Veo las fotos de tu cuerpo desnudo y recuerdo algún encuentro, o a la mejor lo imagino, no se. Creo que a esta altura de mis deseos la verdad y la fantasía tienen tantos cruces. Muchas veces desearía que no fueran tan sensibles mi imaginaciones. Pero veo tu cuerpo firme, pero de mujer, la casa en la que estás y no puede dejar de imaginar una noche, relativamente formal, de cena de amigos.
Soy de los torpes que pueden perderse en un ascensor, que pueden entrar a un placard en lugar de a un baño y que nunca se da cuenta si una mujer está dispuesta al sexo inmediato.
Entonces tomo el ascensor hacia tu casa, somos dos y nos tocaba traer el postre. Como lo hago casi siempre, lo hice yo mismo. No porque no pudiera comprar un par de kilos de helado, sino porque adoro cuando las mujeres le dicen a mi esposa la envidia que sienten por mi talento en la cocina. Cuando lo dicen, siempre despierta en mi, y porque no en ellas, ciertas ganas de proponerle "yo te cocino toda la semana, y vos me entregas el orto y me chupas la pija todas las noches". De todos modos hay algo muy sexual en esa "envidia" que manifiestan las mujeres cuando hablamos de cocina. Tal vez ellas me imaginan con totalmente en bolas, solo cubierto por un delantal mientras cocino, o suponen que pueden probar algunas preparaciones antes que esten listas de modos muy eróticos. La mezcla del brownie, antes de ir al horno, en lugar de probarla con una cucharita, chuparla de la punta de mi pija. Siempre termino pensando lo mismo, e imaginando a cada una de las señoras en bolas, midiendo sus tetas, suponiendo que tan buenas serían en la práctica del sexo oral.
Lo bueno que tiene mi pasión culinaria, que mientras los varones abren el vino y comienzan a hablar de política -cosa que me interesa mucho pero en ambientes como el tuyo suelen estar muy a mi derecha- yo puedo ir a la cocina, donde están las señoras charlando y acomodando cosas. Más de una vez terminé diciendo, yo soy una mas entre ustedes, es como si no escuchara. Ese es el punto donde se sonrojan porque saben que puedo imaginarlas cogiendo.
El caso es que lleve el postre a la cocina y solo estabas vos. Con ese culo redondo y portentoso que hace años te miro y te miro. Yo te imagino siempre. Hemos compartido veranos ¿no? Tengo la imagen de tu culo en bikini, tostado, acaramelado.
Estabas allí y no se como diste una vuelta, te agachaste, abriste un cajon y me rozaste la pija con el culo redondo, impenetrable por años.
Creo que los dos nos dimos cuenta. No se, incluso ahora, después de lo que pasó, si lo hiciste a propósito o si fue sin querer y eso te calentó a vos también.
Tu departamento es muy prolijo, bien adornado, pero algo formal para mi gusto. Nunca te imaginaría cogiendo en esos sillones. Pero sos tan puta que te sacas esas fotos para que todos imaginen como te rompen el orto sobre la pana cuidada. Yo estoy seguro que solo te sacas estas fotos en pelotas para calentarme, para que me haga la paja una y otra vez y para quesiempre que nos encontremos todos los matrimonios juntos a cenar, yo sepa que te gusta la pija como a mi el vino tinto, pero que te cojen otros. Que te recojen, que te chupan toda, que te ponen en cuatro sobre los sillones cuidados y te abren el ojete y que vos gritas y pedís que te la pongan más y más adentro. Y que yo no voy a volver a cogerte
Pero esa bendita noche del roce y el brownie y el culo redondo que se agachaba a buscar esa servilleta que alguna vez imagine que podría usarla para taparte la boca en esa misma cocina mientras te cogía por atrás sobre la mesada, y que no pudieras gritar, para que tu marido y mi mujer no se enteraran de ese garche. Pero eso fue una imaginación dentro de este cuento que no recuerdo si pasó o no.
