Una semana después, Rita recibe una llamada desde la oficina. Pensó que era su esposo, pero en lugar de él, quien le hablaba era Débora, la odiosa compañera de su esposo. Le dijo que tenía que hablar con ella en privado y Rita la invitó que fuera a su casa. Quería dominar la charla y en su casa se sentiría más segura.
A media tarde llegó Débora. Se saludaron en la puerta con disimulada cortesía.
Rita la invitó a sentarse y preparó un café. Una vez servido se sentó frente a ella, tratando de adivinar de que iba la cosa.
- Bueno Débora, querías hablar conmigo.
- Si Rita, lo que voy a decirte tiene que quedar entre nosotros. No quiero que nadie salga perjudicado, dijo sembrando la curiosidad en su interlocutora.
- Te escucho, dijo Rita , picada.
- Como sabes mi tarea es ser ayudante de tu esposo.
- Lo sé
- Bueno, una de mis tareas es abrir su correspondencia, y ayer recibí una carta muy extraña.
Rita se movió incómoda en su asiento.
- No entiendo.
- Rita, había un video tuyo, dijo lanzando la bomba de una.
Rita se puso pálida. No atinó a responder.
- No puedo creer que hayan hecho esta bajeza.
- No entiendo Rita.
- Mira, es algo muy privado, pero te lo contaré para que no te formes una falsa imagen.
Y rápidamente le contó lo ocurrido en el montecito. Débora la miraba simulando perplejidad.
Cuando terminó el relato, se hizo un silencio profundo.
- ¿ Tienes un reproductor donde podamos verlo? Preguntó Débora. No lo tomes a mal pero hay una cosa que no me cierra, dijo disculpandose.
Rita, molesta, accedió. Iba a ser evidente en el video que la estaban forzando.
Lo colocaron y en el televisor aparecieron las imagenes del monte.
- ¿ Ves Débora? ¿ Te das cuenta que estoy borracha y que se aprovechan de mí?, diijo desafiante.
Débora con cara de sorpresa miraba el video y por dentro disfrutaba lo que ocurría.
- Si te entiendo, pero espera, y tomando el control adelantó las imágenes. La pantalla se puso negra y a continuación apareció la imagen de ella con Raúl en ese mismo sillón de su casa. Se la veía a ella chupando la verga del macho, y luego como se ponía de rodillas sobre el silló y era penetrada sin miramientos.
- Pppero, no entiendo nada, dijo Rita sinceramente.
- Y eso no es todo, dijo Débora volviendo a adelantar la película, y allí apareció la habitación del hotel y ella avanzando sobre el macho, desnudándolo y poseyéndolo con ganas.
- En esta última, claramente no parece que te estuvieran forzando, dijo Débora con inocencia.
Rita se derrumbó en el sofá, y comenzó a sollozar.
- Basta, quita eso, por favor, cosa que Débora hizo rápido.
Como una catarata le contó todo lo ocurrido y como la habían amenazado y le suplicó que le creyera.
Débora se acerco y le acarició la cabeza comprensiva.
- El problema no es que te crea yo. El problema es que te crea tu esposo, dijo enterrándole el puñal sin anestesia, pero con cara de inocencia, lo que hizo que Rita no reaccionara.
- ¿ Cómo hago? Suplicó mirando a Débora.
- No lo sé. Esto es muy dificil. Yo aprecio mucho a Uriel y no imagino como puede reaccionar.
- Tienes que ayudarme, yo se que nunca fuimos amigas, pero no se a quien recurrir.
- Pensemos una solución, dijo Débora quedándose callada.
Pasaron unos cuantos minutos, donde lo único que se oía eran los sollozos de Rita. Débora tenía que esforzarse para no sonreir y mantener su cara de preocupación.
- Se me ocurre algo, pero es muy loco. No, es demasiado.
-Cuenta Débora, suplicó Rita.
- No, no. No me animo.
- Cuenta que no podemos estar peor que así, dijo Rita, incluyendo a Débora en la solución, cuando en realidad era el origen del problema y ella no lo sabía.
- Mira, creo que es imprescindible que tu esposo sepa lo que pasó. Al menos lo de la primera vez, dijo haciendo una pausa.
Rita empalideció.
- ¿ Estás loca?, mi matrimonio se termina.
- No, espera, hay que encontrar el momento y la manera.
- ¿ Y que sugieres?
- Tienes que mostrarte mas abierta con el sexo. Tiene que parecer que te gustaría que el tuviera relaciones con otra mujer, dijo inocente.
- Espera. No entiendo, dijo Rita.
- Es simple. Si toleras que el se acueste con otra mujer, el comprenderá mejor tu situación.
- ¿ Tu quieres que acepte que mi esposo me engañe?
- No solo eso. Tienes que estar presente, mirar y disfrutar. Esa actitud de voyeur puede salvar tu matrimonio.
- ¿ Estás loca?
- Te dije que era una locura, pero es la unica manera de silenciar la conciencia de tu esposo. Si tu eres tan morbosa, el te aceptará como eres.
- ¿ Y a quien meto en este juego?
- No se. Eso tienes que resolverlo tu.
- Te imaginas que no puedo meter en el juego a cualquier mujerzuela. Tiene que ser de extrema confianza. No quiero que se quede con mi esposo.
- Tendrás alguna conocida que acepte. Tu esposo es muy agradable.
