¿Quien iba a pensar que una simple tarde de lunes se convertiría en uno de los días mas memorables de nuestra vida sexual?
Suficientemente obvio, era un lunes en la tarde, en que teníamos planes de salir a comprar regalos al mall. Vanidosa como toda mujer bonita, mi mujer había puesto algo de esmero en su arreglo para esa tarde. Un poco informal, pero con los mismos resultados de siempre: simplemente radiante, a pesar de vestir con un pantalón de mezclilla, una blusa con un escote algo discreto, maquillaje ligero y un peinado que sin ser de salón ni nada complicado acentuaba aun mas, si es que cabe, esa belleza natural de su rostro.
Al haber terminado de arreglarse, esperó a que me cambiara la camisa. Mientras esperaba por mi, se descalzo y recostó en el sillón mas grande de la estancia. Al salir, arreglando mi camisa por ultima vez, no pude evitar admirarla y pensar para mis adentros de lo afortunado que soy al haberla encontrado en mi camino. Rememorando los encuentros que tuvimos en noches anteriores, me acerque a ella y poniéndome de cuclillas junto al sillón, le di un beso apasionado mientras mi mano se paseaba por su abdomen. Mi pasión fue mas que correspondida, devolviéndome el beso con aun mas empeño de su parte.
-¡Espera! -le dije- Recuerda como soy de caliente contigo y tenemos que ir al mall, si me besas así una vez mas sabes que te acabare haciendo el amor y acuérdate que no tendremos otra oportunidad pronto de ir de compras.
Por toda respuesta solo se sonrió y mientras acariciaba mi nuca me atrajo hacia ella y me dio otro beso, esta vez dejando su lengua entablar batalla por territorio con la mía. Mientras con una mano abría el botón de su pantalón y empezaba a bajar su cierre, me reclamo sin ninguna convicción:
-¡Oye! No te dije que si.
-No, pero yo te advertí, si me besabas así sabias muy bien que no me detendría.
-Mmmhh… Bueno…
-¿Sabes de que tengo ganas? De algo que no pudimos hacer bien la otra vez…
-¿Mmhh?
-Sexo oral… Pero esta vez quiero hacértelo, quiero lamer, morder y chupar tus labios vaginales.
-¿Si? Bueno…
-Pero sabes que me encanta que me lo pidas, quiero que me pidas que quieres que haga, haré lo que quieras, solo pidelo.
Y diciendo esto ultimo muy cerca de su oído en un susurro muy sugerente. Tomo mi cara entre sus manos y me atrajo hacia ella, comenzó a besarme y a morderme los labios sabiendo que haría lo mismo con ella. En cuanto comencé a atrapar sus labios entre los míos y mis dientes me dejo hacer, dejándome actuar en una inusual entrega a mi beso, sin responder, dejándome a mi recrearme con su boca. Chupe, lamí y jale sus labios, pasando mi lengua entre ellos. No fue si no hasta que nos dimos un respiro que me hizo comprender el por que de su sumisión:
-Así, -dijo en un susurro, casi ronroneo felino- así como lo hiciste con mi boca, quiero lo hagas en mi sexo…
Enough said, dicen por estos lugares.
Esta vez no hubo delicadeza al bajarle el pantalón, aunque no fui tan rudo con la blusa.
Digo, después de todo, esa y las que había estado usando esos días las compro para mi gusto.
Recostada aun en el sillón, la deje con su ropa interior solo el tiempo suficiente para admirar su cuerpo sexy. Besar sus labios fue solo el preludio. Despacio, sin prisas, torturándola, fui bajando por su cuello y entre sus pechos hasta su abdomen para ir aun mas al sur. Metí mis dedos entre su piel y el elástico de sus pantys: Negras, con un poco de encaje al frente. Las baje de sus caderas y las saque de debajo de sus nalgas enrollándolas hacia sus pies y se las saque completamente. Me arrodille en el piso recostándome sobre el sillón entre sus piernas. Basto solo el roce de mis dedos para que las abriera para mi un poco. Mis labios fueron besando la cara interna de sus muslos acercándose lentamente a su vagina. Torture un poco sus ganas besando y lamiendo alternadamente alrededor de su sexo. Comencé como me lo pidió, con besos apasionados a sus labios vaginales como si de su boca se tratara.