¿Dónde quedaba tu departamento? ¿Juncal, Arenales, Beruti? Alguna mañana quise esperarte para invitarte a un telo. Pocas cosas mejores que los polvos mañaneros. Pero no pude volver a tu casa.
Esa noche, volvamos a esa noche porque siempre me voy por las ramas, me llegó el momento del ir al baño. Y como te dije, si hay 2 puertas, seguro que yo entro a la equivocada.
Pedí ir al baño, me indicaste, y pasé a un hall donde había 3 puertas. Abrí la primera y era un placard. Efectivamente, casi entro, pero me di cuenta que estaba lleno de sobretodos y pilotos. La segunda era lo que después me enteraría era tu dormitorio. Entré y estaba a oscuras completamente. Prendí la luz y vi que no era el baño. Dentro del mismo, junto a una pared, había otra puerta. "Será el baño en suite", pensé. Todo en tu casa era demasiado prolijo y caminé hacia esa puerta intentando imaginar como cogían allí adentro. Por momentos te imaginé tan frígida como ese departamento que me suena a señora mayor, tanto porcelana demodé, tan foto familiar insulsa.
Miré el piso junto a la cama para ver si encontraba una tanga tirada, un consolador, un portaligas, algo que juntara mis fantasías con ese culo redondo que acababa de rozarme y que, a esta altura de la caminata, me había puesto realmente al palo. Nada, no se encontraba nada de nada que pudiera darme pautas sobre tu oculta vida sexual.
Llegué a la puerta y efectivamente, no era el baño, era otro placard. Allí había ropa. Común. Tuve por un instante el deseo de revisarla. Saber como eran tus bombachas, tus tanguitas, tus culottes. No lo hice. Soy demasiado cagón e imaginarme que eras capaz de garchar como una puta gritona, dejarte mirar el orto redondo y pulido, y acabar como una y mil veces sin parar podía ser el final de la noche. Saber que nunca iba a cogerte y que vos eras una trola de aquellas podía haber sido lo peor para mi, un reverendo cagón profesional.
Y justo cuando me di vuelta, estabas allí, mirándome. "Te perdiste". "Me dijo tu mujer que te buscara, que seguro te habías perdido". Me di vuelta y creo que se notó que estaba con la pija parada. No tanto porque la tenga grande y sintiera que apretaba contra el pantalón, sino porque miraste un instante, te sonreiste, y casi instintivamente hiciste un gesto por el cual una de las manos acarició tu culo. "Ese es el placard" dijiste, "pero las tangas no las guardo ahí". Se me borró la sonrisa al instante. No sabía como seguía. No entendía si me estabas retando y me estabas desafiando. Fui hacia la puerta donde estabas vos callado, como para salir. Al llegar repetiste el movimiento "casual" y tu ojete nuevamente me rozó la pija. Cuando iban a perder el contacto, hiciste el movimiento inverso y la rozaste nuevamente. Levantaste del piso un aro. "Se me cayó el arito". "Me la pones", dijiste. Era claro. No dijiste "Me lo pones" que es el género que corresponde al aro. Dijiste "Me LA pones" que corresponde a la pija. No sabía que hacer. Hice, creo, lo peor que podía haber hecho. Me bajé el cierre y saqué la pija. En tu habitación todo era orden de señora mayor. De mujer cansanda / casada de Barrio Norte. Vos, con un pantalón algo flojo y una camisa demasiado arreglada para mi gusto, un cuarto lleno de fotos con hijos, una par de cuadros de esos que no dicen nada y mi pija al aire. Te reíste. La agarraste, mi miraste a los ojos y me dijiste: "Mirá que es solo por hoy, yo nunca hice algo así". Te agachaste y empezaste a chuparme la pija como pocas veces lo hicieron en mi vida. Te la metías toda en la boca. Después la sacabas, le pasabas la lengua a la cabeza y te ponías a sacudirla chupandola fuerte. Mi miraste desde abajo y me dijiste "¿Sos tan turro que me vas a acabar en la boca sin siquiera tocarme?". Te ayudé a levantarte, te di vuelta y te la apoyé en el culo mientras te apretaba las tetas. "Bajate el pantalón" te pedí. Lo hiciste con tal destreza que pantalón y tanga cayeron juntos dejando a la vista el culo perfecto, imaginado. Me agaché yo y te lo chupé. Un orto mojadito es más accesible. "Chupame el culo y se te abre el mundo" me dijiste. Me calenté tanto que no podía parar de chuparlo. Subí, que tenemos poco tiempo. Contra la puerta y de espaldas a mi, agarraste mi pija, te abriste de un modo perfecto y la pusiste en posición para entrarle al orto de mis sueños.