- ¿ Tu lo harías?, le preguntó Rita desafiante.
- A mi no me metas, yo trabajo con él y lo aprecio, pero esto es muy fuerte.
Rita se quedó pensando.
- Tal vez no sería tan loco que fueras tu la que participaras de este triángulo. Yo se que a él le gustas.
- Ni se te ocurra. No tengo compromiso con nadie y no quiero tenerlo. No tengo interés en pertener a un hombre ni que un hombre me pertenezca.
- Por eso mismo, Débora. A ti no te va a interesar quitármelo. Serías la indicada. El te conoce y estoy segura que le gustas. Lo noté cuando habla de tí.
- No Rita. No creo.
- Hágamos una cosa. Piénsalo unos días, y luego hablamos. Mientras, te agradezco que hayas interceptado este material.
Las dos mujeres se despidieron.
Débora estaba en el camino soñado. Desde que había conocido a Rita, pensó en cuanto le gustaría tirarse a su esposo delante de ella. Mostrarle que era mas mujer que ella, y que podía hacer gozar a su esposo como ella nunca pudo hacerlo. Y ahora la tenía donde quería.
Rita, mientras, esperaba que Débora aceptara. Si bien siempre le tuvo desconfianza, el hecho de estar ella presente, impediría que ella pasara el límite del sexo, para el amor, y que le robara su esposo.
Al volver a la oficina, Débora siguió con su plan. Le dijo a Uriel que tenían que hablar. Se encontraron en el bar de siempre.
- ¿ Que te traes, mi vida? Dijo Uriel sonriente, pensado que una nueva cita se aproximaba.
- Hoy estuve con tu esposa, dijo Débora, dejando al macho paralizado.
- ¿ Por qué?
- Me contó lo que pasó este verano. La historia del video.
- No te puedo creer.
- Si. La pobre no aguanta mas. Dice que estaba borracha y abusaron de ella, y quiere contarte todo, pero para compensarte quiere que te tires a otra mujer delante de ella.
- No entiendo
- Facil te va a contar y luego de va a dar luz verde para que tengas una amante, como forma de mostrarte que es muy liberal, y me pidió a mí que me acostara contigo en tu casa, con ella presente.
Uriel se sorprendió.
- Es una locura.
- No Uriel. Es excelente. Ella cuenta todo, se libera de la culpa. Tu te conviertes en mi amante con su bendición y todos contentos. Ya no tendremos que ocultarnos. Hasta podremos tirar en tu casa con tu mujercita preparándonos un café, dijo sonriendo.
- Es muy perverso
- Y no me digas que no te calienta, vamos que te gustan las perversiones y te gustaría vengarte de tu esposa frente a su propia cara. Dí la verdad.
- La verdad que es interesante, dijo Uriel imaginándose la escena.
- Bueno. Tu callado. Cuando llegue el momento, jamás tuvimos nada que ver. Será nuestra primera vez frente a tu esposa. Comportate y déjalo en mis manos.
Débora dejó pasar un par de días para no mostrar demasiado interés, y por fin volvió a la casa de Rita.
Cuando ella abrió la puerta y la vio, el rostro se le iluminó.
- Débora, que gusto verte.
- Rita,disculpa que no avisé pero fue una decisión sorpresiva. Salí a hacer unos trámites y terminé aquí cerca.
- No hay problema, pasa y ponte cómoda. Y dime que decidiste.
- Mira Rita, dijo mientras se sentaba. Mi decisión era no participar, pero hace un rato pensé que había mucho peligro de que este matrimonio se perdiera, y no quiero ser responsable, habiendo podido hacer algo.
- Te agradezco mucho, dijo Rita sonriendo.
- Espera. No tan rápido. Hay otro problema.
- Dime
- No quiero que Uriel me reconozca. Yo tengo que seguir trabajando con él y no quiero que esto afecte nuestra excelente relación laboral.
Rita quedó pensativa. Lo que decía Débora era razonable. Y ella que había tenido miedo en algún momento que quisiera acostarse con su esposo, y por esa desconfianza empezaron los problemas.
- Yo respeto tu delicadeza, pero no imagino como lo haremos entonces.
- Es facil. Uriel nunca me ha visto con poca ropa. Si reducimos la luz del dormitorio a una suave penumbra donde tu puedas ver, y poco más, y yo uso un antifaz, creo que es posible que el no se de cuenta de quien es la mujer con la que está.
La idea le pareció fabulosa a Rita.
- Me parece bien Débora. Además le dará un toque morboso que justificará aún mas mis argumentos, dijo sonriendo.
Cuando Débora se fue, Rita se sintió satisfecha. Ahora debía jugar bien sus cartas.
De regreso a la oficina, Débora le contó toda a Uriel, y le dijo que se preparara porque esa noche seguro su mujer pondría en práctica su plan para liberarse de culpa. Uriel estaba encantado.
Al llegar a su casa, todo estaba limpio y ordenado, la mesa servida con mantel , velas y cristalería, y su mujercita vestida con un camisón transparente que realzaba su sensual cuerpo. Su verga no pudo menos que dar la voz de alerta. Hacía rato que no tiraba con su esposa. En realidad, desde que habían regresado de las vacaciones lo habían hecho solo en contadas veces y le había costado mucho esfuerzo. Cuando la poseia, pasaban por su mente las imágenes del video y le costaba mantenerla dura. Pero hoy iba a ser diferente.
