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Mi Madre Y Mi Ereccion

PARTE II

No, cariño, eso sí que no, no puede ser. Eso no.

Perdona, mamá, fue la excitación.

No te preocupes, mi amor, venga, cielo, córrete.

En ese instante eché un inmenso chorro que como pudo, mi madre recogió acalorada en el frasco de muestras. Ninguno habló pues sobraba todo. No nos miramos, pues estaba todo dicho. Ni siquiera nos dimos cuenta que al salir los dos juntos, tras varios minutos los dos dentro de la misma habitación, acalorados, muy acalorados, jadeantes todavía, con el semen muy caliente, era obvio que algo pasó allí dentro, y todos los que nos vieron salir juntos supusieron lo impensable.

Tras unos días, el urólogo nos llamó para los resultados y dijo que había una pequeña infección que le preocupaba. Y necesitaba dos pruebas más, sería echar mi semen en el baso de muestras justo una hora después de tomar una medicación para descartar cualquier secuela. Eso lo podría hacer ya en mi casa. Esa vez tomé yo la iniciativa:

Mamá, tenemos que hablar.

Si, tranquilo, dime, cariño.

Estoy turbado por lo que nos pasó en el Hospital. Casi ni duermo…

Chsssss. No te preocupes por nada. [Me decía esto mientras me acariciaba el cabello y me daba un cariñosísimo pico en los labios].

No sé qué haría sin tu ayuda. [Nos fundimos en un abrazo].

Cariño, pasamos por unos hechos y circunstancias rarísimas y pasó lo que pasó. No me arrepiento de nada y no te arrepientas de nada. Sólo te ayudé. Te ayudé y volveré a ayudarte.

¿Si? ¿Y cómo?

Tienes que eyacular al poco tiempo de tomar la medicación para ver cómo salen los valores de tu semen y los dos sabemos que solo no vas a poder. Tendré que ayudarte. Además, nos han pasado cosas tan excepcionales que no me va a costar.

He tenido una suerte inmensa contigo, Mamá. [Me apreté a ella, sintiendo sus pechos de cerca y besándola con amor en su cara].

Sólo dos cosas: Te ayudaré como pueda pero sin llegar a masturbarte directamente. Eso no sería correcto entre madre e hijo. Lo hice una vez y jamás volveré a hacerlo. No soportaría tener que volver a tocar el pene de mi hijo. Encontraremos entre los dos otro modo. Tú confía en mí.

Mi madre y yo pactamos no contarle absolutamente nada a mi padre, y por supuesto, hacerlo todo a sus espaldas. Los dos aprovecharíamos las vacaciones locales para hacer el acto de amor y entrega total de mi madre hacia mí.

A las 3, tras la comida, mi Padre se iba a su empresa y mi madre (aunque nunca lo hacía), echaría la siesta conmigo, invitando a su propio hijo a su lecho conyugal. Tras tomar la medicación, ella se ponía su camisón para facilitar la cosa. Noté que escogía uno muy ligero, con amplio escote. Sobran las palabras, lo hacía directamente para excitarme. Yo también me preparaba para la ocasión. Me ponía el pijama y a las 3:30 de la tarde me acostaba junto a mi madre en su cama.

Jaime, Hijo, ponte encima mía y relájate. Creo que la naturaleza hará el resto.

Con el pantalón estaré muy incómodo.

Quítatelo, cielo. Yo me subo un poco el camisón para facilitarte las cosas.

Y me puse encima de mi madre, como cubriéndola, poseyéndola, haciéndola mía, pero ella con las bragas y yo con el calzoncillo.

- Así, cariño, muévete así…, sigue así.

Poco a poco mi erección se hizo evidente. Acariciaba la cabeza de mi madre, mientras notaba sus pechos, su vientre contra el mío, sus muslos desnudos contra los míos, su cuerpo en excitación, su respiración jadeante. Empecé a besar sin cesar a mi madre en la mejilla, bajando poco a poco a su cuello. Cada vez éramos menos madre e hijo y más, … , otra cosa.

Mamá, te quiero.

Lo sé, cariño, No tardes en correrte, por favor.

De su cuello pasé otra vez a su mejilla, muy cerca, cada vez más cerca de su boca. No paraba de darle picos, pequeños besos en sus carnosos labios, hasta que se los absorbía como si fuera un manjar prohibido. Nuestras lenguas llegaron a juntarse. Mi pene casi me hacía daño al golpear con fuerza a las bragas de mi madre.

