Roberto, era un camionero de 52 años, separado, sin hijos, recorría todo el país con su pequeño camión. Su mejor amigo le dejo su más valioso objeto… un trozo de papel cerrado en un sobre… al abrir el sobre había una nota que decía “el mejor sexo de tu vida” abajo estaba una dirección y un nombre. Pasaron las semanas y Roberto llego al pequeño pueblo del papel, después de descargar, salió a buscar la dirección, al llegar a la intersección de la calle nombrada, doblo a la derecha, hasta encontrar la dirección, Roberto se extrañó que el lugar era una casa con un almacén adjunto, pero se acercó.
Al entrar al almacén había un hombre calvo y gordo de la misma edad de él , atendiendo a una señora, al irse la señora, Roberto se acercó y dijo – busco a Antonella- el hombre calvo dijo espere un momento, tomo el teléfono y se comunicó con alguien, al colgar el teléfono le dijo a Roberto –pase- al entrar a la tras tienda, había una puerta de madera, el calvo lo abrió y le dijo - la cabaña calipso del fondo- Roberto camino al fondo de un patio lleno de aves de granja, al llegar a la cabaña, salió una hermosa y joven mujer morena de pelo castaño ondulado, un cuerpo perfecto, de bustos redondos y unos glúteos paraditos y anchos, tantos que parecía escaparse de su peto blanco y minifalda de jeans que vestía, ella con una sonrisa sensual desplegándose en sus gruesos y apretados labios y dijo – hola guapo, son cien mil si te interesa, entra-. Roberto entro hasta su dormitorio con manos temblorosa saco los cien mil, se los paso y le dijo, -desvístete nena que estoy que reviento-, se desnudaron ella empezó hacerle sexo oral, después de eso la pose del misionero y la carretilla y termino con anal donde descargo su semen en sus nalgas, ella dijo – bien hecho, estuviste genial- y como Roberto no tenía muchas ganas de más sexo solo se dedicaron a conversar, ella se llamaba Cecilia Hurtado y estudiaba en la universidad y tenía sexo para pagar su universidad, al terminar el tiempo, Roberto se despidió de Cecilia que vestía de bata blanca y le dijo a ella – me fascinaste, volveré- y ella respondió te estaré esperando.
Pasado una semana Roberto vuelve, ella le esperaba con un sensual babydoll, como la primera vez empezaron la rutina con sexo oral, después siguió con sexo a lo perrito y termino con anal, como costumbre terminaron conversando, ella poniéndose la sensual bata blanca, tomándose el pelo, compartieron una cerveza que ella convido a Roberto, así pasaron tres semanas en que cada viernes él se dejaba caer en el viejo almacén
a la carta semana, Roberto, no podía pasar a ver a Cecilia, pues, tenía que llevar esa carga con urgencia (donde había mucho dinero) y por qué no quería que su acompañante supiera su secreto, al pasar por el pueblo diviso el almacén desde la carretera y pensó “lo siento Cecilia, será para la próxima”.
Ya a la cuarta semana algo desafortunado había pasado con Roberto, tenía que hacer un encargo a otro pueblo con un acompañante, no podía pasar a ver a Cecilia, pues, tenía que llevar esa carga con urgencia (donde había mucho dinero) dos o tres visitas a Cecilia y por qué no quería que su acompañante supiera su secreto, al pasar por el pueblo diviso el almacén desde la carretera y pensó “lo siento Cecilia, será para la próxima”.
A la semana siguiente, Roberto se dejó caer el día jueves, pero al llegar al almacén el calvo no estaba pero si un letrero que decía vuelvo en 30 minutos. El no pudo aguantarse las ganas de estar con Cecilia, así que entro al patio, pero, al acercarse a la cabaña grandes gemidos venían de la cabaña “ella esta con un cliente”, pensó, pero decidió averiguar quién era la que estaba con su chica preferida, al asomarse a la ventana vio a ella en posición de perrito con el dueño del almacén quien le daba de forma brutal. Ella dice -no por favor, si quieres te pago, pero no… y él dijo ese no es el acuerdo así que vamos- ella dio un gran grito y decía para, no tan fuerte y el decía -cállate y muévete- Roberto salió del negocio y cuando el calvo saco el letrero se asomó y le dijo –hola vengo a ver a Antonella- pero él le dijo -lo siento, pero no está- Roberto abrió sus pupilas y dijo, pero como no está y el calvo le dijo-tal como lo oye, no está-
Roberto, comprendió el error de enamorarse de Cecilia, así que nunca más la volvió a ver.