Cenaron tranquilamente. La excitación flotaba en el aire y podía cortarse con un cuchillo. Cuando por fin fueron a la cama, su mujer tomó la iniciativa, cosa que nunca había hecho, y lo llevó rápidamente al descontrol total.
Luego de que hubieran terminado, quedaron allí abrazados. Por fin Uriel habló.
- Querida, nunca estuviste así. Realmente has sido maravillosa. Y no mentía.
- Mi amor, de un tiempo a esta parte me he replanteado muchas cosas. Entre ellas el sexo y el placer. Tengo la idea de que en estos aspectos tu no estas del todo satisfecho conmigo, y yo descubrí que hay otras formas de obtener placer.
- Cuenta, cuenta, dijo Uriel impulsándola a hablar.
Rita entonces le contó sus celos, y como esa noche en la playa fue a vigilarlo, y lo que luego había pasado. Uriel la escuchó como si estuviera sorprendido. La historia era bastante cercana a la realidad debía reconocer. Lo que ella no dijo fue la cantidad de orgasmos que había tenido mientras supuestamente la violaban, según su historia.
- No puedo creer que haya pasado eso, y no me hayas contado, dijo al final.
- Tuve miedo a tu reacción. Temí que pensaras que yo era una buscona y que provoqué a estos animales.
- Me resulta muy rara esta historia, dijo Uriel, clavándole el puñal.
- Es verdad mi amor, te lo juro, pero eso no es lo importante. Lo importante es que descubrí mi sexualidad, y descubrí que me encantaría que tu te acostaras con otra mujer y yo poder verlo. Quiero saber como eres realmente con otras mujeres, para aprender a complacerte, le dijo acariciándole la verga con suavidad.
A Uriel le costaba mantener su cara de enojado pero era fundamental que lo hiciera.
- Tu estás loca. Primero me cuentas que te enfiestaron cuatro desconocidos, y no dijiste nada, como si te hubiera gustado, y ahora me vienes con que quieres que te engañe. No entiendo, Rita
- No me engañarás porque yo te autorizo a hacerlo y estaré presente. Solo quiero que disfrutes y compensarte por el mal rato que te estoy haciendo pasar con esta historia lamentable.
Siguieron discutiendo un buen rato, y lentamente Uriel fue cediendo al deseo de su esposa. Ella sintió como despacio, la verga de su marido respondía a sus caricias, lo que indicaba que los nervios estaban cediendo. Ya lo tenía. Todo quedaría en el olvido. Ahora estaba segura que la idea de Débora iba a funcionar.
Cuando la sintió bien dura, se la metió en la boca, sin darle tiempo a su marido a reaccionar. Cuando el se vació, ella se tragó todo sin chistar. Luego de unos minutos Uriel volvió a hablar.
- ¿ Y como te imaginas que ocurrirán las cosas? Preguntó.
- Aquí mismo, mi amor. Contraté una mujer para que participe de nuestro juego. Te aseguro que es toda una experta y hermosa, además.
- Claro, y tú lo tolerarás y no te pondrás celosa.
- No tengo mas celos Uriel. Solo quiero que disfrutes del sexo como yo estoy disfrutando, y verte tirar con otra te puedo asegurar que me dará mucho placer, dijo tratando de sonar convincente.
Por fin se durmieron y al otro día Rita arregló con Débora para el viernes a la noche.
Ese día, Débora llegó a la casa por la tardecita, y se arregló en el dormitorio de la pareja. Un juego de ropa interior mas que sugestivo, medias, ligas, portaligas, tacones aguja, y una máscara completaron su equipo. Rita debió reconocer que en la penumbra de la habitación, era imposible que Uriel supiera a quien se estaba tirando. Máxime si no habia visto nunca el cuerpo de Débora.
Cuando Uriel llegó, le pidió que se bañara, y le alcanzó su pijama de seda. Cuando salió del baño así vestido, hizo que se sentara en el sofá.
- Querido, hoy es la noche. En nuestra dormitorio hay una mujer que esta esperando satisfacerte.
Uriel se hizo el sorprendido.
- No puedo creer que hayas puesto en marcha este proyecto, dijo, sobresaltado.
- Ya está todo listo. Ahora te irás al dormitorio, así la conoces, y en un rato iré yo a llevar algo para tomar y me acomodaré en un rincón para no perder detalle.
Uriel se levantó como un autómata.
- ¿ Estás segura de lo que haces? Preguntó
- Muy segura, mintió Rita. En verdad esto le dolía, pero Débora tenía razón. Con esta cuestión lo ocurrido con los muchachos en la playa había pasado a segundo plano. Ya nadie hablaba de eso, y ahí estaba lo importante.
Uriel se dirigió al dormitorio. Entró y cerró la puerta.
Acostada en la cama, Débora sonreía. Su sueño estaba por cumplirse. Desde que había conocido a Rita soñaba con tirarse a Uriel en su cama matrimonial y con la cornuda de su mujercita atendiéndolos y aplaudiendo cada orgasmo.
- Estamos listos Uriel. Ahora recuerda que no me conoces. Y comportate de esa manera, pero no tengas miramientos. Recuerda que soy una puta contratada así que haré todo lo que me pidas, y pide sin miedo, le dijo con una sonrisa procaz.
- Pues preparate, porque esta noche te voy a partir en cuatro, perrita, le dijo.
- Ahora acuestate y dejame hacer a mí.
