Hielo y Fuego (2: crepusculo)
Me miré en el espejo después de peinarme el cabello y quedé gratamente sorprendida ante mi imagen, La ligera camisola de seda se adaptaba de una manera graciosa y sexy a las curvas de mi cuerpo. No estaba acostumbrada a usar este tipo de prendas, pero solo de pensar en el rostro que pondría Jake al verme con aquel trocito de seda, se me pintaba una sonrisa en el rostro y me invadía un estremecimiento. Desde nuestro primer encuentro nos reuníamos con cierta frecuencia en La Push y cada episodio era mas apasionado y gratificante que el anterior en la medida que nos íbamos descubriendo y explorando nuestros cuerpos con deleite.
No sabía como había podido mantener el secreto ante Edward y me sentía infinitamente culpable y miserable por engañarlo de esa manera tan vil. Pero era mucho mas fuerte que yo, no podía desprenderme de la piel rojiza y satinada de mi mejor amigo, de su pasión, de su calidez y sobre todo de su hambre de mí.
Aquella noche habíamos quedado de pasar la velada en mi habitación, aprovechando la ausencia de mi novio, que había tenido que salir en uno de sus viajes de caza a las montañas.
Arreglé todo para nuestro encuentro, encendiendo algunas velas aromáticas para crear una atmósfera más sensual y coloqué un edredón oscuro sobre la cama pensando en la manera en la que mi blanca piel brillaría destacada por el contraste. Me divertía pensar en esos pequeños detalles y más aún cuando la mayoría de nuestros encuentros debían ser improvisados revolcones en lo profundo del bosque o en algún recoveco de la playa. Sonreía al recordar alguno de esos momentos especiales, cuando una enorme figura se deslizó por la ventana abierta y cayó ágilmente en medio de la habitación sin apenas hacer ruido.
Cuando Jacob se irguió, pude disfrutar con la contemplación de su cuerpo musculoso, cubierto solamente con unos pantalones que caían muy bajos sobre la línea de su cadera, dejando al descubierto una fila impecable de músculos abdominales muy bien formados.
Como lo había imaginado, abrió unos ojos como platos cuando me vio con la minúscula camisola de seda roja. Y sentí como su ardiente mirada se desplazaba desde las uñas de mis pies hasta la última hebra de cabello de mi coronilla, en un examen que no dejaba escapar ningún detalle. Dio una zancada hasta donde me encontraba y me apretó contra su calido torso desnudo para saludarme con un apasionado beso.
_Estás hermosa bella…Eres lo más sexy que he visto en mi vida._Susurró mientras acariciaba mi piel sobre la suave tela. _Además se siente excelente.
_Tus manos se sienten excelentes_ Susurré mientras levantaba la cabeza para besarlo.
Nos dejamos caer sobre el edredón oscuro y comenzamos a acariciarnos y besarnos sin prisas. Me encantaba sentir el contacto de su piel caliente deslizarse entre mis piernas, y recorrer con mis manos la amplitud de su espalda definida y sus hombros poderosos, sentir la humedad de sus labios cerrarse sobre el lóbulo de mi oreja o pasearse por mi cuello, su lengua inquieta y sabrosa explorando mi boca. Era como estar sumergida en una embriaguez de sensaciones deliciosas que me arrancaban pequeños gruñidos juguetones y suspiros satisfechos.
Mi dulce mejor amigo, deslizó por mi hombro una de las cintas que sostenían mi camisola en su lugar, e hizo lo mismo con la otra para descubrir mis redondos y blancos pechos y mientras los acariciaba se alejó un poco para contemplarme.
_Nunca voy a poder desprenderme de esta imagen, Bella.
_No me quiero imaginar a tus amigos los lobos compartiendo este recuerdo contigo.
Jake rió ante la idea.
_Tendrías a un montón de lobos enloquecidos pajeandose en tu honor.
_ ¿Tendría que sentirme alagada? Yo creo que no podré volver a ver a ninguno de los miembros de tu manada, me da una vergüenza terrible.