Mi lengua se paseaba entre sus labios, penetrando entre ellas de vez en cuando dirigiéndose hacia arriba, hacia su clítoris que estaba inflamándose cada vez mas por mi, para mi. Cuanto mas me excitaba atacaba con mas fuerza sus labios vaginales mordiendo, chupando, lamiendo y jalando con mis labios. Un par de dedos se adentraban de vez en cuando en su vagina. Era mi turno, de tantas veces que me dio placer con su boca. Era mi turno de hacerla tocar el cielo y regalarle por lo menos un rato del placer del sexo oral. A veces, mientras me adentraba con la punta de la lengua en su vagina como si de un vano substituto de pene se tratara, situaba la punta de mi nariz justo sobre de su clítoris, acariciando de lado a lado, de arriba a abajo, teniendo cuidado de no presionarlo muy fuerte; mucha fuerza y arruinaría el placer reemplazándolo con incomodidad o hasta dolor… A ratos miraba hacia arriba, hacia su cara, para ver su expresión tan lujuriosa que bien conozco. Los labios entreabiertos y su lengua mojándolos continuamente. Sus ojos cerrados y su cabello alborotado. Respiración agitada que hacia subir y bajar esos hermosos y grandes pechos ya sin brassiere.
Cuando ella estaba ya al borde del orgasmo di paso al siguiente plato del menú.
Subí por su cuerpo, me puse entre sus piernas listo para penetrarla. Tome mi pene con una mano y me apoye con la otra junto a su cabeza. Me recosté sobre ella y la bese mientras dirigía mi pene a la entrada de su sexo.
-¿La quieres? ¿La quieres ya, adentro?
-¡SI! Sabes que si… dámela ya.
-Sabes que me gusta que me lo pidas.
-¡DAMELA YA!
Mi pene no necesito mas la ayuda de mi mano. Con un solo golpe de cadera, lento pero decisivo, me adentre hasta que mi pubis no me dejo entrar mas en ella.
Hay algo, una mención especial con la que me permitiré interrumpir mi relato por un momento, que a mi me ha vuelto loco por ella desde la primera vez que la penetre, hace años ya: La expresión de su rostro. Cuando esta excitada, me encanta su gesto. Su cara completa se transforma de la dulce chica, la dama bonita y bien portada a la de una Mujer, hecha por y para el placer. Es excitante. Pero la expresión de su rostro en el momento justo en que me adentro en ella es… indescriptible. Así que no gastare palabras en tratar de explicar lo indescriptible. Creo que ese pequeño detalle lo guardare celosamente para mi. Escribo esto a placer de ella y un poco de morbo mío y de presunción de ambos.
Volviendo a ese lunes por la tarde…
El tradicional pero no menos excitante movimiento de pistón me mantuvo ocupado un rato y a los dos en cercanía al orgasmo, pero no iba a ser una tarde de sexo regular, no. Estábamos muy calientes para ello y sabíamos que su avión partiría al día siguiente y que por razones ajenas a nosotros seria mucho tiempo antes de que estuviésemos juntos de nuevo. Como ya se, a ella le gusta que cambie de posición para tener diferentes sensaciones si soy yo quien tiene el control. Y pensaba tenerlo.
La jale a modo que su cuerpo quedara sobre el sillón con su cadera muy cerca de la orilla y su pie izquierdo bajara hacia el piso. Apoye una rodilla sobre el piso, junto a su pie y situé mi muslo con la pierna doblada debajo de su pierna. Me sujete de sus caderas, acariciándola cerca de su pubis con los pulgares y su cintura con los dedos restantes. La comencé a penetrar en esa posición de manera rápida, deteniéndome a ratos para acomodarme de nuevo debido a que mi sudor empezaba a resbalar por mis piernas y al gotear hacia mi rodilla, hacía el piso debajo de esta muy resbaloso.
-Que mas quieres.
-No se… -decía con los ojos entrecerrados- no se…
-Si quieres algo, solo pidelo. Hoy soy tuyo, solo pide que quieres que te haga y lo hare.
-¡Hmmm! ¡No se!
Obviamente estaba pidiendo mucho de ella en ese momento. Si es que tenia algo en mente antes de que le besara, eso era cosa del pasado. Para entonces su mente se encontraba concentrada en el placer que le proporcionaban mis embates.
Entonces sentí cerca mi orgasmo, así que con el pretexto de cambiar de posición, me di un descanso.
Salí de ella y le indique que se girara quedando en cuatro en el sillón. Apoye un pie al lado suyo y el otro en el piso. La posición de perrito es nuestra favorita así como cualquiera de sus variantes. El placer que siento al verla sometida a mi, así, de esa manera, es tan excitante. El ver sus nalgas mientras la penetro y poderla acariciar pasando mis manos por sus muslos, su espalda, agarrar sus senos si me inclino hacia adelante, jalarme de sus caderas para penetrarla mas fuerte, mas rápido, todo eso junto además de la manera que su vagina aprisiona mi pene en esa posición la hace por mucho nuestra favorita.