Uriel se acostó y Débora, le desabrochó el pijama y comenzó a besarlo en el cuerpo. Luego de un momento su mano bajó para encontrarse con la verga más dura que recordaba en los últimos tiempos. Parece que el morbo funcionaba.
En ese momento se abrió la puerta y Rita entró trayendo una botella de champagne y 3 vasos.
-Veo que empezaron sin mi, pero no se preocupen. Sirvo algo para tomar y no los molesto más, dijo llenado los vasos y acercándose con la bandeja a la cama.
Débora tomó un vaso y le guiñó un ojo a Rita la que respondió de igual manera. Uriel tomo el otro, y Rita se retiró con el tercer vaso y la bandeja a un rincón donde había colocado una silla. Desde allí vería todo lo que ocurría. Tenía que tratar de soportarlo, por el bien de su matrimonio.
Luego que Débora tomara un buen sorbo, dejó caer unas gotas sobre el pecho del macho, y comenzó a lamerlo suavemente. Uriel se dejaba hacer.
Cuando agotó su cuerpo, desabrochó los botones del pantalón del pijama y una verga dura salió de su escondite. Comenzó a masturbarla lenta y profundamente. De inmediato su mano se humedeció con el líquido preseminal del macho. Estaba realmente caliente.
Nadie hablaba. Solo las respiraciones se escuchaban en la habitación. Rita pensaba que iba a sentirse molesta, pero descubrió que se estaba excitando como nunca. La escena la daba vuelta.
Débora tomó la copa y dejó caer un chorro de champagne helado sobre la verga de Uriel y de inmediato se zambulló comenzando a lamerla y a chuparla. Uriel suspiraba de placer. Rita aprovechando la penumbra, metió una de sus manos bajo su pollera y comenzó a masturbarse.
Uriel, con los ojos cerrados solo gozaba. Débora, en cambio, de reojo miraba a Rita y se calentaba aún mas. La cornuda estaba disfrutando a tope de sus cuernos, y no iban a ser los únicos, de eso podía estar segura. Muchas noches vamos a pasar tirando en tus narices, cornuda, pensó.
Luego de un rato fue el turno de Uriel. Obligó a Débora a acostarse en la cama y separando sus piernas dedicó su lengua a satisfacer el sexo de la hembra, que suspiraba de placer.
Rita, sorprendida, mientras se masturbaba, pensaba que su esposo nunca le había hecho eso, pero ella tampoco nunca se la había chupado con la lujuria que lo había hecho Débora. Debía aprender algunas cosas.
Cuando Débora alcanzó su orgasmo sobre la lengua de Uriel, Rita, debió esforzarse para que los gritos del suyo no apagaran los de la otra hembra. Jamás había acabado viendo sexo, pero hoy estaba realmente descontrolada.
En ese momento Uriel avanzó y sin mas preámbulos la clavó a su pareja hasta el fondo comenzando a arremeter hasta el fondo como un animal. La furia y el deseo que sentía el macho sorprendió gratamente a Rita. Jamás lo había visto así.
Cuando luego de un rato, el macho hizo que Débora se pusiera en cuatro para montarla, Rita ya se había olvidado que era su esposo con otra mujer. La escena la volvía loca. Por fin, Uriel cambió de agujero y su verga fue sodomizando lentamente a la mujer. Débora gemía pero soportaba. Estaba disfrutando como nunca. La cornuda de Rita estaba viendo como ella se comía a su maridito y encima tenía que darle las gracias. Las sensaciones la llevaban al borde del orgasmo y quedaba allí, a punto de explotar. Pensó que se desmayaría de placer.
Por fin, Uriel se hundió hasta el fondo y se vació dentro de Débora, con varios chorros potentes y calientes. Los dos quedaron acostados, totalmente agotados. Luego de un rato, Débora se levantó y haciéndole un gesto a Rita, se vistió y salió de la habitación. Rita la siguió.
- Tengo que irme Rita. Temo que me reconozca si me quedo.
- ¿ Te gustó? Preguntó Rita nerviosa
- Pues mira, tu marido es un buen amante. Realmente hace tiempo que no sentía el sexo de esta manera, pero el no es mi tipo, dijo seria, mientras se reía por dentro.
- Te agradezco lo que hiciste. Vete que yo me encargo, le dijo volviendo al dormitorio, mientras Débora una vez vestida se fue a su casa.
Rita entró y Uriel todavía estaba con los ojos cerrados. Se acercó a la cama. Estaba muy excitada. Sentía como sus líquidos mojaban su ropa interior. Tímidamente acarició la herramienta de Uriel. La sintió blanda pero caliente, y sin pensarlo, se la metió en la boca, comenzando a succionarlo. Llevó un rato para que Uriel reaccionara y su verga también, y cuando eso pasó, ella lo montó y corriendo su bombacha se empaló hasta el fondo,comenzando a cabalgarlo. Las escenas que había visto, hicieron que tuviera varios orgasmos violentos, antes de sentir el caliente semen de su esposo estrellándose contra el fondo de su vagina, y se quedó allí recostada sobre el cuerpo de él, por un buen rato, para terminar acostada a su lado y los dos dormidos profundamente.
El matrimonio de Rita y Uriel se salvó. Nunca nadie se acordó de lo que había pasado en la playa, ni en los encuentros posteriores. Uriel y Débora siguen trabajando juntos sin ningún problema, pero, algunas noches por mes, Rita invita a la enmascarada para que la ayude a atender bien a su maridito. Ya no es mas desconfiada.