"Cogeme por el culo que me encanta", dijiste. Y no pude hacer otra cosa. Me decías despacio, "metela más, metela toda" y yo obedecía. Casi susurrado me dijiste "hijo de puta estás caliente como una pava y sos tan boludo que no podes decirme que queres que te la chupe". Mientras cogíamos a tu culo divino, me dijiste "Si en la cocina me lo hubieras pedido, te la chupaba y me tragaba toda la leche ¿te imaginas yo con tu pija en la boca hasta el final?" Eso me calentaba más y no podía dejar de clavarte la pija lo más al fondo posible. Tu culo era lo más hermoso, piadoso, suave y acolchado. Cada golpe quería ser el último, el perfecto. Tomaste mi mano y me hiciste acariciarte. Tu clítoris estallaba, tu conchita limpia y suave sonaba perfecta. Acabaste vos primero y me hiciste salir. Miraste mi pija dura, la acariciaste un poco y me dijiste: "El baño es la primera puerta a la derecha. Andá, hacete la paja, limpiate y vení pronto que nos esperan para comer el postre". "Y acordate, primera y última vez que cogemos", agregaste antes de darte vuelta para volver al living lustroso de tu casa de señora conservadora
¿Cuándo nos volverán a invitar a cenar?
Soy de los torpes que pueden perderse en un ascensor, que pueden entrar a un placard en lugar de a un baño y que nunca se da cuenta si una mujer está dispuesta al sexo inmediato.
Entonces tomo el ascensor hacia tu casa, somos dos y nos tocaba traer el postre. Como lo hago casi siempre, lo hice yo mismo. No porque no pudiera comprar un par de kilos de helado, sino porque adoro cuando las mujeres le dicen a mi esposa la envidia que sienten por mi talento en la cocina. Cuando lo dicen, siempre despierta en mi, y porque no en ellas, ciertas ganas de proponerle "yo te cocino toda la semana, y vos me entregas el orto y me chupas la pija todas las noches". De todos modos hay algo muy sexual en esa "envidia" que manifiestan las mujeres cuando hablamos de cocina. Tal vez ellas me imaginan con totalmente en bolas, solo cubierto por un delantal mientras cocino, o suponen que pueden probar algunas preparaciones antes que esten listas de modos muy eróticos. La mezcla del brownie, antes de ir al horno, en lugar de probarla con una cucharita, chuparla de la punta de mi pija. Siempre termino pensando lo mismo, e imaginando a cada una de las señoras en bolas, midiendo sus tetas, suponiendo que tan buenas serían en la práctica del sexo oral.
Lo bueno que tiene mi pasión culinaria, que mientras los varones abren el vino y comienzan a hablar de política -cosa que me interesa mucho pero en ambientes como el tuyo suelen estar muy a mi derecha- yo puedo ir a la cocina, donde están las señoras charlando y acomodando cosas. Más de una vez terminé diciendo, yo soy una mas entre ustedes, es como si no escuchara. Ese es el punto donde se sonrojan porque saben que puedo imaginarlas cogiendo.
