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El Masajista y el cornudo.

Bajé por las escalinatas del hotel hacia el spa. Iba distraído, solo pensando en la hermosa sesión de masajes que me darían. Roxi dormía en la habitación. Entré y me encontré con una pileta climatizada, varias puertas y nadie adentro.
Alcé la voz llamando a la masajista. Me sorprendí cuando apareció un muchachote morocho y atlético que me saludó cordial.
- Hola, yo soy Marcos y vos debés ser mi próximo cliente...
- No sé, tengo pautada una sesión de masajes relajantes.
- Entonces si sos mi cliente. Por favor pasá, desnudate y ponete esta bata.
- ¿Me desnudo por completo?.
- Sería mejor, es más cómodo y el masaje cumple todo su efecto.
Hice lo que el niño me pedía y, debo reconocer, lo espié mientras se preparaba, tenía un físico exuberante, marcado, fibroso. Y unos pantalones blancos ajustados que explotaban en la entrepierna.
Me hizo pasar a una sala contigua, me pidió que me saque la bata y me acueste boca abajo en una camilla. Me pidió que trate de relajarme todo lo que me fuera posible, y que pusiera la mente en blanco. Le hice caso, por lo menos, traté.
Comenzó por mi espalda, luego de frotarse las manos con aceite, las tenía fuertes, pero delicadas. trabajó mis hombros, luego mis piernas y mis glúteos.
Varias veces rozó su verga en alguna parte de mis brazos, extendidos como estaban al costado de mi cuerpo, muy cerca del borde de la camilla. Mi mente, ya no estaba en blanco. En uno de esos roces, cerca de mis manos, moví mis dedos para tocarle la pija, y Marcos, canchero, acomodó su notable bulto decididamente sobre mi mano. Así siguió en silencio.
Volvió a mis glúteos, los amasó, los masajeó, los abrió y me mandó dos dedos al ojete. Sentí mi erección contra la camilla. Me cojió con los dedos un rato y se dispuso frente a mí, levanté el mentón y se estaba desabrochando el pantalón.
Una belleza de poronga emergió, se me hizo agua la boca. No era especialmente grande, pero sí estaba llamativamente dura, erecta, izada al cielo.
- Chupámela.
- Ni lo dudes, bebé. La tomé con mi mano y adentro.
- Mirá que al que me cojí hace un rato no le acabé, así que tengo toda la leche para vos, gordito.
- Yo te voy a dejar seco.
Le hice una mamada completa. Le chupé los huevos, le lamí el tronco, la raya del orto, lo pajeé.
Me levantó, me dobló sobre la camilla, me abrió las piernas, y mientras hacía esto me besaba por todos lados y me seguía untando aceite. Me embadurnó bien el ojete. Me volvió a meter los dedos, esta vez más profundos, mientras con la otra mano me pajeaba desde atrás.
- ¿Estás listo, gordito?.
- Garchame que no aguanto más, campeón, te quiero adentro.
Se retiró levemente para atrás, me abrió con una mano, y con la otra guió el mástil al centro de mi ser de puto y cornudo.
Me penetró fácil, suave, gentilmente. Me tomaba de la panza, me siguió pajeando. A la vez que me cojía, después de unos minutos, comenzó a dar unos firmes empujones con sus piernas, que me elevaban un poco y, al caer, me enterraban más su poronga.
Acabé en el aire. Le quedó algo de mi semen en sus dedos y se lo llevó a la boca y lo tragó. Conmigo a upa retrocedió y se sentó en una silla. Lo cabalgué más de veinte minutos, de frente y de espalda.
Luego me acostó boca abajo en la camilla, se sentó sobre mis piernas cerradas y me penetró así, con los cachetes juntos. Me demolió.
De repente, dió un salto, me tomó de la mano, y me arrodilló, su hermosa herramienta apuntándome a la cara, y me la zambulló en la boca. Me la bombeó tres minutos y me llenó de leche. Lo lamí hasta dejarlo limpio. Se agachó, me alzó, y me dijo que habíamos terminado.
- ¿Mañana tenés turno?.
- Sí, pero esta noche nos vemos.
- ¿si?.
- Si, voy a ir a tu habitación y te voy a cojer adelante de Roxi y a ella adelante tuyo.
- ¿La conocés?.
- Sí, ella me invitó.
- ¿Te la cojiste?.
- Quise, pero me dijo que solo adelante tuyo.

4 comentarios - El Masajista y el cornudo.

hernancd
hermosa historia me encantaría un encuentro con vos