Todo esto tuvo su efecto en mi a los pocos minutos. Una vez mas tuve que cambiar la posición. Me salí de ella, me senté muy cerca de la orilla del sillón y le pedí que se sentara en mi dándome la espalda. Me recosté hacia atrás a modo que mis piernas formaran un Angulo recto con las pantorrillas, mis pies en el suelo y mis nalgas al aire, mis riñones en la orilla del sillón. La lujuria, que pensé no podría ser ya mas, estaba a punto de hacer erupción en su cuerpo de manera mas que física.
Me dio la espalda, puso sus piernas a cada lado de las mías y comenzó a bajar su sexo poco a poco hacia el mío… O eso pensé.
Al ir bajando sus caderas hacia mi, tomo mi pene con su mano izquierda, yo estaba embelesado con la visión de su espalda desnuda y sus nalgas abiertas un poco por la separación de sus piernas cuando de repente ¡Apunto la punta de mi pene a su ano!
Aun no me reponía de la sorpresa de que fuese ella la que de repente así nada mas iniciara ese tipo de penetración, cuando se dejo caer casi de un solo golpe en mi verga. En solo dos sentones se la clavo, al principio hasta una cuarta parte y después, mirando hacia arriba y cerrando sus ojos se levanto un poco hasta casi sacarla y sin mas, de un segundo movimiento se dejo caer hasta que mis testículos rozaron su clítoris, ¡Toda hasta el fondo! Solo de la excitación que me causo la impresión, casi pierdo el control y me vengo en ese momento.
Se mantuvo quieta por solo unos pocos segundos, después comenzó un sube y baja paseando el anillo apretado de su culito por todo el tronco de mi verga dura, amoratada y con las venas muy marcadas. Una de las visiones mas sexys que puedo imaginar es el de mirar sus nalgas, sus caderas mientras la penetro desde atrás, pero esta imagen, siendo ella misma quien controlaba la penetración anal rebasaba y por mucho cualquier imagen anterior. Eso si que era excitante. Veía como cada centímetro de mi tronco era recorrido en su totalidad casi hasta la punta y totalmente hasta la base, se canso pronto y se dejo caer por completo pero no dejo de moverse. Empezó un movimiento de caderas circular a ratos, y de vaivén atrás-adelante a veces. Estaba decidida a exprimirme, no cabía duda.
Mantuvimos esa posición por un buen rato, hasta que me indico que se le estaban cansando las piernas. Le pedí que se hincara en el piso, justo frente al sillón.
Sin consultarlo siquiera me puse detrás de ella y tomándola de las caderas metí de nuevo mi falo por el ultimo orificio que había estado. Los gemidos de placer de ambos llenaban la estancia, pero sobretodo los de ella. Mas duro, poco a poco, arremetía contra sus nalgas dándole a ratos una nalgada o clavando mis dedos en sus caderas, controlando el movimiento de la penetración.
De nueva cuenta el sudor empezó a empapar mi cuerpo por completo. Me resultaba cada vez mas difícil mantener el ritmo y el equilibrio. Cuando le dije que me estaba resbalando en el piso por el sudor, Salí de ella y al girarse vio mi cuerpo brillando de sudor.
-¡Wow...! Que sexy se ve mi macho todo mojado de sudor.
-¡Jejeje! Mi gatita no se queda atrás, tienes toda la espalda y las nalgas todas mojadas. Y este sudor es por tu causa.
-¿De veras? Mmmh… Me encanta provocar ese sudor, que sea por que te coges a esta tu putita…
-Quiero seguir cogiendote el culito, bebe.
-¿Ah, si? Pues cogetelo, papi, es todo tuyo
-Súbete otra vez en el sillón, mirando a la pared, me voy a coger tu ano otra vez.
-Si, rompelo, es tuyo amor. Oye… ¿De veras te gusta mi culito?
-Me encanta… es casi tan rico como tu vagina.
Mientras hablábamos, nos pusimos de pie, la tome de la cintura y la atraje hacia mi para besarla rico, fuerte, casi comiéndole la boca. La gire y empuje contra el sillón y le hice hincarse en el y recargar sus manos en la pared. Tome mi pene con una mano y puse la otra en su hombro. El control era todo mío de nuevo.
-¿Sabes que es lo que me gusta mas de tu culo?
-¿Mmmh?
-Que es mío…
Y diciendo esto se la clave hasta el fondo, empujando mis caderas al frente y jalando su cuerpo del hombro contra la verga que tanto le gusta y llena de placer. El aullido de dolor y placer fue instantáneo, y cada vez que llegaba al fondo, por muy rápido que lo hiciera, le arrancaba un gemidito extra .
-¡Ah! ¡Ah! ¡¡AH!!