A media tarde llegó Débora. Se saludaron en la puerta con disimulada cortesía.
Rita la invitó a sentarse y preparó un café. Una vez servido se sentó frente a ella, tratando de adivinar de que iba la cosa.
- Bueno Débora, querías hablar conmigo.
- Si Rita, lo que voy a decirte tiene que quedar entre nosotros. No quiero que nadie salga perjudicado, dijo sembrando la curiosidad en su interlocutora.
- Te escucho, dijo Rita , picada.
- Como sabes mi tarea es ser ayudante de tu esposo.
- Lo sé
- Bueno, una de mis tareas es abrir su correspondencia, y ayer recibí una carta muy extraña.
Rita se movió incómoda en su asiento.
- No entiendo.
- Rita, había un video tuyo, dijo lanzando la bomba de una.
Rita se puso pálida. No atinó a responder.
- No puedo creer que hayan hecho esta bajeza.
- No entiendo Rita.
- Mira, es algo muy privado, pero te lo contaré para que no te formes una falsa imagen.
Y rápidamente le contó lo ocurrido en el montecito. Débora la miraba simulando perplejidad.
Cuando terminó el relato, se hizo un silencio profundo.
- ¿ Tienes un reproductor donde podamos verlo? Preguntó Débora. No lo tomes a mal pero hay una cosa que no me cierra, dijo disculpandose.
Rita, molesta, accedió. Iba a ser evidente en el video que la estaban forzando.
Lo colocaron y en el televisor aparecieron las imagenes del monte.
- ¿ Ves Débora? ¿ Te das cuenta que estoy borracha y que se aprovechan de mí?, diijo desafiante.
Débora con cara de sorpresa miraba el video y por dentro disfrutaba lo que ocurría.
- Si te entiendo, pero espera, y tomando el control adelantó las imágenes. La pantalla se puso negra y a continuación apareció la imagen de ella con Raúl en ese mismo sillón de su casa. Se la veía a ella chupando la verga del macho, y luego como se ponía de rodillas sobre el silló y era penetrada sin miramientos.
- Pppero, no entiendo nada, dijo Rita sinceramente.
- Y eso no es todo, dijo Débora volviendo a adelantar la película, y allí apareció la habitación del hotel y ella avanzando sobre el macho, desnudándolo y poseyéndolo con ganas.
- En esta última, claramente no parece que te estuvieran forzando, dijo Débora con inocencia.
Rita se derrumbó en el sofá, y comenzó a sollozar.
- Basta, quita eso, por favor, cosa que Débora hizo rápido.
Como una catarata le contó todo lo ocurrido y como la habían amenazado y le suplicó que le creyera.
Débora se acerco y le acarició la cabeza comprensiva.
- El problema no es que te crea yo. El problema es que te crea tu esposo, dijo enterrándole el puñal sin anestesia, pero con cara de inocencia, lo que hizo que Rita no reaccionara.
- ¿ Cómo hago? Suplicó mirando a Débora.
- No lo sé. Esto es muy dificil. Yo aprecio mucho a Uriel y no imagino como puede reaccionar.
- Tienes que ayudarme, yo se que nunca fuimos amigas, pero no se a quien recurrir.
- Pensemos una solución, dijo Débora quedándose callada.
Pasaron unos cuantos minutos, donde lo único que se oía eran los sollozos de Rita. Débora tenía que esforzarse para no sonreir y mantener su cara de preocupación.
- Se me ocurre algo, pero es muy loco. No, es demasiado.
-Cuenta Débora, suplicó Rita.
- No, no. No me animo.
- Cuenta que no podemos estar peor que así, dijo Rita, incluyendo a Débora en la solución, cuando en realidad era el origen del problema y ella no lo sabía.
- Mira, creo que es imprescindible que tu esposo sepa lo que pasó. Al menos lo de la primera vez, dijo haciendo una pausa.
Rita empalideció.
- ¿ Estás loca?, mi matrimonio se termina.
- No, espera, hay que encontrar el momento y la manera.
- ¿ Y que sugieres?
- Tienes que mostrarte mas abierta con el sexo. Tiene que parecer que te gustaría que el tuviera relaciones con otra mujer, dijo inocente.
- Espera. No entiendo, dijo Rita.
- Es simple. Si toleras que el se acueste con otra mujer, el comprenderá mejor tu situación.
- ¿ Tu quieres que acepte que mi esposo me engañe?
- No solo eso. Tienes que estar presente, mirar y disfrutar. Esa actitud de voyeur puede salvar tu matrimonio.
- ¿ Estás loca?
- Te dije que era una locura, pero es la unica manera de silenciar la conciencia de tu esposo. Si tu eres tan morbosa, el te aceptará como eres.
- ¿ Y a quien meto en este juego?
- No se. Eso tienes que resolverlo tu.
- Te imaginas que no puedo meter en el juego a cualquier mujerzuela. Tiene que ser de extrema confianza. No quiero que se quede con mi esposo.
- Tendrás alguna conocida que acepte. Tu esposo es muy agradable.
- ¿ Tu lo harías?, le preguntó Rita desafiante.
- A mi no me metas, yo trabajo con él y lo aprecio, pero esto es muy fuerte.
Rita se quedó pensando.
