Julia despertaba agotada, la ultima noche de sexo la agotó completamente, Sandro habia descargado todo el hambre de sexo acumulado que tuvo.
Sentía todavía la leche de su hermano por todo su cuerpo, se había sometido a todas sus fantasías sin dudar.
Lentamente se desperezaba y se fue a duchar, odiaba deshacerse del olor de su hermano, pero no podía ir al instituto así.
Notó que le habían crecido los pechos, ¿será que el sexo hace que los aumenten? Se frotó sus pechos con admiración y orgullo, unos pechos que ya no cabían en sus sujetadores, debía comprarse una copa más.
En el instituto, sus amigas no paraban de preguntarle que crema se ponía, Julia había oído que enamorarse y practicar sexo rejuvenecía la piel y hacia los ojos más brillantes, pero en medio de una clase le entraron nauseas y vomitó.
La llevaron a casa, sus padres estaban fuera y Sandro fue a atenderle, cuando le dijeron que vomitó, ambos lo supieron, la extraordinaria sensibilidad en sus pezones, sus mareos, su retraso menstrual y que confundiera el olor de un pavo con un biscocho.
Estaba embarazada.
El miedo entró en los corazones de la pareja ¿Qué pensarían sus padres? ¿Qué pensarían todos? ¿Cómo serán sus vidas en cuanto el niño nazca? Pidieron hora a una clínica abortiva, ella solo estaría una hora y todo pasaría.
Julia entró sola en la clínica, mientras esperaba su turno, empezaba a pensar.
Pensaba en su vida, lo triste y sola que estuvo, pero los últimos acontecimientos fueron los más felices de su vida, todo debido a una confusión que a muchos ojos seria pecaminosa.
Pero ella lo vio como una bendición divina.
Se puso la mano en su vientre, su madre no paraba de decir que el aborto era un asesinato, pero últimamente no hizo mucho caso a su madre.
Pero esta vez.
¿Quién era ese bebé? ¿un producto de su descuido? ¿o simplemente una bendición? ¿Qué culpa tenia ese bebé de formarse cuando la culpa fue de ella por no tomar anticonceptivos? ¿Qué podría llegar a ser ese bebé? ¿Qué vida tendría?
Atormentada por ese debate, se fue de la clínica, su hermano fue comprensivo cuando ella le explicó que no pudo hacerlo.
En la cena familiar, ella estaba intranquila, ¿Cómo podría comunicarles a sus padres que ella esperaba un bebé y menos de su hermano.
No se sentía con fuerzas, no podía decirle eso a sus padres.
Llamaron al timbre y entró la persona que le incitó a hacerlo con su hermano.
La prometida de Sandro.
-¡Sandro! ¡he venido desde Nueva York para que me expliques personalmente…! ¡esa puta está aquí! – dijo la prometida señalando a Julia.
El padre se levantó enfurecido diciendo.
-¡¿Cómo se atreve a insultar a mi hija?! ¡salga de nuestra casa inmediatamente!.
-¡su hija fornicó con mi prometido como la vil ramera que es! ¡tu! ¡vuelve conmigo! ¡y tu no vuelvas a acercarte a nosotros en la vida! ¡¡PUTA!! – dijo la prometida fuera de si.
La prometida si iba a ir pero se detuvo al ver que Sandro no se movía.
-¡¿Qué te he dicho?! ¡ven conmigo!
Sandro se levantó y le dijo.
-¿para que? ¿para que me ningunees? ¿Para interrumpir mis conversaciones? ¿para prohibirme salir con mis compañeros? ¿para no poderte tocar en la vida? ¿para que me tengas? ¿Cómo se dice? ¿domado?.
La prometida se sorprendió al ver aquella rebeldía.
-¡eres mi prometido! ¡nos juramos amor eterno!
-el amor se alimenta, pero tu lo mataste de hambre – dijo Sandro con determinación.
-¡no eres más que un degenerado asqueroso! – dijo la prometida furiosa.
Julia, no podía más y se levantó diciendo.
-no se lo que eres, pero si se lo que serás, una vieja loca que colecciona gatos porque no triunfó en las relaciones humanas, mientras que yo y Sandro estaremos cuidando del bebé que crece en mis entrañas
Todos perdieron el color, en especial los padres de Julia.
-si, estoy embarazada, de mi propio hermano, yo lo deseé y no me arrepiento, el, de mi carne y mi sangre, es el amor de mi vida – dijo Julia envalentonada.