El caso es que lleve el postre a la cocina y solo estabas vos. Con ese culo redondo y portentoso que hace años te miro y te miro. Yo te imagino siempre. Hemos compartido veranos ¿no? Tengo la imagen de tu culo en bikini, tostado, acaramelado.
Estabas allí y no se como diste una vuelta, te agachaste, abriste un cajon y me rozaste la pija con el culo redondo, impenetrable por años.
Creo que los dos nos dimos cuenta. No se, incluso ahora, después de lo que pasó, si lo hiciste a propósito o si fue sin querer y eso te calentó a vos también.
Tu departamento es muy prolijo, bien adornado, pero algo formal para mi gusto. Nunca te imaginaría cogiendo en esos sillones. Pero sos tan puta que te sacas esas fotos para que todos imaginen como te rompen el orto sobre la pana cuidada. Yo estoy seguro que solo te sacas estas fotos en pelotas para calentarme, para que me haga la paja una y otra vez y para quesiempre que nos encontremos todos los matrimonios juntos a cenar, yo sepa que te gusta la pija como a mi el vino tinto, pero que te cojen otros. Que te recojen, que te chupan toda, que te ponen en cuatro sobre los sillones cuidados y te abren el ojete y que vos gritas y pedís que te la pongan más y más adentro. Y que yo no voy a volver a cogerte
Pero esa bendita noche del roce y el brownie y el culo redondo que se agachaba a buscar esa servilleta que alguna vez imagine que podría usarla para taparte la boca en esa misma cocina mientras te cogía por atrás sobre la mesada, y que no pudieras gritar, para que tu marido y mi mujer no se enteraran de ese garche. Pero eso fue una imaginación dentro de este cuento que no recuerdo si pasó o no.
¿Dónde quedaba tu departamento? ¿Juncal, Arenales, Beruti? Alguna mañana quise esperarte para invitarte a un telo. Pocas cosas mejores que los polvos mañaneros. Pero no pude volver a tu casa.
Esa noche, volvamos a esa noche porque siempre me voy por las ramas, me llegó el momento del ir al baño. Y como te dije, si hay 2 puertas, seguro que yo entro a la equivocada.
Pedí ir al baño, me indicaste, y pasé a un hall donde había 3 puertas. Abrí la primera y era un placard. Efectivamente, casi entro, pero me di cuenta que estaba lleno de sobretodos y pilotos. La segunda era lo que después me enteraría era tu dormitorio. Entré y estaba a oscuras completamente. Prendí la luz y vi que no era el baño. Dentro del mismo, junto a una pared, había otra puerta. "Será el baño en suite", pensé. Todo en tu casa era demasiado prolijo y caminé hacia esa puerta intentando imaginar como cogían allí adentro. Por momentos te imaginé tan frígida como ese departamento que me suena a señora mayor, tanto porcelana demodé, tan foto familiar insulsa.
Miré el piso junto a la cama para ver si encontraba una tanga tirada, un consolador, un portaligas, algo que juntara mis fantasías con ese culo redondo que acababa de rozarme y que, a esta altura de la caminata, me había puesto realmente al palo. Nada, no se encontraba nada de nada que pudiera darme pautas sobre tu oculta vida sexual.
Llegué a la puerta y efectivamente, no era el baño, era otro placard. Allí había ropa. Común. Tuve por un instante el deseo de revisarla. Saber como eran tus bombachas, tus tanguitas, tus culottes. No lo hice. Soy demasiado cagón e imaginarme que eras capaz de garchar como una puta gritona, dejarte mirar el orto redondo y pulido, y acabar como una y mil veces sin parar podía ser el final de la noche. Saber que nunca iba a cogerte y que vos eras una trola de aquellas podía haber sido lo peor para mi, un reverendo cagón profesional.