- Tal vez no sería tan loco que fueras tu la que participaras de este triángulo. Yo se que a él le gustas.
- Ni se te ocurra. No tengo compromiso con nadie y no quiero tenerlo. No tengo interés en pertener a un hombre ni que un hombre me pertenezca.
- Por eso mismo, Débora. A ti no te va a interesar quitármelo. Serías la indicada. El te conoce y estoy segura que le gustas. Lo noté cuando habla de tí.
- No Rita. No creo.
- Hágamos una cosa. Piénsalo unos días, y luego hablamos. Mientras, te agradezco que hayas interceptado este material.
Las dos mujeres se despidieron.
Débora estaba en el camino soñado. Desde que había conocido a Rita, pensó en cuanto le gustaría tirarse a su esposo delante de ella. Mostrarle que era mas mujer que ella, y que podía hacer gozar a su esposo como ella nunca pudo hacerlo. Y ahora la tenía donde quería.
Rita, mientras, esperaba que Débora aceptara. Si bien siempre le tuvo desconfianza, el hecho de estar ella presente, impediría que ella pasara el límite del sexo, para el amor, y que le robara su esposo.
Al volver a la oficina, Débora siguió con su plan. Le dijo a Uriel que tenían que hablar. Se encontraron en el bar de siempre.
- ¿ Que te traes, mi vida? Dijo Uriel sonriente, pensado que una nueva cita se aproximaba.
- Hoy estuve con tu esposa, dijo Débora, dejando al macho paralizado.
- ¿ Por qué?
- Me contó lo que pasó este verano. La historia del video.
- No te puedo creer.
- Si. La pobre no aguanta mas. Dice que estaba borracha y abusaron de ella, y quiere contarte todo, pero para compensarte quiere que te tires a otra mujer delante de ella.
- No entiendo
- Facil te va a contar y luego de va a dar luz verde para que tengas una amante, como forma de mostrarte que es muy liberal, y me pidió a mí que me acostara contigo en tu casa, con ella presente.
Uriel se sorprendió.
- Es una locura.
- No Uriel. Es excelente. Ella cuenta todo, se libera de la culpa. Tu te conviertes en mi amante con su bendición y todos contentos. Ya no tendremos que ocultarnos. Hasta podremos tirar en tu casa con tu mujercita preparándonos un café, dijo sonriendo.
- Es muy perverso
- Y no me digas que no te calienta, vamos que te gustan las perversiones y te gustaría vengarte de tu esposa frente a su propia cara. Dí la verdad.
- La verdad que es interesante, dijo Uriel imaginándose la escena.
- Bueno. Tu callado. Cuando llegue el momento, jamás tuvimos nada que ver. Será nuestra primera vez frente a tu esposa. Comportate y déjalo en mis manos.
Débora dejó pasar un par de días para no mostrar demasiado interés, y por fin volvió a la casa de Rita.
Cuando ella abrió la puerta y la vio, el rostro se le iluminó.
- Débora, que gusto verte.
- Rita,disculpa que no avisé pero fue una decisión sorpresiva. Salí a hacer unos trámites y terminé aquí cerca.
- No hay problema, pasa y ponte cómoda. Y dime que decidiste.
- Mira Rita, dijo mientras se sentaba. Mi decisión era no participar, pero hace un rato pensé que había mucho peligro de que este matrimonio se perdiera, y no quiero ser responsable, habiendo podido hacer algo.
- Te agradezco mucho, dijo Rita sonriendo.
- Espera. No tan rápido. Hay otro problema.
- Dime
- No quiero que Uriel me reconozca. Yo tengo que seguir trabajando con él y no quiero que esto afecte nuestra excelente relación laboral.
Rita quedó pensativa. Lo que decía Débora era razonable. Y ella que había tenido miedo en algún momento que quisiera acostarse con su esposo, y por esa desconfianza empezaron los problemas.
- Yo respeto tu delicadeza, pero no imagino como lo haremos entonces.
- Es facil. Uriel nunca me ha visto con poca ropa. Si reducimos la luz del dormitorio a una suave penumbra donde tu puedas ver, y poco más, y yo uso un antifaz, creo que es posible que el no se de cuenta de quien es la mujer con la que está.
La idea le pareció fabulosa a Rita.
- Me parece bien Débora. Además le dará un toque morboso que justificará aún mas mis argumentos, dijo sonriendo.
Cuando Débora se fue, Rita se sintió satisfecha. Ahora debía jugar bien sus cartas.
De regreso a la oficina, Débora le contó toda a Uriel, y le dijo que se preparara porque esa noche seguro su mujer pondría en práctica su plan para liberarse de culpa. Uriel estaba encantado.
Al llegar a su casa, todo estaba limpio y ordenado, la mesa servida con mantel , velas y cristalería, y su mujercita vestida con un camisón transparente que realzaba su sensual cuerpo. Su verga no pudo menos que dar la voz de alerta. Hacía rato que no tiraba con su esposa. En realidad, desde que habían regresado de las vacaciones lo habían hecho solo en contadas veces y le había costado mucho esfuerzo. Cuando la poseia, pasaban por su mente las imágenes del video y le costaba mantenerla dura. Pero hoy iba a ser diferente.
Cenaron tranquilamente. La excitación flotaba en el aire y podía cortarse con un cuchillo. Cuando por fin fueron a la cama, su mujer tomó la iniciativa, cosa que nunca había hecho, y lo llevó rápidamente al descontrol total.
