Crónicas de un matrimonio feliz. 7º parte. Nuevo juguete, más grande.
Se acercaba su cumpleaños, quería regalarle algo loco. Pidió ropa, zapatos, botas, le compré varias cosas, pero también se me ocurrió comprarle un chiche nuevo. O amigo como lo llama ella. Me fui a un sex shop nuevo que había visto y entré. La visión era chocante, he ido a dos o trs, pero este era muy grande y variado.
En la pared más grande, un sin fin de consoladores de diferentes tamaños y texturas te recibían.
Me quedé mirando, no sabía que podía haber tanta imaginación para hacer formas, colores y diseños.
-Hola, te puedo ayudar?- me preguntó el vendedor, sacándome de mi mirada de asombro a la pared.
-Si, busco un regalo- respondí- no sabía que había tantos.
Empezamos a ver modelos, fui eliminando por diferentes características y me quedaron para elegir dos. Muy reales en cuanto a textura y forma. Uno muy grande (20 x 5 cm) y otro más chico. Elejí el más grande, quería ver su cara a ver semejante elemento.
Llegué a mi casa contento con el regalo, lo escondí y me dispuse a esperarla con una cena romántica. Los chicos estaban en lo de mis viejos y quería que pasara una noche especial.
Llegó del trabajo como siempre, charlamos y nos preparamos para cenar. Yo no podía dejar de pensar en mi regalo y en como reaccionaría al verlo o sentirlo.
Cenamos y la invité a bañarla. Preparé la bañadera, las velas y las sales. La desvestí, la besé e hice que entrara al agua.
Su cuerpo era hermoso, las marquitas del sol todavía se notaban. Le enjaboné la espalda, las piernas y su pecho.
-No sabés el regalo que tengo para vos- le susurré al oído.
-Qué? Si ya me diste a la mañana los regalos.
-Hay algo más- le respondí – ahora relajá.
Después de lavar cada uno de los centímetros de su cuerpo, la dejé en silencio y sin muchas luces para que disfrutara.
Mientras tanto preparé el cuarto para lo único que tenía en mente desde la tarde. Hacerla gozar.
Salió del baño, solo con la toalla puesta. Me besó apasionadamente, su lengua jugó con mi boca, su saliva se mezclo con la mío. Se sacó la toalla, se apartó y me miró.
-Quiero mi regalo!!!- me dijo – qué es?
-Lo querés? – le pregunté – ya te lo voy a dar.
La tome de una mano y la llevé a la cama. La acosté en ella boca abajo y comencé a besarle la espalda, el cuello y la nuca. Estiré sus brazos por sobre su cabeza y se las até a la cabecera de la cama.
-Qué hacés? – me preguntó.
- Hoy te voy a dar placer de muchas maneras – respondí.
Vendé sus ojos y sujeté cada una de sus piernas a las puntas de la cama. Quedó totalmente inmóvil y sumamente expuesta. Era mía, tanto me había estado calentando y jugando con mi mente durante estos meses, que esta sería mi pequeña venganza.
Seguí besando su espalda, su cuello y su cola. Rosaba mis manos por sus piernas, apretando su cola y muy suavemente acariciaba los labios de su concha.
Ella en silencio, solo se la escuchaba jadear. Su respiración era fuerte. Algo balbuceó.
-Qué decís? – le dije al oído.
-Quiero que me cojas – me respondió entre jadeos.
-No te entiendo- le dije.
-Cojeme- respondió ya un poco más firme.
- Tranquila – le dije – ya te voy a coger. Tenés que esperar, falta mucho.
-No por favor, quiero que me cojas ahora.
-A si? – le respondí – Yo te voy a coger cuando quiera. Te quiero bien caliente y suplicando que te la meta.
Apretó los dientes y jadeó, mientras le hablaba le había estado tocando los labios de la concha, ahora la había penetrado con un dedo.
Me levanté de la cama –ahora vengo, no te vayas putita- le dije mientras iba a buscar su regalo.
Lo volví a ver y ahora al lado de mi esposa, era demasiado grande. Le entraría? Pensé estúpidamente. Comencé besando su cola y su concha. Desaté una de sus piernas para poder abrir más su concha. Se la lamí toda, hasta llegar al ano, una y otra vez. Sus suspiros me potenciaban.
Su concha cada vez más caliente no dejaba de latir. Un dedo, después dos y después tres fueron los que le metí. Estaba muy dilatada, así la quería. A no jadeaba, la escuchaba morder la almohada y la veía tirar de las sogas para querer soltarse.
-Estate quieta o te dejo atada hasta mañana y me voy – le grité.