-¡Te duele! ¿Verdad? Que te coja por el culo…
-¡Ah! Si… pero muy rico, bebe, sigue.. soy tu putita, cogete a tu putita por el culo, dale verga a esta putita que quiere verga por el culo, ¡Ah!
Con cada empuje de mis caderas sentía que se acercaba mi orgasmo… Trate de apresurarlo y me quede quieto por solo un segundo, luego, sin aviso, se la clave hasta el fondo recargándole todo mi peso en sus nalgas, dándole un poquitito mas de pene a su ya muy lastimado ano. Repetí lo mismo varias veces. Le bombeaba muy rápido el culo y me paraba, dejándole ir todo hasta el fondo de un golpe así de repente, dejándola así por un par de segundos. Me di cuenta que la lastimaba, pero también le provocaba algo raro, rico, que no había experimentado nunca antes: Esa sensación de placer y dolor fuerte entremezclados. Cada movimiento así, dejarle el pene hasta el fondo por unos segundos, era acompañado por un gemido delicioso de placer y dolor. De alguna manera, el retrasar tanto mi orgasmo me produjo una situación un poco rara; no podía concentrarme para lograr el orgasmo. Mi erección no bajaba, pero mi explosión no llegaba.
Ambos perdimos la cuenta de los orgasmos que llevaba ella. El primero que le produje oralmente, otro con mi pene en su vagina ¿O fueron dos..? Y los que había conseguido con varios minutos de comerse mi verga por el culo. Y es que… ¡Que rico culito!
Me empecé a concentrar en mi orgasmo y casi lo lograba, quise admirar su ano recibiendo mi mástil para apresurar mi venida cuando repare en algo que me asusto un poquito… Le había prometido romperle el culo y lo logre, vi un poco de sangre en su ano y en mi pene, así que decidí que mejor dejáramos eso por la paz. Pero… bueno, es que coger tan rico con ella sin venirme, bueno, no era justo.
Sin mencionarle la verdadera razón, pare y me Salí de ella argumentando que quería estar mas cómodo en la recamara y que quería venirme en su vagina para regarla con mi leche. Eso le encanto, y según me diría después, lo agradeció su ano.
Me metí directo a la regadera para lavar mi pene (Muy rico coger por el ano, pero hay cosas en el que no quieres llevar a la vagina) de manera concienzuda, mientras ella esperaba en la recamara.
Al salir, me esperaba recostada en su vientre. Dios… que visión: su cuerpo desnudo sobre mi cama, sus nalgas haciendo curva y sus pies levantados jugueteando entre si. Sus senos solo a un par de centímetros del colchón, ella apoyada en sus codos.
-¿Como me quiere mi macho?
(Aun en una situación por demás erótica ella tiene la capacidad de coquetearme un poquito mas…)
- Wow… Esteeee, sabes, me gustaría terminar de perrito, quiero cogerte mirando tus nalgas.
-Pues ven aquí, tienes a tu perrita dispuesta a que se la coja su macho.
Poniendo sus rodillas en el colchón me regalo una vez mas la hermosa visión de su colita parada, sus nalgas a mi completa voluntad. Este es el momento, siempre lo es. De nuevo mi pene encontró camino en esa cuevita que tanto placer me da.
Puse una rodilla al lado de sus piernas y plante mi otro pie al otro lado de sus pies. Comencé a cogerme su rica panochita de manera desesperada, sosteniendo sus caderas. Sus gemidos eran mas fuertes que en el sillón. Eso acabo por excitarme al máximo posible y sentí mi orgasmo acercarse a la punta de mi verga, literalmente. Empecé a descargar uno tras otro los chorros de la lechita que tanto me había estado tratando de sacar. Sentí que mi orgasmo me inundaba los sentidos por completo, tomando mi cuerpo hasta las ultimas fibras. Mis músculos, mi mente, estaban disfrutando esos espasmos que acompañaron mi eyaculacion, y ella ronroneaba como gatita satisfecha. Fue un orgasmo largo, placentero, grandioso… Después de sentir los últimos estragos de mi placer, me derrumbe sobre su cuerpo cubriéndola con el mío.
Esa tarde ha sido aun hasta la fecha, la sesión mas larga de sexo que hemos tenido. Estábamos cansados físicamente, pero muy satisfechos de poder saciar nuestra calentura mutuamente.
Ella sonreía satisfecha, besándome tiernamente y acariciando mi cara. Paso una pierna sobre mi, abrazándonos de frente. Sentí como mi semen escurría de su vagina hacia mi pierna, algo que según me ha dicho, le agrada.
El sueño, después de la batalla larga y placentera que acababa de suceder, nos comenzó a envolver a los dos.
Dormir de esa manera después de hacer el amor, abrazado a la mujer que amo tanto y que me complace como nunca nadie lo hizo, a la que hago feliz y satisfago, es la mejor manera de dormir.