Al poco tiempo estallé, y mi amor, como pudo, recogió la costosa muestra.

Jaime, reposa un poco junto a mí, no tengas prisa en irte que tu padre no vendrá hasta tarde.

Mamá, gracias, te amo. Te deseo.

Tranquilo, sosiégate…, relájate.

Así me quedé dormido junto a ella, semidesnudos los dos, con mi cabeza en contacto con su pecho casi al descubierto por su ligero camisón.

La tarde siguiente era la última en la que los dos estábamos de vacaciones y podíamos repetir la operación.

Mamá, ayer ya eché un chorro enorme y hoy no sé si tendré reservas.

No te preocupes, entre los dos lo vamos a conseguir. [Me guiñó un ojo haciendo un gesto de complicidad, me tomó de la mano y me llevó sonriéndome a su cama].

Por favor, Eva [La llamé por su nombre], déjame que hoy me desnude que ayer mi glande me rozaba mucho con el calzoncillo.

Bueno, no hay problema, pero yo las bragas ni loca me las quito, que sólo me faltaba quedarme embarazada de mi propio hijo.

¿Me pongo yo abajo?

Si, no me importa. Hoy será fijo el último día y puede ser un poco especial. Además, me has tratado con sumo respeto hasta ahora y por eso no temo nada.

No sabes cuanto te amo.

Sólo me sonrió como respuesta y acarició mi cara mientras me miraba. Se iba acomodando ella arriba mientras era ella la que hacía los primeros vaivenes y movimientos sexuales de excitación. Su pecho bailaba con los movimientos y nuestros vientres ya estaban pegados, mientras me erección era cada vez más enorme. Nuestros jadeos ya se podían oír en toda la casa. Mi madre no paraba de sonreírme y de mirarme a los ojos mientras me acariciaba el cuello y mi pecho.

De repente, mi madre echó un enorme suspiro y echó su cuello hacia atrás lo más que pudo y no paraba de machacar mi polla contra sus muy húmedas bragas. Acababa de romperse del todo el tabú. Acabábamos de romperlo todo. Hasta ahora prácticamente había ayudado a su hijo asustado y enfermo. Hoy disfrutaba con su hijo, gozaba de él, tenía sexo con su hijo Jaime.

En ese trance de erotismo y pasión, como puse, de un solo intento, desabotoné el camisón de mi madre dos botones, dejando más al descubierto su pecho sin sostén, sus tetas, las tetas de mi madre casi al desnudo, bailando para mí. Mis dos manos sobaron su pecho por encima del camisón, sin pudor, con lascivia, sin freno alguno. Los levantaba, los pesaba, jugaba con ellos.

Abrí más su escote con la intención de tocarle las tetas directamente, sin ropa de por medio, para probar el tacto de su piel, de su carne. Pero ella me apartó dulcemente la mano.

No cariño, eso no puede ser, tiene que haber una barrera. No.

Por favor, te lo suplico, hoy, sólo hoy.

No, ya he hecho bastante. No puedes pedirme eso [Me dio besos en la mejilla para calmarme].

Estoy a punto, Mamá, me corro...

Como pude, alcé mi cabeza y la lamí en los labios. Ella se rió. Vio que su hijo estaba excitado como un caballo. Hay cosas que no tienen marcha atrás. Otra vez lo intenté y esta vez ella se rindió, permitió que tocara su pecho totalmente al desnudo, sus duros y erectos pezones, su cuello, apretándolo, casi haciéndole daño. Ella cada vez suspiraba más...

Jaime, hijo, que la que se corre soy yo... !

Mamá, ya me corro, ya me corro...

Se apartó un poco y con su mano dio los últimos masajes a mi pene para que me corriera. Semidesnuda, desabrochada por completo, abochornada, colorada, excitada por su hijo, aceleró el ritmo de su mano y vio como su amado hijo Jaime echaba un chorro enorme de semen que llegaba a la almohada.

Nos quedamos en esa postura unos minutos, mirándonos, sonriendo levemente, sin hablar nada. Lo habíamos hecho. Le había visto las tetas, se las había tocado, la había lamido, la excité, me masturbó, me besó, me acarició. Distábamos de ser sólo madre e hijo.


FIN

2 comentarios - Mi Madre Y Mi Ereccion

jamex112 +2
buen relato!! no hay mas?
gaturro009
🆗 🤘 🤘 🤘 🤘 🤘 🤘