Luego de que hubieran terminado, quedaron allí abrazados. Por fin Uriel habló.
- Querida, nunca estuviste así. Realmente has sido maravillosa. Y no mentía.
- Mi amor, de un tiempo a esta parte me he replanteado muchas cosas. Entre ellas el sexo y el placer. Tengo la idea de que en estos aspectos tu no estas del todo satisfecho conmigo, y yo descubrí que hay otras formas de obtener placer.
- Cuenta, cuenta, dijo Uriel impulsándola a hablar.
Rita entonces le contó sus celos, y como esa noche en la playa fue a vigilarlo, y lo que luego había pasado. Uriel la escuchó como si estuviera sorprendido. La historia era bastante cercana a la realidad debía reconocer. Lo que ella no dijo fue la cantidad de orgasmos que había tenido mientras supuestamente la violaban, según su historia.
- No puedo creer que haya pasado eso, y no me hayas contado, dijo al final.
- Tuve miedo a tu reacción. Temí que pensaras que yo era una buscona y que provoqué a estos animales.
- Me resulta muy rara esta historia, dijo Uriel, clavándole el puñal.
- Es verdad mi amor, te lo juro, pero eso no es lo importante. Lo importante es que descubrí mi sexualidad, y descubrí que me encantaría que tu te acostaras con otra mujer y yo poder verlo. Quiero saber como eres realmente con otras mujeres, para aprender a complacerte, le dijo acariciándole la verga con suavidad.
A Uriel le costaba mantener su cara de enojado pero era fundamental que lo hiciera.
- Tu estás loca. Primero me cuentas que te enfiestaron cuatro desconocidos, y no dijiste nada, como si te hubiera gustado, y ahora me vienes con que quieres que te engañe. No entiendo, Rita
- No me engañarás porque yo te autorizo a hacerlo y estaré presente. Solo quiero que disfrutes y compensarte por el mal rato que te estoy haciendo pasar con esta historia lamentable.
Siguieron discutiendo un buen rato, y lentamente Uriel fue cediendo al deseo de su esposa. Ella sintió como despacio, la verga de su marido respondía a sus caricias, lo que indicaba que los nervios estaban cediendo. Ya lo tenía. Todo quedaría en el olvido. Ahora estaba segura que la idea de Débora iba a funcionar.
Cuando la sintió bien dura, se la metió en la boca, sin darle tiempo a su marido a reaccionar. Cuando el se vació, ella se tragó todo sin chistar. Luego de unos minutos Uriel volvió a hablar.
- ¿ Y como te imaginas que ocurrirán las cosas? Preguntó.
- Aquí mismo, mi amor. Contraté una mujer para que participe de nuestro juego. Te aseguro que es toda una experta y hermosa, además.
- Claro, y tú lo tolerarás y no te pondrás celosa.
- No tengo mas celos Uriel. Solo quiero que disfrutes del sexo como yo estoy disfrutando, y verte tirar con otra te puedo asegurar que me dará mucho placer, dijo tratando de sonar convincente.
Por fin se durmieron y al otro día Rita arregló con Débora para el viernes a la noche.
Ese día, Débora llegó a la casa por la tardecita, y se arregló en el dormitorio de la pareja. Un juego de ropa interior mas que sugestivo, medias, ligas, portaligas, tacones aguja, y una máscara completaron su equipo. Rita debió reconocer que en la penumbra de la habitación, era imposible que Uriel supiera a quien se estaba tirando. Máxime si no habia visto nunca el cuerpo de Débora.
Cuando Uriel llegó, le pidió que se bañara, y le alcanzó su pijama de seda. Cuando salió del baño así vestido, hizo que se sentara en el sofá.
- Querido, hoy es la noche. En nuestra dormitorio hay una mujer que esta esperando satisfacerte.
Uriel se hizo el sorprendido.
- No puedo creer que hayas puesto en marcha este proyecto, dijo, sobresaltado.
- Ya está todo listo. Ahora te irás al dormitorio, así la conoces, y en un rato iré yo a llevar algo para tomar y me acomodaré en un rincón para no perder detalle.
Uriel se levantó como un autómata.
- ¿ Estás segura de lo que haces? Preguntó
- Muy segura, mintió Rita. En verdad esto le dolía, pero Débora tenía razón. Con esta cuestión lo ocurrido con los muchachos en la playa había pasado a segundo plano. Ya nadie hablaba de eso, y ahí estaba lo importante.
Uriel se dirigió al dormitorio. Entró y cerró la puerta.
Acostada en la cama, Débora sonreía. Su sueño estaba por cumplirse. Desde que había conocido a Rita soñaba con tirarse a Uriel en su cama matrimonial y con la cornuda de su mujercita atendiéndolos y aplaudiendo cada orgasmo.
- Estamos listos Uriel. Ahora recuerda que no me conoces. Y comportate de esa manera, pero no tengas miramientos. Recuerda que soy una puta contratada así que haré todo lo que me pidas, y pide sin miedo, le dijo con una sonrisa procaz.
- Pues preparate, porque esta noche te voy a partir en cuatro, perrita, le dijo.
- Ahora acuestate y dejame hacer a mí.
Uriel se acostó y Débora, le desabrochó el pijama y comenzó a besarlo en el cuerpo. Luego de un momento su mano bajó para encontrarse con la verga más dura que recordaba en los últimos tiempos. Parece que el morbo funcionaba.