-Desatame – me dijo – quiero cojerte.
-No falta algo todavía.
Le saqué la venda de los ojos, me coloqué a su lado y sin sacar mis dedos de su concha le mostré su nuevo “amigo”.
-Mirá lo que te voy a meter hoy – le dije.
Giró su cabeza y vió de muy cerca el consolador.
-No Max, no, es muy grande, me vas a matar – me dijo mirándome fija y algo preocupada.
-Probaré-le respondí- el señor del sex-shop me dijo que es ideal para putas como vos, te conoce?
Reí, sarcásticamente, me desconocía, pero quería usarla como ella me había usado.
Agarré un poco de vaselina líquida y se la coloqué al consolador. Solté su otra pierna y le coloqué un almohadón para pararle la cola. Coloqué la cabeza dl consolador en la entrada de la concha. Era realmente enorme, mucho más grande. Se dilataría tanto? Pensé ilusamente.
Comencé a meterlo, muy despacio. Debía hacer fuerza, Pau gritaba y gemía.
-Pará, pará, me duele- me decía- no sácalo me duele.
No le hice caso, seguí metiéndolo muy despacio con un suave movimiento, entrándolo un poco y sacándolo un poco. Ella no podía para de gemir, me acerqué a su oreja y le susurré – no ves que te gusta, ves que sos una puta-.
Se estremeció ante mis dichos, miré mi mano y solo había podido meter la mitad del consolador. Era realmente demasiado, tenía razón.
-Tenés razón es muy grande, no te entra todo- le bromeé – puedo probar otra posición?
La hice girar sin sacarle el consolador. Boca arriba la vista era distinta, atada de manos sobre su cabeza, ojos vendados, piernas abiertas, un consolador en su concha y toda la cama bajo su cola mojada por ella misma.
Le saqué la venda de sus ojos y le pegunté al oído.
-Querés que pruebe meterlo más? –
-Si, por favor despacio- me respondió entre gemidos
Agarré el consolador y empecé a empujar un poco más, en esta posición entraba mejor. Le flexioné las piernas y con poco esfuerzo metí todo el aparato.
-Aaaaaa- me gritó – sos un hijo de puta.
No respondí empecé a moverlo, metiéndolo y sacándolo rápidamente. Gritaba como loca, se movía y no dejaba de gemir. No tardó mucho en acabar, temblando, gritando y tirando de las cuerdas. Le saqué el consolador, su concha estaba muy dilatada y sumamente caliente. La desaté, se enrolló como un bebé y la abracé de costado. Temblaba.
-Sos un hijo de puta- me dijo cuando pudo respirar- Dios, estuvo hermoso.
-Te gusta jugar conmigo, hoy yo jugué con vos- le dije-.
-A si?- me dijo –ahora quiero más.
Me acostó boca arriba y empezó a besarme el cuello. Colocó sus piernas alrededor de mi pierna izquierda y su concha rozó mi muslo. Estaba toda mojada.
-Qué mojada tenés la concha?- le dije.
-Tu culpa, báncatela, yo me banqué tu juguete.
Comenzó a masturbarme sin bajarse de mi pierna, mi pija estaba más que dura y yo ya quería acabar.
-Te gustó meterme esa cosa?- me preguntó
-Si me encantó, es muy grande, muy real.
-Aaaaa, por eso te gusta verme mientras me la ponés- me respondió. No dejaba de pajearme y empezó a moverse sobre mi pierna, esa posición también le daba placer.- Viste como se dilataba mi concha alrededor de una pija grande?- me preguntó.
-Si- respondí tímidamente.
-Te gusta verme así?- se bajo de mi pierna, tomo el consolador y empezó a sentarse arriba muy lentamente.
-Si-
No dejaba de pajearme y empezó a pajearse ella también. Podía ver todo, su concha estaba casi a mi lado.
-Es enorme, me encanta, como me gustaría que alguien con una pija así me coja – me susurró al oído. Solté su mano de mi pija, y comencé a pajearme yo.- parece que a vos también te gustaría. Y te pregunto - me dijo – te bancarías mirarme como me entra una pija así pero real?
No llegué a contestar nada y eyaculé sobre mis piernas una abundante cantidad de semen.
Pau a mi lado acababa otra vez con su nuevo “amigo”.
-Feliz cumple- le dije y nos quedamos abrazados.
-Me gustó tu regalo- fue lo único que me dijo antes de dormirnos.
Se acercaba su cumpleaños, quería regalarle algo loco. Pidió ropa, zapatos, botas, le compré varias cosas, pero también se me ocurrió comprarle un chiche nuevo. O amigo como lo llama ella. Me fui a un sex shop nuevo que había visto y entré. La visión era chocante, he ido a dos o trs, pero este era muy grande y variado.