Y justo cuando me di vuelta, estabas allí, mirándome. "Te perdiste". "Me dijo tu mujer que te buscara, que seguro te habías perdido". Me di vuelta y creo que se notó que estaba con la pija parada. No tanto porque la tenga grande y sintiera que apretaba contra el pantalón, sino porque miraste un instante, te sonreiste, y casi instintivamente hiciste un gesto por el cual una de las manos acarició tu culo. "Ese es el placard" dijiste, "pero las tangas no las guardo ahí". Se me borró la sonrisa al instante. No sabía como seguía. No entendía si me estabas retando y me estabas desafiando. Fui hacia la puerta donde estabas vos callado, como para salir. Al llegar repetiste el movimiento "casual" y tu ojete nuevamente me rozó la pija. Cuando iban a perder el contacto, hiciste el movimiento inverso y la rozaste nuevamente. Levantaste del piso un aro. "Se me cayó el arito". "Me la pones", dijiste. Era claro. No dijiste "Me lo pones" que es el género que corresponde al aro. Dijiste "Me LA pones" que corresponde a la pija. No sabía que hacer. Hice, creo, lo peor que podía haber hecho. Me bajé el cierre y saqué la pija. En tu habitación todo era orden de señora mayor. De mujer cansanda / casada de Barrio Norte. Vos, con un pantalón algo flojo y una camisa demasiado arreglada para mi gusto, un cuarto lleno de fotos con hijos, una par de cuadros de esos que no dicen nada y mi pija al aire. Te reíste. La agarraste, mi miraste a los ojos y me dijiste: "Mirá que es solo por hoy, yo nunca hice algo así". Te agachaste y empezaste a chuparme la pija como pocas veces lo hicieron en mi vida. Te la metías toda en la boca. Después la sacabas, le pasabas la lengua a la cabeza y te ponías a sacudirla chupandola fuerte. Mi miraste desde abajo y me dijiste "¿Sos tan turro que me vas a acabar en la boca sin siquiera tocarme?". Te ayudé a levantarte, te di vuelta y te la apoyé en el culo mientras te apretaba las tetas. "Bajate el pantalón" te pedí. Lo hiciste con tal destreza que pantalón y tanga cayeron juntos dejando a la vista el culo perfecto, imaginado. Me agaché yo y te lo chupé. Un orto mojadito es más accesible. "Chupame el culo y se te abre el mundo" me dijiste. Me calenté tanto que no podía parar de chuparlo. Subí, que tenemos poco tiempo. Contra la puerta y de espaldas a mi, agarraste mi pija, te abriste de un modo perfecto y la pusiste en posición para entrarle al orto de mis sueños.
"Cogeme por el culo que me encanta", dijiste. Y no pude hacer otra cosa. Me decías despacio, "metela más, metela toda" y yo obedecía. Casi susurrado me dijiste "hijo de puta estás caliente como una pava y sos tan boludo que no podes decirme que queres que te la chupe". Mientras cogíamos a tu culo divino, me dijiste "Si en la cocina me lo hubieras pedido, te la chupaba y me tragaba toda la leche ¿te imaginas yo con tu pija en la boca hasta el final?" Eso me calentaba más y no podía dejar de clavarte la pija lo más al fondo posible. Tu culo era lo más hermoso, piadoso, suave y acolchado. Cada golpe quería ser el último, el perfecto. Tomaste mi mano y me hiciste acariciarte. Tu clítoris estallaba, tu conchita limpia y suave sonaba perfecta. Acabaste vos primero y me hiciste salir. Miraste mi pija dura, la acariciaste un poco y me dijiste: "El baño es la primera puerta a la derecha. Andá, hacete la paja, limpiate y vení pronto que nos esperan para comer el postre". "Y acordate, primera y última vez que cogemos", agregaste antes de darte vuelta para volver al living lustroso de tu casa de señora conservadora
¿Cuándo nos volverán a invitar a cenar?
1 comentarios - Dedicado a HoTSofy1476: La primera y última vez