-no puede ser verdad – dijo la madre.
Julia miraba a su madre desafiante y luego miró a Sandro y le besó en los labios, Sandro respondió al beso.
La prometida retrocedió sorprendida y se fue al grito de que estaban enfermos.
Cuando terminaron el beso, miraron a sus padres y al servicio que miraban sorprendidos.
-nos queremos papis, no es ninguna fantasía adolescente, Sandro y yo nos amamos.
-p-podemos ir a una clínica abortiva, pod… - decía la madre, pero Julia le interrumpió diciéndole.
-no, no voy a matar a nuestro hijo, es en lo único que estoy de acuerdo con tus ideas madre, tendré a mi bebe, lo cuidaré y lo convertiré en una persona de provecho.
Sus padres empezaron a discutir acaloradamente con Julia, está hizo lo mismo, pero lejos de enfadarse, Julia sentía.
Jubilo.
Y extrañeza, tenia que estar embarazada de su propio hermano para que sus padres supieran que existía.
Julia no dejó de ir al instituto en los meses siguientes, todos se sorprendieron del embarazo de Julia, la cual, pensó que su barriga maternal era una lente.
Una lente que veía como era la gente.
La mayoría de sus compañeras de colegio y profesoras se alejaban de ella, pensaban que era una fresca.
Pero sus amigas de verdad, Carolina, Fátima, su primer amante y su hija, y otras muchas personas la arroparon, ella supo quienes no le darían la espalda, da igual lo raras que fueran las cosas.
-¿todavía lo haces con el? – preguntó Carolina.
-no, mi bebe podría lastimarse – decía Julia agarrando su barriga de embarazada con temor.
-¡que va! ¡he oído que es sanísimo! Y que influye positivamente en el embarazo – decía Carolina con seguridad.
Esa noche, comprobó por internet lo que dijo y pensó que aquel acto de amor había que alimentarlo con más amor, llevaba tres meses sin hacerlo con Sandro, pero antes tenia que hacer una cosa.
Julia fue al prostíbulo, tocó el timbre, dejó una nota y se fue, una nota que ponía.
"gracias por enriquecer mi vida"
Al volver a casa, cogió una botella de bourbon y se fue desnuda a la habitación de Sandro, sus padres no estaban, tenían toda la casa para ellos.
-querido, tomate una copa – dijo Julia mientras llenaba el vaso.
-gracias, ¿Cómo llevas el embarazo? – preguntó Sandro.
-bien – decía Julia acaramelándose al lado de Sandro - ¿no te gustaría que nuestro bebé supiera que sus padres se aman?.
-si, mucho – dijo Sandro con una sonrisa.
Julia agarró la mano de Sandro y la dirigió a sus pechos, eso asustó a Sandro que la retiró diciendo.
-¿no sabes que podemos hacer daño a nuestro hijo? – dijo Sandro con temor.
Julia besó los labios de su hermano y acarició sus cabellos mientras apoyaba sus pechos en el torso de Sandro.
-tranquilo, todo irá bien – dijo Julia sonriendo.
Las manos de Julia recorrieron el torso y el abdomen de Sandro hasta llegar a sus pantalones, los cuales los desabrochó con habilidad, descubriendo el instrumento que daba placer y vida.
Los labios de Julia empezaron a recorrer la virilidad de Sandro.
Unos labios que recorrían suaves la dura y cálida carne de su hombre, rozando, besando, daba pequeñas pasadas en el glande con la punta de su lengua.
Ella sabia que a Sandro le gustaba, porque le estaba acariciando sus cabellos, miró a los ojos de su amado con inocencia y sus labios engulleron la cálida verga de su hermano, una verga que llenaba su boca hasta llegar al principio del esófago.
Julia se esforzaba, hasta ahora sus felaciones no llegaban a tragarla del todo, luchaba contra sus arcadas, pero sentía que podía hacerlo, por el.
-¿estas bien? – preguntó Sandro preocupado por que su hermana no se ahogase.
Ella lo miró con ojos llorosos por el esfuerzo, pero había hecho una mueca como de una sonrisa.
Lo que agradeció Julia es que Sandro se hubiera afeitado el pelo de su virilidad, la ultima vez que le hizo una felación le rozaron los pelos en su nariz con resultados surrealistas.
Sentía como su amado temblaba, se sacó la suficiente verga como para que su lengua acariciase el glande dentro de su boca, no tardó en sentir el semen chocando contra su lengua.