Suficientemente obvio, era un lunes en la tarde, en que teníamos planes de salir a comprar regalos al mall. Vanidosa como toda mujer bonita, mi mujer había puesto algo de esmero en su arreglo para esa tarde. Un poco informal, pero con los mismos resultados de siempre: simplemente radiante, a pesar de vestir con un pantalón de mezclilla, una blusa con un escote algo discreto, maquillaje ligero y un peinado que sin ser de salón ni nada complicado acentuaba aun mas, si es que cabe, esa belleza natural de su rostro.
Al haber terminado de arreglarse, esperó a que me cambiara la camisa. Mientras esperaba por mi, se descalzo y recostó en el sillón mas grande de la estancia. Al salir, arreglando mi camisa por ultima vez, no pude evitar admirarla y pensar para mis adentros de lo afortunado que soy al haberla encontrado en mi camino. Rememorando los encuentros que tuvimos en noches anteriores, me acerque a ella y poniéndome de cuclillas junto al sillón, le di un beso apasionado mientras mi mano se paseaba por su abdomen. Mi pasión fue mas que correspondida, devolviéndome el beso con aun mas empeño de su parte.
-¡Espera! -le dije- Recuerda como soy de caliente contigo y tenemos que ir al mall, si me besas así una vez mas sabes que te acabare haciendo el amor y acuérdate que no tendremos otra oportunidad pronto de ir de compras.
Por toda respuesta solo se sonrió y mientras acariciaba mi nuca me atrajo hacia ella y me dio otro beso, esta vez dejando su lengua entablar batalla por territorio con la mía. Mientras con una mano abría el botón de su pantalón y empezaba a bajar su cierre, me reclamo sin ninguna convicción:
-¡Oye! No te dije que si.
-No, pero yo te advertí, si me besabas así sabias muy bien que no me detendría.
-Mmmhh… Bueno…
-¿Sabes de que tengo ganas? De algo que no pudimos hacer bien la otra vez…
-¿Mmhh?
-Sexo oral… Pero esta vez quiero hacértelo, quiero lamer, morder y chupar tus labios vaginales.
-¿Si? Bueno…
-Pero sabes que me encanta que me lo pidas, quiero que me pidas que quieres que haga, haré lo que quieras, solo pidelo.
Y diciendo esto ultimo muy cerca de su oído en un susurro muy sugerente. Tomo mi cara entre sus manos y me atrajo hacia ella, comenzó a besarme y a morderme los labios sabiendo que haría lo mismo con ella. En cuanto comencé a atrapar sus labios entre los míos y mis dientes me dejo hacer, dejándome actuar en una inusual entrega a mi beso, sin responder, dejándome a mi recrearme con su boca. Chupe, lamí y jale sus labios, pasando mi lengua entre ellos. No fue si no hasta que nos dimos un respiro que me hizo comprender el por que de su sumisión:
-Así, -dijo en un susurro, casi ronroneo felino- así como lo hiciste con mi boca, quiero lo hagas en mi sexo…
Enough said, dicen por estos lugares.
Esta vez no hubo delicadeza al bajarle el pantalón, aunque no fui tan rudo con la blusa.
Digo, después de todo, esa y las que había estado usando esos días las compro para mi gusto.
Recostada aun en el sillón, la deje con su ropa interior solo el tiempo suficiente para admirar su cuerpo sexy. Besar sus labios fue solo el preludio. Despacio, sin prisas, torturándola, fui bajando por su cuello y entre sus pechos hasta su abdomen para ir aun mas al sur. Metí mis dedos entre su piel y el elástico de sus pantys: Negras, con un poco de encaje al frente. Las baje de sus caderas y las saque de debajo de sus nalgas enrollándolas hacia sus pies y se las saque completamente. Me arrodille en el piso recostándome sobre el sillón entre sus piernas. Basto solo el roce de mis dedos para que las abriera para mi un poco. Mis labios fueron besando la cara interna de sus muslos acercándose lentamente a su vagina. Torture un poco sus ganas besando y lamiendo alternadamente alrededor de su sexo. Comencé como me lo pidió, con besos apasionados a sus labios vaginales como si de su boca se tratara.