_Trato de mantenerte a salvo y ellos también tratan de evitar los pensamientos muy íntimos. Aunque no creo que nadie pueda resistirse a tu imagen ahora… Con los cabellos extendidos sobre el edredón oscuro, la piel tan blanca arrebolada por el placer, esas hermosas tetas desbordándose sobre la prendita de seda roja, altivas, con tus pezones rosaditos y brillantes bien erectos y esa encantadora tanguita húmeda entre las piernas abiertas, pegándose impúdicamente a tu coñito. Pasó un par de largos dedos por mi entrepierna, mientras que se acercaba para chupar mis pezones, los envolvía con sus labios y hacía vibrar su lengua sobre ellos. Haciendo que mí entrepierna se derramara en abundantes fluidos que me preparaban para recibirle en mi interior.
Nos fundimos en la amena tarea de gratificarnos el uno al otro, podíamos disfrutar abiertamente de nuestro placer, considerando que Charly pasaría la noche con Billy en la Push y no había nadie de quien tuviésemos que preocuparnos. Jake era el amante perfecto para mí, tomando en cuenta que Alice no podía verlo en mi futuro, Charly le brindaba una confianza ciega y Edward no podía alcanzar sus pensamientos siempre que se mantuviese a una distancia prudencial y especialmente en territorio Quileute.
Sentí como apartaba a un lado la seda del tanga y empezaba a acariciar mi clítoris con parsimonia y una habilidad que parecía imposible en una persona que contaba con solo unos encuentros furtivos de experiencia, pero desde el primer momento pude notar que los instintos amatorios de mi hombre lobo le conferían otra clase de poderes especiales aparte de aquel de metamorfosearse en animal. Empecé a desabrochar los botones de su pantalón y a acariciar su enorme y cálida erección, que parecía palpitar entre mis manos pequeñas. Le hice tenderse en la cama y trepé sobre su poderoso cuerpo, colocando cada una de mis rodillas a un costado de su rostro e inclinándome hacía el sur de su cuerpo hasta rozar con mi aliento la sensible piel de su glande. Mi mano recorría aquel duro miembro viril en toda su longitud mientras sentía como las suyas se apoderaban de mis caderas y su lengua ardiente arremetía contra mi coño empapado con profundas y deliciosas lamidas que me recorrían desde el abultado clítoris hasta el apretado y hasta entonces inaccesible borde de mi culito. Esa nueva e inesperada intrusión me hacía dar pequeños saltos de estremecimiento, hasta que noté como mi pelvis empezaba a moverse en pequeños círculos ayudando a mi amante a acceder más fácilmente a todos mis rincones. Gemía sin pudor, alentándolo a seguir embriagándome con su sapiencia, apretaba su verga con mis manos pequeñas y estiré mi cuello para meterla en mi boca, noté como Jacob ahogaba un gemido entre mis muslos y hundí aún más su enorme falo entre mis labios. Pero justo en ese momento noté que una figura se materializaba detrás de la cortina cerrada. Mi corazón empezó a latir a ritmo de taquicardia y me enderecé de un salto, abandonando el sexo de mi amante como si de repente me quemara las manos.
Edward nos miraba detrás de la transparencia lechosa de la cortina y sentí que se me iba la vida al ver el dolor en sus ojos dorados.
Mi primera reacción fue cubrir púdicamente mis pechos, reacomodando la camisola y alejarme de un salto de un Jacob que no era consiente de la situación y que se volvió a mirarme extrañado, pero cuando entendió el terror de mis facciones no tuvo que volverse al punto fijo que contemplaban mis ojos, de un ágil movimiento se situó entre mi cuerpo y la figura velada en la ventana, mientras reajustaba sus pantalones alrededor de su cintura.
Un sonido similar a una risita se deslizó desde la ventana y la cortina se apartó para dejar ver a Edward que dijo con su característica voz calmada y aterciopelada:
_No seas ridículo...Sabes que nunca la dañaría.
_En esta situación, no estoy seguro. Le respondió Jake con cautela.
_No me juzgues por ti mismo, que no soy un voluble hombre lobo. Si pretendiera cobrarme la afrenta, no habría esperado tanto tiempo.
_Entonces, lo sabías .Dijo Jacob levantando una ceja, mientras que yo sentía que se me doblaban las piernas y mi peso caía sobre la cama.