En ese momento, engulló el pene de Sandro hasta tocar los testículos de su barbilla y apretando sus labios se separó lentamente de el, sacándole toda la leche de macho que había quedado sin salir, un hilillo viscoso era lo único que unía el vigor de Sandro con la boca de Julia, alzó la barbilla para que Sandro viera como su cuello hacia el movimiento de tragar.
Tres veces.
Julia se incorporó a la altura de su amado y le miró con dulzura a sus ojos, el sonrió y acarició su cara, su cuello, sus pechos que al manipularlos salía un liquido amarillo y ceroso, eso preocupó a Julia.
-tranquila mamita, es calostro – dijo Sandro.
Antes de que pudiera preguntarle, Sandro empezó a chupar se sus senos, ella era especialmente sensible, pero ahora se mordía los labios solo con un roce, acariciaba la cabeza de su amado mientras intentaba no llegar al orgasmo demasiado pronto, pero era muy difícil, Sandro succionaba el calostro con ganas, succionando, moviendo su lengua, el placer era tal que apretaba la cabeza de su hermano en sus pechos, no tardó en llegar al climax de su placer.
Sandro la veía agotada, la tumbó sobre la cama y la contempló, era distinta con su barriga de embarazada, no la favorecía, ni tampoco la hacia fea.
Digamos que veía, una belleza distinta.
-Sandro, por favor no me mires así – decía Julia tapándose, ella podía chupársela y beber su semen, podía dejarse sodomizar, podía ser masturbada con una cadena, pero todavia le daba vergüenza que la mirasen fijamente, parecía una tontería, pero las miradas eran más sexuales que la misma penetración.
Sandro, sonriendo, le arrancó la sabana que protegía a Julia de su mirada, ella se cubrió con sus manos muerta de vergüenza, pero el se puso encima de ella y le separó las manos y la miró con más atención.
-no soy bonita.
-¿Por qué dices eso? Hermana.
-mirame, estoy gorda, no tengo ese vientre plano con el que mojabas con champagne.
-hay vida en tu vientre, la prueba de que nos amamos, de que nos deseamos.
Julia miró a los ojos de Sandro, unos ojos llenos de sinceridad y deseo, separó despacio sus piernas y le dijo.
-tómame hermano, quiero que estés cerca de mi, quiero que estés tan cerca que prácticamente estemos unidos físicamente, que nuestro bebé sepa que sus padres se aman con fuerza, que sepa que nunca lo dejaremos solo por nuestras peleas, estamos los tres juntos, como una familia feliz.
Esas palabras hicieron reaccionar a Sandro, que besó con pasión los labios de Julia, apuntó con su vigor la concha de la joven y entró despacio en su puerta de la vida.
A medida que bombeaba, veía los pechos de Julia moverse como flanes de gelatina, esa visión excitaba a Sandro que aumentó las envestidas, Julia, temerosa, puso sus manos en su vientre de madre.
Eso calmó a Sandro, que la penetró con más cuidado, mirando amorosamente a los ojos de Julia, la cual, acariciaba las manos de Sandro que agarraban sus caderas.
-te quiero – decía Julia con una sonrisa.
-y yo te quiero a ti, Julia – decía Sandro.
Las envestidas lentamente se aceleraban, Julia sintió mucho placer, pero cambiaron de postura.
Sandro se tumbó boca arriba y ella se puso de rodillas encima de el, sintió como la penetraba profundamente.
Los senos de Julia se movían al ritmo de la penetración, cada vez más rápido, Sandro estaba llegando al orgasmo y en vez de tocar los pechos de su hermana, acarició su vientre de madre.
Ella también llegaba al climax y puso sus manos en su vientre, no tardaron en llegar ambos al orgasmo al mismo tiempo.
Julia, agotada, se tumbó al lado de Sandro, ambos acariciaban el vientre de embarazada.
-¿crees que será feliz? – preguntó Julia.
-crecerá con unos padres que se aman y le aman, si, será muy feliz – dijo Sandro acariciando el vientre de su hermana.
Julia tuvo al niño y prosiguió con sus estudios, llegó a ser la dueña de una empresa de publicidad de gran éxito, en una entrevista que le hicieron, le preguntaron por el secreto de su éxito.
-yo, como muchos vivía en la seguridad, en la comodidad de donde estaba, pero para tener éxito de verdad, hay que ampliar los horizontes y arriesgarse para poder ganar – respondió Julia con naturalidad.