Mi lengua se paseaba entre sus labios, penetrando entre ellas de vez en cuando dirigiéndose hacia arriba, hacia su clítoris que estaba inflamándose cada vez mas por mi, para mi. Cuanto mas me excitaba atacaba con mas fuerza sus labios vaginales mordiendo, chupando, lamiendo y jalando con mis labios. Un par de dedos se adentraban de vez en cuando en su vagina. Era mi turno, de tantas veces que me dio placer con su boca. Era mi turno de hacerla tocar el cielo y regalarle por lo menos un rato del placer del sexo oral. A veces, mientras me adentraba con la punta de la lengua en su vagina como si de un vano substituto de pene se tratara, situaba la punta de mi nariz justo sobre de su clítoris, acariciando de lado a lado, de arriba a abajo, teniendo cuidado de no presionarlo muy fuerte; mucha fuerza y arruinaría el placer reemplazándolo con incomodidad o hasta dolor… A ratos miraba hacia arriba, hacia su cara, para ver su expresión tan lujuriosa que bien conozco. Los labios entreabiertos y su lengua mojándolos continuamente. Sus ojos cerrados y su cabello alborotado. Respiración agitada que hacia subir y bajar esos hermosos y grandes pechos ya sin brassiere.
Cuando ella estaba ya al borde del orgasmo di paso al siguiente plato del menú.
Subí por su cuerpo, me puse entre sus piernas listo para penetrarla. Tome mi pene con una mano y me apoye con la otra junto a su cabeza. Me recosté sobre ella y la bese mientras dirigía mi pene a la entrada de su sexo.
-¿La quieres? ¿La quieres ya, adentro?
-¡SI! Sabes que si… dámela ya.
-Sabes que me gusta que me lo pidas.
-¡DAMELA YA!
Mi pene no necesito mas la ayuda de mi mano. Con un solo golpe de cadera, lento pero decisivo, me adentre hasta que mi pubis no me dejo entrar mas en ella.
Hay algo, una mención especial con la que me permitiré interrumpir mi relato por un momento, que a mi me ha vuelto loco por ella desde la primera vez que la penetre, hace años ya: La expresión de su rostro. Cuando esta excitada, me encanta su gesto. Su cara completa se transforma de la dulce chica, la dama bonita y bien portada a la de una Mujer, hecha por y para el placer. Es excitante. Pero la expresión de su rostro en el momento justo en que me adentro en ella es… indescriptible. Así que no gastare palabras en tratar de explicar lo indescriptible. Creo que ese pequeño detalle lo guardare celosamente para mi. Escribo esto a placer de ella y un poco de morbo mío y de presunción de ambos.
Volviendo a ese lunes por la tarde…
El tradicional pero no menos excitante movimiento de pistón me mantuvo ocupado un rato y a los dos en cercanía al orgasmo, pero no iba a ser una tarde de sexo regular, no. Estábamos muy calientes para ello y sabíamos que su avión partiría al día siguiente y que por razones ajenas a nosotros seria mucho tiempo antes de que estuviésemos juntos de nuevo. Como ya se, a ella le gusta que cambie de posición para tener diferentes sensaciones si soy yo quien tiene el control. Y pensaba tenerlo.
La jale a modo que su cuerpo quedara sobre el sillón con su cadera muy cerca de la orilla y su pie izquierdo bajara hacia el piso. Apoye una rodilla sobre el piso, junto a su pie y situé mi muslo con la pierna doblada debajo de su pierna. Me sujete de sus caderas, acariciándola cerca de su pubis con los pulgares y su cintura con los dedos restantes. La comencé a penetrar en esa posición de manera rápida, deteniéndome a ratos para acomodarme de nuevo debido a que mi sudor empezaba a resbalar por mis piernas y al gotear hacia mi rodilla, hacía el piso debajo de esta muy resbaloso.
-Que mas quieres.
-No se… -decía con los ojos entrecerrados- no se…
-Si quieres algo, solo pidelo. Hoy soy tuyo, solo pide que quieres que te haga y lo hare.
-¡Hmmm! ¡No se!
Obviamente estaba pidiendo mucho de ella en ese momento. Si es que tenia algo en mente antes de que le besara, eso era cosa del pasado. Para entonces su mente se encontraba concentrada en el placer que le proporcionaban mis embates.
Entonces sentí cerca mi orgasmo, así que con el pretexto de cambiar de posición, me di un descanso.
Salí de ella y le indique que se girara quedando en cuatro en el sillón. Apoye un pie al lado suyo y el otro en el piso. La posición de perrito es nuestra favorita así como cualquiera de sus variantes. El placer que siento al verla sometida a mi, así, de esa manera, es tan excitante. El ver sus nalgas mientras la penetro y poderla acariciar pasando mis manos por sus muslos, su espalda, agarrar sus senos si me inclino hacia adelante, jalarme de sus caderas para penetrarla mas fuerte, mas rápido, todo eso junto además de la manera que su vagina aprisiona mi pene en esa posición la hace por mucho nuestra favorita.
