión… y no quiero arruinar tu gran oportunidad.” Dijo ella, bien preocupada.
“Yo confío en ti y creo que te acostumbrarás.” Le dije “¡Oh! A todo esto… ¿Recuerdas lo qué pasó el día que me desmayé?”
Sonia se volvió a ahogar…
“Pues… vino la ambulancia y te llevó al hospital.”
“Sí, pero no recuerdo nada… y tuve sueños extraños. ¿No hice nada raro?”
“No, que yo recuerde…” respondió, aunque no me miraba a los ojos.
Pueden pensar “¡Buena, amigo! ¡Lo hiciste para recalentarla de nuevo!”… y les diría que no, en realidad, necesitaba que Sonia se sintiera cómoda. Como les digo, realmente la necesitaba en el trabajo de una manera profesional y no que anduviera pensando en “Lo que podría haber pasado si…” o que tuviera una crisis de remordimientos.
Como sea, llegué a casa y para variar, me encontré a Pamela enojada… ¡Es delicioso follar a Pamela enojada!
Después, llegó Marisol… ¡Es genial hacer “estudios intensivos” con Marisol!...
Pasaron los días y llegó el día de mi embarque. Nos encontramos con Sonia, que estaba un tanto perdida, ya que era su primera vez viajando en avión.
Nuestro vuelo se había retrasado una hora y decidí invitarlas a tomar helado. Marisol y Sonia se llevan bastante bien conversando, pero Pamela estaba muy triste y tras comer su helado en silencio, salió a la terraza, a mirar los vuelos despegando.
“¿Qué piensas?” le pregunté.
Al escucharme, se volvió y me apoyé a su lado.
“Nada. En lo rico que es volar…”
“Bueno, ya podrás viajar por tu propia cuenta.” Le dije, apoyando mi mano en su hombro.
“..Así que tú y la golfa esa…”
Podía ver sus celos en la mirada y su voz. Era genial tener alguien así muerta de celos.
“¡Sí, pero es trabajo! además, ella no es tan divertida como tú…”
Pamela dio un suspiro.
“Lo dices por mis tetas, ¿No?”
“No voy a negarte que extrañaré esas tetas, pero extrañaré más hacerte enojar.”
“¡Eres un bastardo!” me dijo “¿De verdad me vas a extrañar?” preguntó un poco colorada.
“¡Claro! Extrañaré ese culito y esas tetas…”
Se entristeció…
“No porque me vaya, me voy a olvidar de ti y dejar de quererte.”
Fue como si le cayera un rayo.
“¿Quién dice que me importa si me olvidas?” respondió, roja como un tomate.
“Sí, tienes razón. Sé que en el fondo, no me quieres”
La abracé con fuerza.
“¡Claro!...” decía ella, entre lagrimas “¿Cómo voy a quererte… si eres un tremendo baboso… que le gustan solo mis tetas?
Ambos sabíamos qué estábamos diciendo…
Al ingresar a la terminal, Marisol me besó, diciéndome que me extrañaría mucho. Mientras caminábamos por la manga al avión, Sonia me dijo…
“¿Así que esa es la prima de Marisol?”
“Así es”
“Ahora entiendo y te creo lo que me contaste.” dijo ella, con un tono igual de celoso como el de Pamela “Habrá que ver cómo será la madre de Marisol…”
Era un viaje largo. Tendría bastante tiempo para explicarle la situación completa.
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1 comentarios - Seis por ocho (25): Sonia es talentosa…