Sentía todavía la leche de su hermano por todo su cuerpo, se había sometido a todas sus fantasías sin dudar.
Lentamente se desperezaba y se fue a duchar, odiaba deshacerse del olor de su hermano, pero no podía ir al instituto así.
Notó que le habían crecido los pechos, ¿será que el sexo hace que los aumenten? Se frotó sus pechos con admiración y orgullo, unos pechos que ya no cabían en sus sujetadores, debía comprarse una copa más.
En el instituto, sus amigas no paraban de preguntarle que crema se ponía, Julia había oído que enamorarse y practicar sexo rejuvenecía la piel y hacia los ojos más brillantes, pero en medio de una clase le entraron nauseas y vomitó.
La llevaron a casa, sus padres estaban fuera y Sandro fue a atenderle, cuando le dijeron que vomitó, ambos lo supieron, la extraordinaria sensibilidad en sus pezones, sus mareos, su retraso menstrual y que confundiera el olor de un pavo con un biscocho.
Estaba embarazada.
El miedo entró en los corazones de la pareja ¿Qué pensarían sus padres? ¿Qué pensarían todos? ¿Cómo serán sus vidas en cuanto el niño nazca? Pidieron hora a una clínica abortiva, ella solo estaría una hora y todo pasaría.
Julia entró sola en la clínica, mientras esperaba su turno, empezaba a pensar.
Pensaba en su vida, lo triste y sola que estuvo, pero los últimos acontecimientos fueron los más felices de su vida, todo debido a una confusión que a muchos ojos seria pecaminosa.
Pero ella lo vio como una bendición divina.
Se puso la mano en su vientre, su madre no paraba de decir que el aborto era un asesinato, pero últimamente no hizo mucho caso a su madre.
Pero esta vez.
¿Quién era ese bebé? ¿un producto de su descuido? ¿o simplemente una bendición? ¿Qué culpa tenia ese bebé de formarse cuando la culpa fue de ella por no tomar anticonceptivos? ¿Qué podría llegar a ser ese bebé? ¿Qué vida tendría?
Atormentada por ese debate, se fue de la clínica, su hermano fue comprensivo cuando ella le explicó que no pudo hacerlo.
En la cena familiar, ella estaba intranquila, ¿Cómo podría comunicarles a sus padres que ella esperaba un bebé y menos de su hermano.
No se sentía con fuerzas, no podía decirle eso a sus padres.
Llamaron al timbre y entró la persona que le incitó a hacerlo con su hermano.
La prometida de Sandro.
-¡Sandro! ¡he venido desde Nueva York para que me expliques personalmente…! ¡esa puta está aquí! – dijo la prometida señalando a Julia.
El padre se levantó enfurecido diciendo.
-¡¿Cómo se atreve a insultar a mi hija?! ¡salga de nuestra casa inmediatamente!.
-¡su hija fornicó con mi prometido como la vil ramera que es! ¡tu! ¡vuelve conmigo! ¡y tu no vuelvas a acercarte a nosotros en la vida! ¡¡PUTA!! – dijo la prometida fuera de si.
La prometida si iba a ir pero se detuvo al ver que Sandro no se movía.
-¡¿Qué te he dicho?! ¡ven conmigo!
Sandro se levantó y le dijo.
-¿para que? ¿para que me ningunees? ¿Para interrumpir mis conversaciones? ¿para prohibirme salir con mis compañeros? ¿para no poderte tocar en la vida? ¿para que me tengas? ¿Cómo se dice? ¿domado?.
La prometida se sorprendió al ver aquella rebeldía.
-¡eres mi prometido! ¡nos juramos amor eterno!
-el amor se alimenta, pero tu lo mataste de hambre – dijo Sandro con determinación.
-¡no eres más que un degenerado asqueroso! – dijo la prometida furiosa.
Julia, no podía más y se levantó diciendo.
-no se lo que eres, pero si se lo que serás, una vieja loca que colecciona gatos porque no triunfó en las relaciones humanas, mientras que yo y Sandro estaremos cuidando del bebé que crece en mis entrañas
Todos perdieron el color, en especial los padres de Julia.
-si, estoy embarazada, de mi propio hermano, yo lo deseé y no me arrepiento, el, de mi carne y mi sangre, es el amor de mi vida – dijo Julia envalentonada.
-no puede ser verdad – dijo la madre.