Todo esto tuvo su efecto en mi a los pocos minutos. Una vez mas tuve que cambiar la posición. Me salí de ella, me senté muy cerca de la orilla del sillón y le pedí que se sentara en mi dándome la espalda. Me recosté hacia atrás a modo que mis piernas formaran un Angulo recto con las pantorrillas, mis pies en el suelo y mis nalgas al aire, mis riñones en la orilla del sillón. La lujuria, que pensé no podría ser ya mas, estaba a punto de hacer erupción en su cuerpo de manera mas que física.
Me dio la espalda, puso sus piernas a cada lado de las mías y comenzó a bajar su sexo poco a poco hacia el mío… O eso pensé.
Al ir bajando sus caderas hacia mi, tomo mi pene con su mano izquierda, yo estaba embelesado con la visión de su espalda desnuda y sus nalgas abiertas un poco por la separación de sus piernas cuando de repente ¡Apunto la punta de mi pene a su ano!
Aun no me reponía de la sorpresa de que fuese ella la que de repente así nada mas iniciara ese tipo de penetración, cuando se dejo caer casi de un solo golpe en mi verga. En solo dos sentones se la clavo, al principio hasta una cuarta parte y después, mirando hacia arriba y cerrando sus ojos se levanto un poco hasta casi sacarla y sin mas, de un segundo movimiento se dejo caer hasta que mis testículos rozaron su clítoris, ¡Toda hasta el fondo! Solo de la excitación que me causo la impresión, casi pierdo el control y me vengo en ese momento.
Se mantuvo quieta por solo unos pocos segundos, después comenzó un sube y baja paseando el anillo apretado de su culito por todo el tronco de mi verga dura, amoratada y con las venas muy marcadas. Una de las visiones mas sexys que puedo imaginar es el de mirar sus nalgas, sus caderas mientras la penetro desde atrás, pero esta imagen, siendo ella misma quien controlaba la penetración anal rebasaba y por mucho cualquier imagen anterior. Eso si que era excitante. Veía como cada centímetro de mi tronco era recorrido en su totalidad casi hasta la punta y totalmente hasta la base, se canso pronto y se dejo caer por completo pero no dejo de moverse. Empezó un movimiento de caderas circular a ratos, y de vaivén atrás-adelante a veces. Estaba decidida a exprimirme, no cabía duda.
Mantuvimos esa posición por un buen rato, hasta que me indico que se le estaban cansando las piernas. Le pedí que se hincara en el piso, justo frente al sillón.
Sin consultarlo siquiera me puse detrás de ella y tomándola de las caderas metí de nuevo mi falo por el ultimo orificio que había estado. Los gemidos de placer de ambos llenaban la estancia, pero sobretodo los de ella. Mas duro, poco a poco, arremetía contra sus nalgas dándole a ratos una nalgada o clavando mis dedos en sus caderas, controlando el movimiento de la penetración.
De nueva cuenta el sudor empezó a empapar mi cuerpo por completo. Me resultaba cada vez mas difícil mantener el ritmo y el equilibrio. Cuando le dije que me estaba resbalando en el piso por el sudor, Salí de ella y al girarse vio mi cuerpo brillando de sudor.
-¡Wow...! Que sexy se ve mi macho todo mojado de sudor.
-¡Jejeje! Mi gatita no se queda atrás, tienes toda la espalda y las nalgas todas mojadas. Y este sudor es por tu causa.
-¿De veras? Mmmh… Me encanta provocar ese sudor, que sea por que te coges a esta tu putita…
-Quiero seguir cogiendote el culito, bebe.
-¿Ah, si? Pues cogetelo, papi, es todo tuyo
-Súbete otra vez en el sillón, mirando a la pared, me voy a coger tu ano otra vez.
-Si, rompelo, es tuyo amor. Oye… ¿De veras te gusta mi culito?
-Me encanta… es casi tan rico como tu vagina.
Mientras hablábamos, nos pusimos de pie, la tome de la cintura y la atraje hacia mi para besarla rico, fuerte, casi comiéndole la boca. La gire y empuje contra el sillón y le hice hincarse en el y recargar sus manos en la pared. Tome mi pene con una mano y puse la otra en su hombro. El control era todo mío de nuevo.
-¿Sabes que es lo que me gusta mas de tu culo?
-¿Mmmh?
-Que es mío…
Y diciendo esto se la clave hasta el fondo, empujando mis caderas al frente y jalando su cuerpo del hombro contra la verga que tanto le gusta y llena de placer. El aullido de dolor y placer fue instantáneo, y cada vez que llegaba al fondo, por muy rápido que lo hiciera, le arrancaba un gemidito extra .
-¡Ah! ¡Ah! ¡¡AH!!
-¡Te duele! ¿Verdad? Que te coja por el culo…
-¡Ah! Si… pero muy rico, bebe, sigue.. soy tu putita, cogete a tu putita por el culo, dale verga a esta putita que quiere verga por el culo, ¡Ah!