_Si, lo sabía. Respondió Edward mirándome a los ojos, con una mirada extraña, casi tranquilizadora y luego siguió hablando al gigante moreno frente a el.
_Sabes tan bien como yo que Bella es una pésima mentirosa. Además, podías refugiarte en tu reserva para eludirme tanto como quisieras, pero no podías encuartelar a tus amigos los lobos. Tratan de mantenerse al margen de tus vividos recuerdos, pero no pueden, les resulta demasiado tentador.
_Si viniste por mí. Estoy dispuesto a asumir las consecuencias, lucharemos. Pero no tocarás a Bella, todo esto es mi culpa, sabes que me resulta muy fácil engatusarla.
_No sabes cuan tentadora es tu propuesta...Pero no puedo hacer nada contra ti, se que ella te lo pidió. Tampoco puedo hacerle ningún mal a ella y no quiero. De alguna manera, no me asombra lo que ha pasado. Ambos son humanos y ambos lo desearon siempre.
Jake, le escuchaba incrédulo, al parecer el que Edward se negara a luchar con el lo había decepcionado visiblemente y la reacción sosegada de mi vampiro incluso lo ofendía. Yo en cambio había sentido algo de alivio al saber que no correría la sangre. Pero todavía estaba aterrada, había cosas peores que morir, por ejemplo perderlo a "él".
_Hace falta no tener sangre en las venas... _Siseo Jacob, poniendo los ojos en blanco y continúo desafiante:
_Puedes hacerte el magnánimo todo lo que quieras, incluso puedes asumir esa postura patética del vampiro sabio e indulgente que tiene que lidiar con las niñerías de su novia humana y su amiguito adolescente. Pero sabes muy bien que existe el libre albedrío, y estos son los hechos: "Te hemos puesto los cuernos" No puedes quedarte allí como si no pasara nada después de lo que has visto. Me metí en este lió consiente de las consecuencias que acarrearía y estoy dispuesto a pagar.
_Y pagarás..._Respondió Edward con una sonrisa torcida._ Bella no ha podido dejar de divertirse contigo un rato cachorro, pero ella me ha elegido, está dispuesta a dejar su vida por mí, eso tendrás que verlo, tendrás que ver como la pierdes para siempre. Quizá incluso vallas a espiarnos algunas veces a nuestra alcoba nupcial y me aseguraré de poner ventanales enormes en ella.
Jacob se volvió a verme y en su rostro podía notar el impacto maléfico de aquellas palabras que sin embargo a mí me hacían la mujer mas feliz del mundo, él no pensaba dejarme, después de todo.
_No soy tan masoquista como tú chupasangre _Gruñó Jake_ Si lo sabías todo e incluso lo celebrabas como un homenaje a nuestra humanidad ¿Que demonios has venido a hacer aquí? ¿O es que viniste a ver cono le hago el amor a tu novia? ¿Acaso viniste a darnos tu bendición?
El hermoso rostro de marfil se oscureció y de repente pareció contrariado, como si no pudiera explicarse. Me miró con una ternura llena de dolor.
_Quería asegurarme de que estuvieras bien...También él es fuerte y también es propenso a perder el control.
En ese momento lo entendí, Edward era casto. Nunca se había atrevido a tocarme por miedo a lo que podría pasar si se dejaba llevar por la pasión. Y no era mi sangre lo que temía, puesto que ya había superado esa prueba. Temía no poder controlar su fuerza. Pero Jacob también era fuerte y sin embargo... ¡Edward solo quería aprender! Me paré de un salto de la cama y me dirigí hacía mi novio, un brazo moreno trató de detenerme pero lo hice a un lado, pasé una mano por la fría mejilla y sumergida en los dorados ojos murmuré:
_Perdóname.
El me colocó un dedo helado sobre los labios
_No tienes que pedírmelo, ya te he perdonado.
Me volví para encontrarme con la angustiada expresión de Jake.
_Debo hablar con él ahora ¿Podrías dejarnos solos? Me costó un montón pronunciar esas palabras, sabiendo el daño que harían, pero acaso no había otro corazón roto que debía reparar?