Julia miraba a su madre desafiante y luego miró a Sandro y le besó en los labios, Sandro respondió al beso.
La prometida retrocedió sorprendida y se fue al grito de que estaban enfermos.
Cuando terminaron el beso, miraron a sus padres y al servicio que miraban sorprendidos.
-nos queremos papis, no es ninguna fantasía adolescente, Sandro y yo nos amamos.
-p-podemos ir a una clínica abortiva, pod… - decía la madre, pero Julia le interrumpió diciéndole.
-no, no voy a matar a nuestro hijo, es en lo único que estoy de acuerdo con tus ideas madre, tendré a mi bebe, lo cuidaré y lo convertiré en una persona de provecho.
Sus padres empezaron a discutir acaloradamente con Julia, está hizo lo mismo, pero lejos de enfadarse, Julia sentía.
Jubilo.
Y extrañeza, tenia que estar embarazada de su propio hermano para que sus padres supieran que existía.
Julia no dejó de ir al instituto en los meses siguientes, todos se sorprendieron del embarazo de Julia, la cual, pensó que su barriga maternal era una lente.
Una lente que veía como era la gente.
La mayoría de sus compañeras de colegio y profesoras se alejaban de ella, pensaban que era una fresca.
Pero sus amigas de verdad, Carolina, Fátima, su primer amante y su hija, y otras muchas personas la arroparon, ella supo quienes no le darían la espalda, da igual lo raras que fueran las cosas.
-¿todavía lo haces con el? – preguntó Carolina.
-no, mi bebe podría lastimarse – decía Julia agarrando su barriga de embarazada con temor.
-¡que va! ¡he oído que es sanísimo! Y que influye positivamente en el embarazo – decía Carolina con seguridad.
Esa noche, comprobó por internet lo que dijo y pensó que aquel acto de amor había que alimentarlo con más amor, llevaba tres meses sin hacerlo con Sandro, pero antes tenia que hacer una cosa.
Julia fue al prostíbulo, tocó el timbre, dejó una nota y se fue, una nota que ponía.
"gracias por enriquecer mi vida"
Al volver a casa, cogió una botella de bourbon y se fue desnuda a la habitación de Sandro, sus padres no estaban, tenían toda la casa para ellos.
-querido, tomate una copa – dijo Julia mientras llenaba el vaso.
-gracias, ¿Cómo llevas el embarazo? – preguntó Sandro.
-bien – decía Julia acaramelándose al lado de Sandro - ¿no te gustaría que nuestro bebé supiera que sus padres se aman?.
-si, mucho – dijo Sandro con una sonrisa.
Julia agarró la mano de Sandro y la dirigió a sus pechos, eso asustó a Sandro que la retiró diciendo.
-¿no sabes que podemos hacer daño a nuestro hijo? – dijo Sandro con temor.
Julia besó los labios de su hermano y acarició sus cabellos mientras apoyaba sus pechos en el torso de Sandro.
-tranquilo, todo irá bien – dijo Julia sonriendo.
Las manos de Julia recorrieron el torso y el abdomen de Sandro hasta llegar a sus pantalones, los cuales los desabrochó con habilidad, descubriendo el instrumento que daba placer y vida.
Los labios de Julia empezaron a recorrer la virilidad de Sandro.
Unos labios que recorrían suaves la dura y cálida carne de su hombre, rozando, besando, daba pequeñas pasadas en el glande con la punta de su lengua.
Ella sabia que a Sandro le gustaba, porque le estaba acariciando sus cabellos, miró a los ojos de su amado con inocencia y sus labios engulleron la cálida verga de su hermano, una verga que llenaba su boca hasta llegar al principio del esófago.
Julia se esforzaba, hasta ahora sus felaciones no llegaban a tragarla del todo, luchaba contra sus arcadas, pero sentía que podía hacerlo, por el.
-¿estas bien? – preguntó Sandro preocupado por que su hermana no se ahogase.
Ella lo miró con ojos llorosos por el esfuerzo, pero había hecho una mueca como de una sonrisa.
Lo que agradeció Julia es que Sandro se hubiera afeitado el pelo de su virilidad, la ultima vez que le hizo una felación le rozaron los pelos en su nariz con resultados surrealistas.
Sentía como su amado temblaba, se sacó la suficiente verga como para que su lengua acariciase el glande dentro de su boca, no tardó en sentir el semen chocando contra su lengua.