Al entrar al almacén había un hombre calvo y gordo de la misma edad de él , atendiendo a una señora, al irse la señora, Roberto se acercó y dijo – busco a Antonella- el hombre calvo dijo espere un momento, tomo el teléfono y se comunicó con alguien, al colgar el teléfono le dijo a Roberto –pase- al entrar a la tras tienda, había una puerta de madera, el calvo lo abrió y le dijo - la cabaña calipso del fondo- Roberto camino al fondo de un patio lleno de aves de granja, al llegar a la cabaña, salió una hermosa y joven mujer morena de pelo castaño ondulado, un cuerpo perfecto, de bustos redondos y unos glúteos paraditos y anchos, tantos que parecía escaparse de su peto blanco y minifalda de jeans que vestía, ella con una sonrisa sensual desplegándose en sus gruesos y apretados labios y dijo – hola guapo, son cien mil si te interesa, entra-. Roberto entro hasta su dormitorio con manos temblorosa saco los cien mil, se los paso y le dijo, -desvístete nena que estoy que reviento-, se desnudaron ella empezó hacerle sexo oral, después de eso la pose del misionero y la carretilla y termino con anal donde descargo su semen en sus nalgas, ella dijo – bien hecho, estuviste genial- y como Roberto no tenía muchas ganas de más sexo solo se dedicaron a conversar, ella se llamaba Cecilia Hurtado y estudiaba en la universidad y tenía sexo para pagar su universidad, al terminar el tiempo, Roberto se despidió de Cecilia que vestía de bata blanca y le dijo a ella – me fascinaste, volveré- y ella respondió te estaré esperando.
Pasado una semana Roberto vuelve, ella le esperaba con un sensual babydoll, como la primera vez empezaron la rutina con sexo oral, después siguió con sexo a lo perrito y termino con anal, como costumbre terminaron conversando, ella poniéndose la sensual bata blanca, tomándose el pelo, compartieron una cerveza que ella convido a Roberto, así pasaron tres semanas en que cada viernes él se dejaba caer en el viejo almacén
a la carta semana, Roberto, no podía pasar a ver a Cecilia, pues, tenía que llevar esa carga con urgencia (donde había mucho dinero) y por qué no quería que su acompañante supiera su secreto, al pasar por el pueblo diviso el almacén desde la carretera y pensó “lo siento Cecilia, será para la próxima”.
Ya a la cuarta semana algo desafortunado había pasado con Roberto, tenía que hacer un encargo a otro pueblo con un acompañante, no podía pasar a ver a Cecilia, pues, tenía que llevar esa carga con urgencia (donde había mucho dinero) dos o tres visitas a Cecilia y por qué no quería que su acompañante supiera su secreto, al pasar por el pueblo diviso el almacén desde la carretera y pensó “lo siento Cecilia, será para la próxima”.
A la semana siguiente, Roberto se dejó caer el día jueves, pero al llegar al almacén el calvo no estaba pero si un letrero que decía vuelvo en 30 minutos. El no pudo aguantarse las ganas de estar con Cecilia, así que entro al patio, pero, al acercarse a la cabaña grandes gemidos venían de la cabaña “ella esta con un cliente”, pensó, pero decidió averiguar quién era la que estaba con su chica preferida, al asomarse a la ventana vio a ella en posición de perrito con el dueño del almacén quien le daba de forma brutal. Ella dice -no por favor, si quieres te pago, pero no… y él dijo ese no es el acuerdo así que vamos- ella dio un gran grito y decía para, no tan fuerte y el decía -cállate y muévete- Roberto salió del negocio y cuando el calvo saco el letrero se asomó y le dijo –hola vengo a ver a Antonella- pero él le dijo -lo siento, pero no está- Roberto abrió sus pupilas y dijo, pero como no está y el calvo le dijo-tal como lo oye, no está-
Roberto, comprendió el error de enamorarse de Cecilia, así que nunca más la volvió a ver.
3 comentarios - El camionero y la universitaria