_Ni lo pienses Bella, no te dejaré sola con él, no sabemos si todo lo que ha dicho es cierto, tal vez es solo una artimaña para que yo me marche y hacerte picadillo en mi ausencia.
_Si insistes en quedarte entonces tendrás que ayudarnos.
_Ayudarlos a que? vaciló el hombre lobo.
_Necesito enseñarle a Edward como hacerme el amor sin ponerme en peligro.
_¿Que? Dijeron a coro el vampiro y el licántropo.
_¿Y como diablos pretendes que yo los ayude en eso?_Aulló Jacob
_¿Que locura estás tramando Bella?_soltó Edward casi al mismo tiempo.
_Ok, escúchenme los dos. Esto ya ha llegado demasiado lejos así que no me preocupa en lo más mínimo escandalizarlos, así está la situación: De está noche no pasa. Edward esto que está pasando me hace una persona horrible lo sé, pero también es tu culpa. No podía seguir durmiendo a tu lado todas las noches sin tener pensamientos impuros y me la pusiste bien difícil. Por otro lado Jake, quiero que sepas que no me arrepiento de nada, eres el mejor maestro que pude tener y por eso creo que puedes ayudarnos. Ninguno de los dos desea que algo malo me ocurra y por eso es preciso que estén los dos presentes. Jacob puedes protegerme y asegurarte de que no ocurra una desgracia y Edward puedes aprender de él a manejar tu fuerza y a relajarte un poco.
Los dos protestaron, incrédulos ante semejante plan.
_La otra opción es que me quede a solas con Edward y todos asumamos los riesgos.
Volvieron a protestar sonoramente, pero ambos sabían que no habría una tercera opción. Se miraron desafiantes un momento.
_Lo se..._Respondió Edward a algún pensamiento de mi mejor amigo.
_No tengo toda la noche_ Les solté mientras me acomodaba en la cama viéndolos a ambos, en espera de una resolución
_No es nada fácil Bella, así que no presiones, vale?_Me dijo Jacob cruzado de brazos_ No te dejaré sola así que la decisión recae sobre el vampiro, después de todo es más difícil para él y siempre puede irse a casa a menos que pretendas violarle.
_Eso es lo que pretendo...Y no, irse no es una opción para Edward, es una opción para ti.
_Pues no me iré. Soltó Jake y se sentó a mi lado volviéndose hacía mi novio con mirada venenosa.
_Y yo tampoco_ Susurró Edward_ Aunque lo que propone Bella sea una soberana locura no carece de sentido y no correré el riesgo de hacerle daño. Se sentó a mi lado del otro lado de la cama y me tomó la mano.
Así permanecimos un rato sin decir nada, sentía el calor abrasador del cuerpo musculoso del licántropo a mi izquierda y la helada suavidad de mi novio vampiro invadiendo el lado derecho de mi cuerpo y en ese momento pensé que estaba definitivamente loca de atar. pero no dejó de recorrerme cierta excitación extraña que era similar a la dulce adrenalina que sentí el día que salté desde lo alto del acantilado. El silenció fue roto por Jacob que anunció:
_Creo que está es la peor idea de las muchas necedades que se te han ocurrido en tu vida Bella, no va a funcionar. Si piensas que voy a lograr ponerme a tono con tu novio mirándome estás realmente chiflada.
_Nunca pensé que diría esto pero estoy deacuerdo con el cachorro _Asintió Edward_ Acá nada va a fluir y eso ya no queda en nuestras manos Bella, tendrás que olvidarlo.
_Pues creo que ambos me subestiman. Dije volviéndome de rodillas en la cama para mirarlos a ambos de frente.
_Ya vuelvo_ Les dije y salí de la habitación.
Volví al cabo de un minuto con una botella de coñac que Charly guardaba en la alacena y le ofrecí un trago a Jacob que aceptó divertido mirándome por lo bajo.
_Así que pretendes emborracharme, esto tampoco funcionará _Dijo sonriendo
_Pues no es para ti_ Le espeté, arrebatándole la botella de las manos y dando un largo sorbo que me quemó la garganta y me arrancó una mueca para nada sexy ante la que ambos sonrieron. Me vieron tomar un segundo trago esperanzados pero no iba a darles el gusto de embriagarme hasta la inconsciencia dejándolos libres de huir de mi malévolo plan. Una vez que me sentí calidamente envalentonada, me coloqué entre ambos arrodillada en la cama frente a ellos. Separé un poco las piernas y me erguí sobre mis rodillas, ambos me miraban con renuencia, pero noté que no despegaban los ojos de mi cuerpo.