En la pared más grande, un sin fin de consoladores de diferentes tamaños y texturas te recibían.
Me quedé mirando, no sabía que podía haber tanta imaginación para hacer formas, colores y diseños.
-Hola, te puedo ayudar?- me preguntó el vendedor, sacándome de mi mirada de asombro a la pared.
-Si, busco un regalo- respondí- no sabía que había tantos.
Empezamos a ver modelos, fui eliminando por diferentes características y me quedaron para elegir dos. Muy reales en cuanto a textura y forma. Uno muy grande (20 x 5 cm) y otro más chico. Elejí el más grande, quería ver su cara a ver semejante elemento.
Llegué a mi casa contento con el regalo, lo escondí y me dispuse a esperarla con una cena romántica. Los chicos estaban en lo de mis viejos y quería que pasara una noche especial.
Llegó del trabajo como siempre, charlamos y nos preparamos para cenar. Yo no podía dejar de pensar en mi regalo y en como reaccionaría al verlo o sentirlo.
Cenamos y la invité a bañarla. Preparé la bañadera, las velas y las sales. La desvestí, la besé e hice que entrara al agua.
Su cuerpo era hermoso, las marquitas del sol todavía se notaban. Le enjaboné la espalda, las piernas y su pecho.
-No sabés el regalo que tengo para vos- le susurré al oído.
-Qué? Si ya me diste a la mañana los regalos.
-Hay algo más- le respondí – ahora relajá.
Después de lavar cada uno de los centímetros de su cuerpo, la dejé en silencio y sin muchas luces para que disfrutara.
Mientras tanto preparé el cuarto para lo único que tenía en mente desde la tarde. Hacerla gozar.
Salió del baño, solo con la toalla puesta. Me besó apasionadamente, su lengua jugó con mi boca, su saliva se mezclo con la mío. Se sacó la toalla, se apartó y me miró.
-Quiero mi regalo!!!- me dijo – qué es?
-Lo querés? – le pregunté – ya te lo voy a dar.
La tome de una mano y la llevé a la cama. La acosté en ella boca abajo y comencé a besarle la espalda, el cuello y la nuca. Estiré sus brazos por sobre su cabeza y se las até a la cabecera de la cama.
-Qué hacés? – me preguntó.
- Hoy te voy a dar placer de muchas maneras – respondí.
Vendé sus ojos y sujeté cada una de sus piernas a las puntas de la cama. Quedó totalmente inmóvil y sumamente expuesta. Era mía, tanto me había estado calentando y jugando con mi mente durante estos meses, que esta sería mi pequeña venganza.
Seguí besando su espalda, su cuello y su cola. Rosaba mis manos por sus piernas, apretando su cola y muy suavemente acariciaba los labios de su concha.
Ella en silencio, solo se la escuchaba jadear. Su respiración era fuerte. Algo balbuceó.
-Qué decís? – le dije al oído.
-Quiero que me cojas – me respondió entre jadeos.
-No te entiendo- le dije.
-Cojeme- respondió ya un poco más firme.
- Tranquila – le dije – ya te voy a coger. Tenés que esperar, falta mucho.
-No por favor, quiero que me cojas ahora.
-A si? – le respondí – Yo te voy a coger cuando quiera. Te quiero bien caliente y suplicando que te la meta.
Apretó los dientes y jadeó, mientras le hablaba le había estado tocando los labios de la concha, ahora la había penetrado con un dedo.
Me levanté de la cama –ahora vengo, no te vayas putita- le dije mientras iba a buscar su regalo.
Lo volví a ver y ahora al lado de mi esposa, era demasiado grande. Le entraría? Pensé estúpidamente. Comencé besando su cola y su concha. Desaté una de sus piernas para poder abrir más su concha. Se la lamí toda, hasta llegar al ano, una y otra vez. Sus suspiros me potenciaban.
Su concha cada vez más caliente no dejaba de latir. Un dedo, después dos y después tres fueron los que le metí. Estaba muy dilatada, así la quería. A no jadeaba, la escuchaba morder la almohada y la veía tirar de las sogas para querer soltarse.
-Estate quieta o te dejo atada hasta mañana y me voy – le grité.
-Desatame – me dijo – quiero cojerte.
-No falta algo todavía.
Le saqué la venda de los ojos, me coloqué a su lado y sin sacar mis dedos de su concha le mostré su nuevo “amigo”.
-Mirá lo que te voy a meter hoy – le dije.