Con cada empuje de mis caderas sentía que se acercaba mi orgasmo… Trate de apresurarlo y me quede quieto por solo un segundo, luego, sin aviso, se la clave hasta el fondo recargándole todo mi peso en sus nalgas, dándole un poquitito mas de pene a su ya muy lastimado ano. Repetí lo mismo varias veces. Le bombeaba muy rápido el culo y me paraba, dejándole ir todo hasta el fondo de un golpe así de repente, dejándola así por un par de segundos. Me di cuenta que la lastimaba, pero también le provocaba algo raro, rico, que no había experimentado nunca antes: Esa sensación de placer y dolor fuerte entremezclados. Cada movimiento así, dejarle el pene hasta el fondo por unos segundos, era acompañado por un gemido delicioso de placer y dolor. De alguna manera, el retrasar tanto mi orgasmo me produjo una situación un poco rara; no podía concentrarme para lograr el orgasmo. Mi erección no bajaba, pero mi explosión no llegaba.
Ambos perdimos la cuenta de los orgasmos que llevaba ella. El primero que le produje oralmente, otro con mi pene en su vagina ¿O fueron dos..? Y los que había conseguido con varios minutos de comerse mi verga por el culo. Y es que… ¡Que rico culito!
Me empecé a concentrar en mi orgasmo y casi lo lograba, quise admirar su ano recibiendo mi mástil para apresurar mi venida cuando repare en algo que me asusto un poquito… Le había prometido romperle el culo y lo logre, vi un poco de sangre en su ano y en mi pene, así que decidí que mejor dejáramos eso por la paz. Pero… bueno, es que coger tan rico con ella sin venirme, bueno, no era justo.
Sin mencionarle la verdadera razón, pare y me Salí de ella argumentando que quería estar mas cómodo en la recamara y que quería venirme en su vagina para regarla con mi leche. Eso le encanto, y según me diría después, lo agradeció su ano.
Me metí directo a la regadera para lavar mi pene (Muy rico coger por el ano, pero hay cosas en el que no quieres llevar a la vagina) de manera concienzuda, mientras ella esperaba en la recamara.
Al salir, me esperaba recostada en su vientre. Dios… que visión: su cuerpo desnudo sobre mi cama, sus nalgas haciendo curva y sus pies levantados jugueteando entre si. Sus senos solo a un par de centímetros del colchón, ella apoyada en sus codos.
-¿Como me quiere mi macho?
(Aun en una situación por demás erótica ella tiene la capacidad de coquetearme un poquito mas…)
- Wow… Esteeee, sabes, me gustaría terminar de perrito, quiero cogerte mirando tus nalgas.
-Pues ven aquí, tienes a tu perrita dispuesta a que se la coja su macho.
Poniendo sus rodillas en el colchón me regalo una vez mas la hermosa visión de su colita parada, sus nalgas a mi completa voluntad. Este es el momento, siempre lo es. De nuevo mi pene encontró camino en esa cuevita que tanto placer me da.
Puse una rodilla al lado de sus piernas y plante mi otro pie al otro lado de sus pies. Comencé a cogerme su rica panochita de manera desesperada, sosteniendo sus caderas. Sus gemidos eran mas fuertes que en el sillón. Eso acabo por excitarme al máximo posible y sentí mi orgasmo acercarse a la punta de mi verga, literalmente. Empecé a descargar uno tras otro los chorros de la lechita que tanto me había estado tratando de sacar. Sentí que mi orgasmo me inundaba los sentidos por completo, tomando mi cuerpo hasta las ultimas fibras. Mis músculos, mi mente, estaban disfrutando esos espasmos que acompañaron mi eyaculacion, y ella ronroneaba como gatita satisfecha. Fue un orgasmo largo, placentero, grandioso… Después de sentir los últimos estragos de mi placer, me derrumbe sobre su cuerpo cubriéndola con el mío.
Esa tarde ha sido aun hasta la fecha, la sesión mas larga de sexo que hemos tenido. Estábamos cansados físicamente, pero muy satisfechos de poder saciar nuestra calentura mutuamente.
Ella sonreía satisfecha, besándome tiernamente y acariciando mi cara. Paso una pierna sobre mi, abrazándonos de frente. Sentí como mi semen escurría de su vagina hacia mi pierna, algo que según me ha dicho, le agrada.
El sueño, después de la batalla larga y placentera que acababa de suceder, nos comenzó a envolver a los dos.
Dormir de esa manera después de hacer el amor, abrazado a la mujer que amo tanto y que me complace como nunca nadie lo hizo, a la que hago feliz y satisfago, es la mejor manera de dormir.
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