_¿Es que acaso no les parezco lo suficientemente atractiva?
Les dije alisando la seda debajo de mis pechos y notando complacida como se marcaban mis pezones en la fina tela. Sin duda alguna ellos también lo habían notado, permanecieron en silencio, pero la respuesta estaba clara en sus filosas miradas. flexioné las rodillas para sentarme de nuevo y apoyé mis manos en sus piernas mientras les acariciaba, definitivamente el asunto del tacto con estos dos era de lo mas interesante. Me acerqué a Edward y empecé a desabotonarle la camisa, dejando al descubierto su maravilloso y blanquísimo pecho, puse la prenda sobre la mesita de noche y empecé a acariciar complacida los dos torsos desnudos, aquello comenzaba a excitarme realmente, posé mis labios sobre la tetilla de Jake y luego hice lo propio con Edward, noté que el calor que se había prendido a mis labios lejos de repelerlo lo complacía. Me deslicé entre los dos y me dediqué a acariciar sus hermosos cuerpos sintiendo que ambos se relajaban con el contacto. Nos tendimos los tres y continué acariciándolos hasta que sentí que un par de manos cálidas empezaban a recorrerme, no pasó mucho tiempo para que sintiera también sobre mi piel las suaves y heladas caricias de mi novio. Lo que sentía era verdaderamente delicioso, el frío y el calor se apoderaban de mi cuerpo, danzando sobre la seda y bajo ella hasta que de un tirón la prenda desapareció. Empecé a notar como los gélidos labios de Edward se posaban sobre mi hombro, mientras que sus dedos empezaban a rozar con timidez mi pezón derecho. Jacob era menos tímido y ya empezaba a lamer calmadamente mi otro pezón mientras que sus manos recorrían mis nalgas. Una vez que las manos heladas empezaron a explorar, ya no se detuvieron y a cada momento se tornaban más intensas y osadas, ya no dudaban en estrecharse contra mi pecho y en atenazar delicadamente mi pezón, ni en deslizarse sobre la húmeda seda de mi tanga. De igual manera las manos de fuego se entregaban con placer a su tarea, con la ansiedad que las caracterizaba se enredaron en la tela de mi tanga que también desapareció de un manotazo. Me volví hacia Edward y mientras besaba su cuello me dedicaba a desabrochar sus jeans y a ayudarle a deshacerse de ellos, Jacob cubrió mi espalda con deliciosos besos y pude notar que también se había desnudado al sentir el calido contacto de su miembro rozar la parte trasera de mis muslos.
Me invadió cierto vértigo al comprender que ya no habría marcha atrás. Todo aquello era el resultado de un momento de verdadero pánico y de esa resolución y genialidad absurda que siempre me invadía en los momentos más inapropiados. Mi pose de mujer seductora había resultado una verdadera pantomima tomando en cuenta que mi experiencia se reducía a un puñado de encontronazos con mi mejor amigo, que aunque habían logrado despertar mi curiosidad y mi lado sensual, estaban lejos de convertirme en una entendida en el asunto del sexo y hay que ver que tener en una misma cama a un vampiro y un hombre lobo era una prueba que le resultaría difícil hasta a la mas mañosa de las meretrices.
Pero la verdad era que hasta ahora había resultado ser bastante agradable y no tenía porque ser diferente. Solo tenía que relajarme, dejar el pensamiento a un lado y disfrutar de las sensaciones que invadirían mi cuerpo, eso era lo que había aprendido con Jacob, que no en vano había resultado ser el mejor de los amantes, su secreto era dejarse llevar y disfrutar de todo aquello que la vida le brindara.
Me entregué con todas las connotaciones que puede tener esa palabra a las maravillas que creaban esos dos cuerpos tan diferentes entre si, en el breve espacio de mi anatomía. Me dediqué a sentir y a responder a esos estímulos que me invadían desde todos mis flancos.