En ese momento, engulló el pene de Sandro hasta tocar los testículos de su barbilla y apretando sus labios se separó lentamente de el, sacándole toda la leche de macho que había quedado sin salir, un hilillo viscoso era lo único que unía el vigor de Sandro con la boca de Julia, alzó la barbilla para que Sandro viera como su cuello hacia el movimiento de tragar.
Tres veces.
Julia se incorporó a la altura de su amado y le miró con dulzura a sus ojos, el sonrió y acarició su cara, su cuello, sus pechos que al manipularlos salía un liquido amarillo y ceroso, eso preocupó a Julia.
-tranquila mamita, es calostro – dijo Sandro.
Antes de que pudiera preguntarle, Sandro empezó a chupar se sus senos, ella era especialmente sensible, pero ahora se mordía los labios solo con un roce, acariciaba la cabeza de su amado mientras intentaba no llegar al orgasmo demasiado pronto, pero era muy difícil, Sandro succionaba el calostro con ganas, succionando, moviendo su lengua, el placer era tal que apretaba la cabeza de su hermano en sus pechos, no tardó en llegar al climax de su placer.
Sandro la veía agotada, la tumbó sobre la cama y la contempló, era distinta con su barriga de embarazada, no la favorecía, ni tampoco la hacia fea.
Digamos que veía, una belleza distinta.
-Sandro, por favor no me mires así – decía Julia tapándose, ella podía chupársela y beber su semen, podía dejarse sodomizar, podía ser masturbada con una cadena, pero todavia le daba vergüenza que la mirasen fijamente, parecía una tontería, pero las miradas eran más sexuales que la misma penetración.
Sandro, sonriendo, le arrancó la sabana que protegía a Julia de su mirada, ella se cubrió con sus manos muerta de vergüenza, pero el se puso encima de ella y le separó las manos y la miró con más atención.
-no soy bonita.
-¿Por qué dices eso? Hermana.
-mirame, estoy gorda, no tengo ese vientre plano con el que mojabas con champagne.
-hay vida en tu vientre, la prueba de que nos amamos, de que nos deseamos.
Julia miró a los ojos de Sandro, unos ojos llenos de sinceridad y deseo, separó despacio sus piernas y le dijo.
-tómame hermano, quiero que estés cerca de mi, quiero que estés tan cerca que prácticamente estemos unidos físicamente, que nuestro bebé sepa que sus padres se aman con fuerza, que sepa que nunca lo dejaremos solo por nuestras peleas, estamos los tres juntos, como una familia feliz.
Esas palabras hicieron reaccionar a Sandro, que besó con pasión los labios de Julia, apuntó con su vigor la concha de la joven y entró despacio en su puerta de la vida.
A medida que bombeaba, veía los pechos de Julia moverse como flanes de gelatina, esa visión excitaba a Sandro que aumentó las envestidas, Julia, temerosa, puso sus manos en su vientre de madre.
Eso calmó a Sandro, que la penetró con más cuidado, mirando amorosamente a los ojos de Julia, la cual, acariciaba las manos de Sandro que agarraban sus caderas.
-te quiero – decía Julia con una sonrisa.
-y yo te quiero a ti, Julia – decía Sandro.
Las envestidas lentamente se aceleraban, Julia sintió mucho placer, pero cambiaron de postura.
Sandro se tumbó boca arriba y ella se puso de rodillas encima de el, sintió como la penetraba profundamente.
Los senos de Julia se movían al ritmo de la penetración, cada vez más rápido, Sandro estaba llegando al orgasmo y en vez de tocar los pechos de su hermana, acarició su vientre de madre.
Ella también llegaba al climax y puso sus manos en su vientre, no tardaron en llegar ambos al orgasmo al mismo tiempo.
Julia, agotada, se tumbó al lado de Sandro, ambos acariciaban el vientre de embarazada.
-¿crees que será feliz? – preguntó Julia.
-crecerá con unos padres que se aman y le aman, si, será muy feliz – dijo Sandro acariciando el vientre de su hermana.
Julia tuvo al niño y prosiguió con sus estudios, llegó a ser la dueña de una empresa de publicidad de gran éxito, en una entrevista que le hicieron, le preguntaron por el secreto de su éxito.
-yo, como muchos vivía en la seguridad, en la comodidad de donde estaba, pero para tener éxito de verdad, hay que ampliar los horizontes y arriesgarse para poder ganar – respondió Julia con naturalidad.
2 comentarios - Embarazada del hermano
Van p