Giró su cabeza y vió de muy cerca el consolador.
-No Max, no, es muy grande, me vas a matar – me dijo mirándome fija y algo preocupada.
-Probaré-le respondí- el señor del sex-shop me dijo que es ideal para putas como vos, te conoce?
Reí, sarcásticamente, me desconocía, pero quería usarla como ella me había usado.
Agarré un poco de vaselina líquida y se la coloqué al consolador. Solté su otra pierna y le coloqué un almohadón para pararle la cola. Coloqué la cabeza dl consolador en la entrada de la concha. Era realmente enorme, mucho más grande. Se dilataría tanto? Pensé ilusamente.
Comencé a meterlo, muy despacio. Debía hacer fuerza, Pau gritaba y gemía.
-Pará, pará, me duele- me decía- no sácalo me duele.
No le hice caso, seguí metiéndolo muy despacio con un suave movimiento, entrándolo un poco y sacándolo un poco. Ella no podía para de gemir, me acerqué a su oreja y le susurré – no ves que te gusta, ves que sos una puta-.
Se estremeció ante mis dichos, miré mi mano y solo había podido meter la mitad del consolador. Era realmente demasiado, tenía razón.
-Tenés razón es muy grande, no te entra todo- le bromeé – puedo probar otra posición?
La hice girar sin sacarle el consolador. Boca arriba la vista era distinta, atada de manos sobre su cabeza, ojos vendados, piernas abiertas, un consolador en su concha y toda la cama bajo su cola mojada por ella misma.
Le saqué la venda de sus ojos y le pegunté al oído.
-Querés que pruebe meterlo más? –
-Si, por favor despacio- me respondió entre gemidos
Agarré el consolador y empecé a empujar un poco más, en esta posición entraba mejor. Le flexioné las piernas y con poco esfuerzo metí todo el aparato.
-Aaaaaa- me gritó – sos un hijo de puta.
No respondí empecé a moverlo, metiéndolo y sacándolo rápidamente. Gritaba como loca, se movía y no dejaba de gemir. No tardó mucho en acabar, temblando, gritando y tirando de las cuerdas. Le saqué el consolador, su concha estaba muy dilatada y sumamente caliente. La desaté, se enrolló como un bebé y la abracé de costado. Temblaba.
-Sos un hijo de puta- me dijo cuando pudo respirar- Dios, estuvo hermoso.
-Te gusta jugar conmigo, hoy yo jugué con vos- le dije-.
-A si?- me dijo –ahora quiero más.
Me acostó boca arriba y empezó a besarme el cuello. Colocó sus piernas alrededor de mi pierna izquierda y su concha rozó mi muslo. Estaba toda mojada.
-Qué mojada tenés la concha?- le dije.
-Tu culpa, báncatela, yo me banqué tu juguete.
Comenzó a masturbarme sin bajarse de mi pierna, mi pija estaba más que dura y yo ya quería acabar.
-Te gustó meterme esa cosa?- me preguntó
-Si me encantó, es muy grande, muy real.
-Aaaaa, por eso te gusta verme mientras me la ponés- me respondió. No dejaba de pajearme y empezó a moverse sobre mi pierna, esa posición también le daba placer.- Viste como se dilataba mi concha alrededor de una pija grande?- me preguntó.
-Si- respondí tímidamente.
-Te gusta verme así?- se bajo de mi pierna, tomo el consolador y empezó a sentarse arriba muy lentamente.
-Si-
No dejaba de pajearme y empezó a pajearse ella también. Podía ver todo, su concha estaba casi a mi lado.
-Es enorme, me encanta, como me gustaría que alguien con una pija así me coja – me susurró al oído. Solté su mano de mi pija, y comencé a pajearme yo.- parece que a vos también te gustaría. Y te pregunto - me dijo – te bancarías mirarme como me entra una pija así pero real?
No llegué a contestar nada y eyaculé sobre mis piernas una abundante cantidad de semen.
Pau a mi lado acababa otra vez con su nuevo “amigo”.
-Feliz cumple- le dije y nos quedamos abrazados.
-Me gustó tu regalo- fue lo único que me dijo antes de dormirnos.
22 comentarios - Crónicas de un matrimonio 7 Nuevo juguete, más grande.
Queda latiendo de solo leerlos.
Para cuando el proximo relato? Si quieren los ayudo para el tema del proximo relato... Podria ser algo como: "Por fin la vi cogida por una buena pija", o algo mejor aun.
abrazo
Juan
Ahora quiero fotos de ustedes!!!!
Paula
La idea es llevar a cabo las fantasías y ampliar las experiencias.
Gracias por compartir la suya