Edward, desnudo y apasionado, como siempre había habitado en mis sueños mas íntimos se dedicaba por completo a descubrir el significado del placer. Sus labios se aferraban a mis pezones con ansias mientras sus manos de hielo apretaban mi cintura con deleite. Tomé su duro y helado miembro entre mis manos y comprobé con alegría que su longitud era casi tan extraordinaria como la de Jake. Note como se envaraba ante aquel inesperado contacto y le susurré al oído que se relajara y me dejará hacer. Todo estaría bien mientras yo manejara la situación.
Situación que sin embargo no manejaba con mi primer amante, que siempre se había destacado en mantener aferradas las riendas de nuestra intimidad y que en aquel momento chupaba mi oreja con verdadera maña y masajeaba con su dura virilidad el paraíso oculto entre mis nalgas y la abultada y palpitante ranura de mi sexo.
Fue haciendo su nido en mis adentros, insertándose poco a poco en mí. Sentirlo me llenaba de un placer sin nombre que me abarcaba por completo, me aferre al sexo de Edward como si fuese lo único que me mantenía aún unida a este mundo y le fui indicando con una experiencia manejada por el instinto que rumbo tomar, que modificaciones crear en su postura corporal hasta poder paladear con verdadera lujuria aquel glande helado que por primera vez se me ofrecía sin sombra de miedo.
Aquello era más de lo que nunca hubiera podido imaginar, mi boca se llenaba con una dureza fría y deliciosa adornada con un sabor incomprensiblemente dulce y con los sonidos de un placer primigenio que se escapaban de la nívea garganta de mi novio, de mi amor.
y gozaba tremendamente con las embestidas del que fuera mi primer amante, del roce inconfundible de aquel calido abrazo que me llenaba por dentro. No había espacio que pudiese ocupar el vació dentro de mí, me encontraba totalmente llena, totalmente ocupada por el amor de aquel par de seres inexplicables.
Me coloqué en cuatro patas sobre la cama y mientras elevaba mi trasero para ofrecer un tentador panorama a Jake, empezaba a lamer toda la longitud del sexo de mármol que se me ofrecía, a juguetear con mi lengua sobre su puntita, a engullirlo hasta atragantarme. Aquello era delicioso, lo saboreaba con gran emoción de tenerlo por fin para mí. Lo masajeaba con mis manos y mi lengua y chupaba deleitada sus testículos, mientras lo sentía vibrar de placer ante mis atenciones.
A todas estas Jacob había tomado entre sus manos mis blancas nalgas y abriéndolas un poco había insertado su lengua en mi culo haciéndola vibrar como solo él sabía hacerlo, comenzó a lamerme y chuparme con un entusiasmo que rayaba en el desespero, succionaba mi clítoris y hundía su lengua experta y divina en momentos en mi vagina y en momentos en mi culo, me lamía entre las nalgas ensalivándome mientras introducía un par de dedos en mi interior, eran tan calientes y se sentían tan rico que deje escapar varios suspiros sobre el pene que llenaba mi boca, Luego los dedos de mi amigo fueron remplazados por su sabrosa intimidad que mi conchita engullía deseosa. Empecé a menear mi cadera al ritmo de las embestidas que gestaban el roce magnifico de nuestros sexos resumantes de humedad y de deseo. Sentí como se acercaba el momento de un feroz orgasmo y me abandoné a esa dulce sensación, que me sacudió desde mis cimientos. El pene de Jacob quedó empapado por mis abundantes fluidos y salió de mí para lamer los vestigios del orgasmo que encharcaban mi coño. Saque de mi boca el hermoso pene de mi novio y le pedí que recostara en la cama. una última y larga lamida se deslizó sobre mi sexo y el increíblemente deseable cuerpo moreno se irguió cuan largo era, para caminar unos pasos hasta la ventana, sus nalgas musculosas y abultadas eran una verdadera tentación, bajo una espalda amplia y exquisitamente definida, cuando se volvió noté que acariciaba su gran erección y me miraba fijamente, con intensidad. No dejé de mirarlo a los ojos mientras me colocaba sobre el hermosísimo cuerpo de mi novio, que podía sentir duro y helado entre mis piernas, las