En ese momento se abrió la puerta y Rita entró trayendo una botella de champagne y 3 vasos.
-Veo que empezaron sin mi, pero no se preocupen. Sirvo algo para tomar y no los molesto más, dijo llenado los vasos y acercándose con la bandeja a la cama.
Débora tomó un vaso y le guiñó un ojo a Rita la que respondió de igual manera. Uriel tomo el otro, y Rita se retiró con el tercer vaso y la bandeja a un rincón donde había colocado una silla. Desde allí vería todo lo que ocurría. Tenía que tratar de soportarlo, por el bien de su matrimonio.
Luego que Débora tomara un buen sorbo, dejó caer unas gotas sobre el pecho del macho, y comenzó a lamerlo suavemente. Uriel se dejaba hacer.
Cuando agotó su cuerpo, desabrochó los botones del pantalón del pijama y una verga dura salió de su escondite. Comenzó a masturbarla lenta y profundamente. De inmediato su mano se humedeció con el líquido preseminal del macho. Estaba realmente caliente.
Nadie hablaba. Solo las respiraciones se escuchaban en la habitación. Rita pensaba que iba a sentirse molesta, pero descubrió que se estaba excitando como nunca. La escena la daba vuelta.
Débora tomó la copa y dejó caer un chorro de champagne helado sobre la verga de Uriel y de inmediato se zambulló comenzando a lamerla y a chuparla. Uriel suspiraba de placer. Rita aprovechando la penumbra, metió una de sus manos bajo su pollera y comenzó a masturbarse.
Uriel, con los ojos cerrados solo gozaba. Débora, en cambio, de reojo miraba a Rita y se calentaba aún mas. La cornuda estaba disfrutando a tope de sus cuernos, y no iban a ser los únicos, de eso podía estar segura. Muchas noches vamos a pasar tirando en tus narices, cornuda, pensó.
Luego de un rato fue el turno de Uriel. Obligó a Débora a acostarse en la cama y separando sus piernas dedicó su lengua a satisfacer el sexo de la hembra, que suspiraba de placer.
Rita, sorprendida, mientras se masturbaba, pensaba que su esposo nunca le había hecho eso, pero ella tampoco nunca se la había chupado con la lujuria que lo había hecho Débora. Debía aprender algunas cosas.
Cuando Débora alcanzó su orgasmo sobre la lengua de Uriel, Rita, debió esforzarse para que los gritos del suyo no apagaran los de la otra hembra. Jamás había acabado viendo sexo, pero hoy estaba realmente descontrolada.
En ese momento Uriel avanzó y sin mas preámbulos la clavó a su pareja hasta el fondo comenzando a arremeter hasta el fondo como un animal. La furia y el deseo que sentía el macho sorprendió gratamente a Rita. Jamás lo había visto así.
Cuando luego de un rato, el macho hizo que Débora se pusiera en cuatro para montarla, Rita ya se había olvidado que era su esposo con otra mujer. La escena la volvía loca. Por fin, Uriel cambió de agujero y su verga fue sodomizando lentamente a la mujer. Débora gemía pero soportaba. Estaba disfrutando como nunca. La cornuda de Rita estaba viendo como ella se comía a su maridito y encima tenía que darle las gracias. Las sensaciones la llevaban al borde del orgasmo y quedaba allí, a punto de explotar. Pensó que se desmayaría de placer.
Por fin, Uriel se hundió hasta el fondo y se vació dentro de Débora, con varios chorros potentes y calientes. Los dos quedaron acostados, totalmente agotados. Luego de un rato, Débora se levantó y haciéndole un gesto a Rita, se vistió y salió de la habitación. Rita la siguió.
- Tengo que irme Rita. Temo que me reconozca si me quedo.
- ¿ Te gustó? Preguntó Rita nerviosa
- Pues mira, tu marido es un buen amante. Realmente hace tiempo que no sentía el sexo de esta manera, pero el no es mi tipo, dijo seria, mientras se reía por dentro.
- Te agradezco lo que hiciste. Vete que yo me encargo, le dijo volviendo al dormitorio, mientras Débora una vez vestida se fue a su casa.
Rita entró y Uriel todavía estaba con los ojos cerrados. Se acercó a la cama. Estaba muy excitada. Sentía como sus líquidos mojaban su ropa interior. Tímidamente acarició la herramienta de Uriel. La sintió blanda pero caliente, y sin pensarlo, se la metió en la boca, comenzando a succionarlo. Llevó un rato para que Uriel reaccionara y su verga también, y cuando eso pasó, ella lo montó y corriendo su bombacha se empaló hasta el fondo,comenzando a cabalgarlo. Las escenas que había visto, hicieron que tuviera varios orgasmos violentos, antes de sentir el caliente semen de su esposo estrellándose contra el fondo de su vagina, y se quedó allí recostada sobre el cuerpo de él, por un buen rato, para terminar acostada a su lado y los dos dormidos profundamente.
El matrimonio de Rita y Uriel se salvó. Nunca nadie se acordó de lo que había pasado en la playa, ni en los encuentros posteriores. Uriel y Débora siguen trabajando juntos sin ningún problema, pero, algunas noches por mes, Rita invita a la enmascarada para que la ayude a atender bien a su maridito. Ya no es mas desconfiada.
7 comentarios - Desconfianza ( final)