frías manos enlazaron mis caderas y acariciaron mis nalgas mientras arqueaba mi espalda ofreciéndole una visión sobrecogedora de la parte trasera de mi cuerpo. Volví mi rostro para dedicarle una mirada dulce y enamorada y sentí la punta helada de su sexo en las puertas húmedas del mío. Cerré los ojos para concentrarme por completo en aquel tan esperado y mil veces soñado primer momento de intimidad con Edward. Fui insertándome centímetro a centímetro la nívea y gélida masculinidad del hombre que amaba con un placer que rayaba en lo celestial. Sentía la mirada ardiente de Jake indagando en el éxtasis de mi rostro. Un gemido de placer escapó de mis labios y sentí un gutural suspiro a mis espaldas y empecé a moverme despacio disfrutando con todos mis sentidos de la dulce consumación de nuestro amor. Nos abandonamos a la más antigua y gratificante de las danzas, con los ojos cerrados y una entrega sin límites, convirtiéndonos en una sola persona. Cuando abrí los ojos me topé de frente con un Jacob que frotaba su sexo con furia y que se debatía entre el dolor y el placer. Supe que Edward había conseguido su venganza y me sentí culpable, pero no menos feliz. Observé a mi mejor amigo y comprendí que había decidido mantenerse al margen del primer roce de intimidad entre mi novio y yo como una ofrenda de respeto a aquel amor que aunque no lograba entender tampoco había sido nunca capaz de ignorar, aún cuando se viera enfrentado a sus propios sentimientos. Me sentí orgullosa de su nobleza y quise atraerlo hacia mí y alejar de sus hermosos ojos esa sombra de tristeza que los enturbiaba.
Lo llamé con un gesto sin dejar de moverme sobre el sexo de Edward y le acaricié con dulzura, deslicé el candente miembro en mi boca y comencé a engullirlo con placer.
Todo se dejó fluir con una naturalidad que quizá solo pudiera lograrse con dos seres instintivos e imposibles como los que la suerte había empujado hasta mi cuerpo. Ya nadie se acordaba del peligro que de alguna manera había contribuido a materializar todo aquello y que evidentemente no existía. Todo se tornó más desenfrenado y embriagador. Los dedos de Jacob se internaron en el cálido nido de mi culo mientras le hacía una mamada al amor de mi vida y luego sentándose en el borde de la cama me atrajo hacia el y me sentó sobre sus rodillas, manipulando mi cadera hasta lograr la posición correcta para hundir la punta de su sexo húmedo de fluidos, en el interior de mis entrañas. Fue delicado y paciente y sin embargo un calido dolor no dejó de invadirme. Traté de reprimirlo para no alertar a Edward, agraciadamente pronto solo quedó el placer.
Abrí mis piernas ofreciendo un rosado y abierto coño al vampiro que se masturbaba frente a mí. El se acercó obediente y chupó mis pezones antes de penetrarme a su vez. Nos entregamos los tres a un frenesí de sensaciones y deseo. El calor y el frío conviviendo en el interior de mi cuerpo, como si el hielo y el fuego hubiesen por fin conseguido una guarida en la que pudiesen convivir amablemente. Estallé en un segundo orgasmo salvaje que hizo convulsionar mi cuerpo entre el par de murallas que me aprisionaban. Ellos también cedieron ante aquella brutal muestra de placer y se derramaron casi al mismo tiempo dentro de mí.
Permanecimos inmóviles unos segundos y luego nos echamos en el lecho, cada uno derrumbado a mi lado. Deseé que nunca acabara ese momento. Que pudiese estar siempre flanqueada por los dos hombres que amaba y que me daban tanto placer. Pero sabía que eso no era posible.
Jacob beso mi espalda y mis labios y le hizo un gesto a Edward con la cabeza antes de desaparecer por la ventana arrastrando la estela negra de sus pantalones. Intuí que no le vería en mucho tiempo, tal vez no volvería a verlo nunca. Me sentí desolada y me apreté contra Edward. De cualquier forma esa había sido mi elección. Era una mujer afortunada, pero nunca lo volvería a ser tanto como aquella noche, en la que el hielo y el fuego habían convivido hermanados dentro de mí.
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